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CAPÍTULO 4

Compromiso: El primer paso

Alejandro Marchesan

Cuando comencé mi formación como Coach Ontológico allá por el año 1998,
hubo algo que llamó poderosamente mi atención y fue una mención de Bernard
Shaw que decía: “Las personas razonables se adaptan a las circunstancias, las
personas irrazonables adaptan las circunstancias a si mismas. El progreso
depende de las personas irrazonables”. Bernard Shaw plantea la necesidad de
un estilo irrazonable. Desde nuestra propuesta de liderazgo en servicio, y
siendo personas … “comunes”, esta irrazonabilidad está vinculada con la
posibilidad de comprometernos de una manera (o estilo) … “poco
común”. Si en nuestros corazones anida el anhelo de que algo sea
diferente en nuestras propias vidas, en el mundo de nuestras
relaciones, en nuestras actividades laborales o aún en nuestras
sociedades, necesitaremos dar un primer paso y a ese paso … el
primero, lo llamamos COMPROMISO.
Qué significa “compromiso” como rasgo necesario para que las cosas sean
diferentes, cambien y haya un progreso? ¿Cómo podríamos detectar si nuestras
acciones se enmarcan en el ámbito del compromiso y no de otra cosa?

Compromiso y obligación

La primera reflexión que deseamos plantear acerca del compromiso, como


capacidad humana, personal y social, es que el mismo se formula en un rasgo
de libertad el cual se expresa en el poder de la elección. Algo opuesto a la
obligación (que hasta puede negar ese poder) o a la acción obligada. Cuando
las circunstancias nos sorprendan tomando una decisión o haciendo algo por
obligación, estaremos negando la fuerza del compromiso. Por el contrario, cada
vez que una persona consigue elegir desde su interior, estamos en presencia de
alguien comprometido. Ahora bien … ¿Qué elige? Elige qué pensar, qué
observar, qué creer, qué decir, qué callar … qué hacer. Llegar a tiempo al
trabajo por estar comprometido, con mi palabra y acciones, de ingresar a cierta
hora para realizar mi actividad … es la expresión una manera de ser; pero llegar
a tiempo al trabajo para no ser reprendido … es la expresión de otra manera de
ser, que nada tiene que ver con la anterior. No es lo mismo realizar un reporte
con responsabilidad y calidad como una acción de mi compromiso, que hacerlo
por constituirse en mi obligación y deber. Si bien al trabajar, los seres humanos
asumimos responsabilidades, corrientemente observamos que las mismas se
transforman en “la obligación de trabajar”. En esa manera de “interpretar” y
“hacer”, nos vamos construyendo como sujetos portantes de una gran carga
emocional proveniente de esa “obligación”, la cual, lejos de motivar al actor, lo
debilita, lo desalienta y en muchos casos lo estresa.
Vivir en el espacio del compromiso es una interpretación distinta y por tanto
una construcción, no sólo personal, sino también social diferente. El líder
comprometido inspira compromiso en los demás y éstos en el líder, lo cual nos
indica el aspecto motivador y constructivo del compromiso. Un coach cuyo
estilo es el “liderazgo en servicio” comienza por plantearse: Lo que soy y lo que
hago, aunque sea una causa noble … ¿Surge de sentirme obligado, o de mi
compromiso con quien soy, con mi visión y con mis valores, más allá del
contexto y las circunstancias? Uno de los primeros aportes que un líder en
servicio desarrolla (en si mismo y en otros), como así también brinda, es su
construcción a partir de la elección y de su compromiso a ser con libertad quien
elige ser: un líder, no para establecer diferencias con otros ni porque las
circunstancias “lo empujan” sino para servir.
Esta construcción, como decimos, tiene un primer paso y se llama
compromiso, el cual le permitirá comenzar, quizás con la parte más difícil del
trabajo: el referido a si mismo. En este momento deseamos compartir una
reflexión de Dee Hock, Fundador y CEO Emérito de Visa Internacional cuando
dice:
“La primera y principal responsabilidad de cualquiera que pretenda gerenciar
es gerenciarse a sí mismo. Gerenciar su propia integridad, su carácter, su ética,
su conocimiento, su sabiduría, su temperamento, sus palabras, sus actos. Ésta
es una tarea compleja, interminable, increíblemente difícil y muy poco
reconocida. La gerencia de sí mismo es algo a lo que dedicamos muy poco
tiempo y en lo que escasamente logramos resultados destacables porque se
trata de algo mucho más difícil que el mero determinar y controlar la conducta
de otros. Sin gerenciarse a sí mismo nadie está en condiciones de ejercer
autoridad, no importa cuánta autoridad le sea conferida. Mientras más
autoridad se les entrega más peligros resultan. La gerencia de sí mismo debería
consumir la mitad de nuestro tiempo y lo mejor de nuestras habilidades. Y
cuando nos dedicamos a ella, los elementos éticos, morales y espirituales
resultan ineludibles”
Como bien sugiere Hock, el primer paso para dar tiene que ver con uno
mismo. Los seres humanos somos capaces de hacer muchas cosas, diferentes y
nuevas, … más de las que nos imaginamos corrientemente, pero jamás lo
descubriremos mientras no nos pongamos en acción y generemos los
resultados buscados. El lograrlo implica un desafío que comienza con su propia
evolución y superación partiendo de un trabajo consigo mismo, el cual, como
sujeto-actor comprometido con la superación puede contar –por su liderazgo en
servicio y los valiosos aportes que podría brindarle– con la asistencia de un
coach para sostenerlo y acompañarlo, ya sea en el descubrimiento, como así
también en la realización de sus objetivos.
El compromiso del coach para servir, como el del coachee para
avanzar, es la materia prima en toda relación de coaching.
Jim Selman, uno de los referentes más destacados en el desarrollo
conceptual y práctico del coaching, al abordar el tema del compromiso, nos
dice: La capacidad de comprometernos es probablemente el aspecto más
destacable y constitutivo de nuestra existencia como seres humanos […] Se ha
argumentado que una de las cosas que distinguen a los seres humanos del
resto de los seres del reino animal es que tenemos la capacidad de generar
compromisos y de actuar coherentemente con ellos, mientras que la conducta
de los demás animales es una función de su instinto. Sin compromiso no
podríamos coordinar acciones. No tendríamos instituciones, tales como el
matrimonio o las empresas, y no serían posibles hechos cotidianos, tales como
encontrarnos a tomar algo con alguien. La vida sería una serie de
acontecimientos azarosos. El futuro nunca podría ser más que una extensión
mecanicista de lo que ya ha ocurrido antes, y la vida, en su mayor parte,
estaría determinada por las circunstancias” 1
Si no nos comprometemos con algo diferente estaremos
comprometiéndonos con más de lo mismo. En tal sentido Albert Einstein
reflexionaba diciendo que no podremos obtener resultados diferentes si
continuamos actuando desde el mismo nivel de pensamiento. Pues bien, para
superar las circunstancias presentes no sólo se requiere de acciones diferentes,
sino que las mismas se forjen en niveles de pensamiento diferentes. Si
deseamos no quedar condicionados por las circunstancias, sino atravesarlas en
la búsqueda de contextos, realidades y resultados diferentes, es hora de apelar
a esa capacidad que tenemos los seres humanos … la de comprometernos,
entendiendo al compromiso como la capacidad humana de crear lo que no
existe en el presente, pero está disponible para que suceda en el futuro.
Para cambiar la realidad presente, necesitamos de un
compromiso más grande que el observado en nuestra historia,
entendiendo que si la responsabilidad (hacernos cargo hoy) y el
compromiso, no alcanzaran para ordenar las acciones del presente, el
futuro será más de lo mismo.
Enfrentamos entonces el desafío de diseñar el futuro o
continuar luchando contra las circunstancias

El poder creativo del compromiso

El compromiso es acción que en si misma, tiene el poder de crear algo


que no existía con anterioridad. Es la acción presente que cambia la relación
con el futuro y al mismo futuro, cuando nos mantenemos actuando
consistentemente con el compromiso hasta que el resultado aparece,
estableciendo un cambio en las circunstancias e inclusive … en la realidad.
Compromiso no es garantía de algo. En efecto, quien asume un compromiso, si
bien no tiene garantía de resultado alguno, está diciendo que se hace
responsable de una elección, un decir y un hacer de manera consistente con lo
dicho y lo elegido, presumiendo que el futuro, después de un proceso de
acciones comprometidas, será diferente. No tenemos control sobre los
resultados aunque sí somos dueños de nuestras elecciones y acciones. ¿Para
que lo hacemos entonces? Para potenciarnos y superarnos desde nuestra
propia libertad de elección; para actuar motivados por nuestra propia capacidad
de comprometernos; para ser nuestra palabra plenamente conscientes
de que actuando desde la fuerza del compromiso hay una posibilidad
de cambio. Cuando un médico ingresa al quirófano lo hace desde su
compromiso con el paciente y sus competencias profesionales, sabiendo que no

1 Selman, J, Liderazgo, Pearson Education S.A, 2007, pag. 14


tiene control sobre la vida y por ende del resultado. Hoy, gracias al maravilloso
compromiso de esos médicos y a los avances de la medicina, la mayoría de las
intervenciones son positivas. Ahora bien, cuando un resultado no es el
esperado, ni la ciencia se detiene … ni los médicos abandonan, sino que
continúan siendo y haciendo aquello definido por su compromiso. Si bien el
compromiso no es sinónimo de garantía alguna, estoy convencido que, sin
compromiso, no observaríamos los avances que la humanidad ha tenido.
¿Cómo podemos observar el compromiso en una organización? Lo
mostraremos a través del siguiente ejemplo: Si una empresa se compromete a
incrementar en los próximos 3 meses un 50% la satisfacción de sus clientes en
el área de atención telefónica (comparada con la última encuesta de
satisfacción), y hace público o bien declara este compromiso manteniendo
alineadas las acciones con ese compromiso, hay dos cosas que mínimamente
sucederán:

a) Cambiará la relación con la situación referida al presente, cediendo el


clima de quejas e insatisfacción para darle lugar a otro clima … de más
entusiasmo y enfoque, el cual genere acciones comprometidas y
compartidas.
b) Cambiará también la relación con el futuro, puesto que los resultados
serán otros y nada tendrán que ver con los obtenidos cuando nada se
hacía, o se hacía más de los mismo.

Naturalmente, muchos clientes ya no continuarán respondiendo como lo


hacían previamente a este conjunto de acciones comprometidas tomadas por la
empresa. Suelo mencionar en las formaciones de coaches personales y
organizacionales que “Tu compromiso es lo que tus relaciones y el
mundo recibirán de ti y dado tu compromiso es lo que el mundo y tus
relaciones te darán”.
Si deseamos que algo cambie o sea diferente, es necesario que nos
comprometamos, recordando que este compromiso es una cualidad interna de
nuestro ser el cual existe en nuestro lenguaje y se concreta en las acciones
llevadas a cabo que van dando lugar a diferentes y nuevos resultados. El
compromiso no proviene de afuera con el formato de una obligación. Por
supuesto que solemos hacer (a veces muchas) cosas obligados o por
obligación. El punto en consideración pasa entonces por empezar a elegir,
conectando nuestro futuro con la elección presente. Esta elección es
inicialmente personal, pero por el hecho de involucrar a otros se transforma en
social. Al respecto Jim Selman dice: “Otro aspecto importante del compromiso
es que no es sólo personal. Cuando nos comprometemos, también estamos
creando expectativas en los demás, y en muchos casos, nuestras promesas
tienen un impacto importante y directo en las elecciones de los demás y cómo
perciben su futuro. Los compromisos tienen la particularidad de abrir ciertos
futuros en particular y de cerrar otros, simultáneamente…[…] En este sentido el
compromiso es tanto un fenómeno social como una expresión de las elecciones
individuales”. 2 Cuando hablamos de compromiso hacemos referencia a una

2 Selman, J, Liderazgo, Pearson Education S.A, 2007, pag. 15


“promesa con”, una relación integrada con-promesa. Soy yo vinculándome con
los demás mediante una promesa y son los otros quienes construyen esa
relación a partir de mi promesa con ellos. Esta vinculación mediante los
diferentes compromisos es lo que, como ya mencionamos, nos permite
coordinar acciones en la vida.
Una conversación o proceso de coaching existe y se consolida en la esencia
del compromiso. Un coach motivado a servir jamás busca la sujeción y menos
aún el sometimiento del coachee. El logro del coach en un proceso de coaching
es el logro del coachee, y su responsabilidad primaria es aportar su compromiso
y competencias para, de esta manera, convocar el compromiso del coachee,
equipo u organización que han confiado en el aporte humano y profesional que
él, como coach, les puede brindar. Las acciones que cada persona realiza
provienen de los compromisos que ella tiene y dada esas acciones será la
“productividad” que manifieste. Cada individuo, equipo u organización … y
hasta la sociedad misma tiene su nivel de “productividad” el cual surge de la
relación y el equilibrio entre quién es, qué hace y qué tiene. Este “ser-hacer y
tener” permite que ciertos resultados aparezcan y otros no. Por ejemplo, yo
puedo tener un nivel o rango de productividad que me permite sostener una
conversación con determinada persona, pero con ese mismo nivel, no puedo
(por más que lo quiera) mantener una conversación con otra persona. ¿Qué
hago entonces? Hay varias opciones, una de ellas, culpar al otro por lo que no
puedo o no podemos lograr; otra podría ser abandonar la relación con la
consiguiente carga de frustración que conlleva; o bien podría comprometerme a
ser quien necesito ser, y hacer lo que necesito hacer, para tener esa
conversación. En esta instancia, un coach –ese líder servidor que venimos
tratando– es una posibilidad para guiar, acompañar y facilitar el desarrollo de la
productividad hasta alcanzar el resultado buscado. Llegar a esta situación de
mayor capacidad de acción, requiere compromiso ya que los límites, en un
grado importante, tienen que ver con nuestra capacidad de comprometernos.
Los seres humanos, las organizaciones y las sociedades no tenemos los mismos
resultados porque, entre otras cosas, no tenemos los mismos compromisos.
Resultados diferentes requieren acciones diferentes que a su vez
requieren personas diferentes. Aquí es útil el coaching.

Superar la recurrencia humana

Este es un libro de liderazgo visto como fenómeno social, y como tal,


indivisible del recurso social llamado compromiso. Si alguien anhela servir se
convertirá naturalmente en líder, y la fuerza interna que lo unirá con sus
seguidores será el compromiso. Los lideres en servicio no lideran sin contar el
compromiso de sus seguidores, destacando que la ausencia de ese compromiso
puede debilitar y también destruir a cualquier líder, por más talento y
sinceridad que tenga. El hecho de que un líder pretenda continuar “liderando” a
pesar de la falta de compromiso de su gente, no hace otra cosa más que
revelar, por un lado su “ceguera”, y por el otro, su “estilo” el cual, apoyado
sobre el autoritarismo jerárquico, utiliza para imponer el “hacer obligado” de
sus colaboradores, desentendiéndose de las consecuencias humanas y aún la
calidad del trabajo realizado.
Las empresas y sociedades contemporáneas suelen generar problemas que
se transforman en recurrencias humanas y sistémicas. ¿Qué es la recurrencia
humana? Definimos “recurrencia humana” a aquella manera de “ser y
hacer” (en un determinado dominio de la vida) que genera ausencia
de resultados o resultados incongruentes con lo que decimos querer
alcanzar. Es el “más de lo mismo” que genera frustración y
sufrimiento.
El coach, visto y concebido como un líder comprometido y servidor, aparece
como una salida para superar las recurrencias humanas, las cuales se
manifiestan en nuestras respectivas maneras de “ser y hacer” y que nos
atrapan en una deriva histórica y circunstancial.
Como cierre de este capítulo quisiera recordar a Ghandi al decir: "La fuerza
no proviene de la capacidad física sino de la voluntad indomable". Es esa
voluntad … indomable, la que puede permitirle a una persona o un equipo,
llegar a “ser y hacer” mucho más de lo que “es y hace” en el presente. A esa
fuerza indomable, que interpretamos como la capacidad humana de elegir y
hacer posible lo “imposible”, la llamamos “compromiso”.
Es hora de diseñar la manera de ser que deseamos tener y comprometernos
a ella. Este es el primer paso.

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