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LA QUE ME CAÍA MAL

Tremenda Sorpresa me llevé el día que entré al salón de clases, Estaba ella con
su mirada indiferente de siempre, su cabello lizo como acabado de salir de la
peluquería. Cada vez que la veía el año pasado en el colegio se me dañaba el día,
todo de ella me daba rabia: su forma de hablar, caminar, reír; y es que Maite era la
favorita de todos los profesores, según ellos una niña muy colaborativa; según yo:
una sapa lambona.

Mi castigo para este año no pudo ser peor, no solo la tendría que soportar en mi
salón todo el año, sino que iba a tener a mi lado, uff eso era demasiado para mí e
intenté hacer todo lo posible para que eso no ocurriera, intenté cambiar con una
amiga de puesto, pero no quiso y es que Maite le caía mal a más de una; hablé
con el profesor pero tampoco atendió mi suplica, que mala suerte la mía.

La situación empeoró un jueves 15 de mayo. El profesor me pidió que hiciera


grupo con ella y ante mi negativa me dijo que la habían cambiado de salón por
problemas con otras estudiantes, mínimo me imaginé que le quitó el novio como a
dos compañeras. Tanta rebeldía no me sirvió, me tocó trabajar con ella. Saqué
mis útiles del bolso y me faltaba mis lapiceros, no tenía con que escribir. Maite me
ofreció los suyos, tenía de sobra; dudé un poco en aceptarlos pero no tuve de
otra. Ella tenía de todo, mientras yo tenía el mismo bolso de hace 3 años, ella
estrenaba morral cada año, Lo mismo con el uniforme del colegio. Le compraban
los mejores cuadernos, de esos que huelen a chicle y traen stiker, yo solo tengo
cuadernos de los que regala una fundación. Sus uñas pasan arregladas y las mías
parecen cortadas con un machete sin filo.

La veía sola sentada en el descanso, no hablaba con nadie, lo cual me hacía


pensar que era bastante creída, hasta que un día que yo tenía ganas te pelear con
el que fuera me le acerqué para decirle sus tres verdades en la cara pero apenas
me vio, se le aguaron los ojos y se puso a llorar, le pregunté por qué y me confesó
que sus padres se estaban separando, que lo tiene todo en su casa, pero le hace
falta lo más importante, el amor de familia ese día entendí muchos de sus
comportamientos. Con el pasar de los días, me di cuenta que Maite, no era
antipática, solo que no toma confianza con todo el mundo, es más bien seria, me
ha regalado cuadernos y otras cosas que ella no necesita, me he encargado de
convencer a las demás que ella no es ninguna antipática ni creída. Tal vez veía en
ella lo que a mí me falta y eso se llama envidia. Hoy somos las mejores amigas.

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