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Aún recuerdo esa tarde en la que llegue a mi casa y escribí en mi diario:

“confieso, ante esta hoja, que quiero volver a perderme en tus cavidades húmedas.”

Ya te había visto en la universidad, siempre nuestras mirabas se cruzaban como si


quisiéramos más, llegar más lejos pero nunca se cruzó una palabra. Esa noche había quedado
de verme con una amiga mía y posterior mente con el que era en ese momento, mi novio. Por
cosas del destino terminamos los 4 tomándonos unas cervezas en una de nuestras librerías
favoritas, por primera vez las dos hablando en el mismo espacio; tus mirabas continuaban,
solo las tuyas, claro yo no podía hacer lo mismo teniendo a mi novio al lado, la presencia de
el parecía no importarte y descaradamente te me insinuabas constantemente.

Mi novio y yo por nuestra parte estábamos decididos a no llegar esa noche a nuestras casas,
aunque todo el dinero se nos había ido ya en cervezas y no teníamos para pagar un motel,
entonces el, descaradamente decide pedirte a ti un espacio en tu casa, cosa que aceptaste
inmediatamente, para mi sorpresa, para tu descaro.

Recuerdo su rostro sorprendido al ver que solo tenías una cama pequeña, la noche transcurrió
sin presiones, vimos una película y hablamos tranquilamente, como si ninguno supiera lo que
iba a pasar, disimulando que todos queríamos que pasará lo que iba a pasar. Entonces llego
el momento de dormir y esta es la parte que no conoces nunca quise que lo supieras porque
te sentías tan bien pensando que todo había sido idea tuya y a mí no me molestaba que lo
creyeras, pero ahora tú y yo no nos hablamos y tal vez escribirte esto es solo una excusa para
seguirte hablando, para decirte que a veces te pienso, pienso en ti, pienso en esa noche,
cuando sin que tú lo supieras mientras estabas en el baño lavándote los dientes para dormir,
lo planeamos todo, mi novio y yo, tú también lo querías, tu mirada lo decía. Entonces fue
ahí, cuando tu no estabas cuando mi novio me dio uno de los besos más apasionados que me
había dado en nuestros dos años de relación sus labios musculosos y fuertes con la furia del
éxtasis se entrelazaban con los míos ferozmente y al momento de separarnos me lo dijo,
nunca olvidaré sus palabras.

- Lau, yo quiero con ella.

Y mi respuesta

- Que rico sería que ella quisiera.


- Eres el diablo. Tienes que besarla.

- ¡ah claro, yo!

- Tan sufrida

- jaja

- bésala, luego yo me uno.

Así es, bastaron dos minutos y ese beso que tú presumías como una proeza por haberme
besado delante de mi novio fue algo que el mismo pidió, pero claro, no había otra manera de
que lo que nosotros queríamos pasará. En ese momento llegaste, nos interrumpiste, pero la
verdad es que no necesitábamos más tiempo, ya todo estaba planeado, yo quede en medio de
los dos, la cama era pequeña, no había mucho espacio y como en un juego de tetris decidiste
acostarte de lado mirándome a mí, que oportuno ¿no crees? Yo por supuesto me acosté
mirando te a ti y mi novio abrazándome por la espalda, en esa posición era muy fácil besarte,
acerque mi rostro a tientas en la oscuridad hasta sentir tu rostro, nuestra narices jugaban, se
rozaban y el éxtasis aumentaba, el nuestro, y el de mi novio que no dejaba quietas su manos
juguetonas acariciando mi cuerpo, y así estabas tú, besándome mientras él jugaba con mis
senos, mordía mis orejas, besaba mi cuello al punto en que el éxtasis nos sobre paso, entonces
el, por fin, paso por encima de mí para podernos besar a las dos, y en esas tres lenguas
entrelazadas por fin estaba echo el pacto, ya los tres sabíamos que iba a pasar, y pedíamos lo
que queríamos sin vergüenza, sin tapujos ni tabúes.

Si hay algo que a mi me encanta de las mujeres más que de los hombres es su éxtasis, siempre
he creído que el orgasmo femenino es más fuerte que es de los hombres y soy adicta a la
energía que se libera durante la cúspide del placer femenino, tuviste la suerte de encontrarte
esa noche con dos amantes del placer femenino; porque si algo me encantaba a mí de Cristian
era la devoción con que se concentraba en hacerme llegar al orgasmo, eso lo teníamos en
común, debiste darte cuenta, sobre todo en ese momento en el que estabas tumbada en la
cama mientras el acariciaba con las yemas de los dedos tu clítoris; ese movimiento que yo
conozco bien y que no he conocido a nadie, ni hombre ni mujer que lo haga tan bien como
el, me encanta mirar y mientras su éxtasis y el tuyo aumentaban, el mío también, yo me
tocaba con el placer que solo he conseguido en los tríos, entonces decidí incorporarme, pero
claro, le pedí que no se detuviera y mientras el acariciaba tu clítoris yo introduje mis dedos
para moverlos como tú ya bien conoces, y ese momento en el que las miradas de dos
apasionados por el placer femenino se encuentran y se besan, mientras tu conocías otros
universos nosotros estábamos bien plantados disfrutando este.

Pero si hay algo entre todas las cosas que pasaron esa noche, si hay algo que me fascino, fue
la complicidad con la que todo termino y quedamos todos satisfechos tumbados en la cama,
no hubo un solo momento de incomodidad, solo complicidad, solo armonía.

“confieso, ante esta hoja, que quiero volver a perderme en tus cavidades húmedas.”

Las cosas entre Cristian y yo nunca volvieron a ser las mismas. Ya son 5 meses y aún te
pienso, espero que estés bien, espero que hayas encontrado alguien que te de lo que yo nunca
podría.

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