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MÁSTER EN HACIENDA PÚBLICA Y EN ADMINISTRACIÓN FINANCIERA Y TRIBUTARIA.
ECONOMÍA, HACIENDA PÚBLICA Y POLÍTICA FISCAL. TEMA 2
ÍNDICE
I. INTRODUCCIÓN .............................................................................................. 5
V. BIBLIOGRAFÍA ............................................................................................. 60
I. INTRODUCCIÓN
El destino político y social de los países está estrechamente vinculado con su éxito
económico, y ninguna área de la economía es actualmente objeto de mayor atención que
los resultados macroeconómicos obtenidos por los distintos estados. Hasta el siglo pasado
se sabía bien poco acerca de cómo los países podrían influir en sus resultados
macroeconómicos y cómo podían controlar los excesos de los ciclos económicos o la
existencia de distintas crisis. Sin embargo, gracias al extraordinario desarrollo del
pensamiento macroeconómico durante todo el siglo XX, hoy en día sabemos que los
países tienen capacidad para tomar opciones en su política macroeconómica bien
influyendo en la oferta monetaria, en los distintos elementos que conforman el
presupuesto (impuestos y gastos públicos) o a través de la realización de reformas
estructurales en la economía. Las decisiones tomadas pueden afectar a las distintas
variables macroeconómicas en el sentido que se desee: impulsar el crecimiento
económico, controlar la subida de precios, provocar déficits o superávits comerciales, etc.
La política fiscal, en la medida que forma parte del amplio grupo de instrumentos que
constituyen la política económica, no presenta objetivos específicos y más bien sus
objetivos son comunes a los del resto de políticas económicas. Aunque más adelante
profundizaremos sobre esta cuestión, pasamos ahora a enumerar y definir brevemente
cuáles serían estos objetivos que persigue la política fiscal.
Como indicador habitual para medir el crecimiento se utiliza la tasa anual de crecimiento
del Producto Interior Bruto (PIB), el PIB per cápita, o cualquier otro agregado
macroeconómica referida al nivel de producción de bienes y servicios.
Como indicador habitual para medir el nivel de empleo en una economía se utilizan
distintos indicadores: porcentaje de la población activa empleada; tasa de desempleo;
distribución del empleo /desempleo por edades, sexos, regiones, etc.
Normalmente para evaluar este objetivo se utiliza el concepto de “inflación”, que podría
definirse, de forma sencilla, como el aumento en el nivel general de precios de una
economía. De este modo el objetivo de la estabilidad de precios se persigue intentando
tener controlada la tasa de inflación que se tome como referencia, es decir controlando la
tasa de aumento porcentual del nivel general de precios a lo largo de un periodo
específico, normalmente un año.
Desde una perspectiva basada en los efectos microeconómicos podemos destacar como
objetivos de la política fiscal:
familiar menor que la media; la distribución de la renta en las áreas rurales y urbanas,
etc.
También el profesor Cuadrado Roura (2010) destaca como, a veces, esta distinción
teórica resulta más difícil de defender en la realidad. Puede ocurrir que una variable
catalogada inicialmente como instrumento, no lo sea realmente al no poderse controlar
realmente por las autoridades.
controlan las decisiones sobre el gasto, los ingresos, sin embargo, no sólo
dependen de la actuación del gobierno (modificación de los tipos impositivos)
sino de otras variables que los afectan como los ingresos de los contribuyentes,
los volúmenes de ventas de los productos gravados con impuestos, las
distorsiones provocadas por la traslación impositiva, etc. En consecuencia, el
saldo presupuestario podría considerarse más que como un instrumento como
una variable objetivo o endógena del modelo, pues el gobierno tiene
determinadas expectativas sobre el mismo pero no lo controla totalmente en
su cuantía.
También señala Cuadrado Roura (2010) que en el ámbito del comportamiento político se
produce una distorsión importante, pues muchas veces se presentan erróneamente como
objetivos de política económica lo que no son más que meros instrumentos o medidas (ej:
una reforma tributaria, disminuir los impuestos, aumentar las transferencias, etc.). Este
planteamiento distorsionado dificulta una evaluación adecuada de la política económica
realizada. Para dicha evaluación debe existir una distinción clara entre objetivos
perseguidos e instrumentos utilizados, con el fin de poder analizar si esos instrumentos se
han utilizado convenientemente, si existe una adecuación correcta entre instrumentos y
metas y si los resultados obtenidos cumplen los fines inicialmente pretendidos.
Pasando ahora a una perspectiva de análisis más específica podemos destacar los
instrumentos básicos que conforman la política fiscal. Estos instrumentos son
esencialmente los gastos y los ingresos que conforman el presupuesto del sector público.
en el nivel del PIB. Desde una perspectiva microeconómica la variación en cualquier tipo
de gasto afecta a determinados mercados y a determinados agentes económicos
produciendo efectos sobre la asignación de recursos y sobre la distribución de la renta.
Con una naturaleza mixta, aunque dentro del ámbito de los ingresos, cabe destacar la
categoría de gastos fiscales o beneficios fiscales. Comprende aquellos beneficios
tributarios (exenciones, bonificaciones, deducciones, etc.) que aparecen recogidos en el
sistema tributario con el objeto de incentivar el comportamiento individual de los
contribuyentes en determinadas direcciones. Aunque se trata de modificaciones
tributarias (ingresos), desde una perspectiva presupuestaria presentan cierta similitud en
sus efectos con los gastos y transferencias, puesto que constituyen ingresos tributarios a
los que renuncia el sector público y aminora por tanto la capacidad recaudatoria del
mismo.
Aunque la utilización de la política fiscal ha contado con un gran apoyo entre los
economistas, especialmente debido al fuerte impacto que tuvieron las ideas de corte
keynesiano en la articulación de soluciones para los problemas de estabilidad económica,
en la actualidad la posición más generalizada de los economistas sobre la política fiscal es
mucho más cautelosa. Como veremos el desarrollo de la política fiscal encuentra diversas
dificultades en la práctica como las incompatibilidades que surgen entre los objetivos
pretendidos, la decisión sobre los instrumentos a utilizar o la combinación adecuada de
los mismos en cada momento, la decisión sobre la dirección y el impacto cuantitativo
idóneo de las medidas a tomar, el problema de decidir el momento oportuno para la
actuación, la existencia de efectos esperados y no esperados en las políticas realizadas ,
los posibles inconvenientes en el largo plazo (déficit crónicos y deuda) y los
inconvenientes que surgen para poner en práctica estas acciones en un contexto
condicionado fuertemente por la negociación política
Una distinción útil para entender el funcionamiento de la política fiscal es la que diferencia
entre “política fiscal activa o discrecional” y “estabilizadores automáticos”.
Los instrumentos que pueden utilizarse por la política fiscal discrecional son:
Respecto a las posibles variaciones en el volumen de los gastos públicos es preciso poner
de relieve que el gasto público constituye una variable estratégica a la hora de manipular
la demanda agregada, máxime si se considera la importancia del efecto multiplicador a
que da lugar.
Asimismo, también es relevante decidir qué tipo de gasto público varía y cómo cambia la
composición de dicho gasto público, pues dependiendo del tipo de gasto afectado son
distintos los efectos cuantitativos y cualitativos del cambio realizado. Ello se decidirá
según cuáles sean los objetivos pretendidos.
Respecto a las variaciones cuantitativas en los impuestos éstas actúan en sentido inverso
a las modificaciones en el gasto público y las transferencias, puesto que el multiplicador
de los impuestos tiene signo negativo. Además el valor de dicho multiplicador es menor,
en valores absolutos, que el del gasto y el de las transferencias.
Adicionalmente, debe tenerse en cuenta que cada una de estas tres variables
instrumentales señaladas puede utilizarse sola o en combinación con las
demás. Respecto a la orientación que debe tomar el uso de estas variables se
puede señalar que cuando el nivel de actividad económica sea bajo la demanda debe ser
estimulada, bien con un incremento del gasto público o de las transferencias o bien con
una reducción de impuestos, siendo la acción de sentido inverso cuando el nivel de
actividad económica sea alto y la economía esté en una situación de expansión.
Los impuestos. Efectivamente, dada la relación que existe entre impuestos y renta,
a medida que crece el nivel de actividad económica se detrae una mayor proporción de la
renta en forma de impuestos y esto ejerce un efecto estabilizador o contrario a la
tendencia del ciclo económico. Lógicamente, no todos los impuestos ejercen su impacto
con la misma intensidad. Así, los impuestos sobre la renta, al ser más progresivos,
producen un efecto más pronunciado que el que correspondería a los impuestos
indirectos.
Los gastos en transferencias que fluctúan a lo largo del ciclo. Como ejemplos de
este tipo de instrumentos tenemos los subsidios por desempleo, las pensiones, los precios
agrícolas de sostenimiento o garantía, etc.
Así, por ejemplo, una parte del incremento de renta generado por un
aumento del gasto público o las transferencias o por una disminución
de los impuestos (política discrecional expansiva) es absorbida por los
ingresos fiscales que conforman el estabilizador y constituyen una atenuación
del efecto expansivo que inicialmente se intentaba provocar.
Política fiscal expansiva. Se utiliza cuando una economía se halla en una situación
de depresión o recesión con bajos niveles de producción y altos niveles de paro. Se
denominan también “programas de estímulo fiscal” pues con este tipo de políticas se
pretende incentivar el incremento de algunos de los componentes de la demanda
agregada (consumo e inversión privados, del sector público o del sector exterior) con el
fin de conseguir que aumente el nivel de actividad económica y, de este modo aumentar
los niveles de empleo. Esta política expansiva puede lograrse utilizando diferentes vías:
producción. A su ver esta reducción en los impuestos puede hacerse con diferentes
instrumentos:
Una disminución del Gasto Público (consumo e inversión pública) con recorres
que paralizarían el consumo y la inversión pública y por lo tanto contraerían la demanda y
el nivel de actividad económica y conseguirían atenuar la inflación.
Este concepto hace referencia al período de tiempo que transcurre desde que se
toma conciencia de la necesidad de actuar y el momento en que la actuación
diseñada produce sus efectos sobre el nivel de actividad económica. Estos
retardos o periodo de tiempo de desfase puede a su vez dividirse en tres fases o
subperíodos.
Retardo externo (outside lag). Una vez que la medida ha sido aplicada, se precisa
un intervalo de tiempo para obtener el efecto deseado, ya que la economía responde tan
sólo de manera gradual.
La existencia de estos retardos han puesto en duda las posibilidades de la política fiscal
como instrumento para lograr la estabilización económica y en la actualidad muchos
economistas otorgan primacía a la política monetaria para lograr este objetivo.
La política monetaria puede modificarse rápidamente pues las decisiones del Banco
Central se producen de forma más ágil que la discusión y elaboración presupuestaria
parlamentaria que necesita la política fiscal. Adicionalmente, las modificaciones en los
tipos de interés que consigue la política monetaria se han mostrado bastante eficaces
para lograr expansiones o contracciones rápidas de la actividad económica.
En tercer lugar, el resultado del saldo presupuestario (por ej: un Déficit) puede
no ser consecuencia estricta del comportamiento de la política fiscal sino que puede estar
explicado en parte por las fluctuaciones del ciclo económico. Ello nos lleva a
introducir la distinción entre Déficit Estructural y Déficit Cíclico.
Es fácil observar que existe una estrecha relación entre el saldo presupuestario
observado en un país y el ciclo económico (situación de expansión o recesión) en el
que se encuentra el mismo.
Saldo Presupuestario (Déficit) Cíclico. Que vendría dado como consecuencia del
ciclo económico y el funcionamiento de los estabilizadores automáticos respecto a esa
situación cíclica concreta.
A la hora de analizar las implicaciones del Déficit, siguiendo a Samuelson (1995), una de
las preocupaciones principales radica en que analizar si, en el corto plazo, el Déficit
Público produce o no un efecto expulsión de la inversión privada y qué dimensión tiene en
caso de darse.
El grado en que la política fiscal activa expulsa inversión depende de diversos factores
como el funcionamiento de los mercados de dinero y el comportamiento del Banco
Central, los determinantes de la inversión y de la forma específica en que se financien el
déficit.
Los datos sobre la magnitud del efecto-expulsión son ambiguos. Para el caso de de EEUU
(Samuelson, 1995) señala que la evidencia procedente de la década de 1980, (periodo
con déficit elevados), indica que los déficit provocaron una cierta reducción de la inversión
interior y extranjera. En otros periodos, parece que el efecto-expulsión ha sido mínimo. La
mejor apuesta actual es que, salvo en una profunda recesión, el gasto público suele
expulsar un volumen significativo de inversión.
Uno de los debates más relevantes sobre el funcionamiento de la política fiscal radica en
la controversia entre el uso de una política fiscal activa y discrecional versus la
introducción de reglas fiscales para ordenar la actuación de la política fiscal. Este
debate ha estado presente en las formulaciones presupuestarias de los gobiernos durante
los últimos 40 años.
En el otro lado del debate están los autores que defienden la necesidad de que la
política fiscal no sea totalmente discrecional sino que esté ordenada y regulada
por una serie de reglas que limitan los efectos nocivos del déficit y la deuda. Los
argumentos a favor de la utilización de reglas fiscales son:
Reglas cuantitativas o numéricas. Han sido las más utilizadas. Puede definirse
como la definición de una restricción estable de la política fiscal expresada en términos de
un indicador del comportamiento fiscal (déficit público, volumen de deuda, crecimiento
del gasto, etc..) con el objetivo de contribuir a la estabilización económica.
Las reglas fiscales que han alcanzado mayor consenso han sido las reglas cuantitativas
que regulan los niveles de déficit y de deuda pública.
Las reglas sobre déficit público establecen la restricción de que un gobierno elabore
un presupuesto en el que el indicador de Déficit Público/PIB no sobrepase un determinado
nivel. La formulación de está reglas en los países ha ido girando en torno a formulaciones
más rígidas, cercanas a la regla clásica de equilibrio presupuestario anual, y formulaciones
más flexibles donde se relaja de alguna manera esta formulación:
Las reglas sobre Deuda Pública establecen que el volumen de Deuda asumida por un
Estado no debe sobrepasar un determinado nivel. También presentan distintos tipos de
formulaciones:
El indicador a cumplir puede definirse como una variable sobre el volumen stock de
deuda y se utiliza un indicador Deuda Pública /PIB) o puede utilizarse una variable flujo
definiendo entonces un indicador sobre la carga de la deuda (intereses).
Las recomendaciones para un buen diseño de reglas fiscales son las siguientes:
Debe estar correctamente definida: los indicadores de medición deben ser sencillos
operativamente y susceptibles de supervisión y control por las autoridades competentes
Deben contar con un adecuado diseño que combine su obligatoriedad con cierta
flexibilidad. Aunque una de las funciones principales de las reglas es su obligado
cumplimiento y restricción que supone para los gobiernos, se sugiere que posean cierto
grado de flexibilidad, activándose cláusulas de salvaguardia en presencia de
perturbaciones exógenas, para que no obstaculicen el crecimiento económico. Reglas
excesivamente rígidas pueden llegar a ser de imposible cumplimiento o insostenibles
cuando se producen fuertes perturbaciones exógenas. Por el contrario, reglas que
contienen excesivas cláusulas de salvaguardia o muy flexibles reducen la credibilidad
respecto a los compromisos asumidos
El hecho de que en los sistemas económicos actuales el sector público tenga asignada
entre sus misiones la de conseguir la estabilidad económica, evitando los principales
desequilibrios señalados, viene justificado por las dificultades que ha encontrado el
sistema de libre mercado, para de forma autónoma, evitar estas situaciones de
desequilibrio.
A partir de los años cincuenta se extiende una nueva explicación sobre la causas de la
inflación, señalando que esta tiene su origen en la presión existente sobre los
costes de producción, con independencia de los factores de demanda. Las causas de
estos movimientos pueden ser provocadas por alzas en los costes salariales, en los
márgenes de beneficios, en los costes de las importaciones o en la elevación de precios
administrados e impuestos.
Aunque las distintas propuestas de política económica para controlar la inflación varían
dependiendo de cuál es el origen atribuido a la misma, si consideramos la tendencia
actual a considerar la inflación como un proceso dinámico, que surge tanto de la
demanda como de la oferta, se pueden señalar algunas de las posibles políticas que
serían efectivas contra la inflación.
Como ya hemos señalado con anterioridad el logro del objetivo del pleno
empleo pretende garantizar el trabajo a todos los miembros que constituyen la
fuerza laboral en un territorio determinado, con objeto de proporcionarles un nivel de vida
razonable.
trabaja. Así dentro del concepto de desempleo se pueden distinguir distintas variedades
(desempleo estructural, friccional, estacional y cíclico) cuya compresión y tratamiento
requiere orientaciones distintas. También la idea de desempleo parece estar identificada
con la idea de desempleo involuntario y deberíamos excluir entonces el concepto de
desempleo voluntario que incluye a aquellos que no trabajan pues que el valor del salario
que obtendrían es menor que el coste de oportunidad de no trabajar. Por otro lado
habitualmente se acepta una cierta tasa de desempleo que es compatible con el concepto
de pleno empleo (desempleo friccional) .
Conseguir incrementar los niveles de empleo, de forma que pueda haber trabajo
para la mayor parte de la población, ha sido una preocupación fundamental de
los economistas. El cómo conseguirlo ha introducido, sin embargo, elementos de
diferenciación en dos grandes escuelas del pensamiento económico: la keynesiana y la
clásica. Estas señalan distintas causas en el origen del desempleo, lo que da lugar a
distintas propuestas de política económica para su solución.
Según esta posición, el desempleo se produce por la respuesta del mercado ante
actuaciones de las instituciones, sea el gobierno (salarios mínimos,…) o los sindicatos
(elevadas subidas salariales,…) o de determinadas empresas (salarios de eficiencia) que
alteran el salario de equilibrio. Desde esta perspectiva de paro clásico la política
económica a aplicar para solucionar el problema del desempleo es flexibilizar al
máximo el mercado de trabajo para que los salarios reales coincidan con la situación
de equilibrio.
Los causantes del desequilibrio pueden ser factores exteriores, en el sentido que
los países son incapaces de neutralizarlos. El principal factor externo es el deterioro de la
relación real de intercambio, debido a la incidencia de impulsos de oferta adversos, como
ocurrió durante la década de los setenta con las drásticas subidas del precio del petróleo.
Este deterioro implica un considerable crecimiento de los costes de producción en el país
y ocasiona una pérdida de competitividad respecto al resto del mundo.
Otro factor interno posible causante del déficit exterior es el déficit público.
Dependiendo de la vía que se elija para financiar el déficit público, aquella puede
desencadenar efectos negativos sobre el sector exterior, pues la financiación del
desequilibrio presupuestario incidirá en la tasa de inflación, los tipos de interés, la
instrumentación de la política monetaria, etc.; todo lo cual afectará a los niveles de
competitividad, el tipo de cambio, los movimientos de capital, etc., en definitiva, a la
situación de la Balanza de Pagos.
Entre las políticas de desviación de gastos se pueden distinguir, entre las que
intentan variar indirectamente los precios relativos nacionales y extranjeros (devaluación
o revaluación de la moneda nacional) y las que directamente intentan controlar el
volumen de importaciones y exportaciones. Dentro de estas últimas tendremos que
analizar los efectos de las políticas fiscales para el fomento de las importaciones y
exportaciones. En cuanto a las primeras, la más importante es la reducción de aranceles a
la importación, que supone indirectamente un cambio en los precios relativos entre los
países, al ser el arancel un coste adicional al precio del bien en el extranjero. En cuanto al
fomento de las exportaciones, las medidas fiscales se centran generalmente en permitir
desgravar determinados conceptos cuando el producto se destina a la exportación.
Así una primera distinción importante sería entre los términos expansión y
crecimiento. La distinción estaría relacionada con el periodo de tiempo en que se
producen. Expansión sería un fenómeno de incremento del nivel de actividad económica
en el corto plazo mientras que los conceptos de crecimiento y desarrollo buscarían este
mismo objetivo en el largo plazo. Asimismo la expansión económica o búsqueda del pleno
empleo se basa en una mayor utilización de los recursos libres o sin utilizar, mientras que
el crecimiento se basa también en un mejor aprovechamiento de los recursos ya
utilizados.
inversión, y no solo de la inversión privada a costa del consumo privado, sino también
de la inversión pública a costa del consumo público, y de la inversión exterior a costa del
consumo exterior. En definitiva, hay que aplicar una política que incremente los bienes de
capital del país y ello solo se logra a largo plazo, programando a corto un cambio en la
estructura de la demanda.
Una vez expuesto el argumento anterior nos podemos plantear cual es el tipo de política
fiscal más apropiado para fomentar la inversión. En este sentido la política fiscal puede
actuar a favor del crecimiento tanto con variaciones en la estructura de gastos o de
ingresos públicos, como con un determinado funcionamiento del desequilibrio
presupuestario.
Un trato preferencial para las plusvalías: La plusvalía es una renta que viene
determinada por el aumento de valor de los bienes de capital, que generalmente proviene
de un incremento de los beneficios de la empresa, dejados en la misma en forma de
ahorro empresarial. En la medida en que el gravamen de las plusvalías sea menor que el
de los demás conceptos de renta, ello supondrá un incentivo para la canalización de los
ahorros hacia activos de esta naturaleza. Por otro lado, este trato de favor tiene
importancia desde el punto de vista de la financiación de las empresas ya que favorece la
autofinanciación, y por lo tanto, la reinversión de los beneficios, a costa del reparto de
dividendos en la misma.
Recordemos que para que sea posible la inversión es necesario que previamente se haya
generado el correspondiente ahorro y este ahorro puede proceder del sector privado, del
sector exterior o del sector público. Con un superávit presupuestario se genera ahorro
público pues dicho ahorro viene determinado por el exceso de impuestos sobre los gastos
públicos. Un aumento del ahorro público facilitara la inversión pública y evitaría competir
al sector público y privado por el ahorro privado y exterior.
Como ya hemos señalado con anterioridad, cabe hacer una matización importante entre
los conceptos de crecimiento y desarrollo. Aun cuando ambos persiguen un incremento en
el nivel de producción de bienes y servicios en el largo plazo, la distinta situación de
partida marca la diferencia entre un concepto y otro.
Presión demográfica. Suelen ser países con una elevada tasa de natalidad y con
tasas constantes de mortalidad, lo cual en conjunto da lugar a un crecimiento muy rápido
de la población.
La política fiscal, para ser coherente con los programas de desarrollo, debe ir
dirigida a cambiar esos rasgos estructurales señalados en el epígrafe anterior, y
ello, tanto desde el punto de vista de los gastos como de los impuestos.
Una primera cuestión es la necesaria modificación del volumen que los gastos
y los ingresos públicos representan dentro del PIB. Se aprecia claramente como
tanto el indicador de Gasto Público/PIB como el índice de presión fiscal (Ingresos
Públicos/PIB) de los países en desarrollo son bastante inferiores a los de los países ricos.
Esto se toma, en ocasiones, como indicios de menor desarrollo, pues los países
desarrollados cuentan normalmente con mayores índices de presión fiscal que les
permiten mantener políticas públicas y una mayor participación del sector públicos en la
economía que favorece los factores claves para el desarrollo.
Gastos relacionados con la salud: Con objeto de contar con una población sana
que permita una utilización adecuada de la fuerza laboral.
Desde un punto de vista global parece que la estructura impositiva más apropiada
para los países en desarrollo es la de darle mayor importancia relativa a la
imposición indirecta frente a la directa. Ello se fundamenta en el hecho de que
mientras la imposición indirecta grava el consumo, quedando exento el ahorro, la directa
grava toda la renta, y el ahorro es fundamental en el proceso de desarrollo. Por otro lado,
la imposición sobre el consumo tiene la ventaja de que penaliza realmente en todos los
países los bienes de consumo según su nivel de calidad, estableciendo tipos impositivos
más altos para los bienes de lujo, los cuales son comprados por la clase dominante, con
niveles de renta muy altos y además suelen proceder del extranjero. Otra ventaja es que
estos impuestos exigen menos información a la administración tributaria que los
impuestos directos por lo que las posibilidades de evasión fiscal son más limitadas.
Políticas de gastos
Desde el lado de los gastos la propia existencia del sector público entraña en sí
misma un proceso de redistribución, al observarse que los servicios públicos tienen unos
beneficios indivisibles que repercuten en todos los ciudadanos mientras que su
financiación se realiza con impuestos recaudados de acuerdo con el principio de capacidad
de pago.
Existen una serie de políticas de gasto dirigidas a igualar las rentas una vez
ganadas. En este grupo estarían medidas bien diferentes como los programas de
subvenciones públicas para las familias necesitadas, llevadas a cabo bien por el sector
público, bien a través instituciones de carácter asistencial, las ayudas estatales para
establecer y fomentar el seguro de desempleo, la política de salarios mínimos, etc.
Políticas de ingresos.
renta, ello supone aceptar que los que dedican una parte inferior de su renta al consumo
son los individuos con rentas más altas, por lo que pagarán proporcionalmente menos
impuesto, lo que lleva a pensar en la tendencia a la regresividad de la imposición
indirecta.
Es un proceso cada vez más acelerado. Las reformas fiscales se han acelerado
especialmente a partir de la reciente crisis económica de 2007- 2008 en un intento de
buscar soluciones para los problemas de estabilidad y presupuestaria y caída de las tasas
de crecimiento observados en los países más afectados por la crisis (USA y UE).
Siguiendo a Bustos (2000) se pueden señalar algunos factores a tener en cuenta que
condicionan las reformas fiscales:
No existe un único modelo de reforma tributaria, sino que existen distintos modelos
de reforma impositiva. Tales modelos responden no sólo a una diferente ponderación de
los principios tributarios (neutralidad, equidad, simplicidad) sino también a una forma
diversa de considerar el funcionamiento del sistema económico.
En todo caso, los procesos de reforma tributaria deberán afrontar dos grandes
cuestiones: cuáles los objetivos que se pretenden lograr con una reforma fiscal y, en
segundo lugar, la determinación de los principios impositivos que deben orientar la
ordenación del sistema impositivo.
Una comparación entre el sistema vigente y el ideal, con una crítica sistemática
del primero.
Un análisis de los difíciles y delicados pasos por los que deberá atravesar el
sistema vigente para transmutarse en el real.
Las reformas fiscales son realizadas por los gobiernos, pero suele ser habitual
que dichas reformas estén inspiradas en el trabajo analítico previo de
Comisiones de Expertos en la materia que plasman sus análisis en Informes
de Reforma Fiscal. En dichos Informes previos, de profundo calado, se intentan
detectar los problemas existentes en el sistema fiscal actual, se plantean los principios
básicos y objetivos que orientaran dicha reforma y se enumeran los aspectos técnicos y
detalles para implementar la misma. Esta tradición de Informes previos o de Comisiones
de Reforma ha sido especialmente fructífera en los países de tipo anglosajón, donde se
han elaborado algunos de los más prestigiosos informes de reforma fiscal que han ido
conformando el devenir de la historia de los sistemas impositivos1.
Las formas de combinar los distintos elementos que conforman un sistema fiscal
(principios, estructura, cuerpo jurídico, administración) varían entre los distintos países
dando lugar a diferentes sistemas tributarios. Estos diferentes sistemas tributarios varían
entre sí, influidos por los diferentes condicionantes que ya hemos señalado con
anterioridad (nivel de desarrollo económico, factores históricos, políticos, etc.).
En los siguientes apartados hemos querido incorporar una breve evolución histórica de
cuáles han sido los principales hitos y modelos de referencia de reforma fiscal
que han marcado el devenir del diseño de los sistemas fiscales modernos desde los años
70.
1
Algunos de los Informes de Reforma Fiscal, ya clásicos, más relevantes son el Informe
Neumark (1962), el Informe Carter (1975) y el Informe Meade (1978)
2
En su versión más actual los distintos modelos tributarios (modelo OCDE, modelo UE,
modelo países de América Latina) son objeto de análisis desde una perspectiva comparada en
otras asignaturas de este Máster. No obstante, es necesario destacar el papel relevante de la
OCDE a la hora de analizar las principales tendencias fiscales seguidas por los países. En este
sentido resulta imprescindible el seguimiento de sus colecciones de estudios económicos y de los
estudios específicos de reforma fiscal de ámbito general y por países publicados en los documentos
de trabajo del “Economics Deparment” de dicha organización
El conjunto de principios básicos y condiciones técnicas que establecía esta teoría fue
desarrollado como modelo de reforma fiscal de referencia para los países de la OCDE.
Este “Modelo de imposición equitativa” consiguió dar certeza y estabilidad a los
sistemas fiscales de un número amplio de países durante la década de los 70 y 80 y
extendió su influencia incluso por América Latina. Sus principales ventajas consistieron en
ser una referencia unánime para todos los países y en dar respuestas a una serie de
interrogantes sobre el diseño de un sistema fiscal óptimo.
Importante papel asignado a los impuestos que gravan la riqueza, como elementos
de redistribución: impuestos sobre el Patrimonio, sobre las Sucesiones y sobre las
Donaciones..
No obstante este modelo presentaba algunas dificultades teóricas y empíricas que fueron
agotando su influencia
Equidad: Los efectos distributivos del sistema fiscal son importantes, tanto desde la
perspectiva de la equidad horizontal como de la vertical, pero considerando que estos
efectos redistributivos deben ser abordados con una pérdida mínima de eficiencia,
otorgando por tanto una mayor jerarquía al principio de eficiencia. El sistema fiscal debe
ser lo bastante flexible como para permitir distintas opciones políticas sobre la equidad en
una sociedad democrática.
Flexibilidad y estabilidad: Una buena estructura fiscal debía ser flexible tanto por
razones políticas como por razones económicas. Desde una perspectiva económica por
cuanto que debe estar en condiciones de adaptar con rapidez la carga fiscal a los cambios
en la coyuntura económica. Desde una perspectiva política, la flexibilidad supone que,
dado que en una sociedad democrática debe existir la posibilidad de cambiar la política
económica cuando lo exija la coyuntura o los resultados electorales, el sistema fiscal debe
tener la suficiente versatilidad como para hacerlo factible.
Estos principios generales se articularon en los distintos sistemas impositivos con los
siguientes instrumentos:
Preferencia por impuestos con bases imponibles más amplias y menos tipos
impositivos y más bajos.
Partiendo del “modelo extensivo” como modelo dominante que supuso un periodo de
cierta estabilidad, a partir de finales de los años 90 y durante la primera década del S. XXI
fueron surgiendo distintas propuestas de reforma alternativa, tanto desde una perspectiva
académica y teórica, como efectiva y real, que enriquecieron la oferta de reformas fiscales
haciéndola más heterogénea.
Separar las rentas sometidas en dos grupos o bases: rentas del trabajo (sueldos y
salarios, rentas laborales en especie, pensiones, beneficios sociales y parte de los
beneficios de actividades económicas atribuibles al trabajo) y rentas del capital (parte de
los beneficios de actividades económicas atribuibles al capital, dividendos, alquileres,
intereses e incrementos patrimoniales).
Aplicar a estas bases tratamientos diferenciados: a la base de las rentas del capital,
un tipo fijo; a la base de los rendimientos del trabajo, una tarifa reducida de 2 o 3 tramos
y un tipo marginal máximo mayor que el aplicado a las rentas del capital.
Como argumento que apoya esta utilización se exponen las múltiples ventajas que esta
nueva combinación de impuestos podría generar: a las hipotéticas ganancias de eficiencia
derivadas de las reducciones adicionales de tipos marginales, deberían añadirse las
ganancias de origen ambiental derivadas del carácter regulatorio de estos impuestos e
incluso, si las reducciones de tipos se extendieran a las cotizaciones sociales, podría
esperarse algún efecto neto favorable sobre el empleo.
Plantea una drástica simplificación de los impuestos sobre la renta estableciendo una base
imponible y un tipo de gravamen único, un mínimo exento elevado y variable según las
circunstancias personales de los sujetos y la eliminación de todo tipo de deducciones.
Presenta importantes ventajas respecto a los planteamientos actuales especialmente
respecto a los problemas que tiene la progresividad en relación con los fenómenos de
acumulación de rentas, rentas irregulares, corrección de la incidencia inflacionaria, así
Con la llegada de la crisis de 2007- 2008 los sistemas fiscales se vieron impulsados a
proponer nuevos planteamientos en orden a acometer los relevantes problemas de
crecimiento y de estabilidad presupuestaria observados en los países más afectados por la
crisis.
Para llevar a cabo el proyecto se nombró en 2006 una Comisión formada por nueve
expertos de gran prestigio en temas fiscales bajo la presidencia del profesor Mirrlees,
Premio Nobel de Economía y padre de la teoría de la imposición óptima. Su labor
abarcaría no sólo la imposición directa, sino todo el sistema impositivo y ciertas partes
relacionadas del sistema de seguridad social. Durante cuatro años, más de sesenta
expertos internacionales en Economía de la Imposición, seleccionados entre los más
reconocidos a ambos lados del Atlántico, repartidos en pequeños grupos de trabajo,
elaboraron por encargo estudios sobre el estado de situación de los conocimientos
teóricos y empíricos existentes sobre trece aspectos, o dimensiones, que se consideraron
relevantes para el diseño de un sistema impositivo.
Los trabajos de base se publicaron en 2010 por la Oxford University Press, con el título de
“Dimensions of Tax Design” Sobre la base de estos trabajos, la Comisión presidida por
3
En la exposición realizada en este tema del contenido del Informe Mirrlees seguimos el
trabajo colectivo elaborado por la FUNDACIÓN RAMÓN ARECES (2014) “Opciones para una
reforma del Sistema Tributario español” Ed. Ramón Areces , donde diversos especialistas españoles
analizan y diseccionan el contenido del Informe y sus posibles aplicaciones para el caso español
Mirrlees redactó el IM con el título de “Tax by Design” 4. Conviene señalar que la Comisión
no siempre aceptó, al elaborar el Informe, las recomendaciones de los trabajos de base.
El Informe Mirrlees enumera los objetivos que debe perseguir un buen sistema tributario
y que han de servir de referencia en su diseño. El sistema fiscal tiene dos funciones
preponderantes: recaudatoria (lograr unos ingresos suficientes para financiar las políticas
públicas) y redistributiva (contribuir al grado de redistribución de la renta decidido
políticamente)5. Para desarrollar estas funciones un sistema impositivo óptimo debe
perseguir los siguientes objetivos:
4
Dimensions of Tax Design, The Mirrlees Review (2010), X +1.347 páginas, Oxford University
Press.
Tax by Design, The Mirrlees review (2011), XVII + 533 páginas, Oxford University Press. Su
traducción al castellano ha sido publicada por la Editorial Universitaria Ramón Areces
5
El Informe Mirlees no entra en la discusión del tamaño del sector público, y, por tanto, en la
cantidad a recaudar, ni en el nivel deseable de distribución de la renta, por estimar que ambos
objetivos vienen determinados, fundamentalmente, por juicios de valor y no por consideraciones
económicas
Los impuestos no son igualmente eficaces en el logro de cada uno de los objetivos.
Cada impuesto debiera soportar la carga más pesada en el logro del objetivo en cuya
consecución sea más eficaz.
El impuesto sobre la renta personal debe estar diseñado de manera coherente con las
cotizaciones a la seguridad social y con el sistema de beneficios sociales.
La asignación de beneficios a las distintas jurisdicciones fiscales en las que opera una
empresa continuaría basándose en el principio del país de origen. Por consiguiente,
subsistirían gran parte de los problemas que plantea este principio para la localización de
las inversiones y la traslación de rentas. No obstante, algunos de estos problemas se
intentarían eliminar con modificaciones a la hora de calcular la base imponible ( ej: base
común consolidada).
La base imponible gozaría de una deducción por fondos propios, equivalente al coste
de oportunidad del capital. Esto permitiría eliminar gran parte de las distorsiones que el
IRS tradicional introduce sobre las decisiones de inversión y financiación de las empresas.
Por tanto, sólo gravaría las rentas económicas o beneficios extraordinarios.
El IVA debe recaer sobre todo el gasto de consumo final de las familias y eximir todo
el gasto en bienes y servicios intermedios usados por las empresas.
La exención de los servicios financieros del IVA debiera suprimirse y, en todo caso,
aplicarse un impuesto económicamente equivalente. La exención resulta en una provisión
cara para las empresas y barata para las familias, además de crear un sesgo hacia la
integración vertical y distorsiona el comercio internacional.
Los tipos del IVA deberían ser lo más uniformes posible. En particular, debieran
evitarse los tipos cero y reducidos y, fundamentalmente, las exenciones. La aplicación de
tipos de gravamen reducidos, por lo general, carece de sentido en sistemas impositivos
con instrumentos eficaces para el logro de los objetivos redistributivos, como el IRP y los
beneficios sociales. Las exenciones introducen serias distorsiones en la estructura
productiva al no permitir la deducción del coste de los inputs.
Los impuestos sobre consumos específicos deberían seguir utilizándose tanto por su
función regulatoria como recaudatoria. En particular, recomienda el uso de los impuestos
sobre el consumo de sustancias nocivas, como el tabaco y el alcohol.
4) Imposición medioambiental
Aplicación, hasta donde sea viable, de impuestos sobre el valor del suelo. En relación
a los edificios, destacan tres recomendaciones: a) la supresión de gravámenes sobre los
inmuebles empresariales; b) la aplicación de un impuesto sobre el valor de los servicios
de consumo de las viviendas; c) la deducción del rendimiento normal del capital en el
gravamen de la vivienda como activo y equiparación del tratamiento fiscal de las
viviendas arrendadas y habitadas por su propietario.
V. BIBLIOGRAFÍA
A) BIBLIOGRAFÍA BÁSICA:
Bernardi, L., Barreix,A., Marenzi, A y Profeta, P. (2008) :Tax systems and tax reform
in Latin America Routledge International Studies in Money and Banking
Comision Mirrlees (2010) Dimensions of Tax Design, The Mirrlees Review, Oxford
University Press.
Comision Mirrlees (2011) Tax by Design, The Mirrlees review (2011), Oxford
University Press.
FUNDACIÓN RAMÓN ARECES (2014) “Opciones para una reforma del Sistema
Tributario español” Ed. Ramón Areces.
Gago, A et al (2015) Las Reformas Fiscales del Siglo XXI: Teoría y Práctica de la
reforma fiscal moderna (1980-2013). Editorial Ecobook .
Musgrave, R.A. (1959): The theory of Public Finance, McGraw Hill. New York.
Musgrave, R.A (1976). Optimal taxation, equitable taxation and second-best taxation.
Journal of Public Economic, 6, 3-16 .
B) BIBLIOGRAFIA COMPLEMENTARIA:
Atkinson, A.B. (1995): Public Economics in action- the basic income/flat tax proposal.
OxfordUniversity Press. Oxford.
Blinden A. S (1973): Fiscal Policy in Theory and Practice, General Learning Press,
1973, págs. 22-23.
Calle, R.(1984): “La revisión de la política fiscal tradicional: una síntesis”, Hacienda
Pública Española, n,° 86, 1984, pág. 25.
De la Dehesa, D (2009) “La primera gran crisis financiera del siglo XXI” .Alianza
Editorial.
Fundación Alternativas (ed.) (2002): Una alternativa fiscal para España. Exlibris
ediciones. Madrid.
VI. GLOSARIO
GASTOS FISCALES: Uno de los instrumentos de los que disponen los gobiernos
para desarrollar la política fiscal. Comprenden aquellos beneficios tributarios (exenciones,
bonificaciones, deducciones, etc.) que aparecen recogidos en el sistema tributario con el
objeto de incentivar el comportamiento individual de los contribuyentes en determinadas
direcciones.
OCDE: http://www.oecd.org
Instituciones españolas
Unión Europea
EUROSTAT: http://europa.eu.int/en/comm/eurostat/eurostat.html