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Biotecnología: ¿llegamos a tiempo a esta

revolución?
marzo 10, 2020 por Rafael Anta | 

América Latina y el Caribe han llegado tarde a todas las revoluciones


tecnológicas que surgieron en los últimos cien años. Por ejemplo, los países de
la región llegaron muy tarde a la revolución digital que se inició a finales de
los noventa y ahora, a diferentes velocidades, están tratando de cerrar las
brechas en conectividad y habilidades, e impulsar la digitalización de la
administración pública y la economía digital.

Este foco actual en lo digital apenas deja espacio para reconocer la


importancia de otra revolución, la biotecnológica, impulsada por
descubrimientos recientes en el ámbito de la biología y por su convergencia
con las tecnologías digitales, la ciencia de datos y de los materiales. La
biotecnología ha progresado más que cualquier otra disciplina científica y
tecnológica en las últimas dos décadas. Los avances en secuenciación
genómica, edición genética y biología sintética abren posibilidades sin
precedentes para desarrollar nuevas soluciones a desafíos en sectores
esenciales para nuestro futuro: agricultura y alimentos, medicina, agua, energía
y adaptación al cambio climático, entre otros.

Para entender el valor exponencial de esta nueva revolución biotecnológica,


veamos algunos datos. Secuenciar un genoma humano en 2006 costaba
US$100 millones, hoy se puede hacer por US$200. Producir una semilla de
arroz resistente a inundaciones le tomó 10 años y US$1,000 millones a
la Universidad de California Davis en Estados Unidos, lograr soja resistente
a herbicidas requirió 10 años de trabajo a Embrapa en Brasil, y desarrollar soja
resistente a sequía y salinidad le tomó 12 años a Bioceres en Argentina. Hoy,
con las técnicas de edición genética de precisión como CRISPR y prime editing,
se estima que los tiempos y costos asociados al desarrollo de esas semillas se
reducirían en un 75%. En el campo de la biología sintética, ya es posible
“programar” bacterias para transformar biomasa en suficiente combustible
para que un avión cruce el océano Atlántico (Lawrence Berkeley National
Laboratory) o “programar” levadura para manufacturar proteínas de alto valor
para medicamentos.

La biotecnología puede ser parte de la solución a desafíos muy complejos.


Ofrece la posibilidad de eliminar y/o controlar vectores que amenazan la salud
pública y la agricultura, como los casos del mosquito Aedes Aegypti, que causa
fiebre amarilla, dengue, zika y chikungunya; y la mosca Cochliomyia, causante
de miasis parasitaria en el ganado y que provoca pérdidas millonarias en
nuestra región. La biotecnología también ofrece soluciones para recuperar
recursos naturales dañados, como por ejemplo los arrecifes de coral en el
Caribe, donde el 66% están dañados. En el campo de la salud humana, estamos
empezando a ver las primeras terapias genéticas para curar enfermedades
causadas por patologías en genes individuales, como por ejemplo la ceguera
causada por una mutación en el gen RPE65.

Con estos avances, está emergiendo una nueva generación de bioindustrias:


agricultura celular para la producción de carne sin animales, fabricación de
órganos y tejidos humanos para trasplantes, bioplásticos y biomateriales
para packaging y construcción, bacterias sintéticas para limpiar la
contaminación del suelo, agua y aire, microalgas para la fijación de CO2, etc.

Video: La revolución biotecnológica y su potencial en América Latina


El científico emprendedor colombiano Maier Avendaño nos cuenta de qué se tratan las
biotecnologías emergentes, y por qué los bioemprendimientos son una oportunidad de
desarrollo para la región latinoamericana.
Bioeconomía: el rol de la biotecnología para alcanzar una actividad
económica sostenible
El progreso acelerado de la biotecnología está impulsando la bioeconomía, una
etiqueta reciente para un viejo concepto: la actividad económica que desarrolla
productos y servicios, utilizando fundamentalmente recursos biológicos
renovables, de manera eficiente y sostenible. Está íntimamente ligada a los
conceptos de economía verde y economía circular, e implica que debemos
ser capaces de vivir dentro de los límites de lo que el planeta puede
proporcionar, y preservarlo para las generaciones futuras.

En los últimos cinco años, este concepto se ha expandido alrededor del


mundo. Con diferentes enfoques y alcances, 14 países han definido políticas y
estrategias dedicadas para impulsar la bioeconomía, y más de 30 países han
empezado a explorar sus oportunidades. Alemania, caso pionero en Europa,
cuenta con una estrategia y un plan de I+D para impulsar la bioeconomía,
con énfasis en la producción de alimentos, energía y manufactura industrial.
Más de 700 institutos de investigación están trabajando en proyectos de
bioeconomía, con fondos de más de 2 mil millones de euros. La estrategia de
bioeconomía del Reino Unido forma parte de su política industrial y se
propone convertir al país en un líder global en soluciones de base biológica, con
prioridad en la biología sintética.

Estados Unidos ha sido pionero en adoptar políticas hacia la bioeconomía. Un


buen ejemplo es el BioPreferred Program, un programa iniciado en 2002 que
establece la compra obligatoria de bioproductos por parte de agencias
federales y sus contratistas. En 2019, varias agencias federales aprobaron
un plan de acción para acelerar el desarrollo de nuevas tecnologías para
convertir biomasa en biocombustibles, bioproductos y bioenergía. En el mismo
año, la comunidad empresarial de Canadá lanzó una estrategia para la
bioeconomía, priorizando la adopción de regulaciones ágiles para la
aprobación de biotecnologías y bioproductos avanzados, la creación de un
clima de negocio favorable para las empresas biotecnológicas, la inserción de
éstas en cadenas de valor globales y el aprovechamiento de la compra pública.

Video: Avances hacia la bioeconomía en Panamá


El investigador panameño Rolando Gittens nos habla de los desafíos y las
oportunidades en biotecnologías emergentes y bioeconomía para países como Panamá.
¿Llegamos a tiempo en América Latina y el Caribe?
La pregunta inevitable para América Latina y el Caribe es: ¿será capaz la región
de llegar a tiempo a esta revolución biotecnológica, para así poder participar y
competir en el mundo de la bioeconomía?

El desarrollo de políticas y estrategias para la bioeconomía en la región es un


esfuerzo muy incipiente. En 2017, Argentina estableció un convenio de
cooperación entre varios ministerios para diseñar e implementar medidas
para impulsar la bioeconomía, entendiendo que el desafío es transversal y
requiere la acción de varios actores institucionales. En Brasil, la bioeconomía
es uno de los ejes prioritarios de su estrategia nacional de ciencia y
tecnología, la cual propone el desarrollo de un Plan de Acción para la
Bioeconomía. En los últimos
años, Colombia, México, Ecuador, Uruguay y Chile realizaron estudios para
entender y valorar el potencial y las oportunidades de la bioeconomía, y
propusieron recomendaciones de política. Y en la actualidad, Costa Rica está
trabajando en el diseño de una estrategia nacional de bioeconomía.

Si bien yo no tengo la respuesta al título que encabeza este artículo, sí veo tres
razones para ser optimistas.

 En primer lugar, América Latina y el Caribe cuenta con el 40% de la


biodiversidad del planeta y con grandes reservas de recursos naturales. Es decir,
la región dispone de una altísima diversidad y cantidad de la “materia prima” que
se requiere para la bioeconomía.
 En segundo lugar, varios países cuentan con un buen capital humano en
disciplinas clave de las ciencias de la vida como biología, genómica, bioquímica,
medicina, y ciencias agrarias y veterinarias, y una base de empresas
biotecnológicas que, aunque sea relativamente pequeña, ya cuenta con algunas
firmas muy competitivas que operan en la frontera tecnológica.
 Y en tercer lugar, está emergiendo una nueva generación de talento, integrada
por científicos, emprendedores y biomakers  del movimiento DIY (Do-It-Yourself)
y GIY (Grow-It-Yourself), bien conectados en redes globales de conocimiento (70
jóvenes latinoamericanos participaron en el Bio Summit 3.0 que se celebró en
Boston el pasado mes de octubre, con el fin intercambiar ideas, proyectos y
experiencias con jóvenes de todo el mundo), que están desarrollando y
aplicando biotecnología para resolver desafíos y aprovechar oportunidades en
sus comunidades. Algunos de estos jóvenes forman parte de la
comunidad Allbiotech, que organizó el primer Foro Latinoamericano de
Bioeconomía el pasado noviembre en Costa Rica.

Aunque la bioeconomía todavía no está con nombre propio en la agenda de


políticas en la región, la mayoría de los países aún está a tiempo de participar
de esta revolución biotecnológica, intensiva en capacidades e inversiones en
ciencia y tecnología. Eso sí, solo podrán subirse al tren si empiezan a trabajar
con la misma determinación y velocidad que los países líderes.

Y tú, ¿qué desafíos y oportunidades ves para promover la bioeconomía en tu


país?

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