Está en la página 1de 1

Hobbes

Hobbes no tenía muy buena opinión del ser humano.


Él creía que:
- Todos somos básicamente egoístas.
- Nos mueve únicamente el miedo a la muerte y la esperanza de un beneficio personal.
- Todos buscamos dominar a los demás, tanto si somos conscientes de ello como si no.

Creía que sólo la ley y la amenaza de un castigo nos mantienen bajo control.
Él argumentaba que si la sociedad se viniera abajo y tuvieras que vivir en lo que él llamaba «un estado de naturaleza», sin leyes
ni nadie que pudiera protegerte, tú, igual que todos los demás, robarías y asesinarías cuando fuera necesario.
Para Hobbes, la vida fuera de la sociedad sería «solitaria, pobre, desagradable, brutal y breve»
Para Hobbes los individuos en el estado de naturaleza tendrían que aceptar un «contrato social», un acuerdo mediante el que
renunciarían a algunas de sus peligrosas libertades a cambio de seguridad.
Sin lo que él llamó una «soberanía», la vida sería una especie de infierno.
Esta soberanía tendría derecho a infligir severos castigos a todo aquél que no siguiera unas normas.
Hobbes creía que:
- Había ciertas leyes naturales que reconoceríamos como importantes, como que deberíamos tratar a los demás tal y
como esperamos que nos traten a nosotros.
- Las leyes no sirven de nada si no hay alguien o algo suficientemente fuerte para hacer que todo el mundo las cumpla.
- Sin leyes, y sin una soberanía poderosa, la gente que viviera en el estado de naturaleza terminaría muriendo de forma
violenta.

Leviatán representa el estado poderoso y su cabeza la soberanía.


Los individuos que vivieran en el estado de naturaleza tendrían muy buenas razones para trabajar juntos y
buscar la paz.
La seguridad sería mucho más importante que la libertad.
El miedo a la muerte empujaría a la gente a formar una sociedad.
Hobbes pensaba que estarían de acuerdo en renunciar a gran parte de su libertad a cambio de alcanzar
un contrato social.
Todos vivirían mejor bajo una autoridad poderosa que peleándose entre sí.
Creía que los humanos somos únicamente seres físicos y que el alma no existe: sólo somos cuerpos y, en última instancia, éstos
no son más que máquinas complejas.
Estaba convencido de que todos los aspectos de la existencia humana, incluido el pensamiento, eran actividades físicas.
En su filosofía no había espacio para el alma.
Hobbes llegó incluso a asegurar que Dios debía de ser un gran objeto físico.
Al estado que describe, hoy lo llamaríamos autoritario: aquél en el que la soberanía tiene un poder prácticamente
ilimitado sobre los ciudadanos.
Hobbes no creía en la democracia.

Rousseau

Rousseau creía que la verdadera religión surgía del corazón y no necesitaba ceremonias religiosas.
Según él: «El hombre nace libre, pero en todas partes se encuentra encadenado»
Según Rousseau, los seres humanos son buenos por naturaleza.
De acuerdo con él nos obsesionamos con intentar dominar a otras personas y obtener su atención.
Para Rousseau la envidia y la avaricia son el resultado de vivir todos juntos en ciudades.
Según él, en medio de la naturaleza, el «buen salvaje» crecería sano, fuerte y, sobre todo, libre.
Rousseau pensaba que la civilización corrompía a los seres humanos.
Él era optimista y creía que se podía encontrar otra forma de organizar la sociedad, donde todo el mundo trabajara en pos de un
bien común.
Si el coste de formar parte de una sociedad es algo parecido a la esclavitud, el precio es demasiado alto.
Rousseau creía que había una salida. Basó su solución en la idea de la Voluntad General.
La Voluntad General es todo aquello que sea mejor para toda la comunidad, para todo el estado.
Rousseau creía que se podía vivir en un estado siendo libre y, al mismo tiempo, obedeciendo las leyes de ese estado; y que estas
ideas de libertad y obediencia no sólo no se oponían, sino que se podían compaginar.
La Voluntad General, en cambio, es lo que la gente debería querer, lo que sería bueno para toda la comunidad, no sólo para
cada una de las personas desde un punto de vista egoísta.

Pero ¿qué sucede si te opones a lo que sería mejor para tu ciudad-estado? Puede que tú, como individuo, no quieras
avenirte a la Voluntad General. Rousseau tenía una respuesta: a esa persona se la debería «obligar a ser libre».
La persona que no supiera identificar lo correcto sería más libre si la obligaran a cumplir con la ley.

También podría gustarte