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De
Alejandro Sieveking
Adaptación y dirección
Willinton Vásquez Cadavid
PRIMER ACTO
NICOLAS: Los otros se quedaron ahí, en ese camino duro que hay ahí.
NICOLAS: ¡aaaah ya! ¿Y cómo no van a querer mirarlo, si nunca se había visto
algo así pu aqui.
NICOLASA: Entonces cuando lleguen al pueblo se van a tener que quedar todo
un año pa’ ver todos los adelantos que se han hecho.
NICOLASA: ¡Veinte años allá arriba, sin moverse, y ahora dan un paso p'abajo y
se asustan, los muy patirajaos estos! ¡Claro que no estábamos bien como
estábamos! Ustedes necesitan un papá (AL PUBLICO) y yo necesito un marido.
Hace cinco años que enterramos al Abelino. ¡y Bien muerto que esta, no se me
pueden quejar! Le puse un atao'e flores, en la tumba, con una cinta morada, ¡ el
muerto al gueco y el vivo al baile! Y bueno yo quiero que ustedes conozcan otras
cosas diferentes del mundo.
NICOLASA: ¡Hay que ver que si son bien...! Se van a tener que andar con mañita,
por que no van a poder meterle mano y machete a todo lo que vean en el pueblo,
¿entendieron? Y ahí si que hay cosas bonitas. Si me parece ver la calle principal,
toda iluminada con su luz elétronica, sus Faroles prendidos da gusto ver esa
maravilla.
NICOLAS: ¡Ya, pues, ama, córtela con eso de la luz elétronica. Si hasta que no
veamos, no creemos!
NICOLASA: ¡pendejos desconfiaos! ¡Ya van a ver, no más! allá van a aprender.
NICOLAS: Si mi apa le metió todas esas historias del pueblo en la cabeza, fue
porque era bueno pa contar cuentos, no más. Cuando volvía del pueblo nosotros
también lo oíamos con la boca abierta, pero ya crecimos, pues ama y ya no nos
meten los dedos en la boca. ¿Se acuerdan que contaba que las carretas andaban
solas, y sin mulas? (los hermanos se ríen a gritos) iY subían y bajaban y las luces
que se prendían y se apagaban! Y las casas amontonadas una encima de otra, sin
caerse. (rien) iY las niñas con las faldas cortiquitas hasta la rodilla.
NICOLASA: A mí no me contó nada de eso de las niñas de las niñas con la falda
cortiquitas
GRACIANO: y bueno pal traqo y pal cuento que era mi apa, el no se iba a quedar
callao.
NICOLAS: Yo tampoco.
NICOLASA Villa Rosa.., vámonos rápido antes que nos coja la noche
NICOLASA En el pueblo le han de haber dicho. Todos los del pueblo lo saben. Si
hasta colegio tienen. Así que compórtense como les he enseñao, pa no pasar por
montañeros. y ya saben, a las niñas mujeres hay que saludarlas con una
inclinación, sacándose el sombrero ! Que no se les olvide! A ver.. salúdemen a mí.
(pasa frente a ellos, inclinando la cabeza. los tres le hacen reverencias muy
tiesas, sacándose el sombrero. Nicolasa los mira con orgullo).bueno, nadie podrá
decirme que no los he educado como a gente civilizada ... Y ahora, que sea lo que
dios quiera, ¡nos fuimos pal pueblo (sale seguida por sus tres hijos, que se van
silbando alegremente)..
APAGÓN
SEGUNDO CUADRO
(En la más absoluta oscuridad aparece una mujer con una vela encendida y una
silla. Deja la silla y sale. Entran dos mujeres con velas encendidas y examinan un
montón de sillas y mesas que hay en el centro de/ escenario. La primera mujer
vuelve con otra silla. Colocan /as mesas con su respectivas sillas y encienden
velas hasta que el escenario queda completamente iluminado. Es la pista de baile
en el patio de la más afamada casa de remolienda de. De las ramas de los
árboles cuelgan guirnaldas de ampolletas de colores, apagadas. La primera mujer
es Yola, la segunda es Isaura y la tercera, Chepa. Son tres prostitutas jóvenes
muy pintadas y vestidas con colores fuertes).
YOLA.- ¡Hay que ver la desgracia grande, chiquillas, por Dios! ¡Írsenos a cortar la
luz en día sábado, que es cuando vienen mas chachos!
ISAURA.– Si no se cortó, La cortaron. ¿No ves que la vieja no ha pagado la luz
desde el mes pasado?
YOLA ¿Y vamos a tener que estar a pura vela?... Pero ellos acaso vienen por la
luz, (ríe).
ISAURA.– ¿y paque luz? Si yo a todos los que conozco les gusta estar a lo
oscurito. (Ríen. Entra doña Rebeca. Una mujer madura, muy pintada arreglada,
con una candelabro en la mano).
REBECA.– ¿Qué hacen ahí, paradás, flojas? ¿Qué no les dije que sacaran las
mesas y prendieran .todas las veIas? Es sino que me descuide y ya están las
tontas riéndose
YOLA.– (Fina)pero es que aquí no estamos solo pa que nos mande, doña Rebeca.
Si quisiéramos meternos de sirvientas no nos faltarían Casas decentes, no como
ésta.
REBECA.– Bueno, quiero menos conversa y más .trabajo, me tienen que tener
todo listo, ligerito. ¿Me oyeron? Que hoy vamos a tener visitas importantes.
REBECA.– bueno, ¿y qué tiene que hayamos sido amigos? ¿Qué ustedes no han
tenído ni uno? (Sonríe coquetamente). Más que amigo. (Al público). fue
requetecontra amigo
REBECA.– Bueno... Les iba a pedir que se vistieran como para ir a misa y que se
despintaran un poquito, bueno lo que pasa es que le dije .al Renato que tenía tres
hijas, le dije, que era viuda .
REBECA.- ¿ Y por qué no? Una madre he sido para ustedes...Ah, Renato me
decía "Ñatica", ¿ah? No se les vaya a olvidar.
REBECA.– Si, "Ñatica". Es que he cambiado mucho, Con los años se achican los
ojos y se agranda la nariz. (Suspira y se pasea, muy nerviosa).! Estoy muy
nerviosa con todo esto Y total, ¿para qué hago todo esto? Para que llegue aquí y
se ría de mi, como se han reído todos...ahh iyo si soy boba! iPa que me aflijo por
eso, cuando ya no hay caso, verdad? Pero la esperanza es lo último que se pierde
– como decía mi tía Herminia, que murió soltera –. Todo tiene arreglo, menos la
muerte .
YOLA.– No hay que darse tan duro la vida da muchas vueltas y uno nunca sabe.
REBECA.–si tenes razón pero ! iQuién sabe con qué me ira a salir Renato, ahora!
Lo único que faltaría es que estuviera casado. iAhíiiiii si seré bien bruta como no le
pregunte!, Los nervios fueron los que me entumieron la lengua... (Suspira) hay!
bueno, me voy a arreglar. Y ustedes prendan las velas, se cambian, y apenas lo
oigan llegar, me avisan
REBECA.– Los atienden, pues. Esto es una fonda de recreo. Pero me los
entienden con disimulito, sobre todo vos, Isaura. ¡se me van a portar como si
fueran monjas
ISAURA.– ¡Pero si yo me críe con la monjas!( Yola se ríe). ¡Si es la purita verdad!.
ISAURA. – Oye, Chepa, tú que estás recién llegada, ¿qué harías si uno te ofrece
casorio?
CHEPA.- Depende
YOLA.– La palabra marino suena como a charco de agua. Ahí está y al rato se va
evaporando.
ISAURA.- Esos no se casan ni amarraos. ¿esos tienen más mujeres que un turco?
CHEPA.– Dicen que si se casan se los lleva la sirena. Que la sirena no perdona
que la traicionen. eso dicen.
YOLA.- ¿Qué sirena, ni que nada? Nosotras somos lo más parecido a las
sirenas, ¿y que nos importa si nos dejan botadas? Yo ya estoy acostumbrada.
YOLA.– Ni uno.
ISAURA.– iChito!
CHEPA.– Se fue en barco, no se para donde. y eso fue hace más de un año. (Se
aleja de Isaura y Yola, triste).
YOLA.- Pura mala suerte nos tocó. Pero al mal tiempo, buena cara, muchachas...
¡No te pongas triste Chepita! (Yola toma una guitarra y canta): La vida, corazón,
¿por qué está triste? La vida, no llore ni sienta pena, La vida, consuélate con la
voz, La vida, de esta famosa sirena. Entre todos los tragos Prefiero el vino Y entre
todos los hombres Quiero un marino Quiero un marino, si, Marinerito, En mi pecho
te tengo Retratadito. Ándate pensamiento, ya no te siento...(Chepa saca un
pañuelo y Ilora).
ISAURA.– ¿Cómo así, Chepa, por el amor de Dios y de la Virgen? Fue peor cantar
la canción.
YOLA.– i Vos crees que alguien se va a querer casar con Nosotras, sabiendo que
e estamos más recorrías que el camino real? Ni un ánima del Purgatorio pues
niña. Pero no pares bolas,... iQué no oíste a doña Rebeca? La esperanza es lo
último que se pierde, aunque nada resulte como uno quiere. Yo cuando estaba
pequeña estaba enamorada de un hombre dizque bueno y en un descuido me
arrastra el ala disque pa Jujuy Y me va diciendo: “Usté se viene a vivir conmigo o
aquí va a correr sangre como arroz“...Pero me agarran de todos laos, menos del
ala. Y dicen cosas, pero ninguna es en serio. ¿Y qué queres que haga, si no hay
hombres bueno? ¡pues Ponerme a la altura,! Y cuando una es pobre, o se hace
monja o se larga pa la put.... mejor no digo.
ISAURA.- Si tampoco resulta, pues. Yo nací para monja, pero el señor cura tantas
cosas que me dijo, que aquí que allá, que, al final, dizque para no condenarme ,
le dije que bueno. Después el estaba de lo más arrepentido, yo no sé con quién
se confesaría, pero lo que soy yo, no me arrepiento de nada, y ahí estuvo lo malo,
eso es lo que dicen.
YOLA.– iOtra que se me puso a llorar! iA levantar cabeza, las dos, que si doña
Rebeca tiene esperanzas, nosotras deberíamos estar hechas unas diosas! (A
Chepa). Mire, vámonos a arreglarnos y ahí se les va a quitar todo el sentimiento,
van a ver. Yo no me voy a dejar ni rastro de pintura. Me la voy a sacar toditita.
ISAURA.– Yo igual.
CHEPA. – Ay, ay, ay, adiós que a diós que se va Segundo, ay, ay, ay, en un buen
un buque navegando. Ay, ay, ay, la niña la niña La niña que lo quería, ay, ay, ay,
casi se ha casi casi se ha muerto llorando. Déjenlo que se vaya ay, ay, ay, no Io
sujeten. Déjenlo que navegue, ay, ay, ay, cinco o seis meses. (Sale lentamente,
cantando. El escenario permanece vacío un momento y luego entra doña
Nicolasa, seguida de sus hijos).
TERCER CUADRO
GILBERTO. - ¿Sintieron?
GRACIANO. – ¿Qué cosa?
GILBERTO.– Hijuemadre que poco he mesas! (Cada uno se sienta en una mesa
distinta).
NICOLAS.– Aquí Han de ser bien ricos , e’ ave maría Una mesa para cada uno.
NICOLASA.– Yo te dije que éste no era el camino, que nos habíamos perdido.
Pero el lindo se las da de inteligente (remedándolo): "Por el camino ancho tiene
que ser". Ves lo que pasa por hacerte caso a vos? Y ahora quién sabe dónde
estamos.
GRACIANO.– iNo será este un velorio ? Miren todas las mesa y tantas velas.
GILBERTO.– mi apa decía que a veces las brujas se juntan en las noches sin luna
y aparece la Viuda con una vela en la mano, y el Muhan sale de un hoyo adentro
de un remolino de viento, con sus veinte patas con uñas grandes como un arao. Y
el cura sin cabeza y el Hueco, que vienen dentro de una burbuja de agua. Y todos
se juntan y llaman al Maligno, que es su dueño. Y salen en la noche a pescar
gente pa robarles el alma e. Y después los llevan a los despeñaderos, donde les
sacan las estrañas.
CHEPA.– (A Gilberto, que es el que tiene más cerca). ¿Se quieren servir algo?
CHEPA.– Si no es molestia.
GILBERTO,– bueno.
GILBERTO.– va a volver, ... Parece que va a volver. (Entran Isaura y Yola casi sin
pintura y con chalecos cerrados)
ISAURA.– Tenemos una chicha traída del norte que es muy famosa. Llega a dar
hambre de solo olerla.
GRACIANO.– Vámonos, mejor (AI público). Sirenas han de ser éstas, porque,
apenas las vi, me sentí medio raro.
GILBERTO.- (AL PÚBLICO.) Algún mordisco que nos pegaron al alma habrá sido.
NICOLASA.– Ya sabía yo que esto les iba a pasar con la primera que se les
atravesara en el camino.
NICOLASA.– Diciéndole cosas bonitas como: . esta muy bonita, que tiene una
mirada matadora que se mueve como una reina de cuento, que tiene buen olor,
como manzana madura. Todo lo que se te ocurra, pues.
NICOLAS.– ¿Y después?
NICOLASA.– Eso se lo dejas a ella. Si te hace caso, le hablas de tu tierra, que allá
la vida es buena y el trabajo es duro. Si no le pone mala cara al trabajo, le miras
los dientes, las manos y el cuerpo. Y si lo que ves te gusta, le ofreces casorio y
asunto arreglao. (Los hermanos ríen, nerviosamente, mirándose entre ellos). Eso
es lo que hizo su papá conmigo y nunca se me ha olvidado.
GILBERTO.– La primera.
GRACIANO.– atisbe, que ahí vienen! (Corren a sentarse, cada uno en una mesa
distinta. Chepa entra con una bandeja con vasos, Isaura con una botella de vino y
Yola con una jarra de chicha. Se han quitado los chalecos y se han pintado de
nuevo. Al verlos sentados en distintas mesas se desconciertan un poco y ríen).
NICOLASA.– ¿Este?.
ISAURA– Claro que la calle principal está más pá allá, ésta es la entrada, no más.
NICOLASA. – ¿Oíste eso? Cuando veas la calle principal podrás decir que eran
historias. Que el Abelino sería como sería. pero mentiroso no fue.
GRACIANO.- ichiiito! iPero éste se lo dijo todo, iama, no nos dejó ni una cosa pa
decir nosotros!
ISAURA.– Si me pareció.
NICOLAS. – Ah, verdad. (Va hacia Isaura. La toma del brazo y la lleva al mismo
lugar en que estaban antes) nosotros tenemos una tierra, allá arriba, La vida es
buena y el trabajo es duro ¿le gustaría irse pa allá y trabajar conmigo.
ISAURA.– Al rato le digo. (A Yola) Agarra, Aguirre, que aquí' la están dando.
YOLA.-- (Ofreciendo los vasos con chicha que ha servido Chepa, con gran
entusiasmo) ¿ Y no se van a servir?
NICOLÁS-No sé.
NICOLÁS-(A ISAURA.) ¿Por qué cierra los ojos el gallo cuando canta
GILBERTO- Quiten colchas y cobijas que vengo con el instrumento a meter a pica
pica y a dejar el caldo adentro".
CHEPA-La pulga.
CHEPA- En las manos de las damas a veces estoy metido unas veces estirado y
otras veces encogido.
CHEPA-Claro, la culebra
NICOLÁS-¿No sabe
ISAURA-No sé
NICOLÁS-El apellido.
ISAURA-(dándole un codazo.) Buena, esa... A ver, a ver, ¿cuál les voy a decir?
Ya...Mujer con hombre bien pueden, hombre con hombre también, mujer con
mujer no pueden, ni aun que vuelvan a nacer.
YOLA-Sácalo maridó, que lo quiero ver.¡ Ay que está muy feo, vuélvelo a meter!
(SILENCIO.) ¿Vio que perdió?
GRACIANO-Perdí.
YOLA-El pan del horno.
GRACIANO- Aquí voy. Gordo lo tengo, Mas yo quisiera, Que entre las piernas no
me cupiera.
YOLA-¡Riámonos entonces!
ISAURA.– ¿Lejos?
GRACIANO.- ¿Cómo así? ¿ vea como está de oscuro? Nosotros a esta hora ya
estaríamos durmiendo
YOLA.– iUy! y nosotras que apenas a esta hora nos empezamos a animar a esta
hora
CHEPA.– Es que...
CHEPA.– Claro.
GILBERTO.– Ah.
NICOLASA.– (Se levanta y mira como se alejan). ¡Ahí van mis muchachos! qué
bueno sería que se casaran, a ver si se desarrugan, no hay nada como el casorio
pa´ despabilarse... (se sienta). No te podes quejar, Abelino, he criao bien a tus
hijos, van a ser buenos maridos, no como otro que conocí,. bien boba irme a
enredar con vos, y así estés bien enterrao, te digo que no me faltaron los
pretendientes, tuve admiradores hombres trabadores y platudos pero. me
embelésates con todas esas historias y ese cuerpazo que te gastabas. Me tuviste
veinte años allá arriba, como burra de carga, Pero esperate, esperate que yo
también me muero y allá mismito nos vamos a arreglar, vas a ver...Así que si me
caso, con otro es por la culpa tuya (Al público) será que si voy a poder
levantarme alguito, .todavía no estoy tan vieja. (Por atrás entra Renato Sepúlveda,
un hombre de cincuenta años, correctamente vestido, de rostro ancho y
sonrosado. Ve a Nicolasa y se acerca en punta de pies, apareciendo frente a ella
sorpresivamente).
NICOLASA.– veinte años! Como pasa el tiempo, ¿no? Pa que le voy decir
mentiras, yo ya ni me acordaba de su cara.
NICOLASA.– Fíjese. Es que he estado tan dedicada al trabajo. Y con tres hijo...
NICOLASA.– De pronto fue por eso. Tanta rabia que le saca a una el marido, que
todo se olvida.
RENATO.– iY no te acuerdas de... de.... de qué, aaaah? ¿Del primer día que me
convidaste a tu casa y a tu mamá se le reventó el collar que tenia?
RENATO.–Pues sí, . (Suspira) Y yo, tan ilusionado que venía. Ahora que estamos
solos los dos, me dije, que podríamos juntarnos, otra vez.
RENATO.– Es que uste esta toda rara conmigo. Me mira como si fuera
desconocido. Y ni se acuerda que una vez me miró con buena cara.
NICOLASA.– ¿Qué, acaso ahora me veo con mala cara.? (le sonrie
coquetamente).
RENATO.– ¿Por qué me hace eso? iNo ve que me da esperanzas? Y yo, usté
sabe, siempre listo. Vea tengo mi sueldo y ya me voy jubilar y quiero dedicarme a
usté. ¿O, que me ve muy viejo?
NICOLASA.– No, si uste, está bien todavía. Yo, aquí, donde me ve, tengo casi
todos mis dientes y trabajo como una joven, mis hijos le pueden decir, sé hacer
desde arepa de pegao con queso hasta sancocho de las tres carnes... Y si quiere,
hasta tortas con todas las frutas le hago.
RENATO.– Yo tengo una finca muy linda, desde hace veinte años.
RENATO.– No, no esta tan lejos iva a ver le va a gustar mucho Tolú! En la playa
hay unos edificios de tres pisos.
NICOLASA.– iAy, que bueeno! iPa que estos bolsones de mis hijos vean que no
era mentira! cuando llegue la luz eletronica les avisamos a todos que nos
casamos. (Entra doña Rebeca, que mira atentamente a Nicolasa y, en seguida, se
lanza a sus brazos).
REBECA.– i Nicolasa!
NICOLASA.– iRebeca!
NICOLASA.– iah! (Al público). Parece que la embarré. (Se prenden las luces
repentinamente y doña Nicolasa, con la impresión, cae lanzando un grito)i i aiiiiihi!
RENATO.– Como había tan poca luz, la confundí.....Creí que usté era Rebequita.
REBECA. – El favor me lo hace a mí. (Se tornan del brazo). Nicolasa. Parece que
el tiempo no te ha pasado.,
REBECA.– Quédate con él, Tanto será que me quiere que hasta me confundió y ni
cuenta se dio.
REBECA.– (Sin hacerle caso).pero hace nada cuando hablamos por teléfono me
dijo:“Nunca la he olvidao” y muy perdía no andaba, por lo que veo.
RENATO.— Pero, ñatica, dese cuenta, fue por el parecido.
NICOLASA.– (interrumpiéndolo). Con toda la pintura que tiene encima, ¡como no!
Mírele la boca, si parece que hubiera estao comiendo moras
REBECA.– Con la cara lavada me veo mejor pa que sepas…y bueno sería que te
pintaras un poquito porque así parece que estuvieras enferma
NICOLASA.– Ni una palabra le creí, pero no le iba a estar poniendo mala cara en
casa ajena.
REBECA.– (Las dos se sientan juntas, muy amigas). iTodos los hombres son
iguales!
NICOLASA.– Si iguales ¿No lo voy a saber yo? Todos cortaos con la misma tijera
así que no te preocupes, que a mí no me interesa.
REBECA.– iQué ocurrencias, iQué me voy a preocupar por éste! ¿Y con el gusto
de tenerte aquí? Meno.
REBECA.– ¿Y tu marido?
REBECA.– Claro.
NICOLASA.– Vamos (Se levantan y se dirigen hacia la casa). Tan lindo que tenes
esto. (Salen, Renato las sigue, tratando de ser oído ).
GILBERTO.– Así que ésta es la luz elétronica... (Ella asiente, Sonriendo) iChito,
que luz! Yo creía que era distinta.
CHEPA.— ¿Cómo?
GILBERTO.– No sé... Más oscura... parece una estrella amarrada con un hilo...
Como cuando uno mira el sol de frente.
CHEPA.– ¿A qué?
GILBERTO.– A la luz
GILBERTO.– ¿Y usté?
CHEPA. – ¿Yo?
CHEPA.– Sí.
GILBERTO.– Ah. (Pausa. Los dos vaqan un momento entre las mesas, como
evitando darse la cara). Mi taita siempre me contaba del pueblo.
CHEPA.– ¿Sí?
GILBERTO.– Que cuando cantaban las sirenas , uno se quedaba peqao al suelo y
no se podía mover más... ¿Uste no será una sirena?
GILBERTO.– Sí. Nos decía:"No le digan a su mamá que me voy pal pueblo a
echar una cana al aire”. Y era cierto, llegaba más animao, con meno canas. Y yo
pensaba:"¿Por qué no llevará a mi ama? “¿Por qué irá solo?".Y era que en esas
entonces mi mama no tenia canas…. Bueno qué lástima no haber venido antes, a
lo mejor la habría encontrao sin compromiso y nos habríamos podido casar.
GILBERTO.– Pa todo.
GILBERTO.– ¿Y le gustan los caballos, los perros, los gatos, las gallinas?
CHEPA.– Si me gustan.
GILBERTO.– No le entiendo.
GILBERTO.– (Se aleja de ella, sujetándose el sombrero con las dos manos y
riendo de nervios y de vergüenza). iClaro!... un poquito umm... No sé... No creo
(Corre hacia ella) ¿Por qué no miramos?
CHEPA.– Bueno.
GILBERTO.– Que de malas, ¿ah? Yo pensaba que cuando uno se quería casar
todo era fácil. Pero no, cosas que piensa uno allá arriba, de puro inorante, todo es
distinto aquí'!
GILBERTO.– ¿Y como?
(Se escuchan los gritos de Graciano y Nicolás, cerca. Luego entran los dos,
corriendo, y dan vueltas por el patio, examinando las luces, entre asustados y
curiosos. Detrás de ellos entran Isaura y Yola).
YOLA.– Si uno mete los dedos en el enchufe, ahí si que es malo. (ISAURA, RÍE.)
GRACIANO.– ¿Cómo? Y
YOLA.– Si uno saca los bombillos y mete el dedo adentro, cae fulminado como por
un rayo.
YOLA.– si , asique no haga la prueba, mijito, que no quiero quedar viuda antes de
casarme.
CHEPA– Vamos.
ISAURA.- Vamos a ir a avisarle a mi mamá.
NICOLAS.– Es que son más diablas, Yo, con Isaura, llegue hasta el borde del rio
y la luna iluminaba tanto que me dijo: "'Vámonos pa debajo de los árboles que hay
mucha luna aquí'(ríen), Yo no veía nada, pero allá fuimos. Y le dio por sentarse, yo
me senté. Y se acostó, yo me acosté, y como estaba callada le hice cosquillas pa
que dijera algo se largo a abrazarme como enferma de la cabeza. (Ríen). "esta
asustada?", le dije yo. "Es que sentí' una cosa helada y creí que era una culebra
yo busque por todos lados y no había ni rastro 'de la culebra se puso toda
nerviosa dizque porque a cada rato estaba sintiendo la culebra! ('Ríen a gritos). al
final nos quedamos bien junticos y ya no se asustó más. Estábamos en esas
cuando prendieron la luz elétrica y vinimos a mirar.
GILBERTO.– hagámonos pasito pues ! que la chepa tiene las patas bien
derechitas, así rucias me gustan a mi a mí.
GILBERTO.– Cada uno con lo que le toco y punto no mas del tema.
GILBERTO.– Aunque viera a todas las mujeres del mundo siempre la Chepa sería
la mejor para mí. lo mejor será olvidarla y quedarme solito, pero estoy como
embrujao, mañana me voy a tener que ir pa arriba, aunque me tenga que tapar la
cabeza con la cobija pa no verla ni oírla.
NICOLASA.– Vamos de aquí. que con estas muchachas no se van a poder casar.
(Empieza a recoger sus bultos ).
NICOLASA.– Pues Rebeca, esa hermana atravesada que tuve yo, ella es la
dueña de todo esto y la mama de las tres muchachas.
NICOLASA.– Son muy flojas, no sirven para trabajar en el campo y si salen como
la mama, poco durarían al lado de ustedes.
NICOLASA.– ¡Aquí se hace lo que yo diga! ¿Me oyeron? Y nos devolvemos como
un tiro pa la casa, ven a estos jetones.
NICOLAS.– ¿Y cómo el Gumersindo Martínez se casó con una prima y el niño les
salió sanito
NICOLASA.– Gente dispuesta hay en todos laos. (Se escuchan voces que se
acercan) ahí viene la Rebeca, se las voy a presentar. (Los hermanos se ponen en
fila. Entra doña Rebeca con Renato, seguidos por las chicas)bueno estos son mis
hijos, Rebeca, Nicolás, Graciano y Gilberto Esta es su tía Rebeca, muchachos.
(Doña Rebeca le da la mano a Graciano).
REBECA.– Bien buenos mozos tus hijos, Nicolasa. (Le da la mano a Gilberto, que
se saca el sombrero y hace una inclinación)
NICOLASA.– Están bien alimentaos y educaos. Y son fuertes como toros, este
caballero es don Renato Sepúlveda, administrador de la luz elétrica. (Los
hermanos, muy impresionados, se quitan rápidamente el sombrero y le dan la
mano a Renato).
YOLA.– ¿Primos?
CHEPA.- ¿Nosotros?
YOLA.– Mire, doña Rebeca, no porque usté se quiera casar, nosotras nos vamos
a quedar vistiendo santos
YOLA.- Así que mejor diga le la verdad a su caballero, porque si no vamos a decir
que no somos primos.
ISAURA.– ¡Chis! ¿ a demás uste cree que se nos va a presentar otra oportunidad
como esta y bien contentas que estamos con ellos, son todos lindos!
REBECA.– ¿Creen que voy a dejar que me dejen como mentirosa? Ustedes son
jóvenes y pueden esperar, en cambio yo, si no me apuro, pierdo el tren por secula
seculorum. (A público) Y estoy en edad de ser una señora respetable de su casa.
(A Isaura y Yo/a) Ustedes que me hacen quedar mal y yo le digo a los muchachos
que ustedes son unas perdías. iAsí que elijan!
YOLA.– Usté que le dice a los muchachos que somos unas perdías y nosotras que
le decimo a su Renato que usté fue la que nos perdió.
ISAURA.- Pues si. Y le contamos que la “Quinta de Recreo”, es la casa de
remolienda más afamada de la zona, a ver que dice.
REBECA.– ¿Así que ustedes prefieren que nos quedemos todas mirando?
ISAURA.– Somos tres contra una, doña Rebeca, y estamos decididas a casarnos.
YOLA.- Y usté que nos echa al agua y nosotras que le armamos un escándalo en
la casa.
YOLA.- Mejor, así nos vamos con los muchachos pa´ otra parte
REBECA.– será que se van con ustedes si saben la clase de mujeres que son.
REBECA.– Bueno, digan que soy una mentirosa y van a ver lo que voy a decir yo.
(Se aparta de ellas y va hacia el grupo, que se ha instalado en dos mesas juntas.
Las chicas salen casi corriendo detrás de ella). Bueno pues, Chepa niña, tócate
una cosita pa festejar a la visita.
RENATO.– ¿Cómo va a ser eso? (Le entrega la guitarra a Yola). Las penas se
matan cantando,.
ISAURA.– Yo menos.
CHEPA.- Yo tampoco.
ISAURA.- (Le pasa la guitarra a Rebeca) Cante usté, que esta más contenta.
RENATO.– iClaro! iCante!, Rebequita!
REBECA.– Si yo no soy rogada, como éstas. Si tus hijos bailan, Nicolasa, yo les
canto.
NICOLASA.– No bailan nada mal. Les he enseñado de todo. !a ver salgan a bailar
i no me hagan quedar mal aquí! (Los muchachos se levantan, amurrados).
GRACIANO.– Sí,.
REBECA.– (Canta) Échale chicha a los vasos, que caiga en la mesa, que
empiece a correr, que habiendo una buena niña, y una güeña mesa, i que dicha y
placer! Se oye el rugir de un vendaval nadie se atreva a salir de aquí con este
temporal. (Nicolasa y Renato aplauden)
YOLA.– (Decidida). Oiga, amá, acérquese pa este lao, que tenemos que aclarar
una cuestión.
(Se apartan nuevamente, mientras Chepa cuenta algo que doña Nicolasa, Renato
y los tres hermanos, escuchan atentamente).
YOLA.– Oiga, doña Rebequita, no sea malita, ¿Qué no hay otra forma pa que nos
casemos todas?
REBECA.– Claro, todas lindas encantadas de la vida y una, toda, jodidá, aquí,
sola.
YOLA.– Esta vieja no se va a salir con la suya perder al Graciano así, con la boca
cerrada, prefiero perderlo paliando.
YOLA.– Prefiero pedir limosna a quedarme con ella, viéndola contenta con su
Renato.
ISAURA.– Pero, ¿y la Chepa? Acordate del niño y que no tiene dónde caerse
muerta.
YOLA.– Todo lo que tengo se lo doy. Además ella no está metida en el bonche,
no tiene por que echarla. Pero yo callada no me quedo.
YOLA.– Chepita, nunca te vamos a poder pagar lo que habes hecho por nosotras.
ISAURA.– (Abrazando a Chepa). Una hermana de verdad sos para mí.
YOLA.– i Que día tan bueno el de hoy ya tengo papa, mama hermanas y novio
que dicha.
RENATO.– (Se levanta. Doña Rebeca hace callar a todos, frenéticamente, Renato
tose). En estos momentos en que me embarga la emoción, digamos, quiero
expresar mi sincero sentimiento de alegría, digamos, al ver reunida en esta mesa,
digamos, a esta feliz familia. (Aplausos) Tomo la palabra, por que el vino me lo
tomo ahora – (Ríe con su chiste) para brindar porque vuestra y nuestra felicidad
sea tan eterna, como eternas son las glorias de nuestra querida Colombia.
(Aplausos) Por eso es que, digamos... iDigamos salú,
CHEPA.– Sí.
YOLA.– Si es lo mejor.
CHEPA.– Gilberto es que... (Se escucha una risa estridente y entran las mujeres
desgreñadas, muertas de la risa y están medio borrachas).
TELMA- Es que no habiendo hombre en la calle, decidimos venir por aquí uste
sabe que nos gusta venir a tomar unos traguitos.
MAURA-Es que con lo mala que está la situación y con lo malo que se ha puesto
el clima, ningún hombre quiere pasar rico.
MIRTA-Es que además’ hay que considerar que nosotras ya no estamos pa’ que
nos pesquen. Ya estamos muy recorridas.
TELMA- Y es que hay que ver como está el clima de loco que no se decide , hace
un rato la noche estaba clarita y ahora está que se larga un aguacero.
REBECA-(Levantándose y aparentando modales) iMe disculpan señoritas! Se van
a tener que ir pa otro lao, porque nosotras ya cerramos el negocio.
MIRTA- Ole mira que las chachas de esta casa están bien acompañadas. A ver si
nos invitan pa’ pasar el frío.
CORINA¿Y por qué dice que esta cerrado si las niñas están en pie y bien
acompañadas?
REBECA – pues está cerrado y ya no vamos a atender a nadie más solo a estos
señores
MAURA- Ah pero eso no importa, porque nosotras somos como de la casa. (Se
sientan, juntando- dos mesas)
REBECA No, oigan, espérense... Ya les dije que se tienen que ir, que ya no
vamos a atender a nadie mas.
MIRTA- pero como esta de seria doña Rebequita. ¿Por qué mas bien no nos
pegamos una fumadita?
CORINA- Eso, doña Rebeca, pa’ relajar la cuestión échese una buena fumada.
REBECA-No voy a decirles nada malo, así que se me van a tener que ir.
TELMA-¡Hay que ver como esta de triste esto! ¿Qué se le murió alguien doña
Rebeca? ¿Se le murió el pajarito.?
MAURA- ¡Bueno aquí como que son poco amables con las colegas! (A Chepa)
oime, Chepita, tráete dos metros cuadraos de cerveza pa empezar. (A sus
amigas). ¿Ustedes han tomao cerveza compuesta?
MAURA- Se hace con una vaso grandote con limón, sal y una cerveza, se
revuelve todo y ya.
TELMA- iHay que ver como son de acaparadoras sus niñas doña Rebeca, eso no
nos gusta suéltenos a si sea unito.
CORINA.–Ya, Yolita, dejanos un minuto que la noche está muy fría y no cazamos
ni un guevón a estas horas.
TELMA-Ya Pues mijito. Menéele el bichito a Yola, pa’ que le cambie la cara.
REBECA.–Como siempre.
MIRTA- Oiga, señor, ¿cree que va a venir a gritarlos, aquí, porque anda con la
terna entera?... ¿Por qué no nos vamos pa’ otro lao los dos mejor?
CORINA-iAy valiente cosa ! iPa lo mucho que ha servido su porquería de luz! pero
(Tomando a Renato) Venga pa cá, cosita rica. Vamos hacer de todito.
CORINA-¿Se van a casar? pues yo creo que es el primer casorio que se hace en
casa de putas! (Ríen a gritos. Nicolás, sorprendido, mira a Isaura ).
MAURA- (Mirando a Doña Nicolasa) ¿Y la mamá de los chachos que ah? ¿Qué
misia Rebeca se trajo una niña nueva? Esta como buena condenada. Medio feíta
de cara,... ¿Por qué está como arrugada paisana?
NICOLASA.– iClaro como la tuya! Ya, te fuiste pal agua pedazo he bollo (Le pega
un puñetazo a Maura).
GRACIANO- Con ese palo le pegó la degenerada esta, pero le botamos toditos los
dientes a esa pelionera.
NICOLAZA-¿Que otra cosa ibas a tener vos, sino una taberna? Poco me importa
lo que hayas hecho, pero si algo le pasa al Gilberto, te destripo como a una
gallina.
YOLA-(Llorando) ¡Justo nos tenia que pasar esto hoy y justo delante de los
muchachos.
NICOLAS- No se preocupe por éste, que tiene la cabeza más dura que una
piedra.
CHEPA.–¡Yola, apuraté con el agua! (Vuelve Yola con un vaso de agua que
entrega a Chepa. Chepa le da de beber a Gilberto).
CHEPA-Y yo
GILBERTO-(Volviendo en si) Qué pasó? por los clavos de Cristo! ¿Otra vez el
volcán entro en erupción?
GILBERTO-Usté sabe.
CHEPA. –¿Qué no oyó todo lo que dijeron? ¿No entendió en lo que trabajo yo?
CHEPA.–¿De veras?
GILBERTO-¡Claro!
CHEPA.–Es que la cosa es mucho más complicada todavía. …es que yo tengo un
hijo.
GILBERTO- ¡En serio! Entonces nos vamos con la criatura y todo pa arriba.
CHEPA.–Cuando uste diga, no más
GRAClANO –(A doña Nicolasa) Oiga, ama, mañana tempranito nos vamos para la
casa, mucho adelanto debe haber por aquí y mucha luz eletrica pero la gente es
muy torcida y muy violenta.
YOLA.–(Poniéndose a llorar otra vez) ¿Qué te dije yo? ¡Ya no me vas a querer
más!
GRACIANO.–Ya, Yola, déja de llorar, que no es para tanto, mejor anda y empaca
que vamos a salir muy de mañana.
GILBERTO-Yo la ayudo (Las pareja salen con doña Nicolasa. Rebeca queda sola
gimoteando, empieza a ordenar las sillas).
RENATO-¿Y pa esto me dejaste botao, hace veinte años? ¿Pa venirte a este
pueblucho y dedicarte a esto?
REBECA –Me querían mas que vos, si queres saberlo. Y más de una vez a la
semana venían a verme. gente alegre y de una cara.
REBECA-No te creo.
RENATO-Pero te encontré.
REBECA-Por casualidad.
RENATO- ¿Sí? (LE toma la mano y le mira la muñeca en la que doña rebeca tiene
una pulsera.) ..Tenes la pulsera todavía.
RENATO- No, si es verdá. Pero no sacamos nada con peliar. Ahora no nos
vamos a separar.
REBECA-Así es. Tenemos que olvidarnos de todo y empezar de nuevo. Como si
apenas nos estuviéramos conociendo.
(Se apagan las luces un momento se escuchan risas en off de los muchachos y
muchachas, entra Nicolasa)
FIN.