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La Acción Penal
la acción penal puede ser pública o privada. La acción penal tiene como fin
sancionar la infracción mediante la imposición de una pena establecida por el
código penal, así como también por cualquier disposición legal, para lo cual es
necesario que se pruebe la culpabilidad del procesado.
La acción penal es también una acción social en razón de que pertenece a
la sociedad el derecho de castigar. Y es a través del ministerio público que la
sociedad realiza dicho ejercicio.
La acción penal pública y acción penal privada
La acción penal pública le corresponde al ministerio público, sin perjuicio de la
participación de la víctima, según lo establece el código procesal penal, mientras
que la acción penal privada le corresponde a la víctima únicamente.
Por acción privada solo se persiguen los siguientes hechos punibles:
Violación de propiedad, Difamación e injuria, Violación de la propiedad industrial,
Violación a las leyes de cheques, Esta acción privada solo se ejerce con la
acusación de la víctima o su representante legal, en conformidad con lo
establecido en el procedimiento del código procesal penal.
Acción PÚBLICA penal a instancia privada.
Cuando el ejercicio de la acción pública depende de una instancia privada el
ministerio público solo está autorizado a ejercerla con la presentación de la
instancia y mientras ella se mantenga.
El ministerio público sin perjuicio de ello debe realizar todos los actos
imprescindibles para conservar los elementos de prueba, siempre que no afecten
la protección del interés de la víctima.
La instancia privada se produce al momento en que se presenta la denuncia o
querella por parte de la víctima. Una vez presentada queda autorizada la
persecución de todos los imputados.
ACCIÓN CIVIL
Existe discusión en cuanto a cuáles de las cuestiones que se manejan en el
proceso penal son extrapenales y, en especial, en cuanto a que la reparación de
los daños y los perjuicios ocasionados con el delito tengan un carácter penal o no
y que la acción civil pueda o deba adelantarse dentro del proceso penal.
"Para los clásicos y los neoclásicos, el daño privado resultante del delito trae
aparejada una disminución patrimonial, cuyo reparo debe hacerse efectivo por
medio de las disposiciones del derecho civil. Con ello se le dio a la indemnización
de los perjuicios ocasionados con el delito un carácter exclusivamente civil, sujeto
a las normas del derecho privado." Para la escuela positivista, la reparación
constituye una forma de lucha contra el delito y debería ejercerse con fines
sancionatorios y con fines preventivos, o sea que sería una manifestación del
poder punitivo del Estado, de carácter oficial, con obligaciones para los fiscales y
los jueces de tomar las medidas para hacerla efectiva. Se le concede así una
importancia grandísima como una cuestión que trasciende el mero interés privado,
a tal punto que del producto del trabajo en la prisión se debían hacer varias
partidas: una para la manutención del reo, otra para pagar a la víctima los
perjuicios, otra para la familia del reo y, si quedaba algo, se le debía entregar
cuando saliera en libertad. Una consecuencia más del anterior criterio es la de que
se supeditan al pago de perjuicios la condena de ejecución condicional, el perdón
judicial y libertad condicional.
Si se continúa dentro de la línea de pensamiento de los positivistas, llegaremos a
la conclusión de que la indemnización de los daños y perjuicios ocasionados por el
delito es, indiscutiblemente, un asunto penal que debe ser investigado y
perseguido dentro del proceso penal, pero si partimos de la base de la existencia
de una ilicitud civil, antes denominada delito civil, autónoma o derivada y
concomitante con una ilicitud penal, concluiremos que la segunda implica (o puede
implicar) la primera, mientras la ilicitud civil no implica la penal y que la naturaleza
de una y otra ilicitud es diferente y por tanto que la pretensión civil es una cuestión
extra penal que puede tramitarse dentro del proceso penal, con base en la unidad
de jurisdicción. Si esto puede predicarse respecto de la pretensión civil contra el
directo responsable, con mayor razón puede pensarse que la intervención del
tercero civilmente responsable o la del tercero incidental son cuestiones
extrapenales para resolver dentro del mismo proceso.
UNIDAD III.
Responsabilidad Civil Contractual.
G. La Cosa Inanimada.
Para la Ley cosa inanimada es toda cosa que no está dotada de vida propia. La
responsabilidad civil del guardián de la cosa inanimada está establecida en el
artículo 1384 párrafo 1ro. que establece que se es responsable por el daño
causado por las cosas que están bajo su cuidado, la persona responsable del
daño causado por la cosa inanimada es la persona que tiene la guarda de esta
cosa.
Las condiciones legales para que exista la responsabilidad civil por el perjuicio
causado por la cosa inanimada son las siguientes: Debe tratarse de una cosa
inanimada: por cosa inanimada se entiende toda cosa que no está dotada de vida
propia de cualquier naturaleza, el texto del artículo 1384 se refiere únicamente a
cosas corporales no incorporales, hay una excepción las reses nullius que por su
naturaleza misma no pueden tener guardián. La doctrina y la jurisprudencia
admiten en la actualidad que el daño causado por un inmueble se le puede aplicar
el artículo 1384 salvo si el daño ha sido causado por la ruina de un edificio, si la
ruina se produce por causa de incendio se le aplica el articulo 1384 excepto si
dicho incendio se produce por falta de reparación o vicios de construcción.
El daño debe ser causado por el hecho de una cosa inanimada: la cosa tiene que
haber intervenido de una manera cualquiera en la realización del perjuicio, no es
obligatorio para que exista responsabilidad que haya un contacto material entre la
cosa y la víctima del daño. Sí que es necesario puntualizar que la cosa debe
desempeñar un papel activo en la realización del daño, debe de ser la causa
generadora del daño para determinar si la cosa ha desempeñado un papel activo
o pasivo en la realización del daño la jurisprudencia se refiere en diversas
sentencias al comportamiento normal de la cosa.
El daño no debe haber sido producido por la cosa a sí misma: esta situación solo
se presenta cuando el propietario de la cosa y el guardián de la cosa son
diferentes personas, en este caso el propietario no puede alegar el articulo 1384
en contra del guardián, sino que debe para obtener la reparación por el daño
causado a sus cosas tiene que aplicar el artículo 1382 y probar una falta del
guardián para obtener la reparación.
H. La Causa de la Demanda
Una vez presentada ante el tribunal competente, la demanda debe ser acogida a
tramitación, mediante una resolución, debiendo emplazarse al demandado (o sea,
notificársele y dándole un plazo para contestar tal demanda).
UNIDAD V
Requisitos Comunes a Todos los Casos de Responsabilidad.
Como regla general cuando el actor invoca un daño patrimonial debe probar no
solo su existencia y contenido material sino también su valor es decir el alcance
económico de la pérdida sufrida (daño emergente) o de la ganancia dejada de
percibir (lucro cesante). La significación pecuniaria del daño patrimonial conduce a
fijar el valor de la indemnización exigida para resarcirlo.
El valor del lucro cesante: la prueba del valor del daño emergente es
generalmente fácil, sobre todo cuando ese perjuicio se ha sufrido; el valor del lucro
cesante reviste mayor dificultad por vincularse a ganancias en algún modo
supuestas.
Cuando hay varios demandantes en la misma calidad es deber de los jueces del
fondo en interés de una buena administración de justicia, ponderar en cada caso
el grado de perjuicio sufrido por cada uno de ellos, y dar los motivos pertinentes, a
fin de que las indemnizaciones correspondan razonablemente al perjuicio que
cada uno ha sufrido.
Hay que reparar el daño que resulta de la incapacidad para el trabajo productivo,
los gastos de curación y recuperación y el sufrimiento físico o moral que
necesariamente aquejan a un lesionado por ese tiempo.
En el caso particular de los daños causados por heridas y lesiones corporales de
la víctima, la ley en su aspecto represivo gradúa las penas, en el caso de las
heridas y lesiones, por la duración de sus efectos, sean ellas enfermedad o
incapacidad para el trabajo, de modo que su gravedad se mide por su duración.
Cuando se trata de indemnizaciones por lesiones corporales, basta que los jueces
del fondo den constancia de la ocurrencia de eses lesiones para que sus
sentencias se consideren motivadas en ese aspecto siempre que las
indemnizaciones no sean obviamente irrazonables y evidentemente apartadas de
los niveles seguidos por los jueces prudentes que sólo para justificar
indemnizaciones excesivas a primera vista, se requiere que las sentencias en los
casos de lesiones corporales, las que por su propia naturaleza, suponen a la vez
sufrimiento no solamente físico sino morales, se hace preciso que en los motivos
de las sentencias de los jueces del fondo se especifiquen las lesiones, a más
tiempo de duración, bien sea como resultado de nuevo certificado médico o de
medidas de instrucción de carácter más directo, que los jueces pueden ordenar o
celebrar a ese efecto.
UNIDAD VII
La Responsabilidad Civil de Los Profesionales.
Desmogue fue su primer expositor integral, sentando la tesis de que, con el fin de
regular la prueba de la culpa, no debe ser distinguida su ocurrencia en el
campo contractual o en el campo extracontractual, sino que-prescindiendo de ello-
es menester diferenciar las obligaciones de resultado (en las que, ante
la infracción, se la presume) de las de medios (en las que debe ser probada),
pudiendo darse ambas tanto en un campo como en el otro.