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LA REMOLIENDA.

De
Alejandro Sieveking
Adaptación y dirección
Willinton Vásquez Cadavid

PERSONAJES: DOÑA NICOLAZA – NICOLÁS – GILBERTO -  GRACIANO –


ISAURA – YOLA – CHEPA – DOÑA REBECA-RENATO SEPÚLVEDA – CORINA
– TELMA – MAURA - MIRTA

PRIMER ACTO

(UNA LOMA EN EL CAMPO, AL SUR DE ANTIOQUIA.  DOÑA NICOLAZA, UNA


MUJER DE CAMPO VESTIDA CON SUS MEJORES ROPAS, ESTÁ INCLINADA
ENTRE SUS BULTOS Y CANASTOS PREPARANDO CUATRO VASOS DE
MAZAMORRA.  DOÑA NICOLAZA ES UNA MUJER PEQUEÑA, MORENA Y
DINÁMICA.  VISTE COMPLETAMENTE DE NEGRO.  GRITA SIN DEJAR DE
TRABAJAR.)

NICOLAZA: ¡Nicolás, pedazo e’ mugre! ¿Dónde se habrá metido este muchacho ?


¡ atrolondao descosido! ¡Graciano, Gilberto!...!hay dios Los hijos que una se
gasta!... ¡Nicolás, pedazo e’ mugre! ¿Queres que te voltee el mascadero para otra
parte? (ENTRA NICOLÁS, UN MUCHACHO DE VEINTE AÑOS CON
SOMBRERO Y MANTA , TRAE UN BULTO EN LA MANO.) ¡Ah, menos mal que
aparecen! ¿Qué no te mandé a buscar a tus hermanos, so pendejo?   

NICOLAS: Los otros se quedaron ahí, en ese camino duro que hay ahí.   

NICOLASA ¡Pavimentao, ignorante!   

 NICOLAS: ¡aaaah ya!  ¿Y cómo no van a querer mirarlo, si nunca se había visto
algo así pu aqui.   

 NICOLASA: Entonces cuando lleguen al pueblo se van a tener que quedar todo
un año pa’ ver todos los adelantos que se han hecho. 

NICOLAS (CON CIERTO RECELO.)¿Y no será mejor volvernos pa’ la casa?   

 NICOLASA: ¿Qué… tenes miedo?   


 NICOLAS: ¡No! ¿Por qué voy a tener miedo?. Pero hijuepucha, nunca habíamos
salido del rancho y de repente a uste se le ocurre salir pa’l pueblo. ¿Qué no
estábamos bien como estábamos?   

 NICOLASA: ¡Veinte años allá arriba, sin moverse, y ahora dan un paso p'abajo y
se asustan, los muy patirajaos estos! ¡Claro que no estábamos bien como
estábamos! Ustedes necesitan un papá (AL PUBLICO) y yo necesito un marido.
Hace cinco años que enterramos al Abelino. ¡y Bien muerto que esta, no se me
pueden quejar! Le puse un atao'e flores, en la tumba, con una cinta morada, ¡ el
muerto al gueco y el vivo al baile! Y bueno yo quiero que ustedes conozcan otras
cosas diferentes del mundo.

(ENTRAN GILBERTO Y GRACIANO.) ¿Y?  ¿Ya vieron el camino pavimentao?   

GILBERTO: ¡ Es bien duro! 

GRACIANO: ¡No pudimos arrancar ni un pedazo

 GILBERTO:¡Si hasta se me quebró el machete!

 NICOLASA: ¡Hay que ver que si son bien...! Se van a tener que andar con mañita,
por que no van a poder meterle mano y machete a todo lo que vean en el pueblo,
¿entendieron? Y ahí si que hay cosas bonitas. Si me parece ver la calle principal,
toda iluminada con su luz elétronica, sus Faroles prendidos da gusto ver esa
maravilla.

 NICOLAS: ¡Ya, pues, ama, córtela con eso de la luz elétronica. Si hasta que no
veamos, no creemos! 

 NICOLASA: La sacan de una energía que tiene el agua. 

 GRACIANO: Pero si el agua apaga el fuego, ¿cómo va a dar luz? 

 NICOLASA: ¡pendejos desconfiaos! ¡Ya van a ver, no más! allá van a aprender. 

 NICOLAS: Si estábamos requeté contra bien como estábamos. 

 GRACIANO: Claro, y la tierra no puede dejarse sola, porque si no se trabaja no


rinde. 

 NICOLASA:¡Más de lo que he trabajado en ese peladero! ¿Qué hizo su papá, ah


.acaso, fue él el que lo convirtió en lo que es ahora? Un campo bien plantao y
sembrao y prospero. ¿No fui yo la que los he levantado? (le entrega un vaso a
cada uno de sus hijos y se sienta en un tronco a comer). Son no mas dos días, los
que vamos a estar afuera... y no todo ha de ser trabajar, trabajar y trabajar, como
bestia la vida entera y estarse ahí encerrado, esperando que pasen los años,
tampoco… Hay que ver como están las cosas en los pueblos, conocer gente, , ver
los adelantos del mundo. ¡Acaso su papá no bajaba todos los años al pueblo
pues? Pero él ya se murió y no está  pa contarnos… y sería bueno ver esas
cosas mientras se pueda, el tiempo lo tenemos contao. Y yo no estoy tan vieja pa
quedarme sola, me quedan muchos años por vivir, y yo no me voy a quedar sin
ver las luz eletronica y tanta cosa nueva que hay. 

 NICOLAS: Si mi apa le metió todas esas historias del pueblo en la cabeza, fue
porque era bueno pa contar cuentos, no más. Cuando volvía del pueblo nosotros
también lo oíamos con la boca abierta, pero ya crecimos, pues ama y ya no nos
meten los dedos en la boca. ¿Se acuerdan que contaba que las carretas andaban
solas, y sin mulas? (los hermanos se ríen a gritos) iY subían y bajaban y las luces
que se prendían y se apagaban! Y las casas amontonadas una encima de otra, sin
caerse. (rien) iY las niñas con las faldas cortiquitas hasta la rodilla.

 NICOLASA: A mí no me contó nada de eso de las niñas de las niñas con la falda
cortiquitas

 NICOLAS: ¿Y ese cuento de las sirenas? Que le cantaban al pasar y él se


quedaba como pegao al piso y no podía irse hasta que se callaban, al otro día...
Eran cuentos, no más. ¿Cómo va a ser así? No le falto sino contarnos que la
gente volaba también. 

 GRACIANO: y bueno pal traqo y pal cuento que era mi apa, el no se iba a quedar
callao. 

GILBERTO:¿Y cómo sabes. si era bueno, o no? 

NICOLAS: iCállate esa jeta! 

GRACIANO: Este se lo tragaba todo. 

NICOLAS: Vas a ver cuando lleguemos al pueblo te voy a reventar la mula

 GRACIANO-(al público) Yo no lo creo. 

NICOLAS: Yo tampoco. 

GILBERTO (al publico) Yo si. 

NICOLASA ¡Callense sonsos! (mirando hacia adelante) Allá se divisa un caserío


ese ha de ser el pueblo. (se adelanta a mirar. los hijos se reúnen con ella pausa).
 NICOLAS ¿ Y donde están las luces ? 

NICOLASA ¿Qué no ves que es de día? A la noche vas a ver. 

GRACIANO ¿ Y cómo es que se llama el pueblo? 

NICOLASA Villa Rosa.., vámonos rápido antes que nos coja la noche

GRACIANO pero, hay dos caminos ¿cuál será el del pueblo? 

NICOLAS-El más ancho, pues.  

GRACIANO Y el pavimentao, ¿pa dónde irá,? 

NICOLASA va, paral Norte. Hasta la capital eso decía el Abelino. 

NICOLAS ¿ Y cómo sabía él, si no fue nunca? 

NICOLASA En el pueblo le han de haber dicho. Todos los del pueblo lo saben. Si
hasta colegio tienen. Así que compórtense como les he enseñao, pa no pasar por
montañeros. y ya saben, a las niñas mujeres hay que saludarlas con una
inclinación, sacándose el sombrero ! Que no se les olvide! A ver.. salúdemen a mí.
(pasa frente a ellos, inclinando la cabeza. los tres le hacen reverencias muy
tiesas, sacándose el sombrero. Nicolasa los mira con orgullo).bueno, nadie podrá
decirme que no los he educado como a gente civilizada ... Y ahora, que sea lo que
dios quiera, ¡nos fuimos pal pueblo (sale seguida por sus tres hijos, que se van
silbando alegremente)..

APAGÓN

SEGUNDO CUADRO

(En la más absoluta oscuridad aparece una mujer con una vela encendida y una
silla. Deja la silla y sale. Entran dos mujeres con velas encendidas y examinan un
montón de sillas y mesas que hay en el centro de/ escenario. La primera mujer
vuelve con otra silla. Colocan /as mesas con su respectivas sillas y encienden
velas hasta que el escenario queda completamente iluminado. Es la pista de baile
en el patio de la más afamada casa de remolienda de. De las ramas de los
árboles cuelgan guirnaldas de ampolletas de colores, apagadas. La primera mujer
es Yola, la segunda es Isaura y la tercera, Chepa. Son tres prostitutas jóvenes
muy pintadas y vestidas con colores fuertes).

YOLA.- ¡Hay que ver la desgracia grande, chiquillas, por Dios! ¡Írsenos a cortar la
luz en día sábado, que es cuando vienen mas chachos!
ISAURA.– Si no se cortó, La cortaron.  ¿No ves que la vieja no ha pagado la luz
desde el mes pasado? 

YOLA ¿Y vamos a tener que estar a pura vela?...  Pero ellos acaso vienen por la
luz, (ríe).

ISAURA.– ¿y paque luz? Si yo a todos los que conozco les gusta estar a lo
oscurito. (Ríen. Entra doña Rebeca. Una mujer madura, muy pintada arreglada,
con una candelabro en la mano).

REBECA.– ¿Qué hacen ahí, paradás, flojas? ¿Qué no les dije que sacaran las
mesas y prendieran .todas las veIas? Es sino que me descuide y ya están las
tontas riéndose

YOLA.– (Fina)pero es que aquí no estamos solo pa que nos mande, doña Rebeca.
Si quisiéramos meternos de sirvientas no nos faltarían Casas decentes, no como
ésta.

REBECA.– Si nadie te tiene amarrada, cuando queras, , te podes. Ir ¡no pues,


mírenla! Como si no supiera yo de donde saliste, de allá del alto donde, El patrón,
los hijos, los peones, y hasta el abuelo andaba detrás tuyo! Y vos, toda feliz.

YOLA.– No pues que… me voy a poner a llorar,

REBECA.– Bueno, quiero menos conversa y más .trabajo, me tienen que tener
todo listo, ligerito. ¿Me oyeron? Que hoy vamos a tener visitas importantes.

ISAURA – ¿Quien va a venir el  administrador de la Compañía Eléctrica? (Isaura y


Yola ríen, felices con el chiste),

REBECA.– ¿ Y cómo supiste? ah, ¿Quien te dijo?

ISAURA.– (Asustada) Nadie, doña Rebeca, si era molestando

REBECA.– A mi no me van a ver la cara de idiota. aaah ya se ¿Era de eso que se


estaban riendo, ah?

YOLA, ISAURA y CHEPA.– (A coro) No, doña Rebeca.

REBECA.– bueno, ¿y qué tiene que hayamos sido amigos? ¿Qué ustedes no han
tenído ni uno? (Sonríe coquetamente). Más que amigo. (Al público). fue
requetecontra amigo

YOLA.– ¿Y cómo es que le cortó la luz, entonces?


REBECA.– Si no fue a mi, sola. fue a todo el pueblo. El jefe de máquinas disque
estaba enguayabado y le dejó todo tirado. Y él ya viene llegando de Villarrica, él
no sabía que estaba yo aquí. i me fui a llamar desde el puesto de policía, para
pedir que no me cortaran luz... y me contesta él! iSentí un corrientazo…! Me
dijo… ingrata. Yo lo traté de bobo pero era por los nervios.. me dijo que me había
buscado por cielo y tierra, después de que me mude! "Ni un día  te he olvidado",
me dijo. Yo me’ hice la desmemoriada y le dije: "Si no ha pasado tanto tiempo para
que me olvide.”, Y me dijo: "Son veinte años que no te veo" "Voy a ir como una
flecha p'alla". yo le dije que viniera,. Y me dijo: "en un ratico voy", y yo le dije:
"Hasta el ratico pues”. Y no colgaba y ahí estábamos los dos lelos con el teléfono
en la mano. Hasta que al fin colgó . Por eso les pedí que ordenaran y prendieran
las velas, para que esto se vea bonito. Pero claro solo se ríen de una.

CHEPA. –pero si no sabíamos doña Rebeca.  nos estábamos riendo de otra


cuestión.

REBECA.– Si como no….

TODAS.–es verdad, doña Rebeca.

REBECA.– ¿Y si les pido otra cosa, se van a reír?

CHEPA.– No, doña Rebeca. Diga a ver tranquila

REBECA.– Bueno... Les iba a pedir que se vistieran como para ir a misa y que se
despintaran un poquito, bueno lo que pasa es que le dije .al Renato que tenía tres
hijas, le dije, que era viuda .

ISAURA.– ¿Así que le vamos a tener que decir mamá?

REBECA.- ¿ Y por qué no? Una madre he sido para ustedes...Ah, Renato me
decía "Ñatica", ¿ah? No se les vaya a olvidar.

ISAURA.– (Extrañada) ¿Ñatica?

REBECA.– Si, "Ñatica". Es que he cambiado mucho, Con los años se achican los
ojos y se agranda la nariz. (Suspira y se pasea, muy nerviosa).! Estoy muy
nerviosa con todo esto Y total, ¿para qué hago todo esto? Para que llegue aquí y
se ría de mi, como se han reído todos...ahh iyo si soy boba! iPa que me aflijo por
eso, cuando ya no hay caso, verdad? Pero la esperanza es lo último que se pierde
– como decía mi tía Herminia, que murió soltera –. Todo tiene arreglo, menos la
muerte .

YOLA.– No hay que darse tan duro la vida da muchas vueltas y uno nunca sabe.
REBECA.–si tenes razón pero ! iQuién sabe con qué me ira a salir Renato, ahora!
Lo único que faltaría es que estuviera casado. iAhíiiiii si seré bien bruta como no le
pregunte!, Los nervios fueron los que me entumieron la lengua... (Suspira) hay!
bueno, me voy a arreglar. Y ustedes prendan las velas, se cambian, y apenas lo
oigan llegar, me avisan

YOLA.– Bueno, ama.

CHEPA.– ¿Y si vienen clientes?

REBECA.– Los atienden, pues. Esto es una fonda de recreo. Pero me los
entienden con disimulito, sobre todo vos, Isaura. ¡se me van a portar como si
fueran monjas

ISAURA.– ¡Pero si yo me críe con la monjas!( Yola se ríe). ¡Si es la purita verdad!.

REBECA.– Que se te note, entonces (Sale),

ISAURA.– ¿Se acuerdan de la Milagros?  ¿Cuando encontró novio y hasta se


casó, pero dicen que después el marido le abrió la barriga de un solo tajo.

YOLA. – ¡Cosas de la vida, no más!

ISAURA. – Oye, Chepa, tú que estás recién llegada, ¿qué harías si uno te ofrece
casorio?

CHEPA.- Depende

YOLA.– Yo me casaría no me importa si me abren la barriga de un tajo

ISAURA.– iNo hay como un marido propio!

YOLA. – Si, Aunque sea bruto.

CHEPA.– Una vez yo casi me caso.

ISAURA y YOLA.– ¿ Y con quién?

CHEPA.– Con un marino.

ISAURA.– ¿Y de a dónde lo sacaste?

CHEPA.– Es que yo viví en Necocli

YOLA.– La palabra marino suena como a charco de agua. Ahí está y al rato se va
evaporando.

ISAURA.- Esos no se casan ni amarraos. ¿esos tienen más mujeres que un turco?
CHEPA.– Dicen que si se casan se los lleva la sirena. Que la sirena no perdona
que la traicionen. eso dicen.

YOLA.- ¿Qué sirena, ni que nada?  Nosotras somos lo más parecido a las
sirenas, ¿y que nos importa si nos dejan botadas? Yo ya estoy acostumbrada.

ISAURA.– Y tu marino, ¿cómo se Llamaba?.

CHEPA.– Segundo, como el de la canción.

YOLA.– ¿Y él es el padre de tu hijito?

CHEPA.– Claro, que si.

YOLA.– ¿Estás segura?

CHEPA.– claro, si otro amor no he tenido

YOLA.– Ni uno.

ISAURA.– iChito!

YOLA.– ¿Y él supo del niño?

CHEPA.– si supo. Pero antes de que naciera se fue.

YOLA.– ¿Para donde?

CHEPA.– Se fue en barco, no se para donde. y eso fue hace más de un año. (Se
aleja de Isaura y Yola, triste).

ISAURA.– Lo que es la vida de uno señor

YOLA.- Pura mala suerte nos tocó.  Pero al mal tiempo, buena cara, muchachas...
¡No te pongas triste Chepita! (Yola toma una guitarra y canta): La vida, corazón,
¿por qué está triste? La vida, no llore ni sienta pena, La vida, consuélate con la
voz, La vida, de esta famosa sirena. Entre todos los tragos Prefiero el vino Y entre
todos los hombres Quiero un marino Quiero un marino, si, Marinerito, En mi pecho
te tengo Retratadito. Ándate pensamiento, ya no te siento...(Chepa saca un
pañuelo y Ilora).

ISAURA.– ¿Cómo así, Chepa, por el amor de Dios y de la Virgen? Fue peor cantar
la canción.

CHEPA.– (Llorando). Es que el Segundo no va a volver más.

YOLA.– (Sin convicción). El es el que se la pierde.


CHEPA.– Es que el niño va a necesitar un papá. Pero ni el más enamorado se
casaría conmigo, sabiendo que tengo un pelaito. Ustedes se van a poder casar,
pero yo no.

YOLA.– Si todo era pura broma, Chepita.

YOLA.– i Vos crees que alguien se va a querer casar con Nosotras, sabiendo que
e estamos más recorrías que el camino real? Ni un ánima del Purgatorio pues
niña. Pero no pares bolas,... iQué no oíste a doña Rebeca? La esperanza es lo
último que se pierde, aunque nada resulte como uno quiere. Yo cuando estaba
pequeña estaba enamorada de un hombre dizque bueno y en un descuido me
arrastra el ala disque pa Jujuy Y me va diciendo: “Usté se viene a vivir conmigo o
aquí va a correr sangre como arroz“...Pero me agarran de todos laos, menos del
ala. Y dicen cosas, pero ninguna es en serio. ¿Y qué queres que haga, si no hay
hombres bueno? ¡pues Ponerme a la altura,! Y cuando una es pobre, o se hace
monja o se larga pa la put.... mejor no digo.

ISAURA.- Si tampoco resulta, pues. Yo nací para monja, pero el señor cura tantas
cosas que me dijo, que aquí que allá, que, al final, dizque para no condenarme ,
le dije que bueno. Después el estaba de lo más arrepentido, yo no sé con quién
se confesaría, pero lo que soy yo, no me arrepiento de nada, y ahí estuvo lo malo,
eso es lo que dicen.

YOLA.– Sí, pues... Cosas que pasan...

ISAURA.– (Suspira). Esa es la vida del pobre.

YOLA.– iOtra que se me puso a llorar! iA levantar cabeza, las dos, que si doña
Rebeca tiene esperanzas, nosotras deberíamos estar hechas unas diosas! (A
Chepa). Mire, vámonos a arreglarnos y ahí se les va a quitar todo el sentimiento,
van a ver. Yo no me voy a dejar ni rastro de pintura. Me la voy a sacar toditita.

ISAURA.– Yo igual.

CHEPA. – Ay, ay, ay, adiós que a diós que se va Segundo, ay, ay, ay, en un buen
un buque navegando. Ay, ay, ay, la niña la niña La niña que lo quería, ay, ay, ay,
casi se ha casi casi  se ha muerto llorando. Déjenlo que se vaya ay, ay, ay, no Io
sujeten. Déjenlo que navegue, ay, ay, ay, cinco o seis meses. (Sale lentamente,
cantando. El escenario permanece vacío un momento y luego entra doña
Nicolasa, seguida de sus hijos).

TERCER CUADRO

GILBERTO. - ¿Sintieron?
GRACIANO. – ¿Qué cosa?

GILBERTO – Como que cantaban.

NICOLASA. – Tas soñando. No hay nadie

GRACIANO.– ¿Y cuál es la luz elétronica?  Ta igual que en la casa.

GILBERTO.– Hijuemadre que poco he mesas! (Cada uno se sienta en una mesa
distinta).

NICOLAS.– Aquí Han de ser bien ricos , e’ ave maría Una mesa para cada uno.

GILBERTO.– Pa allá dentro hay más, vean.

GRACIANO.– Llamemos a ver si viene alguien.

NICOLASA.– ¡Cállate, pendejo! En la ciudad no se llama. Uno espera sentao


hasta que le hablen .

NICOLAS.– ¿Y ésta es la ciudá? i Y a dónde están las casas amontonadas una


encima de la otra?

NICOLASA.– Yo te dije que éste no era el camino, que nos habíamos perdido.
Pero el lindo se las da de inteligente (remedándolo): "Por el camino ancho tiene
que ser". Ves lo que pasa por hacerte caso a vos?  Y ahora quién sabe dónde
estamos.

GRACIANO.– iNo será este un velorio ? Miren todas las mesa y tantas velas.

GILBERTO.– mi apa decía que a veces las brujas se juntan en las noches sin luna
y aparece la Viuda con una vela en la mano, y el Muhan sale de un hoyo adentro
de un remolino de viento, con sus veinte patas con uñas grandes como un arao. Y
el cura sin cabeza y el Hueco, que vienen dentro de una burbuja de agua. Y todos
se juntan y llaman al Maligno, que es su dueño. Y salen en la noche a pescar
gente pa robarles el alma e. Y después los llevan a los despeñaderos, donde les
sacan las estrañas.

NICOLAS.– (Asustado, a Graciano). i Las historias que contaba el viejo!, eah ve


María? (Los dos se ríen con gran esfuerzo).

GRACIANO.– ¿Pa qué nos quedamos aquí? Si no hay nadie.

NICOLASA.– espérate, hombre! (Entra Chepa, con una vela en la mano. Se ha


puesto un chaleco)
CHEPA.– ¡buenas noches! (Los tres hermanos se levantan, asustados, se quitan
los sombreros atolondradamente y se inclinan a destiempo).

NICOLÁS , GRACIANO y GILBERTO.– buenas noches. (Miran a Nicolasa.


Nicolasa les hace un gesto, de aprobación).

CHEPA.– (A Gilberto, que es el que tiene más cerca). ¿Se quieren servir algo?

GILBERTO.– ¿Pa qué se va molestar?

CHEPA.– Si no es molestia.

GILBERTO,– bueno.

CHEPA,– ¡Qué se van a servir?

GILBERTO.– Lo que usté disponga, pues.

CHEPA. – (Los mira, desconcertada). Ya. (Sale).

NICOLASA.–bobos, no le preguntaron pa dónde quedaba el pueblo.

GILBERTO.– va a volver, ... Parece que va a volver. (Entran Isaura y Yola casi sin
pintura y con chalecos cerrados)

ISAURA y YOLA.– buenas noches!

NICOLAS, GRACIANO, GILBERTO.– (Haciendo la venia y sacándose el


sombrero). buenas noches.

YOLA.– ¿ Los atienden?

GRACIANO.– (Indican a Gilberto). A él no más.

ISAURA.– ¿Qué se van a servir?

NICOLAS.– Lo que usté diga, ñorita.

ISAURA.– Tenemos una chicha traída del norte que es muy famosa.  Llega a dar
hambre de solo olerla.

YOLA.– Es como la miel de dulce.

GRACIANO.– Con su amigo, pues.

YOLA.– (Adelantándose rápidamente con Isaura a Primer Plano.) bueno estamos


fatales. Primeros clientes buen mozos que vienen en un año y nosotras con la
cara lavada.
ISAURA.– Echémonos una pintaíta. (Salen muertas de la risa).

NICOLASA.– ¿Qué no les dije que preguntaran pa donde queda el pueblo?

NICOLAS.– Se me le olvidó, pues.

NICOLASA.– iCuándo te acordas vos de algo bolsón!

GRACIANO.– Vámonos, mejor (AI público). Sirenas han de ser éstas, porque,
apenas las vi, me sentí medio raro.

NICOLAS.– (Al público). Yo igual. (Los tres se juntan, inquietos).

GILBERTO.- (AL PÚBLICO.)  Algún mordisco que nos pegaron al alma habrá sido.

NICOLASA.– Ya sabía yo que esto les iba a pasar con la primera que se les
atravesara en el camino.

NICOLAS.– ¿Qué cosas sabía que nos iba a pasar?

NICOLASA. – Bien atolondraos que quedaron, ya deberían de saber que es lo que


tienen que hacerle a una señorita.

GILBERTO.– Claro, sacarnos el sombrero.

NICOLASA.– ¡ no bolsetas! ¡ la Tienes que enamorar!

NICOLAS.– Y eso, ¿cómo se hace?

NICOLASA.– Diciéndole cosas bonitas como: . esta muy bonita, que tiene una
mirada matadora que se mueve como una reina de cuento, que tiene buen olor,
como manzana madura. Todo lo que se te ocurra, pues.

NICOLAS.– ¿Y después?

NICOLASA.– Eso se lo dejas a ella. Si te hace caso, le hablas de tu tierra, que allá
la vida es buena y el trabajo es duro. Si no le pone mala cara al trabajo, le miras
los dientes, las manos y el cuerpo. Y si lo que ves te gusta, le ofreces casorio y
asunto arreglao. (Los hermanos ríen, nerviosamente, mirándose entre ellos). Eso
es lo que hizo su papá conmigo y nunca se me ha olvidado.

NICOLÁS– ¿Así se hace, ah?

NICOLASA.– Y claro, ¿qué más queres para´ empezar?

GILBERTO.– hijuepucha, se me enredó todo lo que hay que decir!

GRACIANO.– Yo voy a hacer un esfuerzo . (A Nicolás). ¿Cuál queres vos?


NICOLAS.– Esa que entró al final parece que me gustó.

GRACIANO.– oe cuidao que, esa es la mía.

NICOLAS.– Si entraron dos, pues.

GRACIANO.– La despeinada bonita es la mía.

NICOLAS.– Esa es la mía.

GRACIANO.– Eso está por verse.

NICOLAS.– (A Gilberto) ¿ Y cuál es la tuya?

GILBERTO.– La primera.

NICOLAS.– Ah, quédate con ella, .

NICOLASA.– Quédense callaos. Hablen pacito que los pueden escuchar.

GRACIANO.– atisbe, que ahí vienen! (Corren a sentarse, cada uno en una mesa
distinta.  Chepa entra con una bandeja con vasos, Isaura con una botella de vino y
Yola con una jarra de chicha. Se han quitado los chalecos y se han pintado de
nuevo. Al verlos sentados en distintas mesas se desconciertan un poco y ríen).

NICOLASA.– (A Isaura). Oiga, mi'hijita, nosotros parece que estamos como


perdidos. ¿Pa qué lao queda el pueblo?

ISAURA.– ¿CuáI pueblo?

NICOLASA.– Villa Rosa.

ISAURA.– Este es.

NICOLASA.– ¿Este?.

NICOLAS. – ¿Vio ama, que todas eran historias del viejo?

ISAURA– Claro que la calle principal está más pá allá, ésta es la entrada, no más.

NICOLASA. – ¿Oíste eso? Cuando veas la calle principal podrás decir que eran
historias. Que el Abelino sería como sería. pero mentiroso no fue.

ISAURA.– ¿Chicha o vinito?

NICOLAS.– ¿Usted qué dice?

ISAURA.– ¿Vinito? (Se acerca a él).


NICOLAS.- Uste esta muy bonita. Tiene una mirada matadora. Se mueve como
reina de cuento y huele a manzana madura.

GRACIANO.- ichiiito! iPero éste se lo dijo todo, iama, no nos dejó ni una cosa pa
decir nosotros!

NICOLASA.– Cállate, pues, no ves que esta inspirao.

NICOLAS. – (A Isaura) ¿ Y qué me dice?

ISAURA.– (Coqueta). ¿  que quiera que le diga?

NICOLAS.– Si Ie pareció bien

ISAURA.– Si me pareció.

NICOLAS.– A ver, haga así (muestra los dientes)

ISAURA.– ¿Pa qué?

NICOLAS.– Pa verle los dientes, pues.

ISAURA.– (Ríe, muerta de nervios) Ay, no.

NICOLAS.– (Alarmado) ¿Qué los tiene picaos?

ISAURA.– (Molesta) Ni uno picao tengo.

NICOLAS. – Muestre, entonces. (Ella ríe) Le falta uno de atrás.

 ISAURA.– La muela del juicio que no me ha salido.

NICOLAS.– Ah. Entonces se quiere casar conmigo? (Isaura queda boquiabierta).

ISAURA.– No me haga más bromas, que me enojo. (Se aparta ).

NICOLASA.– (Acercándose a Nicolás No le hablaste dé la tierra, bolson, (Vuelve


rápidamente a su asiento.)

NICOLAS. – Ah, verdad. (Va hacia Isaura. La toma del brazo y la lleva al mismo
lugar en que estaban antes) nosotros tenemos una tierra, allá arriba, La vida es
buena y el trabajo es duro ¿le gustaría irse pa allá y trabajar conmigo.

ISAURA.- Yo nunca le he hecho asco al trabajo.

NICOLAS.– ¿ Y que me dice, entonces?

ISAURA.– Al rato le digo. (A Yola) Agarra, Aguirre, que aquí' la están dando.
YOLA.-- (Ofreciendo los vasos con chicha que ha servido Chepa, con gran
entusiasmo) ¿ Y no se van a servir?

GRACIANO.– Pero con uste, pues.

TODOS.– Salú. (beben).

NICOLÁS–¿Y ahora que hacemos?

ISAURA.– (Coqueta) ¿pues a usté no se le ocurre nada en especial?

NICOLÁS.– (La mira un rato) No. ¿Y a usté? (Ella ríe ).

YOLA.– Podríamos jugar a alguna cuestión pa entrar en calor,

GRACIANO.– ¿Qué tiene frío?

NICOLASA.– ¿Saben jugar a las adivinanzas?

CHEPA.– iClaro! Somos como hacha pa las adivinanzas, nosotras.

NICOLASA.– A ver, acomodémonos, entonces.  (Se sientan en un semicírculo en


el siguiente orden: doña Nicolasa, Nicolás, Isaura, Gilberto, Yola, Graciano y
Chepa.)   Vamos a ver si me adivinan ésta: ¿Quién fue el primero que murió en la
guerra?

NICOLÁS-No sé.

NICOLASA- pues un vivo, (ríe.)

NICOLÁS-(A ISAURA.)  ¿Por qué cierra los ojos el gallo cuando canta

ISAURA- Porque se la sabe de memoria.  Ahora me toca a mí...  ¿Cual es la parte


mas sensible del cuerpo de una mujer?. Tiene seis letras y acaba en "ina".

GILBERTO-(después de un silencio.)  No sé.

ISAURA-(dándole un codazo.)  ¡tan mal pensao!  es La retina..  (ríen.)  A usté le


toca.

GILBERTO- Quiten colchas y cobijas que vengo con el instrumento a meter a pica
pica y a dejar el caldo adentro".

ISAURA- La jeringa.  A ver, si usté, la adivina ;Adivina quien yo soy, al ir parece


que vengo, y al venir, es que me voy....

GRACIANO-(después de una pausa.)  No la se.


YOLA-El cangrejo.  (silencio.  los hermanos se miran entre sí y se largan a reír a
gritos, coreados por las mujeres.)

GRACIANO-(A CHEPA.)  Una negrita pigmea Hace caquita y no mea.

CHEPA-La pulga.

GRACIANO-¡Pero ustedes se las saben todas!

YOLA-¡Te toca, Chepa!

CHEPA- En las manos de las damas a veces estoy metido unas veces estirado y
otras veces encogido.

NICOLASA-Ah, ya sé.  El abanico

CHEPA-Claro, la culebra

ISAURA.)  Qué se le alarga a la mujer cuando se casa?

ISAURA-(ríen.)  Ay, no sé.  ¿Qué será?

NICOLÁS-¿No sabe

ISAURA-No sé

NICOLÁS-El apellido.

ISAURA-(dándole un codazo.)  Buena, esa... A ver, a ver, ¿cuál les voy a decir? 
Ya...Mujer con hombre bien pueden, hombre con hombre también, mujer con
mujer no pueden, ni aun que vuelvan a nacer.

GILBERTO-La... eh... No... el... A ver... No sé.

ISAURA-La confesión. (ríen.)

YOLA-(A GILBERTO.) Ya, pues, le tocó  no lo piense tanto. 

GILBERTO- Tapa las bolas, es feo… peludo y cabezón.

YOLA-... peludo y cabezón..  pues René Higita (A GRACIANO.)  cuidao pierde.

GRACIANO-A ver, pues.

YOLA-Sácalo maridó, que lo quiero ver.¡ Ay que está muy feo, vuélvelo a meter!  
(SILENCIO.)  ¿Vio que perdió?

GRACIANO-Perdí.
YOLA-El pan del horno. 

GRACIANO- Aquí voy. Gordo lo tengo, Mas yo quisiera, Que entre las piernas no
me cupiera.

CHEPA ¿Qué es?

GRACIANO-El caballo.  (Todos ríen a gritos.)

YOLA-Buena, buena.  Te toca, Chepa.

CHEPA Es que... yo no me sé mas adivinanzas.

NICOLASA-Bueno, no juguemos más, entonces.

YOLA-¡Riámonos entonces!

ISAURA.– (Riendo todavía) ¿De dónde vienen ustedes?

NICOLAS.– De arriba' del alto de la montaña. (Ríen)

ISAURA.– ¿Lejos?

NICOLÁS-Lejísimos.  Un día 'de viaje hicimos. (Ríen)

YOLA.– ¿Y a donde se van a pasar la noche?

GRACIANO.– No sabemos todavía.

YOLA- nosotras  les podemos decir donde, si gustan. (Ríen).

GRACIANO.– bueno como quieran.

YOLA.– Pero todavía no, es muy temprano.

GRACIANO.- ¿Cómo así? ¿ vea como está de oscuro?  Nosotros a esta hora ya
estaríamos durmiendo

YOLA.– iUy! y nosotras que apenas a esta hora nos empezamos a animar a esta
hora

GRACIANO.– Todo es distinto, entonces.

GILBERTO.– (A Chepa, que no se mueve) ¿ Y usted no va?

CHEPA.– No, yo ya lo conozco.

GILBERTO.– Pero yo no.


CHEPA.– Vaya entonces.

GILBERTO.– Es que solo me puedo perder.

CHEPA.– Apúrese y alcanza a los otros.

GILBERTO.– ¿No quiere ir conmigo?.

CHEPA.– Es que...

GILBERTO.– Una miradita cortica y nos volvemos corriendo.

CHEPA.– Es que... es que si mi novio sabe, se enoja.

GILBERTO.– (Muy desilusionado) ¿Esta comprometida?

CHEPA.– Claro.

GILBERTO.– Ah.

CHEPA.– Y el compromiso es compromiso.

GILBERTO.– Claro... (se levanta) Pero podemos ser amigo.

CHEPA.– Amigos sí.

GILBERTO.– ¿Y no quiere acompañar a su amigo?

CHEPA.– (Sonríe) bueno, entonces si. (Salen riendo).

NICOLASA.– (Se levanta y mira como se alejan). ¡Ahí van mis muchachos! qué
bueno sería que se casaran, a ver si se desarrugan, no hay nada como el casorio
pa´ despabilarse... (se sienta). No te podes quejar, Abelino, he criao bien a tus
hijos, van a ser buenos maridos, no como otro que conocí,. bien boba irme a
enredar con vos, y así estés bien enterrao, te digo que no me faltaron los
pretendientes, tuve admiradores hombres trabadores y platudos pero. me
embelésates con todas esas historias y ese cuerpazo que te gastabas. Me tuviste
veinte años allá arriba, como burra de carga, Pero esperate, esperate que yo
también me muero y allá mismito nos vamos a arreglar, vas a ver...Así que si me
caso, con otro es por la culpa tuya (Al público) será que si voy a poder
levantarme alguito, .todavía no estoy tan vieja. (Por atrás entra Renato Sepúlveda,
un hombre de cincuenta años, correctamente vestido, de rostro ancho y
sonrosado. Ve a Nicolasa y se acerca en punta de pies, apareciendo frente a ella
sorpresivamente).

RENATO.– iAqui estoy, Ñatica!


NICOLASA.– ¿Que?

RENATO.– ¿Qué no me reconoces?

NICOLASA.– Pues no.

RENATO.– Soy yo, Renato.

NICOLASA.– iAh! ¿cómo le va?

RENATO.– ¿Y que manera es esa de recibirlo a uno, después de tanto tiempo?

NICOLASA.– ¿ Y cómo quiere que lo reciba?

RENATO.– (Estirando los brazos hacia ella) pues, Con un abrazo,

NICOLASA .– Bueno. (se levanta, lo abraza, él no la suelta ).

RENATO.– (Apretándola) Veinte años sin vernos.

NICOLASA.– veinte años! Como pasa el tiempo, ¿no? Pa que le voy decir
mentiras, yo ya ni me acordaba de su cara. 

RENATO.– Yo la habría reconocido en cualquier parte, a ojos cerrados. (Le da


una palmada en el trasero. Ella se aparta, asustada ).

NICOLASA.– Fíjese. Es que he estado tan dedicada al trabajo. Y con tres hijo...

RENATO.– ¡como así! Yo creí que eran hijas.

NICOLASA.– No, son hijo. Los tres son hombres

RENATO.– Entonces entendí mal cuando hablamos por el teléfono.

NICOLASA.– ¿por el teléfono? Aaah yo estoy enterada de todos esos adelantos.


El Abelino me contaba. El Abelino era mi maridó. Abelino Morales.

RENATO.– ¿Abelino Morales, Abelino Morales? Parece que yo no lo conocí, ¿Con


él te fuiste?

NICOLASA.– Con él me fui.   

RENATO.– Y así que ahora está viudita.

NICOLASA.– Sí. Es que se murió.

RENATO.– Lo siento mucho, Ñatica.

NICOLASA.– iY yo! Me quedé sin decirle unas cuantas cosas.


RENATO.– iHay que ver como son las cosas de la vida!, in¡? ¿Cuándo me iba yo
a imaginar que se me iba a ir así, tan de repente, sin avisar siquiera? iCon lo bien
que lo pasábamos juntos! ¿Se acuerda? (La pellizca, doña Nicolasa da un gritito )
Y no quiere que la trate de ingrata. ingrata, eso es lo que es! Porque todas esas
historias de que tenía otra mujer no eran ciertas. Que me parta un rayo, si miento.
La prueba es que no me casé y que la he estado esperando, solo, solito,
acordándome de usté día tras noche (le da un codazo) Las noches sobre todo. En
cambio usté, si hasta parece que recién me viniera conociendo. ¿Y la pulsera?

NICOLASA.– (Asustada) ¿ Qué pulsera?

RENATO.– ¿Ve como es conmigo? "Nunca me la voy a quitar", me dijo cuando se


la regalé. Y ahora no la tiene.

NICOLASA.– iHay que ver como soy de desmemoriada!

RENATO.– Es que te casaste.

NICOLASA.– De pronto fue por eso. Tanta rabia que le saca a una el marido, que
todo se olvida.

RENATO.– Pero te acordarás de ese día que fuimos a bailar a escondidas de tu


mamá y después nos encontramos con ella en el baile. ¿Te acuerdas? i La cara
que puso (ríe ).

NICOLASA.– (Ríe, se pone seria ) No me acuerdo.

RENATO.– ¿Cómo que no te acordas?

 NICOLASA.– Es que tanto años que han pasado.

RENATO.– iY no te acuerdas de... de.... de qué, aaaah? ¿Del primer día que me
convidaste a tu casa y a tu mamá se le reventó el collar que tenia?

NICOLASA.– (Feliz) iDe eso si me acuerdo! Se le cayeron todas las bolitas


adentro de la olla 'de los frisoles! (ríen).

RENATO.– (Ríe) iY tu hermana se tragó una, después!

NICOLASA.– iNo! Fui Yo la que me la tragué

RENATO.– No, fue tu hermana.

NICOLASA.– No, si fui yo. De eso me acuerdo.

RENATO.– ¿Y qué fue de tu hermana?


NICOLASA.– Tan locá que era.se fue con un mal nacido. Y nunca más supimos
de ella.

RENATO.– Y tan seriecita que parecía.

NICOLASA.– Se hacía la mosca muerta,

RENATO.–Pues sí, . (Suspira) Y yo, tan ilusionado que venía. Ahora que estamos
solos los dos, me dije, que podríamos juntarnos, otra vez.

NICOLASA.– bueno, ¿y eso por que?

RENATO.– Es que uste esta toda rara conmigo. Me mira como si fuera
desconocido. Y ni se acuerda que una vez me miró con buena cara.

NICOLASA.– ¿Qué, acaso ahora me veo con mala cara.? (le sonrie
coquetamente).

RENATO.– ¿Por qué me hace eso? iNo ve que me da esperanzas? Y yo, usté
sabe, siempre listo. Vea tengo mi sueldo y ya me voy jubilar y quiero dedicarme a
usté. ¿O, que me ve muy viejo?

NICOLASA.– No, si uste, está bien todavía. Yo, aquí, donde me ve, tengo casi
todos mis dientes y trabajo como una joven, mis hijos le pueden decir, sé hacer
desde arepa de pegao con queso hasta sancocho de las tres carnes... Y si quiere,
hasta tortas con todas las frutas le hago.

RENATO.– Yo tengo una finca muy linda, desde hace veinte años.

NICOLASA.–Si me sigue hablando así me va a convencer.

RENATO.– Podríamos irnos unos días para Tolú.

NICOLASA.– iPero eso queda como a una semana de viaje!

RENATO.– No, no esta tan lejos iva a ver le va a gustar mucho Tolú! En la playa
hay unos edificios de tres pisos.

NICOLASA.– No sea fastidioso, que mi marido me decía muchas cosas así , y ya


no creo en ninguna de esas historias..

RENATO.– En un rato van a poner la luz.

NICOLASA.— ¿Cuál luz?

RENATO.– Pues La luz eléctrica.


NICOLASA.– Ah, entonces, ¿hay luz eletrónica?

RENATO.– En momentico la ponen.

NICOLASA.– iAy, que bueeno! iPa que estos bolsones de mis hijos vean que no
era mentira! cuando llegue la luz eletronica les avisamos a todos que nos
casamos. (Entra doña Rebeca, que mira atentamente a Nicolasa y, en seguida, se
lanza a sus brazos).

REBECA.– i Nicolasa!

NICOLASA.– iRebeca!

REBECA.– ¿Qué haces aquí?... ¿Cómo me encontrastes?

NICOLASA.– ¿ Y qué haces tú aquí?

REBECA.– Esta es mi casa. (Ve a Renato y se lanza a sus brazos, con


entusiasmo) iÑatico!

RENATO.– i ah! (Sorprendido) iÑatica! (A doña Nicolasa) Así que usté no es la


Rebeca.

REBECA.– No, yo soy la Rebeca. ¿Qué ustedes se conocen?

NICOLASA.– Claro. I Y hasta nos vamos a casar!

REBECA.– (Llevándose las manos al corazón)  ¿Qué?!

NICOLASA.– iQue nos vamos a casar!

REBECA.– iAy, la valeriana! (Corre hacia la casa, seguida por Renato ).

RENATO– Rebequita, Ñatica, déjeme le explico! (Salen)

NICOLASA.– iah! (Al público). Parece que la embarré. (Se prenden las luces
repentinamente y doña Nicolasa, con la impresión, cae lanzando un grito)i i aiiiiihi!

RENATO.– (Vuelve asustado)¿Qué pasa? (Se inclina sobre ella )

NICOLASA.– iMe asustó! La luz elétronica! (Entra doña Rebeca, corriendo)

REBECA.– ¿Qué pasó?

RENATO.– (Suelta a doña Nicolasa) Nada, nada solo se asustó.

REBECA.– i La valeriana! (Sale corriendo J.


NICOLASA.– (Renato la ayuda y la lleva hasta una silla). Si no es nada. Fue no
mas la impresión, , ¿No ve que la luz llegó 'de repente. (Vuelve doña Rebeca,
corriendo, con un frasco cuyo contenido hace oler a Nicolasa). iAy! ya me 'estoy
acostumbrando. iQué bonita es! Si parece que fuera de día, ¿No es cierto? Se ve
tan clarito, mire como se ve todo de bonito  Parece cosa de cuento. Con razón se
acuestan tarde aquí, si hacen la noche día... ¿No se podrá poner esto en el
campo?

RENATO.– Como había tan poca luz, la confundí.....Creí que usté era Rebequita.

NICOLASA.— Raro me Había parecido tanto amor de buenas a primera.... Y a


usté lo veo mucho mejor que antes La elétrica lo favorece mucho. (Lo mira muy
de cerca).

RENATO.— (Nervioso)j hace años que no veía a Rebequita... y como se


parecen...

NICOLASA.– Favor que me hace, porque la Rebeca es bien bonita.

REBECA. – El favor me lo hace a mí. (Se tornan del brazo). Nicolasa. Parece que
el tiempo no te ha pasado.,

NICOLASA.— iQuién creyera! Si estoy como una pasa.

REBECA.– no… si yo parezco tu abuela.

NICOLASA.– las cosa que decís boba.

REBECA.– No es raro que Renato se haya entusiasmado viéndote a cualquiera le


hubiera pasado.

NICOLASA.– Es que pensando en ti el me miraba.

REBECA.– Si vos lo queres, no vas a pensar que yo te lo quiero quitar. (Empuja a


Renato hacia Nicolasa).

NICOLASA.— (Empuja a Renato hacia Rebeca). ¿Cómo te voy a quitar lo tuyo?

REBECA.– Quédate con él, Tanto será que me quiere que hasta me confundió y ni
cuenta se dio.

RENATO. – (Tratando de coquetear con Rebeca ). No diga esas cosas Rebequita,


que Dios la puede castigar.

REBECA.– (Sin hacerle caso).pero hace nada cuando hablamos por teléfono me
dijo:“Nunca la he olvidao” y muy perdía no andaba, por lo que veo.
RENATO.— Pero, ñatica, dese cuenta, fue por el parecido.

REBECA,.– Bueno, pero iguales, iguales no somos.

RENATO.—pero es que hace tanto que no la veía.

REBECA.– ¿Y pensó que estaba tan vieja? ¿Tan cambiada me ve?

RENATO.– ahora que las veo juntas no,

NICOLASA.– ¿Así que yo me veo mas vieja que Rebeca?

RENATO.– No, si yo.....

NICOLASA.– (interrumpiéndolo). Con toda la pintura que tiene encima, ¡como no!
Mírele la boca, si parece que hubiera estao comiendo moras

REBECA.– Con la cara lavada me veo mejor pa que sepas…y bueno sería que te
pintaras un poquito porque así parece que estuvieras enferma

NICOLASA.– vos si que pareces enferma con esas ojeras de tísica.

REBECA.– Seguís igual de deslenguada que antes.

NICOLASA.– El que me tira la lengua, lo muerdo. Si él no me hubiera dicho nada,


ni una palabra hubiéramos cruzado, pero lo hubieras escuchado,. Las palabras
bonitas que me decía. Y algo le habrá gustao de mi que me habló de casorio, y
yo no le dije nada para que se entusiasmara. Solo me vio y ya..

REBECA.– (Renato quiere hablar, pero ellas no le dejan ) ¿Y le creíste? Si éste,


cuando nació, en vez de llorar, dijo una mentira.

RENATO.– Pero si yo no he hablado en ningún momento de matri...

NICOLASA.– Ni una palabra le creí, pero no le iba a estar poniendo mala cara en
casa ajena.

REBECA.– (Las dos se sientan juntas, muy amigas). iTodos los hombres son
iguales!

NICOLASA.– Si iguales ¿No lo voy a saber yo? Todos cortaos con la misma tijera
así que no te preocupes, que a mí no me interesa.

REBECA.– iQué ocurrencias, iQué me voy a preocupar por éste! ¿Y con el gusto
de tenerte aquí? Meno.

RENATO.– Oiga Rebequita, no me haga el desplante, pues.


REBECA.– (Le vuelve la espalda ostensiblemente). ¿Y andas sola?

NICOLASA. – Ando con mis hijos

REBECA.– ¿Y tu marido?

NICOLASA.– El canalla me dejó, Viuda

REBECA.– Yo también quedé viuda.

NICOLASA.– Hubieras conocido a Abelino, era gracioso y divertido, hasta


cuando lo enterramos tuvo cara de risa, sano, sin vicio eso si poco aficionao pal
trabajo, pero eso son cosas de hombres, digo yo. ¿Y esta casa te la dejó tu
marido?

REBECA.– Claro.

NICOLASA.– Bien grande

REBECA.– ¿Queres conocerla por dentro?

NICOLASA.– Vamos (Se levantan y se dirigen hacia la casa). Tan lindo que tenes
esto. (Salen, Renato las sigue, tratando de ser oído ).

RENATO.– Ñatica... Señora Nicolasa... Rebequita... (Sale. El escenario queda


sólo un momento. Luego entra Gilberto, casi corriendo, seguido de Chepa. E/ mira
las ampolletas, deslumbrado, sin hablar durante un momento )

GILBERTO.– Así que ésta es la luz elétronica... (Ella asiente, Sonriendo) iChito,
que luz! Yo creía que era distinta.

CHEPA.— ¿Cómo?

GILBERTO.– No sé... Más oscura... parece una estrella amarrada con un hilo...
Como cuando uno mira el sol de frente.

CHEPA.– Cuando se acostumbre ni se va a dar cuenta.

GILBERTO.– ¿Usted está acostumbrada?

CHEPA.– ¿A qué?

GILBERTO.– A la luz

CHEPA.– Ah... sí.

GILBERTO.– ¿Y todas las noches esta igual?


CHEPA.– Igualita.

GILBERTO.– ¿Y usté?

CHEPA. – ¿Yo?

GILBERTO.– Sí, usté.

CHEPA.— ¿Yo qué?

GILBERTO.– ¿Esta todas las noches igual?

CHEPA.– Sí.

GILBERTO.– ¿Siempre solita?

CHEPA.– Es que mi novio es marino.

GILBERTO.– Ah. (Pausa. Los dos vaqan un momento entre las mesas, como
evitando darse la cara). Mi taita siempre me contaba del pueblo.

CHEPA.– ¿Sí?

GILBERTO.– Hablaba de puras maravillas, pero no me recuerdo que haya hablao


de algo como usté. Aparte de las sirenas, claro.

CHEPA.– (Acercándose a él, interesada). ¿Y que decía de las sirenas?

GILBERTO.– Que cuando cantaban las sirenas , uno se quedaba peqao al suelo y
no se podía mover más... ¿Uste no será una sirena?

CHEPA.– (Ríe) Pero yo no canto.

GILBERTO.– Es como si cantara.

CHEPA.– ¿ Y su papá venia siempre solo?

GILBERTO.– Sí. Nos decía:"No le digan a su mamá que me voy pal pueblo a
echar una cana al aire”. Y era cierto, llegaba más animao, con meno canas. Y yo
pensaba:"¿Por qué no llevará a mi ama? “¿Por qué irá solo?".Y era que en esas
entonces mi mama no tenia canas…. Bueno qué lástima no haber venido antes, a
lo mejor la habría encontrao sin compromiso y nos habríamos podido casar.

CHEPA.– Pero si uste ni me conoce.

GILBERTO.– ¿Cómo que no? ¿ Y no estamos hablando y no estamos


mirándonos? ¿Qué más quiere?
CHEPA.– Si usté me conociera más, no me querría pa casarse.

GILBERTO.– ¿Y pa qué, entonces?

CHEPA.– Pa... Uste sabe, pues.

GILBERTO.– Pa todo.

CHEPA.– Claro, pa eso.

GILBERTO.– ¿Sabe contar historias?

 CHEPA.- Sí, sé.

GILBERTO.– ¿Sabe cantar? ¿Sabe trabajar?

CHEPA.– Sí, sé.

GILBERTO.– ¿Y hacer comida y cuidar a los chiquitos?

CHEPA.– (Ríe) iEso lo sé!

GILBERTO.– ¿Y le gustan los caballos, los perros, los gatos, las gallinas?

CHEPA.– Si me gustan.

GILBERTO.– ¿Ve? ¿Cómo no quiere que la quiera, entonces?

CHEPA.– (Sonrie) Usté me gusta. Yo ni le cobraría.

GILBERTO.– ¿Que hay que pagar para quedarse en el pueblo?

CHEPA.– No... Hay que pagar para estar juntos.

GILBERTO.– ¿Y cuánto le debo?

CHEPA.– Nada, todavía no.

GILBERTO.– iPero si estamos juntos!

CHEPA.– ¿No se haga? ¿No ve que me da pena?

GILBERTO.– No le entiendo.

CHEPA.– ¿Que usté no ha estado enamorado?

GILBERTO.– ¿Y de quién? Si allá arriba no hay más mujer solo mi ama.

CHEPA.– ¿Ni... ni se ha acostado con nadie?


GILBERTO.– Ah, sí, claro. Con el Graciano y con el Nicolas.los tres dormimos en
el mismo catre. ¿Por qué?

CHEPA.– No… yo digo con una mujer.

GILBERTO.– No, me daría mucha pena.

CHEPA.– ¿Conmigo también le daría pena?

GILBERTO.– (Se aleja de ella, sujetándose el sombrero con las dos manos y
riendo de nervios y de vergüenza). iClaro!... un poquito umm... No sé... No creo
(Corre hacia ella) ¿Por qué no miramos?

CHEPA.– Bueno.

GILBERTO.– Ah, pero no se va a poder.

CHEPA.– ¿Y por qué no?

GILBERTO.– Por su novio.

CHEPA.– Pero él no está aquí.

GILBERTO.– Sí, pero el compromiso es compromiso.

CHEPA.– Claro. (Se aleja un poco).

GILBERTO.– Que de malas, ¿ah? Yo pensaba que cuando uno se quería casar
todo era fácil. Pero no, cosas que piensa uno allá arriba, de puro inorante, todo es
distinto aquí'!

CHEPA.– ¿Sí? A ver relájese.

GILBERTO.– ¿Y como?

CHEPA.– No sé, dé una vuelta canela o ríase.

GILBERTO.– no tengo, ganas

CHEPA.– (Chepa le hace cosquilla, él escapa, juegan entre las mesas y,


finalmente, ella lo agarra de la manta y caen los dos al suelo, riendo ) ¿Ve que se
rió?

GILBERTO.– eso fue trampa

CHEPA.– Es que yo soy muy tramposa. (Se levanta, apartándose de él).

GILBERTO.– ¿En qué está pensando?


CHEPA.– Me imagino que donde usted vive todo ha de ser tan bueno, debe ser
tranquilo.

GILBERTO.- Si muy tranquilo.

CHEPA. – Oiga, Gilberto, ¿y usté se casaría conmigo, aunque supiera que...?

(Se escuchan los gritos de Graciano y Nicolás, cerca. Luego entran los dos,
corriendo, y dan vueltas por el patio, examinando las luces, entre asustados y
curiosos. Detrás de ellos entran Isaura y Yola).

GRACIANO.–¡ Mirá como brilla la luz eletronica!

NICOLAS.– ¿no será malo pa la salú?

YOLA.– Si uno mete los dedos en el enchufe, ahí si que es malo. (ISAURA, RÍE.)

 GRACIANO.– ¿Cómo? Y

YOLA.– Si uno saca los bombillos y mete el dedo adentro, cae fulminado como por
un rayo.

GRACIANO.– ¿De verda?

YOLA.– si , asique no haga la prueba, mijito, que no quiero quedar viuda antes de
casarme.

ISAURA.- ¿Tú también te casas?

YOLA.– (Fina) Es que el Graciano me conquistó apenas lo vi. Ni me acuerdo de


mis otros pretendientes,. Nos vamos mañana pa allá arriba, le he dicho que por
aquí no aguanta quedarse, que la gente es muy mala y que las niñas solteras
corremos tanto peligro ¿No es verda Chepa?  (CHEPA ASIENTE SIN HABLAR.)

ISAURA.– Yo le dije a Nicolás que nos casamos en la mañana temprano y que


nos íbamos como flecha pal peladero

NICOLAS.– Tan peladero tampoco.

ISAURA.– (Abrazándolo feliz), Ay, si a mí no me importa.

YOLA.– (Sin aliento) Oigan muchachas, no le hemos dicho nada a doña... a mi


mamá.

ISAURA.– ¿Y pa qué? Pero si queres le decimos ya.

CHEPA– Vamos.
ISAURA.- Vamos a ir a avisarle a mi mamá.

GRACIANO.– Aquí las esperamos, pues.

ISAURA.– no nos demoramos ni un respiro. (Saliendo) Vamos, Chepita, (Chepa


sale detrás de Isaura y Yola )

NICOLAS.– (Lanza su sombrero al suelo y se da una vuelta de canela) iPor las


entre canillas que me gusta la patilluda!

GRACIANO.– Me quede como encalambrao cuando fuimos pal río.

GILBERTO.– Si tanto frío no hacía.

GRACIANO.– No, si de puro tenerla al lao fue que me encalambré, no sé qué me


pasaba. Andaba tropezando con todo. Y cuando dio la mano me dio un escalofrió,
sude hasta frío, ya ni me acuerdo de lo que le hablé, pero ella no paraba de reírse.
Cuando de repente se puso, bien seria, se me acercó, me estiró la trompa y yo
sentí que me caía, pero me le fui pa encima y tenía la boca suavecita, me
embrujó me dije y me va a llevar al despeñadero, pero yo seguí chupando trompa,
al rato me di cuenta que la yola estaba con las pechugas medio peladas, pare y le
dije que le podía dar pulmonía y lo que hizo fue reírse! i yo también me reí! inos
reímos como caballos!

NICOLAS.– Es que son más diablas, Yo, con Isaura, llegue hasta el borde del rio
y la luna iluminaba tanto que me dijo: "'Vámonos pa debajo de los árboles que hay
mucha luna aquí'(ríen), Yo no veía nada, pero allá fuimos. Y le dio por sentarse, yo
me senté. Y se acostó, yo me acosté, y como estaba callada le hice cosquillas pa
que dijera algo se largo a abrazarme como enferma de la cabeza. (Ríen). "esta
asustada?", le dije yo. "Es que sentí' una cosa helada y creí que era una culebra
yo busque por todos lados y no había ni rastro 'de la culebra se puso toda
nerviosa dizque porque a cada rato estaba sintiendo la culebra! ('Ríen a gritos). al
final nos quedamos bien junticos y ya no se asustó más. Estábamos en esas
cuando prendieron la luz elétrica y vinimos a mirar.

GRACIANO.– ¿Y a vos, Gilberto, cómo te fue?

GILBERTO.– Me fue mal.

GRACIANO.– ¿Qué te dijo?

GILBERTO.– esta comprometía con otro gallo.

NICOLAS.– iVos si sos mucho miao e perro!


GRACIANO.– ¿Y qué importa que esté comprometida? Llévatela, que Nosotros te
ayudamos.

GILBERTO.– No, el gusto tiene que ser de los dos, .

NICOLAS. – No te aflijás, que otra mejor debe haber en el pueblo.

GRACIANO.– Y ésta es como medio patuleca y deslavada, mejores vas a


encontrar.

GILBERTO.– hagámonos pasito pues ! que la chepa tiene las patas bien
derechitas, así rucias me gustan a mi a mí.

NICOLAS.– No te enojes hombre que lo decíamos charlando.

GILBERTO.– Cada uno con lo que le toco y punto no mas del tema.

GRACIANO.– En el pueblo vas a encontrar alguna y vas a tener que escoger.

GILBERTO.– Aunque viera a todas las mujeres del mundo siempre la Chepa sería
la mejor para mí. lo mejor será olvidarla y quedarme solito, pero estoy como
embrujao, mañana me voy a tener que ir pa arriba, aunque me tenga que tapar la
cabeza con la cobija pa no verla ni oírla.

.GRACIANO.– ¿Pa que lo tomás así', . Si no es pa tanto. (Entra doña Nicolasa).

NICOLASA.– Vamos de aquí. que con estas muchachas no se van a poder casar.
(Empieza a recoger sus bultos ).

NICOLAS.– (Levantándose de un salto) iSi ya dimos nuestra palabra!

NICOLASA.– Se la van a tener que devolver.

GRACIANO.– ¿Y por qué, si se puede saber?

NICOLASA.– Porque estas niñas son hijas de mi hermana Rebeca, y no voy a


permitir casorio entre primos, no ven que después los hijos pueden salir bien
bobos.

GILBERTO– ¿Cual Rebeca?

NICOLASA.– Pues Rebeca, esa hermana atravesada que tuve yo, ella es la
dueña de todo esto y la mama de las tres muchachas.

GRAClANO.– ¿Entonces somos primos?

NICOLAS.– Yo me caso a mi no me importa.


NICOLASA.– A ti no te importará, pero a ella sí.

NICOLAS.– ¿Qué dijo?

NICOLASA.– ¿Qué van a decir, si la Rebeca no las ha dejado ni abrir la boca?


Pero espérense a que le pregunte y van a ver.

GRACIANO.– ¿Y qué vamos a hacer?

NICOLASA.– Resignarse a su suerte, y aguantarse.

NICOLAS.– iBien de malas que somos nosotros!

GILBERTO.- Tan bien que estábamos.

GRACIANO.– ¿Y está segura que si es su hermana?

NICOLASA.– ¿Cómo no voy a saber bolson?

GRACIANO.– Es que… ¿cómo va a ser tanta la mala suerte? Si hasta dolor de


cabeza me da por la yola

NICOLASA.– Habrá sido mejor así. En el pueblo van a encontrar mejores.

NICOLAS.– iSi no queremos otras mejores, queremos son a éstas!

GILBERTO.– Pues si.

NICOLASA.– Son muy flojas, no sirven para trabajar en el campo y si salen como
la mama, poco durarían al lado de ustedes.

GRACIANO.– ¿ Y cómo sabe, ama?

NICOLAS.– Son menos flojas que usté.

NICOLASA.– Respetame que soy tu mamá, culicagao . Apréndele a Gilberto que


el si le hace caso a su mama.

NICOLAS.– ¿Y qué va a decir este jetón,?,

GRACIANO.– No se comprometió con nadie.

GILBERTO.- iEsa es la suerte del bobo!

NICOLASA.– ¡Aquí se hace lo que yo diga! ¿Me oyeron? Y nos devolvemos como
un tiro pa la casa, ven a estos jetones.

NICOLAS.– No ven que nos va a tener amarraos allá arriba.


NICOLASA.– (Le pega con uno de los bultos) La cara se te ha de caer, mal hijo,
alegándole a tu mamá, que se ha sacado los ojos pa que vivan como la gente y no
como bestias que son. ¿Quién te enseñó el A, B, C, y a agarrar el lápiz ah? Si no
fuera por mí, nadie sabría distinguirte de caballo. Pero caro ven una falda y ya
quieren pasar por encima de una, iHasta que no me saquen con las patas pa de
lante se hace lo que yo diga!, que para eso me he quebrado la mula por los tres, y
bien casaos los he de ver, aunque no quieran... bueno sería que ahora que estoy
vieja y sin fuerzas, tuviera que cuidar solterones y es ley de la vida, que el que se
case con una prima, tenga hijos bobos.

NICOLAS.– ¿Y cómo el Gumersindo Martínez se casó con una prima y el niño les
salió sanito

NICOLASA. – Pues eso es señal que el niño no es del Gumersindo Martínez.

GILBERTO.– ¿ entonces de quien va a ser,?

NICOLASA.– Gente dispuesta hay en todos laos. (Se escuchan voces que se
acercan) ahí viene la Rebeca, se las voy a presentar. (Los hermanos se ponen en
fila. Entra doña Rebeca con Renato, seguidos por las chicas)bueno estos son mis
hijos, Rebeca, Nicolás, Graciano y Gilberto Esta es su tía Rebeca, muchachos.
(Doña Rebeca le da la mano a Graciano).

GRACIANO.– Graciano Morales. (Se saca el sombrero, Rebeca le da la mano a


Nicolás, que se saca el sombrero).

NICOLAS.– Nicolás Morales.

REBECA.– Bien buenos mozos tus hijos, Nicolasa. (Le da la mano a Gilberto, que
se saca el sombrero y hace una inclinación)

GILBERTO.– (Murmura). Gilberto Morales.

NICOLASA.– Están bien alimentaos y educaos. Y son fuertes como toros, este
caballero es don Renato Sepúlveda, administrador de la luz elétrica. (Los
hermanos, muy impresionados, se quitan rápidamente el sombrero y le dan la
mano a Renato).

GRACIANO.– Graciano Morales.

NICOLAS.– Nicolás Morales.

GILBERTO.– Gilberto Mórale.

REBECA.– ¿Y ya se conocieron con las niñas?


NICOLASA.– Ya se conocieron, hasta se querían casar con ellas. Lástima que no
se va a poder.

YOLA.– ¿Y por qué no?

NICOLASA.– Es que nosotras somos hermanas.

ISAURA.–¿Y eso que tiene que ver?

NICOLASA.– Que ustedes son todos primos.

YOLA.– ¿Primos?

CHEPA.- ¿Nosotros?

ISAURA.- ¿De dónde... ?

REBECA.– (Interrumpiéndola) ¿Le ofrecieron un traguito a don Renato?

CHEPA.– Yo le sirvo, doña... mamá...

REBECA.– Acomódense, no más, que nosotras tenemos que hablar unas


palabritas, con permiso, atiéndalos, Chepita. (Se aparta con las niñas) iQue no te
acordas que yo le jure a Renato que ustedes eran hijas mías? El está todo
contento conmigo, y parece que quiere casorio, y ustedes son mis hijas .

YOLA.– Mire, doña Rebeca, no porque usté se quiera casar, nosotras nos vamos
a quedar vistiendo santos

ISAURA.- Nos vamos a casar, con los muchachos.

YOLA.- Así que mejor diga le la verdad a su caballero, porque si no vamos a decir
que no somos primos.

ISAURA.– ¡Chis! ¿ a demás uste cree que se nos va a presentar otra oportunidad
como esta y bien contentas que estamos con ellos, son todos lindos!

REBECA.– ¿Creen que voy a dejar que me dejen como mentirosa? Ustedes son
jóvenes y pueden esperar, en cambio yo, si no me apuro, pierdo el tren por secula
seculorum. (A público)  Y estoy en edad de ser una señora respetable de su casa.
(A Isaura y Yo/a) Ustedes que me hacen quedar mal y yo le digo a los muchachos
que ustedes son unas perdías. iAsí que elijan!

YOLA.– Usté que le dice a los muchachos que somos unas perdías y nosotras que
le decimo a su Renato que usté fue la que nos perdió.
ISAURA.- Pues si. Y le contamos que la “Quinta de Recreo”, es la casa de
remolienda más afamada de la zona, a ver que dice.

REBECA.– ¿Así que ustedes prefieren que nos quedemos todas mirando?

ISAURA.– Somos tres contra una, doña Rebeca, y estamos decididas a casarnos.

YOLA.- Y usté que nos echa al agua y nosotras que le armamos un escándalo en
la casa.

REBECA.– Ustedes que me arman bonche, y yo las hecho.

ISAURA.– Ay, no me voy a poner a llorar.

YOLA.- Mejor, así nos vamos con los muchachos pa´ otra parte

REBECA.– será que se van con ustedes si saben la clase de mujeres que son.

ISAURA.– No me tiznes, dijo la sartén a la olla.

REBECA.– Bueno, digan que soy una mentirosa y van a ver lo que voy a decir yo.
(Se aparta de ellas y va hacia el grupo, que se ha instalado en dos mesas juntas.
Las chicas salen casi corriendo detrás de ella). Bueno pues, Chepa niña, tócate
una cosita pa festejar a la visita.

CHEPA. – Yola es la que sabe tocar.

YOLA.– Ah, no. Yo no pienso tocar nada, ni muerta.

GRACIANO.– ¿Ni aunque yo se lo pida?

YOLA.– Bueno, es que... No estoy de ánimo ahora.

NICOLASA.– Si pal mal de amores no hay como quejarse cantando, el Abelino


decía, Llórenla con guitarra, que así se les va a pasar la pena.

ISAURA.– iNo estamos en pena!

RENATO.– ¿Cómo va a ser eso? (Le entrega la guitarra a Yola). Las penas se
matan cantando,.

YOLA.– (Entregándole la guitarra a Isaura). Yo no canto.

ISAURA.– Yo menos.

CHEPA.- Yo tampoco.

ISAURA.- (Le pasa la guitarra a Rebeca) Cante usté, que esta más contenta.
RENATO.– iClaro! iCante!, Rebequita!

REBECA.– Si yo no soy rogada, como éstas. Si tus hijos bailan, Nicolasa, yo les
canto.

NICOLASA.– No bailan nada mal. Les he enseñado de todo. !a ver salgan a bailar
i no me hagan quedar mal aquí! (Los muchachos se levantan, amurrados).

NICOLAS. – iPa las ganas que tenemos de bailar!

GRACIANO.– Sí,.

GlLBERTO.– (A Chepa). Bailemos, aunque sea.

CHEPA. – Bailemos. (Ellas también se levantan,  desganadas).

RENATO.– Cante la canción del vendaval   ¿Se acuerda? (Rebeca ríe)

REBECA.– (Canta)   Échale chicha a los vasos, que caiga en la mesa, que
empiece a correr, que habiendo una buena niña, y una güeña mesa, i que dicha y
placer! Se oye el rugir de un vendaval nadie se atreva a salir de aquí con este
temporal. (Nicolasa y Renato aplauden)

NICOLASA.– Muy bonito.

RENATO.– Muy sentido, Ñatica, muy sentido.

NICOLASA.– Ahora estarán mejor.

NICOLAS, GRACIANO.– (Enojados) Pues claro,

YOLA.– (Decidida). Oiga, amá, acérquese pa este lao, que tenemos que aclarar
una cuestión.

REBECA. – (Rezongando) iMmmm!... Bueno... (A Renato) Estas niñas, por Dios,


están alzadas con la visita.

(Se apartan nuevamente, mientras Chepa cuenta algo que doña Nicolasa, Renato
y los tres hermanos, escuchan atentamente).

YOLA.– Oiga, doña Rebequita, no sea malita, ¿Qué no hay otra forma pa que nos
casemos todas?

REBECA.– Claro, todas lindas encantadas de la vida y una, toda, jodidá, aquí,
sola.

YOLA.– No, yo digo, usté y nosotras, La Chepa no se casa, por el niño.


REBECA.– Ah, yo no sé nada, Yo no abro la boca. Y no me llamen de nuevo, que
no voy a volver. (Se aparta de Isaura y Yola y se acerca al grupo).

YOLA.– Esta vieja no se va a salir con la suya perder al Graciano así, con la boca
cerrada, prefiero perderlo paliando.

ISAURA. – (Sujetándola de un brazo) hey, espérate. ¿Y si los muchachos nos


dejan plantadas a todas.

YOLA.- ¿Qué vamos a hacer?-.

ISAURA.- Eso es seguro que la vieja nos echa a patadas de aquí.

YOLA.– Prefiero pedir limosna a quedarme con ella, viéndola contenta con su
Renato.

ISAURA.– Pero, ¿y la Chepa? Acordate del niño y que no tiene dónde caerse
muerta.

YOLA.– Todo lo que tengo se lo doy. Además ella no está metida en el bonche,
no tiene por que echarla.  Pero yo callada no me quedo.

ISAURA.- Bueno, hablá, que yo te sigo.

YOLA. – (Acercándose a Graciano, desafiante) vos crees que somos primos y


que no nos podemos casar, podes estar tranquilo, Graciano. Que no somos ni
parientes.

GRACIANO.-- (Sonriendo). Claro, si yo ya lo sabía.

YOLA.– ¿Cómo sabías?

GRACIANO. – La Chepita nos contó.

REBECA.– (Levantándose furiosa) ¿Qué les contó esta mosca muerta?

GRACIANO.– Pues que son hijas adoptivas.

REBECA.– ¿Hijas adoptivas? ... iPues claro! Si son adoptivas.

RENATO.– Un gesto muy noble de tu parte, Ñatica, adoptar a estas niñas,


realmente has cambiado mucho, estoy orgulloso de usté.

NICOLAS.– (A Isaura) ¿Así que no tenemos ningún impedimento? (Isaura lo


abraza).

YOLA.– Chepita, nunca te vamos a poder pagar lo que habes hecho por nosotras.
ISAURA.– (Abrazando a Chepa). Una hermana de verdad sos para mí.

YOLA.– Y nosotras, todas preocupadas.

CHEPA.– (Sonríe tristemente)  yo quiero verlas casadas .

ISAURA.– Un altar te mereces por esto, Chepita de mi alma.

RENATO.– (Levantándose)  Y .....¿Y no les gustaría que yo fuera su papá


adoptivo?

REBECA.– (Dichosa, abrazándolo)  iRenatico!

RENATO.– ¿Cómo no va a participar uno de tanta alegría, pues?

YOLA.– i Que día tan bueno el de hoy ya tengo papa, mama hermanas y novio
que dicha.

ISAURA.– ¿No estaremos soñando?

YOLA.— Pareciera que sí, pero estamos bien despiertas.

NICOLASA.– (Levantándose) ¿Y no será peligroso que se casen entre primos


adoptivos? (Se sienta entre la protesta general).

NICOLAS.– No, pues, ama.  ¿No ve que no somos ni parientes?

GRACIANO.– Entonces mañana nos casamos y nos vamos.

YOLA. – Pues como mande su merced.

RENATO.– (Se levanta. Doña Rebeca hace callar a todos, frenéticamente, Renato
tose). En estos momentos en que me embarga la emoción, digamos, quiero
expresar mi sincero sentimiento de alegría, digamos, al ver reunida en esta mesa,
digamos, a esta feliz familia. (Aplausos) Tomo la palabra, por que el vino me lo
tomo ahora – (Ríe con su chiste) para brindar porque vuestra y nuestra felicidad
sea tan eterna, como eternas son las glorias de nuestra querida Colombia.
(Aplausos)  Por eso es que, digamos... iDigamos salú,

REBECA.– (Se levanta y lo abraza) iÑatico!

TODOS.– salud! (Beben entre risas y comentarios).

REBECA.– Y que va a pasar con la Chepita?

CHEPA.–Pues yo me quedo aquí.


GILBERTO.– Bueno pero uste si es bien porfiada, ¿no? ¿Y se va a quedar solita,
esperando?

CHEPA.– Sí.

GILBERTO.– ¿No quiere que la acompañe?

CHEPA.– Usté se tiene que devolver pa su tierra.

GILBERTO.– Pero si usté quiere, yo me quedo... (Los otros lanzan risueñas


exclamaciones ante esta declaración).

REBECA.– iUy, mírenlo!

RENATO.– ¡Ah, diablo!

GILBERTO.– iComo amigos, no más! (Risas).

YOLA.– iSí, como será eso!

REBECA.– iNo será creerle!

ISAURA.–Chepa decile ya.

YOLA.– Si es lo mejor.

ISAURA.– iDile, pues! (Chepa se levanta, tomando a Gilberto de la mano).

CHEPA.– Gilberto es que... (Se escucha una risa estridente y entran las mujeres
desgreñadas, muertas de la risa y están medio borrachas).

CORINA-Buenas noches, misia Rebequita, aquí venimos a revolverla, otra vez.

TELMA- Es que no habiendo hombre en la calle, decidimos venir por aquí uste
sabe que nos gusta venir a tomar unos traguitos.

MAURA-Es que con lo mala que está la situación y con lo malo que se ha puesto
el clima, ningún hombre quiere pasar rico.

MIRTA-Es que además’ hay que considerar que nosotras ya no estamos pa’ que
nos pesquen. Ya estamos muy recorridas.

CORINA-(A Telma) Limpiate los mocos, mujer mucha cochina.

TELMA- Y es que hay que ver como está el clima de loco que no se decide , hace
un rato la noche estaba clarita y ahora está que se larga un aguacero.
REBECA-(Levantándose y aparentando modales) iMe disculpan señoritas! Se van
a tener que ir pa otro lao, porque nosotras ya cerramos el negocio.

MAURA-¿Que? ¿Y cuándo, cerro misia Rebequita,?

REBECA- Recién lo cerramos.

CORINA¿Y cómo tiene pues la puerta abierta y las luces prendidas?

MIRTA- Ole mira que las chachas de esta casa están bien acompañadas. A ver si
nos invitan pa’ pasar el frío.

CORINA¿Y por qué dice que esta cerrado si las niñas están en pie y bien
acompañadas?

REBECA – pues está cerrado y ya no vamos a atender a nadie más solo a estos
señores

MAURA- Ah pero eso no importa, porque nosotras somos como de la casa. (Se
sientan, juntando- dos mesas)

REBECA No, oigan, espérense... Ya les dije que se tienen que ir, que ya no
vamos a atender a nadie mas.

MIRTA- pero como esta de seria doña Rebequita. ¿Por qué mas bien no nos
pegamos una fumadita?

CORINA- Eso, doña Rebeca, pa’ relajar la cuestión échese una buena fumada.

REBECA-No voy a decirles nada malo, así que se me van a tener que ir.

TELMA-¡Hay que ver como esta de triste esto! ¿Qué se le murió alguien doña
Rebeca? ¿Se le murió el pajarito.?

MAURA- ¡Bueno aquí como que son poco amables con las colegas! (A Chepa)
oime, Chepita, tráete dos metros cuadraos de cerveza pa empezar. (A sus
amigas). ¿Ustedes han tomao cerveza compuesta?

TELMA-No, ¿Cómo es esa cuestión?

MAURA- Se hace con una vaso grandote con limón, sal y una cerveza, se
revuelve todo y ya.

MIRTA- iPero… eso no es dizque la miche lada?

CHEPA-(Se levanta). ¿Ya voy, doña Rebeca?


REBECA-(Se levanta). Vos ni te movas por que estas rotas ya se van.

TELMA, CORINA MAURA Y MIRTA–(Burlándose de doña Rebeca).


iUuiiuuyyyyyyy!

TELMA- iHay que ver como son de acaparadoras sus niñas doña Rebeca, eso no
nos gusta suéltenos a si sea unito.

REBECA-(Levantándose). iYa les dije que se fueran! (Se sienta)

MIRTA.–¿Y qué le pasa doña rebeca por que tan brava?

CORINA.–Ya, Yolita, dejanos un minuto que la noche está muy fría y no cazamos
ni un guevón a estas horas.

GRACIANO- ¿Qué dijo esa muchacha?

YOLA-(Muy digna). Esta loca no le haga caso, Graciano.

 CORINA-(Levantándose). ¿Como?... De rota y de loca me tratan ahora. ¿Qué…


acaso vos no haces lo mismo que hacemos nosotras?

YOLA-(Levantándose furiosa)  iYo no soy igual que vos!

TELMA-(A público). Y a éstas, ¿Qué bicho las picó?

CORINA-Parece que ninguno por eso andan de mal genio.

TELMA-Ya Pues mijito. Menéele el bichito a Yola, pa’ que le cambie la cara.

GRACIANO-Dejen de decir groserías. Esta es una casa de decente.

YOLA.– iMejor no diga nada!. (Los dos se sientan)

CORINA-Decente, decente . Decente a la cama debe ser.

MAURA- Bueno, ¿y las cervezas? ¿Las van a traer o no?

REBECA-¿Se van a ir o no? Por que si no se van voy a llamar a la policía.

MIRTA–iAy, por Dios pero como esta de alzada!

REBECA.–Como siempre.

MIRTA.– iPero ven a esta güevona.

REBECA.–¡ que se vallan ya!

RENATO.–¿Qué no oyeron a la señora? iVayan saliendo!


CORINA-(Al público). Están borrachos como piojos, eso es lo que pasa. (A
Rebeca ). Ya, hombre, no se hagan mas los bobos. Traigan las cervezas.

MAURA- iQue fiesta mas aburrida!... No hay cerveza.

RENATO-iYa pues! ya les dijeron que se fueran!

MIRTA- Oiga, señor, ¿cree que va a venir a gritarlos, aquí, porque anda con la
terna entera?... ¿Por qué no nos vamos pa’ otro lao los dos mejor?

TELMA-¿Te están gustando los viejos, ahora?

REBECA.–El caballero es administrador de la luz elétrica, pa’ que sepan.

CORINA-iAy valiente cosa ! iPa lo mucho que ha servido su porquería de luz! pero
(Tomando a Renato) Venga pa cá, cosita rica. Vamos hacer de todito.

RENATO-(Trata de soltarse). quíteme las manos de encima, cochina!

INCOLAZA-(Separándolos de un empujón). Ya, suelte, si no quiere que le deje el


hocico como el de un marrano

TELMA- ¿Y quién le tiró maní a este mico?

GILBERTO- Es mi mamá, pa que sepan.

TELMA-¿Tu mamá? (Ríen)

ISAURA-Y va a ser mi suegra.

NICOLAS-Sí porque yo voy a ser el marido

CORINA-¿Se van a casar? pues yo creo que es el primer casorio que se hace en
casa de putas! (Ríen a gritos. Nicolás, sorprendido, mira a Isaura ).

ISAURA.–(Empuja y patea a Corina) i Ya, váyanse! i Váyanse, les digo!

MAURA- (Mirando a Doña Nicolasa)  ¿Y la mamá de los chachos que ah? ¿Qué
misia Rebeca se trajo una niña nueva? Esta como buena condenada. Medio feíta
de cara,... ¿Por qué está como arrugada paisana?

NICOLASA.– iClaro como la tuya! Ya, te fuiste pal agua pedazo he bollo (Le pega
un puñetazo a Maura).

MIRTA- (Subiéndose a una silla) ¡Se está animando la fiesta! …


MAURA- Momento, Momento... momento...  ¿Y las cervezas? ¿No hay cervezas?
¿Cómo así? Mire, señora, tengo sed, si quiere pégueme otra vez, pero ¿por qué
no es buenita y me trae una cervezas?, ¿ah?

CORINA-(Sacando una radio a transistores) bueno, ya que no hay trago, bailoteo


no nos ha de faltar,

MIRTA- saquen a bailar pues muchachas.(Sacan a bailar y los hombres hacen el


ademán)¡Pero a mí no me dejen botada, pues muchachas! (Escena de la pelea,
todo se calma las mujeres salen)

NICOLAZA-(Corriendo hacia él) iGilbertico!

GRACIANO- Con ese palo le pegó la degenerada esta, pero le botamos toditos los
dientes a esa pelionera.

NICOLAZA-¿Que otra cosa ibas a tener vos, sino una taberna? Poco me importa
lo que hayas hecho, pero si algo le pasa al Gilberto, te destripo como a una
gallina.

YOLA-(Llorando) ¡Justo nos tenia que pasar esto hoy y justo delante de los
muchachos.

NICOLAZA¡- Hijas adoptivas como no!

CHEPA.–iTrae agua de la casa, Yola. (Yola sale corriendo. Chepa acaricia la


frente de Gilberto, que esta inconsciente) Sana, que sana culito de rana si no sana
hoy sanará mañana y si no la otra semana. ¡Te llevo un atao de velas, virgencita ,
si no le pasa nada!

NICOLAS- No se preocupe por éste, que tiene la cabeza más dura que una
piedra.

CHEPA.–¡Yola, apuraté con el agua! (Vuelve Yola con un vaso de agua que
entrega a Chepa. Chepa le da de beber a Gilberto).

REBECA. –(Levantándose repentinamente)  ¿Y Renato? ¿Dónde está? (Llora) iSe


dio cuenta que ésta era una casa de remolienda y se fue!... iAy, mi Ñatico querido!
I me voy a quedar sola para siempre!

NICOLASA. iEso te pasa por necia!

REBECA.–(Llorando, al público) ¿Y qué voy a hacer ahora?

ISAURA.–(Al público ) Si Nicolás me deja botada, meto los dedos en un enchufe.


YOLA-(Al público). Yo también.

CHEPA-Y yo

GILBERTO-(Volviendo en si) Qué pasó? por los clavos de Cristo! ¿Otra vez el
volcán entro en erupción?

CHEPA-No. Es que le pegaron un trancazo en la cabeza. ¿Esta bien?

GILBERTO.–Con usté al lado, ¿de que manera voy a estar?

CHEPA.–¿Por que dice eso?

GILBERTO-Usté sabe.

CHEPA.–¿Qué, me quiere todavía?

GILBERTO-¿Y cómo no la voy a querer?

CHEPA. –¿Qué no oyó todo lo que dijeron? ¿No entendió en lo que trabajo yo?

GILBERTO-Si entendí. Pero sus razones tendría. Yo no soy quién pa criticarla, un


amigo, no más.

CHEPA-¿Y si juera mi novio?

GILBERTO-Distinto seria, entonces, porque nos casaríamos y nos iríamos de


aquí.

CHEPA.–¿De veras?

GILBERTO-¡Claro!

CHEPA.–Es que la cosa es mucho más complicada todavía. …es que yo tengo un
hijo.

GILBERTO-eso no es problema allá arriba hay comida para todos.

CHEPA-Si yo no hablaba de la comía, uste no entendió que tengo un hijo.

.GILBERTO-Si entendí, pero es que yo no le veo problema a eso. (A doña


Nicolasa) oiga, iama! La gente del pueblo si que es complicada! A todo le
encuentran problema . (A Chepa)  No se complique, si me quiere pues muy
bueno... Si no me quiere, entonces... no hay nada que hacerl.

.CHEPA.– Pero yo lo estoy queriendo mucho.

GILBERTO- ¡En serio! Entonces nos vamos con la criatura y todo pa arriba.
CHEPA.–Cuando uste diga, no más

GRAClANO –(A doña Nicolasa) Oiga, ama, mañana tempranito nos vamos para la
casa, mucho adelanto debe haber por aquí y mucha luz eletrica pero la gente es
muy torcida y muy violenta.

YOLA.–(Poniéndose a llorar otra vez) ¿Qué te dije yo? ¡Ya no me vas a querer
más!

NICOLAS-La cosa estuvo entretenida, pero a la ciudá yo no vuelvo ni amarrao.

GRACIANO.–Ya, Yola, déja de llorar, que no es para tanto, mejor anda y empaca
que vamos a salir muy de mañana.

YOLA.–(Con los ojos muy abiertos) ¿Como?

GRACIANO –iQué vamos a salir temprano!

YOLA.–¿Me vas a llevar?

GRACIANO.–¿Qué queres, que te deje aquí, después de todo lo que a pasao? Ni


que estuviera loco

CHEPA-(A Gilberto ) Venga a acostarse. Durmiendo se le va a pasar todo.

GILBERTO- Yo ya estoy bien .

INCOLAZA- No alegues y hacele caso a tu mujer.

CHEPA.–Puede dormir en mi cama mientras yo empaco mis cosas.

GILBERTO-Yo la ayudo (Las pareja salen con doña Nicolasa. Rebeca queda sola
gimoteando, empieza a ordenar las sillas).

REBECA.–¿A dónde te fuiste, Ñatico querido? ¿donde estarás?

RENATO- (aparece tambaleándose, detrás de una mesa volcada, ) ¡Ay!


¡Ayayayayayyy!

REBECA-(CORRE HACIA ÉL.)¡Renatico!.

RENATO-¡Me dejaron molido estas infelices! ¡Ay!

REBECA-(le acerca una silla.) Siéntese aquí, Ñatico.…Renatico!. (Renato se


sienta quejándose.)  ¿Me podes perdonar algún día? (Renato se arregla la ropa.)
¿Por qué no me hablas?  Estas enojao conmigo... Tenés toda la razón  estas en
liberta de irte, Renato, como si no hubiera pasao nada.  (mirada furiosa de
Renato.) Ahora sabes como son las cosas y no te puedo engañar mas.

RENATO-¿Y pa esto me dejaste botao, hace veinte años?  ¿Pa venirte a este
pueblucho y dedicarte a esto?

REBECA- No te dejé botao..

RENATO-¡Claro que sí!  ¿Y pa qué? Pa terminar en esto, que vergüenza.

REBECA-(exaltándose poco a poco.) Que, ya se te olvido o que, o no te queres


acordar,  me fui porque te querías casar con otra.  Claro, me querías solo como
moza, y no pa mujer.  Tener tu casa, tu hijos y yo metida en otro lao, esperando
que el señor se digne a verme, una vez a la semana. ¡Seguro que te iba a estar
aguantando!  Malos ratos he pasado, rascándomelas con las uñas, por culpa tuya,
así que no me eches nada en cara.

RENATO- ¿Y preferiste esto a estar conmigo?  ¿Qué no te daba todo lo que me


pedías?  Cualquiera otra se habría dado con una piedra en el pecho.

REBECA-¡Claro, más que fijo!

RENATO-Muchas estaban dispuestas.

REBECA-¿Y qué?  ¿Cómo te fue con ellas?  ¿Bien?

RENATO-Me fue bien.

REBECA-¡Seguro!  Cuantas veces no te habrán puesto los cachos.

RENATO-Vos, sobre todo, que has estado con un montón.

REBECA- Con mil y estoy tranquila.

RENATO-¡Pa lo que te han querido!

REBECA –Me querían mas que vos, si queres saberlo.  Y más de una vez a la
semana venían a verme.  gente alegre y de una cara.

 RENATO-¡Como las que acaban de venir!

REBECA-¡Peores y mejores!  Pero todos al pan, pan, y al vino, vino.  No como


vos todo mafafo y aburrido

RENATO-No, si se ve que a ti te gustaban de otra laya.

REBECA- Claro, porque siempre fuiste doble, como buen beato.


RENATO- A ver, a ver, eso sí que no se lo aguanto.  ¿Cuándo te dije algo que no
fuera verdad?

REBECA-Todos, los días.

RENATO-¿Qué cosa, a ver?

REBECA-(después de una ligera pausa.)Que me querías más que  a nada en el


mundo

RENATO-(se turba.  silencio.)Era cierto.  Hasta una casa te había comprado y


mejor que ésta.

REBECA-Yo no quería una casa.

RENATO- Cuando te fuiste... me dí cuenta y a la otra la dejé plantada.

REBECA-No te creo.

RENATO-Te salí a buscar por todas partes.

REBECA-Veinte años te demoraste en encontrarme.

 RENATO-Pero te encontré.

REBECA-Por casualidad.

RENATO-Pero estoy aquí.

REBECA-Pero muerto de vergüenza de estar en una casa de mala fama, y


tratándome peor que a un perro, y yo como una boba ¡hay que ver!, recordándome
de vos a cada rato.

RENATO- ¿Sí? (LE toma la mano y le mira la muñeca en la que doña rebeca tiene
una pulsera.) ..Tenes la pulsera todavía.

REBECA- Te dije que  nunca me la iba a quitar  Y nunca me la he quitao.

RENATO-por lo menos en eso me fuiste fiel.

REBECA-En eso y en el amor que te tenía.

RENATO-Con otras he andado, pero ninguna como vos.

REBECA- Lo mismo digo yo... nada de lo que dije es cierto.

RENATO- No, si es verdá.  Pero no sacamos nada con peliar.  Ahora no nos
vamos a separar.
REBECA-Así es.  Tenemos que olvidarnos de todo y empezar de nuevo.  Como si
apenas nos estuviéramos conociendo.

RENATO-(le da la mano.) Mucho gusto de conocerla  Renato Sepúlveda, para


servirla

REBECA-(CON SENCILLEZ CASI TRISTEMENTE.)Mucho gusto.

(Se apagan las luces un momento se escuchan risas en off de los muchachos y
muchachas, entra Nicolasa)

NICOLASA-(de repente se ríe sola, suavemente.)  ¡Cómo te estarás riendo de mí,


Abelino, me fui a buscar casorio y me quede como el ternero, mamando, Será que
a cada marrano le llega su diciembre, yo ya te tuve a vos y peor es nada...
Orgulloso de tus hijos tenes que estar, se han portao como te habrías portado
vos... ¿Qué las muchachas han tenido sus amores?... (Se encoge de hombros.)Yo
también los tuve, y bastantes...  Pero cuando te encontré...  ¿Te acordas Abelino? 
Todo se se volvió pura risa, canto y pelaitos... Es bueno que nos devolvamos pa
arriba, otra vez, aunque sea sola.  (Mira hacia el pueblo.)Triste ha de ser la vida en
los pueblos, cuando la gente es tan complicada y enredada.  Cosa que uno dice y
la toman por el otro lao.  Lo que es nosotros, siempre fue al pan, pan, y al vino,
vino.  Por eso será que no te he olvidado... Pa que veas, ya ni me acuerdo quien
fue el papá ¡el Nicolás, pero de vos me acuerdo Avelino, que aunque nunca nos
casamos por las la ley como dios manda, ‘estamos recontra casaos, ¡que ni abajo
de la tierra te he de dejar tranquilo! ¡Veras!   (SUSPIRA.) Te llevo el atao de flores
más grande que se ha visto por estos laos... No te podes quejar, Abelino, tu vieja
se acuerda ‘de vos, no te podes quejar!  (Sale.)

FIN.

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