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Anuario K,:, 29-30 Estudios Literarios
Anuario K,:, 29-30 Estudios Literarios
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o SitiodeprimaveraenlapoesíadeNicolásGuillén
J^^nuario
Estudios Literarios 15/16
Y LINGÜÍSTICA
José Antonio Portuondo Valdor
ministerio de
CIENCIA, TECNOLOGÍA
ISSN; 0864-2030 Y MEDIO AMBIENTE
Director Fundador
Directora NURIAGREGORI
ENRIQUE SAÍNZ
ENRIQUEUBIETA
RICARDO VIÑALET
ANTONIA SOLER (Auxiliar)
Edición JOSÉANTONIOMICHELENA
Diseño ROBERTO CASANUEVA
Nicolás Gmllén es un poeta que desmiente el prejuicio tan extendido en materia üteraria
que considera el sentímiento erótico y el amor como la más fuerte y constante de las
motivadones de la obra poética. Y esto no significa que el tema del amor esté ausente en
su poesía, donde fue ganando un espacio cada vez más importante, sino que esta voz
quedaba «muchas veces sumergida, muchas veces ahogada por la voz más urgente de
los temas mayores de su canto» (Campuzano, 1988 : 226). Tanq)oco es Guilén un poeta
al que su pasión lo hace declararse en algún tipo de exceso. Pero este tema amoroso que
vuelve a la obra de un autor ya sexagenario —lejos de la gracia despreocupada y la
evocación erótica del varón orgulloso y viril de dertos poemas anteriores trae un
tono más íntimo, a través del cual expresa sus conflictos ante esta primavera que trae a
su vida el amor de una mujer joven. Motivos como el de la primavera en contrapunto con
el de la muerte y con la preocupación por el paso del tiempo y el desamor, están presen
tes en muchos de los poemas que aparecen en el Ex corde de La rueda dentada (1972)
y luego se recogen al final de la selección de poesía de amor El corazón con que vivo
(1975 a). En ellos, «el dolor y la angustia de una pasión que se siente en precario al
descubierto, inerme, son matizados por la ironía y la plenitud vital de quien conoce bien
toda la gama de inquietudes que provoca la fiagilidad del amor, pero que persiste en su
disfrute. Un humor maduro, sereno, un tanto irónico...»(Campuzano, 1988 : 237) Estos
poemas y los quince en que se estructura la elegía £/? algún sitio de la primavera
—publicada en Cuba veintiséis afios después de una edición privada realizada perso
nalmente por su autor— guardan semejanzas en cuanto a temas y motivos lo cual
permite suponer que gran parte de ellos se inspiraron en la misma realidad.
En algún sitio de la primavera. Elegía, fue escrita en abril de 1966 y publicada en ese
mismo año por el hispanista checo Lumir Civmy,' uno de los primeros amigos que tuvo
noticias de esta elegía, quien ya había traducido muchas de las obras de Guillén. En 1992
el poeta e investigador Angel Augier da a conocer este poema en su versión original
(Augier, 1992). Luego, en 1994, Keith Ellis realiza una bella edición acompañada de un
excelente estudio sobre el libro (Guillén, 1994).
Esta elegía manifiesta un profundo sentimiento de angustia por la pérdida del amor. El
diálogo que establece el hablante con la amada va progresando con una intensidad
suavizada, en ocasiones, por la evocación de algún recuerdo.
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En estos versos cortos, de donde surge ima expresión más concentrada, la selección
de las palabras refuerza el sentido de los cuatro últimos, donde se insiste en el motivo
de la tierra. Las gaviotas, las hierbas sobre las aguas y las luces lejanas en las noches
ammcian a cualquier viajero la proximidad de la tierra, término de toda travesía y de su
permanencia en im medio de purificación y regeneración, en la fuente de la vida. Estos
significados del agua como símbolo de la materia perfecta, fecunda, que rejuvenece e
introduce en lo eterno, se oponen a la tierra que, aunque es también símbolo maternal y
de regeneración, recibe en su seno fecundo todo lo que muere. La última estrofa de este
segundo poema pone énfasis en la idea de la muerte con el triste son en el que se habla
de la finitud del tiempo:
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En este son se expresa, con un acento sereno y majestuoso —no exento de una fina
ironía—, la emoción del poeta ante la fugacidad de la vida. La lertura de estos versos no
escapa a la referencia del poeta medieval español Jorge Manrique con sus Coplas por la
muerte de su padre, al que tanto nos recuerda este final de la segunda parte de la elegía,
no solo por el tema sino también por el funcionamiento de algunos recursos expresivos!
Aquí la reiteración del gerundio y otras frases y palabras va aumentando el acorde
triste hasta hacerlo penoso. Las relaciones verbales se multiplican y tienen siempre por
centro en sus variaciones la misma voz cuya significación se va ampliando. La alitera
ción con la s sostiene in crescendo el significado del verbo para apoyar la imagen del
tiempo en su ininterrumpido decursar, mientras que la aliteración con lap marca un ritmo
otro en la estrofa que se opone a ese discurrir y manifiesta de algún modo una resisten
cia a ese proceso de acabamiento de la vida.
En el primer cuarteto del poema «Nada», perteneciente a esa poesía escrita por
Guillén a partir de los años sesenta, a la que hacíamos referencia al inicio, se expresa esta
misma preocupación:
La toma de conciencia del poeta sobre el paso de la vida es un motivo que confluye
en la elegía muy coherentemente con el tema de la muerte, enunciado desde los primeros
versos, y que tendrá relevancia y permanencia en toda la composición. El hecho de que
la amada lo sobrevivirá es otra de las ideas reiteradas que se hace más evidente a partir
del Poema V: «AQUI empieza la noche./Cuando ya no me veas,...». En esta noche que
comienza con su muerte, el hablante del poema hace explícita su intención de ser una
presencia constante en la vida de esta mujer. Aún después de muerto será «... Ardiente
pluma / rozándote la nuca», una sombra por la que le pide rece. En el modo imperativo del
«acuérdate» advierte de su permanencia, lo que pudiera parecer también una disimulada
amenaza porque «... los cuerpos parten/ pero las sombras quedan», suavizada por el
sustantivo «pluma» —forma en que según él se manifestará— y el «No te asustes» del
último verso. Es una sombra lo que quedará en la proximidad de la amada, imagen de lo
fugitivo, cambiante e irreal, considerada también como la segunda naturaleza de los
seres y de las cosas. De esta forma él estará presente, «sombra de tu persona» (Poema
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En la cuarta estrofa describe el mundo de ambos como un «sueño dulce» del que
despierta abruptamente: «con ruidos sordos, con motores/ de aviación, con sirenas,/
aullidos, máquinas,...». Y luego el silencio: «un gran silencio» «¡Qué silencio!». Y otra
vez la muerte en el Poema IX, muerte de la que solamente ella renacerá quizás porque
solo a ella le alcance el tiempo para olvidar. En esta ocasión se nos presenta el tiempo en
doble valor positivo y negativo— ya que, como «... médico sabio/Tarda en curar, mas
cura para siempre.» (Poema XII). Pero el poeta—al que amenaza con su paso implaca-
puede contar ya con esta posibilidad, para él solo queda el dolor, la muerte en
vida que le hace conocer esa otra muerte sin descanso que tendrá:
Nunca he muerto,
(es la primera vez)
pero supongo que así debe ser (Poema X).
Como observa Keith Ellis, a partir de un elaborado símil donde se desarrollan relacio
nes antitéticas de expresión incongruente basadas en el oxímoron (Guilén, 1994 :118),
en la agudeza de estos versos se encadenan frases y palabras que refuerzan la idea de la
desolación provocada en el hablante por una carga de pena grave. El símbolo de la
«Luna», al que se había asignado antes un valor negativo, aparece nuevamente en la
última parte de la elegía pero con diferente significado. Esto muestra las variaciones del
sistema simbólico del poeta, aim dentro de una misma composición.
Un texto como «La muerte es un suplicio...» (Guilén, 1975 a :59), recogido también
entre los poemas de amor, alude a esa que el poeta considera como la peor muerte:
sentirse desterrado del corazón de la mujer que ama, reducido su vínculo a las relaciones
de trabajo diarias y en igualdad con los demás hombres : «La muerte es un suplicio/
banal, si se compara/ con este andar a tientas/ tras una sombra vaga./ Bntrecambiar al
paso/ brevísimas palabras,/ cosas que todos dicen/ y que no dicen nada». Los cuatro
primeros versos se refieren a la muerte en el sentido analizado anteriormente, y los
cuatro últimos expresan de algún modo el dolor que le provoca verse sin derecho sobre
la vida íntim de la amada, limitado a superficiales relaciones cotidianas con su persona.
En «Si a mí me hubieran dicho...» (Guilén, 1975 a :58), otro poema de la misma colección.
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En el vacío que deja esta ausencia el poeta se siente desorientado: «Si grito, no me
oyen./ Si Uamo, nadie viene./ ¿En qué planeta estoy viviendo?/ ¡Ah Dios, si lo supiera!»
(Poema XI). Al final, otra vez el silencio cierra lapidariamente esta parte de la elegía con
la última estrofa de dos versos: «Silencio./ Ni aun el viento». El viento, que en otro
poema como «Vino usted de tan lejos» (Guilén, 1975 a :60) le ayuda al menos aver la
imagen fijgitiva e inasible de la amada —«¿^é hacer, si apenas puedo/ verla al paso del
viento?»—, aquí se ve ya como un medio ineficaz que no puede servir al poeta para
comunicarse con ese mundo del cual se encuentra exiliado por un dolor cada vez más
intenso.
En el Poema XIV pone primero en duda la fortaleza de la amada para resistir esta
separación al mismo tiempo que, al final, cuestiona la sinceridad de su amor:
Sara:
Escribí este libro para usted. En realidad está hecho
por usted. Guárdelo. Algún día, cuando pasen los años,
y haya pasado yo también, quizá pueda usted leyéndolo
saber cómo la quiso, cómo la quiere, cómo la querrá
hasta la muerte.
Su muy fiel
N *
Mayo 5/66 (Ellis, 1994:109)
Algunos fiagmentos de la elegía, como la primera parte del poema VIH —que guarda
interesantes analogías con el titulado «Jugabas con un lapiz»^—, no dejan dudas sobre
la identidad del sujeto a quien se dirige el poeta: es Sara Casal, su más cercana colabo
radora en su trabajo como presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba,
intima e inseparable compañera durante más de veintisiete años, hasta la muerte del
poeta en julio de 1989.
La simple referencia al poema de Ballagas, cualquiera que haya sido su motivación,
trae resonancias que aluden a lo conflictivo de las relaciones amorosas en ambos poe
tas. Aún cuando Guillén haya querido marcar las diferencias en otro poema, en éste
entrega al ser amado, al igual que Ballagas, «a la vida entera del poema», lugar por ellos
escogido para habitar y hacer presente el recuerdo del amor perdido.
Si bien Nicolás Guillén no oculta la autoría de estos versos, no los dio a conocer
nunca públicamente, ni los incluyó en su Obra Poética editada en el año 1972, ni en
posteriores ediciones. De este modo, el poema quedaba sólo en manos de los amigos a
los cuales obsequió los once ejemplares numerados de la edición privada que realizó
personalmente.y en la que puso tanto cuidado.
Como señala Keith Ellis, «Este libro de poesía de amor [...], representa una desviación
de la función tradicional de lo secreto en el género» (Ellis, 1994 :97). El autor no oculta s\i
identidad, aún cuando sea para un reducido número de amigos, sino que es el propio
poema el que permanece inédito para la generalidad de sus lectores como un libro que se
escribe de modo especial para alguien a quien se le deja, además, la responsabilidad de
decidir si se publica o no (Ellis, 1994 :98).
En el Poema XV de la elegía el autor moviliza todos los recursos que pueden seivirle
para lograr conmover a esta mujer, desde el epígrafe de Bécquer hasta la nostálgica
evocación del rostro de la amada que llega a su mente entre otros recuerdos. El poeta no
sabe si despedirse porque su intención es, en realidad, hacer que ella regrese junto a él
—a ello se debe el tono persuasivo de todo el poema—; y es ante la posibilidad de su
fracaso cuando expresa, desde el titulo, su deseo de una nueva unión con la amada más
allá del espacio real donde se dan los conflictos que provocaron la ruptura. Por eso,
algún sitio de la primavera es un lugar de reencuentro entre los amantes, cualquier
espacio donde este amor pueda realizarse plenamente antes o después de la muerte :
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En este fragmento hay otra correspondencia con el poema «La muerte es un supli
cio...», cuyas semejanzas resultan ostensibles porque en él se sintetiza el conflicto
desarrollado en las quince partes de la elegía. En ese poema se expresa también cierto
desw de unión donde queden atrás todas las dificultades del presente: «¿Llegar veré yo
el día/ en que de nuevo vaya/ pendiente de tus labios/ por una senda clara,/ alto el cielo
sin nubes/ y sin nubes el alma? ».
La idea quevediana del amor más allá de la muerte está presente en toda la elegía,
siempre matizada por cierto tono esce^co, a veces irónico, que acentúa la tensión lírica
en sutiles contrastes, como en los últimos versos del Poema XV:
NOTAS
'Guilén, Nicolás: «Nekde v Jaru». En: Svetová literatura, Praga, 11(6): 133-137, 1966. (Agradezco
esta información al investigador Ricardo Hernández Otero. No he podido verificar si se trata de la
traducción íntegra de la elegía o solo de alguna de sus partes.)
Según Angel Augier, Guilén escribe esta elegía a fines de pbril de 1966, y por la corrMpondracia
encontrada en el archivo literario del poeta, conservado en el Instituto de Literatura y Lingüística,
podemos saber que Lumir Civmy ya había traducido una versión del poema antM del 12 de mayo.
Doce días después, el 24 de mayo, Guilén le escribe comunicándole algunas modmcacionra
das y le envía la vwsión definitiva del poema, posiblemente uno de los once ejemplares de la edición
privada que termina de imprimir el día 5 del mismo mes.
A continuación presentamos estas dos cartas, que brindan la información expuesta anteriormente,
sobre las que volvemos en otro momento del trabajo.
24 de mayo de 1966
«Año de la Solidaridad»
Sr. Lumír Civmy,
Obrancu Mini 90,
Praga VII,
Checoslovaquia.
Mi querido Lumir:
Recibí hoy tu carta de fecha 12 de mayo, en la que me das cuenta de la traducción de mi poema,
que te envié. Tú sabes, pues perteneces al mismo gremio, que uno modifica constantemente sus
cosas, de manera que es un error a veces entregarlas sin estar seguro de haberlas terminado. Te
digo todo esto para comunicarte que el poema que te envié primero fue cambiado en alguna de
sus pa^s en la forma que vctís en el cuaderno adjunto, sobre todo en su parte final. Yo le dejaría
el titulo del pnmero —Sara— a la traducción poniéndole como subtítulo el título del segundo,
que aquí te envío. De modo que quedaría así: Sara. En algún sitio de la primavera. En fin, tu
decidirás, aunque espero que coincidas conmigo en lo de la última parte.
Espero que goces de buena salud, y que te acompañen en este estado Valinka y las niñas.
Tuyo afectísimo amigo y compañero,
Nicolás Guqxén.
* Keith Ellis, en su trabajo, explora exhaustivamente la intertextualidad en la elegía.
^Apareció en El corno emplumado. México, (28) : 19-20, oct., 1968. Fue incluido por el autor
en su Obra poética (1985), con el título «Digo que yo no soy un hombre puro», de donde
citamos.
*Esta información nos la brindan las dos cartas que incluimos en la nota 1.
^ «Jugabas con un lápiz,/ callada y pensativa^ sobre la virgen hoja/ donde nada escribías./ Te
saludé priendo,/ mas tu voz me ftie esquiva;/ grité luego tu nombre/ alzaste tú la vista/ y de tus
ne^os ojos/ en la luz sorprendida/ supe que estabas lejos.../¿De qué país volvías?». (Guilén,
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REFERENCIAS
Augier, A. (1992) : «Un poema casi desconocido de Nicolás Guillén». Revista de Lite
ratura Cubana., La Habana, Año X (18) ,ene.-jun., pp. 5-19.
(1964) : [Texto en solapa] en: Guillén (1964), cit. por Campuzano
(1988 : 227).
Campuzano, L. (1988) : «Cortés, cordial, feliz, fatal. Notas sobre la poesía cTÓt'oa de
Nicolás Guillén». Revista de Literatura Cubana, La Habana, Año VI U i; jul.-
dic.,pp. 226-238.
EUis, K. (1994) : «Amor y revolución pennanente: Nueva poesía de amor de Nicolás
Guülém), en: Guillén (1994 : 97-143).
Guillén, N. (1964) : Poemas de amor. Cuadernos de poesía La Tertulia, La Habana,
57 pp.
(1972) : La rueda dentada. UNION, La Habana, 131 pp.
(1975 a) : El corazón con que vivo. UNION, La Habana, 67 pp.
(1975 b) : In qualche punto de lia primavera. Milán, Feltrinelli Editore.
(1985) : Obra poética. Letras Cubanas, La Habana, 2T. 541pp.
(1994) : Nueva poesía de amor. Universidad de Toronto, Canadá, 159 pp.
Con texto en español y en inglés, traducción y edición de Keith Ellis.