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6. Mujer ¿Por qué lloras?

Dirigida a María Magdalena


Juan 20:15

Pregunta que cuestiona nuestra realidad más íntima

Llegamos a la sexta pregunta de Jesús y es a una de sus seguidoras más leales,


incondicionales e influyentes en el primer círculo de cristianos (Juan 20:1-2), la
iglesia católica se refiere a ella como la “Apóstol de los apóstoles” y se hace
referencia a ella en cinco ocasiones en el NT.
1. Acogió y proveyó al ministerio de Jesús en Galilea. Después se menciona
que era la mujer que Jesús había liberado de 5 demonios. Lucas 8:1-2.
2. Estuvo como testigo en la crucifixión de Jesús, según Mateo, Marcos y Juan.
3. Estuvo en la sepultura de Jesús, según los evangelios de Mateo 27:61 y
Marcos 16:47)
4. Fue la primera testigo de la resurrección según los 4 evangelios. Juan 20:1,
Mateo 28:1, Marcos 16:1, Lucas 24:10)
5. Según el evangelio de Juan, fue un testigo de una aparición del Cristo
resucitado. Juan 20:15-16.
La pregunta de Jesús se da en la quinta referencia. El contexto es claro, Jesús
había muerto, su cuerpo estaba durmiendo en la tumba que José de Arimatea
había dado para ese fin, desde el viernes en la tarde, todo el sábado y parte del
domingo y muy de mañana de primer día de la semana (Juan 20:1), la mente y el
corazón de los seguidores del Camino, estaban desconsolados por los previos a su
muerte, lo emocionalmente desgarrador para ellos que fue la crucifixión y la
desesperanza de su sepultura.
Cuando María va a la sepultura muy de mañana, no lo hace porque se acordaba de
que él, les había dicho que al tercer día resucitaría. Ella va y es testigo de que el
cuerpo ya no estaba donde lo colocaron, entonces va y cuenta a los discípulos,
Pedro y Juan van inmediatamente y comprueban el hecho y dan la noticia a todos
los discípulos.
Es allí que María, recibiría la pregunta que como a ella a todos los que lloramos por
diferentes razones valederas, nos la hace. Observemos en Juan 20:11-18:
 Estaba llorando junto al sepulcro. V.11
 Mientras lloraba se inclinó a mirar dentro del sepulcro. V.11
 Vio dos ángeles sentados. V.12
 Los ángeles le preguntaron, ¿Por qué lloras? V.13
 Respondió: Se llevaron al Señor y no sabía dónde lo pusieron. 13
 María vio que Jesús estaba allí, pero no sabía que era Jesús. V.14
 Jesús le habló y dijo: ¿Por qué lloras?, ¿A quién buscas? V.15
 María pensó que era el hortelano. V.15
 María pregunta si él lo ha llevado para que vaya y lo traiga. V.15
 Jesús le dijo su nombre con otro tono, ¡María! V.16
 María al instante reconoció su voz y le dijo ¡Maestro! V.16
 María se prestaba a tocar a Jesús, como otras veces. V.17
 Jesús le dice que no y que vaya y cuente a los discípulos. 17,18
Esta técnica de observación del texto, hermenéutica y exegética nos enriquece por
la misma Palabra, nos conduce a una interpretación bíblica y evita las “eixégesis” y
distorsiones de interpretación.
¿Por qué lloras?
 Por los hechos previos que llevaron a una crisis emocional.
 Por el suceso mismo de la muerte de Jesús.
 Por la tristeza de haber perdido en esta vida a un ser querido.
 Por la desesperanza de no volverlo a ver.
El por qué tendría como razón el hacer ver la realidad de su fe en él, el recodarle
las enseñanzas que Jesús les había dicho sobre él y la esperanza de la vida futura.
No es el por qué buscando culpables, buscando una auto victimización frente a los
hechos dolorosos que nos pasa y no entendemos, no es el por qué acusatorio de
los que no entienden o no han experimentado dolor, no es el por qué que confina
al castigo. María sabe llorar, ahora puede limpiar las lágrimas de otros con
destreza. Puede comunicar la esperanza que el Maestro está vivo. Gloria a Dios!
Es así para nosotros que, cuando lloramos nos pregunta el por qué para llevarnos
a la realidad de los sucesos en esta vida y que la esperanza es más fuerte que el
dolor. Todos hemos experimentado crisis emocionales por la muerte de un ser
querido o lo experimentaremos, nos corresponde mostrar nuestra realidad más
íntima de dolor humano, pero también la de nuestra esperanza más gloriosa de
que algún día esteremos con él y él mismo enjugará nuestras lágrimas.

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