Cuentos de Un Suicida

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“EL CUENTO DE UN SUICIDA”

ESCRITO POR

ANDY ISRAEL BOADA GONZÁLEZ


Hola, soy Andrés Chimbacalle, un escritor de 27 años de edad, el cual no
tuvo ningún éxito en mi carrera de escritor de novelas ficticias, además aquí
entre nos, ni siquiera yo hubiese leído mis obras… No es que sean malas si
no que, la premisa no fue desarrollada de la mejor manera, lo cual llevo a
fuertes críticas de mis “lectores”. Pero, ¿por qué les cuento esto?, la razón es
sencilla… Estoy a punto de suicidarme.

En lo largo de mi vida entendí que:

“Cada hombre tiene un sendero que debe recorrer y cualquier desvío que se
toma se ve el temple del individuo, seres frágiles que no saben superar estos
retos, nunca podrán retomar el camino principal. Para expresar esto hay un
dicho: para el arrepentimiento no remedio. Esta es verdad, cada decisión que
se tome llevara al sujeto a un Punto sin Retorno y tan solo ahí veremos si
aquella persona, minimiza sus debilidades para retomar la senda principal”. En
fin supe que yo fui esa persona mediocre.

Llegado a este punto relatare mi historia en una serie de capítulos, no sé


cuántos me llevara, pero bien comencemos…
“Una falsa Madre”

Aquí comenzaré a describir mi niñez, puede que no sea la mejor pero tuvo
momentos divertidos y tristes, eso es algo que les pasa a todos, ¿no?

Era una tarde fría del 23, septiembre de 1996, estaba en la época del
invierno, no iba muy abrigado, más bien solo llevaba el saco del colegio y una
camisa por dentro. Uno se acostumbra a todo y en mi caso me adapte al clima
que estaba haciendo. Los primeros recuerdos de mi infancia era que nunca
estaba en un lugar por mucho tiempo, cada 3 o 6 meses nos cambiábamos de
casa, por ejemplo Cayambe a Quito, eran los lugares más concurridos por
nosotros para vivir, esto era por el trabajo de mi padre o eso me decía mi
madre Nataly Cadena, mi padre George Chimbacalle era un camionero, así
que usualmente salía de casa por 3 a 4 días e inclusive hubo algunas veces
que llegaba después de una semana, además tenía un hermano que era 7
años mayor que yo.

Desde pequeño se me hacía difícil hacer amigos ya que, me mudaba


continuamente y despedirse era difícil para mí, así que un día me dije a mi
mismo –No hagas más amigos porque a la final terminaras despidiéndote de
ellos-. No sé si ustedes que estén leyendo esto le encuentren raro, aquel
pensamiento viniendo de un niño, pero, la verdad es esa. Entre tanto
cambiarnos de casas llegamos a un punto en cual terminamos viviendo en la
casa de la mama de mi padre. Tengo que decirles que la casa de esa señora
era de gente económicamente superior al promedio, en aquel lugar viví muchos
años, fue unos de los mejores o eso pensaba...

Todo paso cuando iba a la escuela yo era acostumbrado de llevar dinero en


vez de comida hecha en casa, normalmente llevaba 5$ por día, esto me hacía
tener el pensamiento que era rico, Jajaja me rio de mi ignorancia. Cada día
después de salir de la escuela usualmente iba a los árcades, a gastar el dinero
que me daban y llegaba a las 6:00Pm, donde vivía en ese entonces era
Cayambe un pueblo semidesarrollada, donde todos conocían a todos, así que
no me preocupaba de que me roben o algo por el estilo… Pero un día cuando
iba de camino a la escuela sin ir a los árcades, no sé porque lo hice, pero, esa
fue una mala decisión.

En ese día llegue a la casa de los papas de mi padre a la 1:30Pm, yo


normalmente salgo de la escuela a las 12:45Pm, esa casa era relativamente
grande ya que de una a esquina a la otra, se tomaba la mitad del espacio, lo
cual era grande a mi forma de ver… El terreno contaba con una casa principal
(ahí es donde vivía) y un cuarto al fondo el cual era utilizado como garaje,
existían dos puertas y dos ventanas que daban a la calle, intercaladas entre sí:
ventana, puerta, ventana, puerta. La primera ventana era la de la sala, la
primera puerta era como una entrada principal, la segunda ventana era la de la
cocina y la última puerta era donde podía entrar automóviles.

Cuando llegue fui a tocar la primera puerta, nadie me respondía, pase


tocando por minutos pero a la final nadie contestó, así que fui a la ventana de
la sala y pegue mis ojos a la venta para poder ver si había alguien, pero en la
sala no vi a nadie, después de eso fui a la ventana de la cocina pero estaba
muy arriba para que yo viera a través de ella, intente muchas cosas como,
poner mi mochila para ver si alcanzaba pero nada, fui recoger piedras grandes
pero no podía ni siquiera moverlas, cansado me dirigí a la última puerta que me
faltaba probar, pero como la anterior no hubo respuesta.

Me quede en la vereda por horas, cada segundo que pasaba era muy lento,
parecía que el Tiempo me estaba jugando una mala broma, cada auto que
pasaba por la calle, tenía la esperanza que fuera uno de mis “ñaños”. Tomo
esta parte para explicar que en el momento que fui a vivir a esa casa, me
hicieron llamar a mis tíos y abuela, ñaño/a y mami, nunca me lo cuestione, solo
lo adopte sin ninguna queja.

Y siguió pasando el tiempo, hasta que estaba atardeciendo, recuerdo que no


quería moverme pues creía fielmente que si esperaba vendrá alguien para
recogerme… Pero no fue así. De repente escucho que la primera puerta se
abre, yo solo voltee a ver quién era ya que no tenía energía suficiente para ir
allá, era mi hermano… asi que me habló.

-Andrés, ¿Qué haces aquí sentado, por qué no entras?


-Lo siento hermano, toque las puertas y ventanas, pero nadie me respondía,
así espere a que alguien llegue a la casa.
-Pero que dices, si Mami Lucia ha estado en la cocina desde la tarde ya que
ella hizo estofado de carne para la cena.
-Lo digo en verdad, hermano toque y nadie me respondía.
-Bueno lo que sea entra y cámbiate para ir a cenar.

Aquella conversación término ahí, entre por donde salió mi hermano, para ir
directamente a mi cuarto que quedaba al frente de la cocina y a lado del baño.
Me cambie la ropa de la escuela por una más cómoda y caliente. Terminando
de cambiarme fue a la cocina por algo de beber, así que iba directo a la
refrigeradora por una cola, la cual siempre encontraras allí, pues en esa casa a
“mami Lucia” le gustaba mucho, recuerdo que a ella se le prohibió beber cola
por una semana, por el colesterol alto que tenía, pero ella escondía la cola
debajo de la cama, en cajones e inclusive llego a ocultarla en el baño. Una
descripción de ella seria, gorda, de tez blanca y ojos de gato.

Cuando llegue a la cocina fui donde “mami Lucia” y le pedí amablemente


que me diera un poco de cola porque tenía sed, pero lo que me lleve era una
indiferencia total de ella, seguí insistiendo, consiguiendo que me diga, que lo
haga yo mismo que no tiene tiempo que perder conmigo. Yo a esa edad no lo
di importancia así que cogí una silla para poder alcanzar los vasos y la cola,
pero de repente veo que no puedo alzar la cola, no es que estaba pesada o
me quede sin energía, era de un litro, no podía pasar eso, no logre hacerlo
porque “mami Lucia” me lo impedía, se negaba a darme vaso de cola. Así que
entablamos una conversación…

-Mami Lucia, ¿Por qué no me deja coger un poco de cola?


-Para niños como tú no hay cola, además en esta cocina ya no queda cola.
-Pero mami Lucia la cola esta justo aquí enfrente mío y queda mucho
todavía.
-Te dije que no había cola para niños como tú y ya no me digas mami Lucia,
llámame señora Lucia, no quiero tener parentesco con alguien como tú,
¿Entendiste?

-… Mami Lucia, ¿Por qué dices eso?, mi papi es tu hijo…

En ese instante me abofeteo tan duro que me hizo caerme de la silla, me


golpee las nalgas en la caída, me salía sangre de los labios y me dolía la
mejilla derecha… Sosollando me levante y le mire a los ojos, esos ojos nunca
los olvidare, ya que en ellos reflejaba el asco, el desdén y desprecio que me
tenía. Después de eso, me dijo tomando una foto que tenía colgado en la
cocina…

-Mira bien y dime, ¿En qué te pareces a él?

Sí, aquella foto esta mi padre con mi madre y mi hermano de 5 años. Y a la


persona que señalaba era mi padre.

-Tú mírate, no te pareces a Benjamín, ni a mi hijo solo tu madre tiene cierto


parecido, pero solo eso demuestra que eres un indio nacido de otro igual, ella
engaño a mi hijo con otro, desprecio a mi hijo un blanco por un indio, ella es
una puta…

Sí, yo no me parezco a mi padre a parte de los lunares que tengo los cuales
están una a lado de la nariz y la otra en los labios, mi color de piel es de un
mestizo o como ella lo dijo un indio, mi padre era blanco con ojos cafés tan
claros que faltaba poco para que se hiciera gatos, mi hermano era igual blanco,
ojos cafés claros, y mi madre mestiza pero tenía los ojos cafés claros, pero yo
un mestizo con ojos cafés oscuros, muy oscuros…
Parado ahí en la entrada de la cocina no dije nada, me limite a mirar al suelo
y sobando mi mejilla adolorida. Pero ella no dejaría el asunto ahí… Se apresuró
donde mí y me sujeto del cuello. Diciéndome:

-Guambra pendejo, ¿Qué haces puesto esas ropas acaso tu puta madre no
te enseño a no coger lo que no es tuyo?

Sí, esa ropa no era mía, era de mi hermano, me lo puse porque era cómoda
y no me estorbaba además de que era caliente por dentro.

-Quítate eso tú no mereces tener eso puesto…

Y así fue como otra bofeteada llegó a mí, la cual estaba cargada con más
fuerza que la anterior, causando que esta me tiro al piso, provocando que me
golpeara la cabeza tan duro que se escuchó y sonido hueco que no sabía si
venia de mi cabeza o del piso de cerámica… De aquella cachetada me rompió
aún más el labio y me provoco que tosa sangre… Pero en ese instante solo me
hacía una pregunta: ¿Por qué? ¿Acaso hice algo mal para merecer eso?... No
me atreví a decir esas preguntas, las mantuve para mi mismo como un
recordatorio, ¿De qué?, seguramente se preguntarán, ni yo mismo lo sé…

Lentamente me fui levantando y al mismo tiempo me limpiaba la sangre que


me salía de la boca… ¿Saben?, lo más raro que después de eso es que, no
llore si no solo me quede pasmado como un zombi sin vida. Hice lo que ella me
pidió, fui al cuarto y me cambie la ropa por una que era “mía”. Dentro del cuarto
me puse a pensar en que ponerme y la respuesta vino a mi cuando vi el
mugriento uniforme que llevaba antes… Me puse aquel sucio saco azul y
pantalón jean, pero eso no lo deje ahí, rápidamente puse mi ropa en la mochila,
no sé como pero lo logre, claro está, dejando a un lado los libros y cuadernos
que tenía. Además puse mis juguetes (que no eran muchos) en una funda y me
prepare para irme…

Ya saliendo del cuarto veo a mi hermano y algunos primos, en la cocina


hablando con esa señora, no pude escuchar muy bien lo que decían, pero intuí
que vinieron aquí por el ruido que se escuchó antes. En ese instante mi
hermano voltea la cabeza y me mira, acercándose me pregunta…

-Andrés, ¿Qué te paso en la boca?, y ¿Qué haces con tu uniforme sucio


puesto y también la mochila, acaso no te dije que te cambies para ir a cenar?
-…

No respondí a su pregunta tan solo me delimite a ver a esa señora,


esperando que ella respondiera.

-Benjamín, no debes de preocuparte por basura como él, ven acá antes que
te contagie algo…

Mi hermano tenía una mirada confundida en su rostro, pero al fin al cabo


hizo lo que su “mami Lucia” dijo y se apartó de mí… En ese instante sentí que
mi corazón se contraía muy fuerte, tan solté la funda que tenía en mi mano
derecha y agarre mi pecho. Levanté la mirada para tan solo encontrar, la cara
de satisfacción de ella… No dije nada tan solo recogí la funda y me dirigí a la
puerta por donde antes entre.

Nadie me siguió, solo era yo un niño de 5-6 años tratando de encontrar un


lugar placentero a donde ir, cuando estaba en la calle inusualmente no había
nadie afuera de sus casa, [Mejor así] pensé, no quería que nadie me viera pero
al momento de llegar al final de la calle, me encontré la señora de la tienda…

-Andrés, sabes que no debes estar en la calle cuando está a punto


anochecer, apúrate y ve donde la señora Lucia, ella debe estar preocupada por
ti.

Al momento que menciono ese nombre, eleve la mirada, solo para encontrar
una sonrisa ingenua, claro ella no tiene la culpa, no sabe lo que esa señora me
hizo… Así que tan solo la ignore y tome la calle cuesta arriba, la cual me
llevaría algún lugar…Ella me seguía llamando pero tan solo la ignore y seguí mi
camino.
Al cabo de un rato me hago la pregunta, ¿A dónde voy?, en aquel instante
recordé que mi abuela materna vivía por la zona y quizá encontraría a mi
madre allí, sin pensarlo dos veces me apresure a ir allá, mi abuela se llama
María, ella trabajaba en asilo, haciendo de cocinera… Su marido murió de
tuberculosis muchos años antes que yo naciera, más específicamente cuando
mi madre era tan solo una niña. ¿Saben?, murió de la forma más honorable, en
su último aliento grito el nombre de mi abuelita, aquella manera de morir la
recordare hasta el día de muerte, la cual ya no falta poco…

Cada paso que daba me quitaba la poca energía que tenía, mi mochila
pesaba el doble de antes, hacía frío y mucho, ya no sentía mi mano derecha la
cual llevaba mis juguetes. Evite ir por calles concurridas, hice mi camino por
callejones oscuros, con vientos muy fuertes, no tuve ningún pensamiento de lo
que antes paso solo seguí mi camino, así fue por un largo rato, hasta que
llegue a la calle principal para ir a la casa de mi abuela y estar posiblemente
con mi madre…

Era una colina no tan complicada pero el camino era demasiado feo, piedras
y tierra como senda para llegar hacia ese lugar confortable que tanto anhelaba.
En ese instante, paso por mi cabeza… [No sigas, porque tal vez pase lo mismo
que antes, la persona que llamaste madre te va atraicionar, sin pensarlo]. Así
que me quede sentado en la “vereda”, esperando “algo”, ese “algo” que me
haga continuar…

La noche llego y yo seguía sentado sin moverme ni un milímetro, al final no


encontré ese “algo”, pero seguí la travesía. Cada paso era un tormento, por ir
en callejones oscuros solía pisar piedras y eso provoco que la planta del pie me
doliera, al momento de dar un paso más… Pero seguí no quería rendirme
estando tan cerca del lugar deseado. En medio camino, sujete la funda que
traía a mi maleta, y use mis manos para encontrar un palo para usarlo como
apoyo, la búsqueda término rápido ya que había muchos palos a un lado de la
“vía”, usando el palo como un apoyo fui más lento que antes, pero ya no era
tan cansado.
Después de varios minutos porfin llegue a la cima de la colina, la casa de mi
abuela era grande, aún más que la de “ella”, pero no era tan adornada, contaba
con una puesta principal que apuntaba a la calle y el lugar por donde entraba
los carros daba a la calle que estaba a lado. La puerta estaba semiabierta,
parecía que recientemente alguien salió, pero no le di importancia fui
rápidamente al cuarto más grande el cual era la sala pero no encontré a
nadie… Así desilusionado fui a donde se encontraba la cocina, para ir a comer
algo.

Al momento que me dirigía a la cocina escuche risas, en especial me


concentre en una, era la de mi madre, sin importarme el dolor que pasaba por
ese momento, corrí… Cuando llegue a la puerta la cual estaba medio cerrada,
la empuje tan fuerte que choco con una pared. Vi a mi madre sentada,
dirigiendo su mirada hacia mí, era de esperarse después de lo que hice. Bote la
mochila que llevaba y me abalance hacia ella y lloré…

Con la poca fuerza que me quedaba la agarre la cintura y me trepe hasta


llegar a sus hombros. Abrasándole, llore y grite, deje salir todo lo que tenía
dentro de mí, y dije esas palabras…

-Te Amo Mami…

Llorando en sus brazos, ella acarició mi cabeza y me dijo

-Yo También Te Amo Andrés…

Pase mucho tiempo llorando y gritando, hasta el punto que me quede


eufónico, sin lágrimas, sin fuerzas… Y asi fue como caí en un profundo
letargo…

Era casi medio día cuando desperté, vi que estaba acostado en un sillón,
había una mesa al frente mío, además de una serie de silla que rodeaban esta,
donde estaba no era el mejor lugar para dormir, era áspero y duro. Dentro de
las cobijas miro que llevo tan solo mi calzoncillo. Espere a que alguien viniera
para pedirle un nuevo cambio de ropa. Pasaron unos 5 minutos, de repente se
abre la puerta y entra mi madre con un plato de comida.

-Hola Andrés, ¿Dormiste bien?


-Si…

Bajando la cabeza di mi respuesta. Ella dejo la comida en la mesa,


cogiendo una silla se sienta a lado de mi cabeza, recogió mi cabeza y la puso
sobre su regazo, acariciando mi frente, me pregunto por lo que paso…

-Mami ese día yo iba directo a la casa, sin ir a lo árcades…

Y así fue como le conté a mi madre sobre lo que paso el día anterior. No dijo
nada solo me escuchó atentamente, sentí como sus piernas temblaban. En ese
instante pensé que era por el frío, pero solo yo era el que sentía frío…

Después de traerme un cambio de ropa, no supe de ella hasta unas horas


más tarde. Solo salía de la sala para ir al baño y regresaba de nuevo, en ese
lapso de tiempo me puse a recordar la poca infancia que tenía con “ella” en
aquel entonces, repasaba los momentos que viví con “mami Lucia”. Recordaba
que ella me felicitaba por las buenas notas que sacaba en la escuela, cuando
los profesores hacían reuniones, ella era la primera en apuntarse a ir… Actuó
más como una madre que la mía propia.

Aún no recuperaba del shock emocional que tenía. Veo que la puerta se
abre para mostrar a una prima mayor con unos 10, era linda, muy linda.
Calladamente se sentó el lugar donde antes mi madre estaba y me comenzó a
hablar…

-¿Cómo estás?
-Bien…
-¿Ya almorzaste?
-Sí.
-¿Te gusto?
-Sí.
-¿Sabes?, yo hice esa comida, me alegra que te haya gustado.
-…
-¿Sabes a donde fue mi tía Nataly?, ósea tu mamá.
-No, no lo sé…
-Ella se preocupa mucho por ti, no sé qué le dijiste pero salió muy enojada,
tan solo dijo algunas palabras a la abuelita María y se fue.
-…

Y asi fue como terminó nuestra conversación, ella se fue por donde vino. Yo
en cambio me la pase pensando “a donde se iría mi mama”. Con la llegada del
atardecer escucho un alboroto que viene de afuera. Así que me preparo para
salir.

En la entrada principal pude observar a mi madre con mi hermano, ella al


verme sale corriendo del círculo en que la mantenían y me abrazo, llorando ella
me dice…

-No te preocupes Andrés, yo siempre estaré ahí…

En ese mismo instante solté unas lágrimas, sentí que el vacío en mi pecho
se iba llenando de poco a poco. Todas las personas nos quedaron viendo,
mostrando intriga en sus caras. Pasando unos minutos mi madre dejó de llorar,
yo por mi parte no hice nada, me quede ahí parado. Sosollando en silencio…

Viendo todo eso la gente (que en realidad era mi familia), ayudaron a mi


madre a pararse, con el apoyo de mis tías ella entro de nuevo a la casa,
siempre mirando hacia atrás, procurándose que en su campo visual este yo. No
dije nada, me quede en la entrada de la casa sentado y mirando las nubes, mi
hermano con unos primos se quedaron a mi lado, estuvieron conmigo hasta
que cayó el sol y se alzó la luna, me levante, al pasar eso mi hermano y primos
me siguieron, camine sin un rumbo fijo, solo pensaba en los momentos que
pasé con “mami Lucia”, así fue como llegue a una loma, estuve en el punto
más alto y grité…

Experiencias como esas cambian la percepción del mundo de cada


individuo, y en mi caso me transformó en un nuevo individuo, carecía del amor
al prójimo, siempre vería mi beneficio antes que los demás, no puedo decir que
tuve un corazón de hierro, más bien, una indiferencia a las personas de mi
alrededor. Confundí el aislamiento con la independencia…
“Un nuevo amanecer”

Paso tres días después de aquella experiencia, ese mismo día, el 26 de


septiembre, era cuando mi padre llegó. Mi madre, hermano y yo nos quedamos
en la sala de mi abuelita María, donde nos pusieron un colchón y dormíamos
ahí. Después de lo que paso, todos en la familia venían a verme, me
preguntaban como estaba, todos eran muy atentos, pero ya no confiaba en
nadie, aparte de mi madre. Todos esos días la pase echado en la cama,
recordando trivialidades… Si esas ridiculeces estaban conectadas con “mami
Lucia”.

Era tipo 10 de la mañana cuando, se escucha un alboroto afuera de la casa,


era mi padre que venía a “vengar a mami Lucia”, según lo que me conto mi
madre años más tarde... Ese día que se fue, hizo un escándalo en la casa de
esa señora, las dos se gritaron, pero esa señora, tuvo un incremento en su
presión arterial y la ingresaron en el hospital local, mi madre en ese lapso de
tiempo saco nuestras pertenencias de esa casa, claro saco lo más esencial,
como ropa, juguetes, etc. Nada de muebles, después de que mi madre
abandonara esa casa, hubo muchos “curiosos”, ya que la casa estaba rodeada
de carros policiacos y ambulancias, la noticia se propago como fuego en
gasolina, cada persona en Cayambe “supo” lo que paso y como tal los hijos de
esa señora contactaron con mi padre y le “explicaron” la situación.

Iba gritando por todos lados el nombre de mi madre, entro furtivamente


desde la puerta principal. Mi madre estaba a mi lado abrazándome y mi
hermano salió para detener a mi padre. Pésima idea, volvió con mi padre pero
con sangre viniendo de sus labios. Mi padre viendo a mi madre, lanzo un golpe
hacia la cara de ella, yo no quería que dañen a mi madre así que me interpuse
y lo recibí en vez de ella. En ese mismo instante entran todos mis familiares a
detenerlo… Luego de una larga lucha él se detuvo por el cansancio.

Mi madre le explico todo como fue, el mirándome mi pregunto…


-Todo lo que dijo ella, ¿es verdad?
-…Si

Asintiendo con mi cabeza lo afirme, el me miro y le devolví la mira


esperando algo, así siguió por varios minutos que parecieron horas, en lo más
fondo de mi corazón quería que él hiciera lo mismo que mi madre, que me
abrazara y me digiera que él siempre va estar ahí para mi… Aún hasta ahora
recuerdo aquel sentimiento, el abandono de un ser querido, no hay palabras
que puedan describir esas emociones, solo sé que, el poco alivio que mi madre
trajo, se perdió por las acciones de mi padre.

No sé porque pero, al ver a mi padre no hacer nada, salí corriendo a la


misma loma de antes, esta vez no volví por unas horas.

El sol estaba el punto más alto, cuando decidí regresar. Cuando volví a la
casa, no vi a nadie en la entrada, ni en la cocina y mucho menos en la sala. No
sabía a donde se habían ido, me sentí solo, busque un manto en la soledad,
eso puede haber mejorado mi estado de ánimo, supe que la soledad
persistentemente me acompañaba, siempre estaría cuando aquellas personas
que amo fallarían al estar conmigo. Me sentía triste, quería estar solo pero
acompañado a la vez. No comprendía que mismo quería, indeciso por mi
decisión termine desviándome de mi camino principal.

Al cabo de unas horas toda mi familia vuelve, en un furgón lleno de cosas,


yo por mi parte solo vi como descargaban los objetos, no ayude en absoluto,
me dije a mi mismo, ¿De qué sirve ayudar, si a la final no voy a conseguir “eso”
que quiero?...

Mi madre por ley tenía un espacio en el terreno de mi abuelita María, aquel


sitio era nuestro, un lugar, ocupado por cosas viejas, sin valor alguno, pero
estaba decidido que íbamos a vivir allí. El área donde nos tocó vivir, estaba
cerca de la puerta principal, tenía espacio para dos habitaciones, una cocina,
además de un baño. No se pudo poner todo en su lugar, tan solo se puso los
colchones y algunos muebles que fueron traídos de la casa donde antes vivía.
Aún me dolía la cara después del golpe de mi padre, así que fui a por hielo
a la cocina de mi abuelita, pero como era de esperarse no había. Moje un trapo
y me lo puse como un tapa bocas, tenía la mejilla hinchada, estaba como antes
me dejo “mami Lucia”.

Llego la noche, tuvimos una reunión familiar, que constaba de mi papa,


mama, hermano y por supuesto.

-Nataly esto es muy serio, mi madre aun no despierta después de que le


hiciste
-¿Yo le hice?, ella mismo se lo busco al decir eso…
-Sí, tienes razón, pero esa no era lo mejor forma de actuar…
-¿Cómo?, me dices que tenía que dejarle pasar después de decirle a mi hijo,
que es un bastardo, además de golpearlo, ¡¿si quiera puedes llamarte padre?!
-…Ella no tuvo la culpa de nad…
-¿Qué ella no tuvo la culpa?, entonces, ¿Quién la tuvo?, ¡dime!
-…

Mi hermano y yo, solo escuchábamos, mi madre cada vez que decía una
frase, volteaba a ver, pero mi padre ni siquiera me dedico una de sus miradas.
La verdad, la indiferencia en mi corazón ayudo a que no llorara, me ayudo a
convérseme a mí mismo, que eso está bien… Mi padre no tiene la culpa de que
yo saliera de un diferente color de piel. ¿Qué estupidez, no?... Pasaron
muchos años antes que yo entendiera eso, así que mi infancia me culpaba a mí
mismo por no salir igual a mi padre, eso me perseguiría por muchos años…

En fin la conversación de mis padres terminó, en que esa señora no tenía la


culpa. Mi madre lo aceptó a regañadientes. Yo por mi fui a dormí en uno de los
colchones, me quisieron levantar para ir a merendar, pero solo seguía
durmiendo…

Hoy es un nuevo día, ya no veo el mundo como antes lo hacía, con el nuevo
amanecer llegando, me convertí en una persona diferente.
Medio Mes

Mi padre, tras de aquella noche, se fue donde su familia, tratando de


apaciguar el problema. No supe de él, hasta días después, vino con la
intención de llevarme donde "mami Lucia", pero, como era de esperarse, mi
madre no le dejó.

Por otra parte, yo, pedí a madre que me dejara faltar a la escuela, le dije que
quería pensar en lo que paso, además quería tener tiempo para leer algunos
libros, a lo cual ella accedió muy fácilmente.

Pase los 5 días haciendo lo mismo que antes. Me levantaba antes del alba,
desayunaba unos momentos después, me sentaba en el patio a tomar el sol,
luego iba donde mi abuelita María a preguntarle si tenía algunos libros que me
emprestara. Tenía muchos sobre la psicología, supe más después que ella
quería ser psicóloga para los adolescentes. Pero aquellos libros eran muy
tediosos de leer así que, lo deje luego de unas páginas.

Transcurridos esos 5 días empecé, hablar con mi prima que era 10 años
mayor que yo, que por cierto se llamaba, Jimena. Todo comenzó cuando, en el
6to día me desperté unos minutos después de lo acostumbrado, ella al ver que
salía a la calle, la mire por un rato y volví mi mirada hacia el sol, ella se dirigió
hacia mí...

-Es lindo el amanecer, ¿no?, por cosas como esta es que me levanto
temprano.
-Sí, es cálido tener las luces del sol tocando mi cara.
-Oh... Y dime ¿Qué vas hacer?
-... ¿Qué?, no te entiendo.
-Mmm, nada olvídalo.
-....

En ese instante no supe entender lo que me pretendió decir, así que no dije
nada y ella se despidió de mí, yo le dije adiós, mientras la mira irse al colegio.
Regresé a la casa, para desayunar, estando en la mesa le pregunto a mi madre
acerca de Jimena. Ella me responde diciendo que estudia en el Colegio Natalia
Jarrín, un instituto público de Cayambe, además, ella dijo que muy apegada a
la abuelita María, tanto así que Jimena deseo seguir el legado de mi abuelita,
convirtiéndose así una amante de la psicología.

Ese mismo día, era tipo 3PM, estuve en el patio pensando que podría hacer
estos días que me quedan. Hay es cuando escucho que la puerta principal se
abre y entra Jimena, ella va enterando dirigiéndose a su cuarto que estaba a
lado donde yo estaba sentado, mientras iba a su habitación ella me dice que
quiere hablar conmigo, después de eso entro a su cuarto. Luego de 15 minutos
de espera, ella gritó desde dentro de su cuarto.

-Andrés, ya puedes entrar.

Sin más, me levanté y me dirigí hacia su cuarto, empujé lentamente la puerta


hecha de madera. Cuando entre vi que Jimena me esperaba sentada en la
cama, con un gesto me indicó que me acercara a ella, estando a su lado me
señaló con su mano que me sentará a su lado.

-Andrés, ¿todos los días miras el amanecer?


-Sí.
-¿Desde cuándo lo haces?
-Mmm, hace unos días…
-Oh y ¿Por qué lo haces?
-En realidad no lo sé, solo lo hago porque cuando los rayos del sol tocan mi
cara, algo dentro de mí se siente gratificado…
-… ¿Tienes un sentimiento cálido viniendo dentro de ti?
-Sí.
-¿Por qué no buscar ese sentimiento en tu familia?
-¿Cuál familia?, ¿Mi madre?...
-En eso estas mal.
-¿Eh?
-Tu familia, no solo la conforma tu mamá, también está tu papá, hermano, la
abuelita María, tus tías, primos… Todos ellos se preocupan por ti.
-…Pero ellos no me dan la calidez de mi madre…
-Eso es porque tú no confías en ellos, te mantienes encerrado para ti mismo,
no, nos das maneras en la que podamos ayudarte.
-Entonces, ¿Qué hago?
-La manera sencilla seria, confía en ellos, diles tus problemas, pregúntales
que debes hacer, uno de ellos tendrá la respuesta que buscas.

Me quedé pensado en lo que me dijo, pero, sus palabras tenían algo que no
me convencían... Al cabo de unos minutos, me voy del cuarto de Jimena. No
tenía más que hacer en ese cuarto pero cuando estaba a punto de salir ella me
dice.

-Te veo mañana a la misma hora.

En mi mente pasa muchas cosas en aquel instante, tales como: < ¿Qué ira
decirme la próxima vez?>, < ¿Es necesario esto?>... Y cosas por el estilo,
pero como no hacía nada después de todo, fui a sus "sesiones". Cada día que
pasaba, me iba dando consejos de como sobrellevar lo que estoy pasando,
pero era muy joven para entender el significado tras cada frase que me decía.
Aun así, recuerdo unos dos o tres consejos después de aquella vez...

"No hay necesidad de que estés triste, no conseguirás nada estándolo,


mejor es que cargues con el peso, pero no tú solo, ayúdate de la gente
que creas necesario"

"Si solo mirar al piso, no encontraras la esperanza ahí, levanta la vista


al cielo y verás cuán grande es, así como tus oportunidades"

"La vida es como una pirámide, cada paso que des formará un sendero,
cada escalón que te encuentres en el camino será un obstáculo, supera
cada reto que la vida te apuesto y al final verás cuán lejos has llegado"
Cada consejo que me dio, fueron palabras de ella, excepto la segunda. Me
explicó que escuchó a sus amigos decirle por casualidad y como le gustó se
quedó con ella. Pero en esa edad no le ponía atención a las palabras que te
hacían reflexionar, yo solo me preocupaba que la “sesiones” se terminarán, a la
final me empezó a gustar....

Pero a la final todo lo bueno tiende a llegar a su fin… El último día que pasé
con ella, le dije “Me divertí muchísimo”, mi estado de ánimo mejoro
considerablemente, es más, la tristeza que sentía ya no estaba más, en cambio
fue reemplazada por un sentimiento de felicidad. La actitud de Jimena me
afecto, incluso, hasta pensé en convertirme en psicólogo… Pero aquel sueño
no fue para más, decidí transmitir alegría, diversión, tranquilidad, etc… Por
medio de palabras escritas, no habladas. Aunque mis libros no dieron para
más, en todo caso, me engañe a mi mismo que mis libros sacaron algún de
aquellos sentimientos que pretendía traspasar.

Ante todo lo que pasó, fui a la escuela el lunes, ese día mi madre me
acompañaba para justificar las faltas. Dio una respuesta vaga a la inspectora,
diciéndole que tuve una emergencia familiar y cosas por el estilo (claro no
podía decirle que fui discriminado por mi propia familia). Ya acabando el
papeleo de las faltas, mi madre aún seguía preocupada por mí, pensando que
“eso” cambiaria mi actitud, en parte tuvo razón… Me cambio eso sí, pero hasta
ahora no supe decir si fue para bien o para mal.

Mis días como estudiante de primaria no tuvieron grandes cambios, supe


sobrellevar lo que paso, poniéndome una máscara de felicidad para mostrar al
público, a la final es lo que toda gente hace o más bien lo han hecho una vez,
fingir ante los demás. Es una respuesta humana hacer eso, no queremos que
la gente importante para nosotros sufra por nuestra situación, somos egoístas
al no dejar que nadie más entienda nuestro dolor.

Tuve un “mejor amigo” que, con el paso del tiempo se perdió la amistad que
tuvimos. Su nombre era José, con él nos reíamos en las clases, íbamos a los
árcades, en fin un sin número de cosas. Con él pase las mejores experiencias
de mi infancia. A él fue al único que le conté sobre lo “eso”, pero era todavía
éramos pequeños, pero eso fue bueno pues no le dimos la importancia que
merecía en ese momento. Solo vivíamos el momento...

Entre todos los amigos que tenía (que eran como 6), supimos crear ideas
alocadas tales como, caminar un río arriba hasta hurtar un “Tía”…

Los próximos 6 meses, pase muy bien, la navidad fue como todas las
anteriores, un pavo, reunión familiar, etc… Recuerdo que aquella navidad
estuvo toda la familia por parte de mi madre, entre tanta charla se supo de mi
“situación”. Esto en realidad me molesto, pues yo ya había olvidado ese tema,
pero nunca falta la tía entrometida con sus hijas creyendo que están haciendo
un bien, haciéndote recordar el pasado para “tratar de ayudar”. Supe desde ese
instante que gente como esa no vale la pena sobrellevar una relación, no los
discrimino, pero, me siento mejor que ellos no estén cerca de mí. Pero esa
clase de gente no admite la derrota fácilmente, me presionaron en especial sus
hijas, no dejaban de seguirme como sanguijuelas. Pero a la final sucumbí ante
la presión.

Gracias a “eso” madure un poco, mi mentalidad infantil fue desapareciendo


de poco a poco. Entre contarles todo a esas hijas insoportables, se me fue toda
la tarde, tampoco es que tuviera algo que hacer pero solo el hecho de haber
desperdiciado toda una tarde con esas tipas, me frustre. Ya cuando pensé que
me iban a dejar en paz, viene su madre… Su actitud era la combinación de sus
dos hijas, si, era el doble de fastidioso, además su manera de hacer era como
un erudito estúpido, si dar malos consejos es un arte, ella lo dominaba a la
perfección. Incluso cuando la intención es buena es mejor dejarla así, solo un
designio.

En fin, lo que ella hizo fue lo siguiente: primero me miro con “ojos
comprensivos”. Hasta ahí bien, pero dentro de esa mirada se escondía,
diversión, si diversión. Ella nunca tomó al caso con la seriedad que se merecía.
Segundo tratar de que estando cerca de ella sintiera un confort. No sucedió,
solo al estar en el mismo cuarto con ella me incomodaba y más si ella trataba
de poner mi cabeza sobre sus muslos, tan solo tenía un pensamiento –irme de
ahí-. Tercero, ya estando en esa situación incómoda, me da consejos. Como
fue, siempre sé feliz, cuando estés triste sonríe,

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