Está en la página 1de 5
Meditaciones de un psicoanalista sobre la vida amorosa en Mutandia Gustavo Dessal Boylston Street, Boston, Massachusetts. Verano de 2012 ‘Urasitorneracion de ovenes,en su mayorta adolescenies (aunque también distingo bastantes adultos), retiene mi atencién. Van disfrazados de personajes de dibujos animados y comics, especialmente los que abundan en el género japonés anime y mango, Me informan que se trata de una reunién de cos- play (condensacién del inglés costume, distraz; display, muestra, exhibiciGn; play, juego). Consiste en tuna modalidad de encuen- fro que resume de manera extraordinaria algunas de las carac- teristicas del Lazo social contemporéneo, una suerte de metéfora en acto que pone de manifiesto las nuevas formas de subjetivi- dad que desafian las categorias de la clinica tradicional. Estas reuniones pueden ser locales, estatales, nacionales, incluso se celebran convenciones internacionales donde se retinen miles de participantes de todo el mundo que acuden para exhibir sus disfraces e intercambiar datos y referencias sobre sus per- sonajes favoritos, peliculas, revistas, videojuegos, etc. Una vez sobrepuesto a mi asombro inicial, descubro que no es necesa- tio disimular mi posicin de fot6grafo-zoyeur. Por el contrari todo el mundo est dispuesto a dejarse fotografiar. Mas aun: el posar para la foto es uno de los objetivos fundamentales de la reunion. Los jévenes se muestran encantados de que se los, retrate, y colaboran adoptando las posturas que realzan los ras- gos de los semblantes que han elegido. Los guerreros alzan sus armas y ponen caras amenazantes; las mutiecas-lolitas se enco- 268, (GUSTAVO DESSAL gen de hombros, juntan las rodillas y simulan gestos que com- Dinan el erotismo y una pretendida ingenuidad infantil. Una rapida observacion permite captar que en la multitud conviven diversas posiciones sexuadas: héteros, gays y lesbianas, sujetos ambiguos, asexuados, mujeres espectaculares disfrazadas de porn-cartoons (dibujos animados porno para adultos) que me dejan sin aliento, y obesas mérbidas que han optado por emular a heroinas de una 6pera de Wagner. Algunos conversan entre si, ottos deambulan solitarios entre la muchedumbre, avidos de atraer la mirada. Muchos forman parejas de personajes por lo visto complementarios, aunque mi ignorancia en estas materias no me permite reconocerlos muy bien. En determinado momento, todos se agrupan formando un cireulo e inician un clésico juego infantil consistente en cantar tuna cancién y batir palmas, mientras uno de los participantes corre por el interior del cfrculo dando saltitos como un fauno, hasta que por fin elige a otro para realizar juntos un pequefio baile en el centro. Una vez que terminan, el primero regresa a ‘ocupar su puesto en la rueda, mientras que el segundo repite el juego, y asi sucesivamente. El espectaculo, para un observador ‘exterior, como es mi caso, es lo mds parecido al descubrimiento de seres extra planetarios. Por supuesto, de inmediato rectfico y admit que soy yo el cuerpo extraito, el “fuera de la escena”, al punto de que mi presencia resulta para ellos invisible, 0 al menos indiferente, y solo recobro mi existencia cada vez que advierten mi intencién de tomar una foto. ¢Cémo descifrar las coordenadas de esta porcién de la fau- na humana contemporanea? Hay algunos rasgos que resultan evidentes: la infantilizacién de los gestos, la intencién de re- crear un estado de inocencia incontaminada (nadie fuma, todos consumen bebidas no alcohélicas, jarabes multicolores que se dispensan en vasos gigantescos) y la voluntad de fabricar una atmésfera (marcadamente fake, falsa) en la que reina una armo- nia limpia, un ambiente de simpatia pacifica y fugaz. Mas tarde, cada uno de ellos se despojara de su envoltura y retornaré al mundo “real”. Pero aqui, en este entorno, el sexo parece flotar en tuna extrafia zona de latencia. No es que los personajes carezcan forzosamente de género, aunque algunos, como los robots, no TRANSformaciones 269 Jo muestren de forma definida, sino que la libido se consume en un goce narcisista dominante. El falo se pasea por doquier, en su. funcién de “dar a ver”, semblante fundamental oftecido a la mi- ada como falso ser, pero no parece figurar a titulo de objeto de intercambio. Todo el conjunto simula un lazo social mediatizado por el disfraz, que aproxima y a la vez retiene la intimidad en el interior de una envoltura que permite velar transitoriamente la falla, o la debilidad de las identificaciones sexuales. A mi regreso a Madrid, intercambio con Zygmunt Bauman algunos mails donde le cuento mis impresiones. Le digo que en un mundo en el que las identidades ya no estén respaldadas por ideales s6lidos, la multiplicacién de los nombres del padre hace un buen contrapunto con su teoria de lo “Ifquido”. Bau- ‘man considera que lo que interesa hoy a muchos jévenes no es tanto la formalizacién de una identidad, como la posibilidad de mantener la capacidad para reformularla cada vez que sea pre- ciso, una suerte de “identidad flexible” 0 “moldeable” segiin las circunstancias. De este modo, cada uno puede softar una especie de autoengendramiento, una invencién de sf mismo inspirada en la variada oferta del mercado de personajes imagi- narios, Esos semblantes son defensas mucho mas eficaces para Ja supervivencia en un mundo dominado por el darwinismo social, y de paso sirven para disimular la debilidad de las iden- tificaciones sexuadas. Remedan la relacién sin que la castracién deba ponerse en riesgo. Se juega al simulacro del lazo social, pero sin el compromiso del deseo, solo la satisfaccién narcisista como plus de gozar de un conjunto de soledades convocadas por WhatsApp a una jornada de ocio a lo Disney. Lo liquido se traslada mucho més facil y répidamente que lo sGlido. Sobrevivirdn los que sean més aptos para adaptar- se al cambio continuo, al desplazamiento permanente, lo que requiere de identificaciones que favorezcan el autoerotismo en detrimento del lazo social, del compromiso amoroso, de la pro- «reaci6n. La precariedad existencial se disfraza de "flexibilidad laboral”. Los burécratas, los politicos, los poderes financieros y las agencias de calificacién, conocen muy bien el poder de las palabras, su magia negra, y son inagolables en la fabricacién de eufemismos, 270 Gustavo D&SSAL, Nueva York. Primavera de 2013 En este Reino de Gotham, la dimensién del tiempo y de la historia se concentran en un presente perpetuo. El futuro se vive ahora, en tiempo real: es la existencia on-line, Tal vez en. América Latina, incluso en algunas regiones de Europa, sub- sisten algunos relatos y creencias que sirven para algo. Aqui, en cambio, todos son emprendedores de sf mismos, setes sin historia que mantienen su mundo a su manera. Parafraseando la maravillosa canci6n inmortalizada por Frank Sinatra, “I do it ae Después de Woody Allen, ya nadie parece creet demasiado en el Edipo, y todos los habitantes de esta parte del planeta son virtualmente delirantes. No existe lugar més hospitalario con la diferencia y la singularidad. La segregacisn no se traza conforme ala linea divisoria entre lo normal y lo patolégico, puesto que el sistema est perfectamente preparado para la locura funcional, cs decir, aquella locura que es capaz de encontrar su puesto en el sistema productivo. Los psic6ticos disfuncionales, aquellos que no han podido construir una suplencia o sinthome adaptativo, 10 tienen mucho més dificil. “Adaptativo” no significa en este caso “acorde con la norma”, sino simplemente que no entra en desacuerdo con los valores del sistema productive, En sintesis, cualquiera puede experimentar a sus anchas el “sentimiento de- lirante de la vida", como diria Eric Laurent,! siempre y cuando ‘nose Ileve a mal con las reglas supremas del mercado. En la sala de urgencias del Beth Israel University Hospital escucho gritar a Jos desechos que desembarcan trafdos por la policia. Delirantes, agitados, adictos con sindrome de abstinencia, alcohdlicos, seres devastados que no han encontrado su nicho de mercado, o que se han desgajado de él. Con ellos, el sistema es inmisericorde. En. ‘cambio a nadie le sorprender encontrar a su vecino comprando alguna cosilla en Abracadabra (19, West 21st Street, Manhattan), tuna tienda de los horrores en la que se ofrecen a la venta trozos de cuerpo humano fabricados con materiales sintéticos por las 1 Lausront, E,, El sentimiento delirante de la vida, Coleccidn Diva, Bs. As, 2011 _ sransformaciones a mismas empresas que surten a la industria de Hollywood. Lo mejor es la zona de Ia carniceria, donde cuidadosamente em- balados en bandejas envueltas en film transparente, al estilo de cualquier supermercado, se venden ojos, orejas cortadas, len- guas, senos, dedos, manos, pies y otras “sustancias episédicas” del objeto a, El realismo es tan asombroso que solo la grotesca multiplicacién de los trozos de cuerpo logra transformar el es panto en una visi6n obmica, Fs lo que se dice “tener el objeto a disponible”. No puedo menos que evocar el caso analizado por Lacan en su Seminario Las psicosis,* retomado en su “Cuestién Preliminar...": si la alucinacién “marrana” habia estado prece- dida por el enunciado “vengo de la camicerfa”, donde “el yo, como sujeto de la frase en estilo directo, dejaba en suspenso, conforme a su funcién llamada de shifter [...], la designacién del sujeto hablante, mientras a alusiGn, en su intencién conjuratoria sin duda, quedase a su vez oscilante”,* me pregunto qué estatu- to “conjuratorio” darle al objeto que simula las figuras funda- mentales de los fantasmas del cuerpo fragmentado. ;Qué decir sobre esta degradacién de la funcién castratoria, encarnada en las troz0s de cuerpo que identifican el corte a la imaginarizacién de una mutilacién en lo real? En la seccién contigua, entre la carniceria y la zona de los cadéveres mutilados que cuelgan boca abajo del techo, esté la variadisima oferta de lenceria y objetos eréticos. La tradicional pasién anglosajona por Io gore y la perversion sexual mueve todo un comercio en el que los compradiores resultan casi mas Tamativos que los objetos que consumen ~algunos de los cua- les aleanzan precios sorprendentes. Los clientes, (a diferencia de los vulgares turistas que aferrados a un Edipo gastado por el uso curioseamos aténitos) son auténticas “personalidades”” Casi todos los citudadanos lo son aqui, puesto que creen a pies juntillas en el yo, ese “pariente de la paranoia”, como expli- ca Lacan, y que aqu puede suplirse de muchas maneras, En ocasiones, una invencién sinthomtica tiene la oportunidad de Lacan, J, El Seminario, Libro 3, Las psicoss, Paidés, Baxcelona, 1985. > Lacan, ., “De una cuestién preliminar a todo tratamiento posible de Ia psicosis", Escritos 2, Siglo XXI, Bs. AS, 1985, p.517. mn (GUSTAVO DESSAL cotizarse en Wall Street. Conviene leer al respecto la biografia de Steve Jobs' para comprender cémo se puede restituir el re- dondel imaginario y fabricarse un cuerpo de tal forma que el resultado se convierta, ademds, en Ia empresa més valiosa de la historia del capitalismo. ‘Como sabemos, el yo es un delitio que se lleva de maravillas con la idea de la libertad, esa magnifica mezcla que forma la esencia de la paranoia, y que hace las delicias de los america- nos. Aqui, la pasi6n erotomaniaca triunfa mucho mas que la no- vela familiar histérica. Bauman me envia una reflexién donde observa cémo la culpa ligada a la masturbacién, que rigié hasta el siglo pasado, ha sido sustituida en el mundo anglosajén por Ja paranoia del abuso sexual por parte de los padres. La culpa se ha desplazado de los hijos a los padres, y por extensién a cualquier adulto. Las estadisticas de denuncias de abuso sexual de padres a hijos se han disparado. Consejo: si usted quiere vi- vir una experiencia intensa en USA, algo que ninguna agencia de viajes lograra ofrecerle jamés, haga una foto a un nifio al que no conoce, sin el consentimiento previo de sus padres 0 cuida- dores, y entréguese a lo que sucederd a continuacin. Tokyo. Ultima década Las autoridades japonesas estén seriamente preocupadas por el descenso de la natalidad como consecuencia de una dis- minuci6n alarmante de las relaciones sexuales entre los habi- tantes del pafs, En los iltimos afios, los japoneses parecen haber interpretado de una forma muy peculiar la tesis lacaniana de la zno-relacién sexual: en pocas palabras, cada vez hacen menos el amor y prefieren la abstinencia o la masturbacién. Nadie tiene tuna teoria convincente sobre este fenémeno (que de acuerdo con las estadisticas y los estudios oficiales alcanza proporciones 7 Steve Jobs, en 1976 junto a un amigo en el garage de su casa fundan Apple, una de las ernpresas més exitosas del sector informatico. En la ‘décadia del 90, erea Pixar, revolucionando el mundo de la animacién ‘con Toy Story ‘TRANS formaciones 73 que hacen pensar en una subjetividad mutante), pero no seria arriesgado suponer que el efecto disolvente de la globalizacién ha afectado gravemente a una sociedad en la que el lazo entre Jos sujetos esta enteramente simbolizado en un complejo proto- colo de reglas tan férreas que el suicidio es siempre la posibili- dad siltima y latente, Fuera de dichas reglas, los sujetos quedan expuestos al desamparo y la soledad. (Léase, por ejemplo, Di- nos cénto sobrevivir a nuestra locura, de Kenzaburo O8). No es que el sexo haya desaparecido (como lo anuncia el tt tulo de un excelente documental realizado por Radiotelevisin Espafola: “Japon sin sexo”), sino que el goce del idiota se ha apoderado de una gran parte de la poblacién masculina, Resul- ta elocuente el testimonio de algunos sujetos entrevistados, que destacan el agotamiento ante Ia sola idea de tener que atender a Ia satisfacci6n de su partenuire. El débito conyugal se les impo- ne como una gimnasia que al cabo de la jomada laboral resulta inconcebible, y los entrevistados profieren no regresar directa- mente a sus hogares, sino pasar previamente por sex shops en Jos que, encerrados en cabinas, ven peliculas porno mientras se masturban con la ayuda de un ingenioso artilugio, una especie de cilindro plastico relleno de gel que produce un “efecto ven- tosa'” semejante al de una vagina. Desde luego, desde nuestra perspectiva occidental resulta muy dificil emprender una lectu- fa bien enfocada de la realidad sexual del inconsciente japonés Pero no deja de ser sugerente el hecho de que el “efecto ventosa’, explicado con precisién cientifica por el director de la empresa que fabrica el aparatito, encuentra su resonancia en las image nes fantasmiticas evocadas por los varones a la hora de describir Jos sentimientos suscitados por el goce del Otro: el cansancio se insindia como una defensa frente a la angustia de la devoracién. Otros hombres escogen férmulas distintas, El masaje en la oreja, refinamiento erético realizado por profesionales femeni- nas, puede acabar 0 no en masturbacidn. Los clientes mas exi- gentes pueden también acceder a ese servicio disfrazados de bebés. La industria de las mufecas de silicona, cuyo realismo re- sulta onirico (si se me permite este oximoron), mueve en Japon. cifras econémicas que comienzan a gravitar en el producto in- BEES SSS eee See oo ot Gustavo DESSAL terior bruto. Una vez més, sus promotores destacan, por encima de las ventajas higiénicas, que las mufiecas no demandan nada, Para una gran parte de los hombres japoneses la demanda del Otro sexo se aproxima demasiado peligrosamente a la pulsién, y retorna en la ferocidad de un supery6 que los hace retroceder Y buscar salidas autoersticas, ZY las mujeres? Aqui la histeria parece todavia sobrevivir. Si las mufiecas deben asemejarse lo zs posible a las mujeres, las mujeres se identifican a las muhe- cas, y el semblante de la nifa-juguete, la tay gir-phalus, triunfo cada vez més entre las adolescentes y las que ya no lo son tanto. “Muchos experimentan las consecuencias que esto supone en el plano del amor. Por ese motivo han proliferado en los tiltimos aiios los Cats Cafes, bares a los que muchos acuden en busca de contacto afectivo. Pero no se trata de chicas de alterne, sino de gatos. Docenas de mininos, cuidadosamente sometidos a con- trol velerinario periédico, pululan por el Jocal para ser acari- ciados. Un cliente comenta con gran aguideza (zhabré leido lo que Freud observa en su “Introduccién al narcisismo” sobre el cardcter felino de algunas mujeres?): “el gato es un animal con el que no resulta facil relacionarse, Se acerca, pero luego es hui- dizo. Es complicado mantenerlo a mi lado. Creo que vengo a este lugar porque mi relacién con los gatos es la metfora de mi relacién con las mujeres. No sé c6mo atraerlas, y si lo consigo, no sé c6mo impedir que se den la vuelta y se vayan”* (Otros simplemente encuentran en cl contacto con la suave piel de los gatos el tibio y fugaz consuelo para la soledad que Se apodera cada vez mas de una sociedad en la que el “Uno solo”, el “enjambre” y la no-relacién, como paradigmas de la condicion subjetiva estudiada por Lacan en la ultima etapa de su ensefianza, encuentran aqui su expresién més aguda. Ya no son solamente los hikikomor (los que se encierran en s{ mistnos), Jos adolescentes que optan por vivir enclaustrados en sus dor- _mitorios, los que testimonian de la soledad y el aislamiento. Han surgido nuevas categorfas, como la de los “herbivoros”, que se ‘autodenominan ast porque eniegan de los placeres de la came 7 Freud, 8, “Introduccién del narcisismo”, Obras Compltns,t. XIN, “Amorrorta, Bs. AS, 1979, p86. ‘TRaNsformaciones 2 y cultivan Ia adoracién de la propia imagen y el Sista hasta converirl yon un cbjetofache lo que ls conkers un aite de debilidad mental, de asexuacin corveativa del des- abonamiento del inconsciente. Su discurso es vaclo, un pufade de significaciones congeladas destinatias a apoyar la ideologin do una felicidad imconsistente eae Todas estas observaciones no desmient subsistencia del complejo de Edipo como entuctara heconel gue ha demostrado su eficacia en el anudamiento de R,§, | Pero su primacia comienza a ser disputada por la progresiva admisién en el discurso del amo de nuevas formulas sintomé- ticas que, a pesar de no regirse po la significacion del falo (que permite “Ia instalaciGn en el sujeto de una posici6n inconsciente sina cual no podria identficarse con el tipo ideal de st sexo, ri siquiera responder sin graves vicisitudes a las necesidades de su partenaire en la relacién sexual, ¢ incluso acoger con justeza las del nifio que es procreado en ellas”,* segrin la conocida fras de Lacan) son relativamente exitosas para asegurar, 2 modo de cuarto redondel, el mantenimiento de RSI, con el consiguiente punto de capitonado de la significacisn y la fijacién del goce zona fronteriza en la que el psicoanalisis se adentra para inves. tigar y poner a prueba una clinica del inconsciente real, y de los ssujetos que no se inscriben en la transferencia al saber. Lacan, J., “La significacion del falo", Fscrites 2, op. cit, p, 665,

También podría gustarte