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La Revolución Industrial

Se denomina Revolución Industrial al proceso iniciado en Inglaterra, en la segundo mitad del siglo
XVIII. Esta revolución se caracterizó por el uso de nuevas tecnologías de energía y formas de
organización del trabajo, que provocaron un significativo incremento en la producción. Hasta
entonces, los bienes eran producidos en talleres, en poca cantidad y, en algunos casos, para el
autoconsumo. Con la Revolución, la producción se trasladó a las fábricas, donde se masificó la
producción bienes para ser comercializados.

¿Por qué Inglaterra?


 Una agricultura revolucionada: Inglaterra había experimentado una revolución agrícola,
que introdujo un mejoramiento de las
herramientas de cultivo. Asimismo, se inició un
proceso de cercados de tierras o enclousers,
que permitió que cada propietario explotara su
tierra según su criterio y no de acuerdo a las
normas comunitarias
 Capacidad de innovación técnica: El
desarrollo científico y técnico permitió generar
innovaciones que se aplicaron a la producción
y el transporte: la máquina de hilar transformó
la producción textil-, la máquina a vapor
revolucionó los sistemas de obtención de
energía y el ferrocarril, el transporte de
personas y bienes.
 Aumento de la población: Con las mejoras
agrícolas se incrementó la producción de
alimentos, lo que incidió en el aumento de población. Las mejoras sanitarias y los
avances en la medicina contribuyeron a disminuir la mortalidad.
 Amplio mercado interior y exterior: La hegemonía inglesa del comercio mundial, le
permitía disponer de un mercado externo en sus colonias y en los países con lo que
comerciaba. Al mismo tiempo, su población en expansión les brindó un mercado interno
abundante.
 Disponibilidad de recursos: Las colonias proveían materias primas abundantes y
baratas, como al algodón. Asimismo, Inglaterra disponía de reservas de carbón para
mover sus máquinas a vapor. El aumento de población les permitió contar con mano de
obra.
 Una burguesía emprendedora y capital disponible: Inglaterra contaba con una
burguesía dinámica y consolidada, con abundante capital acumulado y con un sistema
financiero en expansión.

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Etapas de la Revolución Industrial
La Revolución Industrial se desarrolló en distintas etapas. Desde mediados del siglo XVIII se
produjo su despegue, con la introducción de innovaciones en la industria textil: lanzadera volante
(1773), que permitió optimizar el tejido, la máquina de hilar (1764) y la hiladora hidráulica (water
frame, en 1776). A finales del siglo XVIII se produjo la primera Revolución Industrial, que utilizó el
vapor y el carbón como energía. Desde 1870, aproximadamente, comenzó la segunda Revolución
Industrial, basada en el petróleo y la electricidad como fuentes de energía. En el siglo XX se
desarrolló la tercera Revolución Industrial, proceso que continúa hasta la actualidad; esta revolución
se caracteriza por el desarrollo y utilizaciones de la energía nuclear, la informática y la robótica, la
biotecnología, las telecomunicaciones y ciencias del espacio.

La primera Revolución Industrial


Esta primera fase de industrialización tuvo sus avances más espectaculares en la industria textil,
la industria del hierro y los transportes. La industria del algodón inglesa se destinó principalmente a
la producción para el mercado externo, llegando a remplazar a los tejidos como la lana y el lino, los
más utilizados hasta entonces. La industria del hierro, alcanzó un gran desarrollo, gracias a la
introducción de un nuevo proceso de fundición que utilizaba carbón mineral, muy abundante en
Inglaterra, y que permitía realizar importantes ahorros energéticos.
En el transporte, la utilización de la máquina a vapor permitió revolucionar el transporte de cargas
y de pasajeros, realizando hasta entonces en medios lentos, caros y con poca cantidad de carga. En
1807 se inauguró la primera línea comercial de barcos a vapor, aunque el medio que más impacto
generó fue el ferrocarril.
En el desarrollo del ferrocarril confluyó el desarrollo de la máquina a vapor y de la industria de
hierro, fundamental para la construcción del tren y de los rieles por los que circulaba. En 1825 se
inauguraba la primera línea de trenes de carga y, en 1830 para el transporte de pasajeros de
manera rápida económica y segura, lo que facilitó la circulación de bienes y de personas.

La segunda Revolución Industrial


La industria, que había sido el motor de la primera Revolución, se estancó; en cambio, se
desarrollaron nuevas industrias: la química, con productos farmacéuticos, abonos, explosivos, nailon
entre otros; la industria eléctrica, que revolucionó el alumbrado, las telecomunicaciones –el telégrafo,
teléfono, radio-, los transportes –tranvía, metro- y la industria con el motor que remplazó a la
máquina a vapor; la industria siderúrgica, que permitió remplazar el hierro por el acero en la
construcción de medios de transporte, maquinaria e incluso bienes de consumo. Por último, la
industria automotriz, tuvo un considerable desarrollo con la invención del motor y la utilización del
petróleo.
La segunda Revolución Industrial aportó, además, una nueva forma de organizar el trabajo y el
capital. El ingeniero estadounidense F. Taylor ideó un nuevo sistema de racionalización del trabajo,
denominado taylorismo, que se basaba en la división de la producción en distintas etapas cortas y
repetitivas y en la imposición de un salario proporcional al trabajo. Posteriormente, se desarrolló el
fordismo a partir de las cadenas de montaje empleadas por el empresario Henry Ford.
La organización del capital y la empresa también experimentó importantes cambios al
generalizarse la concentración financiera y las prácticas monopólicas, a través de la creación de
trusts –empresas que buscan dominar el mercado en forma de monopolio evitando la existencia de
competencia- y de holdings –empresas que poseen o controlan otras compañías, al ser propietarias
del total o parte de sus acciones.

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Consecuencias de la Revolución Industrial

Cambios en el sistema económico


mundial
Hasta el siglo XVIII, en la economía moderna
había predominado un capitalismo comercial,
pero con la Revolución Industrial, se inició otra
fase: el capitalismo Industrial, que puso énfasis
en la producción de bienes manufacturados en
industrias de propiedad de una burguesía
industrial. Al comienzo de la Revolución
Industrial, la mayor parte de las empresas eran
pequeñas y familiares y el capital para las
máquinas, salarios y materias primas pertenecía a una persona o una familia. Conforme lo avanzó el
siglo XIX, las empresas fueron creciendo en tamaño, lo que hacía necesario disponer de más
capital; por esta razón, algunos empresarios se asociaron, formando sociedades anónimas.
En esta época nacieron también las bolsas de comercio modernas en las que se compraban y
vendían acciones de las empresas y los bancos modernos, destinado al ahorro y al préstamo de
dinero con interés. La burguesía industrial advirtió la conveniencia de diversificar sus inversiones y
destinar parte de su capital a la creación de bancos, entidades financieras y compañías de comercio
que distribuían la mercadería que producían sus fábricas. A partir de la Revolución Industrial se
desarrolló una economía mundial, que asignaba mayor importancia a las actividades secundarias y
terciarias que a las agrícolas. Las economías nacionales se integraron en este mercado mundial,
cuyo centro eran las naciones industrializadas. Estas naciones industriales compraban materias
primas a los países de América Latina y a sus colonias en Asia y África y los proveían de bienes
manufacturados. Las ideas del liberalismo económico se difundieron y validaron a nivel mundial
llegando a convertirse en el sustento de la ideología capitalista.

Cambios Sociales
La preponderancia del dinero en la sociedad industrial hizo que el orden social estamental
perdiera sentido, permitiendo el desarrollo de una sociedad de clases. La Revolución Industrial
determinó la formación de dos nuevas clases sociales: la burguesía industrial, los dueños de las
fábricas, y el proletariado, los obreros. Mientras la burguesía acumulaba riquezas y disfrutaba de una
vida ostentosa, los obreros soportaban duras condiciones de trabajo y vida.

La “cuestión obrera”
Se denomina cuestión social o cuestión
obrera a las precarias condiciones en que
vivían y trabajaban los obreros industriales.
Hombres, mujeres y hasta niños enfrentaban
extensas jornadas de trabajo, de 12 a 16 horas
diarias, en lugares que carecían de
condiciones higiénicas y de seguridad. A
cambio, recibían salarios muy bajos que
apenas alcanzaban para sobrevivir y no tenían
protección en caso de accidentes o
enfermedades laborales, pues no contaban

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con leyes que los protegieran. Además, los obreros industriales no disponían de viviendas con las
condiciones necesarias para descansar del arduo trabajo y su alimentación era insuficiente. Muchos
obreros vivían hacinados en barrios que no contaban con servicio higiénicos.

Las migraciones
La revolución en los medios de transporte permitió que el mundo comenzara a integrarse
económicamente y que se multiplicaran los movimientos migratorios del campo a la ciudad en busca
de mejores oportunidades de vida. No obstante, la demanda de trabajadores en las ciudades no fue
suficiente para absorber el crecimiento demográfico, por lo que individuos y familias abandonaron
Europa, para trasladarse a otros continentes. La mayoría de los emigrantes europeos se dirigieron a
América, en especial a Canadá, Brasil, Argentina y Estados Unidos.

El crecimiento de las ciudades


Como consecuencia de la Revolución Industrial, el número de ciudades y su tamaño crecieron
extraordinariamente: si a comienzos del siglo XIX no existían ciudades que superaran el millón de
habitantes, al finalizar el siglo existían 12 ciudades que superaban esa cifra de población. Las
ciudades cambiaron radicalmente debido a la instalación de industrias, al desarrollo del transporte y
al aumento de su población, llegando a convertirse en importantes centros económicos y políticos.
En un primer momento las ciudades crecieron de manera desordenada, formándose barrios obreros
marginales, que crecían conforme aumentaba la afluencia de población.
Desde mediados del siglo XIX, los gobiernos comenzaron a intervenir en la planificación de las
ciudades, procurando dotar a los
nuevos barrios de servicios básicos y
una red vial adecuada. En estos barrios
nuevos se instaló la burguesía y las
clases medias, mientras los obreros
vivieron en los barrios industriales. De
esta forma y a medida que las ciudades
crecían aumentaba la separación entre
las clases acomodadas –que habitaban
barrios bien equipados- y los obreros,
que carecían de servicios básicos. Con
el tiempo, las ciudades fueron
mejorando sus sistemas de
alcantarillados, pavimentación y agua
potable, lo que permitió que los barrios
obreros contaran con mejores
condiciones sanitarias.

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El impacto en el entorno
La Revolución Industrial tuvo múltiples consecuencias sobre el entorno. La utilización masiva de
los recursos naturales inauguró una nueva etapa en la relación del ser humano con la naturaleza,
caracterizada por la explotación a gran
escala de los recursos naturales y por
una creciente emanación de desechos de
la labor industrial, tanto a la atmósfera,
como a las fuentes de agua. La utilización
de combustibles fósiles, como el carbón y
posteriormente el petróleo, o el uso de
productos químicos, generó una creciente
contaminación que afectó especialmente
las ciudades industriales.

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