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La Mundial

Director: Elías Cohen

Asistente de Dirección: Claudia Vicuña

Elenco: Elías Cohen, Claudia Vicuña, José Chahin, José Olavarría

Diseñadora de espacio: Tatiana Pimentel

Diseñadora de vestuario: Tatiana Pimentel

Universo sonoro: Jorge Martínez

Diseño de Iluminación: Andrés Poirot

Elías Cohen

Director y Coreógrafo chileno nacido en 1973, estudió teatro y danza en Dinamarca y se ha dedicado a
realizar otros estudios en distintos países de Asia y en Alemania. En Chile estudió psicología transpersonal.
Ha recorrido distintos países del oriente donde ha podido enriquecerse de su cultura y filosofía y ha
incorporado a su vida prácticas de meditación lo que lo han llevado a investigar y crear espacios para trabajar
en ámbito del desarrollo personal. Se ha dedicado a investigar la relación entre los principios del las artes
marciales con la danza.
La Mundial nos muestra una peluquería en la que convergen distintos tipos de culturas, religiones e ideologías
que se van relacionando entre sí. El nombre de esta peluquería nos invita a extrapolar todo lo que ocurra en
ese espacio a un contexto universal.

Creo que el haber utilizado este espacio (una peluquería) es bastante asertivo, ya que la obra plantea la
transformación como premisa, y efectivamente el acto de cortarnos el cabello habla muchas veces de la
necesidad de externalizar lo que hemos o queremos cambiar/transformar en la profundidad del ser. Si bien,
también podemos ir a la peluquería por un fin estético, es en éste lugar donde nos podemos encontrar con
una diversidad de ideologías pero con una necesidad humana en común: cambiar algo.

La primera imagen que se muestra al comenzar la obra es a uno de los personajes tomando la regadera del
lavador de cabello de una forma un tanto confrontacional. Esto me hizo pensar en que el curso de la obra se
tornaría algo violenta, pero a medida que se presentaban los demás personajes y se relacionaban entre si y el
espacio, los utensilios de la peluquería se leen como elementos transformadores de la imagen. Los
personajes eran de distintos orígenes del mundo: una europea, un judío, un musulmán y un alemán/ruso.

Mientras se va desarrollando la obra, en los personajes masculinos se muestran los instintos más primitivos al
colocarse unas capas de peluquería con un diseño animal print; como los impulsos sexuales, la competencia
entre ellos para bailar con la mujer como expresión del cortejo, el juego entre ellos como preparación a la
pelea (como sucede en los animales), por lo tanto nos invita a ver que independiente de las diferencias
sociales, culturales, políticas, religiosas, todos venimos de un mismo origen evolutivo y se puede apreciar
cuando nuestras “diferencias” (externalizadas en el vestuario) dejan de importar tanto (cuando se cubren con
la capa).

Algo que me llamó mucho la atención fue cómo se transformaban estos personajes tan distintos entre sí
(superficialmente) en seres igualmente mágicos, contaban que cada ser en su profundidad posee la misma
fuerza vital que el otro pero se manifiesta de formas distintas, como también la capacidad que tenía cada uno
de modificar al otro. En este sentido nos transformamos a partir del otro, vamos por la vida encontrando a otro
que nos ayuda a modificar lo que necesitamos en ese momento, ya sea físico, espiritual o ideológicamente,
siempre cambiamos por el efecto que el otro genera en nosotros, ya sea consciente o inconsciente y
voluntariamente o no. Un punto importante en esto es identificarme como ser cambiante y cambiador y ser
consciente de cómo influyo en los demás y realmente cómo quiero influir y que tan consecuente soy en
relación a esto.

La obra nos permite conectarnos con distintas facetas del ser humano, una que aprecio encontrar en esta
obra es esa parte de nosotros que se permite disfrutar de la música y expresarse a través del cuerpo desde el
juego, sin juicio, de una forma que me traslada a la niñez y lo pude ver en los personajes que parecían
divertirse como niños que no juzgan al otro sino que pueden ver más allá de las diferencias superficiales y
conectarse con la esencia del otro, gozar desde lo más simple y sin vergüenza, permitirnos ser. En un
momento de la obra hacen que el espectador participe de la fiesta, roseándonos agua, lo que me pareció
hermoso porque me sentía jugando su mismo juego, de alguna forma me transforman en niña a través de una
sensación física (sentir el agua en mi piel) y lo que sucede en el escenario pasa también en la realidad del
espectador.

Otro lado que nos muestran del ser humano es el de la violencia y la competitividad, donde se puede leer
como la manera que tiene el hombre de imponer su idea en los demás como portador de la verdad absoluta,
mostrándose intolerante frente a ideologías distintas a la de él. Este punto nos revela la resistencia que
tenemos a poder permearnos con otros puntos de vista y generar la transformación en nosotros y en
consecuencia a los que nos rodean. Si queremos evolucionar de cualquier forma deberíamos ser capaces de
enriquecernos con distintos tipos de culturas y filosofías de vida, quizá para empezar a cuestionar nuestra
propia vida.
En algunos momentos de la obra se podía ver la influencia del director con respecto a la investigación de los
principios de artes marciales y los principios de la danza, ya que en la ejecución de algunos movimientos me
trasladaban a prácticas de tai chi y kalaripayatu.

En cuanto a los recursos estéticos que se utilizaron me parece que logran trasladar al espectador a una
peluquería de los 80, con el papel tapiz colorido, el tipo de baldosa en el piso, los cascos secadores de pelo
típicos de la época, los colores fuertes de las sillas y la utilería empleada. La utilización de los rociadores de
agua como armas me pareció muy interesante, ya que si bien las armas nos ponen en contexto de violencia,
el que sea agua lo que sale del “arma”, y de una forma muy sutil como gotas de agua, me parece casi
purificador, limpiar lo que ya no necesitamos, renovar, transformar de una manera positiva.

Por otro lado el vestuario es el que nos da la información de los personajes que no podemos obtener por el
texto, ya que está ausente en esta obra. El verde militar siempre lo asocio a las guerras, y la segunda guerra
mundial es la que guardo en mi inconsciente por lo que supe que uno de los personajes era alemán o ruso.
Otro elemento característico de uno de los personajes, que nos da mucha información, es el sombrero que
usan los judíos en la coronilla con dos coletas en los costados. En este sentido es muy importante tener claro
cuáles son los códigos universales para comunicar a través de lo visual, ya que si bien el verde militar lo
asocio a la guerra, no pude distinguir si era alemán o ruso y creo que en el contexto político son bastante
opuestos, por lo tanto pude ignorar algunas lecturas con respeto a la relación con los demás personajes por
esta duda sin resolver.

En cuanto a la musicalización para mí fue uno de sus puntos más fuertes ya que las mezclas entre música
hindú, china, árabe, entre otras, lograron remontarme y movilizarme a un espacio de rituales ancestrales y al
mismo tiempo instalaron un deseo de querer bailar junto a ellos.

Si bien es una obra que nos habla de las necesidades humanas de transformación y cómo nos relacionamos
con personas que son “distintas” a nosotros, es una obra muy entretenida que deleita a través de los cuerpos
danzantes y a la propuesta sonora y visual que nos transporta a un espacio de mezclas culturales muy
atractivas. Nos da un viaje por distintas partes del mundo a través de lo sensorial.

Susana Meneses Pizarro

Actuación V Contemporáneo

12/03/18

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