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generalmente admitidas». A esta obrita la consideraba Aristóteles parte de los Tópicos. Así lo
demuestra una cita de SE (170a 20sqq.) que introduce en la Retórica y dice así: Arist. Rh. 1358 a 24
Kv XrjTtTÉov, «tal cual se ha hecho, en efecto, en los Tópicos, hay que distinguir entre los
entimemas los específicos y los tópicos de los que hay que tomar los entimemas». 8 PI. Phdr. 267 a
oí ftpò xffiv â\T)Q5>v xà eÍKÓxa síSov cbç xxu^xsa \xakXov, «ellos que vieron que lo probable era
más estimable que la verdad». 9 Cf. V. Buchheit, Untersuchungen zur Théorie des Genos
Epidiktikon von Gorgias bis Aristóteles, Munich 1960, 207 «In der Frage der Autorschaft der RaA
miissen wir uns wohl oder iibel zu der Feststellung bescheiden, dass der Verfasser nach wie vor
unbekannt ist und die Annahme, die Techne sei Anaximenes zuzusprechen, nicht mehr ais eine
Vermutung sein darf. Doch sprechen wic
asunto que en el discurso se trata o del auditório al que se dirige; la memoria, que consiste en la
aplicación de un cúmulo de reglas para memorizar el texto del discurso, las palabras que van a ser
pronunciadas; y la pronunciation, que es la ejecución misma dei discurso siguiendo una técnica
determinada y bien precisa. Esta division del quehacer de la retórica en cinco partes a partir de las
três primitivas, a base de anadirles la memoria y la pronunciación, incremento paralelo ai de las
partes dei discurso que pasaron de cuatro (proemio, narration, argumentation a base de pruebas,
y epílogo) es propio de la retórica helenística tal como podemos reconstruiria apoyándonos en el
De inventione de Cicerón y la Rhetorica ad Herennium, que se dedico con especial interés ai
estúdio de las partes de la oraciónI6 . Sin embargo, no obstante la importância que actualmente
tiene y siempre tuvo la persuasion de los congéneres mediante el uso de la palab
a que «lo verdadero y lo justo son siempre por naturaleza superiores a sus contrários, de modo
que si los veredictos no resultan como es debido, la derrota se debe necesariamente a los
abogados en persona» 19 . Solo la retórica mal empleada como arte puede producir tan
indeseables resultados, pêro la culpa no será del arte de la retórica en si, sino de quien mal usa de
ella. Del mismo modo se puede usar mal de bienes que son indiscutiblemente eso, es decir, cosas
buenas por su propia esencia, como, por ejemplo, la fuerza, la salud, la riqueza y el generalato20 .
Muy ai contrario, el arte de la retórica, manejado por un orador inteligente, produce discursos
sinceros y verdaderos, ya que es un arte que atiende fundamentalmente a pronunciar discursos
hermosos y habilmente destinados a su auditório mediante la previa elaboración de argumentos
verosímiles que constituyen su sustancia, y, la verdad sea dicha, nada es tan verosímil ni tan digno
de confianza — ai menos para Aristóteles