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Oralidad Penal PDF
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Resumen
El presente artículo es el desarrollo de la conferencia dictada por la autora en el Seminario
“Aproximación práctica al arbitraje comercial”, organizado por Legis y Brigard & Urrutia Abogados el
8 de septiembre de 2010.
Abogada de la Universidad de la República Oriental del Uruguay. LL.M. de King‟s College London,
University of London (Reino Unido). Máster de la Universidad Francisco de Vitoria (España).
Profesora de Derecho Procesal en la Facultad de Derecho de la Universidad de la República Oriental
del Uruguay (Uruguay). Profesora de Derecho Probatorio en la Facultad de Jurisprudencia de la
Universidad Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario (Colombia). Miembro del Instituto
Iberoamericano de Derecho Procesal y del Instituto Uruguayo de Derecho Procesal. Asesora Asociada
de la firma Brigard & Urrutia Abogados (Colombia). Conferencista y autora de diversos artículos,
ensayos e investigaciones jurídicas.
Abstract
The aim of this article is to analyze, from a practical standpoint and based on
professional experience, some practical issues related to the preparation for and
attendance to hearings of judicial and arbitral proceedings, specially taken into
account the recent enactment in Colombia of Bill No. 1395 of July 12th, 2010, which
implemented oral arguments and hearings within civil judicial proceedings.
After analyzing some of the best practices of the trial lawyer’s activity, the conclusion
of this article is that all the participants of judicial or arbitral proceedings,
particularly judges, arbitrators and litigators, must adopt a new ´oral culture´ and
therefore, must become skilled at how to act in the context of an oral proceeding,
which necessarily requires a much more active participation of the litigator and a
greater preparation for all that can eventually happen throughout a hearing. Only by
adopting that culture, the provisions of Bill No. 1395 will be effectively put into
practice in Colombia.
Key Words: Oral proceedings, hearings, litigation techniques, persuasion
techniques, technical abilities of litigators.
1
De hecho, el Código Procesal Civil modelo para Iberoamérica, elaborado en el seno del Instituto
Iberoamericano de Derecho Procesal, sienta como base general que la oralidad resulta ser el sistema
más eficaz para procurar la efectiva realización de los principios de publicidad, inmediación y
concentración (base No. 20).
2 GONZÁLEZ GARCÍA, Jesús María. Oralidad, inmediación y medios técnicos de grabación y
reproducción de la imagen y el sonido en el proceso civil: haciendo de la necesidad virtud, en CAPRI,
Federico y ORTELLS, Manuel. Oralidad y escritura en un proceso civil eficiente, Editorial
Comunicaciones Universitat de Valencia, Servei de Publicaciones, Valencia, 2008, pp. 28-54.
tramitación del proceso, la mayor publicidad del proceso, la mayor concentración de
actos procesales, un menor formalismo rigorista en la práctica de actos procesales y
una mayor inmediación del juzgador con los hechos sobre los cuales debe resolver, lo
que produce una mejor intelección del conflicto.3
En efecto, para que la oralidad se convierta en una realidad, todos los partícipes del
proceso y especialmente los jueces, los árbitros y los abogados litigantes, deben
adoptar una nueva cultura de la oralidad y, en consecuencia, deben capacitarse
adecuadamente para actuar en el contexto de un proceso oral, el cual necesariamente
requiere una actitud mucho más activa y una preparación mayor para adelantarse a
todo lo que puede acontecer durante el decurso de una audiencia.4
Es precisamente ese cambio de actitud que requiere la oralidad y los procesos por
audiencias, lo que motiva el tema a desarrollar en este artículo, mediante el análisis,
3 MARTÍN DIZ, Fernando. Oralidad y eficiencia del proceso civil: ayer, hoy y mañana, en CAPRI,
Federico y ORTELLS, Manuel. Op. cit. p. 27. En sentido coincidente: ROSEMBERG, Leo. Tratado de
Derecho Procesal Civil, T. I., Bs. As., 1955, pp. 395-396. En sentido coincidente: CAPPELLETTI,
Mauro. Written and oral proceedings, Milán, 1971, p. 92.
4
VÁZQUEZ SOTELO, José Luis. La oralidad y escritura en el moderno proceso civil español y su
influencia sobre la prueba, en CAPRI, Federico y ORTELLS, Manuel, Op. cit. pp. 263 y ss.
desde una perspectiva eminentemente práctica y basada en la experiencia profesional,
algunos temas prácticos vinculados a la preparación y desarrollo de audiencias, que
se espera sean de interés para los abogados litigantes de Colombia, quienes a partir de
ahora comenzarán a desarrollar su trabajo en un nuevo contexto de oralidad y, por
ello, necesariamente deberán cambiar su aproximación al y su actitud hacia el
proceso.
Finalmente, cabe destacar que si bien la Ley 1395 de 2010 no incidió de manera
directa en la tramitación de procesos arbitrales, los cuales ya se tramitaban a través de
una estructura predominantemente oral, en el presente artículo se tratarán en forma
conjunta los procesos judiciales y los procesos arbitrales, dado que en lo que guarda
relación con la oralidad, ambos requieren idénticas aptitudes y técnicas por parte de
los abogados litigantes que participen de los mismos.
Los autores que han analizado en profundidad la actividad que desarrollamos los
abogados litigantes, han concluido que los litigantes efectivos deben contar con dos
habilidades técnicas complementarias e indispensables: (i) conocer el caso de su
cliente y (ii) saberlo presentar en forma persuasiva.5
Por una parte, entonces, conocer el caso del cliente implica contar con una
metodología mediante la cual se analizan exhaustivamente los hechos del caso, la
prueba con la que se cuenta para examinar cada uno de esos hechos y las pretensiones
que se formularán con base en esos hechos y en esa prueba. En definitiva, se trata de
preparar el caso del cliente para el proceso (judicial o arbitral) a través de la
elaboración de una teoría del caso.
Como se analizará más adelante, la teoría del caso no es más que el guión narrativo
de cada parte acerca de cómo ocurrieron los hechos y qué responsabilidad le cupo a
5
MAUET, THOMAS, A. Fundamentals of Trial Techniques. Little, Brown and Company, Second
Edition, 1988, pp. 1-21.
los sujetos involucrados, así como la presentación de las pruebas que se quieren hacer
valer durante la etapa probatoria del proceso.6
Por otra parte, saber presentar el caso del cliente en forma convincente y persuasiva
implica que el litigante conozca y aplique eficazmente técnicas de argumentación y
de persuasión a la hora de presentar el caso de su cliente ante un juez o un árbitro.
Esa capacidad de persuadir con la que debe contar todo litigante no solamente debe
manifestarse en los memoriales o escritos que redacta, sino y fundamentalmente en
las audiencias, las cuales son precisamente actos procesales complejos, en los que
predomina la oralidad o la palabra hablada como forma de expresión, que suponen la
reunión de las partes y/o sus apoderados bajo la dirección del juez o el árbitro y en los
que se llevará a cabo una vasta cantidad de actividad procesal, bajos los controles de
coordinación y de subordinación de todos los sujetos partícipes del proceso.7
6
LEÓN PARADA, Víctor Orielson. ¿Qué es en sí, el concepto llamado teoría de caso?, El ABC del
nuevo Sistema Acusatorio Penal. El juicio oral, Octubre 2005, pp. 203-204, Id. vLex: VLEX-
42406679, http://vlex.com/vid/42406679. MAUET, Thomas A. Op. cit. pp. 8-11.
7 GREIF, Jaime. La audiencia preliminar y el despacho saneador en el centro de la reforma, Curso
sobre el Código General del Proceso, Tomo II, Editorial F.C.U., Montevideo, 1992, p. 126. Barrios de
Ángelis, Dante, Teoría del Proceso, Editorial Depalma, Buenos Aires, 1979, pp. 224- 225.
8
GALEANO REY, Juan Pablo y BERNATE OCHOA, Francisco. Técnicas penales del juicio,
Editorial Centro Editorial Universidad del Rosario, Bogotá, 2002, pp. 45-49.
2. PREPARACIÓN DE Y PARA UNA AUDIENCIA
Las audiencias, como actos procesales complejos en las cuales tiene lugar una muy
variada actividad procesal, necesariamente requieren una preparación previa, que le
permita al litigante anticipar lo que sucederá o podrá suceder en la audiencia,
reaccionar en tiempo y forma y evitar que, por carecer de la debida preparación, los
derechos de su cliente se vean afectados.
Por esa razón, planear es el elemento clave en el arte de litigar. Si bien en otras áreas
de la actividad humana la espontaneidad y la improvisación pueden ser cualidades
valiosas, en el contexto de la actividad litigiosa, la inexistencia de planeación y de
preparación puede provocar situaciones perjudiciales para el cliente, como por
ejemplo, dejar en evidencia inconsistencias o contradicciones en la teoría del caso del
cliente, perder oportunidades de recurrir decisiones judiciales que sean adversas para
el cliente o privar al cliente de futuras acciones o recursos.
Como consecuencia de lo anterior, el abogado litigante debe llevar a cabo una serie
de tareas previas a la celebración de una audiencia, de manera de llegar a ella con la
debida preparación.
En ese orden de ideas, en primer término, el abogado litigante debe elaborar una
teoría del caso que sea simple, fácil de entender, lógica y creíble. Ello se realiza
mediante un análisis exhaustivo de los hechos del caso presentados por su cliente, la
prueba con la que se cuenta para probar cada uno de esos hechos y las pretensiones
que se formularán con base en esos hechos y en esa prueba. Adicionalmente, el
litigante debe analizar, entre otros temas, los hechos que eventualmente alegará la
contraparte, la prueba que eventualmente presentará la contraparte, los problemas de
admisibilidad de la prueba del cliente como de la contraparte, las debilidades del caso
del cliente y de la contraparte.
La relevancia de contar con una teoría del caso es precisamente que esa teoría será la
que guiará la labor del litigante a lo largo de todo el proceso y éste deberá cuidarse de
nunca actuar en forma inconsistente o contradictoria con ella. En efecto, con base en
ella redactará los hechos que sean relevantes para el caso de su cliente, elaborará las
9
MAUET, Thomas A. Op. cit. pp. 20-21.
pretensiones de su cliente, solicitará la práctica de pruebas que sean conducentes,
pertinentes y necesarias para probar los hechos fundamento de las pretensiones de su
cliente, realizará alegaciones orales ante el juez o el árbitro cada vez que tenga
oportunidad para ello, interrogará a los testigos, a las contrapartes y a los peritos que
eventualmente intervengan y controvertirá los hechos y argumentos que presente la
contraparte.
Sin una teoría del caso que guíe la labor del abogado litigante, éste se expone a omitir
la alegación de hechos relevantes para el caso de su cliente, omitir la formulación de
pretensiones relevantes para su cliente, solicitar la práctica de pruebas inconducentes,
impertinentes e innecesarias, realizar alegaciones orales que no sean consistentes,
practicar la prueba sin una lógica intrínseca, incurrir en contradicciones y, en
definitiva, que el caso de su cliente pierda credibilidad frente al juzgador.10
El auditorio “es una construcción del orador que está determinada por los objetivos
buscados por su argumentación y el grupo de individuos a los que se está buscando
influenciar con ésta. La clase de argumentos que esgrima el orador está en función de
los componentes psicológicos y sociológicos de los individuos que constituyen el
auditorio. De ahí que el conocimiento del auditorio es condición previa para el éxito
de una acción retórico-argumentativa”.11
12
ALTAVILLA, Enrico. Psicología judicial, Vol. II, Editorial Temis, Bogotá, 1975, p. 1019.
13
GALEANO REY, Juan Pablo y BERNATE OCHOA, Francisco. Op. cit. p. 139.
14
MAUET, Thomas A. Op. cit. p. 21.
15
BARRIOS DE ÁNGELIS, Dante. Teoría del Proceso. Editorial Depalma, Buenos Aires, 1979, pp.
224- 225.
Adicionalmente, debe estarse preparado para lo que la contraparte pueda alegar,
solicitar y/o hacer durante la audiencia, para lo cual es altamente recomendable haber
leído todos los memoriales presentados por la contraparte hasta la audiencia, conocer
la teoría del caso de la contraparte en caso en que ésta se haya hecho explícita y tener
preparados de antemano los fundamentos de inconformidad que se expresarán en el
traslado de los recursos que la contraparte eventualmente interponga contra las
decisiones dictadas en audiencia.
Como se analizará más adelante, también debe estarse preparado para recurrir las
decisiones dictadas por el juez o por el tribunal arbitral en el decurso de una
audiencia, para lo cual es fundamental saber de antemano si un determinado auto es
recurrible o no, qué recursos son admisibles y preparar de antemano los fundamentos
de inconformidad que sustentarán los recursos que se interpongan.
Adicionalmente, el hecho de ir preparado a una audiencia, con una copia ordenada del
proceso, demuestra profesionalismo, seguridad y preparación frente al juez, lo cual,
como se expresó anteriormente, genera una primera buena impresión del abogado
litigante desde un primer momento.
Si bien no hay una técnica única ni una sola forma de hacer las cosas en lo que se
refiere a la participación en audiencias, lo cierto es que aquellos sistemas jurídicos
con mayor tradición oral en la tramitación de procesos han ido acumulando una
experiencia valiosa para países como Colombia, en donde la oralidad apenas
comienza a abrirse camino.
Por esa razón, desde el comienzo de una audiencia se debe sentar el ejemplo de
profesionalismo y respeto no solamente respecto del juez o del árbitro, sino también
de la contraparte y su abogado.
Así, temas tan básicos como llegar en hora a las audiencias y tratar al juez, a la
contraparte y a su abogado con respeto, cortesía, formalidad y distancia, aun cuando
exista un conocimiento personal de ellos, no deben ser dejados de lado en ningún
momento.
Adicionalmente, el abogado litigante debe ser consciente que las audiencias permiten
percibir otros aspectos de la actuación de un abogado, como su lenguaje verbal
(palabras) y su lenguaje no verbal o corporal (contacto visual, posición del cuerpo,
expresiones faciales, gestos, tono de voz, movimientos corporales, entre otros), razón
por la cual debe prestarse especial atención no solamente a lo que se dice en una
audiencia, sino también a lo que se hace.
Más relevante que lo anteriormente mencionado, es que cada audiencia debe ser
percibida por el abogado litigante como una oportunidad de persuadir al juez o al
tribunal arbitral de los méritos del caso de su cliente, razón por la cual ninguna
audiencia puede ser menospreciada al punto de no ir debidamente preparado.
16
MAUET, Thomas A. Op. cit. p. 21.
Con independencia del contenido que la ley le asigne a cada tipo de audiencia, lo
cierto es que, en la práctica y como consecuencia de la interacción del juzgador con
las partes del proceso y sus abogados, el contenido de una audiencia puede variar.
De hecho, esa interacción puede determinar que, por ejemplo, no obstante no existir
una etapa legalmente prevista de alegaciones iniciales de las partes, como sucede en
Colombia, que en la práctica pueden tener lugar en forma espontánea. En esos casos,
no ir debidamente preparado significa perder una muy importante oportunidad.
Por esa razón, el abogado litigante debe aprovechar todas y cada una de las
oportunidades que se puedan presentar en estas audiencias para dar su propia versión
de los hechos objeto del proceso y para anticipar esas oportunidades, debe ir
preparado para hacer, en cualquier momento, una presentación corta, clara y simple
que sintetice la posición de su cliente.
La visión que el juez o el tribunal adopte de cuantas le presenten las partes, será
aquella que se muestre como más persuasiva, pues si ninguna de las presentadas por
las partes lo es, el juzgador construirá su propia versión de la realidad y en definitiva
será la que adopte.18
17
GALEANO REY, Juan Pablo y BERNATE OCHOA, Francisco. Op. cit. p. 137.
18
Ídem. p. 137.
19
PERELMAN, Chaim y OLBRECHTS-TYTECA, Lucie. Tratado de argumentación. La nueva
retórica, Editorial Gredos, Madrid, 1989, citado por GALEANO REY, Juan Pablo Y BERNATE
OCHOA, Francisco. Op. cit. pp. 105-106.
Quien argumenta trata de persuadir o de convencer y el esfuerzo de todo abogado
litigante, como orador, se dirige a ganar la total aceptación de su tesis por parte del
juez o el tribunal arbitral (su auditorio) para luego desencadenar su acción y
comprometerlo con su punto de vista.20 En efecto, si una argumentación es adecuada
y logra su objetivo, el juez o el tribunal arbitral adoptarán la tesis que esa
argumentación le presentó.
En segundo término, cabe tener en cuenta que los seres humanos tienen una
predisposición natural a retener los estímulos u observaciones iniciales y finales de
una presentación o exposición, frente a los estímulos u observaciones que vengan en
el medio, lo que constituyen los fenómenos psicológicos de la primacía (primacy
effect) y de lo reciente (recency effect). Por lo tanto, el orden en el que se expresen las
ideas tiene mucho que ver con la forma como el mensaje será asimilado por el juez o
el tribunal arbitral.22
Por todo lo anterior, en cualquier ejercicio argumentativo las ideas más importantes
deben expresarse al juez o al tribunal arbitral al principio o al final de la exposición,
nunca en el medio de la misma.
En tercer término, teniendo en cuenta que la persona promedio olvida la mayor parte
de información que recibe en una comunicación en unas pocas horas y pasados dos o
tres días apenas retendrá aproximadamente el 10% de lo que oyó y el 20% de lo que
20
MONSALVE, Alfonso. Teoría de la argumentación, Editorial Universidad de Antioquia, 1992,
citado por GALEANO REY, Juan Pablo y BERNATE OCHOA, Francisco. Op. cit., p. 106.
21
GALEANO REY, Juan Pablo y BERNATE OCHOA, Francisco. Op. cit. pp. 141- 142.
22
MAUET, Thomas A. Op. cit. p. 45. GALEANO REY, Juan Pablo y BERNATE OCHOA,
Francisco, Op. cit. p. 144.
23
GALEANO REY, Juan Pablo y BERNATE OCHOA, Francisco. Op. cit. pp. 141-142.
vio, el abogado litigante debe recurrir a estrategias que incrementen la posibilidad de
que el juzgador retenga la mayor cantidad posible de información recibida durante el
proceso. Esas estrategias pueden incluir la utilización de medios audiovisuales si ello
fuera permitido, la repetición de hechos relevantes para el caso, la utilización de
palabras que adviertan al auditorio que lo que se va a afirmar es importante, utilizar la
voz con un buen timbre y volumen, entre otras. 24
A tales efectos, el método más efectivo para llevar a cabo esa presentación inicial es
intentar resumir el caso en una sola oración o pocas oraciones simples, básicas,
directas y que creen imágenes memorables en el juzgador, lo que se ha dado en
llamar el discurso de ascensor (elevator pitch), es decir, un discurso que logra resumir
las ideas centrales de una argumentación persuasiva en un período de tiempo de
segundos o de pocos minutos.26
24
Ídem. pp. 142-143.
25
MAUET, Thomas A. Op. cit. pp. 45-48.; ALTAVILLA, Enrico, Sicología judicial, Vol. II, Editorial
Temis, Bogotá, 1975, p. 1025.
26
WREDEN, Nick. “How to make your case in 30 seconds or less”, Guide to Persuasive Presentations,
Harvard Business Review, pp. 2, 5-7.
27
FALCÓN, E. Tratado de Derecho Procesal Civil, Comercial y de Familia, Tomo III, Santa Fe,
2006, p. 27, citado en PEYRANO, Jorge W. La prueba entre la oralidad y la escritura, en CAPRI,
Federico y ORTELLS, Manuel. Op cit. pp. 147-173.
3.2. Audiencias de práctica de pruebas
Las audiencias de práctica de pruebas son aquellas en las cuales la principal actividad
procesal será el diligenciamiento o la producción de los medios de prueba que el juez
o el tribunal arbitral haya oportunamente ordenado practicar. Los medios de prueba
que naturalmente se practican en audiencia son la recepción de las declaraciones de
las partes, de los testigos y de los peritos que eventualmente intervengan y las
inspecciones judiciales.
En lo que guarda relación con el interrogatorio de los testigos presentados por uno
mismo (direct examination), si estos testigos no son hostiles y su testimonio es
relevante para probar hechos que sustentan la teoría del caso del cliente, lo más
importante es que presenten ante el juez o el tribunal arbitral una historia que sea
consistente con esa teoría, de forma que los hechos más importantes de la misma sean
destacados y los irrelevantes sean excluidos.28
A esos efectos, el abogado litigante debe hacer énfasis en demostrar, ante el juez o el
tribunal arbitral, la credibilidad del testigo, la cual dependerá de quién es el testigo,
de qué dice y de cómo lo dice. Adicionalmente, la credibilidad de un testigo va
necesariamente unida a la forma como se enteró de los hechos sobre los cuales debe
declarar, a la inexistencia de cualquier interés personal en el resultado del proceso y a
la inexistencia de cualquier relación con las partes del proceso que pueda influenciar
su testimonio.
En lo que tiene que ver con la forma de practicar el interrogatorio de este tipo de
testigos, las investigaciones realizadas sobre el punto concluyen que el interrogatorio
debe ser simple, enfocado a llegar rápidamente a los hechos relevantes y consistentes
con la teoría del caso, a desarrollar suficientemente esos hechos y luego detenerse.29
28
MAUET, Thomas A. Op. cit. pp. 75-89.
29
Ídem. pp. 75-89.
Dado que la forma en la que una pregunta es formulada incide en la respuesta que se
obtiene, el abogado litigante debe preparar anticipada y cuidadosamente las preguntas
que inicialmente desea preguntarle al testigo para probar los hechos principales del
caso de su cliente, conservando siempre la flexibilidad de adaptar su cuestionario a lo
que vaya declarando el testigo.
Por otra parte, es muy importante evitar formular preguntas que de cualquier manera
disminuyan el impacto del testimonio del testigo. Por esa razón, hacer preguntas
sugestivas a un testigo propuesto por uno mismo no es conveniente dado el juez o los
árbitros no serán capaces de determinar si el testigo hubiera dado esa misma
respuesta si no hubiera sido por la sugestión del abogado litigante, que puso palabras
en boca del testigo.
30
Ídem. pp. 211-222.
contrainterrogatorio y cuán dispuesto se está a correr los riesgos implícitos en todo
contrainterrogatorio.
En lo que tiene que ver con la forma de practicar el interrogatorio, las investigaciones
realizadas sobre el punto concluyen que lo primero que debe evaluarse es la
conveniencia de repreguntar a estos testigos y, de llegarse a la conclusión de que es
conveniente interrogarlos, debe anticiparse cuál será la respuesta probable antes de
formular las preguntas, de forma de evitar, en la medida de lo posible, respuestas
adversas.
A diferencia de los testigos propuestos por uno mismo, para estos testigos deben
formularse preguntas cortas y concretas, que también motiven respuestas cortas y
concretas, de forma que sea el abogado, y no el testigo, el centro de atención del juez
o del tribunal arbitral, evitando en todo caso las preguntas abiertas y, de esa forma,
minimizar los riesgos de una declaración adversa.
Luego de practicada toda la prueba ordenada por el juez o por el tribunal arbitral y
concluida la instrucción del proceso, las audiencias de alegatos de conclusión,
expresamente previstas en el artículo 432, numeral 3 del Código de Procedimiento
Civil, tal como el mismo fue reformado por el artículo 25 de la Ley No. 1395 de 2010
para los procesos judiciales, y el artículo 154 del Decreto No. 1818 de 1998 para los
procesos arbitrales, son la última oportunidad de comunicarse directamente con el
juez o el tribunal arbitral y de convencerlo de la teoría del caso que se ha estado
defendiendo.
Una vez más, a la hora de llevar a cabo un ejercicio argumentativo cabe tener en
cuenta, en primer término, la predisposición natural de los seres humanos
anteriormente comentada a retener los estímulos u observaciones iniciales y finales
de una presentación o exposición, frente a los estímulos u observaciones que vengan
en el medio, razón por la cual las ideas más importantes deben expresarse al juez o al
tribunal arbitral al principio o al final de la exposición, nunca en el medio de la
misma.31
En todo lo demás, los comentarios realizados en el punto (i) anterior son enteramente
aplicables y trasladables a este tipo de audiencias, por lo que remitimos al lector a ese
punto.
Por su relevancia práctica, también cabe hacer mención a los recursos que pueden
llegar a ser interpuestos contras las decisiones del juez o del tribunal arbitral que se
dicten en el decurso de una audiencia, los cuales, por imperio legal, deben ser
interpuestos en forma inmediata en la propia audiencia (Arts. 348 y 352 del Código
de Procedimiento Civil).
31
Ídem. p. 45.
32
Ídem. pp. 271-280.
33
Ídem. pp. 45-48.
determinar, en la propia audiencia, la admisibilidad de recursos y, si ello es posible,
qué tipo de recursos pueden interponerse conforme a la ley.
A modo de ejemplo, en los procesos arbitrales, los autos que decreten pruebas no
admiten recurso alguno, mientras que los que las nieguen únicamente pueden ser
recurridos mediante el recurso de reposición (Art. 151 inc. 2º del Decreto 1818 de
1998). En sentido coincidente, en los procesos judiciales, los autos que rechazan
pruebas pueden ser recurridos mediante los recursos de reposición y apelación,
mientras que el auto que decreta una prueba no admite recurso de apelación (Arts.
348 y 351 del Código de Procedimiento Civil).
Adicionalmente, los recursos que sean admisibles y que se decidan interponer, deben
ser planteados en forma clara, para que no queden dudas acerca de la voluntad de
recurrir, en forma oportuna y deben estar debidamente fundamentados, razón por la
cual es altamente recomendable, antes de la audiencia, anticipar qué decisiones
adversas al cliente pueden dictarse en el decurso de una determinada audiencia y
llevar preparados los fundamentos de inconformidad.
En efecto, puede darse el caso que, no obstante la existencia de una decisión judicial
adversa al cliente, el abogado litigante, luego de un análisis meditado de la cuestión,
resuelva no interponer recursos por tratarse de decisiones, en últimas, inocuas, para
evitar predisponer negativamente al juez o al tribunal arbitral, para evitar fricciones
innecesarias con el juez o el tribunal arbitral o para evitar la pérdida de su
credibilidad por plantear, en forma constante, objeciones o recursos.
4. TERMINACIÓN DE LA AUDIENCIA
Para que toda la actividad procesal que acontece en una audiencia sea útil para las
subsiguientes etapas del proceso, es necesario que exista un debido registro y
documentación de todo lo que sucedió en la audiencia. Sin ello, la rica actividad que
tiene lugar en una audiencia se perdería irremediablemente y ello generaría graves
perjuicios para todos los partícipes del proceso.
Por esa razón, lo que acontece en una audiencia se documenta normalmente en actas
resumidas, en las cuales constan quiénes estuvieron presentes en la audiencia y se
sintetiza la actividad que haya tenido lugar durante la audiencia.
De acuerdo con el artículo 25 de la Ley No. 1395 de 2010, que modifica el artículo
432 del Código de Procedimiento Civil, en las audiencias del proceso abreviado, que
por disposición de la ley es la estructura procesal de principio, lo acontecido en las
audiencias se registrará mediante un sistema de grabación electrónica o
magnetofónica y en el acta escrita se consignará únicamente el nombre de las
personas que intervinieron, los documentos que se hayan presentado, el auto que
suspenda la audiencia y la parte resolutiva de la sentencia.
5. CONCLUSIÓN
El primer cambio relevante se encuentra en manos del Estado en lo que tiene relación
con los procesos judiciales. En efecto, la oralidad y los procesos por audiencias
requieren la existencia de una infraestructura necesaria para llevar a cabo las
audiencias (salas de audiencia, medios de registro audiovisual y sonoro de las
audiencias, entre otros), así como la existencia de una mayor cantidad de recursos
humanos para administrar justicia y para colaborarle al juez, entre otros aspectos, en
el registro de las audiencias y en la recepción de las declaraciones de las partes, los
testigos y los peritos que eventualmente intervengan.
Desde ese punto de vista, la oralidad y los procesos por audiencias necesariamente
presuponen una inversión por parte del Estado, tanto en infraestructura, como en
recursos humanos, sin la cual las positivas reformas legislativas no pasarán de ser
meras declaraciones de principios sin aplicación práctica.
Desde ese punto de vista, la oralidad y los procesos por audiencias necesariamente
presuponen, por una parte, una inversión por parte del Estado en capacitación de los
jueces, los funcionarios judiciales y los auxiliares de la justicia. Por su parte, los
abogados litigantes que estén dispuestos a aceptar los retos de la oralidad y a
aprovecharla para su propio beneficio y el de sus clientes, también deberán invertir en
su capacitación, especialmente en lo que guarda relación con técnicas de
argumentación efectivas y persuasivas. Esto es especialmente relevante en países que,
como Colombia, han tenido una tradición predominantemente escrita en la
tramitación de los procesos.
Si esos dos cambios tienen lugar en Colombia, lo cual implica un compromiso tanto
del Estado como de todos los operadores jurídicos, entonces no cabrá ninguna duda
de que el país se alineará a la tendencia internacional de incorporar la oralidad y los
procesos por audiencias como soluciones de principio, lo que indudablemente
propenderá a una más eficiente administración de justicia y a una más pronta solución
de los conflictos de los justiciables.
Pues como sostiene Marcel Storme: “las reformas judiciales siguen siendo inútiles si
carecen de una cultura basada en los deberes de los agentes judiciales. „Por tanto, lo
que se requiere es la articulación de una cultura litigante fundamentada en los
deberes, y la adopción del principio de que la oportuna observancia de las partes de
las reglas e instrucciones es un prerrequisito para participar en el proceso judicial‟”.34
34
STORME, Marcel. Más voz y menos letra: en defensa de la oralidad en los procesos judiciales, en
CAPRI, Federico y ORTELLS, Manuel. Op. cit. p. 52.