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GUSTAVO ROSSI- GABRIEL PULICE 1. Historia del acompafiamiento terapéutico en la Argentina ‘Vamos a situar algunas cuestiones que ubicamos en relaci6n al ‘campo en el cual va.a surgit la prdctica y la funcién que hoy conoce- ‘mos como acompanamiento terapéutico, para empezar a pensar, ade- ‘mas, qué es lo que vaa permitir en nuestro pafs el amplio y diverso de- sarrollo que tuvo en estos tiltimos afios, en los distintos ambitos, pii- blicos y privados, y desde distintas orientaciones te6ricas y clinicas. ‘No existen actualmente precisiones sobre el comienzo de esta prac- tica en la Argentina, dndose distintas versiones acerca de su surgi- ‘miento, de los motivos de ese surgimiento y de las conceptualizacio- nes en Tas cuales pudo haberse ovlentado, muchas veces digamos que bastante a clegas. ‘Cuando hablamos de la dificultad de definir a prior las funciones, del acompatiante terapéutico, creemos que esto esta vinculado ala im- posibilidad de determinar una linea de comienzo, e incluso un funda- ‘mento conceptual explicito para su desarrollo posterior, déndose éste en nuestro pais en muchas ocasiones desde un cierto conocimiento prictico de esta funcién o de las posibles “utilidades que podia llegar | tener para terapeutas o Instituciones, pero sin tener un campo con ceptual especifico que lo oriente en la clinica, igamos que existen versiones que ligan su comienzo estrecha- ‘mente ala prictica psiquiétrica, pero vamos air viendo cOmo esto tie- nesu complejidad, en relacién alas particularidades de lo que es a cli- nica psiquidtrica, y a cOmo el acompaftamiento terapéutico ha estado. vinculado de una manera muy poco rigida alo que puede considerar- se una practica psiquistrica tradicional. Lo que si podemos sefialar en un principio es que esta funcién pue- de surgit a partir del marco conceptual y de trabajo terapéutico que producea nivel mundial el desarrollo de los Hospitales de Dia en Salud Mental, que puede ubicarse luego de la Segunda Guerra Mundial, y ‘qu en nuestro pais tiene un gran auge a partir de la década del ’60. A quienes les interese profundizar en esto los remitimos al Dossier sobre Hospitales de Dia publicado en la Revista Vertex N° 12. Vamos a ir agregando, cn cada clazc Ia bibliografia que les permita ampllar el te ‘ma tratado*. Ademés, como marco general del surgimiento del acom- pafiamiento terapéutico, tenemos que agregar la influencia que tuvo en nuestro pais la antipsiquiatria, en distintas corrlentes, y la Impor- tancia que adquiere aquf el psicoandlisis (tanto en el émbito de la psi cologia como de la psiquiatria) para el tratamiento y la teorizacién del ‘campo psicopatol6gico. Alir situando los comienzos de esta funcién, aparece como rasgo dominante la posibilidad que presenta como uno de los elementos de * Ver al rexpecto el Capitulo sobre Hospital de Dia en el Médulo IV deestetexto “ Méulo 1 alternativa frente a la psiqulatrfa clisica, aunque también desde el ps\- coanalisis algunos analistas han reivindicado su lugar en el inicio de esta préctica, pese a que no tenfa la denominacién actual, de "acompa- ‘ante terapéutico". Una de las versiones que tenemos es la que dan las personas que comenzaron a trabajar con el Dr. Eduardo Kalina, a principio de los. afios ‘70. Bs la que aparece en el libro de Susana Kuras ("Acompafian- tes terapéuticos y pacientes psic6ticos"). Sein lo planteado en este li- bro, hace alrededor de 30 aos (fines de la década del 60) surge un agente dentro della prictica clinica psiquidtrica al que E, Kalina llama- ba, en un primer momento, amigo calificado. Poco tiempo después cette primer nombre habria sido sustituido por el de Acompanante Te rapéutico, segin la autora de este libro, que tiene el privilegio de ser tuno de los escasos desarrollos sobre el tema. En su justificacién de es- te cambio de denominacion, va a decir que ello implicaba un cambio derol..: ‘con esto se acentia el aspecto terapéutico por sobre la amis- ‘ad, y se establece un vinculo con el paciente desde un rol establecido y no desde el rol que el paciente‘quiera’", dice. (Ota de las versiones que puede ser considerada, también ubica los onfgenes de esta funcion dentro de la clinica psiquidtrica, y de una apertura en elinterior de ésta. Segiin el Dr. Jorge Garcia Badaracco (do- cente titular del Departamento de Salud Mental de la Facultad de Me- dicina de la Universidad de Buenos Aires), desde 1960 trabaja con acompafiantes terapéuticos, siendo Jefe de Servicio del Hospital J. Bor- da, Dice que “es una técnica usada desde hace muchos afios en paises ‘como los EE.UU.", porque no es “intrusiva ni invasiva’, y resulta alta- ‘mente continente. También el Dr. Julio Molzeszowicz, especialista en psicofarmacolo- {aquien incluimos en una de as entrevistas que presentamos en el tercer médulo deeste texto, para introducir mayor material de referen- «ia especifico sobre el tema), plantea la importancia del marco te6rico de la psiquiatria norteamericana, los trabajos en red, y los comienzos cen esta practica por parte del Dr. Garcia Badaracco y el Dr. E. Kalina. Existen ademis otras explicaciones sobre estos comienzos, de pro- fesionales que trabajaron en esta prictica desde principios de los afios, “70, Desde esta posicién, el acompaftamlento terapéutico habria co- menzado como una alternativa frente ala interacién psiquiatrica, al- ‘terativa que se le planteaba a algunos terapeutas que en ocasiones eran psicoanalistas j6venes, a los que se les solicitaba desde algunas fa- millias un tratamiento de emergencia, para pacientes en crisis a los, {que por diversos motivos~ no se los queria llevar a una internacion, psiquidtrica, (solfan ser familias con excelentes recursos econ6micos ue, por cuestiones sociales o prejutcios, no querian que se conociera, la internacién 0 la gravedad de la enfermedad de un familiar, tratan- dose la mayoria de las veces de casos de adiccién o eplsodios psicéti- 03). Recurtian entonces aesto que de hecho eran intemaciones domi- 15 GUSTAVO ROSSI - GABRIEL PULICE cillarias, y el acompafiante terapéutico estaba en ese momento en una posicién bastante indiferenciada del terapeuta. ‘También tendrén oportunidad de leer la experiencia relatada por el Dr. Juan Carlos Stagnaro, en otra de las entrevistas que incluimos en es- tetexto, donde dice, respecto delos comienzos del acompafiamiento te- rapéutico, que como terapeuta necesitaba en ocasiones recurrir a otras personas, debido alas dificultades que se le presentaban para sostener lun tratamiento, yutllizaba para esto recursos cercanos a la familia, 0 de la realidad social inmediata. Ligaba el acompafiamiento a.un trabajo "extra muro, realizando los acompafiantes terapéuticos actividades re- lacionadas con la contencién en momentos de crisis, o el uso del tiem- po libre, 0 actividades de animacién grupal o socializacin, Estas précticas fueron sistematizandose de manera paulatina, desde distintas posiciones tedricas, con mayor o menor rigurosidad, en la me- dida en que fue extendiéndose en las instituciones o con algunos tera- ppeutas que fueron formando sus propios equipos de acompafiamlento terapéutico, por las caracteristicas de os casos con los que trabajaban. Como observamos, entonces, el trabajo clinico con acompaftantes terapéuticos fue respondiendo a diferentes necesidades clinicas, yorlen- tindose de manera diversa, cuesti6n con la que nos encontramos al ras- trear sus comienzos, lo que nos fue acercando a las dificultades para ela- borar una historia de esta especialidad, y nos permitié a su ver pensar {que estas dificultades aparecerdn posteriormente al momento de inten- tardefiniryy darle una articulacién te6rico-clinica precisa a esta funcién En lo que hace a las distintas conceptualizaciones que dan lugar a esta practica, vamos a ver ahora lo que plantea, en el libro que sefiala- ‘mos, Susana Kuras de Mauer. Fsta fuuncién esté aqui referida a la nece- sidad de un Abordaje multiple, con pacientes en crisis, frente a trata- mientos anteriores fracasados o que presentaban una tendencia ainte- rrumpir el tratamiento. Segtin lo seftalado en este texto, se trataba de pacientes severamente perturbados que consultaban porlo general en ‘momentos de crisis, y frecuentemente con "resistencias" a cualquier ti- po de psicoterapia clisica. EI trabajo en equipo se plantea entonces Con la idea de abordar al paciente en todos los aspectos de su vida dia- ria, intentando crearles un medio amblente terapéutico, paiticipando activamente en sus grupos de pertenencia. Segin afirma en el texto, toma el abordaje mailtiple en dos sentidos: 1. Es considerado miiltiple el sujeto de la enfermedad, al no recibir profesional s6lo a un paciente graveen crisis, sino a una familia que también esta en crisis desde el momento en que no le bastan los re- cursos propios de contencién. 2. Un segundo sentido se refiere a que se dan miiltiples formas de abor- dara ese sujeto, realizandose esa intervencién desde un equipo te- rapéutico, con distintas funciones y responsabilidades asociadas, que funciona como agente resocializador, aunque aclara que no se trata de co-terapia, 16 ‘Médulo 1 Existen, no obstante, otras maneras de conceptualizar la prictica ci- nica del acompaiiamiento terapéutico, cudl es su funcién, esto es algo que vamos a ir desarrollando, desde nuestra posicién. También puede observatseen las entrevistas que incluimos en nuestza seminaria las dls. tintas posiciones que plantean los profesionales entrevistados. Creemos necesario sefialar ademas una serie de elementos que de- terminaron el desarrollo del acompafiamiento terapéutico, y que hoy aparecen como variables a tener en cuenta al hablar de su historia en. la Argentina, y al comenzar a configurar esta funcién, En primer lugar, seftalamos la carencia en nuestzo pais de politicas plicas adecuadas en el Ambito de la Salud Mental, yde instituciones {que contengan y traten la problemética presentada por estos casos, cu, especial la carencia de instituciones intermedias que se planteen ade- cuadamente como una alternativa a la internacién psiqulattica, y frente ata posibilidad de cronificacién en la misma, El acompafia- ‘miento terapéutico fue solicitado asf en muchas ocasiones, a partir de considerar aspectos del mismo que pueden favorecer la insercién 50 cial del paciente, como un recurso que permite suplir en algunos casos falencias en las posibilidades institucionales de una contencién ade- ‘cuada. Recurriéndose ademas a ello en tanto que, si es utilizado con precision, representa costos accesibles para una franja de pacientes a los que les puede resultar inaccesible el tratamiento en una institucion, privada adecuada, y en la medida en que tambien reduce los costos de ln tratamiento en los casos en que pueda trabajarse sin necesidad de internacién psiqulstrica, 0 como un elemento en relacién al trata- mento en Hospital de Dia, oen consultorio privado, cuando estas ins- tancias no son suficientes. En este sentido recordemos que el acompafiamlento terapeutico se presenté como una alternativa de atencién, en el caso de pacientes con ‘trastomnos graves, en crisis, en internaciones, que se da de una mane- ra mis personalizada y acotada a una estrategia especifica para la que se ‘cuenta ademas con que estas personas tienen una formacién técnica 0 profesional en el campo de la salud mental, generalmente. En este as- ppecto se marca una diferencia con el enfermero psiqulétrico, pero tam- bign con el amigo o familiar; una diferencia en més, podfainivs devit, fen cuanto a su formacién y su posici6n en un tratamiento, Por timo, queremos puntualizar otro elemento de importancia, cen relaci6n a este desarrollo que venimos planteando, y es considera 0 que ocurrié (en especial tomamos, como representativa, la Univer- sidad de Buenos Aires) nla Carrera de Psicologia, y también podemos pensar en carreras cercanas a ésta (Psicologia Social, por ejemplo) res- peecto al gran aumento del niimero de alumnos a partir del aio 1983, ‘cuando fue instituido en la U.B.A. el Ingreso irrestricto, En Psicologia, fen ese afio ingresaron alrededor de 300 alumnos luego del examen de ingreso (y un nimero similar venia ingresando en los aflos anteriores), Incrementéndose a alrededor de 4.000 alunos en 1984 y un nximero 7 GUSTAVO ROSSI- GABRIEL PULICE algo mayor en los afios posteriores, decayendo en los aos sigulentes. Pensamos, entonces, que este considerable aumento del niimero de alumnos, y mis tarde de egresados (en una sociedad que, sin decir de- Imasiadas cosas abvias, digamos cimplemente que no tuvo el mismo desarrollo), ha tenido-y tiene atin- una incidencia también destacable fen Ia expansién de ésta practica, con consecuenclas tanto para sus as- pectos conceptuales como para las modalidades de trabajo actuales. {Por qué? Porque se dio en este marco una oferta de psicdlogos y estu ‘antes que crecié considerablemente en estos ditimos afios, ¥ espe- cialmente hablamos de los alos 1987/88 en adelante, cuando comen- zaron a egresar las primeras promociones numerosas. En relaci6n.aes- to podemos pensar que el acompanauntento terapeutivo se present6 ‘como una oportunidad de salida laboral para muchos, ademas de una posibilidad de estar en contacto con los primeros "pacientes', presen- tindose entonces como una alternativa de salfda labora, lo que a su vex permitié una mayor extensién de su campo. Frentea las restriccio- nes laborales, a la imposibilidad de realizar una practica clinica como terapeuta el acompanamiento terapéutico se planted en un principio ‘como una alternativa,redituable econémicamente en mayor o menor srado, y que permitfa una experiencia que no se tenfa, ya que no re {queria muchas veces demasladas exigencias en cuanto ala necesidad ‘de experiencia previa, Veremos que esto también tuvo consecuencias negativas, que tienen incidencia atin en la actualidad. Esta variable, del primer encuentro con “pacientes" (entre comillas, porque después ‘vamos a ir viendo la particularidad de esta funciGn, y las diferencias {que es necesario situar respecto del terapeuta), es una cuesti6n intere- Sante, para pensar en lo que hace a Is formacidn siniversitarla,e inch so surgleron preguntas en los distintos cursos, referidas a por qué se lo tomé como una forma de aprendizaje, qué consecuencias tuvo esto en. lapractica, y qué deficits podriamos pensar a partir de esto en laforma- ‘idn profesional... Bueno, las vamos a dejar formuladas, sles interesa_ Podiigmos retomarlas Alunno: 2¥ cémo pueden pensarse las consecuencias para el trabajo del acompatiante teapéutico..? Docente: Es que a ello hay que agregar que este hecho trajo como consectiencia muchas veces que fuera posible contar con un personal {que para algunas instituciones o terapeutas resultaba econdmico, y ‘con el plus" que significaba tener una formacion especializada, porto {que esto favorecié también que fuera adoptado cada vez mas como tuna ‘prestacién’ o "servicio" a ofrecer, utilizando de esta manera el contexto laboral y la coyuntura profesional que planteabamos. Se fue ‘dando, entonces, una Instituclonalizacion del acompafiante terapét tico como un "agente’ més de la salud mental, muchas veces de una manera estandarizada, que result6 contraproducente para la propia prictica del acompanante terapéutico, ya que esto no fue aticulndo- 18 secon precisién en suconceptualizacion, clon de un tratamiento determinado. Ademis se produjeron en oca- slones situactones de "maltrato" en esta préctica, debido a que se hizo ch un momento una utilizacién insdecuads, indiceriminada y sin te ner en cuenta las posibilidades concretas de trabajo del acompatiante teraputico en cada caso, A: cA qui se refleren esas stuaciones de maltrat.? D:Coneretamente, muchas veces se dan acompaftamientos con pa- lentes en estado de crisis durante turnos de 8 horas o més, confun-

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