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Leyenda de la Candileja

La Candileja es una leyenda de Tolema y de los llanos Orientales en Colombia, es


llamada luz viajera, se manifiesta como una bola ardiente de tres llamas, con brazos
como tentáculos, que ilumina sus pasos con el chisporroteante fuego infernal,
produciendo ruidos de trastos rotos.

Persigue a borrachos, infieles y a padres de familia irresponsables. Asusta también a


los viajeros que transitan en horas avanzadas de la noche.

Según cuentan hace muchísimos años había una anciana que tenía dos nietos a
quienes consentía demasiado. La abuela era tan alcahueta que la utilizaban como
bestia de carga, y la montaban entre los dos.

Cuando murió la anciana, San Pedro la recriminó por la falta de rigidez en la


educación de sus nietos y la condenó a purgar sus penas en este mundo entre tres
llamaradas de candela que significan: el cuerpo de la anciana y el de los dos nietos.

Desde entonces, convertida en fuego frecuenta los lugares en ruinas, las crecientes
de los ríos y los caminos solitarios. Aparece en el alba cuando todo está en silencio,
cuando aún el gallo no ha cantado. Se estrella con los cercos, atraviesa puertas y
muros para entrar en las casas, se agita en el copo de los árboles o se echa a rodar
por los pastos.

Se ha llegado a confundir su luz con la de las guacas, pero, la luz de la Candileja es


roja, mientras que la de las guacas es de un amarilla.

Para llamara, hay que rezar, y se ahuyenta diciéndole groserías e insultándola,


tratándola de vieja alcahueta y endemoniada; se rozan los machetes en la tierra, así
ella huye con los zumbidos mas aterradores y enfurecidos.
En los llanos orientales, la Candileja aparece como una bella mujer que persigue a
los vaqueros y monta en sus caballos; pronto se convierte en bola de fuego
incandescente que por todas partes embiste al caballo y a los hombres los
atormenta, los araña y los deja sin sentido.

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