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Curso: Biología Mención

Unidad III. Biología humana y salud.

Inmunología.

Detalle de la respuesta generada por el sistema del complemento: Inmunidad Innata.


1. CONCEPTO DE INMUNIDAD.

Inmunidad deriva de la palabra latina inmunitas, que se refiere a la exención de diferentes


deberes cívicos y procesos legales que disfrutaban los senadores romanos en el ejercicio de su
cargo.
Los historiadores atribuyen a Thucydides, en Atenas durante el siglo V a.c, la primera mención
de la inmunidad frente a una infección. El concepto debe haber existido mucho antes, ésto lo
sugiere la antigua costumbre china de hacer inhalar a los niños polvos procedentes de las costras
cutáneas de los pacientes que se recuperaban de la viruela.
Como se observa, históricamente, inmunidad ha significado protección frente a la enfermedad y
más específicamente frente a las enfermedades infecciosas.
Hoy se sabe que muchos de los mecanismos de resistencia a las infecciones están también
implicados en la respuesta individual a sustancias extrañas no infecciosas. Además, los
mecanismos que normalmente protegen a los organismos de las infecciones y eliminan sustancias
extrañas son por sí mismo capaces de lesionar tejidos y producir enfermedad en algunas
situaciones que serán revisadas más adelante.

2. INMUNIDAD NATURAL Y ADQUIRIDA.

El humano habita junto con otros seres un entorno potencialmente hostil, debido a la agresión
tanto de organismos macro y microscópicos. Sin embargo son estos últimos los agentes
infecciosos, los que hacen actuar a los mecanismos de defensa orgánica.
Los individuos sanos se protegen a sí mismos contra los agentes, por medio de diversos
mecanismos que se pueden estudiar en dos conjuntos: la inmunidad natural y la inmunidad
adquirida, cuyas características y componentes básicos se presentan en la tabla 1.

Tabla1. Cuadro comparativo: Inmunidad Innata y Adquirida.


Características Natural Adquirida

Especificidad contra microbios Relativamente baja. Alta.

Diversidad Limitada. Amplia.

Especialización Estereotipada. Alta.

Memoria No. Sí.

Barreras fisicoquímicas y biológicas Piel, epitelio mucoso, sustancias Sistema inmunológico mucoso y
químicas antimicrobianas. cutáneo, anticuerpos secretados.
Proteínas sanguíneas Complemento. Anticuerpos circulantes.

Células Fagocitos (macrófagos, Linfocitos.


Neutrófilos) células exterminadoras
naturales.

2.1. Inmunidad Innata o Natural: inespecífica

Todos los mecanismos de defensa que incluye la inmunidad innata están presentes antes de la
exposición a microorganismos infecciosos y otras moléculas extrañas, no aumentan por
tales exposiciones y no discriminan entre las sustancias extrañas.

A continuación se revisan los constituyentes de la inmunidad innata comprometida en diferentes


mecanismos de defensa.

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2.1. 1. Barreras fisicoquímicas y biológicas:

A. La piel, corresponde a una espléndida barrera defensiva, normalmente impermeable a la


totalidad de los agentes patógenos. Al sufrir lesiones o quemaduras se rompe y viene la
infección.
El ácido láctico, los ácidos grasos de las secreciones sebáceas y sudoríparas y el pH ácido
no permiten que las bacterias sobrevivan mucho tiempo sobre la piel.

B. Las membranas mucosas que revisten las cavidades internas del organismo, secretan
mucus que impiden la fijación de las bacterias a las células epiteliales. Los microorganismos y
partículas extrañas atrapadas en la mucosa que reviste el sistema respiratorio son expulsadas
al exterior mediante mecanismos como: el arrastre de los cilios, el estornudo y la tos.

C. Fluidos como saliva, lágrimas y orina, permiten eliminar patógenos. La lisozima de las
lágrimas, saliva y secreciones nasales, actúa como un eficaz bactericida. Otras sustancias que
actúan como bactericidas son: el ácido clorhídrico del jugo gástrico, la lactoperoxidasa de
la leche materna, la espermina y el zinc del esperma, el pH ácido de la orina (unido a su
capacidad de arrastre), y la acidez de la vagina.

D. Una barrera biológica la constituye la propia flora microbiana natural del organismo que
antagoniza a los patógenos invasores. Lo hacen inhibiendo la proliferación de las especies
bacterianas patógenas y de hongos, por liberación de sustancias bactericidas o a través de la
competencia por nutrientes esenciales.

E. Sistema del Complemento: Está constituido por 18 proteínas plasmáticas (séricas), cuyas
principales funciones biológicas son (ver figura 1):

Figura 1. El sistema Complemento en acción.

ƒ Citólisis de patógenos, componentes del complemento activados perforan la bicapa lipídica


de estas células provocando su muerte.

ƒ Activación de la inflamación se produce en respuesta a la generación de ciertos fragmentos


proteolíticos de proteínas del complemento. Estos péptidos actúa sobre varias células.

ƒ Opsonización es un proceso en el cual ciertas proteínas del complemento se unen a


microorganismos o a partículas extrañas lo que facilita su fagocitosis. Esto porque marcan o
señalan al patógeno facilitando la acción de los fagocitadores.

F. Los Fagocitos: células devoradoras.

En la inmunidad innata participan células fagocitarias que mediante pseudópodos envuelven y


endocitan partículas. Éstas pueden ser complejos antígeno anticuerpo, que a su vez pueden estar

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formados por agentes patógenos como virus y bacterias. Una vez endocitados los complejos son
digeridos por enzimas lisosómicas.

ƒ Los mononucleados (con el núcleo de una sola pieza) como los monolitos, tras circular dos o
tres días por la sangre, migran a los tejidos y se transforman en macrófagos. Los
macrófagos, además, eliminan células dañinas que se generen dentro del cuerpo (cancerosas)
o a células viejas alteradas. La figura 2 muestra la maduración de fagocitos mononucleados.

• Los polinucleares (con el núcleo formado por varios lóbulos), principalmente granulocitos
(neutrófilos).

Figura 2. Maduración de los fagocitos mononucleares.

G. Interferón: Acción Antiviral.

Son varios los tipos de citocinas así denominados, que actúan en la inmunidad innata cumpliendo
funciones defensivas básicas, tales como:

ƒ Inhiben la replicación viral. El Interferón hace que las células sinteticen varias enzimas
que interfieren la replicación del RNA o DNA viral. La acción antiviral del interferón es
básicamente paracrina, ya que las células infectadas con virus secretan el interferón
para proteger a las células vecinas aún no infectadas.

ƒ Inhiben la replicación celular, ésto ocurre porque las mismas enzimas que inhiben la
replicación viral no permitirían la proliferación celular. En medicina se los utiliza como un
agente antiproliferativo en ciertos tumores cancerosos.

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ƒ Aumentan el potencial lítico de las células asesinas o células NK las que se activan y
destruyen a las células infectadas por virus en forma selectiva.

ƒ Inducen la expresión de antígenos de células infectadas, esto permite el


reconocimiento por parte de los linfocitos T y hacen con ello más eficiente la inmunidad
adquirida como se revisará más adelante.

Figura 3. Esquema del funcionamiento de los interferones.

H. Respuesta Inflamatoria: Recurso inespecífico al ser superadas las barreras


mecánicas.

Al romperse la piel se presenta una invasión de gérmenes, provocándose la respuesta


inflamatoria, la que es inducida por la liberación de mediadores de la inflamación secretadas por
los mastocitos, entre los cuales destaca la histamina.
En el lugar de la lesión se produce un aumento del flujo sanguíneo por la dilatación de las
arteriolas generando un enrojecimiento local y fiebre.
Los capilares se relajan y se hacen permeables a la salida de fagocitos tales como: monocitos y
neutrófilos. Estos fagocitos abandonan el capilar por diapédesis y se acumulan en la zona de la
lesión, estas células son atraídas por quimiotaxia en respuesta a fragmentos de las proteínas del
complemento.

La activación del sistema del complemento facilita la acción de los fagocitadores al opsonizar
a los patógenos. Es común observar pus, la que corresponde a los macrófagos muertos llenos de
bacterias fagocitadas junto a partículas de grasa y suero.
Otra misión de los macrófagos es activar a los linfocitos para producir una respuesta específica
(inmune) frente a los patógenos.
El dolor es el resultado del edema que excita a las terminaciones nerviosas de la zona por la
acción de otro mediador como es la prostaglandina.

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I. Células Asesinas : NK

Las células asesinas naturales (NK) del inglés, Natural Killer, son un subgrupo de linfocitos que se
encuentran en la sangre y los tejidos linfoides, especialmente el bazo.
Las células NK carecen de los receptores que poseen las células T, específicos para el
reconocimiento de antígenos.
Las células NK poseen la capacidad de matar ciertas células tumorales y células normales
infectadas por virus. Esta lisis se considera natural en el sentido de que no es inducida por
antígenos específicos, por lo que es parte de la inmunidad natural y no de la específica.
Las células asesinas derivan del mismo precursor de los linfocitos, pero son parte de la inmunidad
innata. Poseen dos mecanismos para reconocer a las células que tienen que atacar.

• Dependientes de Anticuerpos: al igual que los fagocitos, poseen receptores que se unen por el
pie a los anticuerpos IgG que han rodeado a las células extrañas (opsonizado), facilitando su
reconocimiento y destrucción.

• Independientes de Anticuerpos: la célula asesina tiene receptores de activación que


reconocen las diferentes moléculas que hay en la superficie de las membranas de células con
núcleo (moléculas ubicuas) y receptores de inhibición que reconocen a las moléculas de
identidad, las proteínas del Complejo Mayor de Histocompatibilidad (CMH) (se revisará el
concepto de CMH en el punto: 3.2.).
Cuando una célula ha sido invadida por un virus o está alterada por transformación cancerosa
deja de expresar las moléculas de proteínas del CMH en su superficie y entonces las células NK
se activan y destruyen a dichas células transformadas.

Figura 4. Esquema de acción de las células asesinas.

3. INMUNIDAD ADAPTATIVA O ADQUIRIDA: ESPECÍFICA.

Las sustancias extrañas que inducen una inmunidad adquirida o específica se llaman
antígenos. Se recuerda que por convenio, la inmunología es el estudio de la inmunidad
específica, y por lo tanto las respuestas inmunitarias se refieren a las respuestas que son
específicas para diferentes antígenos inductores (ver punto 3.1).

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Tabla 2: Desarrollo evolutivo de los mecanismos de defensa.

Inmunidad natural o innata


participan Inmunidad adquirida (específica) participan
Fagocitosis Células NK Anticuerpos Linfocitos T y B Ganglios linfáticos
Invertebrados
Protozoos + - - - -
Esponjas + - - - -
Anélidos + + - - -
Artrópodos + - - - -

Vertebrados
Elasmobranquios + + + + -
(tiburones, rayas) (sólo IgM)
Teleósteos + + + + -
(peces comunes) (IgM, ¿otras?)
Anfibios + + + + -
(2 ó 3 clases)
Reptiles + + + + -
(3 clases)
Pájaros + + + + +
(3 clases) (algunas especies)
Mamíferos + + + + +
(7 ó 8 clases)
Abreviaturas NK, agresoras naturales.
Clave: +, presente; - ausente.

El sistema inmunitario específico ha retenido buena parte de los mecanismos de la inmunidad


natural para eliminar invasores extraños y ha agregado dos propiedades importantes:

¾ Memoria: el sistema inmunitario específico recuerda cada encuentro con un


microorganismo o antígeno extraño, de forma que encuentros posteriores estimulan
mecanismos de defensa cada vez más eficaces.

¾ Amplificación: el sistema inmunitario específico amplifica los mecanismos


protectores de la inmunidad natural, dirige o centra estos mecanismos a los lugares
de entrada del antígeno, y de esta forma los capacita mejor para eliminar antígenos
extraños.

El que la inmunidad específica sirva para amplificar la inmunidad natural se refleja en la


filogenia de los mecanismos de defensa del huésped frente a los invasores la que estaba
mediada sobre todo por los mecanismos propios de la inmunidad natural, incluidas células
fagocíticas y moléculas similares al sistema del complemento de mamíferos (ver tabla 2).

La respuesta inmunitaria específica es el conjunto de fenómenos mediante los que un


antígeno condiciona la formación de células (respuesta celular) o anticuerpos
(respuesta humoral) capaces de unirse específicamente a él para su neutralización.

ƒ La inmunidad celular o inmunidad mediada por células es responsabilidad de los


linfocitos T que pueden transferirse de un individuo inmunizado a otro no inmunizado.

ƒ La inmunidad humoral está mediada por moléculas de la sangre: los anticuerpos


responsables del reconocimiento específico y la eliminación de los antígenos, sintetizados y
secretados por los linfocitos B. A través del plasma o suero estos anticuerpos pueden ser
transferidos a un individuo no inmunizado.

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Figura 5. Formas de inmunidad específica. En la inmunidad humoral, las células llamadas linfocitos B secretan
anticuerpos que eliminan los microorganismos extracelulares. En la inmunidad mediada por células, los linfocitos T activan
a los macrófagos para que maten a los microorganismos intracelulares o destruyan a las células infectadas (p. Ej.: por
virus).

La respuesta inmune satisfactoria debe cumplir tres requisitos: reconocer, superar y recordar
al agente invasor. Para revisar como la respuesta inmune lo hace para cumplir con tales requisitos
es necesario estudiar previamente las moléculas que provocan las respuestas inmunológicas: los
antígenos, el rol que desempeña el Complejo Mayor de Histocompatibilidad en el
reconocimiento de los antígenos y además revisar la estructura y las funciones que cumple el
sistema inmune.

3.1Antígenos: moléculas que provocan respuestas inmunitarias.

Un antígeno es una molécula exógena (extraña al organismo):

ƒ Son inmunogénicas, capaces de inducir en el individuo huésped la formación de anticuerpos


ƒ Reaccionan específicamente con los anticuerpos formados

Las moléculas que pueden actuar como antígenos son diversas, como las de la superficie de
patógenos o de células tumorales, que provocan en el organismo una respuesta inmunitaria
específica dirigida a su destrucción.

Casi todas las proteínas y muchos polisacáridos pueden actuar como antígenos. Sólo una pequeña
zona del antígeno, el llamado determinante antigénico o epitopo, es la que va a ser
reconocida y se va a unir con proteínas específicas fabricadas por los linfocitos B, como los
anticuerpos. Un antígeno suele poseer varios epitopos iguales o diferentes; si son diferentes,
algunos de ellos pueden ser más inmunodominantes, es decir, provocan una mayor respuesta.
Para que una molécula extraña se comporte como un antígeno debe tener un tamaño
determinado. Hay muchos haptenos, es decir, moléculas que por su pequeño tamaño no son
inmunogénicas, pero que lo son si se unen a moléculas grandes comportándose entonces como
determinantes antigénicos, por ejemplo en algunos medicamentos como antibióticos.

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3.2. Complejo Mayor de Histocompatibilidad (CMH): Señales de Identidad

Las membranas plasmáticas de cada una de las células tienen un tipo de proteínas que forman el
CMH. Permiten distinguir lo extraño de lo propio. Están determinadas por genes que muestran un
alto grado de polimorfismo (variabilidad), de manera que son diferentes en cada individuo. El
nombre, histocompatibilidad, dice relación con la aceptación o rechazo de tejidos (histo). En esta
propiedad se basa el éxito o fracaso del transplante de órganos. Las moléculas de CMH son
sintetizadas por cada célula, se acoplan en su interior a péptidos antigénicos, son transportados al
exterior y los presentan a otras células. De esta manera, las moléculas CMH desempeñan un
papel importante en la respuesta inmunitaria.

Importante: En los transplantes de tejidos, la respuesta inmune evocada depende de dos


factores fundamentales:

1. la constitución genética (principalmente del CMH) del receptor y del donante.

2. del tejido transplantado. En este último, el tipo de tejido puede hacer una gran diferencia.

ƒ Transplante de órganos no inmuno-competentes: en los transplantes de órganos


como hígado, corazón, riñón u otros que no tienen estructura o función linfoide, la
aceptación del órgano transplantado dependerá de la composición genética (genotipo) y
respuesta inmune del receptor.
ƒ Transplante de órganos inmuno-competentes: en particular en los transplantes de
médula ósea, los antígenos del CMH del receptor y los del donante, deben presentar un alto
porcentaje de similitud genética (genotipo), en caso contrario los linfocitos derivados de la
médula ósea transplantada destruirán los tejidos y órganos del receptor, en una reacción
llamada Enfermedad de Injerto contra el huésped.

3.3. Sistema Inmune

Es el sistema biológico más complejo y se encuentra distribuido por todos los órganos y fluidos
vasculares e intersticiales (Figura 6).
El sistema inmune es parte de los sistemas que mantienen la homeostasis, ya que preserva la
integridad del individuo al defenderlo de los invasores patógenos.
Los órganos que estructuran al sistema inmune se clasifican en dos conjuntos: órganos linfoides
primarios o centrales y los órganos linfoides secundarios.

A. Órganos linfoides primarios o centrales: corresponden a la médula ósea y el timo. Hay


que recordar que las células precursoras de linfocitos se desarrollan a partir de células madres
pluripotenciales en la médula ósea. Las células precursoras de linfocitos pueden tomar dos
caminos para diferenciarse: migran al timo o se diferencian en la propia médula ósea.

ƒ Médula ósea. Algunas células precursoras al diferenciarse en la médula ósea (en inglés
bone marrow), reciben por ello el nombre de linfocitos B.

ƒ Timo. Otras células precursoras de linfocitos migran a esta glándula, órgano linfoide situada
en la parte media del tórax, aquí se diferencian en primera instancia los linfocitos T de dos
tipos: linfocitos T colaboradores (LTCD4) y linfocitos T citotóxicos o citolíticos
(LTCD8). Se denominan así dado su marcador proteico de superficie. Lo normal es que en
este proceso de diferenciación se eliminen por apoptosis aquellos linfocitos que no son
capaces de reconocer lo propio de lo no propio, es decir aquellos que no desarrollan la
capacidad de autotolerancia. Los linfocitos B y T seleccionados emigrarán a los órganos
linfoides secundarios.

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Figura 6. Ubicación de los órganos linfoides primarios (*) y los órganos linfoides secundarios.

B. Órganos linfoides secundarios, en este grupo se encuentran los adenoides de los huesos
del cráneo, las amígdalas, los ganglios linfáticos, el bazo, las placas de Peyer, ciertos grupos
celulares dispersos en la piel y los pulmones. En ellos los linfocitos B y los linfocitos T y
sus antígenos apropiados completan su diferenciación.

En la Figura 7 se presenta el interior de un ganglio linfático, órganos linfoides que tienen forma de
poroto, y son los primeros que reciben los antígenos procedentes de los espacios tisulares y dada
su estructura interna les permite retener a los antígenos.
Los antígenos pueden llegar a los ganglios linfáticos solos o en el interior de células
presentadoras de antígenos CPA (como por Ej.: macrófagos y células dendríticas).

En los ganglios linfáticos, como en los otros órganos linfoides, los linfocitos B y T
vírgenes, provenientes de la médula ósea y del timo, respectivamente, se convierten en
células efectoras, terminando su diferenciación.

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Figura 7. Organización anatómica de un ganglio linfático. La zona cortical está poblada principalmente por linfocitos B y
células foliculares encargadas de presentar al antígeno. En la zona paracortical se acumulan linfocitos T y numerosas
células presentadoras de antígenos. En la médula se agrupan los linfocitos T, B y las células plasmáticas.

En la figura 8 se presenta esquemáticamente el desarrollo de los linfocitos B y T desde su origen hasta su


migración a los órganos linfoides, donde se produce la respuesta inmunitaria. Observe la importancia del
sistema circulatorio y linfático en el transporte de las células inmunitarias. Es interesante el número de
linfocitos distribuidos en todo el cuerpo: dos mil millones de linfocitos.

Figura 8. Maduración de los linfocitos. El desarrollo de linfocitos maduros antes de la exposición al antígeno se produce
en los órganos linfoides generadores y las respuestas inmunitarias a antígenos extraños se producen en los tejidos
linfoides periféricos.

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3.4. Inmunidad Celular: mediada por linfocitos T.

Para que el linfocito T cumpla su función efectora primero deberá reconocer a su antígeno y activarse, es
decir, proliferar y completar su diferenciación.
Los linfocitos T provenientes del timo son linfocitos T vírgenes que incluyen a los linfocitos T colaboradores
como a los linfocitos T citotóxicos o citolíticos.

¿Cómo un linfocito T reconoce a su antígeno?

En el caso de los linfocitos colaboradores (LTCD4), el reconocimiento incluye a células presentadoras de


antígenos (CPA), un buen ejemplo lo constituyen los macrófagos y las células dendríticas, ambas muy
abundantes en los ganglios linfáticos y el bazo.
Una CPA, en este caso un macrófago, fagocita un antígeno que invade al organismo, luego lo digiere en
pequeños péptidos y los unen a proteínas del Complejo Mayor de Histocompatibilidad, éstas se
encargan de llevarlo a la superficie del macrófago. El complejo CMH-péptido queda así expuesto
extracelularmente.

¿Qué posee el linfocito T colaborador que reconoce estos péptidos antigénicos unidos a proteínas
del CMH en la superficie de una CPA?

Los linfocitos T colaboradores poseen receptores específicos para reconocer estos fragmentos
peptídicos antigénicos unidos a proteínas del CMH. Estos receptores son producto de la expresión de
genes (o más bien una suma combinatoria de fragmentos de ellos), que hace a estos receptores
ESPECÍFICOS para estos péptidos antigénicos.

¿Qué ocurre una vez reconocido el antígeno?

Los linfocitos T colaboradores comienzan una proliferación y como todos reconocen el mismo antígeno
forman un clon. Por ello se dice que el antígeno seleccionó a “su” linfocito T colaborador y lo induce a una
proliferación llamada selección clonal.
Los linfocitos T colaboradores completan su diferenciación y se convierten en células efectoras. Los
linfocitos T colaboradores, también se denominan: cooperadores o asistentes.

¿Qué papel cumple un linfocito T colaborador activado, es decir como célula efectora?

Como se observa en la Figura 9 libera citocinas que cumplen con las siguientes funciones efectoras:

ƒ Activación (proliferación y diferenciación) de linfocitos T y B


ƒ Activación de macrófagos para que eliminen al patógeno agresor
ƒ Inflamación: para focalizar la infección

Figura 9. Los linfocitos T colaboradores o cooperadores reconocen antígenos sobre las superficies de células accesorias
(CPA) y secretan citocinas que estimulan a los diferentes componentes de la inmunidad e inducen la inflamación.

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¿Y las células de memoria?

Cuando los linfocitos T son activados, no todas las células que se producen salen de los órganos linfoides
secundarios sino que algunas permanecerán como células de memoria que se continúan dividiendo durante
años. Si el microorganismo patógeno vuelve a invadir al organismo, estas células proliferarán rápidamente y
los destruirán antes de que se manifieste la enfermedad.

¿Cómo reconocen “su” antígeno los linfocitos T citotóxicos o citolíticos?

Los linfocitos T citotóxicos tienen receptores de superficie producto de la expresión de genes, que les
permiten reconocer en células infectadas por virus, péptidos víricos unidos a proteínas del CMH
(fragmentos de ellos). También son capaces de reconocer proteínas mutantes de una célula cancerosa
(figura 10).

Pero además deben ser estimuladas por citocinas provenientes de linfocitos T colaboradores, como se
observa, necesita de dos señales para completar su diferenciación y proliferación.
Por tanto, los linfocitos T citotóxicos se activan sobre la célula diana a la cual destruyen (lisan) segregando
citotoxinas como la perforina que degrada la membrana celular. También libera citocinas y linfoquinas que
activan a otros elementos del sistema inmunitario, como los macrófagos que pueden fagocitar a las células
infectadas.

Figura 10. Linfocito T citotóxico reconoce a su antígeno en su célula diana y le provoca su lisis. (Recuerde que el LTC
necesita dos señales para activarse).

3.5. Inmunidad Humoral: Mediada por Anticuerpos.

Los linfocitos B poseen en la superficie de su membrana anticuerpos que reconocen a los antígenos
solubles.
Se revisará primero que es un anticuerpo.

ƒ Los anticuerpos son proteínas producidas por las


células plasmáticas, que circulan por los líquidos del
cuerpo (γ-globulinas, inmunoglobulinas o Ig) y se
unen a antígenos. De esta manera se pueden inactivar
virus y toxinas bacterianas bloqueando su capacidad
para unirse a las células. Pero, sobre todo, los
anticuerpos forman complejos con los antígenos,
llamados complejos inmunes, que serán
posteriormente fagocitados. Los complejos inmunes, por
otra parte, pueden activar el Sistema del Complemento,
que a su vez también podrán ser fagocitados.

Figura 11. Estructura del Anticuerpo.

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Un anticuerpo está formado por cuatro cadenas polipeptídicas (figura 11) dos ligeras (L) idénticas y dos
pesadas (H) idénticas, unidas por enlaces no covalentes y covalentes (enlaces disulfuro). Constituyendo
una estructura en forma de”Y” flexible. Las cadenas pesadas tienen un oligosacárido unido covalentemente.
Estas cadenas son el resultado de la expresión de combinaciones de genes por ello hay anticuerpos para
cientos de miles de antígenos.

¿Cómo el linfocito B reconoce a “su” antígeno? O (¿Cómo el antígeno selecciona a su linfocito B?)

Los antígenos no proteicos como lípidos, polisacáridos y ácido nucleicos son reconocidos por las
inmunoglobulinas (Ig) que están en la superficie del linfocito B virgen. Una vez unidos se provoca la
activación del linfocito B seleccionado por el antígeno. Iniciando su proliferación clonal
amplificando con ello la acción protectora y completan su diferenciación originando células
plasmáticas y de memoria (ver figura 12).

ƒ Células plasmáticas: son de tamaño mayor que el de los linfocitos B vírgenes porque desarrollan un
gran RER donde se sintetizan y exportan por exocitosis grandes cantidades de anticuerpos (más de 106
moléculas por hora).

ƒ Células de memoria: permanecen en la circulación y su función es reaccionar con el mismo antígeno,


si vuelve a entrar al organismo con mayor rapidez y efectividad como se revisará más adelante.

Figura 12. La hipótesis de la selección clonal. Cada antígeno (A o B) selecciona un clon preexistente de linfocitos
específicos y estimula su proliferación. El diagrama muestra sólo los linfocitos B dando lugar a células secretoras de
anticuerpos y células memoria, aunque el mismo principio se aplica también a los linfocitos T.

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¿Y si el antígeno es proteico?

Si el antígeno es proteico no inducirá respuesta de anticuerpos sin la participación de los


linfocitos T cooperadores. Se revisará la activación de linfocito B con la participación de linfocitos T
colaboradores.

La unión de un antígeno a la Ig de la membrana de la célula B es el acontecimiento que marca el inicio de


la activación del linfocito B, estimulando a las células B en reposo a ingresar al ciclo celular.
En un segundo momento, los linfocitos B internan al antígeno, lo procesan y sus péptidos los unen a
proteínas del CMH y así lo presentan en su superficie a linfocitos T colaboradores específicos
(Figura 13).

Al contactarse el linfocito B y el linfocito T al cual le presentaron el antígeno, ocurre lo siguiente: los


linfocitos T cooperadores promueven la proliferación y diferenciación de los linfocitos B
originando células plasmáticas que secretarán anticuerpos para eliminar el antígeno y otras
derivarán en células memoria.

NO OLVIDAR: La respuesta inmune específica va disminuyendo a medida que las células efectoras
(linfocitos B y T diferenciados) van muriendo por apoptosis. Esta característica de la respuesta
inmunitaria se denomina autoeliminación. Debido a que los antígenos son los responsables de la respuesta
inmunológica, una vez que éstos son destruidos, las células efectoras (células plasmáticas, linfocitos T
colaboradores y citotóxicas) para ese antígeno están condenadas a desaparecer. Sin embargo sobreviven
algunas pocas células que pasan a constituir el reservorio de células que “recordará” ese
antígeno.

Figura 13. Mecanismos de colaboración célula T-célula B.

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¿Cuál es la función del anticuerpo?

La destrucción de sus antígenos específicos y para ello se reconocen varios mecanismos.

Neutralización: al unirse con toxinas bacterianas o patógenos (virus, bacterias); con lo que
impiden su unión a los receptores de membrana de las células diana, y la posterior penetración en
el citoplasma.

Aglutinación: provocan la aglutinación de los antígenos que se encuentran en la superficie


(aglutinógenos) de células bacterias y virus.
Esta adherencia de células entre sí facilita su destrucción por los macrófagos, linfocitos citolíticos o
el sistema complemento.
Esto ocurre por ejemplo en transfusiones sanguíneas con incompatibilidad de grupo sanguíneo.

Precipitación: de las moléculas antigénicas libres (disueltas) mediante la formación del


complejo antígeno/anticuerpo. Este complejo debido a su tamaño, deja de ser soluble y
precipita, lo que anula su actividad y favorece su destrucción.

Activación y fijación del complejo: que permite la destrucción de los patógenos por lisis,
fagocitosis de microbios opsonizados por complemento y el complemento activado provoca
inflamación (focalización de la infección).

Promoción de la fagocitosis de los microbios opsonizados por anticuerpos.


La figura 14 muestra como se gana en eficiencia al estar los microbios opsonizados (marcados,
señalados) con anticuerpos).

Sin anticuerpos:

Con anticuerpos:

Figura 14. Los anticuerpos hacen más eficiente la fagocitosis de microbios. En la inmunidad innata, cuando
todavía no se han producido anticuerpos contra el antígeno invasor, la fagocitosis es poco eficiente. En cambio, cuando los
anticuerpos se han unido al antígeno se estimula la endocitosis del microbio. Los macrófagos lo reconocen más
eficientemente porque tiene receptores para los anticuerpos que lo están cubriendo.

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4. REACCIONES DE HIPERSENSIBILIDAD: ALERGIAS.

Loa antígenos que desencadenan reacciones de hipersensibilidad inmediata, (alergias) se denominan


alérgenos y son proteínas o sustancias químicas unidas a proteínas.

Las personas alérgicas son propensas a producir IgE, aunque el patrón de herencia probablemente es
multigénico estudios familiares han demostrado que hay una clara transmisión autosómica de la alergia. Sin
embargo el órgano diana es variable, la fiebre de heno, eczema, el asma, pueden presentarse en grados
distintos en una misma familia, pero todos estos individuos mostrarán una alta concentración de IgE
plasmática.

Las manifestaciones que se presentan en el cuadro N°3 son reacciones de hipersensibilidad inducidas por la
activación de mastocitos (células cebadas y basófilos).

Manifestaciones de alergia

Tabla 3: manifestaciones de alergia y sus agentes causales.

Presentación Síntomas Agente causal


Asma Dificultad respiratoria momentánea causada por la obstrucción de las Ácaros, pelos de perros y
vías respiratorias debido a la contracción de los músculos lisos gatos, algunas variedades de
bronquiales e hipersecreción de mucus. polen, plumas, polvo, etc.
Rinitis Descarga nasal, estornudos, lagrimeo, conjuntivitis.
Eczema Afección cutánea con placas rojas más o menos edematosas y con
descamación.
Alimentos como leche,
Urticaria Erupción cutánea relativamente evolutiva y prurito (ronchas). frutillas, mariscos, productos
químicos, (colorantes o
polivinilos) variados, huevos,
medicamentos (antibióticos,
anestésicos

Los mastocitos se encuentran principalmente en los tejidos: piel y mucosas respiratorias y digestivas; los
basófilos se encuentran en la circulación. La IgE se une a receptores de estas células, que una vez
sensibilizadas pueden provocar una de las reacciones más intensas del sistema inmune.
Cuando las IgE unidos a receptores en la superficie de mastocitos y basófilos se encuentran con el antígeno,
las células se activan y empiezan a secretar una serie de factores que producen: aumento de la
permeabilidad vascular, vasodilatación, edema, contracción de la musculatura lisa bronquial e
intestinal e inflamación local. Esta reacción se denomina HIPERSENSIBILIDAD INMEDIATA, se
produce en minutos y tiene consecuencias patológicas. En su forma sistémica más extrema
llamada ANAFILAXIA, los mediadores derivados de mastocitos y basófilos pueden contraer la vía
aérea hasta la asfixia y producir un colapso cardiovascular que lleve a la muerte. (El término
anafilaxia fue acuñado para indicar que los anticuerpos IgE, podían conferir lo opuesto a la protección
(profilaxis) a un individuo desafortunado).
Los individuos que tienden a desarrollar respuestas de hipersensibilidad inmediata potentes se les denominan
atópicos y se dice que sufren enfermedades alérgicas.
Atopía significa “inusual”, pero ahora se sabe que la alergia es un hecho muy frecuente. De hecho las
enfermedades alérgicas son las enfermedades inmunitarias más frecuentes.

¿Cuáles son las etapas de una reacción alérgica en individuos genéticamente susceptibles?

Primero existe una etapa de SENSIBILIZACIÓN (figura 15), es el primer contacto entre el alérgeno y el
sistema inmune, sin producir síntomas de enfermedad:

1. Activación de linfocitos B y T por un antígeno alergénico, esto provoca la proliferación de los linfocitos B
en células plasmáticas.

2. Las células plasmáticas empiezan a secretar grandes cantidades de anticuerpos IgE.

3. Unión de las IgE a la superficie de mastocitos o basófilos. Los IgE se anclan por su tronco a receptores
específicos que poseen tales células.

17
Segundo, existe una etapa que comienza con una nueva exposición al alérgeno por parte del individuo
susceptible:

4. En una nueva exposición al alérgeno, el antígeno se une a las IgE, que cubren la superficie de los
mastocitos o de los basófilos, y cuando una molécula de alérgeno se une a dos IgE (formando un puente
entre ellos) se activa la secreción de gránulos citoplasmáticos de los mastocitos o de los basófilos, llenos
de histamina y otras citocinas que provocan la reacción de hipersensibilidad inmediata (con las
consecuencias señaladas más arriba y otras reacciones denominadas de hipersensibilidad tardía,
respectivamente.

La hipersensibilidad inmediata se supone que es parte de una respuesta mayor que conduce a la formación
de infiltrados inflamatorios ricos en eosinófilos llamados reacción de fase tardía. Esta
hipersensibilidad tardía es un mecanismo de defensa del huésped contra algunas infecciones
helmínticas e infestaciones por larvas de insectos.

I. Sensibilización:

1. Activación de linfocito T y B por


un antígeno alergénico.

2. Producción de IgE.

3. Unión de IgE a la superficie de


mastocitos.

II. Nueva exposición:

4. El antígeno se une a las IgE


que cubren la superficie de
los mastocistos.

Figura 15. Etapas en las reacciones alérgicas.

18
5. MEMORIA INMUNOLÓGICA.

La formación de células de memoria de todos los tipos de linfocitos que intervienen en la respuesta
inmunitaria, tras un primer contacto con el antígeno (reacción inmune primaria), permite que la reacción
inmunológica sea mucho más rápida en un segundo contacto, incluso, varios años después del primero
(reacción secundaria). Esto se puede comprobar midiendo los niveles de anticuerpos presentes en un
organismo en ambas situaciones (figura 16).

- Reacción inmune primaria. Tras la exposición al antígeno hay un breve periodo de latencia durante el
cual éste es identificado y los linfocitos comienzan a multiplicarse, momento en el que la producción de
anticuerpos sigue una fase logarítmica, durante varios días, hasta llegar a un nivel máximo. A partir de este
momento, se inicia una fase de declinación durante la que la concentración de anticuerpos va disminuyendo
hasta alcanzar un nivel muy bajo. Los anticuerpos formados en esta primera reacción son principalmente de
tipo IgM.

- Reacción inmune secundaria. En un posterior contacto, el período de latencia es más corto, la


producción de anticuerpos, más rápida y mayor, y la fase de declinación, más lenta. En esta reacción
secundaria, los anticuerpos que se sintetizan son en mayor proporción de tipo IgG. Igualmente, se ha
comprobado que en una segunda exposición, la afinidad de los anticuerpos por el antígeno es mucho mayor
y la cantidad de antígeno necesaria para provocar la respuesta es mucho menor.

A esta capacidad de respuesta inmunológica a un antígeno, más rápida y eficaz, tras un primer contacto con
él, se la conoce como memoria inmunológica.

Figura 16. Comparación de reacción inmune primaria y secundaria.

6. TIPOS DE INMUNIDAD: CONGÉNITA, INNATA O NATURAL E INMUNIDAD ARTIFICIAL.

El término inmunidad se empleó inicialmente para definir la protección contra agentes infecciosos; más
tarde se amplió para incluir otras sustancias extrañas. En la actualidad, el gran desarrollo de la Inmunología
permite conocer multitud de detalles acerca de los procesos inmunitarios y, por tanto, cabe precisar aún más
en la definición: se dice que un organismo es inmune a determinado antígeno cuando es capaz de destruirlo
o de desactivarlo sin sufrir ninguna patología.
Los mamíferos pueden obtener dicha inmunidad de manera natural o por medios artificiales. La
inmunidad congénita o innata es aquella con la cuál se nace. Además, la inmunización se puede deber a
la síntesis de anticuerpos por el propio organismo (activa) o a la adquisición de los producidos por otro
organismo (pasiva). De ahí que se clasifiquen los distintos tipos de inmunidad de este modo:

19
6.1 Inmunidad Natural. Puede ser, a su vez, activa y pasiva.

a) Activa. Se obtiene al contraer y superar una enfermedad. Se basa, como ya se ha descrito, en la


memoria inmunológica que se adquiere tras un primer contacto con el agente patógeno y que se puede
conservar durante muchos años. Así, cuando una persona ha sufrido el sarampión durante la infancia, las
células de memoria que se han formado la vuelven inmune a esa enfermedad durante toda la vida.

b) Pasiva. Se adquiere de manera natural durante el desarrollo embrionario. En la especie humana, al


igual que en los demás mamíferos, las IgG atraviesan la placenta y llegan al feto, y la primera secreción
láctea -o calostro- contiene grandes cantidades de IgG e IgA. De esta forma, el recién nacido está
protegido, de manera pasiva, durante unos seis meses, frente a muchos microorganismos patógenos
mientras desarrolla totalmente su sistema inmunológico.

6.2. Inmunidad artificial. También se puede clasificar en activa y pasiva

a) Activa. Se consigue mediante la vacunación, es decir, la inoculación de un preparado (vacuna) que


contiene el microorganismo patógeno (muerto o atenuado) o su toxina, de tal forma que, aunque ha
perdido su carácter patógeno, conserva su capacidad inmunogénica. Al ser introducida la vacuna en el
organismo, el sistema inmunitario responde fabricando anticuerpos y células de memoria, es decir,
consigue memoria inmunológica y, por tanto, inmunidad frente a ese agente patógeno concreto. La
vacunación se utiliza como medida de prevención de la enfermedad. En la actualidad existen vacunas
contra multitud de microorganismos patógenos (sarampión, tétanos, rabia, rubéola, polio, etc.) y se vacuna
sistemáticamente a toda la población; así se ha conseguido erradicar totalmente algunas enfermedades,
como la viruela.

b) Pasiva. Se adquiere mediante la sueroterapia, que consiste en la inyección de un suero que contiene
los anticuerpos específicos, que han sido preparados previamente por inmunización de otro organismo,
contra determinada enfermedad. Se suele utilizar como medida curativa, y en muchos casos de
emergencia, como en el tratamiento de hepatitis y como prevención aguda, en casos de riesgo de infección
por tétano. No obstante, sus efectos no son duraderos, ya que el propio sistema inmunológico del
organismo no entra en funcionamiento y, por tanto, no se han fabricado células de memoria.

7. ANOMALÍAS DEL SISTEMA INMUNITARIO.

7.1. Tolerancia.

La tolerancia es el reconocimiento de lo propio. Un exceso de tolerancia hará que el organismo sea incapaz
de defenderse, al confundir sustancias extrañas como propias, ocasionará inmunodeficiencia. La falta de
tolerancia, es decir, la incapacidad de reconocer algunas moléculas propias como tales y considerarlas como
extrañas, puede hacer reaccionar al organismo contra lo propio, dando origen a la autoinmunidad.

a) Autoinmunidad.

Si desaparece la tolerancia de los linfocitos B o T frente a moléculas propias de nuestro organismo, se


producen casos de autoinmunidad que dan lugar a enfermedades difíciles de combatir. Algunos ejemplos:

• La miastenia gravis. Se producen anticuerpos contra los receptores de acetilcolina (ACh) de las
células musculares esqueléticas. Estos receptores quedan bloqueados por anticuerpos y se favorece su
endocitosis, por lo que ya no pueden responder a las señales nerviosas que producen la contracción
muscular. El resultado es que los músculos, al no responder a las señales nerviosas, sufren un
debilitamiento progresivo e, incluso, puede ocurrir que la persona quede paralizada.

• La enfermedad de Graves o tirotoxicosis autoinmune. Se producen anticuerpos que se unen a los


receptores de la hormona TSH que se encuentran en las células de la tiroides. Al unirse los anticuerpos
a dichos receptores, se dispara permanentemente la producción de hormonas tiroideas.

• La artritis reumatoide. Aparece cuando macrófagos, linfocitos B y linfocitos T se activan contra


antígenos asociados a las articulaciones (uniones) de los huesos. Al parecer, hay una predisposición
genética y se desconoce su causa última. En el suero de los enfermos que la padecen se encuentra

20
siempre el llamado factor reumatoide, una clase de IgM. El resultado de la enfermedad es una
inflamación crónica de las articulaciones de las extremidades.

• La esclerosis múltiple. Se produce una reacción contra la mielina que rodea los nervios, originando
parálisis y pérdida de sensibilidad.

• El lupus eritematoso. Se forman anticuerpos contra DNA e histonas, originando diversas lesiones que
pueden acabar en una insuficiencia renal crónica.

• La diabetes juvenil. Aparece cuando el sistema inmune reacciona contra moléculas de las células β
del páncreas, provocando que esta glándula produzca menos insulina.

b) Inmunodeficiencia.

Se dice que hay inmunodeficiencia cuando el organismo tiene un número inadecuado de linfocitos
funcionales y las respuestas inmunitarias no son efectivas. Las personas que la padecen resultan muy
vulnerables a infecciones por microorganismos que son peligrosas para la población general. Se clasifican en
primarias y adquiridas:
Las inmunodeficiencias congénitas o primarias son causadas por mutaciones en algún gen que afecta al
sistema inmunitario. Científicamente se conocen como síndrome de inmunodeficiencia severa
combinada (SISC). Aunque este tipo de enfermedades es de pronóstico muy grave y, en ausencia de
tratamiento, suelen ser mortales, en la actualidad se dispone de tratamientos como trasplantes de médula
ósea, la utilización continuada de sustancias antimicrobianas o la administración de anticuerpos. En los
casos más graves hay que mantener a las personas afectadas en recintos estériles con el fin de evitar el
contacto con cualquier tipo de gérmenes (los niños burbuja). En la actualidad se están desarrollando
tratamientos experimentales de terapia génica para introducir en estos pacientes los genes de los que
carecen.
Las inmunodeficiencias adquiridas son las que aparecen a partir de un momento determinado de la vida.
Pueden tener diferentes orígenes:

¾ Algunas están asociadas a enfermedades o situaciones que causan pérdidas generalizadas de


proteínas, como la malnutrición, o fallos generalizados en la hematopoyesis, como las leucemias, o
lesiones de estructuras que facilitan la invasión de micro-organismos, como las quemaduras graves.

¾ Otras inmunodeficiencias secundarias están asociadas a tratamientos médicos (iatrogénicas) que


matan o inactivan a los leucocitos. Es el caso de los inmunosupresores (corticoesteroides,
ciclosporina) y de la quimioterapia y radioterapia utilizadas contra los tumores.

¾ La inmunodeficiencia adquirida puede ser causada por infecciones víricas que afecten al sistema
inmunitario. Es el caso de síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida).

21
8. ANTÍGENOS DE GRUPOS SANGUÍNEOS HUMANOS.

En 1901, Karl Landsteiner demostró la existencia de antígenos de grupos sanguíneos, en glóbulos rojos
humanos, así como la existencia de anticuerpos dirigidos contra esos antígenos en el suero. De la sangre
obtenida de personas que trabajaban en el laboratorio, se separaron los glóbulos del suero y posteriormente
se mezclaron sueros y glóbulos en diferentes combinaciones. Landsteiner observó que algunos glóbulos se
aglutinaban con ciertos sueros pero no con otros. Los resultados mostraron que los individuos podían ser
agrupados. Los individuos en el grupo A tenían un antígeno, llamado A, en sus glóbulos rojos y anticuerpos
contra otro antígeno, llamado B, en su suero. Los individuos del grupo B, tenían antígeno B en sus glóbulos
rojos y anticuerpos anti antígeno A en su suero. Un tercer grupo, llamado grupo O, no tenía antígenos A ni
antígeno B en sus glóbulos rojos, pero presentó anticuerpos anti A y anticuerpos anti B en su suero. Algún
tiempo después se identificaron individuos que tenían antígenos A y B en sus glóbulos rojos, pero no tenían
anticuerpos contra A ni contra B en sus sueros. Este grupo se llamó AB. La tabla 4 resume las relaciones
descritas.
Tabla 4. Grupos sanguíneos ABO
Genotipo Fenotipo Grupo Antígenos en eritrocitos Anticuerpos en Suero
IAIA o IAi A A anti – B
IBIB o IBi B B anti – A
IAIB AB AyB Ninguno
ii O Ninguno anti – A y anti- B

Los anticuerpos anti grupos sanguíneos son considerados, o llamados, anticuerpos naturales, debido a que
no son inducidos por inmunización por los eritrocitos.
Los antígenos sanguíneos son azúcares que están en el extremo de oligosacáridos expuestos hacia el espacio
extracelular (es decir forman parte del glicocálix de todas las células del organismo), lo cuál los hace
accesibles a los anticuerpos. Éstos reaccionan con antígenos de varios eritrocitos simultáneamente,
produciendo la aglutinación. La reacción de los anticuerpos con estos antígenos de superficie, puede activar
el sistema de proteínas del Complemento produciendo la lisis de los glóbulos rojos (en este caso se llama
hemólisis).

Figura 17. Estructura de los antígenos de grupos sanguíneos. Azúcares terminales constituyen los epitopos que
diferencian los antígenos de los grupos A, B y O.

8.1. Compatibilidad de transfusiones Sistema ABO.

El descubrimiento de los antígenos del sistema ABO y sus AB


correspondientes anticuerpos hizo posible las transfusiones
sanguíneas sobre bases racionales. El esquema siguiente resume las
compatibilidades de transfusiones sanguíneas entre receptores y A B
donantes. El donante universal es el grupo O. Puesto que los
eritrocitos no presentan antígenos, al entrar en la circulación de
receptores distintos de O, que presentan anticuerpos, no serán O
aglutinados. En el extremo opuesto está el grupo AB. Los eritrocitos
AB pueden ser recibidos sólo por otro individuo AB. En la transfusión
lo importante es que los eritrocitos del donante no sean aglutinados
por los anticuerpos del receptor. Los anticuerpos en el plasma de la
sangre del donante se diluyen en el plasma del receptor y se absorben
Figura 18. Compatibilidad de
en los antígenos A o B que también se expresan en las células de los transfusiones Sistema ABO.
vasos sanguíneos.

22
8.2. Sistema Rhesus.

En 1940 Landsteiner y Wiener mostraron que anticuerpos producidos contra eritrocitos de Macaccus rhesus
(una especie de monos comunes en la India) aglutinaron los eritrocitos del 85 % de la población humana.
Los anticuerpos estaban dirigidos contra una molécula llamada el antígeno rhesus (Rh), por lo que las
personas que lo expresaron fueron llamadas Rh positivos. El restante que no lo presentó se llama Rh
negativo.

No se producen anticuerpos
naturales anti antígeno Rh.
Este antígeno es una proteína
no glicosilada y muy
hidrofóbica presente en la
superficie celular. Se piensa
que forma parte de un grupo
de proteínas de transporte.
8.3. Incompatibilidad Rh
Figura 19. Estructura del
antígeno Rh.

La enfermedad hemolítica del recién del nacido (también llamada Eritroblastosis Fetal), a menudo ocurre
como resultado de la incompatibilidad Rh (rhesus). Se produce en madres Rh negativa embarazada cuyo feto
es Rh positivo.

Figura 20.
a) esquema de circulaciones fetales y
maternas separadas por las células
del trofoblasto. Los eritrocitos Rh+
permanecen dentro de la circulación
fetal.
b)los eritrocitos maternos
permanecen dentro de la circulación
materna.
c) al momento del parto (la cabeza
del feto está próxima al cuello del
útero) una cierta cantidad de
eritrocitos fetales alcanzan la
circulación materna. Una vez en ella,
provocan una respuesta de
producción de anticuerpos anti
antígeno Rh. Anticuerpos contra
eritrocitos fetales son usualmente
producidos después del primer
nacimiento. Embarazos sucesivos
inducen respuestas elevadas en
anticuerpos (es decir, respuestas
secundarias y terciarias). Los
anticuerpos inducidos en esta forma
(de tipo IgG) pueden cruzar la
placenta y alcanzar la circulación
fetal, dónde reaccionan con los
eritrocitos fetales causando su Figura 20 Efecto de incompatibilidad Rh.
destrucción y eventualmente la
muerte del feto (Figuras 20 y 21).

23
Figura 21. Desarrollo de Eritroblastosis Fetal.

La Eritroblastosis fetal no se desarrolla si los padres tienen grupos sanguíneos ABO diferentes del feto. Esto
es porque cualquier eritrocito fetal que entre en la circulación de la madre ABO incompatible, será destruido
por la reacción con los anticuerpos preexistentes por lo que no provocará una respuesta inmune. Estos
anticuerpos naturales rara vez causan la enfermedad hemolítica del recién nacido puesto que son del tipo
IgM y no pueden atravesar la placenta y alcanzar el feto. Esta observación llevó a la predicción de que, si la
madre tuviese anticuerpos anti antígeno Rh circulantes, entonces cualquier eritrocito fetal Rh+ que entrara
en la circulación materna sería destruido y así se evitaría la sensibilización de la madre (figura 22).

Figura 22. Prevención de la Eritroblastosis fetal.

24
9. EL SIDA.
La enfermedad se identificó por primera vez en 1981 mediante estudios epidemiológicos. Se comprobó entre
poblaciones jóvenes el aumento de la incidencia de infecciones causadas por patógenos, normalmente
inofensivos, y de una forma rara de cáncer, el sarcoma de Kaposi, que afecta las células endoteliales de los
vasos sanguíneos. Estos trastornos sólo se habían descrito para pacientes con inmunodeficiencias. Como la
enfermedad afectaba entonces, preferentemente, a varones homosexuales, consumidores de drogas
intravenosas y receptores de transfusiones de sangre, se sospechó que el agente causante era un
microorganismo de transmisión sexual o sanguínea. En sólo tres años se consiguió aislar y caracterizar el
virus que producía la inmunodeficiencia. Curiosamente, el VIH (Virus de la Inmunodeficiencia Humana) utiliza
a los macrófagos y a los linfocitos T colaboradores (Th) en su ciclo reproductivo. Cuando un VIH se pone en
contacto con un linfocito Th, la molécula CD4 actúa de receptor, facilitando su entrada en la célula por
endocitosis mediada por receptor. Otros tipos de células humanas tienen también en sus membranas
plasmáticas la molécula CD4 en pequeña cantidad y pueden ser infectadas también por el VIH. Es el caso de
los monocitos y macrófagos, que se considera que pueden actuar como reservorio del virus dentro del
cuerpo.
9.1. El virus del SIDA.

El VIH es un retrovirus (figura 23). La partícula viral tiene forma


esférica, de unos 100 nm de diámetro, y presenta envoltura externa,
como la mayoría de los virus animales, dentro de la cual se localiza la
cápside, que contiene el material genético. Esa envoltura externa está
formada por una bicapa de fosfolípidos que presenta la estructura
típica de todas las membranas biológicas. En esta bicapa se
encuentran dos glicoproteínas virales: gp41, anclada en la membrana,
y la gp 120, que se une a la anterior. En el interior de esta envoltura
está la matriz, compuesta por la proteína p17, que rodea a la cápside
proteica. Ésta presenta una característica forma cónica y está
constituida, a su vez, por la proteína p24. En su interior se encuentra
el RNA genómico, dos copias idénticas, y, unida a cada una de ellas,
una molécula de tRNA, que actúa como cebador en la síntesis de DNA,
y algunas copias de transcriptasa inversa. Además, hay otras
proteínas como la proteasa, la integrasa y las proteínas de la
nucleocápside p9 y p6.

9.2. Ciclo de infección del VIH

El ciclo de infección (figura 24), de tipo lisogénico, tiene dos


Figura 23. Esquema del virus VIH.
fases:

Fase temprana. Abarca desde el anclaje del virus hasta la


integración de su genoma en el de la célula. El mecanismo de
la retrotranscripción es bastante complejo, pero se puede
resumir indicando que la transcriptasa inversa es capaz de
utilizar las dos copias de RNA víricas y el tRNA cebador para
sintetizar una doble cadena de DNA, que es transportado por
un complejo de proteínas al núcleo celular. Allí, y mediante la
acción de la integrasa viral, es insertado en el genoma de la Figura 23.
célula, constituyendo así el provirus. En la mayoría de las Virus del
células la infección se detiene en este momento, entrando en
una fase de latencia vírica, que puede durar un número
variable de años. En algún momento se activa y prosigue el
ciclo infectivo.
Fase tardía. Se inicia con la transcripción del genoma del
provirus -la secuencia LTR situada en posición 5' actúa como
promotor de la transcripción-. Los RNA transcritos son
traducidos, de forma que se van sintetizando muchas copias de
las proteínas víricas. Las proteínas de la envoltura van
migrando hacia la membrana de la célula y se introducen en su
estructura, lo que origina en ella una pequeña protuberancia. El
resto de las proteínas y más copias del RNA del virus migran
también a estas zonas, de donde emergen los nuevos virus por
gemación. El ensamblaje de las partículas víricas se produce en
el interior de la envoltura. El brote de nuevos virus mediante
este sistema hará que la membrana del linfocito se desintegre y
muera. Durante esta etapa, el individuo infectado desarrolla la
9.3. Desarrollo de la enfermedad.
enfermedad.

Figura 24. Ciclo de infección del VIH.


25
El virus penetra en el organismo por vía sanguínea o por vía sexual y se multiplica de forma muy activa
durante las tres a seis primeras semanas. Por ello, aproximadamente el 50 % de los afectados presenta
ligeros síntomas (fiebre, fotofobia, cefalea, diarrea, etc.)

Durante este período, el individuo presenta un alto grado de viremia (cantidad de virus en la sangre) y, como
consecuencia, hay una respuesta del sistema inmunitario, tanto humoral como celular, que provoca la
práctica desaparición del VIH en la sangre. Sin embargo, una pequeña proporción del virus permanece
acotado en ciertos órganos, principalmente, en los ganglios linfáticos y el bazo.
La infección entra, así, en una fase de latencia clínica que puede durar más de diez años y en la que,
aunque no hay síntomas aparentes de la enfermedad, algunos virus se siguen replicando de forma activa. Por
ello, a pesar de ser una fase asintomática, el número de linfocitos T CD4 del individuo va disminuyendo
paulatinamente.

Mientras la persona puede reemplazar las células muertas, no se manifiesta la enfermedad, pero el sistema
inmune se va deteriorando progresivamente, hasta que se alcanza una inmunosupresión (el sistema inmune
casi no existe) y se desarrolla clínicamente el SIDA.

A causa de la inmunodeficiencia, el paciente sufre cada vez más ataques de infecciones que no puede
combatir, aunque sean leves (enfermedades oportunistas), las cuales, en muchas ocasiones, causan su
muerte. Las víctimas pueden, incluso, desarrollar tumores (como el sarcoma de Kaposi y los linfomas).

Como los síntomas varían mucho de un individuo a otro, en 1993 los CDC (Centers of Diseases Control), en
EE UU, definieron como caso de sida al paciente seropositivo para el VIH con recuentos de linfocitos T CD4
menores a 200 células/mm3, con o sin sintomatología.

9.4. Lucha contra el SIDA.

a) Prevención

La vía más eficaz e importante para combatir la expansión de la enfermedad consiste en prevenir el
contagio evitando situaciones de riesgo. Tanto la sangre como el semen y las secreciones vaginales, son
fluidos que pueden contener una cantidad de células infectadas suficiente como para producir el contagio.
Sin embargo, el VIH no se transmite por tener contacto con la saliva, el sudor o las lágrimas de los pacientes
infectados. El virus no se propaga tampoco por vía aérea ni digestiva. Es necesario un contacto físico,
íntimo y directo, con la fuente de infección. Las medidas de precaución se resumen en dos: mantener
relaciones sexuales seguras y evitar el contacto sanguíneo, en especial, mediante el uso de jeringas
desechables. Se está investigando también la posibilidad de conseguir vacunas contra el virus, por ejemplo,
utilizando la glicoproteína de su superficie (gp 120), aunque aún no se ha conseguido.

b) Tratamiento

Algunos de los fármacos utilizados son compuestos antivirales, como la azidotimidina (AZT), que es un
análogo químico del nucleósido timidina, pero que, en posición 3', posee un grupo N3 en lugar de un -OH,
con lo que, al ser incorporado en la cadena que se está sintetizando, detiene la replicación, por no presentar
ningún extremo 3'-OH libre.
Otros fármacos de este tipo son el aciclovir, ARA-A y BVDU, aunque ninguno de ellos cura la enfermedad,
dado que la alta tasa de mutación de los virus permite que aparezcan variantes resistentes a cualquier
droga. Los mejores resultados se han obtenido combinando dos o más drogas.
Un grupo de medicamentos, de reciente aparición, son los inhibidores de la proteasa (saquinavir, indinavir
y ritonavir), que parecen tener una eficacia diez veces superior a los anteriores, si bien presentan algunos
efectos secundarios (molestias abdominales o aumento de la bilirrubina) y las dosis necesarias son muy
elevadas (35 pastillas/día).
Gracias a que ya se conocen muy bien las proteínas víricas, se está intentando diseñar fármacos vía software
(sobre todo, análogos de sustrato) que actúen contra dos proteínas esenciales para la multiplicación del
virus: la proteasa y la transcriptasa inversa.

Todos somos víctimas potenciales pero, por fortuna, no se trata de una enfermedad altamente infecciosa.
El VIH es un virus muy frágil y que se transmite bastante mal. La forma más eficaz de frenar esta
pandemia consiste en observar una serie de precauciones para prevenir el contagio. De hecho, parece que
ha empezado a disminuir su velocidad de diseminación, aunque, a pesar de todo, el sida constituirá un
gran problema sanitario y económico en todo el mundo durante muchos años.

26
GLOSARIO.

Anafilaxis: corresponde a una alergia en su forma más extrema, es sistemática y puede producirse asfixia y
colapso cardiovascular. (Concepto contrario a: profilaxis que significa protección).

Anticuerpo: Corresponde a una glucoproteína que producida por las células plasmáticas se denominan en
forma genérica inmunoglobulina o Ig.

Antígenos: son moléculas exógenas e inmunogénicas. Esto último significa que son capaces de inducir en
el organismo hospedero la formación de anticuerpos.

Autoeliminación: se refiere a la muerte de las células efectoras por apoptosis, una vez destruido el
antígeno, estas células no tienen razón de existir. (De todas maneras hay sobrevivientes llamadas: células
memoria).

Autoinmunidad: se provoca en el organismo al desaparecer la tolerancia de los linfocitos B y T frente a sus


propias moléculas.

Células Efectoras: se refiere a las células linfocitarias diferenciadas tales como: células plasmáticas,
linfocitos T colaboradoras y citotóxicos.

Ciclo de infección del VIH: corresponde al ciclo lisogénico del virus del SIDA y tiene una fase temprana, en
la cual el virus se inserta en el genoma de la célula constituyendo el provirus y entra en una fase de latencia
vírica, y otra fase tardía en la cual se transcribe el genoma del provirus, se ensamblan nuevos virus y
emergen por gemación, matando al linfocito, declarándose el SIDA.

Complejo Mayor de Histocompatibilidad: proteínas expresadas por genes con un alto grado de
variabilidad, se presentan en las membranas plasmáticas y constituyen las señales de identidad de las
células que conforman un individuo.

Complejos inmunes: productos de la unión de anticuerpos con sus antígenos, con el fin de ser fagocitados
o activar al sistema complemento.

Fase de latencia clínica: en el caso del SIDA, corresponde a la fase asintomática en la cual el número de
linfocitos T CD4 del individuo infectado disminuye lentamente, esta fase puede durar 10 años o más.

Inmunidad: por convenio este término sólo se refiere al estudio de la inmunidad específica.

Inmunidad celular: corresponde a aquella mediada por los linfocitos T.

Inmunidad humoral: corresponde a aquella mediada por los anticuerpos, responsables del reconocimiento
específico y la eliminación de los antígenos.

Inmunodeficiencia: se provoca cuando el organismo tiene un número inadecuado de linfocitos funcionales.

Hipersensibilidad inmediata: se refiere a la reacción alérgica, que se caracteriza por: aumento de la


permeabilidad vascular, vasodilatación, edema, contracción de la musculatura lisa bronquial e intestinal e
inflamación local.

Péptido vírico: corresponde a fragmentos de proteínas que fueron expresadas por genes virales en el
interior de las células infectadas por virus.

Proteínas séricas: corresponden a las proteínas del plasma sanguíneo, como por ejemplo, las proteínas del
sistema del complemento.

Respuesta Inmunitaria: se refiere a las respuestas que son específicas para diferentes antígenos
inductores.

Sistema del complemento: conjunto de 18 proteínas séricas cuya función se observa en la citólisis de
patógenos, activación de la inflamación y la opsonización, su acción es inespecífica.

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Suero terapéutico: corresponde a anticuerpos específicos que han sido preparados previamente por
inmunización de otro organismo contra una enfermedad determinada.

Opsonización: proceso en el cual proteínas del complemento se unen a partículas extrañas o


microorganismos, marcándolos y facilitando así su fagocitosis. Acción similar realizan los
anticuerpos.

Vacuna: corresponde a un preparado que contiene al microorganismo patógeno (muerto o atenuado) o su


toxina, que conserva su capacidad inmunogénica.

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