TEORÍAS SOBRE EL ENVEJECIMIENTO

Griffa y Moreno

TEORÍAS (Griffa y Moreno)

Teorías genéticas: sostienen que el ciclo vital tanto de una célula como de un organismo
está genéticamente determinado. Los genes contienen la información o el programa que
determina el proceso de envejecimiento.

Otras teorías genéticas: las células mueren producto de “errores” que se producen en la
formación de proteínas claves.

Teorías biológicas no genéticas: sostienen que el envejecimiento es producto de la

acumulación progresiva de elementos tóxicos en células y órganos que interfieren en sus
funciones

Teorías inmunológicas: afirman que el envejecimiento es producto de reacciones

inmunológicas patológicas, en la que los anticuerpos pierden la capacidad de distinguir
entre proteínas propias y extrañas. Por tanto, atacan indiscriminadamente provocando la
muerte de las propias.

E. CUMMINGS Y W. H. HENRY formularon en 1961 la teoría del desapego o

descompromiso, que sostiene que a medida que el ser humano envejece se va produciendo
una reducción del interés vital hacia las actividades y objetos que lo rodean. El anciano
desearía abandonar roles, actividades y funciones propias de la edad adulta.

Consideran que el apartamiento es un proceso universal común a todas las culturas y a

todos los tiempo históricos que se apoya en la inevitable declinación de las funciones
psíquicas y corporales.

R. HAVIGHURST fue uno de los principales críticos a esta teoría del desapego. Su teoría es
la teoría de la actividad. La misma sostiene que mientras más activo se mantenga el sujeto
mayores son las posibilidades de un envejecimiento exitoso.

Diversas investigaciones han demostrado la existencia de una correlación positiva entre el

mayor número de actividades desplegadas por los sujetos y el mayor grado de satisfacción
en la vida.

Para ellos el apartamiento es considerado como una expresión patológica de la vejez.

Estaría sustentada tal teoría por los prejuicios segregacionistas contra los viejos

STREIB Y SCHNEIDER formularon la teoría de los nuevos roles que se sitúa en una
postura intermedia respecto de las teorías del desapego y de la actividad. Proponen el
refuerzo de nuevos roles, no impuestos, que tengan en cuenta las motivaciones personales
y las capacidades físicas, así como también los resortes del medio.
Mc. CRAC, COSTA presentan la teoría de la continuidad que sostiene que el hombre
envejece como ha vivido. Por ejemplo: los ancianos que buscan nuevas amistades y
actividades son generalmente aquellos que en los períodos previos estaban abiertos a
nuevas experiencias.

DANISH (1980) Y O. BRINN Y CAROL RIFF (1980) formularon la teoría de la

discontinuidad en la que sostienen que los cambios cognitivos y comportamentales son
causados por los eventos como la jubilación, la vulnerabilidad a las enfermedades, la viudez
, etc.

W. SCHAIE Y Mc. KENZIE sostienen que la variabilidad y la diversidad se incrementan con

la edad, por tanto, la multiplicidad de patrones de conducta y de rasgos de personalidad es
mayor que en cualquier otra edad.

U. LEHR afirma que la senectud es un proceso individual, con amplias oscilaciones

intraindividuales e interindividuales de las funciones biológicas y psíquicas. Sostiene que
hay que prestar más atención a los patrones de envejecimiento individuales.

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Respecto de las teorías que hemos expuesto observamos que aportan elementos
importantes a la comprensión de la vejez, aunque sean parciales.

Consideramos que algunas de ellas con sus posturas biologicistas o sociologistas han
desvirtuado la comprensión psicológica de este estadio del desarrollo.

Críticas a las teorías biologicistas y sociologistas

Según el modelo de raíz biologicista, la vejez es sinónimo de deterioro físico y la
problemática psicológica de la vejez gira exclusivamente en torno a dichos cambios.

El modelo deficitario biologicista olvida que un buen estado emocional permite llevar y
soportar dolencias físicas; y además que muchas afecciones corporales son afectadas por
problemas psicológicos.

El modelo de raíz sociologista que interpreta a la vejez como un grupo social marginal,
considera que el perfil de personalidad del anciano es un producto de la desvalorización y la
marginación de la sociedad.

Los modelos del anciano como marginado social ignoran tanto los cambios corporales como
la problemática propia del anciano, por ejemplo, la actitud hacia la inminencia de la muerte,
o el valor de la experiencia acumulada o la significación de la abuelidad.