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Globalización y nueva Lex Mercatoria

Baldo Kresalja Rosselló

Autor: Baldo Kresalja Rosselló

Páginas: 51-93

Id. vLex: VLEX-60273614

Link: http://vlex.com/vid/n-nueva-lex-mercatoria-60273614

Resumen

3.1. Introducción. 3.2. El fenómeno de la globalización. 3.3. La limitada soberanía del Estado-
nación. 3.4. Sociedad global, tecnología y filosofía de la praxis. 3.5. Características del actual
orden económico y tecnológico. 3.6. Empresa multinacional. 3.7. Nueva lex mercatoria. 3.8.
Nuevos roles empresariales. 3.8.1. Buen gobierno corporativo. 3.8.2. Responsabilidad social de
la empresa. 3.8.3. ¿Un nuevo capitalismo? 3.9. La opinión del Tribunal Constitucional.

Texto

Contenidos
3.1. Introducción.
3.2. El fenómeno de la globalización.
3.3. La limitada soberanía del Estado-nación.
3.4. Sociedad global, tecnología y filosofía de la praxis.
3.5. Características del actual orden económico y tecnológico.
3.6. Empresa multinacional.
3.7. Nueva lex mercatoria.
3.8. Nuevos roles empresariales.
3.8.1. Buen gobierno corporativo.
3.8. 2 Responsabilidad social de la empresa.
3.8.3. ¿Un nuevo capitalismo?.
3.9. La opinión del Tribunal Constitucional.

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3.1. Introducción
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Aldo Ferrer nos enseña que fue a finales del siglo XV cuando se inicia la primera gran
globalización al verificarse dos condiciones: el aumento de la productividad del trabajo y un
orden mundial global. Entre los siglos XI y XV, el desarrollo del capitalismo comercial, el
incipiente progreso técnico y las transformaciones sociales permitieron un lento pero sostenido
crecimiento de la productividad en Europa. Y esas nuevas condiciones hicieron que las
relaciones externas de los países comenzaran a ejercer mayor influencia sobre la producción, la
distribución de la riqueza y la acumulación de capital. De otro lado, el sistema internacional
global recién se constituyó con el descubrimiento de América y la llegada de los portugueses al
Oriente por vía marítima77.

Es recién entonces cuando se plantea, en escala planetaria, el dilema fundamental de las


interacciones entre el ámbi-Page 52to interno y el contexto mundial como determinante del
desarrollo y el subdesarrollo de los países, y del reparto del poder entre los mismos.

Fue en ese periodo cuando comenzó a gestarse la distinción entre el poder tangible y el
intangible. El primero lo constituye el tamaño de la población y los recursos naturales de cada
país. Pero la respuesta al contrapunto entre el ámbito interno y el contexto externo condiciona la
gestación de factores intangibles asentados en la tecnología y la acumulación de capital; en
ausencia de estos componentes, el poder tangible se disuelve en el subdesarrollo.

“La observación del pasado revela que la globalización del orden mundial tiene precedentes
históricos de consecuencias comparables o aún mayores que las de la actualidad”78.

La conquista de América, la esclavitud, la catástrofe demográfica de los aborígenes de América,


más tarde en el siglo XIX el ferrocarril, la navegación a vapor y el telégrafo fueron los elementos
que permitieron a los europeos la ocupación de espacios abiertos en Oceanía, África del Sur y
América. Comparados con la dimensión de estos acontecimientos, algunos procesos
contemporáneos constituyen episodios de menor significación histórica79.

“El pasado, es, pues, una fuente inagotable de enseñanzas para comprender los problemas
actuales de la internacionalización de la producción o la globalización financiera. En cambio, el
pasado enseña poco sobre la universalización de dos cuestiones que han adquirido
actualmente decisiva importancia. Se trata de la pobreza y la agresión al ecosistema”80.

Forman ellas parte esencial del dilema entre el desarrollo y el subdesarrollo en un mundo global
y constituyen, al mismo tiempo, la trama profunda de la cual dependen la paz y la seguridad
internacionales.Page 53 Están también asociados a la globalización de aquellas dos
cuestiones, el tráfico de armamentos, la difusión de armas de destrucción masiva, el
narcotráfico, las migraciones internacionales, el crecimiento demográfico, la destrucción de la
naturaleza y de los recursos no renovables, los fundamentalismos de diversos signos, y, en
general la violencia81.

Para explicar la capacidad de los países para resolver con éxito el dilema del desarrollo en el
mundo global se presentan dos áreas principales: las condiciones socio-políticas y las variables
económicas. Son elementos constitutivos de la calidad de las respuestas a la globalización,
dentro de las condiciones sociopolíticas, el marco constitucional y político; las élites; las ideas
económicas; el Estado; el derecho de propiedad y los costos de transacción y la integración
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social. Son variables económicas a tomarse en cuenta el ahorro y la inversión; las ventajas
competitivas; la balanza de pagos y los precios.

Ahora bien, “la globalización de la economía mundial en estas últimas décadas del siglo XX ha
vinculado aún más la realidad interna de las naciones con su contexto externo. La expansión del
comercio, las operaciones transnacionales de las empresas, la integración de las plazas
financieras en un megamercado de alcance planetario, y el espectacular desarrollo de la
información, han estrechado los vínculos entre los países. En algunas regiones la formación de
espacios multinacionales es otra manifestación de la globalización del orden mundial”82. Pero
pese a los extraordinarios avances de la globalización, los mercados internos absorben todavía
más del 80% de la producción mundial, nueve de cada diez trabajadores están ocupados en
abastecer los mercados nacionales, el 95% de la inversión se financia con ahorro interno y los
avances científico-tecnológicos domésticos constituyen el sustento del cambio técnico. La
globalización coexiste, pues, con el peso decisivo dePage 54 la cultura, los mercados y los
recursos propios. Y es la articulación de esta dimensión endógena de la realidad con su
contexto externo lo que determina el desarrollo o atraso de los países83.

3.2. El fenómeno de la globalización


Como hemos visto, la globalización está lejos de ser un concepto inédito en la historia. Lo que
parece nuevo es su aplicación a un proceso de superación de las restricciones de espacio
gracias a la posibilidad de tratamiento instantáneo de un gran volumen informativo, un fenómeno
de interacciones transnacionales en la cual la empresa privada ha sustituido al Estado como
actor principal y a la dimensión alcanzada por los movimientos transnacionales financieros.

De otro lado, el concepto de globalización es polisémico y es ampliamente utilizado para


expresar un conjunto de procesos interrelacionados, tales como la autonomía adquirida por la
economía en relación a la política; las nuevas estructuras de decisión que operan en tiempo real
y con alcance planetario; la desnacionalización de los derechos; la uniformización y
estandarización de las practicas comerciales; la desregulación de los mercados de capitales; la
reasignación geográfica de las inversiones productivas y la aparición de una estructura político-
económica multipolar que supone nuevas formas de cooperación y de conflicto84.

Ese fenómeno de la globalización ha dado también lugar a la multiplicación de normas técnicas


formuladas para atender determinados patrones de calidad y de seguridad de los bienes y
servicios que circulan en el mercado, lográndose que diferentes productores concensúen
criterios de evaluación, medida, cotejo, comparación, etc., y que han dado lugar a la
proliferación de muchos organismos técnico-normativos. También la progresiva estandarización
de partes significativas delPage 55 derecho positivo sometiéndolas a la competencia de
organismos multilaterales. En este entorno las empresas transnacionales exigen al Estado-
nación que actúe como intermediario en un conjunto de problemas pero que solamente puede
realizar con la colaboración de ellas y sin poder utilizar su poder de veto.

Ahora bien, en el ámbito de la sociedad de la información globalizada, la base del poder


económico y político reside especialmente en la generación, procesado y control de la
información técnica y especializada, lo que da lugar a la expansión de la microelectrónica y la
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biotecnología, entre otras áreas, todo lo cual lleva a disminuir el rol de la fuerza de trabajo. La
fuente de las ventajas comparativas a largo plazo ya no reside en las cualidades de un
determinado producto o servicio sino en las actividades intensivas en conocimiento y en
tecnología que las empresas puedan realizar al nivel de la competencia internacional 85.

Las empresas transnacionales, concientes de las limitaciones de escala de los mercados


nacionales y de su incapacidad para absorber una amplia variedad de productos y servicios
generados por la expansión tecnológica continua, han organizado su producción a escala
planetaria aprovechando las ventajas comparativas de cada mercado regional o nacional,
creándose una economía de carácter mundial compuesta por una red de mecanismos
interligados de producción, distribución y comercialización que hacen posible la obtención de
grandes beneficios, que va forjando sus estructuras políticas y jurídicas, y sus propias reglas de
legitimación, lo que por cierto genera problemas inéditos así como diferencias entre zonas ricas
y desfavorecidas.

El fenómeno de la globalización encierra pues un potencial conflictivo y atomizador, por “cuanto


más veloz es su expansión, más intensa acaba siendo la exclusión social que propicia, con
impacto diferenciado en términos locales, regionales, nacionales yPage 56 continentales”86.
Ello da lugar entonces a un creciente proceso de ruptura de las redes de solidaridad.

3.3. La limitada soberanía del Estado-nación


3.3.1. Si bien en los albores del Estado moderno el derecho es reducido a la ley impuesta por el
soberano, después se evoluciona hacia la limitación de ese poder supra legem, mediante la
clásica división de poderes tripartita (Ejecutivo, Legislativo y Judicial) pero con funciones
complementarias, y el reconocimiento de las libertades de iniciativa y opinión así como de los
derechos fundamentales de la persona humana.

Mas adelante vendrán las declaraciones de los Derechos del Hombre y el nacimiento y
multiplicación de las Constituciones escritas surgidas de las tres grandes revoluciones
burguesas, la inglesa de 1688, la estadounidense de 1776 y la francesa de 1789, que triunfaran
al imponer un freno a los gobiernos absolutistas y legitimar el poder por medio de la democracia
representativa. Finalmente, en esta evolución, la afirmación del principio de “autodeterminación
de los pueblos” constituye una norma programática de vital importancia para la consolidación
del Derecho Internacional en el siglo XX, lo que es puesto de manifiesto —por ejemplo— en la
Resolución 1514 de las Naciones Unidas de 1960, la que afirma:

“Todos los pueblos tienen el derecho de libre determinación; en virtud de este derecho,
determinan libremente su condición política y persiguen libremente su desarrollo económico,
social y cultural”.

Ahora bien, este engranaje que se forjó en torno al Estado-nación ha sido crecientemente
puesto en cuestión “por la diversidad, heterogeneidad y complejidad del proceso de
transnacionalización de los mercados de materias primas, producción, capitales, finanzas y
consumo. A medida que los precios de los bienes y serviciosPage 57 negociados en esos
mercados pasan a formarse fuera del alcance de la competencias reguladoras estatales,

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quebrándose el vinculo entre la producción y circulación de riquezas y territorio, se inicia un


proceso histórico en cuyo ámbito la economía cada vez más se impone sobre el debate público
y las agendas gubernamentales de todos los países (aunque de modo diferenciado). En este
nuevo contexto socioeconómico, aunque en términos formales los Estados continúan ejerciendo
soberanamente su autoridad en los límites de su territorio, en términos sustantivos muchos de
ellos ya no consiguen establecer y realizar sus objetivos exclusivamente por sí y para sí mismos.
En otras palabras, los Estados se descubren materialmente limitados en su autoridad
decisoria”87. No se trata por cierto de afirmar la liquidación de la soberanía pero sí de la
recomposición del sistema de poder provocado por el fenómeno de la globalización.

En nuestros días, la soberanía del Estado-nación no está siendo sólo limitada sino
comprometida en su misma base, a pesar de que continúa constituyendo el cuerpo central de
legitimación normativa. Pero las demandas que le plantea la población no pueden ser siempre
atendidas, dando lugar a que su autoridad sea cada vez más frágil perdiendo autonomía su
aparato burocrático, más aún cuando el incremento de la socialización global trae consigo
problemas inéditos. De otro lado, los sectores vinculados al sistema capitalista transnacional
presionan con su gran poder al Estado en el contenido de políticas públicas, esto es, en su
formulación, establecimiento y ejecución.

Ello se aprecia en los constantes pedidos para la desregulación de los mercados, los programas
de desestatización, la ampliación del plazo de protección de sus innovaciones técnicas
(patentes), la flexibilización de la legislación laboral y otros proyectos de deslegalización y
desconstitucionalización. Y todo ello suele ocurrir fuera del ámbito de la arena electoral,
circunscribiéndose básicamente alPage 58 Poder Ejecutivo, “lo que provoca que las formas
universalistas de agregación de intereses, típicas de la democracia, sean colonizadas y
vaciadas por prácticas y acuerdos de carácter neocorporativo”88, sustituyendo el mercado a la
política como factor determinante del ámbito público. Y es probable que cuanto más disponible
sean las formas de vinculación electrónica entre las personas, “mayor será la fragmentación de
las identidades colectivas y mayor tenderá a ser la velocidad de empobrecimiento cualitativo de
los mecanismos de participación y representación política”89.

3.3.2. El discurso sobre los derechos humanos se extiende en el ámbito mundial a través de
diversos tratados internacionales suscritos por la mayoría de países del mundo y la creación de
organismos y tribunales internacionales para su defensa y protección. Sin embargo, se pone en
cuestión su declarada universalidad por grupos que anteponen la diferencia a la universalidad y
también por la incongruencia del discurso de algunos Estados desarrollados de occidente. Lo
que estaría detrás de esa incongruencia serían las exigencias impuestas por el modelo de
globalización económica, de corte neoliberal y de libre mercado, que se muestra reticente a casi
toda regulación que no provenga de los propios agentes del mercado y que antepone el aspecto
económico sobre cualquier otro, incluidos los propios derechos humanos90.

Como sabemos, el Estado-nación se muestra incapaz de resolver por sí solo problemas que
trascienden sus fronteras, pero que lo afectan internamente, como es el caso del fenómeno de la
inmigración masiva, del terrorismo, las mafias internacionales, la pornografía en internet, la
afectación del medio ambiente, etc. En este contexto de problemas globales, se proponen
también soluciones globales,Page 59 como los procesos de integración, negociaciones
multilaterales y propuestas cosmopolitas más o menos ambiciosas, entre otras.
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Como podemos apreciar, la globalización es un concepto indeterminado y puede referirse a


varios ámbitos, tales como el informativo, el económico y el humano. Dentro de la globalización
humana puede incluirse a aquellos que persiguen el antiguo ideal cosmopolita del individuo
ciudadano del mundo. “Bajo esta perspectiva se cuestiona la función que hoy en día cumple el
concepto de ciudadanía como vínculo de pertenencia a un Estado y como requisito para el
reconocimiento real, no ya meramente nominal, de los derechos (no sólo políticos, sino también
sociales e, incluso, civiles)91. Entonces, resulta poco convincente predicar sobre derechos
humanos en el actual contexto mundial de enorme desigualdad y pobreza. Como consecuencia
de ello, para algunos hay una incompatibilidad insalvable entre la lógica del mercado a que
apunta el proyecto globalizador y la lógica de los derechos universales.

3.3.3. En la medida que “la interpenetración de las estructuras empresariales, la interconexión


de los sistemas financieros y la formación de los grandes bloques comerciales regionales se
convierten en efectivos centros de poder, ...el sistema político deja de ser el locus natural de
organización de la sociedad por ella misma. En lugar de un orden soberanamente producido, lo
que se pasa a tener es un orden crecientemente recibido de los agentes económicos”92; un
orden cada vez más autoorganizado y autoregulado que “tiende a trascender los límites y
controles impuestos por el Estado, a sustituir la política por el mercado como instancia máxima
de regulación social, a adoptar las reglas flexibles de la lex mercatoria en lugar de las normas
de derecho positivo”93.

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Así, pues, las políticas del Estado-nación se hacen vulnerables a las opciones y decisiones
económicas hechas en otros lugares sobre las que no tienen poder de control. Es por ello que
las estructuras administrativas, políticas y jurídicas del Estado-nación pasan a ejercer nuevas
funciones, convirtiéndose en ocasiones en simples mecanismos de coordinación, de
adecuación de intereses y de ajustes programáticos, tal como aparece en la figura siguiente,
tomada del libro de José Eduardo Faria94, quien la ha adaptado de Mario Pianta
(Globalizzazione dell´economia e dimensione locale, 1994):

PROCESOS Y ESTRATEGIAS EN LA ECONOMÍA GLOBALIZADA

[NO INCLUYE GRÁFICO]

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Puede entonces afirmarse que la categoría de soberanía popular, tan crucial para la idea
democrática, se ha vuelto problemática, reflejando la tensión entre Estado y mercado que se
expresa hoy en la distancia que se produce a nivel supranacional en materia económica con la
integración política que se realiza en el ámbito del Estado nacional.

Este proceso ha llevado a considerar que el derecho regula su propia creación, se autoproduce,
convirtiéndose en un conjunto de reglas positivas bajo la forma de un orden coactivo depurado
de todo valor trascendental, lo que le impide promover juicios morales o evaluaciones jurídicas,
encarando los concretos problemas sociales exclusivamente desde la óptica de las
prescripciones normativas, esto es, de la relación de imputación entre sanciones y actos
considerados ilícitos, dejando de ser un fin sino más bien un instrumento, porque estos últimos
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no son en sí mismos inmorales o éticamente condenables sino simplemente conductas


conformes o contrarias a las fijadas por la norma95.

Entonces la maximización de la acumulación multiplicada por el fenómeno de la globalización


condiciona todos los comportamientos, “al mismo tiempo que se convierte en un instrumento
anónimo de integración económica que opera muy por encima de la voluntad política de los
ciudadanos. Se trata —dice Faria— de una integración de naturaleza eminentemente sistémica,
cimentada sobre todo en la especialización y mercantilización del conocimiento, en la
tecnología, en la competitividad, en la producción y en el dinero. Se trata, por consiguiente, de
una integración que entra en conflicto con la integración social, pues ésta, a su vez, estaría
fundada en valores, normas, acuerdos y contratos, es decir, mediada por la conciencia de los
actores”96. Es causa de este conflicto la circunstanciaPage 62 que la globalización es un
fenómeno selectivo que actúa de modo independiente de los controles políticos y jurídicos a
nivel nacional y que, por tanto, compromete la idea republicana de comunidad.

3.4. Sociedad global, tecnología y filosofía


de la praxis
Todos coincidimos en que estamos viviendo un cambio de época, cuya aceleración es
cuantitativa y cualitativamente superior a cualquier otra vivida antes por la humanidad. Y uno de
los aspectos esenciales para que ello sea así es la aplicación generalizada de la tecnología, en
especial en el ámbito de las comunicaciones. La informatización y la tecnología son sin duda
alguna factores determinantes de la vida social, y tienen un gran impacto en muchas áreas del
conocimiento y el comportamiento humano, lo que por cierto incluye a la ética.

La globalización es un fenómeno irreversible que puede entenderse como la interconexión


eficaz entre las distintas sociedades, la cual produce una creciente interdependencia entre todos
sus habitantes y en casi todos los niveles de la vida social, siendo su columna vertebral la
sociedad de la información. Globalización y tecnología son dos caras de la misma moneda.

El hecho tecnológico globalmente considerado suele generar tanto rechazo como necesidad.
Así, el hombre contemporáneo contempla con temor las posibilidades de transformación en el
ámbito de su vida individual y en la colectiva por el uso de nuevas tecnologías, pero de otro lado
no está dispuesto a dejar pasar la ocasión del mayor bienestar que ellas conllevan. Lo que lleva
a comprobar que no son las tecnologías la preocupación primera sino el cómo van a utilizarse.

A este respecto es importante reconocer que la globalización impone una interdependencia


radical entre las distintas sociedades y entre los distintos grupos sociales de modo que las
acciones de unas no son indiferentes para otras. En este contexto, donde la circunstancia del
hombre se ha convertido en una cosmo-circunstanciaPage 63 la pregunta ¿qué se debe hacer?
adquiere un rango de importancia antes desconocido. Por otra parte, en una sociedad
globalizada cuya racionalidad es tecnológica el criterio de validez es la eficacia operativa, esto
es, la necesidad de aplicación directa de sus resultados, propios de una sociedad volcada a la
acción, la que —como decía Aristóteles— es el fin de la ética. Nos dirigimos pues a una filosofía
de la praxis, tratando de llegar a una convergencia general que garantice la estabilidad y el

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avance sociales, no a un imposible uniformismo ético-social, con el objeto de promover la


felicidad y el cumplimiento de los derechos humanos. Por ello, creemos que es posible “una
convergencia práctica en algo que se halla ya en las raíces profundas de la cultura
contemporánea, por ejemplo, los derechos humanos. La práctica de los mismos, una vez
convertida en referencia y hábito, hará mucho más fácil una convergencia teórica en la
justificación de las actitudes y decisiones”97.

Debemos tratar de entender a la sociedad global de nuestros días como un mosaico social
interactivo, esto es, grupos sociales distintos —nacionales, étnicos, políticos, etc.—
interrelacionados, cuya estabilidad depende en buena cuenta de sus relaciones con los demás
y con la totalidad. Se trata de una interacción activa y dinámica con capacidad de dar respuesta
a los problemas que van surgiendo, los que suelen ser más complejos que los de épocas
precedentes.

Desde el punto de vista económico, las economías locales ceden parte de su importancia a las
economías dirigidas por empresas multinacionales que se asientan en diversos países, según
conveniencias financieras y geográficas. Esas compañías son los verdaderos protagonistas
económicos de la globalización, la cual puede entenderse entonces como una fase en la
evolución delPage 64 capitalismo98. Lo que hay que tener presente es que la racionalidad
económica actual es un ejemplo fidedigno de racionalidad tecnológica, lo que tiene grande
importancia en los procesos de integración política.

Ahora bien, los hechos así descritos tienen importantes consecuencias en los planos éticos y
jurídicos, tanto a nivel local como internacional, pues moldea la cultura y la mentalidad del
hombre, lo que tiene gran importancia en su bienestar, más aún cuando se mantienen tan
grandes diferencias entre grupos sociales y países. Las virtualidades de las tecnologías de la
comunicación se hacen sentir en video conferencias, tele enseñanza, operaciones quirúrgicas a
distancia, etc. así como en el culto desmedido a la imagen. Ello da lugar a lo que podría
llamarse un imperativo tecnológico: “todo aquello que tecnológicamente se pueda hacer, posee
una tendencia irrenunciable a su realización”99.

Pero también la descentralización del poder, que es un signo distintivo de la sociedad


tecnológica, hace posible un desarrollo democrático y formas de convivencia potencialmente
más justas y deseables que las heredadas, lo que lleva a una necesaria integración con los
demás con el objeto de proteger el bienestar alcanzado. Como decía José Ortega y Gasset “yo
soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella, no me salvo yo”. Es también característica de
esa sociedad la diversificación social que da lugar a nuevas profesiones, nuevas formas de
producción, una movilidad social laboral acrecentada, a las exigencias de los países menos
desarrollados, etc., lo que hace necesario una respuesta rápida y global a los problemas. Dice
Ramón Queraltó que “una palabra puede simbolizar la respuesta a toda esta situación: eficacia,
eficiencia social, necesidad de actuación adecuada y en el menor tiempo”100.

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El proceso de globalización en curso se acelera y adquiere perfiles más nítidos después del
fracaso, a partir de 1980, de la economía planificada al estilo de los Estados socialistas
europeos e incluso en China, pero también después de la crisis del llamado Estado del
Bienestar de los países democráticos occidentales, cuando se comprueba la inviabilidad del
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Bienestar de los países democráticos occidentales, cuando se comprueba la inviabilidad del


sistema de protección social, al no poder continuar solventándose. Ello llevó consigo el triunfo
del neoliberalismo encarnado principalmente en Inglaterra y los Estados Unidos. Todos los
países, sin embargo, han debido acomodarse a las nuevas realidades económicas y
autolimitarse en sus objetivos, lo que ha traído desbalances internos de especial gravedad.

Como lo prueban recientes estudios, el neoliberalismo impuesto en América Latina bajo el


nombre de Consenso de Washington101 noPage 66 ha sido ni es solución en ningún país102.
(Vid. infra VI.2) La llamada mano invisible del mercado, que funcionaría en principio para el bien
de todos los ciudadanos y garantizaría un progreso constante, constituye un mito refutado por la
realidad de igual modo que la opinión de que el socialismo llevará a todos los seres humanos al
paraíso del bienestar103. De tal forma, cuando la política de li-Page 67bre mercado se convierte
en un dogma absoluto y en un fin en sí misma, cuando más puestos de trabajo se suprimen o
exportan, cuando sólo se trabaja para lograr beneficios a corto plazo, cuando los trabajadores
no participan proporcionalmente en las mejoras en productividad, cuando todo ello sucede,
entonces se generan fuerzas sociales legítimamente opositoras, lo que crea inestabilidad y
disminuye las posibilidades de innovación, olvidándose los importantes factores de lealtad
fundados en la confianza, que son esenciales para el desarrollo.

Es preciso puntualizar que cuando hablamos de globalización del derecho nos referimos a un
conjunto de fenómenos interrelacionados que acompañan a las prácticas organizativas y
comerciales de las corporaciones transnacionales que operan a escala mundial y que han dado
lugar a una revalorización de un derecho contractual y comercial que tiende a su unificación.
Como sabemos, los contratos son una especie de sistema privado de creación de derecho, pues
las partes crean normas que gobernarán sus futuras relaciones. Este sistema puede existir
transnacionalmente, incluso cuando no haya tribunal transnacional que resuelva las disputas
que pudieran originarse, pues pueden haber adoptado mecanismos de arbitraje no estatal o
acudir a los tribunales de algún Estado particular.

3.5. Características del actual orden


económico y tecnológico
Como se ha puesto ya de relieve, durante las últimas décadas se han producido
transformaciones de gran magnitud en el ámbito de la economía política, habiéndose
desdibujado algunos de los paradigmas, ampliamente compartidos, posteriores a la Segunda
Guerra Mundial y que buscaban la edificación de un Estado del Bienestar. La desaparición de
las alternativas del denominado socialismo real en los países del este europeo, la caída del
muro de Berlín, las repetidas crisis financieras internacionales, la configuración de nuevos
bloques económicos, la mayor presencia de ChinaPage 68 e India, los brotes terroristas, el
fanatismo religioso, son algunas de esas transformaciones. Todos estos cambios reflejan
transformaciones más profundas que provienen de los cambios tecnológicos, los flujos de
capital especulativo y cambiantes valores, normas y expectativas. Por cierto, no hay respuestas
acabadas para las desafiantes interrogantes que surgen de esa nueva realidad104.

Los principales indicadores de esos procesos de cambio están dados por el incremento de la
importancia de los servicios en el comercio internacional, desplazando a las materias primas,
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alimentos y bienes industriales; la modificación de la demanda de bienes y servicios; y el


aumento de la actividad financiera y de los flujos de capital. Estas transformaciones son el
resultado de la aplicación de los inventos científicos y técnicos a la esfera productiva, y que se
concretan en nuevas técnicas de producción, nuevas fuentes de energía, nuevos recursos
naturales, nuevos bienes de consumo final, nuevos mercados, nuevos sistemas de transporte y
nuevos métodos de mercadeo105. Ello pone en evidencia que la lógica de funcionamiento del
sistema capitalista radica en las innovaciones o revoluciones tecnológicas que se producen
cada cierto tiempo.

Como señala Schuldt, por medio de las innovaciones y por la competencia entre empresas para
bajar costos y precios, se logra incrementar la productividad total de las factores de producción,
así como el uso más amplio e intensivo de mano de obra y de capital, lo que lleva a una
“acumulación sin fin de los capitales (físico, hu-Page 69mano y natural), pero no necesariamente
a un mayor bienestar de las personas”106. Se trata en esencia, dice Schuldt, “de la conquista del
mundo y de la naturaleza a partir de la técnica, la información y el poder en que la competencia
por la ganancia material es el vehículo que motiva la acción empresarial y la destrucción
creativa”107, habiéndose convertido la acumulación de capital en un fin en sí misma. La
dinámica capitalista parecería entonces garantizar su supervivencia, a pesar de no estar
siempre al servicio del ser humano en sus necesidades existenciales, más aún cuando no se ha
diseñado un régimen socioeconómico alternativo que sea capaz de asegurar, a la vez, la
libertad económica y la democracia política, garantizando el desarrollo a escala humana108.

La revolución tecnológica a la cual asistimos está integrada por la microelectrónica en sus


distintas aplicaciones (robótica, informática, etc.) y la información, constituyendo el rol articulador
de la acumulación y elemento condicionante de la futura dinámica económica y política. Las
nuevas tecnologías tienen en común el hecho que se basan en el conocimiento científico-
tecnológico, poniendo ello de relieve la importancia creciente de los llamados derechos
intelectuales, que son la principal vía escogida para su protección jurídica. Todo ello ha
revolucionado el mundo de la empresa la que, gracias a la maquinaria automatizada
programable, puede ahora producir más eficientemente adaptándose con rapidez a los cambios
en la demanda, perdiendo significación las economías de escala basadas en la producción
masiva. Se han producido también cambios en los procesos de división de trabajo y en la
interacción entre las empresas. Las diferencias más importantes entre las dos últimas
revoluciones tecnológicas pueden apreciarse del cuadro siguiente:

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Criterios Cuarta RT Quinta RT


1. Recurso básico Energía barata y abundante Información y conocimientos ágiles y
(petróleo) estratégicos
2. Producción Automatizada Flexible
3. Mezcla de Estable, homogénea Variada y cambiante
productos
4. Estructura Jerárquica, Departamental Horizontal, por redes

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organizativa
5. Habilidades Especialización Multicapacidades
6. Equipamiento Concentrado, único Programable, adaptable
7. Calidad Tolerancia fija Ningún defecto
8. Mercados Masivos, homogéneos Segmentados, combinados
9. Relaciones Conflictivas Negociadas y cooperativas
laborales

Fuente: Ossa y Sagasti, y Pérez.

Como bien recuerda Schuldt, la revolución tecnológica a la cual asistimos no es neutra ni en su


origen (alianza de empresas multinacionales y gobiernos nacionales) ni en sus consecuencias
para la fuerza laboral. Son las nuevas relaciones entre capital y trabajo, así como la situación
del papel del Estado, las que reflejan un nuevo modelo de acumulación que viene siendo
monopolizado por los países desarrollados, los que han financiado esa revolución con los
elevados márgenes de ganancia de sus empresas oligopólicas, los superávits externos, el
ingreso de sus empresas a nuevos mercados y con recursos del tercer mundo, provenientes
estos últimos del servicio de la deuda externa, la remisión de utilidades y las huidas de
capital109.

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Ahora bien, son previsibles las consecuencias de esa revolución tecnológica110 en los países
subdesarrollados: la creciente automatización del núcleo capitalista central respecto del resto
del mundo, pues las principales decisiones políticas se adoptarán en organizaciones e
instituciones controladas por los países desarrollados; el deterioro de las ventajas comparativas
tradicionales en la medida que la fuerza del trabajo y los recursos van perdiendo importancia; la
obsolescencia en pocos años de industrias exportadoras; y el desarrollo de los sectores de
servicios que concentrarán los excedentes, cuya propiedad será fundamentalmente de las
empresas multinacionales. Los países subdesarrollados, como el Perú, en ese ya actual
escenario, pierden autonomía para definir patrones de producción, consumo y distribución de
ingresos. Pero las posibilidades de desarrollo futuro si bien son limitadas todavía existen, como
tendremos ocasiones de ver más adelante. (Infra VI)

3.6. Empresa multinacional


El desarrollo de la empresa en nuestros días hace que se extienda su influencia a distintos
sectores de la sociedad, potenciada por la revolución en las telecomunicaciones y el auge de la
tecnología, a las que hemos hecho antes referencia. Se canaliza hacia ella enormes cantidades
de recursos, los que cada vez en menor proporción pueden ser cubiertos por un número
reducido de personas. Surge así la gran empresa contemporánea, una comunidad de intereses
diversos (propietarios, proveedores, consumidores, Estado, etc.) debiendo el derecho contribuir
a que la convivencia entre ellos sea lo más armónica posible.

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La empresa moderna ha puesto de manifiesto su gran flexibilidad para adecuarse a las


cambiantes situaciones nacionales e internacionales, y al extraordinario desarrollo tecnológico.
No cabe duda que la economía capitalista ha puesto de manifiesto que ellaPage 72 no
pertenece exclusivamente al reino de la necesidad, sino que también ha sabido impulsar
cambios que han aumentado su libertad de acción.

En la configuración de la empresa moderna han contribuido diversos aspectos que guardan


relación con el marco ético económico en que surge y entre los que cabe destacar el espíritu del
empresario burgués, con su mentalidad calculadora, sus virtudes y forma de vida disciplinada; el
cambio de mentalidad producido a favor de la consideración del interés propio como algo
legítimo; y un criterio racional como el de utilidad para orientar el desarrollo económico, entre
otros. Posteriormente surgieron nuevas formas para entender la justicia económica, sea
mediante la defensa de la justicia como equidad o un posible contrato constitucional, formas
éstas que ya no estarán sometidas a la coordinación del mercado. Todos estos ingredientes han
ido transformando a la empresa hasta su configuración actual, pero el factor decisivo para su
crecimiento y la fuente predominante del poder ha sido la organización como tal.

Los objetivos de la empresa siempre han sido el producir bienes o servicios, aumentar el valor
añadido para lograr beneficios, promover el desarrollo humano y garantizar su continuidad. En
nuestros días, la gran empresa multinacional suele constar de muchas unidades de operación
dirigidas por una jerarquía de ejecutivos asalariados que la coordinan administrativamente.
Coordinación esta última que es más rentable y eficaz que la del propio mercado. “Conforme la
tecnología se hacía más compleja y los mercados se expandían, la coordinación administrativa
fue reemplazando a la coordinación de mercado en una parte cada vez más importante de la
economía, lo cual supuso la managerial revolution, una revolución en la dirección de la
empresa”111. No es que la empresa sustituya al mercado sino que lo reemplaza en la
coordinación y en la integración del flujoPage 73 de bienes y servicios, convirtiéndose la
jerarquía administrativa en fuente de estabilidad, de poder y de desarrollo continuado.

El surgimiento de las burocracias empresariales con conocimientos especializados ha


acompañado a una separación entre dirección y propiedad, teniendo cada vez un mayor peso lo
financiero. De esta forma, es alternativa al mercado porque internaliza los intercambios y
prescinde parcialmente del sistema de precios del mercado, sustituyendo con su mano visible a
la mano invisible de las fuerzas del mercado. Y su estructura administrativa descansa sobre la
base de un mundo vital como comunidad moral en la empresa.

La empresa multinacional, dicen sus críticos112, es un organismo sin cuerpo ni corazón, una red
construida por diferentes elementos complementarios esparcidos por el planeta que se articulan
unos a otros según una pura racionalidad económica, obedeciendo a dos conceptos claves:
rentabilidad y productividad. Ello hace que la nacionalidad de la empresa se haya disuelto, lo
que a veces se extiende a su propia personalidad. La razón se encuentra en que ese tipo de
empresa busca el beneficio máximo, mediante fusiones, deslocalizaciones y aumento de
productividad, que la lleva a producir allí donde los costos salariales son más bajos y a vender
donde los niveles de vida son más elevados. Esta conducta crea un estado de inseguridad
generalizada en los trabajadores y en los lugares en donde se ubica. La crítica se extiende,
además, a sus redes de influencia conformados por las opiniones de organismos tales como el
Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM), la Organización para la

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Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) y la Organización Mundial de Comercio (OMC) y


en los grandes medios de comunicación, todos los cuales exaltan las virtudes del mercado.

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3.7. Nueva lex mercatoria


Dice Galgano que el futuro que nos espera es la de “una sociedad sin Estado, que tiene
dimensiones planetarias y que esta regida por un derecho propio, que es un derecho
supranacional formado espontáneamente, llamado nueva lex mercatoria ... ordenamiento
jurídico originario, propio de la business community, y que regula las transacciones
internacionales ... [el mismo que, aunque] ... carente de órganos coercitivos, se vale de los
órganos del Estado que en cada caso resulte competente por razón del territorio”113.
ConvienePage 75 aquí recordar que hasta la aparición de los Estados nacionales las relaciones
entre los hombres se regían por derechos universales y que la lex mercatoria, que había sido un
derecho creado e impuesto por la clase mercantil, no conocía mediación política y llevaba a
cabo la unidad del derecho a través de la unidad de los mercados. Con la creación de los
Estados nacionales el Derecho Civil pierde universalidad, se fragmenta, en contradicción con el
comercio cada vez más internacional, ello sin perjuicio de que la penetración en los Códigos
Civiles del axioma político de la igualdad entre los hombres, contribuyera a crear las
condiciones para la instauración de una economía de mercado basada en el intercambio
entrePage 76 iguales, cuyos valores ya no dependen de los estatus subjetivos de los
contratantes, sino que quedan sometidos al libre juego de las fuerzas económicas114.

La globalización de los mercados y la gran incidencia que en ellos tienen los aspectos
financieros ha traído como consecuencia que el principal instrumento de la innovación jurídica
sea el contrato, pues el mundo de los negocios produce y exige nuevas figuras contractuales,
contratos atípicos pero internacionalmente uniformes, lo que tiene un inmenso valor para las
empresas multinacionales, valor que puede comprobarse en la realidad, pues las sociedades
filiales simplemente los someten a una traducción sin adaptación especial al derecho de los
Estados nacionales. Y se imponen en la realidad siguiendo la lógica de que lo que es válido en
muchas naciones no puede dejar de serlo en una en especial. Dice Galgano: “el contrato era, en
su acepción clásica, el instrumento para configurar los intereses particulares; hoy, el contrato
entre privados ocupa el puesto de la ley en muchos sectores de la vida social. Llega incluso a
sustituir a los poderes públicos en la función de proteger los intereses generales, propios de
toda la colectividad, como ha sido, con anterioridad, el interés de los consumidores, que los
mecanismos de autorregulación contractual han defendido contra los engaños publicitarios, y
como es hoy la serie de intereses generales a los que ofrecen protección distintas
autorregulaciones contractuales, a las que incluso la ley hace constante referencia”115.

Pensemos, dice Galgano, en el contrato on line, que es un contrato estipulado fuera del espacio
y al que ningún derecho nacional resulta aplicable sobre la base de las reglas comunes del
derecho internacional privado. Este contrato no se sitúa fuera del derecho sino que
precisamente se adecúa a la lex mercatoria, porque tiene lugarPage 77 entre miembros de la
aldea global, y los conflictos que de él pudieran surgir se resuelven mediante arbitrajes
internacionales cada vez más frecuentes. Se trata de una especie de derecho consuetudinario
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que se impone a los derechos nacionales y que no se puede derogar por las partes del contrato.
En este tránsito camina hacia el ocaso el principio de estatalidad del derecho así como declina
también el principio de nacionalidad. El shopping del derecho, que permite a las partes
contratantes optar por el derecho de un Estado que no es parte de la relación contractual, es una
manifestación de la globalización del derecho, que no es como se cree la creación de un único
derecho planetario, sino da a todos la posibilidad de utilizar las diferentes figuras jurídicas
ofrecidas por los derechos nacionales116.

Es cierto que esta realidad puede no gustar a quienes han sido educados en la idea de la
estatalidad del derecho, esto es, en la ecuación derecho igual a ley, así como a aquellos que
confían en la formación democrática del derecho, elaborado mediante acuerdos tomados en el
seno de asambleas con representantes de la voluntad popular. Pero más bien parece que la
mediación política de los intereses en juego, propia del derecho legislativamente creado por los
Estados, es sustituida ahora por la mediación cultural de los juristas, característica de la antigua
lex mercatoria. Es cierto que la nueva es creada unilateralmente por la clase empresarial, y que
por eso se la ha calificado como derecho despótico, pero debe advertirse que ella es en cierta
medida refinada y encuadrada por convenciones internacionales como el Unidroit.

Estas reflexiones del gran jurista italiano nos sirven para poner de manifiesto que el tipo de
razonamiento propio de una ética para el desarrollo y de una ética planetaria está íntimamente
conectado con aspectos jurídicos, y que es esencial tener presente la existencia cada vez más
potente de una nueva lex mercatoria.

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3.8. Nuevos roles empresariales


Como es obvio, las transformaciones generadas por la globalización y la tecnología han tenido
una gran influencia en el comportamiento empresarial, más aún cuando son las más importantes
empresas el motor que genera y acelera los procesos, y frente a los cuales el Estado aparece,
en ocasiones, como espectador pasivo y hasta inválido. Dentro de las múltiples iniciativas
generadas para adecuar el rol de la empresa contemporánea a esos cambios, hay dos de
especial importancia, cuyos debates y cavilaciones han llegado también a nuestras fronteras,
embarcados al interior de la práctica empresarial o del debate académico. Nos referimos a los
temas del llamado buen gobierno corporativo y a la responsabilidad social de la empresa, los
que trataremos brevemente a continuación117.

Cabe advertir que esas iniciativas de origen anglo-sajón, son respuesta a una crisis de
confianza en los mercados y en las empresas, como consecuencia de escándalos financieros
vinculados a sus ejecutivos o administradores. Lo que persiguen es ampliar el volumen de
información imponiendo nuevas obligaciones convencionales a los administradores respecto a
la transparencia de su actuación y a su régimen de remuneración. Se busca con ello obtener un
mayor grado de fiabilidad (los accionistas actúan más como inversores que como socios),
transparencia (sobre todo en el aspecto contable) y eficiencia (optimizar el valor de la empresa).
Ello lleva a la configuración de Códigos de Buena Conducta que finalmentePage 79 anteponen
las regulaciones privadas a la regulación pública de las sociedades anónimas y que bajo la

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denominación universal de Corporate Gobernance promueven “la implantación de unas


estructuras de gobierno y unas reglas de gestión que garanticen una adecuada tutela de las
inversiones y la debida confianza en los mercados de valores”118.

3.8.1. Buen gobierno corporativo


3.8.1.1 El buen gobierno corporativo tiene como principios rectores a la transparencia, la
rendición de cuentas (accountability) y la equidad, siendo ellos aplicables no sólo en el ámbito
privado sino también al Estado. Lo que se persigue es contribuir a generar confianza en la
actividad política y la económica, atraer a los inversionistas y combatir la corrupción. Y que las
mayores oportunidades de fiscalización y la diseminación permanente de información que ello
conlleva, basadas en los principios de transparencia y rendición de cuentas, desalienten a la
corrupción, factor nocivo que desalienta la competitividad y la productividad119.

En varias importantes conferencias internacionales vinculadas al mundo de la empresa,


ocurridas en las últimas décadas, se ha buscado dibujar las nuevas características que ella
debe tener en una economía globalizada. Según ese modelo, tienen interés en el éxito de la
empresa no sólo sus propietarios sino también los prestamistas, clientes, proveedores,
trabajadores, el propio Estado y la sociedad en su conjunto. Por tanto, el nuevo modelo
empresarial debe responder a esas expectativas, necesidades e intereses. Desde esta
perspectiva deben considerarse como tareas esenciales el servirPage 80 a los consumidores, a
los trabajadores, al capital y a la sociedad, y lograr un equilibrio entre sus intereses antagónicos.

Por cierto, han habido muchas otras iniciativas empresariales que han buscado un equilibrio
entre los intereses antes mencionados, las que usualmente han incidido en que las empresas,
además de su derecho a obtener ganancias, tienen también obligaciones, aceptando que la
solución a muchos problemas no puede confiarse únicamente a la “magia” del mercado. En este
contexto, el reconocimiento al concepto occidental de “dignidad humana” y al valor de cada
persona, a la que se le considera un fin en sí misma y no un simple medio para otros fines,
adquiere especial relevancia.

3.8.1.2 También en diversas declaraciones (como en The Caux Round Table concluida en 1994
con importantes aportaciones de representantes de Europa, Estados Unidos y Japón) se ha
buscado establecer algunos conceptos o valores fundamentales universalmente válidos que
deben guiar la dirección y conducta empresarial, los cuales han adquirido gran importancia en el
judaísmo, el cristianismo y el Islam, tales como:

- Justicia, comportamiento justo, ejercicio de la autoridad respetuoso con el derecho;

- Respeto, reciprocidad en la relación con los otros;

- Tutela, el hombre es sólo “administrador” de los recursos naturales; y,

- Rectitud, veracidad y credibilidad en todas la relaciones humanas, es decir, integridad120.

En la Declaración de Caux, en la cual se encarece el respeto de la ley y de las normas


nacionales e internacionales, se destaca quePage 81 “más allá de la letra de la ley, es preciso
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llegar hasta el espíritu de la confianza”: sinceridad, franqueza, veracidad, cumplimiento de las


promesas y transparencia. Y para lograr su aceptación universal, se acepta que estos valores
fundamentales no se encuentran anclados únicamente en la civilización occidental; más bien, el
acentuado individualismo de esta última, desligado de la comunidad, y su amplísima libertad, no
son aceptables en otras culturas. Razón por la cual es pertinente acercarse con modestia y
respeto a valores de otras culturas que no colisionen con algunos provenientes de Occidente.

Todo lo anterior nos lleva a aceptar que es necesario hallar una nueva relación entre Estado,
trabajo y capital, para hacer realidad un equitativo reparto de las cargas. Se extiende la
convicción de que el éxito económico no justifica los medios empleados para lograrlo. Es más,
se puntualiza que una dirección moral de la empresa tiene más posibilidades de éxito, y es la
mejor forma de transmitir a sus integrantes orientaciones referentes a propuestas de objetivos,
cumplimiento de normas y valores vinculantes, esto es, integridad. Ello significa fiarse de la
propia empresa en todos los aspectos que la conciernen, que nadie se sienta traicionado o
engañado, sino que, dentro del correcto desarrollo del propio trabajo, todos se sientan tratados y
atendidos de un modo decente y honrado.

3.8.1.3 Sobre el Buen Gobierno Corporativo la Organización para la Cooperación y el Desarrollo


Económico (OCDE), integrada por los países de mayor desarrollo económico, aprobó en 2004
una revisión de los Principios de Gobierno Corporativo, sin duda una importante referencia,
aunque no tiene carácter vinculante y que no pretende ser una regulación detallada destinada a
sustituir a las legislaciones nacionales. Se trata de directrices para la autorregulación de las
empresas, estando abierto el debate sobre la necesidad dePage 82 incorporar esos principios
como normas jurídicas. Para la OCDE, son los siguientes:

a. Garantizar un marco eficaz para el Gobierno Corporativo, el que debe promover la


transparencia y eficacia de los mercados, ser coherente con el régimen legal y articular de
forma clara el reparto de responsabilidades entre las distintas autoridades supervisoras,
reguladoras y ejecutoras.

b. El Gobierno Corporativo deberá amparar y facilitar el ejercicio de los derechos de los


accionistas, garantizando un trato equitativo a todos ellos, incluyendo a los minoritarios y a
los extranjeros.

c. Reconocer los derechos de las partes interesadas establecidos por ley o a través de
acuerdos mutuos, y fomentar la cooperación activa entre ellas con vista a la creación de
riqueza y empleo, y a facilitar la sostenibilidad de empresas sanas desde el punto de vista
financiero.

d. Garantizar la revelación oportuna y precisa de todas las cuestiones materiales relativas a


la sociedad, incluida la situación financiera, los resultados y el gobierno de la empresa.

e. Defender las responsabilidades del Consejo de Administración frente a la empresa y los


accionistas.

Todo ello nos hace ver la posibilidad de construir el concepto de ciudadanía corporativa, según
el cual las empresas deben ser buenas ciudadanas, mediante la transparencia de sus
actividades, el cumplimiento de sus obligaciones fiscales, así como asumiendo el compromiso

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cívico en materias como el desarrollo sostenible, el buen gobierno corporativo y la acción contra
la exclusión social, entre otras.

3.8. 2 Responsabilidad social de la empresa


3.8.2.1 Ha tomado fuerza en tiempos recientes el concepto de la responsabilidad social de la
empresa, considerando que ésta debe trascender el ya superado ideal capitalista que asume la
maximi-Page 83zación de los beneficios como el objetivo central de la empresa. Según este
punto de vista, la empresa no puede actuar ignorante o ausente de la sociedad en la que se
desenvuelve u opera. Más bien, debe ganarse la confianza y el respeto de las organizaciones
de la sociedad civil que luchan por el cumplimiento de las obligaciones y deberes legales y que,
además, con justicia reclaman nuevas exigencias de interés social; sean socioeconómicas,
ambientales y de derechos humanos. Este concepto estaba implícito en la Carta de 1979 que en
su artículo 130 previó que: “Las empresas, cualquiera sea su modalidad, son unidades de
producción cuya eficiencia y contribución al bien común son exigibles por el Estado, de acuerdo
a ley”. Cabe señalar en el derecho comparado, al artículo 333 de la Constitución colombiana de
1991, que declara: “La empresa, como base del desarrollo, tiene una función social que implica
obligaciones”. Esta función social de la empresa es análoga a la función social de la propiedad.

La responsabilidad social de la empresa es el reconocimiento y la comprensión por parte de los


empresarios y directivos empresariales que su compromiso no se limita a responder sólo a los
intereses tradicionales de los accionistas, sino que se debe ampliar hacia otros grupos de
interés porque éstos afectan y son afectados por la empresa, como lo son finalmente la sociedad
y el planeta121.

Y ello es así porque las empresas actúan en el mercado dentro de una comunidad de intereses,
en la cual, como ya hemos indicado antes, conviven los grupos implicados en su organización
con los grupos de interés social (multistakeholders): inversionistas, trabajadores, consumidores,
acreedores, tecnócratas,Page 84 el Estado, los gobiernos regionales, las municipalidades y la
comunidad122.

3.8.2.2 Por cierto, la conducta empresarial no debe ser una práctica coyuntural, sino que debe
ser incorporada dentro de un marco institucional transparente y permanente de la actividad
empresarial en su relación con los consumidores y las organizaciones de la sociedad civil. Así,
por ejemplo, debe destacarse a la inversión que procura generar beneficios para la sociedad y a
su vez generan beneficios de imagen y reputación para la empresa. Por su parte, el Estado debe
implementar políticas públicas de promoción e incentivo de la responsabilidad social corporativa
que fomenten el desarrollo sostenible, en el marco del artículo 58 de la Constitución que declara
que bajo el régimen de economía social de mercado, el Estado orienta el desarrollo del país.

Page 85

Si bien es cierto que, como ya hemos dicho, la globalización económica y cultural tiene
aspectos controvertidos, también es cierto que puede ser utilizada como un factor de progreso
en la universalización de los derechos económicos, sociales y culturales, los derechos de
solidaridad y los principios éticos. Así, la ya antes citada Organización de Cooperación y

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Desarrollo Económico (OCDE), que se especializa en el estudio y análisis de políticas


económicas, ha establecido directrices que ejercen notable influencia en los países más
desarrollados. En este sentido, ha elaborado las Líneas Directrices de la OCDE para Empresas
Multinacionales, que contienen los siguientes Principios Generales123:

“Las empresas para ser competitivas deberán tener plenamente en cuenta las políticas fijadas
por los países en que ejercen su actividad y tener en consideración las opiniones de los grupos
de interés. A este respecto, las empresas deberán:

1. Contribuir al progreso económico, social y medioambiental con vistas a lograr un


desarrollo sostenible.

2. Respetar los derechos humanos de las personas afectadas por sus actividades, de
conformidad con las obligaciones y compromisos internacionales del gobierno de acogida.

3. Estimular la generación de capacidades locales mediante una cooperación estrecha con


la comunidad local, incluidos los sectores empresariales locales, desarrollando al mismo
tiempo las actividades de la empresa en los mercados interiores y exteriores de una
manera compatible con la necesidad de prácticas comerciales saludables.

4. Fomentar la formación del capital humano, particularmente mediante la creación de


oportunidades de empleo y el ofrecimiento de formación a los empleados.

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5. Abstenerse de buscar o de aceptar exenciones no contempladas en el marco legal o


reglamentario relacionadas con el medioambiente, la salud, la seguridad e higiene, el
trabajo, la fiscalidad, los incentivos financieros u otras cuestiones varias.

6. Apoyar y defender unos correctos principios de gobierno empresarial y desarrollar y aplicar


unas buenas prácticas de gobierno empresarial.

7. Desarrollar y aplicar prácticas autodisciplinarias y sistemas de gestión eficaces que


promuevan una relación de confianza recíproca entre las empresas y las sociedades en
las que ejercen su actividad.

8. Promover el conocimiento por los empleados de las políticas empresariales y su


conformidad con ellas, mediante una difusión adecuada de las mismas, incluso a través de
programas de formación.

9. Abstenerse de tomar medidas discriminatorias o disciplinarias contra los trabajadores que


elaboren, de buena fe, informes para la dirección o, en su caso, para las autoridades
públicas competentes acerca de prácticas contrarias a la ley, a las Directrices o las
políticas de la empresa.

10. Alentar, cuando sea factible, a los socios empresariales, incluidos proveedores y
subcontratistas, para que apliquen principios de conducta empresarial compatibles con las
Directrices.

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11. Abstenerse de cualquier ingerencia indebida en actividades políticas locales.”

Estas directivas son, por cierto, el resultado de haber comprobado un extenso abuso por
parte de los países más ricos y de sus empresas durante los últimos siglos, que ha traído
como consecuencia una cada vez mayor distancia entre los ciudadanos de esos países y
los de los países pobres.

Page 87

3.8.2.3 Finalmente, cabe advertir que la responsabilidad social de la empresa evoluciona


hacia un conjunto de acciones distintas y a la vez complementarias, que vale la pena
enumerar. En primer lugar, como es lógico, se encuentran las iniciativas encaminadas a
mejorar su desempeño y sus beneficios para terceros. En segundo término, una acción
compensatoria, esto es, tratando de encontrar el lado positivo de algo que puede ser o que
ha venido siendo negativo, como es el tema de la contaminación ambiental y los desechos
industriales. En tercer término, el patrocinio, conocido también como auspicio publicitario o
esponsorización que persigue financiar económica o institucionalmente eventos a cambio
de publicidad, con el objeto de que el público la reconozca como promotora de cuestiones
de índole social que la distancian de la imagen mercantilista, identificada en ocasiones
como lucrativa y abusiva. En cuarto lugar, la utilización de la mercadotecnia relacionada
con una causa de índole social, lo que se concreta cuando parte de los ingresos de la
comercialización de un producto van a un fin o institución social determinada. En quinto
lugar, el mecenazgo que consiste en la asistencia económica a artistas o científicos,
apoyos institucionales de larga duración a cambio de publicidad, como pueden ser los
premios que otorgan las empresas a diversas actividades. En sexto lugar, la filantropía, en
virtud de la cual la empresa atiende los pedidos de la comunidad a través de donaciones.
En sétimo y último lugar, la inversión social para la solución de un problema, como es el
caso de las fundaciones vinculadas a la generación de empleo.

3.8.3. ¿Un nuevo capitalismo?


3.8.3.1. Como ya hemos señalado anteriormente el capitalismo es un orden social en cambio
constante, automáticamente generado que busca acumular capital y obtener beneficios. El ansia
de acumulación no apareció en las sociedades antiguas; aparece con las revoluciones
burguesas que dan lugar a una nueva forma de vida económica, y ello explica por qué el
capitalismo revolucionaPage 88 la vida social de un modo que no se hizo con los reinos
imperantes anteriores. El proceso de acumulación impacta sobre el entorno social multiplicando
la productividad del trabajo como no se había hecho nunca antes. Pero este proceso genera
también nuevas formas de miseria y de explotación, que han hecho al sistema inestable en más
de un sentido a pesar de su fortaleza aparente.

Al interior del fenómeno de globalización se producen tensiones desconocidas entre las


exigencias del mercado y los deberes del Estado, a pesar de que los negocios privados no
hubieran podido llevar adelante su tarea acumulativa sin el apoyo complementario del Estado.
Pero la relación entre estos dos ámbitos ha cambiado por razones tecnológicas e
institucionales, por lo que muchos creen que ha llegado el momento de que el capitalismo

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evolucione para estar más ligado al orden político y a la concreción de una ética planetaria, sin
por ello renunciar a los niveles de libertad política, civil, religiosa e intelectual que se han
logrado en determinadas sociedades.

Así, pues, si bien el mercado asigna el trabajo a aquellas tareas que la sociedad desea ver
cumplidas y encauza el uso del capital para que éste obtenga los mayores beneficios, también
debe luchar contra la avidez de algunos cuantos y las injusticias de la explotación económica.
En otras palabras, debe tratar de superar esa cultura del capitalismo que se refleja en una ética
de cada uno para sí. Es preciso hacer visibles bienes públicos como la educación o la salud que
no pueden venderse y que están más allá de los entusiasmos e incitaciones de la publicidad. El
mercado se ha extendido a zonas donde deberían haber quedado excluidos los valores que
promueve, como aquel que considera al consumo la medida de la vida misma124.

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Frente a esos retos contemporáneos pocos creen que el capitalismo pueda salir victorioso por
su propia actuación y que más bien deberá colaborar con diversas empresas, instituciones y el
propio Estado para poder revertir las dudas relativas a su validez política y moral. Entonces,
para numerosos pensadores modernos, los problemas del capitalismo contemporáneo deberán
afrontarse con voluntad política y reorientar las tendencias indeseadas en el ámbito económico,
siendo fundamental a este respecto la labor de los gobiernos, cuyos éxitos dependerán de las
específicas culturas en las cuales se ejecuten.

3.8.3.2. Sin embargo, es preciso antes reconocer que en nuestra época nadie ha sabido cómo
dirigir una economía próspera con otros principios que no sean los del capitalismo. Los
competidores del capitalismo en los siglos XIX y XX —fascismo, socialismo y comunismo— han
desaparecido. Pero también debe recordarse que verdades eternas del capitalismo —
conocimiento, pleno empleo, estabilidad financiera, aumento real de salarios, etc.— al parecer
están desapareciendo como lo han hecho esos competidores ya citados. Las causas deben ser
halladas en las interrelaciones de las nuevas tecnologías y la nuevas ideologías, las que unidas
han creado un nuevo desafío económico125.

Los cambios en tecnología, transportes y comunicaciones están creando un mundo donde


cualquier cosa puede ser producida en cualquier punto geográfico, y vendida en todo el globo,
lo que hace que las economías nacionales estén desapareciendo. Esto provoca temores entre
las empresas con un enfoque mundial y los gobiernos nacionales. Ello hace que las naciones
se fragmenten, los bloques comerciales crezcan y la economía global cada día esté más
interconectada. En consecuencia, las normas para el sistemaPage 90 de intercambio comercial
cada día serán menos redactadas y ejecutadas por las grandes potencias126.

En el siglo XX el conflicto ideológico entre los fundamentos de la democracia y la realidad de la


desigualdad del capitalismo fue contrarrestado con la creación del Estado del Bienestar. Pero
éste se ha debilitado grandemente por el nuevo paradigma económico neoliberal, no
habiéndose encontrado un sustituto hasta la fecha, pues el “yo” de la cultura del consumo está
sustituyendo al nosotros de la cultura de la inversión, generándose al mismo tiempo un
incremento de la desigualdad. El capitalismo necesita para ser viable en el siglo XXI de
elementos claves tales como el conocimiento, la inventiva y la organización de nuevas
tecnologías, cuando más que el capital; de ahí la importancia de la educación.
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En el capitalismo no hay una obligación social; se invierte para obtener mejores rendimientos. El
análisis del futuro lejano no forma parte de su esencia. Esta no es, sin embargo, una repuesta
aceptable para el siglo XXI, entre otras razones, porque en el capitalismo de las industrias de
inteligencia artificial creadas por el hombre, las estrategias públicas de la tecnología son
primordiales, ya que ellas están dirigidas a crear una infraestructura de comunicaciones y
transporte, y a organizar una fuerza laboral especializada. Estas tareas toman tiempo (futuro) y
tienen un componente más colectivo que el de las preferencias individuales, típico del
capitalismo anterior127.

Lester Thurow afirma que si el capitalismo aspira a funcionar en el largo plazo debe hacer
inversiones que no son de interés inmediato de cualquier individuo en particular, sino que son
de interés de la sociedad a largo plazo128. Sólo mediante un equilibrioPage 91 entre lo público y
lo privado, entre el consumo y la inversión, será posible alcanzar el desarrollo y la sobrevivencia
de un capitalismo transformado.

3.8.3.3. La historia enseña a que el paso de las economías locales a las nacionales llevó un
tiempo considerable y que se presentaron múltiples inconvenientes. Al parecer, la transición de
lo nacional a lo global será aún más turbulenta pues no hay un gobierno global que pueda
aprender a dirigir una nueva economía global. Organizaciones internacionales existentes, como
el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, la Organización Mundial del Comercio, no
fueron creadas para tratar con una economía global, sino concebidas como entes
independientes de los gobiernos nacionales existentes129.

Es altamente improbable que se creen instituciones globales con autoridad directa, pues los
países más poderosos no las aceptarán. Por tanto, el mundo va a tener una economía global sin
un gobierno global. Entonces el fuerte expulsará al débil de las áreas económicas fértiles. Es un
hecho incontrovertible que los gobiernos nacionales han perdido poder para controlar el sistema
económico mientras que el poder de las empresas transnacionales se expande.

Es preciso aceptar que la riqueza controla el entorno físico y humano, y que la influencia política
puede comprarse discretamente. Y la riqueza es lo que cuenta en el capitalismo. En nuestros
días mide el valor personal. Pero a diferencia del pasado, la riqueza es hoy innovación y
conocimiento. Quienes la poseen son los poderosos. En la actualidad construir imperios
geográficos no es ya trascendente pues no crean la riqueza que solían crear. Los constructores
de los nuevos imperios serán los que pueden realizar los grandes avances en tecnología.
Vivimos en la época en que se inventó la biotecnología y en laPage 92 que, por primera vez, las
plantas, los animales y los seres humanos fueron parcialmente construidos por el hombre130.

Si no se construye en el presente, no quedará nada de valor para el futuro. Los consumidores,


característica definitoria de nuestra época, no serán recordados como constructores. El interés
por la construcción exige apoyo social, ya que rara vez son actividades individuales y baratas.
Los pensadores creativos y los empresarios innovadores necesitan de un sistema social que
financie sus actividades. En el centro del éxito económico del siglo XXI se encuentra un sistema
social que esté dispuesto a pagar por la creatividad. La visión del futuro empresarial de lo que
se podría construir utilizando las nuevas tecnologías es la que impulsa la construcción de un
presente con futuro131. Esta será quizás la vía del capitalismo que desea salvarse.

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3.9. La opinión del Tribunal Constitucional


Respecto a la participación de los grupos económicos, el crecimiento económico y el derecho al
desarrollo, así como a la responsabilidad social de la empresa, nuestro Tribunal Constitucional
ha sentado doctrina jurisprudencial dentro del marco de la Constitución de 1993 en la sentencia
de 1 de abril de 2005, en el caso “José Miguel Morales Dasso”, sobre acción de
inconstitucionalidad contra la Ley de Regalía Minera. Así, en el fundamento jurídico 15 sostiene
que:

“En esta perspectiva es que la empresa privada, como expresión de un sector importante de la
sociedad, tiene especial responsabilidad frente al Estado. La Economía Social de Mercado
condiciona la participación de los grupos económicos en armonía con el bien común y el respeto
del interés general, estableciendo límites para que la democracia constitucional no sea un
espacio donde se im-Page 93pongan las posiciones de los más poderosos económicamente en
detrimento de los bienes jurídicos protegidos constitucionalmente. En el Estado Social y
Democrático de Derecho el crecimiento económico no puede ni debe reñirse con el derecho a la
plenitud de la vida humana; no puede superponerse al resguardo de la dignidad de la persona
que constituye la prioridad no sólo del Estado, sino de la sociedad en su conjunto”.

Y más adelante en el fundamento jurídico 16, el Supremo Intérprete de la Constitución afirma


que:

“(…) Ni la propiedad ni la autonomía privada son irrestrictas per se en el constitucionalismo


contemporáneo. Lo importante es que dichos derechos se interpreten a la luz de las cláusulas
del Estado Social y Democrático de Derecho; de lo contrario, otros bienes constitucionales
igualmente valiosos tendrían el riesgo de diferirse. Sólo de este modo puede considerarse
superado el viejo y equívoco postulado del mercado per se virtuoso y el Estado per se mínimo,
para ser reemplazado por un nuevo paradigma cuyo enunciado es: ‘tanto mercado como sea
posible y tanto Estado como sea necesario’ ”.

----------------

[77] Ferrer, A., Historia de la globalización, Fondo de Cultura Económica, tomo I, Buenos Aires,
1998, p. 13.

[78] Ferrer, A., op. cit., p. 14.

[79] Ibídem, p. 15.

[80] Ibídem, p. 16.

[81] Ibídem.

[82] Ibídem, p. 11.

[83] Ibídem.

[84] Faria, J. E. El derecho en la economía globalizada, op. cit., p. 49


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[85] Ibídem, p. 70.

[86] Ibídem, p. 202.

[87] Ibídem, p. 21.

[88] Ibídem, p. 24.

[89] Ibídem, p. 26.

[90] Marciani, B., “Algunos problemas éticos y jurídicos de la globalización” en Pensamiento


Constitucional, N.º 12, Lima, 2007, p. 428.

[91] Marciani, B., op. cit., p. 432.

[92] Faria, J. E. El derecho de la economía globalizada, op. cit., p. 30.

[93] Ibídem, p. 30.

[94] Ibídem, p. 33.

[95] Ibídem, p. 37.

[96] Ibídem, p. 43.

[97] Queraltó, Ramón, Ética, tecnología y valores en la sociedad global, Ed. Tecnos, Madrid,
2003, p. 19.

[98] Queraltó, Ramón, op. cit., p. 64.

[99] Ibídem, p. 67.

[100] Ibídem, p. 70.

[101] Las formulaciones del Consenso de Washington fueron las siguientes:

1) Disciplina presupuestaria: Los déficit públicos, medidos adecuadamente, de manera que


incluyan las administraciones territoriales, las empresas públicas y el banco central, deberían
ser lo bastante reducidos como para poder financiarlos sin tener que recurrir a impuestos
inflacionarios. Esto presupone normalmente un superávit primario (es decir, antes de añadir el
servicio de la deuda a los gastos) de varios puntos porcentuales del PBI, y un déficit operativo
(es decir, el déficit sin tener en cuenta la parte de la carga por intereses que compensa la
inflación) de no más del 2% del PBI.

2) Reorientación del gasto público: cambios en las prioridades desde las áreas menos
productivas a otras, como sanidad, educación e infraestructuras, que se considera que lo son
más y contribuyen a luchar contra la pobreza;

3) Reforma fiscal encaminada a buscar bases imponibles amplias y tipos marginales


moderados;

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4) Liberalización financiera con un énfasis especial en que los tipos de interés vengan
determinados por el mercado y sean positivos en términos reales;

5) Búsqueda y mantenimiento de tipos de cambio competitivos, en lugar de aspirar a los


llamados “tipos de cambio de equilibrio fundamental”;

6) Liberalización comercial: las restricciones comerciales cuantitativas deberían ser rápidamente


sustituidas por aranceles y éstos deberían ser progresivamente reducidos hasta alcanzar un
arancel uniforme bajo del orden del 10 por ciento (o, como máximo, de alrededor del 20 por
ciento);

7) Política de apertura respecto a la inversión extranjera directa; las barreras que impiden la
entrada de las empresas extranjeras deberían ser abolidas; las empresas extranjeras y
nacionales tendrían que poder competir en términos de igualdad;

8) Empresas públicas: debían privatizarse. No se incluye la reestructuración de dichas empresas


como una forma alternativa de manejar el problema;

9) Política de desregulación: los gobiernos deberían abolir las regulaciones que impiden la
entrada de nuevas empresas o que limitan la competencia y asegurar que todas las
regulaciones estén justificadas por criterios tales como seguridad, protección medioambiental o
supervisión prudencial de las instituciones financieras; y

10) Derechos de propiedad: el sistema legal debería ofrecer derechos de propiedad seguros sin
excesivos costes y hacerlos accesibles a la economía. Fuente: Guitián, Manuel y Muns, Joaquín,
editores. “La cultura de la estabilidad y el Consenso de Washington”, en Colección Estudios e
Informes N.º15, Servicio de Estudios de “La Caixa”, Barcelona, 1999, citado por Ruiz Caro,
Ariela; “Concertación nacional y planificación estratégico: elementos para un ‘nuevo consenso’”,
en Serie Gestión Pública N.º28, América Latina, Instituto Latinoamericano y del Caribe de
Planificación Económica y Social-ILPES, Santiago de Chile, 2002, p. 19.

[102] Para una critica autorizada y de gran contundencia. Vid. Stiglitz, J., El malestar de la
globalización, Taurus, Argentina, 2002, p. 45 y ss.

[103] Küng, Hans, Una ética mundial para la economía y la política, Ed. Trotta, Madrid, 1999, p.
186.

[104] Existe una amplísima bibliografía sobre este tema. Sólo a modo de ejemplo, para conocer
las características del actual proceso económico y tecnológico, puede consultarse a Luttwak, E.,
Turbocapitalismo, Critica, Barcelona, 2000; para una visión más bien favorable, Rodríguez, B.,
C., Estado contra mercado, Taurus, Madrid, 2000; y para una visión crítica Martín S., J.F., La
farsa neoliberal, Madrid, 1995.

[105] Schuldt, J., ¿Somos pobres porque somos ricos?, Fondo Editorial del Congreso del Perú,
Lima, 2005, p. 77 y ss.

[106] Schuldt, J., op. cit., p. 87.

[107] Ibídem.

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[108] Ibídem.

[109] Ibídem, p. 91 y ss.

[110] Ibídem, p. 112 y ss.

[111] Cortina, Adela, Ética de la empresa, Editorial Trotta, Madrid, 2000, p. 71.

[112] Ramonet, Ignacio, “Globalización, ética y empresa”, en Cortina, Adela, Construir confianza,
Ed. Trotta, Madrid, 2003, p. 97.

[113] Galgano, Francesco, “Lex Mercatoria, Shopping del Derecho y regulaciones contractuales
en la época de los mercados globales”, en Revista de Derecho Mercantil, N.º 247, Madrid,
enero-marzo 2003, p. 14. Es pertinente a continuación hacer una referencia a esa realidad
transmitiendo una cita aparecida en el libro de Faria, J. E., El derecho en la economía
globalizada, op. cit., p. 133: Forjada a partir de los siglos XI y XII sobre la base de las
necesidades de los comerciantes europeos y los navegantes empeñados en abrir nuevos
mercados de contar con un orden jurídico que sirviese a sus intereses dondequiera que
actuasen, la Lex Mercatoria es un conjunto de reglas y principios consuetudinarios reconocido
por la comunidad empresarial y aplicado en las transacciones comerciales internacionales
independientemente de interferencias gubernamentales. Habiendo aparecido mucho tiempo
antes del advenimiento del Estado moderno, esa Law Merchant afecta a un grupo particular de
personas (los mercaderes) en lugares específicos (ferias, mercados, puertos, etc.); es totalmente
distinta de los derechos locales, feudales, reales y eclesiásticos; tiene un carácter autónomo a
escala internacional; se administra no por jueces profesionales sino por los propios
comerciantes, utilizando como criterio básico el principio de equidad (en el sentido medieval de
fairness); y destaca por la vinculación y seguridad otorgada a los contratos, por la diversidad de
procedimientos para el establecimiento, la transmisión y la recepción de los créditos y por la
rapidez e informalidad de la adjudicación. Como afirma un respetado historiador de este tipo de
derecho, “las costumbres comerciales que se han desarrollado fueron confirmadas y definidas
legalmente por parte de los tribunales mercantiles, generalmente formados por miembros de la
clase mercantil cuya elección dependía de su experiencia y conocimientos”. En palabras de otro
historiador, “los jueces mercantiles confían en esas normas consuetudinarias para resolver
disputas entre partes. La Lex Mercatoria fue ampliamente auto tutelada; una parte que
rechazase cumplir una decisión de un tribunal mercantil arriesgaba su reputación y podía ser
excluida del comercio en todas las ferias importantes en que hubiese tribunales de este tipo. Era
un sistema independiente en la medida en que generaba su propia forma de hacer cumplir sus
decisiones” (cf., respectivamente, Christoph W. O. Stoecker, “The Lex Mercatoria: to what extent
does it exist?”, en Journal of International Arbitration, Geneve, 7/1 (1990), pp. 102-103; y Vanesa
wil-Kinson, “The new Lex Mercatoria”, en Journal of International Arbitration, Geneve, 12/2
(1995), p. 104). Con el tiempo, sin embargo, la economía internacional se expandió, la
comunidad empresarial se diversificó internamente y las prácticas y costumbres comerciales se
volvieron cada vez más complejas, perdiendo así la transparencia y la previsibilidad originarias.
A partir del Estado moderno, su ordenamiento jurídico progresivamente incorporó el “derecho de
los mercaderes” y la evolución del comercio mundial abrió camino para la aparición del Derecho
Internacional Privado. “En el siglo XVI, los gobiernos nacionales comenzaron a considerar el
derecho autónomo de los mercaderes como un objetivo atractivo para su nacionalización. La
incorporación de la Lex Mercatoria al derecho nacional continuó a través de los siglos XVIII y
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XIX. La asimilación de la Lex Mercatoria a sistemas legales separados le hizo objeto de las
idiosincrasias de cada Estado-nación. La Lex Mercatoria dejó de existir como un cuerpo
legislativo homogéneo y autónomo” (Vanesa Wilkinson, art. cit., pp. 44-45).

[114] Galgano, Francesco, “Lex Mercatoria ...”, op. cit., p. 9.

[115] Ibídem, p. 14.

[116] Ibídem, p. 15 y ss.

[117] Ello no debe hacernos olvidar el rol que una parte de la comunidad de negocios nacional
cumple al contribuir de modo importante a reproducir abismos sociales y a generar asimetrías
políticas. Dice Francisco Durand que: “Al aplicarse las políticas neoliberales se ha conformado
una nueva estructura de poder empresarial e institucional asociada a las corporaciones que hoy
comandan la economía. Todas ellas, una vez instaladas y fortalecidas, influyen
simultáneamente en el aparato de Estado y los medios de comunicación”. La mano invisible en
el Estado, op. cit., p. 109.

[118] Aparicio González, Ma. Luisa, “Gobierno corporativo: entre el derecho y la ética
empresarial” en Revista de Derecho Mercantil N.º 257, Madrid, 2005, p. 1133.

[119] Ordóñez, Dwight y Sousa, Lorenzo, El capital ausente, volumen II, Tetis Graf, Lima, 2003,
p. 1596.

[120] Küng, Hans, Una ética mundial para la economía y la política, op. cit., p. 264.

[121] Gastelumendi, Guida de, “La nueva empresa: introducción a la responsabilidad social
empresarial” (Mesa Redonda), Thémis, N.º 48, Lima, p. 244.

[122] Cabe señalar que para el neoliberalismo no se les debería exigir responsabilidad social a
las empresas, tal como lo sostuvo Milton Friedman. Según esa visión las empresas sólo son
intermediarios en el mercado. Los agentes económicos son los propietarios de las empresas y
los sujetos con los que realizan contratos. Sólo los individuos concretos tienen responsabilidad
social. Así, quienes tienen responsabilidad dentro de una empresa son sus directivos y gerentes
pero ésta se ejerce con relación a los propietarios y los accionistas de las empresas y consiste
en actuar dentro del juego del mercado, maximizando las utilidades económicas en retorno de la
inversión realizada en la empresa. Si se insiste en exigir responsabilidad social a las empresas
ésta sólo tendría sentido con relación a ciertos individuos que pertenecen a las organizaciones,
pero no considerados como funcionarios de las empresas sino como particulares. Vid.
Friedman, Milton, Capitalismo y Libertad, Universidad de Chicago, 1962, citado por Ariño, G.,
Economía y Estado, Madrid, 1993, p. 259. Sobre el pensamiento neoliberal de Friedman
respecto a la responsabilidad social de la empresa, véase: Naranjo Gálvez, Leticia, “Apuntes
para un criterio no restringido de responsabilidad social empresarial”, en el libro colectivo Ética,
responsabilidad social y empresa, Centro Editorial Universidad del Rosario, Bogotá, 2005, p. 61
y ss.

[123] Véase: www.nebrija.com/responsabilidad-social/index.htm

[124] Fue K. Marx quien expresó con el concepto de “alienación”, la incapacidad de los
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individuos para comprender la naturaleza del orden social en que viven, por estar sometidos a
sus exigencias. Vid. Heilbroner, R., El capitalismo del siglo XXI, Editorial Península, Barcelona,
1996, p. 95.

[125] Thurow, L., El futuro del capitalismo, Ariel, Barcelona, 1996, p. 11.

[126] Thurow, L., op. cit., p. 17.

[127] Ibídem, op. cit., p. 305.

[128] Ibídem, p. 308.

[129] Thurow, L., Construir riqueza, Buenos Aires, 2000, p. 30.

[130] Thurow, L., op. cit., p. 343.

[131] Ibídem, p. 347.

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