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Don Bosco, hoy

“Educadores en la era de la informática”, Juan Vecchi.

En un principio, Vecchi introduce la figura de Don Bosco, entregando una semblanza


de aquellos rasgos que le hicieron tan especial entre sus contemporáneos: su riqueza natural
de simpatía, de deseo de conectar, de comunicación y de compartir. Estas virtudes se
extenderían luego en su vocación sacerdotal mediante la confesión y el contacto pastoral, lo
que le habría dado un conocimiento muy grande del corazón y de las reacciones juveniles.
Vecchi enfatiza también el constante esfuerzo de Don Bosco para estudiar y
comprender, cada vez mejor, los secretos de una pedagogía, relacionándose en su tiempo con
diversas corrientes culturales y personajes importantes de su época, acopiando experiencia y
dándole sentido a su método salesiano de educación.
Precisamente la esencia de la salesianidad y del método educativo de Don Bosco está
en el trinomio de la razón, la religión y el amor.
La primera es la dimensión de lo que podemos llamar la naturaleza humana, concebida
en su manera más sana y, por tanto, la capacidad de razonar, de amar naturalmente . Dentro
del contexto educativo, razón se entiende como la valoración de la cultura, del saber, del
desarrollo, de la inteligencia, de apelar a la voz natural de la conciencia.
La segunda es una apelación a la apertura interior del hombre hacia la trascendencia,
a las grandes interrogantes de la existencia. En otras palabras, el encuentro con Dios, la
oración.
Por último, el amor se refiere a la capacidad innata del corazón humano para
responder a estímulos atrayentes y nobles. Por eso, es, en primer lugar, una actitud profunda
del corazón humano.
Vecchi, además entrega una visión del significado del oratorio en la obra de Don
Bosco, y cómo éste se ha transformado en un lugar de educación y de experiencia cristiana.
Rescata también sus escritos, especialmente aquellos referidos a la muerte de jóvenes
ejemplares, como Domingo Savio y Miguel Magone, rompiendo con la tristeza e introduciendo
la alegría de la realización plena y resurrección de Jesús.
Como datos no menos curiosos se refiere al cultivo de la belleza por Don Bosco, lo que
lo transformó en promotor de la belleza a la medida del muchacho, del muchacho pobre más
concretamente.
Para Vecchi, decir hoy Don Bosco significa acentuar los elementos renovadores que
hay en el mundo respecto a los de su tiempo y preguntarse qué papel puede desempeñar
todavía. Por ello, quizás, su figura se transforma en un referente único, un arquetipo que
impregna a los jóvenes de ayer y hoy. Don Bosco sigue siendo un guía en el sentido de
inspiración, de patrimonio de instituciones germinales que pueden desarrollar las
potencialidades que encierran.

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