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Clima de Argentina

Mapa de climas de Argentina.[cita  requerida]

Se denomina clima de Argentina a la suma de los elementos del tiempo


atmosférico que definen los variados rasgos climáticos que presenta el territorio
emergido correspondiente a la República Argentina. El clima de Argentina se
caracteriza por su diversidad contrastante, causada por su extensa superficie, su
amplitud longitudinal y latitudinal (en el norte, en el límite con Bolivia, 
21°46′S 66°13′O, y en el sur, cabo San Pío, 55°03′S 66°31′O, lo cual incluye
varias zonas geoastronómicas), así como también por su desarrollo altitudinal, el
cual cubre desde 108 m bajo el nivel del mar (en la laguna del Carbón) hasta el
punto más elevado de la Tierra fuera del sistema de los Himalayas (6962 msnm en
el Aconcagua).
En general, en razón de contar con amplias porciones ubicadas en latitudes
intermedias, las que están posicionadas en altitudes próximas al nivel marino,
predominan distintas variedades de climas templados del tipo pampeano, los que
son muy aptos tanto para la vida humana como para el desarrollo agropecuario,
base de la economía del país. Sin embargo, el clima argentino adquiere
características tropicales en el extremo noreste y subpolares en el extremo suroeste
(si se incluye a la Antártida Argentina también se incluye al clima polar). El norte del
país se caracteriza por veranos muy cálidos y húmedos, con inviernos suaves y
secos, estando sujeto a sequías periódicas. El centro del país tiene veranos cálidos
con lluvias y tormentas, e inviernos frescos. Las regiones meridionales tienen
veranos templados e inviernos fríos con grandes nevadas, especialmente en zonas
montañosas. Las elevaciones más altas en todas las latitudes son las que
experimentan condiciones más frías, con un clima árido y nivel montano.
A pesar de poseer territorios septentrionales insertos en latitudes intertropicales, es
posible afirmar que el país carece de climas genuinamente tropicales, es decir, los
exentos por completo de temperaturas inferiores a 0 °C. Solamente en altitudes
intermedias y con una determina exposición de ciertas localidades serranas en el
extremo norte de la región de las yungas se ha podido localizar áreas que
fisiográficamente estarían libres de heladas, pero su superficie es limitada.1 Como
paliativo, la parte norte de la nación presenta amplios territorios con climas
semitropicales, que van del continental en el noroeste hasta el húmedo en el
extremo nordeste, siendo semiestépico entre ambos. Se trata de variantes más
cálidas del clima subtropical; en las mismas el calor se hace presente todo el año
(incluso allí se produce el polo de calor de Sudamérica) 2 pero, especialmente en
algunos inviernos rigurosos, sufren de suaves heladas. En determinadas localidades
las mismas son tan modestas o infrecuentes que permiten que el país produzca —
no sin cierto riesgo— sus propios cultivos tropicales, tales como café,345 banana,6
7
 ananá,8 etc.910 Sin embargo, las condiciones climáticas son insuficientes para
incluir especies más exigentes desde el punto de vista térmico, como el cacao,
el árbol del caucho, la palmera cocotera y la palma de aceite, por lo que, para
abastecer la demanda local, se deben importar esos productos en su totalidad. 11
La razón de la falta de climas tropicales se debe a la inexistencia de cordilleras
orientadas longitudinalmente, las que permitirían detener los helados vientos
invernales que soplan desde el cuadrante sur, procedentes de las regiones
australes y la Antártida. De este modo, sin barreras orográficas que los detengan,
logran avanzar y cubrir todo el territorio argentino e incluso llegar hasta São
Paulo y Mato Grosso del Sur en Brasil.12 Como contraparte, la inexistencia de esas
barreras redunda en que los vientos del cuadrante norte, originados en la región
amazónica, avancen francos hacia el sur, generando el fenómeno que en períodos
de pocos días (y hasta horas), una misma localidad presente temperaturas con
varias decenas de grados de diferencia, al cambiar la dirección de los frentes. Esta
constante interacción entre los frentes fríos y cálidos a lo largo de todo el año es
característica del clima argentino, siendo aún más notable durante las estaciones
intermedias (otoño y primavera). En la época del estío, cuando el viento norte sopla
durante varios días seguidos, ocurren las llamadas “olas de calor”, las que suelen
dejan un corolario de miles de internaciones hospitalarias y hasta muertes,
especialmente entre bebés y ancianos. Argentina tampoco posee climas
estrictamente continentales en razón de que el país se sitúa en el Cono Sur, una
cuña que penetra entre las secciones australes de los océanos Pacífico y Atlántico,
los que con su influjo atemperan los rigores extremos. Sin embargo, la acción
producida por las aguas del Pacífico es acotada por el cordón andino, lo que
repercute en una mayor continentalidad en la vertiente oriental del mismo, y en
especial en el noroeste del país, al alejarse también de la influencia atlántica.
Con el aumento de la latitud también se intensifica el frío invernal. En áreas de
la meseta patagónica se producen las menores temperaturas de Sudamérica en
bajas altitudes (−33,0 °C).13 Ya en el archipiélago fueguino la temperatura es fría
todo el año, aunque la intensidad de los inviernos es morigerada por el efecto
atemperador que producen las gigantescas masas oceánicas australes. Un similar
incremento del frío ocurre con el aumento de la altitud, siendo esto especialmente
notable en el noroeste y el centro-oeste del país, concordado con la presencia allí
de mesetas y cordones de la cordillera de los Andes de considerable altura. Esto
determina que, en todos los inviernos, las rutas que cruzan el encadenamiento
andino rumbo a Chile sufran, durante algunas semanas, la interrupción del tránsito,
a causa de las copiosas nevadas. Como beneficio, estas permiten la existencia de
una industria turística basada en los deportes invernales.
En altitudes andinas muy elevadas se presenta el clima nival. El sector antártico
reclamado por la Argentina así como las islas del Atlántico sur, poseen climas fríos,
los que van desde el más suave oceánico subpolar al neto clima polar, este último
con la presencia de hielo en forma permanente.
Son pocas las zonas del país donde jamás se ha registrado la caída de nieve, sin
embargo, este fenómeno es muy excepcional en el noreste de la llanura
chacopampeana, en el Litoral hasta el norte de la provincia de Buenos Aires14 y aún
más en el Gran Buenos Aires1516 atemperados sus inviernos por la acción
morigeradora del Río de la Plata y de la isla de calor que la megalópolis desarrolla
(la que también va enrareciendo las heladas). 17 Las nevadas son más frecuentes
hacia el oeste (al incrementarse la altitud) y hacia el sur, al mismo tiempo que
también se eleva su período anual de ocurrencia y su intensidad, llegando a que, en
algunos años, en las riberas del fueguino canal Beagle puedan producirse nevadas
incluso en pleno verano, obviamente en la Antártida Argentina se producen nevadas
durante todo el año, especialmente durante los seis meses del invierno polar
austral (desde fines de diciembre hasta fines de agosto).
Las temperaturas medias anuales van desde los 22,8 °C, en el norte de Formosa13
hasta los 5,7 °C en Ushuaia. La mayor superficie del país
posee precipitaciones insuficientes para cubrir la evaporación. Este déficit, en las
producciones agrícolas debe ser cubierto artificialmente mediante el riego, por lo
que se han construido numerosas represas para administrar los limitados recursos
hídricos. Esta “diagonal árida” se extiende, a lo largo de toda la geografía del país,
desde el noroeste hasta el sudeste, comprendiendo las regiones de la puna y gran
parte del NOA, el Chaco occidental, Cuyo y toda la Patagonia extraandina. En
algunos valles y altiplanicies recostadas sobre la cordillera andina se registran
acumulados anuales inferiores a los 25 mm, los menores del país. Por el contrario,
tres son las regiones del país con lluvias abundantes: la selva misionera del extremo
nordeste, la angosta ceja cubierta por la selva de las yungas del noroeste y en el
sudoeste la estrecha lonja boscosa en la Patagonia andina, por el cual se encuentra
la Selva Valdiviana; en esta última (en Selva Valdiviana) se alcanza la máxima
precipitación de la Argentina, superando los 4000 mm anuales,18 sospechándose
que sobre la frontera en los campos de hielo supere los 6000 mm.
La Mesopotamia y la Pampa húmeda poseen lluvias adecuadas, suficientes para
permitir cultivos sin necesidad de riego.
La disposición temporal de las lluvias es otro hecho destacado del clima en
Argentina. Gran parte de la Patagonia posee clima mediterráneo, con lluvias que se
hacen presente durante el invierno, mientras que en los veranos estas son
notablemente menores. Por el contrario, en el noroeste y toda la región chaqueña
ocurre lo opuesto, allí el clima es monzónico, con abundantes lluvias estivales e
inviernos marcadamente secos. En el este del país, tanto en la Mesopotamia como
en la Pampa húmeda, también el invierno acumula menores precipitaciones, pero la
diferencia con las restantes estaciones no es tan marcada.
El volumen promedio de las precipitaciones presenta, cada cierto tiempo, acusadas
disparidades, en su mayor parte como efectos de las alternancias globales
denominadas El Niño y La Niña, provocando en algunas regiones
argentinas sequías y en otras aumentos pronunciados de las precipitaciones con
sus secuelas de catastróficas inundaciones.
Los vientos varían notablemente su intensidad en las distintas regiones de la
república, siendo muy suaves en algunas localidades del noroeste y muy intensos y
constantes en toda la Patagonia (soplando desde el sur y el sudoeste), al tiempo
que permiten que se establezcan allí aprovechamientos productivos de los mismos
para generar electricidad. Algunas regiones poseen vientos característicos. Por
ejemplo el viento zonda en Cuyo, el cual sopla cálido y seco desde el oeste,
el pampero, frío, seco e intenso, que barre de nubes y humedad a la llanura
pampeana, o las fuertes sudestadas, que generan días fríos, húmedos y lluviosos,
elevando el nivel de las aguas del Río de la Plata. Desde hace más de un siglo, el
clima de Argentina es monitoreado y estudiado por el Servicio Meteorológico
Nacional (SMN).

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