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LAS LETRAS DE MI NOMBRE

de Victoria Egea y Vita Escardó

El inminente encuentro con su abuela modificará la imagen que Sofía ha


creado de su madre biológica. Esto le genera un conflicto y gran temor a la
perdida. Esta imagen, aunque ficticia, es más tangible que aquella a la que
tendrá que enfrentarse cuando le cuenten completa la historia que le ha sido
arrebatada.

Sofía es una joven entre los 25 y los 30 años de edad. Fue adoptada de buena
fe por un matrimonio y criada como propia, aunque nunca se le ocultó su
calidad de adoptiva. Ni sus padres ni ella sabían que era hija de desaparecidos
hasta que Abuelas de Plaza de Mayo la encontraron.
Sofía tenía dudas acerca de su origen y fantaseó muchas veces acerca de la
posibilidad de ser víctima de la apropiación ilegal de menores, metodología
aplicada por la dictadura militar argentina entre los años 1976 y 1982.
Durante el transcurso de esta representación Sofía está a la espera del primer
encuentro con su abuela biológica materna. Tiene datos poco concretos acerca
de su madre pero ha construido una imagen mental de ella, con la que
mantiene diálogos, preguntas y discusiones.

La Puesta:
Sofía y Clara están sentadas en un banco de plaza.
Es verano, Sofía lleva ropa de estación, Clara tiene puesto un pulover y un jean
y está descalza. (su ropa es la de una joven de los años 70).
Charlan, y no, están cómo desfasadas en el tiempo, cuando una se dirige a la
otra los movimientos no concuerdan dando lugar al irremediable desencuentro.
El inminente encuentro con su abuela modificará la imagen que Sofía ha
creado de su madre biológica. Esto le genera un conflicto y gran temor a la
pérdida. Esta imagen, aunque ficticia es más tangible que aquella a la que
tendrá que enfrentarse cuando le cuenten completa la historia que le ha sido
arrebatada.
Finalmente, la certeza de que Clara la hubiera criado, si hubiera podido, la
deciden a enfrentar la realidad y comenzar a aceptar y reorganizar las partes
dispersas de su identidad.

El texto incorpora poemas de Julio Cortázar, Jorge Luis Sosa y Mario


Chichetnisky

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Escenario en penumbras.
Voz en off:

En el principio fue la muerte

la insistencia hasta el duelo de un dolor

y el miedo como escena

el carisma de Dios no fue bastante para creer en Dios.

Después vino el olvido a seducirme y me negué

y una tarde muy lejos el desvarío se acostó conmigo

me acaricio la frente, me enjugó las lágrimas y me

abrigó del frío.

Y me fue muy difícil no beberme ese alcohol.

Después vino otro mar y crucificado al timón de mi

barca

Seré lo que ya no soy

lo que vendrá.

Suavemente aumenta la luz. En un banco de plaza dos mujeres. Es verano,


una lleva ropa de estación, la otra tiene puesto un pulover un jean y está
descalza
Conversan y no, cómo desfasadas en el tiempo, cuando una se dirige a la otra
los movimientos no concuerdan dando lugar al irremediable desencuentro.

Las dos: -Ya no vendrás...

Sofía: -Algunos dicen que tengo que dejar de verte...

Clara: -Es tan lindo lo que veo en este momento, el sol de una tarde de
invierno, el

viento soplando sobre unos árboles desnudos, un padre que juega con sus
hijos y rien,

rien naturalmente y el tiempo parece haberse quedado esperando algo...

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Te imagino, te imagino cómo tantas veces lo he hecho a lo largo del tiempo,


alta y de

pelo largo, juntas acá compartiendo este momento, sin decir palabra, no he
podido

inventarme el sonido de tu voz.

Pero he recordado tu llanto todos los días desde aquel instante en que te
llevaron...

Me gustaría explicarte lo inexplicable, lo que no se explica...

Un avión cruza el cielo dejando un camino blanco, recto...

Todavía conservo el perfume de tu piel, lo puedo sentir a veces, cruzando una


calle,

especialmente en invierno...

A veces me pregunto cómo he llegado hasta acá, cómo he podido vivir, cómo
he podido

acostumbrarme al desgarro, a vivir con este nudo de angustia pero hoy,


entendí. Me

llamaron...

Voz en off: - Clara, LA ENCONTRAMOS!

(Silencio)
Clara: - ¿Es alta?

Voz en off: II

Soy el pedazo de un espejo roto

en el que alguien verá reflejado su rostro alguna vez.

Soy un ojo, un pie, una noción dispersa de un cuerpo

mutilado

Que inquietará alguna tarde la memoria de otro hombre.

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Soy la espada deslucida de una batalla

Terrenal y celeste

Inacabada.

Soy la evocación de un misterio antiguo donde otros

tambien bebieron el elixir sabroso de la libertad.

Soy la pasión que desnudará mi hijo ante próximos

tiranos

La mueca sagrada del descontento.

Soy las letras de mi nombre y en ellas la presencia de

otros nombres

Que del olvido acuden a reclamar justicia.

Sofía: - Estoy perdiendo la razón. No puedo explicar toda esta locura. Este
momento

precioso en que la cordura se va, a lo mejor ni siquiera para siempre. Las


emociones

aparecen en el momento previo a la vigilia, efímeras, como polizones. ¿Cuáles


son las

palabras adecuadas, precisas? ¿Qué puedo decirte? La idea por fin expresada
se va,

irremisiblemente perdida en los ojos al abrirse, la luz al entrar, al doler.

Clara: - Necesitaba salir a la calle, tomar aire, despejarme, poner en claro los

sentimientos, tengo miedo, mucho miedo, sé que será difícil...

Camino por las calles de esta ciudad que también soy. Lloro, río, paso de un
estado al

otro con tal rapidez que tengo miedo de volverme loca, la gente me mira...

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Algo locos estamos todos, creo yo...

Pienso que debería escribir, por todos los años que no lo hice... también pienso
que

debería estar allá, pero no puedo, no me dejan, otra vez no me dejan...

Sofía: - Se trata de algo como adolecer por la duplicación, la falsedad, es una


queja, una

de esas quejas imposibles de rebatir, una de esas quejas con razón, de las que
no dejan

de doler pero nos pertenecen, por derecho, una de esas quejas que convierten
aquello

perdido en un bien, en algo propio, doliente y verdadero. Es una queja acerca


de mi

nombre, Sofía. Es un reclamo de pertenencia, otro grito pidiendo protección,


libertad,

cualquier palabra grande y descanso, descanso.

Clara: -Ahora que sé positivamente que sos vos me agarra un miedo atroz,
paralizante,

¿y si ahora que te encontré te pasa algo? No puedo pensar en eso, no, no


debo pensar

así, tengo que tranquilizarme... Mañana van a volver a llamar. A mi nena le


pusieron

Sofía, Sofía, ese no es tu nombre...

Sofía: - ¿Ni siquiera me vas a dejar mi nombre? ¿Cómo me hubieras llamado?


¡No me

lo digas! Yo te inventé, sos cómo yo quiero que seas, sos “mi” recuerdo, sos
“mi”

versión. Yo no sé si quiero que eso cambie...¡Qué pasa que no decís nada!


¡Carajo! Puta

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madre. Cuanto más te pido que te vayas más apareces y cuando te pido que
ayudes más

me confundís... ¿¡Quién sos!?

Las dos: -¿Quién soy?

Voz en off: III

Sé que el dolor ya no merece olvido

que tan solo memoria

que del recuerdo de todas las batallas que perdí me

armo de amar

Y que si llega el alba a proponerme un día

Seré la que siempre fuí

Lo que vendrá.

Clara comienza a cantar “Cantor de Oficio” Sofía la escucha como si llegara


desde el fondo de su inconsciente y se suma de a pedazos.

Clara: - De vuelta del paseo

donde junté una florcita para tenerte entre mis dedos un momento,

y bebí una botella de Beaujolais, para bajar al pozo

donde bailaba un oso luna,

en la penumbra dorada de la lámpara cuelgo mi piel

y sé que estaré sola en la ciudad

más poblada del mundo.

Excusarás este balance histérico, entre fuga a la rata y queja de morfina,

teniendo en cuenta que hace frío, llueve sobre mi taza de café,

y en cada medialuna la humedad alisa sus patitas de esponja.

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Sofía: - Máxime sabiendo

que pienso en ti obstinadamente, como una ciega máquina,

Clara: -como la cifra que repite interminable el gongo de la fiebre,

o el loco que cobija su paloma en la mano, acariciándola hora a hora

hasta mezclar los dedos y las plumas en una sola miga de ternura.

Creo que sospecharás esto que ocurre,

como yo te presiento a la distancia en tu ciudad,

volviendo del paseo donde quizá juntaste

la misma florcita, un poco por botánica,

un poco porque aquí,

porque es preciso

que no estemos tan solas, que nos demos

un pétalo, aunque sea un pastito, una pelusa.

Sofía: - Hay un pasado atrás, lo sé.

También me pesa.

Fuimos ayer un encuentro que no estaba en carpeta,

individuos sin sol y sonrisas lastimadas.

Fuimos la vida porque la vida quiso,

nada más que por eso.

Clara: -Porque en algún lugar de la esperanza

confiábamos en que al fín se iba a dar vuelta

esta suerte de andar en soledades

tan ingratas,tan tristes y tan viejas.

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Sofía: -El pasado vendrá,

el pasado se queda en la conciencia

Por eso hoy que estoy parada frente a tu ausencia,

al borde, tapando la herida,

sabiendo que te vas del todo

y el todo tiene calidad de muerte.

me niego a ser adios! no voy a serlo!

Yo me quedo con vos, con los recuerdos, con toda la

verdad para ser dicha.

No voy a despedirme ni siquiera en poesía...

Se empieza a escuchar muy lejana la murga de “Araca la cana” con el tema


“Compañera”, del año 1972 (por los Olimareños) “Araca, araca, es la murga
compañera, quiere que en tu primavera, florezca la libertad. Araca...”
Clara se incorpora, bailando como un fantasma y sale, acompañada por
imaginarios fantasmas de la murga.

Sofía: - Nunca conocí a esta mujer. Era mi madre. Quiso darme a luz, quiso
tenerme...

quiso tantas cosas. Hoy voy a conocer a mi abuela.

Entra una mujer de unos 65 años y la nombra:

Abuela: -Sofía...

Sofía gira, la mira y se acerca a ella. Dudan, una frente a otra y mientras
comienzan a abrazarse

APAGÓN.

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