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EL NIÑO DE LISPECTOR

Clarice Lispector - Niño dibujado a pluma


Laura Katerin Daza Ubaque
C.C. 1012463330

El pequeño relato de Lispector gira en torno a un niño al que le han salido los
primeros dientes y está sentado en el suelo como metido en su propio mundo, algo
que la autora pone como “una realidad que he de llamar vegetativa para poder
entenderla”. El niño vive en una suma actualidad, con una memoria que hoy, casi
indescriptible, no se toma en cuenta. Y entonces Lispector dice que el niño no puede
ser dibujado, que cualquier pluma mancharía el papel hasta el punto de violar el
contorno de esta actualidad en la que el niño vive. Luego “ Un día lo domesticaremos
hasta hacerlo humano y entonces podremos dibujarlo”; lo que da a entender que el niño,
viviendo en su mundo tan actual, todavía no es humano y no lo será a menos de que
haya allí un otro, ese que lo domesticará. También dice que el niño va a cooperar en
esto, lo hará, se ha estado esforzando en ello, pero “ Coopera sin saber que la ayuda
que le pedimos está destinada a su autosacrificio”.
El relato transcurre y narra como el niño interactúa con la madre, porque la
madre le habla y lo escucha, porque el niño ha empezado a decir un par de palabras,
el niño escucha, mira, toca, duerme, llora... “ Mientras llora va reconociéndose,
transformándose en aquel que la mamá reconocerá”; al niño le urge la necesidad de ser
reconocido, de ser comprensible para ser comprendido, de estrechar un lazo con el
otro, porque si no va a quedarse solo, quiere ser amado aun por encima de su
felicidad real, “es totalmente mágico esto de llorar para recibir a cambio ”, el niño será
entonces humano.
Mientras el niño no ha hablado, no es un sujeto hablante, no ha perdido el
objeto voz, porque no ha sido oído por un otro. No lo ha necesitado hasta el
momento, no desde su realidad de actualidad extrema, pero prefiere perderla porque
desde allí sólo le espera el abandono. El niño se resigna a perder el objeto voz
cuando reconoce la bonificación que recibirá a través del otro: el llanto atrae a su
madre que lo ha escuchado llorando. El lenguaje le ayuda a estrechar su lazo con el
otro, es en el otro desde donde será escuchado y es en el otro donde buscará la parte
de sí mismo que ha perdido, aunque ese reencuentro no es posible. La voz vendría
siendo algo así como un objeto separado, residuo del lenguaje, introducido,
intrusivo, en referencia al otro. Pero entonces, ¿si la voz del niño no es escuchada
por el otro, entonces no perdería el objeto voz?

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