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Participante

Anti Ramon Diaz Minaya


Facilitador
Alexis Gómez
Materia
Derecho Civil 5
Matricula
17-8164
Escuela
Derecho
Fecha
19-02-2020
UNIDAD I
La Responsabilidad Civil.

A. Noción de Responsabilidad Civil: Importancia.


Entre el responsable y la víctima surge un vínculo de obligación; el primero se
convierte en acreedor, y la segunda, en deudora de la reparación. Uno y otra,
fuera de su voluntad. Incluso cuando el responsable ha querido causar el daño, la
obligación nace sin que él haya consentido: ha querido el daño, no ha querido
convertirse en deudor de la reparación. E incluso si, por un imposible, lo hubiera
querido, no lo obligaría esa voluntad, sino la ley. Una vez realizado el daño,
cuando su autor quiere repararlo, no es tampoco su voluntad lo que crea la
obligación; tiene tan sólo la intención de cumplir con una obligación que ha nacido
fuera de él, desde el instante de la realización del perjuicio.
  Para concretar la noción de responsabilidad civil, es preciso, por una parte,
distinguirla de las nociones cercanas: responsabilidad moral y responsabilidad
penal; por otra parte, definir los dos órdenes de responsabilidad civil:
responsabilidad delictual y cuasi delictual, responsabilidad contractual; hace falta,
además, analizar el contenido de las obligaciones, pues no existe responsabilidad
más que allí donde existe violación de una obligación.
Responsabilidad moral, penal y civil. Ser responsable moralmente es responder
ante Dios y ante la propia conciencia. Ser responsable jurídicamente es responder
ante los hombres.
   Dios y la conciencia no reprochan nada a quien obra de buena fe. Por eso, la
responsabilidad moral es una noción puramente subjetiva: para saber si una
persona es moralmente responsable, hay que examinar su estado espiritual; el
mismo acto empeñará la responsabilidad moral de uno y no la de otro, cuyo
sentido moral será menos refinado. Desde el instante en que la conciencia de un
individuo reprueba su actitud, es moralmente responsable; poco importante el
resultado: un perjuicio no constituye un requisito necesario de la responsabilidad
moral; por lo demás, resulta suficiente con un simple pensamiento. Todo pasa
igualmente dentro de un plano puramente interno, no exteriorizado, en cuanto a la
sanción de la responsabilidad moral (cfr. Parte I, n. 14); sin duda, cuando existe un
daño, la regla moral ordena en algunos casos su reparación; pero eso no es a
título de sanción. 
    Por tales caracteres, la responsabilidad moral se opone a la responsabilidad
jurídica, de modo más o menos completo, por otro lado, según que se trate de
responsabilidad penal.
   Para que exista responsabilidad civil, y asimismo para que haya responsabilidad
penal, se necesita una acción o una abstención: el pensamiento debe
exteriorizarse. Y, en ambos casos, esa acción o abstención debe haber causado
un perjuicio.
    La sociedad debe defenderse contra todos los hechos que le causen un daño; o
sea, que amanecen el orden social. Para defenderse, hace falta que castigue a
sus autores. La responsabilidad penal aparece, así como una sanción, sanción
que será tanto más severa cuanto mayor sea la perturbación social. Pero, para
sancionar a un individuo, hace falta además que su conciencia le reproche el acto
cometido; en principio, la responsabilidad penal exige, pues, la responsabilidad
moral y, en consecuencia, un análisis subjetivo del estado espiritual del agente; y
cuanto mayor sea la responsabilidad moral, más severo deberá ser el castigo.
Existen algunos casos, sin embargo, en que la necesidad del mantenimiento del
orden obliga al legislador a reprimir el acto al margen de toda indagación subjetiva;
así, las contravenciones y los delitos por imprudencia. Ninguna acción puede ser
penada a falta de un texto legal que la prohíba: Nula poema sine lege; sin ese
principio, la libertad individual no estaría ya garantizada.
   La responsabilidad civil no supone ya un perjuicio social, sino un daño privado.  
Por eso, ya no es cuestión de penar, sino solamente de reparar. Mientras que la
responsabilidad penal constituye una sanción, la responsabilidad civil es una
reparación. Así pues, no se mide, en principio, por la culpabilidad del autor del
daño, sino por la importancia de ese daño.  ¿Quiere eso decir que todo análisis de
la conducta del autor del daño sea ajeno a la responsabilidad civil? De ninguna
manera. Pero ese análisis no debe llevar consigo un examen subjetivo; no se trata
ya de saber, como en materia de responsabilidad moral o penal, si la conciencia
del agente le reprocha algo, sino de averiguar cómo se habría comportado, en las
mismas circunstancias, otro individuo; hace falta entregarse a un examen objetivo
del error de conducta. Se comprobará, no obstante (…), que el análisis subjetivo
del error de conducta conserva partidarios aún.  Puesto que no se trata de pensar,
sino tan sólo de reparar un daño, no es necesario que un texto legal prevea
especialmente el perjuicio sufrido por la víctima para que ésta pueda pedir
reparación: el legislador puede contentarse con establecer un principio general de
responsabilidad civil.

B. Responsabilidad Penal y Civil.


Responsabilidad penal es la consecuencia jurídica derivada de la comisión de un
hecho tipificado en una ley penal por un sujeto, y siempre que dicho hecho sea
contrario al orden jurídico, es decir, sea antijurídico; además de punible. Generan
responsabilidad penal todas aquellas acciones humanas (entendidas como
voluntarias) que lesionen o generen un riesgo de lesión a un bien protegido por el
ordenamiento jurídico (por ejemplo: vida, integridad física, libertad, honor, orden
público, etc.). La comisión de un delito o falta generará responsabilidad penal.
La responsabilidad penal se concreta en la imposición de una pena, que bien
puede ser de privativa de libertad (como la pena de prisión o la localización
permanente), privativa de otros derechos (como el derecho a portar armas, el
derecho a conducir vehículos a motor, el derecho a residir en un lugar
determinado, etc.), pudiendo también consistir dicha pena en una multa
pecuniaria.
se utiliza el término responsabilidad civil para referirse a responsabilidad
extracontractual, por el mero hecho de contraponerla a la responsabilidad penal.
La razón es que los actos ilícitos pueden ser de carácter civil o de naturaleza
penal. Estos últimos son considerados delitos en atención a su gravedad y a la
lesión no solo de bienes patrimoniales de terceras personas, sino en cuanto
infringen o alteran el orden público.
El ordenamiento jurídico, en consecuencia, tipifica y sanciona las conductas
delictivas con medios propios y específicos, contemplados en CP (privación de
libertad, destierro o privación del derecho a residir en determinados lugares,
inhabilitación. etc.), dejando aparte el hecho de que la responsabilidad
extracontractual puede ser accesoria de la responsabilidad penal propiamente
dicha.
El CC establece en el art 1092 que "las obligaciones civiles que nazcan de los
delitos se regirán por las disposiciones del Código Penal" para disponer en el
siguiente artículo que la responsabilidad extracontractual derivada de los actos u
omisiones en que intervenga culpa o negligencia no penadas por la ley (esto es,
los llamados ilícitos civiles) se regularán por los arts. 1092 y sus del propio CC.
Sin embargo, esto requiere ciertas precisiones.
En el caso de que el proceso penal culmine mediante sentencia condenatoria,
ésta deberá pronunciarse de forma inexcusable sobre la responsabilidad civil
dimanante del ilícito penal, salvo si el querellante se reservó el posterior ejercicio
de la acción civil a efectos de la reparación del daño producido.
Si el proceso penal termina mediante sentencia absolutoria, a partir de la firmeza
de ésta comienza a correr el plazo de prescripción de la posible acción civil de
resarcimiento de los daños sufridos por el perjudicado.
La sentencia penal, pues, no genera el efecto de cosa juzgada respecto de la
responsabilidad civil, ni la inexistencia de ilícito penal implica la inexistencia de
responsabilidad extracontractual que, a continuación, puede ser exigida por la
víctima del daño. Ni siquiera los hechos probados en el proceso penal perjudican
de forma irresoluble a la víctima, pues el Tribunal civil no tiene por qué limitarse a
aquellos (STS de 30/03/1983). En efecto, según el Tribunal Supremo, la sentencia
absolutoria recaída en juicio penal no prejuzga la valoración que de los hechos
puede hacerse en vía civil, pudiendo los Tribunales de este orden, valorar y
encuadrar el hecho específico en el ámbito de la culpa extracontractual (STS de
14/01/2014, entre otras).
Es pertinente igualmente el posterior ejercicio de la acción civil cuando la causa
penal es objeto de sobreseimiento, pues en tal caso es innegable la competencia
del Juez civil para el conocimiento de los hechos (STS de 11/01/2012, entre otras).
Finalmente, el perjudicado por el delito puede ejercitar la acción penal,
reservándose las acciones civiles para posteriormente, reclamar la reparación por
responsabilidad extracontractual en vía civil (STS de 30/5/1983, entre otras). Dicha
reserva de la acción civil debe plantearse en la propia querella, y supondrá una
dilación en l reparación del daño.
UNIDAD II
Nacimiento de la Acción en Responsabilidad Civil.

C. Origen de la acción en Responsabilidad civil.


Nace del incumplimiento total o parcial de un contrato y se rige por el art. 1146 y
siguientes del C. Civil. Cuando una parte no cumple con sus obligaciones incurre
en responsabilidad contractual, también cuando cumple mal (llamado prestación
defectuosa), todo esto a menos que haya causa de exoneración. Las causas de
exoneración son generalmente el caso fortuito, la fuerza mayor y el hecho de un
tercero. Un ejemplo es el vendedor que no entrega a tiempo después de recibir
el precio y una causa de exoneración seria el hecho de un tercero.
Cuando se desarrolla una actividad que genera riesgos, es posible que se
imponga sobre el que desarrolla dicha actividad, en caso de daños producidos por
ella, la responsabilidad de dicho s daños y por tanto su indemnización. Esta
responsabilidad será independiente de la negligencia o culpa del agente. Este tipo
de responsabilidad se ha dado en llamar objetiva. Este criterio ele que una
actividad peligrosa elévese responsable de los daños que ocasiona, fue aplicada a
la aviación. Se puede discutir si la aviación es peligrosa o no, sin duda lo fue en su
infancia, pero es indudable que un avión en su vuelo sobre personas y sus
propiedades, genera riesgos especiales en cuya creación dicha s personas son
totalmente ajenas. Por lo mismo resultaría injusto que los riesgos y perjuicios que
dicha actividad ocasiona, fueran pagados por aquellos que no realizan la actividad
y no tienen beneficios para ellos de ella. Esta idea de responder por los daños
independientemente de la culpa o negligencia, es viejísima y parece ser la idea
imperante en la primera fase del derecho romano, aunque a fines de la República
sería eclipsada por la idea de la responsabilidad con culpa, la culpa aquíliana en
cuyo desarrollo Quintus Mucius Scaevola sería entusiasta. Y también parece
haber sido la idea del Common Law primitivo.

D. Coexistencia de la Acción Penal y de la Acción Civil: Consecuencias,


Competencia.

La Acción Penal
la acción penal puede ser pública o privada. La acción penal tiene como fin
sancionar la infracción mediante la imposición de una pena establecida por el
código penal, así como también por cualquier disposición legal, para lo cual es
necesario que se pruebe la culpabilidad del procesado.
La acción penal es también una acción social en razón de que pertenece a
la sociedad el derecho de castigar. Y es a través del ministerio público que la
sociedad realiza dicho ejercicio.
La acción penal pública y acción penal privada
La acción penal pública le corresponde al ministerio público, sin perjuicio de la
participación de la víctima, según lo establece el código procesal penal, mientras
que la acción penal privada le corresponde a la víctima únicamente.
Por acción privada solo se persiguen los siguientes hechos punibles:
Violación de propiedad, Difamación e injuria, Violación de la propiedad industrial,
Violación a las leyes de cheques, Esta acción privada solo se ejerce con la
acusación de la víctima o su representante legal, en conformidad con lo
establecido en el procedimiento del código procesal penal.
Acción PÚBLICA penal a instancia privada.
Cuando el ejercicio de la acción pública depende de una instancia privada el
ministerio público solo está autorizado a ejercerla con la presentación de la
instancia y mientras ella se mantenga.
El ministerio público sin perjuicio de ello debe realizar todos los actos
imprescindibles para conservar los elementos de prueba, siempre que no afecten
la protección del interés de la víctima.
La instancia privada se produce al momento en que se presenta la denuncia o
querella por parte de la víctima. Una vez presentada queda autorizada la
persecución de todos los imputados.
ACCIÓN CIVIL
Existe discusión en cuanto a cuáles de las cuestiones que se manejan en el
proceso penal son extrapenales y, en especial, en cuanto a que la reparación de
los daños y los perjuicios ocasionados con el delito tengan un carácter penal o no
y que la acción civil pueda o deba adelantarse dentro del proceso penal.
"Para los clásicos y los neoclásicos, el daño privado resultante del delito trae
aparejada una disminución patrimonial, cuyo reparo debe hacerse efectivo por
medio de las disposiciones del derecho civil. Con ello se le dio a la indemnización
de los perjuicios ocasionados con el delito un carácter exclusivamente civil, sujeto
a las normas del derecho privado." Para la escuela positivista, la reparación
constituye una forma de lucha contra el delito y debería ejercerse con fines
sancionatorios y con fines preventivos, o sea que sería una manifestación del
poder punitivo del Estado, de carácter oficial, con obligaciones para los fiscales y
los jueces de tomar las medidas para hacerla efectiva. Se le concede así una
importancia grandísima como una cuestión que trasciende el mero interés privado,
a tal punto que del producto del trabajo en la prisión se debían hacer varias
partidas: una para la manutención del reo, otra para pagar a la víctima los
perjuicios, otra para la familia del reo y, si quedaba algo, se le debía entregar
cuando saliera en libertad. Una consecuencia más del anterior criterio es la de que
se supeditan al pago de perjuicios la condena de ejecución condicional, el perdón
judicial y libertad condicional.
Si se continúa dentro de la línea de pensamiento de los positivistas, llegaremos a
la conclusión de que la indemnización de los daños y perjuicios ocasionados por el
delito es, indiscutiblemente, un asunto penal que debe ser investigado y
perseguido dentro del proceso penal, pero si partimos de la base de la existencia
de una ilicitud civil, antes denominada delito civil, autónoma o derivada y
concomitante con una ilicitud penal, concluiremos que la segunda implica (o puede
implicar) la primera, mientras la ilicitud civil no implica la penal y que la naturaleza
de una y otra ilicitud es diferente y por tanto que la pretensión civil es una cuestión
extra penal que puede tramitarse dentro del proceso penal, con base en la unidad
de jurisdicción. Si esto puede predicarse respecto de la pretensión civil contra el
directo responsable, con mayor razón puede pensarse que la intervención del
tercero civilmente responsable o la del tercero incidental son cuestiones
extrapenales para resolver dentro del mismo proceso.

UNIDAD III.
Responsabilidad Civil Contractual.

E. Responsabilidad Delictual y Responsabilidad Cuasi delictual.

Responsabilidad delictual, cuando ha actuado con la intención de ocasionar el


daño, en cuyo caso el articulo aplicable es el 1382 del Código Civil, a cuyo tenor
cualquier hecho del hombre que causa a otro un daño, obliga aquel por cuya culpa
sucedió, a repararlo.
Responsabilidad cuasi delictual, cuando el daño ha sido causado sin intención de
ocasionarlo, en este caso la disposición legal aplicable es el Art. 1383 de dicho
código, que dispone que cada cual es responsable del perjuicio que ha causado,
no solamente por un hecho suyo, sino también por su negligencia o su
imprudencia.
La esfera de la responsabilidad civil delictual se encuentra dominada
fundamentalmente por la idea de falta, pues hasta la fecha no existe ningún texto
legal ni criterio jurisprudencial que establezcan un presunción de culpabilidad o de
responsabilidad contra el autor personal de una obligación delictual. De ahí resulta
que la ausencia de la falta probada contra el autor del daño impide la existencia de
la responsabilidad civil por su hecho personal; al reconocer daños y perjuicios,
toda sentencia deberá establecer el hecho ilícito a cargo del causante, so pena de
ser casada.
La falta supone una actuación contra el derecho de otro; derecho que puede
resultar para ese otro ya sea de un contrato, ya sea de la ley, ya sea de
los principios de justicia. Por esta razón es que una persona no compromete su
responsabilidad civil cuando el daño es causado por el ejercicio normal de un
derecho, para que el ejercicio de un derecho causante de un daño comprometa la
responsabilidad civil de su autor es preciso probar que su titular lo ejerció con
ligereza censurable, o con el propósito de perjudicar, o con un fin contrario al
espíritu del derecho ejercido; o cuando constituya un acto de malicia o de mala fe
o de un error equivalente al dolo; o cuando el titular del derecho ejercido haya
abusado de ese derecho.
La noción de abuso de derecho requiere, para su eficacia como alegato jurídico,
entre otras condiciones y como elemento fundamental característico, la realización
por el agente demandado, de una actuación notoriamente anormal, pero no la de
actuaciones normales dentro de un status jurídico real, o de una relación
contractual.
El abuso cometido en ocasión del ejercicio de un derecho degenera en una falta
que compromete la responsabilidad civil de su autor, este criterio es dominante en
nuestra jurisprudencia.

F. Diferencia entre La Responsabilidad Delictual y Contractual.

Diferencia entre la responsabilidad civil contractual y la responsabilidad civil


delictual: -La contractual: Nace del incumplimiento total o parcial de un contrato y
se rige por el art. 1146 y siguientes del C. Civil. Cuando una parte no cumple con
sus obligaciones incurre en responsabilidad contractual, también cuando cumple
mal (llamado prestación defectuosa), todo esto a menos que haya causa de
exoneración.
La delictual: También llamada extracontractual, nace del delito, del cuasidelito o
del incumplimiento de un cuasicontrato (el cuasicontrato es un hecho jurídico). Su
fundamento jurídico o causa son los artículos 1382-1386 y se considera de orden
público. Diferencias Fundamentales:
En lo referente a la fuente de las obligaciones, la responsabilidad contractual nace
de la violación a un contrato y la delictual de la violación a una norma legal
preexistente. -La contractual surge de actos voluntarios, la delictual generalmente
de actos involuntarios. -Los principios de la responsabilidad civil contractual tienen
carácter particular casi siempre referido al contrato y los de la delictual son
principios generales que se aplican a la mayoría de los casos de responsabilidad
civil. -Ambas tienen diferentes elementos constitutivos.
UNIDAD IV.
Responsabilidad por el Hecho de
los Animales y por los Daños
Causados por las Cosas
Inanimadas.

G. La Cosa Inanimada.

Para la Ley cosa inanimada es toda cosa que no está dotada de vida propia. La
responsabilidad civil del guardián de la cosa inanimada está establecida en el
artículo 1384 párrafo 1ro. que establece que se es responsable por el daño
causado por las cosas que están bajo su cuidado, la persona responsable del
daño causado por la cosa inanimada es la persona que tiene la guarda de esta
cosa.

Las condiciones legales para que exista la responsabilidad civil por el perjuicio
causado por la cosa inanimada son las siguientes: Debe tratarse de una cosa
inanimada: por cosa inanimada se entiende toda cosa que no está dotada de vida
propia de cualquier naturaleza, el texto del artículo 1384 se refiere únicamente a
cosas corporales no incorporales, hay una excepción las reses nullius que por su
naturaleza misma no pueden tener guardián. La doctrina y la jurisprudencia
admiten en la actualidad que el daño causado por un inmueble se le puede aplicar
el artículo 1384 salvo si el daño ha sido causado por la ruina de un edificio, si la
ruina se produce por causa de incendio se le aplica el articulo 1384 excepto si
dicho incendio se produce por falta de reparación o vicios de construcción.

El daño debe ser causado por el hecho de una cosa inanimada: la cosa tiene que
haber intervenido de una manera cualquiera en la realización del perjuicio, no es
obligatorio para que exista responsabilidad que haya un contacto material entre la
cosa y la víctima del daño. Sí que es necesario puntualizar que la cosa debe
desempeñar un papel activo en la realización del daño, debe de ser la causa
generadora del daño para determinar si la cosa ha desempeñado un papel activo
o pasivo en la realización del daño la jurisprudencia se refiere en diversas
sentencias al comportamiento normal de la cosa.

El daño no debe haber sido producido por la cosa a sí misma: esta situación solo
se presenta cuando el propietario de la cosa y el guardián de la cosa son
diferentes personas, en este caso el propietario no puede alegar el articulo 1384
en contra del guardián, sino que debe para obtener la reparación por el daño
causado a sus cosas tiene que aplicar el artículo 1382 y probar una falta del
guardián para obtener la reparación.

La víctima no debe haber participado a título gracioso en el uso de la cosa: la


víctima no debe usar la cosa causante del daño a título gratuito, la gratuidad
constituye una causa de liberación de responsabilidad del guardián de la cosa
inanimada.

Según la jurisprudencia el guardián es que tiene en hecho un poder autónomo de


mando sobre la cosa en el sentido intelectual, es decir el que tiene un poder de
hecho sobre la cosa, anteriormente fue emitida abundante jurisprudencia que
negaba la calidad de guardián a quien solo tiene el poder de hecho sobre la cosa
como por ejemplo el ladrón.

H. La Causa de la Demanda

En Derecho, la demanda es el acto de iniciación procesal por antonomasia. Se


diferencia de la pretensión procesal en que aquella se configura con motivo de la
petición formulada ante un órgano judicial para que disponga la iniciación y el
trámite del proceso.

No obstante, en la mayor parte de los casos demanda y pretensión se presentan


fundidos en un solo acto. En él el demandante o peticionante solicita la apertura
del proceso y formula la pretensión que constituirá objeto de este, por medio de un
escrito. Pero tal simultaneidad no es forzosa como se observa en los casos en que
las normas permiten integrar posteriormente la causa de la pretensión.

Doctrinariamente, siguiendo a Hugo Alsina, se le considera un medio hábil para


ejercer el derecho a la acción, siendo la forma común de ejercitarlo. En la mayoría
de los sistemas debe ser escrita, aunque excepcionalmente puede ser verbal, en
algunos procedimientos orales.

Sergio Alfaro la define como un documento cuya presentación a la autoridad (juez


o árbitro) tiene por objeto lograr de esta la iniciación de un procedimiento para
sustanciar en él tantos procesos como pretensiones tenga el demandante para ser
satisfechas por persona distinta a dicha autoridad [cita requerida].

Una vez presentada ante el tribunal competente, la demanda debe ser acogida a
tramitación, mediante una resolución, debiendo emplazarse al demandado (o sea,
notificársele y dándole un plazo para contestar tal demanda).
UNIDAD V
Requisitos Comunes a Todos los Casos de Responsabilidad.

I. La Falta: Clases, Apreciación de la Falta, Prueba.


La enciclopedia Jurídica define la falta como la acción u omisión perjudicial en que
uno incurre por ignorancia, impericia, precipitación o negligencia, o la omisión del
cuidado y exactitud que uno debe poner en alguna cosa. La mayoría de los
autores clásicos franceses definen la falta como un error de conducta que no
habría sido cometido por una persona normal, en igualdad de condiciones
exteriores. La Suprema Corte de Justicia había sustentado el criterio de que la
falta no era más que el incumplimiento de una obligación preexistente, consistente
en una acción cuya ejecución estuviera a cargo del agente o en una omisión o
abstención de cumplir. En otras palabras, la falta consiste en no cumplir un hecho
prescrito o que se haya cometido un hecho que esté prohibido. (Jorge Subeo Isa,
2012).

En otra sentencia más reciente, la Suprema Corte de Justicia consideró que la


falta es un error de conducta. Esta sentencia pone un criterio más amplio que la
anterior en cuanto a la apreciación del hecho que puede ser constitutivo de falta,
pues no se limita a sancionar pura y simplemente la violación a un deber jurídico,
sino que además completa la idea de que el error de conducta es violatorio del
deber jurídico. Sin embargo, en ocasiones una persona puede cometer una falta
aun ejerciendo un derecho; esto ocurre cuando se comete un abuso de derecho el
cual consiste en la realización de una actuación notoriamente anormal. (Jorge
Subeo Isa, 2012).

En opinión de la famosa cátedra del magistrado Jorge Subeo Isa sobre la


Responsabilidad Civil, la Suprema Corte de Justicia ha hecho de la falta un
requisito indispensable no solamente para la responsabilidad delictual o cuasi
delictual, sino también para la responsabilidad contractual. En lo relativo a la
inejecución de obligaciones contractuales la ha exigido para evaluar el perjuicio y
la falta; toda reparación o indemnización tiene por fundamento una falta; los jueces
deben exponer en sus sentencias los hechos constitutivos de la falta; la demencia
hace desaparecer la responsabilidad civil al mismo tiempo que la responsabilidad
penal en el agente del hecho dañoso cometido; para que los tribunales puedan
condenar al pago de una indemnización, como reparación de daños y perjuicios es
indispensable que se establezca no sólo una falta imputable al demandado, sino el
perjuicio a quien reclama la reparación, y la relación de causa a efecto.

La Falta es intencional cuando una persona actúa con intención de causar un


daño a otro. En la responsabilidad extracontractual esa falta se llama falta delictual
y consiste en el deseo y la intención inequívoca de causar daño. Que no es
delictual como se concibe en el derecho penal. Corresponde al juez entregarse al
examen subjetivo para establecer la falta intencional.
Por otro lado, la Falta es intencional, cuando aquella falta que comete una persona
no tiene la intención de ocasionar daño. En la responsabilidad extracontractual esa
falta se denomina falta cuasi delictual.

Como la falta constituye un error de conducta, resulta imposible categorizar o


clasificar a priori las diferentes circunstancias en que una persona puede incurrir
en ese error de conducta, y es que solamente los tribunales pueden determinar
cuándo se está frente a un hecho faltazo. (Jorge Subeo Isa, 2012).

J. El perjuicio: Clases, Requisitos, Apreciación y Pruebas.

Independientemente de un derecho lesionado, todas las acciones suponen la


existencia de una condición esencial: el perjuicio. La persona que no sufre un
perjuicio no puede ejercer una acción en responsabilidad civil, porque carece de
un interés jurídico: no hay acción sin interés. Es por tanto que, el perjuicio es lo
que permite distinguir con exactitud la responsabilidad penal de la responsabilidad
civil, ya que al hablar de ésta nos referimos al perjuicio sufrido por un particular,
mientras que aquella se refiere al atentado que sufre la sociedad. Es decir que,
cuando hablamos de perjuicio, este es sinónimo de daño. En razón de que lo que
persigue la responsabilidad civil es la reparación del daño, si no hay daño, no hay
nada que reparar y si no hay nada que reparar, no existe responsabilidad civil.
La necesidad del perjuicio como elemento constitutivo de la responsabilidad civil
no es objeto de discusión. En materia delictual o cuasi delictual tanto el art. 1382,
como el art. 1383 del Código Civil Dominicano exigen de manera inequívoca de la
existencia del perjuicio. De ahí que para que procedan los daños y perjuicio, es
preciso que el hecho haya ocasionado un daño. El art. 1149 del Código Civil
Dominicano, establece que los daños y perjuicio a que el acreedor tiene derecho
consisten en cantidades análogas a las pérdidas que haya sufrido y a las
ganancias de que hubiese sido privado; o sea que se requiere de la existencia del
perjuicio.
UNIDAD VI
La Reparación del Daño.

K. Evaluación del daño.

Como regla general cuando el actor invoca un daño patrimonial debe probar no
solo su existencia y contenido material sino también su valor es decir el alcance
económico de la pérdida sufrida (daño emergente) o de la ganancia dejada de
percibir (lucro cesante). La significación pecuniaria del daño patrimonial conduce a
fijar el valor de la indemnización exigida para resarcirlo.

El valor del lucro cesante: la prueba del valor del daño emergente es
generalmente fácil, sobre todo cuando ese perjuicio se ha sufrido; el valor del lucro
cesante reviste mayor dificultad por vincularse a ganancias en algún modo
supuestas.

Criterio flexible en la apreciación de la prueba sobre el monto: el esfuerzo


probatorio exigible al actor es mucho más riguroso en lo que atañe al daño mismo
que en cuanto a su valor. En este último ámbito tiene superior operatividad el
ejercicio discrecional de las atribuciones judiciales lo que conduce a una cierta
flexibilidad en la valoración de la prueba sobre el monto.

Cuando hay varios demandantes en la misma calidad es deber de los jueces del
fondo en interés de una buena administración de justicia, ponderar en cada caso
el grado de perjuicio sufrido por cada uno de ellos, y dar los motivos pertinentes, a
fin de que las indemnizaciones correspondan razonablemente al perjuicio que
cada uno ha sufrido.

L. Reparación del daño resultante de golpes y heridas.

El derecho a la reparación puede ser convencionalmente modificado después de


la realización del daño. La víctima puede renunciar o recibir una suma inferior al
perjuicio. Estas convenciones son en principio válidas, porque en el fondo
significan una transacción.

Hay que reparar el daño que resulta de la incapacidad para el trabajo productivo,
los gastos de curación y recuperación y el sufrimiento físico o moral que
necesariamente aquejan a un lesionado por ese tiempo.
En el caso particular de los daños causados por heridas y lesiones corporales de
la víctima, la ley en su aspecto represivo gradúa las penas, en el caso de las
heridas y lesiones, por la duración de sus efectos, sean ellas enfermedad o
incapacidad para el trabajo, de modo que su gravedad se mide por su duración.

Cuando se trata de indemnizaciones por lesiones corporales, basta que los jueces
del fondo den constancia de la ocurrencia de eses lesiones para que sus
sentencias se consideren motivadas en ese aspecto siempre que las
indemnizaciones no sean obviamente irrazonables y evidentemente apartadas de
los niveles seguidos por los jueces prudentes que sólo para justificar
indemnizaciones excesivas a primera vista, se requiere que las sentencias en los
casos de lesiones corporales, las que por su propia naturaleza, suponen a la vez
sufrimiento no solamente físico sino morales, se hace preciso que en los motivos
de las sentencias de los jueces del fondo se especifiquen las lesiones, a más
tiempo de duración, bien sea como resultado de nuevo certificado médico o de
medidas de instrucción de carácter más directo, que los jueces pueden ordenar o
celebrar a ese efecto.

UNIDAD VII
La Responsabilidad Civil de Los Profesionales.

M. Responsabilidad de los Médicos Bioanalistas, Enfermeras.

La responsabilidad civil médica como tal, es tan antigua como el ejercicio de


la medicina misma. Esta aparece desde los primeros tiempos de la humanidad, si
ha de entenderse como tal toda aplicación de remedios caseros, de un modo más
o menos empírico, por un sujeto o colectividad determinada.
En la época del Galeno, el cual fue un célebre médico, que ejerció en Roma su
profesión entre los años 150 y 200 después de Jesucristo, cuando aparece por
primera vez expuesta y resuelta en el Derecho Romano la cuestión de la
responsabilidad profesional del médico, que ya había suscitado desde
mucho tiempo antes, las más vivas controversias.
Desde siglos atrás hemos venido viendo, la obligación que recaía sobre
el individuo encargado de la salud de la tribu, ciudad o región. Y como explica el
jurista dominicano Pedro Pablo Hernández, en su obra titulada Responsabilidad
Civil y Penal de los Profesionales de la Salud, la misma es tan antigua como el
ejercicio de la medicina. El mismo también explica que la responsabilidad del
médico era proporcional al daño causado, además iba a depender de
la clase social a la que pertenezca la víctima.
N. Obligaciones de Medios.

Las obligaciones, clasificadas de acuerdo con la índole del contenido de


la prestación, son de resultado o de medios.
En las obligaciones de resultado el deudor se compromete al cumplimiento de un
determinado objetivo, asegurando al acreedor
el logro de la consecuencia o resultado tenido en miras al contratar. Por ej., En
el contrato de compraventa el vendedor se obliga a entregar la cosa, y
el comprador a entregar el precio pactado.

En las obligaciones de medios el deudor compromete su actividad diligente que,


razonablemente, tiende al logro del resultado esperado, pero éste no es
asegurado ni prometido. Por ej., Un abogado se obliga a defender a su cliente en
un juicio ejerciendo todas las diligencias necesarias para lograr
un resultado positivo, pero nunca puede prometer ganar el pleito (resultado), ya
que ello obedece a imponderables que escapan a su control.

La distinción entre obligaciones de resultado y de medios que esbozada en


el derecho romano, que reconocía la existencia de contratos en los que
la obligación era expresamente determinada, y

otros que únicamente exigían la actuación de buena fe del deudor. El


antiguo derecho francés también tuvo en cuenta la clasificación obligacional
mentada, especialmente a través del pensamiento de doma.

No obstante, la teoría solo alcanzó relevancia jurídica en momentos en que


abundaban las discusiones doctrinarias acerca de la prueba de la culpa en los
campos contractual y extracontractual.

Desmogue fue su primer expositor integral, sentando la tesis de que, con el fin de
regular la prueba de la culpa, no debe ser distinguida su ocurrencia en el
campo contractual o en el campo extracontractual, sino que-prescindiendo de ello-
es menester diferenciar las obligaciones de resultado (en las que, ante
la infracción, se la presume) de las de medios (en las que debe ser probada),
pudiendo darse ambas tanto en un campo como en el otro.

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