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Turismo sostenible y responsabilidad social corporativa

Conference Paper · December 2012

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José Alberto Martínez González


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NOVENO CONGRESO INTERNACIONAL SOBRE
Desarrollo Local en un Mundo Global
del 3 al 21 de diciembre de 2012

ISBN-13: 978-84-15774-10-5

TÍTULO: Turismo sostenible y responsabilidad social corporativa

Autor: José Alberto Martínez González

Institución: Universidad de La Laguna

Correo electrónico: jmartine@ull.edu.es

Resumen

En la actualidad el desarrollo sostenible constituye uno de los retos más


destacados del turismo, tal y como se pone de manifiesto en la literatura
científica. Tanto es así que el turismo sostenible se ha integrado con la
responsabilidad social corporativa, cuando inicialmente esto no fue así. Ahora
se defiende la idea de que las empresas y las instituciones turísticas deben ser
socialmente responsables para favorecer el desarrollo turístico sostenible, es
decir, aquel que permita la expansión actual salvaguardando el patrimonio
social, económico y medio-ambiental presente y futuro de la comunidad
residente. Por tanto, tres son los grandes ámbitos de la sostenibilidad
responsable: el económico, el social/cultural y el medio-ambiental. El presente
trabajo constituye una síntesis de las aportaciones actuales principales en el
campo de la responsabilidad social corporativa y de su fusión con el turismo
sostenible.

Palabras clave

Turismo sostenible, Responsabilidad social corporativa, Desarrollo sostenible

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1.- Introducción

Fernández y Cuadrado (2011) afirman que en la actualidad la responsabilidad


social corporativa (en adelante RSC) constituye uno de los temas más
recurrentes en el ámbito de la dirección y la gestión de empresas, bien sea en
el ámbito del turismo o en cualquier otro sector. Según afirman Martínez, Pérez
y Rodríguez (2012) la RSC ha ido ganando especial atención en las últimas
dos décadas, lo cual es un hecho que queda reflejado en el creciente número
de artículos publicados sobre el tema, tanto en revistas de carácter científico
como en informes provenientes de instituciones públicas o sin ánimo de lucro.
También esto es plausible a nivel divulgativo. No obstante, todo hay que
decirlo, no se trata de un fenómeno reciente: desde hace décadas se están
emitiendo leyes y se desarrollan actividades en este campo.

El constructo RSC surge en los años cincuenta del siglo pasado, cuando se
publicó el estudio de Bowen. En gran medida esta publicación constituye una
crítica a la reconocida actitud de Milton Friedman por considerar que la RSC
constituye una realidad subversiva, pues la empresa debía concentrarse en
obtener beneficios y rentabilidad, y no dedicarse a actividades filantrópicas.
Puede decirse, siguiendo a Alvarado, Bigné y Currás (2011), que
afortunadamente en la actualidad se ha producido un cambio en el paradigma
clásico: de una atención a los resultados estrictamente económicos se ha
pasado a un triple objetivo, incluyendo en él aspectos económicos, sociales y
medioambientales (Panwar, Rinne, Hansen y Juslin, 2006).

Para Aarón (2012) no existe consenso acerca de la definición de la RSC, es


decir, no hay una definición universalmente aceptada de la RSC. Entre otras
cosas debido a que, como manifiestan Freeman y Hasnaoui (2011), la RSC
posee un carácter multidimensional. Incluso algunos investigadores han
destacado que literatura en torno a la RSC demuestra dispersión y ausencia de
consenso, además de la confusión y la ambigüedad del término (Coelho,
McClure y Spry, 2003).

En este contexto afirma Aaron (2012) que la RSC es un constructo que en


ocasiones significa lo mismo para todas las personas, pero no siempre. En
otros momentos y en otros contextos para aquellos mismos sujetos el término
se refiere a aspectos distintos. Podemos afirmar que el concepto ha sido
utilizado en una gran variedad de circunstancias y con diferentes objetivos.
Hamann (2006) destaca que la RSC posee varios sentidos: RSC como un
objeto de análisis, como una norma, como un paradigma de gestión y como un
objeto de crítica.

Se han propuesto distintas tipologías para explicar las prácticas socialmente


responsables en las empresas (Alvarado, Bigné y Currás, 2011; Garriga y
Melé, 2004), a pesar de que la práctica empresarial de la RSC raramente se
estudia en la literatura académica. Martínez, Pérez y Rodríguez (2012) son de
similar opinión: el campo de la RSC presenta una multitud de teorías y una

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proliferación de enfoques que, lejos de presentar un consenso, son
controvertidos, complejos y confusos.

Además, frente a los investigadores y profesionales del mundo de la empresa


que mantienen una postura crítica ante la RSC, otros creen que la RSC
repercute de manera positiva en los resultados de la empresa, en múltiples
áreas y apartados: la reputación de la empresa, la satisfacción del consumidor,
el atractivo de la empresa para los futuros empleados, obtención de apoyo
institucional, imagen de la entidad, etc.

Lo que sí parece inequívoco es que el término RSC sugiere la capacidad de


dar respuesta a una actividad o conducta según se esté o no de acuerdo con
unos principios considerados buenos por la sociedad. Es decir, la RSC hace
referencia a la capacidad de responder por lo que se hace o se deja de hacer,
así como por la correspondientes consecuencias que proceden de lo que se
hizo o de lo que no se hizo (Guédez, 2006). En cierto modo se trata del
compromiso adquirido para mejorar el bienestar de la comunidad a través de
prácticas empresariales discrecionales y de contribuciones realizadas con
recursos corporativos. Y qué duda cabe de que todo ello sugiere la idea de
sostenibilidad.

Respecto al significado de la RSC algunos investigadores como Carroll y


Shabana (2010) han aportado sendas conceptualizaciones. Carroll (1979,
1991) definió la RSC como la integración entre los aspectos económicos,
legales, éticos y las expectativas que la sociedad tiene de las organizaciones
en un momento dado. Y es que, en el fondo, la RSC constituye un proceso por
el cual las empresas integran cuestiones sociales y medio-ambientales en su
interacción con sus stakeholders, de manera voluntaria. La manera y el alcance
en el que una empresa adopta la RSC dependerán de su punto de vista acerca
del rol social, económico, político y ético que la entidad juega y de la relación
con sus stakeholders, que poseen sus expectativas acerca de la organización.
Por tanto, resulta esencial tener en cuenta el contexto y las expectativas de los
agentes cuando se valoran las actitudes y conductas de los sujetos y las
organizaciones.

La RSC hace también referencia a las actividades voluntarias de las empresas


que se asocian a algún bien social, más allá de los intereses de la propia
empresa y existan o no exigencias legales. Ello incluye la adopción de
programas avanzados de recursos humanos, la reducción de substancias
contaminantes del medio-ambiente, actividades filantrópicas, la elaboración de
productos que integren atributos sociales y el apoyo a la economía local, entre
otras muchas cosas (McWilliams y Siegel, 2001).

Frente a los enfoques previos de investigaciones que abordan la RSC


utilizando una medida unidimensional (que agregaba dichas actividades),
numerosos académicos sugieren ahora que la RSC integra múltiples
dimensiones, cada una de las cuales es representada por un conjunto diferente
de actividades voluntarias (Godfrey y Hatch, 2007). Inicialmente se habló de
dos dimensiones difíciles de medir, la ética (que no es exigida por la ley) y la

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filantrópica (acciones diversas que van más allá de las expectativas sociales),
pero después se amplió el número de dimensiones.

Considera Romero (2010) que de las diferentes definiciones de la RSC


consultadas se pueden extraer algunas características que le son propias: es
integral, gradual, proporcional, flexible y voluntaria. Integral porque debe
abarcar un conjunto complejo de elementos, actores e instituciones con los
cuales se debe relacionar la empresa. Gradual y proporcional porque la RSC le
permite a la empresa obtener la suficiente flexibilidad como para que quede en
sus manos la decisión de participar a su conveniencia, sin que signifique una
carga onerosa. El carácter voluntario de la RSC constituye una condición aún
escasamente observable, aunque sugiere que no se trata sólo de cumplir las
normas.

Martínez, Pérez y Rodríguez (2012) han comprobado que el significado de la


RSC varía en función de las distintas percepciones de los grupos de interés y
del sector de actividad al que nos refiramos. Como las compañías buscan
hacer frente a sus necesidades sociales vinculadas a diferentes públicos,
necesitan identificar qué prácticas son relevantes para qué grupos, y con-
textualizarlas apropiadamente en la empresa. Esto ha provocado que en los
últimos años se hayan incrementado las investigaciones sobre RSC (Bigné,
Alvarado, Currás y Rivera, 2010; Alvarado, Bigné y Currás, 2011).

Como afirman Araque y Montero (2009) la RSC se integra en la empresa al


integrar voluntariamente en la gestión de la organización lo social, lo medio-
ambiental y lo económico. Y aunque se adopte una perspectiva global de la
organización cuando se aborda la RSC, también se desarrolla un enfoque
específico en determinadas áreas funcionales. Así sucede con la función de
marketing, pues es indudable que en las últimas décadas hemos asistido al
desarrollo de diversas estrategias de corte social en ese ámbito: marketing con
causa, marketing social corporativo, marketing ecológico o patrocinios y
mecenazgos sociales.

Font et al. (2012) también consideran que la RSC se ha asociado al concepto


de sostenibilidad, en sus dimensiones económica, social y medio-ambiental. En
la actualidad dos son los ámbitos de mayor interés respecto a la RSC, además
de su implementación filosófica y práctica en las compañías: su medición y la
comunicación interna y externa sobre las actividades y resultados asociados a
la RSC desarrollada por la organización.

La RSC desde la perspectiva del desarrollo sostenible enfatiza la importancia


de todos los grupos de interés, más allá de los propietarios, inversores y
accionistas. De este modo, para respetar los principios medioambientales,
sociales y económicos, la empresa debe tener en cuenta a todos sus públicos
objetivo, ya que dependiendo de las expectativas de cada uno de ellos la
articulación a nivel práctico de la RSC variará (Kakabadse, Rozuel y Lee-
Davies, 2005).

Recordemos que además del enfoque de la RSC en el marco del desarrollo


sostenible, el enfoque de los grupos de interés es uno de los modelos más

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utilizados para el desarrollo de propuestas prácticas de la RSC (Kakabadse,
Rozuel y Lee-Davies, 2005). Desde este enfoque se afirma que los directivos
de las empresas no solamente deben satisfacer las demandas de los
accionistas, sino de una amplia variedad de colectivos que pueden afectar o
ser afectados por los resultados de la misma, y sin los cuales ésta dejaría de
existir (Garriga y Melé, 2004).

En la actualidad un enfoque alternativo consiste en analizar las actividades


asociadas a la RSC de la empresa por parte de los stakeholders críticos o
primarios (empleados, proveedores, clientes y la comunidad natural de la
empresa). Como cada uno de esos grupos posee sus propios intereses en la
empresa, ésta deberá desarrollar actividades y programas tendentes a
satisfacer las necesidades y deseos de los diferentes grupos (Peloza y
Papania, 2008).

Por tanto, la empresa orientada hacia la sostenibilidad concibe su gestión y su


existencia a largo plazo teniendo en cuenta a todos sus grupos de interés. Y se
puede adoptar un criterio amplio en el que incluir a cualquier individuo, grupo u
organización que pueda incidir o pueda verse afectado por las actividades de la
empresa, o bien un criterio más estricto que acote el campo a los individuos,
grupos u organizaciones identificables y relevantes de los que la empresa
depende para su supervivencia.

Como manifiestan López y Segarra (2011) las organizaciones que tienen un


comportamiento socialmente responsable delimitan sus estrategias y ejecutan
procedimientos internos de gestión teniendo en cuenta no sólo la dimensión
económica de sus acciones, sino también las dimensiones social y ambiental. Y
en el peor de los casos asumen la conveniencia de integrar en la organización
un planteamiento acorde con los objetivos de los distintos interesados, aunque
ello responda, solamente, a la creencia de que ser una organización
responsable es positivo para sus intereses empresariales a largo plazo.

Por otra parte, la literatura muestra que, cada vez más, los stakeholders,
desean encontrar, detrás de las marcas y de los productos que compran,
mayor transparencia. En las dos últimas décadas los stakeholders
(especialmente loa clientes, público en general y gobernantes) han adquirido
consciencia de las consecuencias medio-ambientales y sociales de la actividad
humana en general y de la turística en particular. Como resultado de ello se ha
desarrollado la sostenibilidad en torno a los tres ejes mencionados
anteriormente: económico, social y medio-ambiental. Además, muchas
compañías comunican sus actividades y resultados asociados a la RSC a
través de multitud de canales.

Además de las acepciones de la RSC desde el marco de la empresa, también


se han aportado definiciones de la RSC desde el contexto institucional,
definiciones que se integran o fusionan en el ámbito de la sostenibilidad. Por
ejemplo, la Comisión Europea (2001) define la RSC como la integración
voluntaria por parte de la empresa de las preocupaciones sociales y
ambientales en sus operaciones comerciales y en sus relaciones con sus
interlocutores. Por su parte, el Consejo de Negocios mundial para el Desarrollo

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sostenible (WBCSD) es más claro cuando define la RSC como el compromiso
que asume la empresa para contribuir al desarrollo económico sostenible por
medio de colaboración con sus empleados, sus familias, la comunidad local y la
sociedad, con el objeto de mejorar la calidad de vida.

El Instituto Ethos de Empresas y Responsabilidad Social define la RSC como


una forma de gestión que tiene que ver con la relación ética de la empresa con
todos los públicos con los cuales ella se relaciona, y por el establecimiento de
metas empresariales compatibles con el desarrollo sostenible de la sociedad;
preservando recursos ambientales y culturales para las generaciones futuras,
respetando la diversidad y promoviendo la reducción de las desigualdades
sociales.

Por último, el Observatorio de Responsabilidad Social Corporativa (2009)


define la RSC como la forma de conducir los negocios y las empresas que se
caracteriza por tener en cuenta los impactos que todos los aspectos de sus
actividades generan sobre sus clientes, empleados, accionistas, comunidades
locales, medio ambiente, y sobre la sociedad en general.

El Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales de España, en conjunto con el


Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo, señalan básicamente
tres tipos de RSC existentes y el plan de acción que debe seguirse para llevar
a cabo cada una de estas estrategias. Estos tipos son: primarias, secundarias y
terciarias.

a) Las responsabilidades primarias constituyen todas las actividades que


definen a la empresa como socialmente responsable. Por ejemplo, la creación
de capital intelectual, servir a la sociedad con productos que le sean de utilidad,
el respeto de los derechos humanos, garantizar condiciones dignas en materia
de salud, seguridad, empleo, cuidado del medio ambiente, etc.

b) Las responsabilidades secundarias están enfocadas en atenciones hacia la


comunidad y hacia los trabajadores. Se basan en ofrecer calidad de vida en el
trabajo con estrategias tales como premiar la iniciativa de los mismos dentro
del área laboral, proporcionar un empleo lo más estable posible, ofrecer
beneficios con los productos de la empresa, aportar información transparente
sobre las visiones a futuro de la empresa. Para la comunidad se pueden citar
actividades como contribuir con el resguardo del medio ambiente, facilitar
empleo y actividad económica, facilitar ayuda a los proveedores, colaborar con
la formación de estudiantes a través de la formación profesional, entre otras.

c) Las responsabilidades terciarias constituyen actividades que se reflejen en


beneficios que los trabajadores y miembros de la comunidad deberían disfrutar,
aunque dependen en gran medida de la asignación de los recursos y las
posibilidades con que cuente cada empresa. Para los trabajadores constituyen
actividades como facilitar el trabajo a tiempo parcial a las personas que lo
precisen, disfrute de vacaciones anuales, flexibilidad en el horario laboral,
préstamos limitados a interés menor que el del mercado, ayudas para solicitar
vivienda, etc. En relación a las actividades de RSC para con la comunidad, las
responsabilidades terciarias pueden consistir en contribuir a la mejora del

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entorno sociocultural, difundir valores de lo que representa una nueva empresa,
participar en eventos de desarrollo local y regional, y patrocinar actividades
artísticas y culturales.

De acuerdo al Libro Verde (Comisión Europea, 2001) las áreas de contenido de


la RSC se dividen en dos bloques o dimensiones, la primera enfocada a los
aspectos internos de la empresa u organización, y el segundo a los elementos
externos a la organización.

a) La dimensión interna hace referencia a los aspectos relacionados


directamente con la empresa y su producción, como son por ejemplo los
empleados y los recursos ambientales y naturales que intervengan
directamente en el proceso de producción. Destacan cuatro dimensiones:

Gestión de recursos humanos: hace referencia a actividades tales como la


inclusión del aprendizaje permanente, mejoras en la información de la
empresa, equilibrar el trabajo con las actividades familiares y de ocio, mayor
diversidad de recursos humanos, participación en los beneficios de la empresa,
igualdad de oportunidades y perspectivas profesionales para las mujeres, entre
otros.

Salud y seguridad en el lugar de trabajo: hace referencia a la importancia de


proporcionar tranquilidad a los trabajadores y proveedores en las áreas
mencionadas, y procurar un ambiente agradable y confiable.

Adaptación al cambio: está relacionada con la introducción de elementos


considerables en la sociedad, como por ejemplo cursos de reciclaje,
financiación y promoción del diálogo.

Gestión del impacto ambiental y de recursos naturales: toma en consideración


la generación de políticas de protección medio ambiental, y pone el énfasis en
la disminución del consumo de energía, del consumo de recursos naturales y
de la emisión de desechos contaminantes.

b) La dimensión externa hace referencia a los agentes externos a la empresa,


pero que son de suma importancia y por tanto deben tenerse en consideración.
Se dividen en cuatro temáticas centrales, que son:

Comunidades locales: promover la integración de las empresas con su entorno


local, patrocinar actividades de desarrollo local de las organizaciones civiles y
auspiciar actividades de carácter cultural, deportivo y social con la comunidad
en general.

Socios comerciales, proveedores y consumidores: se espera que las empresas


ofrezcan un servicio eficaz y eficiente hacia los consumidores, pero que al
mismo tiempo consideren que sus resultados sociales pueden verse afectados
por la relación con sus socios y proveedores.

Derechos humanos: defensa y protección de los derechos

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Problemas ecológicos mundiales: contribución en pro de la protección y
resguardo del medio ambiente, así como también de desarrollo sostenible.

c) Dimensión global de la RSC

Gestión integrada de la RSC con la dirección de la empresa y el entorno

Informes y auditorías periódicas y objetivas sobre la RSC

Calidad en el trabajo de los colaboradores

Etiquetas sociales y ecológicas de los productos y servicios

Inversión socialmente responsable

Whitfeld y Dioko (2012) afirman que el turismo no es ajeno a la preocupación y


a los programas de RSC, sobre todo desde que se comprobó y se aceptó que
el fenómeno turístico produce efectos positivos y negativos en el entorno, éstos
últimos asociados sobre todo al turismo de masas. De este modo los
comportamientos corporativos tienden a ser congruentes con la protección
social, las normas, los valores y las expectativas (Mohindra, 2008). Afirman
Inoue y Lee (2011) que la RSC se ha introducido cada vez más en el contexto
del turismo, gracias a la labor de los profesionales y los académicos (Carroll y
Shabana, 2010). Ha sido como una manera de garantizar, desde las empresas
turísticas, la sostenibilidad.

El desarrollo sostenible se ha convertido en uno de los principales objetivos del


sector turístico, especialmente desde la celebración de la Conferencia de las
Naciones Unidad sobre Medio-ambiente y Desarrollo de Río de Janeiro de
1992, y de la Asamblea Especial de las Naciones Unidad de 1997. Desde ese
momento el turismo sostenible ha sido considerado como el turismo que tiene
plenamente en cuenta las repercusiones actuales y futuras, económicas,
sociales y medioambientales, para satisfacer las necesidades de los visitantes,
de la industria, del entorno y de las comunidades anfitrionas.

La Organización Mundial del Turismo propuso considerar al turismo sostenible


como el desarrollo que atiende a las necesidades de los turistas actuales y de
las regiones receptoras y al mismo tiempo protege y fomenta las oportunidades
para el futuro. Se concibe como una vía hacia la gestión de todos los recursos
de forma que puedan satisfacerse las necesidades económicas, sociales y
estéticas, respetando al mismo tiempo la integridad cultural, los procesos
ecológicos esenciales, la diversidad biológica y los sistemas que sostienen la
vida.

El concepto de sostenibilidad en turismo está ligado a tres hechos importantes:


calidad, continuidad y equilibrio. Conlleva trabajar en el sentido de proteger el
medio ambiente, los recursos naturales y culturales con la perspectiva de un
crecimiento económico constante y sostenible que sea capaz de satisfacer las
aspiraciones presentes y futuras (OMT, 2004). Según la definición de la OMT

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(2004) las directrices para el desarrollo sostenible del turismo y las prácticas de
gestión sostenible son aplicables a todas las formas de turismo en todos los
tipos de destinos, incluidos el turismo de masas y los diversos segmentos
turísticos.

Los principios de sostenibilidad se refieren a los aspectos ambiental,


económico y sociocultural del desarrollo turístico, habiéndose de establecer un
equilibrio adecuado entre esas tres dimensiones para garantizar su
sostenibilidad a largo plazo. La nueva definición conceptual pone énfasis en el
equilibrio entre los aspectos ambientales, sociales y económicos del turismo,
así como en la necesidad de aplicar principios de sostenibilidad en todos los
sectores del turismo, y hace referencia a objetivos mundiales como la
eliminación de la pobreza.

Según Prayag, Dookhony-Ramphul y Maryeven (2010) en la literatura no es


complicado hallar referencias al desarrollo turístico sostenible en países en vías
de desarrollo, pero en menor medida en destinos turísticos que constituyan
islas (Scheyvens y Momsen, 2008). Generalmente estos destinos turísticos se
caracterizan por su reducida dimensión y el menor tamaño de su población, por
los altos costes de transporte, por la escasez de mercado y de infraestructuras,
etc. La literatura existente demuestra que el desarrollo turístico en las islas no
está desprovisto de efectos negativos a nivel económico, cultural, social y
medio-ambiental (Dodds y Butler, 2010).

En el ámbito turístico Fernández y Cuadrado (2011) consideran que las


empresas hoteleras ocupan un papel de especial relevancia en la aplicación de
políticas de RSC, tanto por su aportación en términos de renta y empleo (World
Travel and Tourism Council, 2009), como por su impacto medioambiental,
económico y social. En los establecimientos hoteleros se aprecia la tendencia a
disponer de políticas medioambientales efectivas, como base para la
sostenibilidad y el crecimiento de sus negocios en el largo plazo (Erdogan y
Baris, 2007).

En un intento por clarificar y ordenar las perspectivas teóricas que han servido
como base al estudio de la RSC en el sector turístico, Alvarado, Bigné y Currás
(2011) desarrollaron una clasificación fundamentada en la racionalidad
subyacente a cada teoría. La perspectiva con mayor aceptación en el ámbito
del turismo es, precisamente, la teoría del desarrollo sostenible, fundamentada
en las responsabilidades éticas de las empresas con la sociedad (Garriga y
Melé, 2004).

También Linnanen y Panapanaan (2002) y Panwar, Rinne, Hansen y Juslin


(2006) conceptualizan la responsabilidad social de las empresas turísticas
basándose en el desarrollo sostenible. Para ellos la responsabilidad de las
empresas es un constructo multidimensional, formado por las dimensiones
medioambiental, social y económica. De acuerdo con la propuesta de los
autores y con la Organización Mundial del Turismo (2004):

a) La dimensión medioambiental se refiere a dar un uso óptimo a los recursos


ambientales, los cuales son un elemento esencial del desarrollo turístico,

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protegiendo los procesos ecológicos esenciales y ayudando a conservar los
recursos naturales y la diversidad biológica.

b) La dimensión social hace referencia al respeto de la autenticidad


sociocultural de las comunidades anfitrionas, a la conservación de sus activos
culturales arquitectónicos y vivos y de sus valores tradicionales, así como a la
contribución, al entendimiento y a la tolerancia intercultural.

c) Por último, la dimensión económica se basa en asegurar unas actividades


económicas viables a largo plazo, que reporten a todos los agentes unos
beneficios socioeconómicos correctamente distribuidos.

Como afirma Lee y Park (2009), en algunas comunidades locales y rurales se


han comenzado a desarrollar y explotar de manera alternativa los recursos. De
este modo el turismo basado en la comunidad se ha convertido en una opción
viable para el desarrollo, permitiendo el turismo proveer de beneficios
económicos a los residentes. Naturalmente, el estilo de vida de los residentes
en la comunidad puede influir los cambios turísticos producidos, y viceversa a
nivel social, cultural, económico y medio-ambiental, lo cual requiere, por parte
de todos los agentes vinculados el planteamiento de un desarrollo turístico
sostenible.

Los residentes han sido objeto de estudio en relación al desarrollo turístico


sostenible porque puede afectar a los deseos y necesidades de los turistas,
provee de oportunidades de crecimiento económico, afecta al medio-ambiente
y a la calidad de vida de los residentes. Los residentes desarrollan actitudes y
conductas en relación al desarrollo turístico en el destino en función de los
costes y beneficios sociales, culturales, económicos y medio-ambientales
percibidos (Gursoy, Chi y Dyer, 2010; Nunkoo & Ramkissoon, 2011a, 2011b).

Las investigaciones han puesto de manifiesto, en el marco de la teoría del


intercambio social, que los beneficios percibidos afectan de manera positiva y
significativa al apoyo de los residentes al desarrollo turístico, mientras que los
costes percibidos afectan de manera negativa y significativa al apoyo que se
presta por la comunidad residente al desarrollo turístico (Nunkoo &
Ramkissoon, 2011). Por tanto, los factores que suponen beneficios y costes
constituyen variables de gestión críticas en la gestión del desarrollo sostenible
del turismo en el destino turístico.

Por otra parte, existen otra serie de aspectos, asociados a la identidad, la


dependencia, los sentimientos y la vida de la comunidad residente, que se
relacionan con los procesos cognitivos, afectivos, sociales y conductuales de
los miembros de la comunidad, en relación al desarrollo turístico sostenible del
destino, si bien existe cierta contradicción respecto a la influencia positiva,
negativa o neutra.

Bibliografía

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