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Afirmaba Machado, el poeta –no el administrativista– que

«solo el necio confunde valor y precio». Lo comento por el


hecho de que una de las barreras procesales tan necesaria
como curiosa es la cuantía de los litigios contencioso-
administrativos.

Y digo barrera por el hecho de que el legislador utiliza la cuantía de lo que está en juego en
el pleito como esclusa que permite el paso de aproximadamente litigios al recurso de
apelación de las sentencias de los Juzgados contencioso-administrativo frente a las Salas.

De esta forma, por servirnos de un ejemplo, cuando se crearon los Juzgados de lo


contencioso-administrativo en 1998 la cuantía que abría el paso al recurso de apelación era
de 18.000 euros, que en el año dos mil once se elevaría 30.000 euros, con lo que todo
asunto de inferior cuantía quedaba condenado a ser enjuiciado y resuelto en una instancia
frente al Juzgado.

La paradoja radica en que esos 30.000 euros se refiere a la “cuantía neta”, es decir, sin
recargos e intereses, y cuando son varios conceptos de diferente naturaleza (diferentes
pretensiones) no se amontonan, como tampoco se acumulan las reclamaciones de varias
personas en comunidad de recursos o coherederos, unido a que en el campo tributario la
cuantía no es el monto total reclamado sino la del devengo trimestral, por poner un ejemplo.

Es cierto que algún filtro hay que poner y que la Constitución solo ha garantizado la segunda
instancia para la vía penal, pero a veces se generan situaciones que mueven a la
perplejidad.

Comentaré dos de ellas de sumo interés.

800px-Col-Johnson-Liberating-an-Unfortunate-DebtorI. Primeramente, las sanciones


disciplinarias a los funcionarios cuando se refieren a suspensión de funciones (p.ej.
suspensión de empleo y sueldo por dos meses). Pues bien, de forma tradicional la cuantía
de estos litigios consistía en las retribuciones pertinentes al periodo a que se refería la
suspensión, de manera que se monetarizaba la sanción según la nómina. Con esto, en la
práctica, puesto que la enorme mayoría de la suspensión de funciones era inferior a 9
meses (suponiendo una elevada nómina mensual de 3 mil euros) quedaban siempre y en
toda circunstancia enjuiciadas en única instancia por el Juzgado, sin apelación.

Ahora bien, puesto que una sanción de suspensión de funciones es un baldón, se planteo
como cuestión de interés casacional si debía considerarse de cuantía indeterminada, a
efectos de abrir la vía de la apelación, puesto que muchos son los desdoros que comporta la
sanción, y no valorables económicamente.

La STS del 28 de mayo de 2019 (rec. 262/2016) aborda la cuestión y confirma el criterio
tradicional estableciendo:
4º La sanción de suspensión temporal de funciones es susceptible de medirse en términos
económicos, lo que alcanza a todos los conceptos que conforman la remuneración salvaje o
bien íntegra de la que se priva al sancionado durante el lapso de tiempo de la suspensión, y
fuera del mismo por la aminoración que en las pagas extraordinarias se haya producido con
motivo de la reducción del tiempo no trabajado en la anualidad. Se toma como referencia la
retribución bárbara puesto que exactamente la misma constituye el derecho individual o bien
económico perjudicado por la sanción cuya anulación se pretende.

sorpresaPor tanto, según esta sentencia, tiene que estarse a la cuantía económica que
representa la sanción y no al desdoro o daño ética, que para la Sala debe reclamarse como
pretensión autónoma, que podrá o bien no acumularse a la de la sanción (mas no abre la
apelación a esta).

Me temo que estimar que una sanción de suspensión de funciones tiene solamente la
cuantía objetiva de la privación retributiva no se ajusta a la realidad del daño que supone. No
solo el suspenso pasa a una situación administrativa nueva sin el conjunto de derechos y
deberes del funcionario, sino que s sabido que, del mismo modo que en la vía penal, existe
la “pena de banquillo” de sufrir el expolio y llevar el sambenito de estar sometido a
investigación, en las Administraciones el ser sancionado con suspensión de funciones
supone estar en boca y ojos de todo el mundo; y si se trata de una Administración local
pequeña, correrá como la pólvora e inclusive entre los vecinos. No es exactamente lo mismo
el sufrimiento por una multa de tráfico que por el hecho de que te aparten de tu trabajo, a los
ojos de tus compañeros y familiares. Como no es exactamente lo mismo reclamar un mes
de vacaciones (que bien puede cuantificarse conforme la nómina) que demandar por ser
castigado un mes sin vacaciones.

De ahí que no me sorprendió que por STS de 6 de febrero de dos mil veinte (rec.2909/2’17)
que cambia de criterio y dispone respecto de la suspensión de funciones del funcionario su
consideración como cuantía indeterminada:

« Pasa de manera automática a una situación administrativa diferente en la que no disfruta


de todos y cada uno de los derechos que la de servicio activo comporta (artículos 86.2 y
90.1 del Estatuto Básico del Empleado Público). La situación administrativa de suspensión
implica, evidentemente, la imposibilidad de pasar a otra diferente. Además, conlleva la
pérdida de antigüedad pertinente al tiempo al que se extienda en tanto que, mientras que
continúa en ella, no presta servicios que se le puedan reconocer, con los consecuentes
efectos permanentes que esto supone para su carrera administrativa. La suspensión le
impide, del mismo modo, participar en concursos y tomar parte en las actividades de
formación. Ya hemos visto, por otro lado, que la Administración no niega la repercusión de la
situación administrativa de suspensión de funciones en las cotizaciones a la Seguridad
Social. En tanto que estas son consecuencias bien concretas, inherentes a las sanciones
impuestas a la Sra. ., no es preciso que acredite de qué modo le han perjudicado para
apelar la sentencia de instancia. Al contrario, llaman por sí solas a la aplicación del artículo
cuatrocientos veintidos. Esta solución no conduce a dejar sin efecto la regla del artículo
ochocientos once a) de la Ley de la Jurisdicción en todos los casos de imposición de
sanciones a los empleados públicos. No cabe duda de que en nada afecta a aquellos
supuestos en que sean meramente económicas. Solamente, se proyectará sobre los
recursos de apelación contra sentencias en las que se enjuicien sanciones que, por su
naturaleza y efectos, trasciendan a la mera dimensión pecuniaria. Sostener la interpretación
seguida por la sentencia recurrida en casación supone, no sólo ignorar las consecuencias
efectivas de la sanción de suspensión de empleo y sueldo, sino, asimismo, admitir que sean
apelables sentencias sobre sanciones de apercibimiento y negar que lo sean las que se
pronuncien sobre otras de muy superior entidad, como las que se impusieron a la Sra. .. Tal
resultado no se compadece con la finalidad de reservar el recurso de apelación a los
asuntos de superior trascendencia a que menciona la Sala de La Coruña, ni se desprende
necesariamente de una regulación legal en la que el artículo cuatrocientos veintidos sienta
una regla concreta para los casos en que las sanciones a funcionarios, además de una
vertiente económica, comporten otras no evaluables en dinero».

History_of_Scams_ImageII. Otro caso recientemente zanjado es la cuantía de los pleitos


sobre la responsabilidad solidaria del recurrente como administrador de una mercantil por la
deudas contraídas con la Tesorería General de la Seguridad Social. Hasta no hace mucho el
Tribunal Supremo mantenía que cuando se reclamaba una única cantidad en monto global a
un administrador por las deudas de su entidad, ese era el gravamen y cuantía. No obstante,
la STS de 14 de enero de 2020 (rec. 5164/2017) expone el cambio de criterio y se llega a la
conclusión contraria, al entender que, con carácter previo al examen del acto único de
derivación de responsabilidad, tiene que examinarse cada acto administrativo de liquidación
y, en consecuencia, solamente van a poder acceder al recurso de apelación, por razón de la
cuantía, las liquidaciones derivadas cuyo débito principal supere el límite legal, en este caso
los 30.000 euros del recurso de apelación.

Con esto, bastante difícil resulta imaginar una liquidación de cuotas que sobrepase, como
principal, los treinta € mensuales, con lo que son cuestiones abocadas a resolverse en única
instancia. Este criterio una parte de no distinguir el derecho a apelación tratándose del
trabajador que discute una liquidación que cuando es el administrador de la empresa
responsable de un conjunto de liquidaciones de sus trabajadores. Afirma esta sentencia:

«reiteramos, que aunque este Tribunal ha mantenido, a lo largo de un tiempo, la admisión


del recurso de casación cuando lo que se discute no son las liquidaciones específicas que
integran el pacto de derivación de responsabilidad, sino la procedencia de dicho pacto como
acto único, siempre y cuando el importe total derivado superase el límite legal para acceder
al recurso (de casación), ahora reconsiderando la cuestión, se llega a la conclusión
contraria, al comprender que, con carácter anterior al examen del acto único de derivación
de responsabilidad, debe examinarse cada acto administrativo de liquidación y, en
consecuencia, solamente podrán acceder al recurso de casación, con motivo de la cuantía,
las liquidaciones derivadas cuyo débito principal supere el límite legal»
merchants-guild-2Lo expuesto, únicamente desea dejar ver el efecto acordeón de la cuantía
cuando se trata de abrir o bien cerrar las puertas de la Justicia.

Insisto en que no puede todo el planeta recurrir todo en todas y cada una de las instancias y
con derecho a todo tipo de recursos, (no hay sistema judicial ni economía que lo resista)
mas bien estaría que fuera el legislador el que fijase los criterios con mayor detalle,
objetividad y adecuación a la realidad de las cosas.

Al fin y al cabo, nadie litiga por gusto, y si mal está que te desestimen el recurso, peor sienta
que te lo inadmitan, y además con motivo de la cuantía, cuando el impuesto que supone un
acto administrativo en la esfera personal solo lo sabe el perjudicado.

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