Está en la página 1de 84

Universidad de Puerto Rico

Recinto de Río Piedras


Facultad de Humanidades
Departamento de Estudios Hispánicos

Programa de Estudios de Honor

Las voces autoriales en La peregrinación de Bayoán

Jorge Enrique Lefevre Tavárez


801-08-3036
Índice

Dedicatoria ---------------------------------------------------------------------------------------------------- 3

I. Introducción. ---------------------------------------------------------------------------------------------- 4

II. Estado de la cuestión------------------------------------------------------------------------------------ 11

III. Marco teórico ------------------------------------------------------------------------------------------- 36

A. Ferdinand de Saussure y el estructuralismo ----------------------------------------------- 36

B. La narratología y el “Discurso del relato” de Gerard Genette -------------------------- 40

IV. Las voces autoriales ----------------------------------------------------------------------------------- 48

A. Los niveles narrativos ------------------------------------------------------------------------- 48

B. Las voces autoriales --------------------------------------------------------------------------- 52

1. Bayoán ---------------------------------------------------------------------------------- 52

2. Eugenio María Hostos, editor -------------------------------------------------------- 67

3. Eugenio María de Hostos, autor ----------------------------------------------------- 72

C. El choque de voces----------------------------------------------------------------------------- 76

Bibliografía-------------------------------------------------------------------------------------------------- 80
A mi hermana, Mariza
4

I. Introducción

“vuelvo a cantar
la historia de la hermosa,
porque la hermosa está enferma
de rebeldías y de amor”

Estos versos del poeta puertorriqueño Yván Silén, los primeros de Los poemas de Filí-

Melé, bien pudieron haber sido las primeras palabras de Eugenio María de Hostos al escribir el

segundo prólogo de La peregrinación de Bayoán. Al igual que el poeta, éste rebusca en su

memoria una experiencia que lo ha marcado, que en un momento ha deseado dejar a un lado pero

que lo persigue y ha decidido contar, tiempo después de la pérdida. Hostos comienza de la

manera siguiente: “Voy a relatar la historia de este libro”, libro que tilda de “funesto”: “por eso

lo amo tanto, que es el único de mis trabajos literarios que contemplo con orgullo” (67-8).

La obra de Eugenio María de Hostos abarca una variedad de ramas del conocimiento: a lo

largo de su vida, aquel “ilustre desconocido”1 se destacó en la política, la filosofía, la sociología,

el derecho, la pedagogía y la literatura. Esta última ha sido la faceta menos atendida por la crítica

a pesar de que acapara la mayoría de su obra escrita. Su corpus literario está compuesto por las

novelas La peregrinación de Bayoán y La tela de araña, su vasta obra ensayística, sus obras de

teatro y sus páginas íntimas. Para La peregrinación de Bayoán este silencio ha sido

especialmente perjudicial.

Esta novela, si fuera estudiada dentro del ambiente español, donde fue escrita y publicada,

llenaría una laguna notable. Como concluye Ernesto Álvarez en la Introducción a La tela de

araña, la mayoría del siglo XIX presentó un vacío novelístico en España2. Utilizando los tres

períodos de la historia de la novela decimonónica, según el esquema de Ignacio Ferreras, detalla


1
Así lo llamó Antonio S. Pedreira en Hostos. Ciudadano de América (7).
2
Fue tan notable que llevó a la Real Academia Española a abrir un concurso para “elevar el nivel de la novela” en el
1861, concurso al que Hostos participaría con La tela de araña, según Álvarez. Se extendió por varios años debido a
la ausencia de una obra de algún mérito (53, 59, 62).
5

que no es hasta el 1868 que hay un resurgimiento de la novela. “Este esquema tiene su utilidad

puesto que permite ver cuán carente de novelas de algún valor literario estuvo la España del siglo

XIX hasta entrada de la década del 1870 (53-4)”.

Dentro del contexto latinoamericano se incorpora a las novelas románticas que, como

señala Doris Sommer en Foundational Fictions. The National Romances of Latin America,

fueron escritas por “hombres de acción” y que tienen un contenido “pasionalmente político”.

Escritas entre el 1850 y el 1880, éstas suelen contener un mensaje positivista o populista

encarnado en la trama amorosa y su alegoría romántica3. Desde este enfoque, Zilkia Janer

estudió la novelística puertorriqueña de la época en el primer capítulo de su libro Puerto Rican

Nation-Building Literature: Impossible Romance. Aquí explica cómo, debido al carácter colonial

de Puerto Rico, las condiciones materiales y el surgimiento tardío de un nacionalismo, la novela

en Puerto Rico no podía contener una alegoría romántica que apuntara a la fundación de un país,

por lo menos no en el sentido que cobró para el resto de la América Latina. Llama a estas

novelas “Impossible Romances” porque las caracteriza el fracaso de la relación amorosa. A pesar

de que no menciona la novela, La peregrinación de Bayoán sin duda caería bajo esta categoría.

La novela también presenta innovaciones técnicas y literarias, no a nivel continental sino

universal, estudiadas en otro trabajo de Ernesto Álvarez, Hostos novelista. Estética y psicología

en La peregrinación de Bayóan4.

Publicada primero en España en el 1863 y luego en Chile en el 1873, La Peregrinación de

Bayoán es una novela escrita en forma de diario narrada principalmente por Bayoán, joven

3
Dice Sommer: “Romantic novels go hand in hand with patriotic history in Latin America (7)”.
4
A pesar de que nadie niega la importancia histórica de La peregrinación de Bayoán para las letras puertorriqueñas,
es curioso el silencio que recibe en los primeros intentos por hacer una historia de la literatura puertorriqueña, siendo
éstos: “Alarde y expresión” del ensayo Insularismo de Antonio S. Pedreira; e Historia de la literatura
puertorriqueña de Francisco Manrique Cabrera. Cada autor apenas le dedica un párrafo: Pedreira no lo toma en
consideración debido a la prohibición de la novela en Puerto Rico, lo que limitó su influencia directa, y Manrique
Cabrera sólo lo menciona de paso para continuar con los otros componentes de la faceta literaria hostosiana.
6

puertorriqueño que siente la necesidad de un cambio político en el régimen de las Antillas

todavía colonizadas. El carácter íntimo del diario le permite a la novela tener como eje central la

crisis5 (o el desgarramiento6) de Bayoán. Es desde la crisis que se desprenden sus

peregrinaciones.

A pesar de que se suele hablar de que la historia de La peregrinación de Bayoán es

relativamente sencilla7, no hay nada más complejo que la interioridad de un ser humano. La

peregrinación más importante para Bayoán es la interior: el conflicto íntimo que lo desgarra, que

lo hace crítico de España a la vez que desea crear una Federación Antillana junto a ella, que lo

hace desconfiar de “los hombres” y que lo hace retar a sus propias pasiones en pro de un deber

que lo rige.

Existe un problema amoroso que también lo consume y ocupa una parte importante de la

novela8. Durante su peregrinaje físico-geográfico, que lo llevará de las Antillas a España, Bayoán

conoce a Marién, por quién desarrollará una atracción intensa. Los sentimientos que Marién

despierta en él lo incitan a dejar todo a un lado para permanecer junto a ella. Inicialmente decide

postergar su relación con Marién; el deber de Bayoán está con las Antillas y la magnitud de esta

lucha se le impone a su bienestar personal. Marién, sin embargo, se enferma, y es el trabajo

político de Bayoán el que debe esperar. Viajan a España con esperanzas de que con buena

atención médica su estado mejore. Bayoán y Marién deciden casarse, en parte como un último

esfuerzo para ver si los ánimos la mantienen viva más tiempo y la ayudan a recuperarse. El

destino final de Marién es inevitable, a pesar de todo esto, y muere poco después.

5
Palabra que utiliza José Juan Beauchamp.
6
Palabra que utiliza Félix Córdova Iturregui.
7
Dice Manrique Cabrera en la presentación de un panel sobre la novela: “La obra en cierto sentido es alegórica.
Apenas tiene trama, sin embargo. Su estructura es notoria por su sencillez” (175).
8
Algunos han visto este conflicto como el tema central de la novela pero sostenemos que es sólo parte de la crisis
interior de Bayoán.
7

La hendidura que causa la muerte de Marién, más la imposibilidad de lograr algún cambio

político en España, llevan a que Bayoán cese de escribir en el diario. Decide entregárselo a su

único amigo, Eugenio María Hostos. El autor de la novela de esta manera se inserta en ella como

personaje. Por una porción importante de la novela es Hostos, como personaje, el narrador, quien

comenta el diario de Bayoán luego de repetidas lecturas y escribe entradas, llenando lagunas que

el otro dejó. Es a través de Hostos que recibimos las últimas noticias sobre Bayoán: al descubrir

que no hay nada que buscar en España para mejorar la condición colonial de las Antillas,

emprende un nuevo viaje con destino a la América Latina. Hostos logra publicar el diario de

Bayoán, actuando como editor y prologándolo9. Debido al desdoblamiento entre la realidad y la

ficción, producto de la inserción del autor en su novela (o de la salida de Bayoán de la esfera de

la ficción hacia el mundo real)10, lo que tendríamos en nuestras manos sería la experiencia vital

de un ser humano. De su lectura se esperaba que el lector (español) se concientizara sobre la

realidad social de las Antillas.

A pesar de los deseos del autor, la novela no recibió la atención esperada en España. La

incomprensión de algunos y el miedo de otros trajo un profundo silencio a su alrededor. No

sirvió al propósito social que Hostos le adjudicaba porque esperaba demasiado del público

español de la época. Al tratar de llevar la novela a las Antillas, fue confiscada y prohibida11.

Años después, Hostos sufre el mismo devenir que Bayoán. Sus intentos por aportar a la

causa antillana en España fueron en vano. La Gloriosa, la revolución que aconteció en España en

septiembre del 1868, tenía carácter republicano y liberal. Hostos fue parte de la “brillante

juventud española” a la que alude Pedreira en su biografía y coincidía con las reformas que
9
Carmen Dolores Hernández llamará esto una “osadía literaria”, siendo un antecedente de Unamuno en Niebla, del
1914, a pesar de que le falta “suavidad literaria” a la intromisión del autor en la novela.
10
Esto es un ejemplo de lo que Gerard Genette llama una metalepsis y que estudiaremos más adelante.
11
“Sabemos, además, por el documento del Duque de Rivas, cuán aterrada vivía la clase dominante del género
novela, puesto que en ella podía denunciarse los estados políticos, económico, religioso y social de una España que
hervía en pugnas intestinas por el poder del gobierno en la Península (Álvarez Introducción 65-66).”
8

algunos de estos jóvenes exigían para España. Entendía que estas mentes nutridas aportarían a la

causa antillana al obtener el poder de la metrópoli. Sin embargo, al ver que ni los seres más

progresistas de la nación se atrevieron a resolver la situación antillana cuando triunfaron, y al

reconocer que su deber estaba con las Antillas, la única opción que le quedaba era romper con

España y empezar un nuevo peregrinaje por (y para) América.

En el año 1873, a diez años de distancia de la primera edición de la novela, vuelve a

publicar La peregrinación de Bayoán, esta vez en Chile y para un público latinoamericano.

Hostos ha viajado por distintos países de América Latina fungiendo como propagandista de la

Revolución cubana que comenzó el 10 de octubre del 1868 con el Grito de Yara. Este

peregrinaje, que recoge en Mi viaje al sur, lo ha acercado más a las realidades sociales

americanas y a los distintos gobiernos de las naciones, enriqueciendo su pensamiento político.

La novela cuenta con algunos cambios12, el más importante siendo un segundo prólogo que

escribe, esta vez no como personaje de la novela sino como autor de la misma, donde desea

“contar la historia de la novela”. Incluye, también, una “clave” para hacer una lectura alegórica

en la cual los personajes pasan a representar a las Antillas Hispanas y la novela a representar el

ideal de la Federación Antillana. Según la clave, Bayoán representa a Puerto Rico, Marién a

Cuba y Guarionex, padre de Marién, a Santo Domingo.

Por muchos años la obra de Hostos permaneció desconocida, dispersa en revistas, en países

distintos y en manos de sus familiares, inédita. En el 1939, año en el que se conmemoró el

centenario de su nacimiento, se hizo un esfuerzo por recopilar la mayoría de su obra y con la

publicación de las Obras Completas Hostos volvió a ser un nombre conocido a lo largo de la
12
Entre estos, encontramos que hacia el final de la novela Hostos eliminó varios pasajes en los cuales Bayoán y
Marién expresaban el deseo sexual que guardaban. Marién llegó, incluso, a confesarlo mientras dormía, exclamando
que Bayoán “estaba en todo su derecho”. Un estudio serio contrastando las dos ediciones al momento no existe, más
allá de unas páginas que le dedican Julio César López y Vivian Quiles. (López, Julio César y Vivian Quiles
Calderín. “La peregrinación de Bayoán: Proyecciones de una revisión”. Revista del Instituto de Cultura
Puertorriqueña 26.95-96 (1987): 74-75).
9

América Latina. Durante estos años es que se cimenta una lectura muy particular de La

peregrinación de Bayoán, la que será canonizada en los espacios intelectuales y universitarios.

Dicha lectura tiene como ejes centrales los escritos de Antonio S. Pedreira, Francisco Manrique

Cabrera y Juan Bosch. Pero el crítico más influyente de esta mirada, quien aún hoy cuenta con el

comentario más importante de la obra, el más leído y citado, es el propio Hostos, con el

mencionado segundo prólogo que le escribió a la novela13.

La peregrinación de Bayoán pasó a ser conocida como una obra de poco valor literario;

descartada como obra del Hostos juvenil, su importancia radicaba en que es su obra inicial, que

contenía temas que serían desarrollados a lo largo de toda la obra hostosiana – el hombre

completo, la Confederación Antillana, el deber – y porque era otra entrada íntima a la vida y el

pensamiento de Eugenio María de Hostos. Se menosprecia el hecho de que Hostos, en repetidas

ocasiones, demostró un profundo aprecio y orgullo por esta novela, incluso después de su

supuesta renuncia a la literatura

Desde hace algunas décadas han surgido voces retando esta lectura de La peregrinación de

Bayoán, valorando la novela en su dimensión artística, como obra de magnitud literaria. Un

esfuerzo paralelo para rescatar la faceta literaria se ha hecho por otros estudiosos como Marcos

Reyes Dávila y Adelaida Lugo Guernelli. Sin embargo, queda mucho por estudiar de esta novela

compleja.

El presente trabajo pretende unirse a esta reciente ola de la crítica literaria hostosiana para

hacer una aportación a los estudios de la novela. Como se adelantó, la novela está compuesta por

una red de voces que llevan la narración y que se dicen y se desdicen. Contamos con Bayoán,

narrador principal, quien nos cuenta su doble peregrinaje – físico e íntimo –. La voz del

13
Así también lo señala José Juan Beauchamp en “La peregrinación de Bayoán: crisis de la novela y novela de la
crisis de la búsqueda de valores” (117).
10

personaje Eugenio María Hostos, casi totalmente ignorada por la crítica literaria, se presenta

como editor y prologa el libro al publicarlo. Sobre estas dos voces de la historia del texto

tenemos también la voz de Eugenio María de Hostos el autor, que se inserta en ese segundo

prólogo, buscando imponer una lectura sobre su creación14. Al leer la novela el lector se enfrenta

ante estos distintos narradores, cada uno buscando fijar su autoridad, algunos con mayor vigor

que otros. Es este intercambio el que pretendemos examinar en este trabajo.

Fijaremos la mirada en la jerarquía existente entre las voces narrativas. Para definir esto,

estaremos haciendo un análisis a partir de la narratología, escuela literaria que se desprende del

estructuralismo y que se concentra en estudiar los elementos comunes a toda narración.

Estaremos siguiendo los conceptos y planteamientos que desarrolló Gérard Genette en su tratado

titulado “Discurso del relato”, el cual se encuentra en Figuras III. Estudiaremos luego las

distintas voces narrativas por separado, analizando el discurso que cada una presenta en la

novela. Por último, veremos cómo el choque de voces y la jerarquía existente conforman y

afectan nuestra lectura de la novela.

14
A pesar de que este Hostos también sirve como crítico de la novela, para nosotros, la voz del Hostos autor es una
más que conforma y que ha afectado la lectura de La peregrinación de Bayoán.
11

II. Estado de la cuestión

Nos ceñiremos aquí a la crítica en torno a La peregrinación de Bayoán. Mucho se ha

escrito sobre la visión de Eugenio María de Hostos sobre la literatura, sobre su visión estética y

su trabajo como crítico literario mas, debido a la naturaleza de este trabajo, no es este el espacio

para comentarlo.

La lectura canónica que aún late en parte de la crítica actual se remonta a los años

alrededor de la conmemoración del centenario del nacimiento de Hostos, en el 1939, cuando se

publican las Obras Completas y vuelve a circular La peregrinación de Bayoán, que no había

tenido una nueva edición desde la que Hostos hizo en su estadía en Chile del 187315. Estaremos

examinando de cerca los comentarios de Antonio S. Pedreira y Francisco Manrique Cabrera ya

que a través de lo que dicen es que se crea y solidifica dicha lectura16.

En el 1932, años antes de la publicación de las Obras Completas de Eugenio María de

Hostos, Antonio S. Pedreira publica Hostos. Ciudadano de América, lo que aún hoy es la

biografía más leída sobre Hostos. Pedreira tenía como uno de sus propósitos profundizar en

Hostos como pocos lo habían hecho:

El punto de partida para estudiar su personalidad, tan rica en matices, no hay que
bucearlo en libros ni en funciones vitales, sino en el cogollo íntimo de su conciencia.
Con tener obras y hechos que bastarían en cualquiera de sus partes para inmortalizar
a un hombre que pudiese mostrarlas en su abono, es su carácter, su hombría, su
conducta lo que debe constituir su inicio (11).

15
Richard Rosa, en Los fantasmas de la razón. Una lectura material de Hostos, considera que éste es el punto en el
que se trata de crear una coherencia dentro de la obra de Hostos y se canoniza su figura, a pesar de que cada cual leía
a Hostos a su manera incorporándolo a su ideología (13-4).
16
A pesar de que quizá la novela que hace Bosch sobre la vida de Hostos, Hostos el sembrador, haya tenido tanta
influencia como los otros textos, no la incluiremos dentro de la obra crítica.
12

El inicio de la introducción es una síntesis de lo que se había dicho sobre la vida y obra de

Hostos, en una época cuando sólo un puñado de sus textos era leído por aquella minoría

conocedora de su obra.

Aunque, como toda biografía, se habla mucho de la vida de Hostos, hay un énfasis en el

trabajo al cual le dedicó su vida. La rigurosidad de Pedreira se hace evidente tanto en la

investigación histórica que realizó como en el amplio conocimiento que tiene sobre las distintas

ramas del saber que abarca el pensamiento hostosiano. Pedreira demuestra su dominio de la

sociología, de la pedagogía, del derecho y de la filosofía al comentar a Hostos y sus

antecedentes.

En el libro, Pedreira reduce La peregrinación de Bayoán a un punto de partida en la vida

de Hostos: “La peregrinación de Bayoán, que en 1863 publicó Hostos, es el prefacio público de

su ideal antillano (25-6)”. Más adelante identifica a la novela como el comienzo del

desenvolvimiento político de Hostos, al entender la escritura de la misma como un llamado

político: “Abandona la Universidad y entra en la lucha que va a durar cuarenta años. La

peregrinación de Bayoán, publicada en 1863, es su comienzo (44).” Por tal razón es que

comienza el segundo capítulo, titulado “El político”, comentando la novela:

La peregrinación de Bayoán lleva en su forma la incertidumbre del que se inicia en


un género literario que cree malsano, y a cuyas exigencias no ofrece cumplimiento.
Es un diario novelesco, con un fondo político y social al servicio de una encubierta
propaganda. El libro, improvisado en su primera parte, nació votado del idealismo,
con el anhelo de presentar a Bayoán como juez de España en las Antillas y como
intérprete del deseo de éstas ante España. La dualidad funcional quedó tímidamente
sintetizada en fórmula agresiva: “Las Antillas estarán con España si hay derechos
para ellas; contra España si continúa la época de dominación”. Estas páginas son un
llamamiento a la confraternidad, no son una maldición. (45)
13

A pesar de entender la importancia de la novela en la vida de Hostos, no le reconoce ser

más que un trabajo forzado y fallido por utilizar la literatura como propaganda. No la ve como

producto artístico del joven puertorriqueño sino como un truco político: “Lo que gana en social y

político, lo pierde en novela y poema (197)”. Más adelante, en el último capítulo, dice:

Obra de propaganda, tiene que ser por fuerza limitada, estrecha, y correr por los canales
marcados ya por la finalidad que se persigue. Obra de lucha y de combate, por su
índole, tiene que ser interesada, unilateral y tendenciosa. La literatura, puesta al servicio
de normas que nada tienen que ver y hasta a veces están en pugna con el arte, pierden
emoción y divertimiento lo que gana en fuerza tendenciosa. Al convertirse en medio de
propaganda, por civilizadora que sea, sufre su independencia, se encogen sus horizontes
y se limita su importancia. (193-4)
Para Pedreira, al momento de redactar Hostos ya entendía a la novela como un género “malsano”

y por eso La peregrinación de Bayoán no cumple con las expectativas artísticas del género. El

mensaje político que presenta la novela también se queda corto, según Pedreira, al no romper

radicalmente con España como lo hará Hostos en el futuro. La novela sirve como “anticipo

político” y “puerta” de entrada a la escena política española pero todavía le quedaba a Hostos

aclarar “definitivamente su pensamiento” (46).

Pedreira no hace ningún análisis literario más allá de las palabras ya destacadas; sólo

señala que la novela representa el ideal de la Federación Antillana a través de sus personajes, tal

como lo dice la clave que añadió Hostos en la segunda edición. El último capítulo, “Literatura y

crítica”, el más corto del libro, consiste en señalar el desdén que Hostos le tenía a la literatura,

citando al segundo prólogo de La peregrinación de Bayoán y a pasajes de Moral social antes de


14

dedicarle algunas páginas a su crítica literaria que, más que literaria, describe como moralista:

“Hostos ve antes al hombre y después al artista (198)”17.

Dos años después, en su ensayo más conocido, Insularismo, llamará La peregrinación de

Bayoán una “inocente novela” (71). En “Alarde y expresión” el autor hace una sucinta historia

de la literatura puertorriqueña tomando como hilo conductor la reflexión de lo que es ser

puertorriqueño y la toma de conciencia de dicha identidad, eje temático del ensayo. Sin embargo,

no le dedica más a La peregrinación de Bayoán debido a que la prohibición de la novela en la

colonia española le impidió haber tenido mayor influencia sobre la literatura insular, entiéndase,

la que se escribió en la isla18.

Francisco Manrique Cabrera fue uno de los promotores del pensamiento hostosiano más

importante del siglo XX en Puerto Rico y no son pocas las páginas que le dedicó a la novela. El

catedrático del Departamento de Estudios Hispánicos considera a La peregrinación de Bayoán

uno de los textos claves de Hostos, junto con sus Diarios, debido al carácter íntimo de estas

obras y la cercanía que tienen a la obra más importante que llevó a cabo Hostos; su propia vida.

Por este hecho, la importancia que le da a la novela no siempre se da en forma de su valor

17
Parte del rechazo a la literatura ocurre por el contexto romántico, donde las pasiones son los que dominan al ser
humano. “Los sentimientos, que tanto predominan en los románticos, encuentran en él un freno poderoso, por no ser
ellos los mejores medios de educar nuestras facultades de razón (195)”. Hostos, como racionalista y debido a su
influencia positivista, cree que las pasiones no deben ser absorbentes. Es por esto que dice lo siguiente de la prosa de
Hostos: “Martí, intransigente y exaltado, era fogoso en la palabra, centelleante en la prosa, lírico en los conceptos.
De ahí su aspecto poético, que Hostos no llegó a desarrollar, y el ritmo de su fecunda producción literaria… Hostos,
más preocupado que Martí por nuestro desbarajuste social, ahondó como pocos en las raíces de nuestros males, y
más maestro que Martí, los expuso en una prosa serena, grave, disciplinada, sin los esmaltes propios del retardado
romanticismo ambiente. Son páginas didácticas y hondas las suyas, llenas de la fijeza y precisión a que le obligaba
la sobriedad de su método. No tenía tiempo ni condiciones para el lirismo, aunque no dejó de ensayarlo en artículos
de ocasión. Martí es más literato; Hostos más científico… Martí es el orador; Hostos el conferenciante. (28-29)”. Si
bien es cierto que Hostos en ocasiones decía alejarse del vuelto metafórico, su prosa continuamente dice lo
contrario.
18
Sin embargo, en el segundo prólogo, Hostos habla de que a La peregrinación de Bayoán le debe “en gran parte la
autoridad de mi palabra en mí país; pero en él, como en España, nadie se ha atrevido jamás a pronunciar en voz alta
su fallo” (95, énfasis nuestro). Hasta donde hemos podido investigar, no existe un estudio sobre la influencia de la
novela en el Puerto Rico del siglo XIX.
15

literario sino como obra iniciadora de Hostos, que contiene todos los elementos fundamentales

de su pensamiento y que es “profecía de sí mismo” (7).

Manrique Cabrera, autor de la primera Historia de la literatura puertorriqueña, publicada

en el 1956, le dedica varias páginas a Hostos, mas sólo un párrafo a La peregrinación de Bayoán.

El segmento que le dedica al autor, “Eugenio María de Hostos”19, contiene una sección titulada

“¿Literato?” donde habla de los conflictos que tenía Hostos con la literatura y el oficio literario:

“se evidencia que para el apóstol peregrino lo ético era previo a lo estético” (6-7). La duda que

expresa el título de la sección no es tanto por menospreciar su importancia como escritor sino por

no poder encasillar a Hostos con la mera etiqueta de literato debido a la amplitud de su obra. La

peregrinación de Bayoán la clasifica como una “novela indigenista”, “muestra del novelar

romántico en Hispanoamérica”, novela “poemática, de entraña lírica y símbolos brumosos”, a

pesar de que es, según él, sobreestimada por el autor (8).

En sus notas para la presentación de un panel sobre La peregrinación de Bayoán que

aconteció el 18 de noviembre del 1963 en la Universidad de Puerto Rico, dice lo siguiente:

“Como obra hay que situarla dentro de ese sesgo que el romanticismo fecunda en nuestra

América: el indigenismo. Nos extraña que en el valioso estudio de la profesora Concha

Meléndez – La novela indianista en Hispanoamérica – no la recuerde” (174). Más adelante

prioriza la lectura alegórica de la novela siguiendo la clave de la edición del 1873. “La obra en

cierto sentido es alegórica. Apenas tiene trama, sin embargo. Su estructura es notoria por su

sencillez” (175). Menciona que la crítica ha sido injusta con la novela, limitándose a una lectura

19
Y que también se recoge en Hostos. Ensayos.
16

estética e ignorando que es única como obra confesional en América y que podría considerarse

como un primer tomo del Diario de Hostos20 (176-7).

En “Hostosianismo: confesional y peregrino” llama la novela “un grito honrado de anhelo

libertario” y “manifestación obvia del peculiar romanticismo hispanoamericano”, obra a la que

se le tienen que hacer “críticas diversas” pero que se destaca por ser un “documento hostosiano

de gran valía” (17).

En la Nota preliminar que le escribe a la edición del Instituto de Cultura Puertorriqueña en

el 1970, dice de ella que “se trata de las primicias de la huerta hostosiana”, una “obrita

mañanera” donde por vez primera utiliza el modo confesional e íntimo y que ha sido considerada

por algunos como el primer tomo de su Diario (23-4). Comenta la injusticia que se le ha hecho a

la obra al no considerarla como obra importante dentro de la novelística romántica

hispanoamericana; escrita cuatro años antes que María de Jorge Isaacs, cuando único se le

menciona es cuando se desea criticarla, expresar sus fallas. Reprocha el hecho de que sólo se vea

“como obra literaria y nada más”, no tomando en cuenta el “contexto espiritual. Repite aquí que

la novela “también tiene méritos (quien sabe los mayores) que se afincan en tierras ajenas a la

esfera propiamente literaria” (26-7, 30). En la novela se anticipa la vida de aquel “apóstol

peregrino” que será Hostos y se plasma el proyecto vital hostosiano.

A pesar de que lo menciona en los ensayos anteriores, en la ponencia “Sobre Hostos” del

1969 es donde más enfatiza el desdén de Hostos hacia lo que él llama los “puros literatos”21,

entiéndase o los literatos desvinculados del quehacer político o la literatura que él considera

“malsana”. Llama a Hostos “literato a pesar de no querer serlo” ya que Hostos nunca dejó de ser
20
Con esto no se debe entender que Manrique Cabrera, como Ernesto Álvarez, cree que el texto es el primer diario
de Hostos y que éste luego lo reescribió para que tome forma de novela, sino que, debido a su contenido ético y
político, más los paralelos con la vida de Hostos, La peregrinación de Bayoán es un texto que permite entrar a la
intimidad de Hostos y entender mejor su vida.
21
Manrique Cabrera nunca habla de una “renuncia” por parte de Hostos a la literatura como lo hace Pedreira y otros
que mencionaremos más adelante.
17

una de las plumas más importantes de la América Latina y de la lengua castellana, adquiriendo

rango continental (38). Señala que en parte el desconocimiento de gran parte de su obra, entre

ella La peregrinación de Bayoán, se debe a su gran importancia como ensayista y el carácter

fundacional que tiene ese género.

En “Hostos: vivir peregrinante en confesión”, del 1973, repite varias de las aseveraciones

hechas anteriormente. Comenta acerca de la sobreestimación por parte de Hostos de la novela lo

siguiente: “Evidentemente el severo moralista no ama La peregrinación de Bayoán por los

valores literarios que en sí albergue toda vez que, siguiendo criterios de época o normas

personales de extrema austeridad no estaba ya buscando glorias literarias”. Vuelve a recalcar la

importancia de la novela como “documento hostosiano”:

Ahora bien, ¿qué ha de decirnos él mismo de la vida y sobre todo de la suya propia? No
más que acumular verbatim todo el decir hostosiano sobre ese foco de inquietudes que
su atormentada vida colmaría centenares de páginas y páginas. (84)
Enfatiza dos metáforas expuestas en la novela, siendo éstas la metáfora de los dos caminos –

“uno llano y uno áspero” – y la metáfora de la peregrinación.

Esto en síntesis ha sido la lectura tradicional de La peregrinación de Bayoán: la novela

como un primer intento mayormente frustrado con algunos méritos literarios; un intento de

alguien que potencialmente pudo haber sido un gran escritor y novelista; una novela primeriza en

donde se contiene la raíz de todo el pensamiento hostosiano a pesar de que todavía está muy

ligado al reformismo español22. En las últimas décadas del siglo XX surgieron otras miradas

22
Dividir el pensamiento político de Hostos en una primera etapa reformista, ligada al autonomismo, y una segunda
etapa, abiertamente independentista luego de su ruptura con España en el 1869, es muy común entre la crítica. Sin
embargo, ésta no es la única lectura. Félix Córdova Iturregui, en “El radicalismo democrático de Eugenio María de
Hostos: su período español”, aunque también divide la vida política de Hostos en una etapa española y otra
independentista y más latinoamericanista, no ve a esta primera como una etapa reformista suya. Hostos siempre
estuvo vinculado a los elementos más radicales de España. Vislumbraba, sí, una revolución antillana junto a España,
pero no junto a una España conservadora y monárquica sino a una España también revolucionaria. El rompimiento
con España no se dio porque cambió radicalmente de pensar; siempre concibió un proceso profundamente
democrático. Hostos pudo articular su proyecto antillanista dentro de las necesidades de las provincias españolas que
18

apreciando sus valores literarios y estudiando el texto como obra de arte y no como documento

histórico en la vida de Hostos23. Esta crítica ha sido diversa, estudiando temas desde distintas

perspectivas. El único tema reiterativo y que servirá para nuestro trabajo es el deseo de Hostos de

crear una nueva mirada, una nueva voz, una nueva escritura americana, a través de la novela.

Trataremos aquí de cubrir lo más posible de estos escritos diversos aunque enfatizaremos aquella

que pueda servirnos de ayuda o con la cual se pueda dialogar para este trabajo.

Es precisamente “una lectura que devele una nueva significación” lo que pretende José

Juan Beauchamp en “La peregrinación de Bayoán: Crisis de la novela y novela de la crisis de la

búsqueda de valores”, del 1989, al buscar la “comprensión global” de la novela, manifestando el

rompimiento con mucha de la crítica anterior que ha mantenido la lectura ya descrita y que “no

le ha otorgado la importancia que merece” (113-5). Es en este ensayo donde plantea que la

lectura más importante e influyente que se realizó de la novela fue la que el mismo autor hizo en

el segundo prólogo, pero “los críticos han olvidado que lo que dice un autor acerca de su obra –

sobre todo, diez años después – es un dato para tomarlo en cuenta como un dato más, pero no

para considerarlo determinante. Lo determinante siempre es el texto que contiene nuestro objeto

de investigación” (117). Destaca a Bayoán como el primer personaje problemático de la

literatura puertorriqueña y latinoamericana y presenta a la novela como un rompimiento con el

conformaban el plan revolucionario español mas cuando en el 1868 llegan los supuestos revolucionarios españoles,
se desarticula el proyecto. Ya no había qué buscar en España. La magnitud de la revolución que buscaba Hostos en
España se reflejan en esta cita, tomada del ensayo de Córdova Iturregui: “Porque nosotros, los que aceptamos la
revolución no tenemos más que una contestación que dar, una explicación que presentar: hemos venido para destruir
lo anterior, porque el país quiere vivir con honra y con libertad (647).” Para Luis Felipe Díaz, en La peregrinación
de Bayoán se muestra “el distanciamiento que ya ha comenzado a ocupar el arte frente a la esfera del proyecto
liberal de la sociedad burguesa” (71).
23
A pesar de que podría parecer apresurado fijar una fecha debido a que el repaso de la bibliografía pudiera ser más
extenso, y de que también existen algunos trabajos importantes anteriores, se destacan como puntos de partida el
1988 y el 1989 por la publicación de los ensayos “La peregrinación de Bayoán: construcción de un punto de vista”
de Félix Córdova Iturregui, “La peregrinación de Bayoán: Crisis de la novela y la novela de la crisis de la búsqueda
de valores” de José Juan Beauchamp, respectivamente, y los dos ensayos publicados en la Revista de Estudios
Generales de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras en la edición del 1989-1990.
19

costumbrismo latinoamericano tradicional, que comienza con Cecilia Valdés de Cirilio

Villaverde (126).

El contenido político de la novela no es lo principal, a pesar de que éste ocupa gran

importancia en ella y se presenta como el motor que inició la escritura de la novela, al autor

buscar una herramienta política24. Tampoco lo es el conflicto amoroso, que a veces se entiende

como trama principal y en otros momentos como pretexto para el tema político. De la lectura

alegórica sólo se habla porque el mismo Hostos hizo mención de ella. El problema principal por

el cual atraviesa la novela es la crisis interna de Bayoán, su “búsqueda de valores”. En esta

búsqueda se presenta “la construcción de un paradigma moral y espiritual” a tal nivel que ya en

Bayoán se evidencia la necesidad de una revolución moral para completar una revolución

política25. La tarea política, como el conflicto amoroso, son sólo partes de esta crisis (117).

Incluso, Bayoán no logra cumplir ningún acto político de envergadura; sólo se ve el fracaso que

enfrenta quien desea ayudar a las Antillas luchando en España. La impotencia del protagonista

presenta “un mundo que no puede marchar hacia una transformación tanto subjetiva como

objetiva” (122).

Beauchamp entiende que las posiciones reformistas que Hostos tenía en su etapa española

ya entraban en crisis en La peregrinación de Bayoán. El hecho de que las alusiones a una

Confederación junto a España coexisten en la novela con la falta de acción política que llevó a

cabo Bayoán en España – no por falta de iniciativa – y su eventual viaje a América en busca de

continuar su lucha demuestran que ya existían dudas sobre la manera en que las Antillas podían

obtener sus libertades. “Por supuesto, se trata de un reformismo en crisis, es decir, en progreso

24
“Si lo fuera, sería el folleto de propaganda más malo que podríamos leer” (131).
25
En esto estriba la importancia del pasaje del anciano quien narra las dificultades de las repúblicas independientes
de la América Latina, pasaje luego suprimido por el autor en la segunda edición.
20

hacia una transformación revolucionaria, pero este reformismo es todavía una parcialidad de una

totalidad mayor” (132-3).

Continúa el ensayo trabajando el tema del “individualismo humanitario, idealista y

problemático” que presenta la novela. La crisis que atraviesa Bayoán no se debe entender como

debilidad, sino como imaginación y libre asociación, o, como lo dice Hostos en su Diario, “una

conciencia en desarrollo” (137). Parte del individualismo que menciona se debe al mesianismo

del sufrimiento que el Hostos de la madurez rechaza (136). Se presenta la búsqueda de la

perfección del “hombre” incluso a pesar de la degeneración de “los hombres”; la incomprensión

hacia Bayoán es un evento repetido (por la madre de Marién, por la tripulación, por España) que

él mismo comenta en su diario. Bayoán pasará a representar las aspiraciones de los seres

humanos a pesar de ellos mismos (164).

Para el crítico, el gran problema estético de la novela consiste en que la historia y la ficción

no logran encontrarse de manera convincente en la novela. Los intentos de insertar pequeños

ensayos a lo largo de la novela son “poco acertados”. “La historia no se reconoce en la ficción, ni

la ficción se reconoce en la historia” (149). Esta es la otra cara de la crisis de La peregrinación

de Bayoán: la crisis de la forma de la novela que se presenta en su mayoría como “indefinida y

libre”, adelantándose a la novelística del siglo XX (150).

En “La construcción de la cotidianidad, la historia y el ensayo en La peregrinación de

Bayoán”, vuelve a enfatizar su intento de “devolverle a la novela su significación total y su

sentido estético hurtado por la crítica” (521). Problematiza la lucha entre la cotidianidad y la

historia en la novela, vinculada al problema amor-deber, argumentando que Bayoán (y Hostos)

aboga por la eliminación del espacio cotidiano por el espacio histórico. Cito: “no es en la

cotidianidad en la que el protagonista siente que puede realizar sus valores sino en la historia”

(527).
21

Le dedica parte de su ensayo a la importancia de la mirada, herramienta para la

introspección de Bayoán. “La mirada narra el movimiento, pero no la acción, pero lo visto es

sólo una mediación. […] La mirada despierta reflexiones y sentimientos que no sólo atañen a la

historia de América y España, sino también a los valores vinculados […] (534”). Esta mirada

crítica se debilita con la aparición de Marién y la relación amorosa que propicia. Es importante

señalar que Bayoán nunca concentra su mirada en objetos; casi no tienen presencia nominal en la

obra (536).

Félix Córdova Iturregui ha estudiado en diversas ocasiones el personaje de Bayoán y cómo

la construcción de su mirada y la importancia de su voz forman parte de su proyecto político.

“Eugenio María de Hostos fue un hombre obsesionado con la mirada”; así comienza Córdova

Iturregui su ensayo “La peregrinación de Bayoán: construcción de un punto de vista”, del 1988.

Llama el problema de la mirada parte del aspecto central de la novela. La mirada, dentro de la

cultura occidental, está fuertemente ligada al “saber”. Dentro de la novela, la mirada también

implica que hay distintas maneras de “entender”: desde dónde ver la historia, desde dónde

estudiar la sociedad. “La reconstrucción del pasado tiene como función la construcción del futuro

(95)”; Bayoán “quiere ver porque quiere” (89, 96).

La conciencia de Bayoán se desarrolla a través de la novela junto al cambio de mirada, que

se fija en la historia de las Antillas y que busca una perspectiva nueva sobre ellas. La mirada de

Bayoán comienza “a bordo” en esa primera entrada del diario, representando el estado movedizo

del protagonista, sobre el continuo movimiento y desplazamiento del mar, pero a la vez

representa una mirada sobre lo que une a las Antillas (91). Es desde el mar que observa las islas,

desde afuera del insularismo. Dice Córdova Iturregui sobre esto último que “se trata de un

desplazamiento cardinal, porque la colonia desde la colonia no se ve en su totalidad” (93). Para

poder entender el sistema colonial se necesita esa mirada experimentada que trae Bayoán de
22

experiencias pasadas; las primeras palabras de Bayoán, “¡Otra vez!”, también implican volver a

ver pero esta vez desde otro ángulo.

Para ver bien se necesita la indiferencia, que no se puede confundir con la apatía, y que

sólo se puede adquirir a través del peregrinaje: “porque se trata de un punto de vista sin anclaje

en ningún rincón” (96). La necesidad de adquirir una nueva mirada para entender la realidad

colonial y las exigencias que ella misma presenta son las razones que llevan a Bayoán a entender

su proceso de lucha como uno solitario. Dadas las circunstancias, su proyecto social no puede

contar con las grandes fuerzas sociales; la realidad colonial aparece como una “barrera insalvable

ante el vigor del pensamiento” (99). Hay razones materiales para esta concepción: la falta de una

burguesía industrial antillana con fuerza económica para establecer relaciones interiores a ese

mundo antillano. “Es precisamente esta pobreza social lo que motiva a Bayoán a exaltar la

importancia del sujeto individual en la historia, depositando en el núcleo mismo de la conciencia

de este sujeto una sobrecarga de lo ético (100)”.

La fecha de la primera entrada del diario, 12 de octubre, es una referencia al encuentro

entre dos mundos. Es también el recuerdo de una primera mirada: “hablar del viaje de Colón es

inevitablemente recordar su mirada virginal sobre ese otro mundo americano descubierto, con

sus pobladores originales” (92). Sin embargo, si la mirada de Colón es producto de la ciudad

europea, la de Bayoán consiste en la continua contradicción entre la ciudad colonial – centro del

poder –, su mundo antillano y la metrópoli. La mirada de Bayoán le permite romper con la

dicotomía falsa de civilización y barbarie, de ciudad y campo, tan cantada en América, porque

desde su mirada antillana, la ciudad colonial no es otra cosa que el centro del dominio colonial,

desde donde se desprenden las órdenes del país imperial, desde donde se siguen las instrucciones

de quebrantar y reprimir. Es símbolo del estado paupérrimo de las colonias antillanas. “En ella

no vegeta el árbol de la ciencia”. Es sólo bajo esta perspectiva que se puede entender la visión
23

que tiene Bayoán del campo antillano, que presenta de una manera idílica y que es el espacio de

sus retiros y felicidad pero que le imposibilita el poder alcanzar “una visión de totalidad” (96).

La civilización, representada por la ciudad europea, se presenta como un “hecho inescapable”

pero que a su vez esconde “crímenes terribles” (97). Para Córdova Iturregui, Bayoán entiende

que el problema principal de la sociedad es que exista un desbalance, una falta de armonía en la

relación entre la naturaleza y los seres humanos que la habitan y que este desequilibrio tiene su

raíz en la estructura social (95).

La introducción del autor como personaje en la forma de Eugenio María Hostos, amigo de

Bayoán y editor del diario, se debe a la “compenetración tan honda que siente [el autor] por el

personaje-narrador”. Bayoán y Hostos coinciden en que la escritura les sirve de herramienta para

adquirir poder; así lo hace claro Bayoán al querer fundar un periódico al llegar a España. Toda la

obra literaria de Hostos es muestra de esto, especialmente su obra ensayística. La importancia del

personaje-editor, sin embargo, va más allá, dado que es a través de él que se completa la

narración del diario (89). Es él quien exclama que “Bayoán no era un hombre: era una

conciencia” (104).

Es debido a la cercanía del proyecto de Bayoán y el proyecto de Hostos que la novela sirve

como presagio del futuro de Hostos y que adquiere un carácter autobiográfico. No es que La

peregrinación de Bayoán es el primer tomo del Diario sino que la novela lo antecede: “mira

hacia el pasado o discurre sobre un presente, [pero] lo hace desde el impulso fundamental que

preside todo el texto: la construcción de un futuro, la realización de su proyecto” (91).

En “Hostos: literatura y poder”, leída en el 1994 en la presentación del libro Cuento.

Teatro. Poesía. Ensayo de las Obras Completas (Edición Crítica) de Hostos, Córdova Iturregui

aclara que “si la crítica ha podido presentar a Hostos en conflicto con la creación literaria, ha

sido el propio Hostos el facilitador de esta visión. Lo que en su obra fue un debate continuo, una
24

tensión creativa, orientó lecturas que perdieron la turbulencia del debate, su riqueza expresiva,

sus posibilidades estéticas (3)”. Hostos, en busca de un arma, encontró la literatura; siempre vio

una relación estrecha entre la escritura y el poder.

Las contradicciones que encontramos en Bayoán persiguen a Hostos toda su vida: “¿cómo

construir una conciencia libre, una subjetividad nueva, en un mundo sofocado por la colonia?”

Las entradas del diario son ese espacio de reflexión sobre la asfixiante situación política que a la

vez que no deja muchas puertas abiertas para actuar, impone la acción como deber. Y para poder

liberarse de la situación de ser „colono‟, como expresa Hostos, se necesita superar la condición:

“Descubrir los eslabones de la cadena, siguiendo la expresión hostosiana, implica no solamente

ver con los ojos, sino construir los ojos en el proceso de ver, ajustarlos a la imagen que no está,

pero que es urgente construir, como derivación posible de la imagen de la realidad que está, que

existe y produce radical inconformidad (4)”. La voz de Bayoán debe ser nueva, profundamente

americana: “no puede ser mímesis de lo europeo, porque en América copiar no reproduce la

experiencia de Europa, sino su caricatura: el coloniaje (5)”. La lectura del diario de Bayoán

pretendía incitar en el lector esa misma búsqueda; por eso, la urgencia y la necesidad de Hostos

(el editor, el autor, da lo mismo) por publicarla. “La situación colonial puede ser superada porque

sus propias contradicciones permiten una reflexión sobre la libertad, que a su vez es un paso

inevitable para su ejercicio (4)”.

Córdova Iturregui también problematiza el repudio de Hostos hacia la literatura, tomándolo

como parte de toda su visión de edificación de América. “Su repudio por la literatura adquiere

riqueza nueva si lo localizamos en el interior de la problemática liberadora de su obra. …Esto

significa no ver la posición de Hostos como un aborrecimiento, sino como una reorientación

literaria… (5)”. Decir que Hostos renunció a la literatura es un “juicio fácil”, que no capta la
25

complejidad del pensamiento de Hostos, juicio que, tristemente, se impuso en la lectura

tradicional de su obra.

“¿Por qué Hostos, inmerso en un proceso peregrinatorio, desde la experiencia adquirida

por los países del sur, decidió volver a publicar La peregrinación de Bayoán? […] No me parece

aventurado decir que en este libro, tan cercano a su intimidad, veía una corriente interna de

continuidad que consideró importante. ¿Hasta qué punto podía captar en el diario de Bayoán la

trayectoria de su propia ruptura con España? (177)” El ensayo “La supresión de las pasiones

absorbentes: la estructura de la conciencia en La peregrinación de Bayoán y su correlación con

la historia” de Córdova Iturregui, del 2003, comienza trabajando nuevamente la mirada de

Bayoán, esta vez hablando de su alcance. Bayoán cuenta con una mirada larga incomprendida

por otros personajes como, por ejemplo la madre de Marién (“si usted viera donde yo solo veo”).

Este “ver lejos” de Bayoán es un factor importante para Córdova en la decisión de Hostos para

re-editar la novela.

En este trabajo, como lo señala el título, se destaca la importancia de eliminar “facultades

exclusivas y en suprimir pasiones absorbentes” para poder lograr lo que en el segundo prólogo

Hostos llama el hombre lógico y lo que más tarde en su obra llamará hombre completo. Parte de

la lucha entre el deber y la razón, presente en la novela, ejemplifican la necesidad de evitar que

sean las pasiones quienes dominen al ser. Aquí la razón tiene una posición privilegiada “por ser

una facultad que puede establecer límites” a pesar de que no puede suprimir los reclamos de

otras facultades (179). La libertad tiene que trabajarse desde la conciencia y del interior; no se

puede perseguir la libertad de otra manera, ni lograr la libertad social (180). Córdova Iturregui

luego señala cómo, en Mi viaje al sur, texto que recoge la experiencia de Hostos en su

peregrinaje por la América Latina, se ve la continuación del proyecto interior hostosiano, razón
26

por la que La peregrinación de Bayoán mantenga tanta vigencia para él y se justifique su

publicación.

Córdova Iturregui comienza la conferencia “Bayoán frente a Madrid: reflexiones sobre la

peregrinación”, parte del simposio Pertinencia del Pensamiento de Eugenio María de Hostos en

el siglo XXI del 2010, poniendo en tela de juicio varios de los comentarios que hizo Pedreira

sobre La peregrinación de Bayoán en Hostos. Ciudadano de América e Insularismo referente a

la supuesta inocencia de la novela. ¿Cómo llamar a una novela que fue censurada y confiscada

por el gobierno español debido al contenido político “inocente”? A pesar de que Pedreira podría

justificar su posición citando al segundo prólogo de la novela, señala que no se puede olvidar el

profundo amor y la alta estima que Hostos tenía sobre su creación. De Bayoán, “consideró que su

personaje representaba una verdad conmovedora «no por ser él una personalidad monstruosa,

sino por ser una entidad entera que luchaba con una sociedad monstruosa» (139)”. Lejos de ser

un texto improvisado, La peregrinación de Bayoán tiene un contenido altamente poético

“trabajado con mucho rigor y cuidado”. “La flexibilidad de la novela como género le permitió

inscribir en ella la nueva estética trabajada como un proyecto efectivo de ejercicio de la libertad

(142)”.

Señala el crítico que Bayoán huye de todo intento de fijarlo, de anclarlo. No es casual que

comience la novela a bordo de una embarcación ni que es un 12 de octubre, fecha que adquiere

“la forma de una embarcación lanzada a un viaje de descubrimiento” (135); “En el mar no se

puede echar raíces: predomina el desplazamiento (136)”. Retoma el tema de la ciudad colonial y

la ciudad del colonizador y la importancia mirada y de la indiferencia. “El ver tanto, planteado

por Bayoán, no es ver de súbito (135)”. El adquirir la mirada es un proceso difícil que implica

preparación.
27

Al analizar la estrecha relación entre literatura y poder, Eliseo Colón Zayas escribe

“Escritura ante la formación de la conciencia nacional: La peregrinación de Bayoán de Eugenio

María de Hostos”. El español es la lengua que llegó a América y se impuso a las colonias

españolas del llamado Nuevo Mundo; por lo tanto, el idioma, desde la conquista, ha funcionado

como una estructura de poder. Es por eso que, luego de las Guerras de Independencia, “El

periquillo Sarniento de Lizardi, La gramática de Andrés Bello; Simón Rodríguez, Sarmiento,

todos se preocuparon por la escritura que fijará el nuevo orden social”.

Para estos, “la ciudad letrada será el centro que hará del país un espacio homogéneo”

(160). Hacia finales del siglo XIX esto cambia con las figuras de los antillanos José Martí y

Eugenio María de Hostos. Ahora, la ciudad se presenta como la oposición del “proyecto

utópico”. Hay razones materiales para que esto se dé en ambos casos y no es casualidad que sean

caribeños. A pesar de que el centro político de la colonia es la ciudad, “la provincia era el eje de

la vida económica y cultura” (161). Es natural que sea ésta el espacio más importante; “no era

hablar del pasado, era hablar del presente” (161-2). En La peregrinación de Bayoán el privilegio

lo tiene el espacio del campo porque ahí se encontraban el orden y la razón. “Cuando estoy en el

campo, dice Bayoán, creo estar en mi patria: voy a ciudades y me falta” (162). Utilizando como

pie forzado un pasaje de Hernán Vidal, dice que para Hostos “el espíritu es el campo, el cuerpo

es la ciudad”; “el espíritu del campo domina al cuerpo de la ciudad” (164). Sobre la estructura de

la novela, dice lo siguiente:

Como estructura narrativa, la novela está perfectamente construida: tres personajes


(Bayoán, Guarionex y Marién); tres voces narrativas (Hostos, Bayoán, editor); tres
textos (los prólogos, el diario, los comentarios del editor). Esta estructura
metonímicamente establece el proyecto hostosiano; tres islas: Cuba, Santo Domingo,
Puerto Rico; tres ideas: virtud, razón, orden; tres dicotomías: Europa/América,
campo/ciudad, espíritu/cuerpo. (163)
28

En el 1990 la Revista de Estudios Generales de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de

Río Piedras publicó dos ensayos importantes sobre La peregrinación de Bayoán: “Hostos y

Colón: Vidas paralelas” de Ernesto Álvarez y “La peregrinación de Bayoán: fragmentos de una

lectura disidente” de Juan Manuel Rivera. Álvarez también propone una ruptura ante la crítica

literaria hostosiana, aunque una muy distinta. Es en este ensayo donde primero propone que La

peregrinación de Bayoán no es otra cosa que el primer diario de Bayoán hecho novela; sin

restarle mérito al virtuosismo de Hostos, entiende que es imposible que en sólo media hora haya

podido redactar esas primeras entradas al diario de Bayoán como lo explica en el segundo

prólogo de la novela el propio autor. La hipótesis de Álvarez es que la genialidad y la

interioridad de Bayoán son las de Hostos; éste tomó su diario y lo arregló para la publicación. De

la novela en sí, parece privilegiar la lectura alegórica de los personajes como representación de la

Federación Antillana. Destaca también los paralelos entre Colón y Hostos, relación que trae

debido a la admiración del antillano hacia el descubridor. Incluso, Colón se vuelve, también,

arma, que utiliza para criticar a España a través de su hazaña, de su mirada, de su grandeza.

“Toca a su fin para la historia de los estudios hostosianos la etapa idolátrica. Ha

comenzado la etapa crítica” (63); para Rivera, La peregrinación de Bayoán es una novela de

adolescencia, escrita por un joven curioso pero inexperto. Importante por su valor autobiográfico

y su importancia como iniciadora del género de la novela en Puerto Rico, es de “modestos, pero

no despreciables méritos” y deja mucho por desear. La novela es una obra “malograda” con

trama que “carece de densidad y complejidad” y con personajes “bastantes superficiales” que

sólo son proyecciones del propio protagonista. La idea de los personajes como representaciones

simbólicas de las Antillas no pasa de ser una “intención idealizada” (43-5). El reformismo de

Hostos era tal que Rivera ni lo considera abolicionista; el hecho de que la novela fuera censurada

sólo demuestra la torpeza de España, que podía aprovecharse de un texto que hablaba todavía de
29

un tipo de unión entre España y las Antillas. El problema estético principal es su moral

insobornable que asfixia a los personajes y que deja a la novela tan carente de humor (60).

A pesar de todo esto, la lectura que hace de la novela es minuciosa y toca varias vertientes.

Los nombres indígenas que le son artificiosos sólo demuestran la carencia y la sed de ser,

representando el “eslabón perdido” de nuestra identidad (44); el “duelo” entre el capitán del

barco y Bayoán en un momento dado representa, para Rivera, la lucha contra el poder

metropolitano. Entiende que muchos han perdido de vista el significado de que la novela

comience un 12 de octubre; el hecho de que Bayoán realiza su peregrinaje a la inversa de Colón

es la puesta en “patas arriba” de la ideología detrás del Descubrimiento de América; si el

Descubrimiento fue el encuentro de América por Europa, el viaje de Hostos representa “el

proceso por el cual la conciencia antillana va descubriendo y conociendo a Europa, a la misma

vez que empieza a afirmarse, descubrirse y conocerse a sí misma”.

El desenlace de la novela refleja a Bayoán como víctima de una falsa encrucijada del

dualismo al creer que para salvar la conciencia hay que renunciar al placer cuando en efecto estas

fuerzas “no tienen que ser (o por naturaleza no lo son) opuestas, sino que muy bien pueden ser

complementarias” (59). Esto refleja en parte el individualismo de Hostos que lo dejó en Nueva

York sin amigos (al igual que Bayoán en España) por su desconfianza y su ética intransigente

(60).

Sobre el editor, dice que su importancia en la novela radica en que señala “el nacimiento

del hombre cuya temprana madurez le permite ahora examinarse más objetivamente”; el editor,

desde esta perspectiva, es una invención del propio Bayoán quien necesita que Hostos continúe

su legado igual que él continúa el del anciano (55).

En Hostos novelista. Estética y psicología en La peregrinación de Bayoán, publicado en el

2000, diez años después del ensayo anteriormente citado, Álvarez se propone “revelar una
30

estética que ha estado siempre a flor de superficie y se ha ignorado” (15). Álvarez comienza el

libro queriendo demostrar el carácter ligero e improvisado del proceso de redacción de La

peregrinacón de Bayoán, que considera como el primer diario de Hostos convertido en novela.

“La peregrinación de Bayoán, como dejé expresado en otro escrito, constituye, según se puede

percibir, el primer tomo de los Diarios de Hostos, transformado sabiamente en novela […] (10)”.

Entiende que esto ha quedado “definitivamente establecido, sin que medie equivocación posible”

(17)26. Cuando comenta el fragmento del segundo prólogo que trata el diario de viaje que le

entrega al cajista, dice que éste “nos conduce a varios detalles significativos del proceso creativo

de La peregrinación de Bayoán. Uno de ellos, el más desfavorable para Hostos, es la dejadez

con que afrontó la escritura de la novela luego de su inicial entusiasmo” (11, énfasis nuestro).

Más adelante dirá que en la estética de Hostos lo importante era la idea; “la forma era accesoria”

(19-20). Entiende que el hecho de que Hostos estuviera revisando apuntes de viaje implica

también que estaba mejorando la redacción de los mismos y que “tuvo que echar mano a los

apuntes previamente escritos” para la redacción de la novela: “hay claridad suficiente para

admitir que mucho más pasara de sus diarios al poema-novela en prosa, lo cual no debe

tomarse en detrimento de la literatura hostosiana. Se trata simplemente de una cuestión de

método. (13-14)”. Señala los grandes méritos literarios de la novela, avanzados para su época27,

y descarta la crítica negativa que se le ha hecho desvalorando su importancia artística:

“si se compara con la retórica narrativa en la España decimonónica, Hostos ha avanzado


considerablemente en el cultivo del género novela en lengua española; Hostos produjo
26
“Si se despojara a este Diario de la aureola de novela con la que se presentó al público a través de la imprenta, si
suprimimos de nuestras conciencias de lectores críticos el elemento simbólico del que está dotado, el cual lo eleva a
la dimensión literaria que ha alcanzado, notaremos que el que habla es el propio Hostos de sus restantes Diarios,
tomos I y II (45)”.
27
“Como creador de obras de ficción Hostos pasa a la vanguardia (93)” Álvarez señala distintos pasajes de la novela
donde se pueden intuir similitudes con los simbolistas franceses, lo que también haría a Hostos un precursor del
modernismo. Otros pasajes presentan a un Hostos que precede al Futurismo y su sentido modernizante y progresista
(21-23). Se adelanta, también, a los existencialistas, por la visión ontológica que presenta y que se puede inferir de la
novela (108-111).
31

en España, entre 1860 y 1870, un texto novelesco superior a lo que allí, en lo que iba de
siglo, se había producido. (48)
Al mencionar al personaje del editor, entiende que es un truco elemental ya usado varias

veces en las letras europeas el insertarse el autor en el texto, como la idea de un “editor” que

encuentra un manuscrito. Tal es el caso de Las cuitas del joven Werther, novela de Goethe que

menciona Hostos en su diario y de la que La peregrinación de Bayoán se nutre estructuralmente.

El personaje del editor en la novela de Hostos, sin embargo, adquiere mayor significado que en

la novela de Goethe (42).

Como Hostos, Álvarez prefiere llamar el texto poema-novela en prosa. Más allá del vuelo

poético que la domina, la novela contiene lo que Álvarez llama “fragmentos autónomos” que si

se separan del texto sirven como pequeños ensayos, comentarios históricos (55-57).

Álvarez destaca la elaborada psicología de los personajes, que trabaja de cerca a lo largo

del libro. La peregrinación de Bayoán se presenta como precursora de la novela psicológica del

siglo XX, con los monólogos interiores y el devenir de la conciencia. Esto último no quiere decir

que él haya influido, sino que los otros escritores tuvieron que descubrir algo ya descubierto por

él (131). El joven Hostos era, para Álvarez, ante todo, psicólogo, y seguía esta disciplina que

siempre entendió fundamental a pesar de que el positivismo de Comte, que influyó tanto en él, la

rechazaba. El segundo prólogo menciona también el interés de Hostos por esta nueva ciencia,

cuando menciona los dos “estudios psicológicos” que había escrito y que Rada conocía.

También analiza los desdoblamientos de Hostos y la manera en que se ven en la novela a

través de los personajes: Hostos se expresa a través de la voz de Bayoán, mas la voz de Bayoán

también se desdobla en alter egos y la vemos en Guarionex, en el anciano y en la imagen de

Cristobal Colón que se presenta en la novela. El anciano, a su vez, también simboliza la figura de

Jesús de Nazareth (71-84). Existe también una “transferencia” que se manifiesta en la manera en
32

que los personajes Bayoán y Hostos heredan manuscritos: el del anciano y el de Bayoán,

respectivamente. A través de este pase del batón hay también un cambio de conciencia y de

destinos (104-111).

En Los fantasmas de la razón. Una lectura material de Hostos, del 2003, Richard Rosa

hace una lectura de Hostos a partir de sus “grietas e inconsistencias” y le dedica unos capítulos a

La peregrinación de Bayoán. Dichas lecturas intercalan distintos marcos teóricos, puntos de

vistas y alegorías, como lo son el análisis del discurso económico en la novela o la interpretación

de la melancolía según el psicoanálisis freudiano para analizar la enfermedad psicosomática de

Marién.

Parte de su lectura analiza las paternidades y los parricidios en el texto, que comienzan

desde antes de leerlo con el acto simbólico de llamar al protagonista Bayoán, referencia al mito

del descubrimiento de la mortalidad de los españoles, y continúa con el desplazamiento que hace

Bayoán de Colón al comienzo del texto, al querer, un 12 de octubre, comenzar su peregrinaje y

su intento de discurso fundacional (31). Luego se verá con el personaje del anciano

revolucionario, siendo éste reemplazado por Bayoán, “heredero” de su proyecto de vida (37-8).

Hostos, en el prólogo del 1873, trata también de deshacer parte de su creación, ya habiéndose

distanciado ideológicamente del momento en que se escribió. El prólogo sirvió para

“condicionar” la manera en que los futuros críticos leerían la novela (34-35). La peregrinación

es, para Rosa, símbolo de inestabilidad y de espacios intermedios, lo cual contrasta con la

“conquista de una autoridad” que Hostos deseaba con la publicación de su novela (33).

En “Intertextualidad y modelos: La peregrinación de Bayoán de Eugenio María de

Hostos”, del 2007, María Caballero contextualiza la novela de Hostos ante el romanticismo

europeo e indaga en las influencias literarias más importantes visibles en La peregrinación de

Bayoán. Su estudio no es tan solo literario sino histórico también, al destacar novelas que
33

circulaban en España y que Hostos tuvo la oportunidad de leer; no se compara por comparar sino

por entender bien desde dónde se construyó el texto. Especial atención se le da a Los

sufrimientos del joven Werther de Johann Wolfgang von Goethe.

Caballero sigue a Álvarez al entender la novela como la reescritura de sus Diarios y que su

gestación no se acerca a la elaboración lenta y cuidada de un texto literario. Entiende al

personaje del editor y sus intervenciones como un “interesante subterfugio que pone de

manifiesto el autobiografismo de la novela”. El personaje del editor también se une a la tradición

de Goethe en la cual “cumplirá el doloroso deber de iluminar la historia y referir al lector lo que

Bayoán calla” (13). Entiende también que la novela, al tratar de definir “al hombre en

mayúsculas” a la vez que escribe para “la juventud hispanoamericana”, antecede a Ariel y a la

crisis existencial de fin de siglo “y propone sus recetas” (15).

Leticia Franqui Rosario trabaja al personaje del editor de La peregrinación de Bayoán y el

diálogo que se entabla con Don Quijote de la Mancha en su ensayo “Un acecho cervantino a La

peregrinación de Bayoán”, del 2007. El personaje del editor es uno de esos “senderos baldíos”

de la novela, poco abordado por la crítica y que considera fundamental para la novela: “El

encuentro entre esa voz autorial [Eugenio María Hostos, el editor] y un personaje romanesco

permite, por un lado, que el autor se sumerja en el espacio de la ficción y por el otro, que el

personaje salte hacia la historia real (41)”. El editor, también, al leer el diario de Bayoán, se

convierte “capaz de mirarse y comprenderse”. Esto es una de las “funciones” del diario y razón

por la cual Hostos, el editor, busca publicarla. El segundo prólogo que escribe Hostos, esta vez

como autor, también mantiene unos lazos estrechos con la obra más conocida de Cervantes. Al

igual que Alonso Quijano enloquece por la locura, Hostos parecía encaminarse hacia un mundo

idealista, alejado de la realidad, sino fuera porque la lectura de los moralistas lo salva (41).
34

En el libro La na(rra)ción en la literatura puertorriqueña, del 2008, Luis Felipe Díaz

estudia el ideario ideológico de la concepción de la nación y del sujeto humano a partir de la

literatura puertorriqueña. Entre las obras estudiadas se encuentra La peregrinación de Bayoán, en

el capítulo titulado “El discurso liberal de Tapia y Rivera, Hostos y Zeno Gandía”. Ésta

representa un primer distanciamiento en el arte puertorriqueña ante el proyecto liberal de la

sociedad burguesa, lo cual lleva al protagonista a una ruptura ante el mundo representado. Esta

crisis resulta significativa pues hace que la novela “pierda en dialéctica narrativa y en alcance

mimético”. La crisis interna de Bayoán lleva a que éste se exprese en su diario a través de

reflexiones ensayísticas y racionales en algunas ocasiones y en otras a través de lo poético,

dilatando la mimesis novelística y el alcance de un argumento claro con problemática definitiva

con el mundo (“y no necesariamente como condición ontológica o cósmica”) (73).

En una novela más convencional (en las del realismo crítico, por ejemplo), estos
aspectos de conflicto en el mundo son representados por medio de la mimesis, mediante
la narración de situaciones ficticias en las que media la voz de un narrador que no se
presenta ni como poeta ni como ensayista, y que finge (he aquí la ironía romántica) no
intervenir en lo que acontece. (72-3)
Es ya con la enfermedad de Marién, quien representa el cuerpo enfermo de las Antillas y de

América, que se va consolidando un problema y se acerca más La peregrinación de Bayoán a la

forma de la novela moderna.

La falta de masculinidad y de deseo viril en Bayoán representan la falta de continuidad de

la familia puertorriqueña, caribeña y latinoamericana. Igualmente, la ausencia de identificación

por parte de Bayoán con un proyecto político fijo o con una clase social en particular deja al
35

héroe en la incertidumbre. “Se trata de un héroe de muy poca acción y mucho pensamiento

(73)”28.

La intromisión del editor Eugenio María Hostos la entiende el crítico como el

distanciamiento del autor, Hostos, “quien al momento de la escritura de esta obra se aleja un

tanto de la ideología extremadamente romántica (como la de Bayoán) de su primera juventud.

“La conciencia hostosiana busca más hacia lo racionalmente positivista que hacia lo míticamente

romántico y de ahí su resistencia al novelar mismo (75)”. No hace claro, sin embargo, si

distingue entre la voz del personaje editor y del autor al hacer estos comentarios.

28
“La novela se niega, en ese sentido, a posarse en una inteligibilidad firme, a apoderarse de verdades supremas y
céntricas capaces de definir el ser y la existencia, como en realidad se esperaría de un género amparado en un
discurso y proyecto social que para mediados del siglo había comenzado con tanto ímpetu. […] De aquí que como
héroe se muestre constantemente ex-céntrico , desplazado, deslizándose siempre de significante en significante,
oscilando entre relaciones opuestas y antípodas, lo cual le separa de la mentalidad liberal de la época tan dada a
buscar reconciliaciones aunque sean imaginarias. […] Se trata del máximo de conciencia posible del sujeto libre-
pensador de la sociedad decimonónica, que Hostos capta tan bien por medio de esta magisterial obra que
problematiza en extremo la utopía liberal, ya fuera la pragmática o la más idealista, de la conciencia decimonónica
(75)”.
36

III. Marco teórico

“Porque las lenguas son sistemas de signos en donde nada cuenta sino los valores marcados por
diferencias; un juego de correspondencias y oposiciones, sistemas extraindividuales, de
existencia social. La ciencia estudiará esos sistemas, sus elementos componentes y el juego de
sus relaciones. Ése era «el objeto a la vez integral y concreto de la lingüística».”
- Amado Alonso

« Quoi qu‟il en soit, le structuralisme, on l‟aura compris, est chose sérieuse :


à tout ce qui doit au signe, il donne droit à la science. »
- François Wahl
A. Ferdinand de Saussure y el estructuralismo29

En la introducción al libro Qu’est-ce que le structuralisme?, François Wahl se dedica a

problematizar la delimitación del movimiento estructuralista, tan heterogéneo y variado que

incluso logra dudar de su propia existencia. Es debido a esta heterogeneidad que algunos

prefieren hablar de “los estructuralismos”. Sin embargo, a pesar de las diferencias entre las

distintas escuelas, todas tienen como fundamento las teorías lingüísticas de Ferdinand de

Saussure. Estas teorías nunca fueron redactadas por él: sus estudiantes recogieron sus teorías y

redactaron el Curso de lingüística general, publicándolo en el 1915.

Saussure hacía una distinción entre lenguaje, lengua y habla. Lenguaje se refiere a la

estructura humana que guarda la capacidad de crear signos para poder llevar a cabo el

pensamiento y la comunicación. La lengua, compuesta de signos, es un producto social que le

permite la comunicación a una comunidad. Llamada también idioma, la lengua es concreta o, en

otras palabras, “institucionalizada”. El habla es el uso individual de la lengua por un hablante.

29
Para esta primera parte del marco teórico, que se ocupa de las nociones básicas del estructuralismo, se utilizarán
los siguientes textos: Curso de lingüística general de Ferdinand de Saussure; la introducción de François Wahl del
libro Qu’est-ce que le structuralisme? 2. Poétique de Tzvetan Todorov; La teoría literaria contemporánea de
Ramón Selden, Peter Widdowson y Peter Brooker; Teoría de la narrativa. (Una introducción a la narratología) de
Mieke Bal; y ¿Quién le teme a la teoría? de Lissette Rolón Collazo y Beatriz Llenín Figueroa.
37

El signo es la unidad lingüística fundamental y está compuesto del significado y el

significante. El significando es el concepto que el signo trata de comunicar; el significante es la

“imagen acústica”30, comunicable y perceptible31.

Saussure hizo un esfuerzo por restringir el campo de estudio de la lingüística. Un esfuerzo

similar será llevado a cabo por los estructuralistas en sus respectivas áreas. Citamos el pasaje del

Curso de lingüística general:

…si estudiamos el lenguaje por muchos lados a la vez, el objeto de la lingüística se nos
aparece como un montón confuso de cosas heterogéneas. Cuando se procede así es
cuando se abre la puerta a muchas ciencias – psicología, antropología, gramática
normativa, filología, etc. –, que nosotros separamos distintamente de la lingüística, pero
que, a favor de un método incorrecto, podrían reclamar el lenguaje como uno de esos
objetos.
A nuestro parecer, no hay más que una solución para todas estas dificultades: hay que
colocarse desde el primer momento en el terreno de la lengua y tomarla como norma de
todas las otras manifestaciones del lenguaje. En efecto, entre tantas cualidades, la
lengua parece ser lo único susceptible de definición autónoma, y es la que da un punto
de apoyo satisfactorio para el espíritu. (52)
La lingüística se define como el estudio de la lengua. Si se entra en otras ciencias para estudiarla,

deja de ser lingüística lo que se está haciendo.

Saussure hacía una distinción entre la lingüística diacrónica, que se ocupaba de estudios

lingüísticos históricos, y la lingüística sincrónica, que estudiaba la lingüística “estática”, de un

momento particular. Privilegiaba esta última por ser más afín con el propósito de la ciencia: “si

30
“La imagen acústica no es el sonido material, cosa puramente física, sino su huella psíquica, la representación de
él nos da el testimonio de nuestros sentidos; esa imagen es sensorial y si llegamos a llamarla “material” es solamente
en este sentido y por oposición al otro término de la asociación, el concepto, generalmente más abstracto (142)”.
31
Para Saussure, el pensamiento es algo que no puede existir sin los signos y la lengua, dado que entiende que no es
hasta la creación de éstos que el ser humano puede discernir entre ideas distintas. “Filósofos y lingüistas han estado
siempre de acuerdo en reconocer que, sin la ayuda de los signos, seríamos incapaces de distinguir dos ideas de
manera clara y constante. Considerado en sí mismo, el pensamiento es como una nebulosa donde nada está
necesariamente delimitado. No hay ideas preestablecidas, y nada es distinto antes de la aparición de la lengua
(211).”
38

el lingüista se sitúa en la perspectiva diacrónica no será la lengua lo que perciba, sino una serie

de acontecimientos que la modifican (176)”32.

El estructuralismo nace décadas después de la publicación del Curso de lingüística general

y cobra auge para la década de los 1960, teniendo como figura principal el antropólogo francés

Claude Lévi-Strauss. Se centra en la idea de una estructura común (el lenguaje), creadora de

signos, que subyace cada relación humana33. La antropología, por ejemplo, estudiará conductas

similares en sociedades distintas como productos de esta estructura común. Selden explica el

estudio estructuralista y su fundamento lingüístico de la siguiente manera:

El verdadero objeto de la lingüística es el sistema que subyace a toda práctica humana


con significado, no los enunciados individuales. Así, si examinamos poemas concretos,
mitos o prácticas económicas, lo que haremos será intentar descubrir el sistema de
reglas – la gramática – utilizado. (88).
El estructuralismo se presenta como un movimiento de vocación científica y que tiende

más a lo teórico que a lo ideológico (Wahl 7). Después de todo, sólo hay ciencia de lo general y

ahora se estudia “la estructura profunda” 34 (Genette “Crítica” 11). Dentro del campo literario lo

importante para el análisis estructuralista no será proporcionar alguna interpretación de los textos

sino la búsqueda de sus “principios generales”. Se puede decir que para el análisis literario

estructuralista existe una subordinación del habla a la lengua. Dice Selden: “En lugar de decir

32
Dice Amado Alonso en el prólogo a la edición española del Curso general de lingüística lo siguiente: “…el
estudio sincrónico del sistema tiene la primacía; es más, es el único estrictamente lingüístico, a) porque el habla,
como individual es asistemática, y como ejecutora de la lengua le es ajena, b) porque aun la lingüística diacrónica es
lingüística a medias, ya que el objeto legítimo es la lengua como sistema, y los cambios (objeto de la lingüística
diacrónica) no se producen para Saussure directamente en el sistema, sino en sus elementos aislados, que, de rebote,
pueden traer al sistema consecuencias fortuitas. […] “la lengua” tiene una existencia concreta autónoma,
independiente del “habla” (18)”.
33
« Du moins doit-il être clair que les structures dont nous aurons à connaître son : celles qui se prêtent à l‟échange
entre les hommes, du fait de la signification qu‟elles engendrent, par leur articulation sur au moins deux plans (Wahl
12). »
34
Rolón y Llenin toman este término prestado de la lingüística generativa transformacional.
39

que el lenguaje de un autor refleja la realidad, los estructuralistas sostienen que la estructura del

lenguaje produce la «realidad»” (Selden 100, 107-108).

Los estructuralistas, teniendo como base la lingüística sincrónica de Saussure, pero

también a través de la influencia del formalismo ruso, entienden el texto como un objeto

“cerrado, acabado, absoluto (Genette “Crítica” 10)” y se ceñirán a él para el estudio. Es decir,

para analizar el texto no se tendrá que recurrir a la historia ni a la biografía del autor, como era

costumbre. Aplicar teorías de la psicología o sociología para estudiar un texto literario, por

ejemplo, no será crítica literaria propiamente dicha sino sólo un estudio psicológico o

sociológico de un texto35. Algunos, como Genette, argumentarán que para verdaderamente

entender un texto se necesitará la complementariedad de ambos tipos de estudios – estudios de

“obra” y estudios de “autor”, como los llamará –, pero el estudio literario (para Genette,

sinónimo de poética) se limitará al estudio de la forma. Lo demás serán estudios “anexos”,

“aledaños” (“Crítica” 12).

35
En su ensayo “Crítica y poética”, Genette dirá: “la teoría del discurso [teoría narratológica] se remonta, como todo
el mundo sabe, a la más lejana antigüedad y, desde Aristóteles hasta La Harpe, se han mantenido en el pensamiento
literario de Occidente hasta el advenimiento del romanticismo: el cual, al desplazar la atención de las formas y los
géneros a los «individuos creadores», ha relegado esa clase de reflexión general a favor de una psicología de la
obra…”. Las teorías marxistas y psicoanalistas “no modifican nunca fundamentalmente la función esencial de la
crítica, que sigue siendo la de alimentar el diálogo de un texto y un psique, consciente y/o inconsciente, individual
y/o colectiva, creadora y/o receptora (10)”.
40

B. La narratología y el “Discurso del relato” de Gerard Genette

“… es sorprendente que la teoría del relato se haya preocupado hasta ahora poco de los problemas de la
enunciación narrativa y haya centrado casi toda su atención en el enunciado y su contenido, como si fuese
totalmente secundario, por ejemplo, que las aventuras de Ulises fueran contadas unas veces por Homero y
otras por el propio Ulises (82)”.
- Gerard Genette
La narratología, término propuesto por Tzveztan Todorov en el 1969, se ocupará también

de los componentes generales de toda narración. El estudio narratológico no se reduce a textos

narrativos verbales, sino que se pueden hacer estudios narratológicos del cine, de tirillas cómicas

e incluso de poemas. La preocupación por la estructura de la narración, por la forma del texto, es

en gran medida también un deseo de conocer el arte detrás de la ficción36.

A pesar de que es un desprendimiento del movimiento estructuralista, tiene antecedentes

que se podrían remontar hasta Aristóteles y su Poética. Estudios importantes de la narratología

anterior al estructuralismo lo son The Craft of Fiction (1921) de Percy Lubbock, Aspects of the

Novel (1927) de E.M. Forster y Rhetoric of Fiction (1961) de Wayne C. Booth, por nombrar

algunos. Del formalismo ruso también incorpora algunos conceptos (fábula y trama, aunque

renombrándolos37) y el rigor científico, algo que tendrá en común con The Chicago School,

escuela de teoría literaria que reacciona ante el New Criticism y de la cual participa Wayne

Booth.

Se divide al texto narrativo en tres componentes. Los nombres de éstos cambian

dependiendo del crítico, lo más común siendo fábula, historia y texto. Utilizaremos los términos

que prefiere Genette: historia, relato y narración. Sin entrar en mucho detalle, diremos que la

36
En Narrative Discourse Revisited, Genette dirá que la narratología es el estudio de la mecánica del texto, y no un
estudio interpretativo (8).
37
Sobre estos términos dice Genette: “…[the formalists] whose terms are so inappropriate that I have just hesitated,
again as always, over which is which” (13).
41

historia es la sucesión de acontecimientos que mueven la narración, puestos en orden

cronológico; el relato es la manera en que la historia está contada (“el enunciado”); y la narración

es el acto de narrar o enunciar la historia.

El relato es el punto medio:

Así, pues, historia y narración no existen para nosotros sino por mediación del relato.
[…] El análisis del discurso narrativo será, pues, para nosotros, esencialmente el estudio
de las relaciones entre relato e historia, entre relato y narración y (en la medida en que
se inscriben en el discurso del relato) entre historia y narración. (Genette 82-83)
Es ésta la razón por la cual el título del tratado de Genette es el “Discurso del relato”.

En gran medida la importancia del “Discurso del relato” de Genette se debe a que es el

intento más completo de sistematizar gran parte de los conceptos trabajados en la narratología, a

la vez que los problematiza y desarrolla. No es sólo un texto teórico, sin embargo, pues los

conceptos los trabaja y los desarrolla a la vez que estudia En busca del tiempo perdido de Marcel

Proust38. Diez años después, Genette publica Narrative Discourse Revisited39, donde, a base de

sus reflexiones y de debates que surgieron alrededor del “Discurso del relato”, retoma y refina

los conceptos trabajados. Éste se escribe a modo de comentario y no como ensayo. Cuando sea

pertinente, haremos referencia a este texto.

Genette divide el estudio narratológico en tres áreas: tiempo, modo y voz. Tiempo ocupa

tres capítulos de los cinco que componen el “Discurso del relato” (“Orden”, “Duración”,

“Frecuencia”). Para este estudio nos concentraremos en las otras dos áreas: el modo y la voz, que

ocupan los últimos dos capítulos del “Discurso del relato”.

38
Esto también presenta sus limitaciones: en Narrative Discourse Revisited retoma el “Discurso del relato” y lo
pone en tela de juicio luego de 10 años, estudiando sus aciertos y sus desaciertos. Confiesa que un problema que
surgió a raíz de tener como único modelo a En busca del tiempo perdido es que se enfatizaron los estudios del
tiempo, que ocupan la mayoría de su ensayo, y no se trabajaron lo suficiente los estudios de modo y voz.
39
En francés, Nouveau discours du récit. Se trabajó con la traducción al inglés.
42

Para entender estos capítulos es imprescindible trabajar primero el desarrollo del concepto

de la perspectiva de un texto, o “la elección (o no) de un «punto de vista» restrictivo”, según

Genette. El autor explica que, “casi universalmente”, los estudios anteriores acerca del punto de

vista no hacían una distinción entre “modo” y “voz”, entiéndase: “¿cuál es el personaje cuyo

punto de vista orienta la perspectiva narrativa” y “¿quién es el narrador?”; “o, por decirlo más

rápido, entre la pregunta: ¿quién ve? y ¿quién habla?” (241). Para hablar de quien ve40, Genette

hablará de focalización, que responde al «focus of narration» utilizado por los teóricos Cleanth

Brooks y Robert Penn Warenn, término que a su vez tomaron del mundo cinematográfico. El

capítulo “Modo” se ocupará de la focalización (o modo narrativo) mientras “Voz” trabaja el acto

de enunciar (la instancia narrativa).

Genette divide las posibilidades de focalización a las siguientes: focalización cero o relato

no focalizado (lo que comúnmente lleva a que un texto se diga que cuenta con narrador

omnisciente), focalización interna (en que podemos conocer los pensamientos de los personajes)

y focalización externa (“en que el héroe actúa ante nosotros sin que en ningún momento se nos

permita conocer sus pensamientos ni sus sentimientos”). La focalización interna también se

subdivide: puede ser fija (en que todo se ve desde un personaje), variable (en la que el “personaje

focal” puede variar) o múltiple (“como en las novelas epistolares, en las que se puede evocar el

mismo acontecimiento según el punto de vista de varios personajes”) (245). La focalización no

necesariamente tiene que ser estable a lo largo de todo un relato, ni lo suele ser. Por otra parte,

tampoco es tan fácil la distinción entre focalizaciones, pues pueden ser híbridas41, y la

focalización interna “raras veces se aplica de forma rigurosa”42 (247).

40
En Narrative Discourse Revisited añade que no es cuestión de sólo ver, sino de percibir a través de los sentidos.
41
“Una focalización externa con relación a un personaje puede dejarse definir a veces como focalización interna
sobre otro: la focalización externa sobre Philéas Fogg es también focalización interna sobre Passepartout asombrado
43

En aquellos relatos que mantienen una “coherencia de conjunto” en su focalización,

entiéndase una focalización bastante fija, Genette llama “alteraciones” aquellas modificaciones

momentáneas de focalización. Las alteraciones son principalmente de dos tipos: “consisten bien

en dar menos información de la que en principio es necesaria [paralipsis], bien en dar más de la

que en principio autoriza el código de focalización que rige el conjunto [paralepsis]” (249).

Es evidente que, al igual que la focalización, el narrador no necesariamente será idéntico e

invariable a lo largo de una obra. Así lo señala en el próximo capítulo, “Voz”, dedicado a la

“instancia narrativa”, al acto de enunciar o narrar.

Genette menciona de paso que, “por una disimetría cuyas razones profundas

desconocemos, pero que está inscrita en las estructuras mismas de la lengua (o como mínimo, de

las grandes «lenguas de civilización» de la cultura occidental)”, no es necesario establecer desde

dónde se narra pero siempre se establece la distancia temporal entre el enunciado y lo

acontecido43.

Aunque la mayoría de las narraciones es posterior a la historia que se narra, esto no

siempre es el caso. Dice Genette:

por su nuevo amo y la única razón para atenerse al primer término es la calidad del héroe de Philéas, que reduce a
Passepartout al papel de testigo […] (246).”
42
“La focalización interna no se realiza plenamente sino en el relato en «monólogo interior» […]. Así, pues, vamos
a tomar este término en un sentido menos riguroso y cuyo criterio mínimo ha puesto de relieve Roland Barthes en su
definición de lo que llama el modo personal del relato. Ese criterio es la posibilidad de reescribir el segmento
narrativo considerado (si no lo está ya) en primera persona sin que esa operación entrañe «ninguna otra alteración
del discurso que el propio cambio de los pronombres gramaticales»: así, una frase como «James Bond divisó un
hombre de unos cincuenta años, de aspecto aún joven, etc.» es traducible en primera persona («divisé, etc.») y
corresponde, por tanto, para nosotros a la focalización interna. Al contrario, una frase como «el tintineo contra el
cristal pareció dar a Bond una repentina inspiración» es intraducible en primera persona sin incongruencia
semántica evidente (247-8)”.
43
La cita completa es como sigue: ““Por una disimetría cuyas razones profundas desconocemos, pero que está
inscrita en las estructuras mismas de la lengua (o como mínimo, de las grandes «lenguas de civilización» de la
cultura occidental), puedo perfectamente contar una historia sin precisar el lugar en que sucede y si dicho lugar está
más o menos alejado del lugar desde donde la cuento, mientras que me resulta casi imposible no situarla en el
tiempo en relación con mi acto narrativo, ya que debo necesariamente contarla en un tiempo del presente, del pasado
o del futuro (273)”.
44

“Habría que distinguir, pues, desde el simple punto de vista de la posición temporal,
cuatro tipos de narración: ulterior (posición clásica del relato en el pasado, sin duda la
más frecuente con gran diferencia), anterior (relato predictivo, generalmente en el
futuro pero que nada impide conducir al presente, como el sueño de Jocabel en Moyse
sauvé), simultánea (relato en el presente contemporáneo de la acción) e intercalada
(entre los momentos de la acción) (274).”
Los ejemplos que da Genette de narraciones intercaladas son novelas epistolares o del relato en

forma del diario, en las cuales el “reportaje” es más o menos inmediato en algunos casos y en

otros ulteriores. Dado que será esta última instancia narrativa la que le pertenece a la novela que

estudiaremos, citaremos directamente los pasajes de Genette, a pesar de la extensión de éstos.

El último tipo es a priori el más complejo, ya que se trata de una narración en varias
instancias y la historia y la narración pueden enmarañarse en ella de tal modo, que la
segunda reaccione sobre la primera: es lo que sucede en la novela epistolar con varios
corresponsales, en que, como se sabe, la carta es a la vez medio del relato y elemento de
la intriga.
[…] Por último, la estrechísima proximidad entre historia y narración produce aquí, la
mayoría de las veces, un efecto muy sutil de roce, por así decir, entre el ligero desfase
temporal del relato de acontecimiento («Hoy me ha ocurrido lo siguiente») y la
simultaneidad absoluta en la exposición de los pensamientos y los sentimientos («Esta
noche pienso lo siguiente»). El diario y la confidencia epistolar combinan
constantemente lo que en lenguaje radiofónico se llama el directo y el diferido, el casi-
monólogo interior y el relato a posteriori. Aquí, el narrador es a un tiempo el
protagonista y cualquier otro personaje: los acontecimientos de la jornada ya son parte
del pasado y el «punto de vista» puede haberse modificado a partir de entonces; los
sentimientos de la noche o del día siguiente son plenamente del presente y aquí la
focalización en el narrador es al mismo tiempo focalización en el protagonista (274-5).
Sobre esto último, la focalización en el protagonista por parte del narrador, es importante

también lo siguiente: “El narrador sabe casi siempre más que el protagonista, aun cuando el

protagonista sea él, y, por lo tanto, la focalización en el protagonista es para el narrador una
45

restricción del campo tan artificial en primera como en tercera persona (248).” Se debe a que el

narrador, aun cuando relata su propia historia, si focaliza desde protagonista, focaliza desde él

mismo pero en el pasado, y el protagonista no sabe todavía el desenlace de la historia.

Genette también habla de los niveles narrativos, concepto que busca definir “la distancia

entre las relaciones que unos y otros guardan con el relato” (283). Dice: “Vamos a definir esa

diferencia de nivel diciendo que todo acontecimiento contado por un relato está en un nivel

diegético inmediatamente superior a aquel en que se sitúa el acto narrativo productor de dicho

relato (284).” Es decir, lo que un narrador cuenta está a un nivel superior del nivel en el cual él

se encuentra. La narración de un relato, o la redacción ficticia por parte de un personaje, “es un

acto (literario) realizado en un primer nivel”, llamado extradiegético44. Los acontecimientos

contados por el nivel anterior serán diegéticos (o intradiegéticos). Si en el nivel diegético se

44
“… el señor Renoncour no es un «personaje» en un relato asumido por el abate Prévost, es el autor ficticio de
Memorias cuyo autor real, por otra parte, es, según sabemos, Prévost, igual que Robinsón Crusoe es el autor ficticio
de la novela de Defoe que lleva su nombre: después de lo cual cada uno de ellos se convierte en personaje en su
propio relato. Ni Prévost ni Defoe entran en el espacio de nuestra cuestión, que se refiere, recordémoslo una vez
más, a la instancia narrativa y no a la instancia literaria. El señor de Renoncour y Crusoe son narradores-autores y,
como tales, están en el mismo nivel narrativo que su público, es decir, ustedes y yo. No ocurre así con des Grieux,
que no se dirige nunca a nosotros […]. En una palabra no hay que confundir el carácter extradiegético con la
existencia histórica real, ni el carácter diegético (o incluso metadiegético) con la ficción: París y Balbec están en el
mismo nivel, aunque uno sea real y el otro ficticio y nosotros somos todos los días objetos de relato, ya que no
protagonistas de novela. / / Pero no necesariamente toda narración extradiegética se asume como obra literaria ni su
protagonista es un narrador-autor en posición de dirigirse, como el marqués de Renoncour, a un público calificado
como tal. Una novela en forma de diario íntimo, como el Diario de un cura de c ampo o la Sinfonía pastoral, no va
destinada en principio a ningún público, ya que no a ningún lector, y lo mismo ocurre con la novela epistolar, ya
cuente con un solo corresponsal […] (285).”
46

contara otro relato (un relato en segundo grado), éste sería metadiegético45 (284). Por último,

Genette llama metalepsis narrativas aquellas transgresiones de un nivel narrativo a otro46.

El próximo concepto que trabaja es la “persona”, entiéndase lo que comúnmente se llama

primera persona o tercera persona. Encuentra estos términos insuficientes dado que la elección

entre una o la otra “no es entre dos formas gramaticales, sino entre dos actitudes narrativas

(cuyas formas gramaticales no son sino una consecuencia mecánica): hacer contar la historia por

uno de sus «personajes» o por un narrador extraño a dicha historia (298)”47. Aquel narrador que

forma parte de la historia lo llama “homodiegético”; aquel que está ausente de la historia lo llama

“heterodiegético” (299). La ausencia por parte de un narrador heterodiegético es, lógicamente,

total. Sin embargo, la presencia del narrador homodiegético se puede graduar. Genette discierne

entre aquellos narradores que son protagonistas de la historia que narran, que llama narradores

autodiegéticos, y aquellos que tienen un papel secundario y cuya función principal es aquella de

observador (299-300).

Lo último que nos interesa del capítulo final de Genette es su concepto del narratario. El

narratario no se debe confundir con el lector, de la misma manera en que el narrador no se puede

confundir con el autor. El narrador y el narratario están ambos en el nivel mismo nivel diegético

45
En una nota al calce, dice lo siguiente: “Ya he propuesto esos términos en Figures II, p. 202. El prefijo meta-
connota, evidentemente, aquí, como en «metalenguaje», el paso al segundo grado: el metarrelato es un relato en el
relato, la metadiégesis es el universo de ese relato segundo, como la diégesis designa (según un uso ahora difundido)
el universo del relato primero. No obstante, hay que reconocer que ese término funciona a la inversa de su modelo
lógico-lingüístico: el metalenguaje es un lenguaje en el que se habla de otro lenguaje, por lo que el metarrelato
debería ser el relato primero, en cuyo interior se cuenta un segundo relato. Pero me ha parecido que era mejor
reservar para el primer grado la designación más sencilla y más corriente y, por tanto, invertir la perspectiva de
ajuste. Naturalmente, el posible tercer grado será un meta-metarrelato, con su meta-metadiégesis, etc. (319-20).”
46
“…toda intrusión del narrador o del narratario extradiegético en el universo diegético (o de personajes diegéticos
en el universo metadiegético, etc.) o, inversamente, como en el caso de Cortázar, produce un efecto de extravagancia
ora graciosa (cuando se presenta, como en Sterne o Diderot, en tono de broma) ora fantástica (290)”.
47
Incluso, coincidiendo con otros narratólogos como Mieke Bal, entiende que técnicamente toda narración se puede
considerar una en primera persona. Cito: “En la medida en que el narrador puede intervenir en todo momento como
tal en el relato, toda narración se hace, por definición, virtualmente en primera persona (299).”
47

(“a narrador intradiegético, narratario intradiegético”, etcétera) (312-13). No abunda mucho más

en él, al terminar el capítulo trabajando la idea del narratario en En busca del tiempo perdido.

Los conceptos de Genette, más que una camisa de fuerza, servirán de guía para analizar a

La peregrinación de Bayoán, que trae consigo complejidades y particularidades ajenas al

“Discurso del relato”, concentrado en la serie de novelas de Proust. Citando al propio Genette,

sobre la disciplina de la narratología:

This looseness may shock some people, but I see no reason for requiring narratology to
become a catechism with a yes-or-no answer to check off for each question, when often
the proper answer would be that it depends on the day, the context, and the way the
wind is blowing (74).48

48
En otro momento: “At least as much can be said about the excess of rigidity, in using categories and definitions
whose value is never anything but operative. […]Rigidity is the rigor of pedants, who can disregard nothing. But
one who overlooks nothing accomplishes nothing (26-7)”.
48

IV. Las voces autoriales en La peregrinación de Bayoán

Antes de entrar a las particularidades de cada voz, tendremos que verlas en su conjunto

para delimitar los niveles narrativos.

A. Los niveles narrativos

Es compleja la relación que tienen las voces narrativas de La peregrinación de Bayoán. El

punto de partida es que existe una diferencia marcada entre estas voces: que una voz comenta la

novela entera (Hostos, autor), que otra voz comenta sólo el diario de Bayoán (Hostos, editor), y

que la que resta (la de Bayoán) se sitúa sin injerencia alguna sobre las otras dos. Desarrollaremos

este análisis de los niveles narrativos en la novela en conjunto con los posibles argumentos que

se le podrían hacer en su contra, sólo para continuar la aclaración y distinción entre éstos. Será

un recorrido difícil pero necesario.

Lo primero que debemos aclarar es la distinción que hacemos entre Eugenio María de

Hostos como personaje y como autor49. Esto no es problemático pues se hace explícita la

relación que cada voz narrativa mantiene con el texto. Hostos como personaje (el único Hostos

que aparecía en la edición del 1863) se presenta como el editor del diario de Bayoán50, y su

participación consiste en un primer prólogo y las intervenciones suyas que aparecen en la última

cuarta parte de la novela. En la edición del 1873, sin embargo, es posible distinguir todavía que

49
Wayne C. Booth, en Rhetorics of Fiction, trabaja el concepto de “autor histórico”, que se refiere al autor real de la
novela, y lo opone al “autor implícito”, aquel que subyace la narración y a quien se le debe la visión de mundo pero
que no aparece textualmente. Entendemos que no conviene llamarle ninguno de estos nombres a este Hostos
prologuista: está inserto en un relato y, a pesar de que es innegable que existió, se “ficcionaliza” en su prologo al
contarnos la historia de la novela y hacerse personaje: algunos comentarios suyos pueden ser tan fantásticos como su
relato. Todavía la crítica, por ejemplo, niega creerle el hecho de que en media hora escribió aquellos primeros seis
diarios. El hecho de que un M.S del prólogo dijera “los primeros cuatro diarios” aumenta la incredibilidad. Para
todos los efectos, en este estudio es un personaje que se nutre de los datos biográficos del “autor histórico”; si nos
referimos a él como “Hostos autor” se debe a que así se posiciona esta voz narrativa ante La peregrinación de
Bayoán. Es posible, sin embargo, decir que el Hostos autor funciona como autor implícito sólo ante el diario, pero
no ante el prólogo.
50
La relación es evidente desde el título: La peregrinación de Bayoán. Diario recogido y publicado por Eugenio
María Hostos.
49

el prólogo de la primera edición es una voz narrativa inserta en la ficción de Bayoán y distinta a

la voz del segundo prólogo por la siguiente frase: “Bayoán me lo dijo (96, énfasis nuestro)”.

Quien habla, es, pues, conocido de Bayoán.

El segundo prólogo, más extenso, desde las primeras páginas ya tiene establecido que es

redactado por el escritor de La peregrinación de Bayoán. El primer señalamiento es el siguiente:

Este libro me ha sido funesto. Por eso lo amo tanto, que es el único de mis trabajos
literarios que contemplo con orgullo y puedo leer sin la tristeza piadosa que tengo para
las obras de imaginación (énfasis nuestro). (68)
Si esto no fuera suficiente, más adelante Hostos narrará cómo y bajo qué condiciones redactó la

novela.

El Hostos que habla en el segundo prólogo, que se posiciona como autor de la novela, se

ubica en el primer nivel diegético, es decir, el nivel extradiegético. Está en el mismo nivel que el

lector51 (narratario extradiegético) de la novela y es por eso que se propone “relatar[nos] la

historia de este libro” (65). Se podría argumentar que un prólogo, casi por definición, se

posiciona a nivel extradiegético pues su intención es hablarle al lector (narratario extradiegético).

Por lo tanto, parecería que el Hostos editor, quien habla en el primer prólogo, es también

extradiegético. Sin embargo, el Hostos autor y el Hostos editor no pueden coexistir en el nivel

extradiegético; el Hostos editor es parte del enunciado del autor, pues es parte de la novela que

51
Si bien es cierto que Genette insiste en que no se puede confundir al narratario extradiegético con el lector, de la
misma manera que no se puede confundir al narrador con el autor, en Narrative Discourse Revisited aclara que, para
todos los efectos, los comentarios que se le hacen al narratario extradiegético se perciben como comentarios para el
lector. En los niveles diegéticos superiores, esta “confusión” no debe darse (130-134). Cito: “When Des Grieux says
to Renoncour, “You were a witness to that at Pacy. My meeting with you was a happy moment of release granted
me by fate…,” I, the “real” reader, do not feel myself to be affected by those remarks. Des Grieux speaks to
Renoncor (and with good reason) as one character to another character, who receives that speech and intercepts it
totally and legitimately, since he is the only one to whom it can be addressed. But when the narrator of Père Griot
writes, “As you hold this book in your white hand, lying back in a softly cushioned armchair, and saying to yourself,
„Perhaps this one is amusing,‟” I have a right to object (mentally) that my hands are not so white or that my armchair
is not so softly cushioned, which means that I legitimately take those remarks as directed at me. And when Tristram
asks me to help him carry Mr. Shandy over to the bed, that metalepsis consists precisely of treating an extradiegetic
narrate as if he were intradiegetic. It is completely legitimate to distinguish in principle the narratee from the reader,
but cone must also take into account cases of syncrisis (132)”.
50

éste escribió. Por definición, es parte entonces del nivel intradiegético52. El primer prólogo no

está dirigido al narratario extradiegético sino a un narratario también intradiegético que coexiste

en la ficción junto al editor y a Bayoán.

Tanto el segundo prólogo como la novela (entendida como la totalidad del diario

incluyendo las intervenciones del editor) son niveles intradiegéticos: son dos enunciados

distintos pero hechos por la misma voz autorial. Para el segundo prólogo, la voz de Hostos es

homodiegética pues no hace más que narrar cómo y por qué él escribió la novela, al igual que lo

que le ocurrió después. En otras palabras, él es parte de la historia que enuncia. Para la novela, es

heterodiegético, porque nunca aparece en ella. El personaje homónimo sigue siendo sólo un

personaje y no se debe confundir con el Hostos, autor.

Tenemos, por lo tanto, que el Hostos autor está en el nivel extradiegético y el Hostos editor

en el nivel intradiegético. La relación entre éstos y Bayoán es también compleja. Lo primero que

se pensaría, quizás, es que Bayoán formaría parte del nivel metadiegético, porque el Hostos

editor tiene privilegios sobre el diario que éste escribió. Bajo las definiciones de Genette, sin

embargo, es parte del nivel metadiegético aquella diégesis (o aquel enunciado) que se crea a

partir del nivel intradiegético. El diario de Bayoán no es un enunciado del Hostos editor, quien

ya concluimos que es parte del nivel intradiegético, sino un enunciado de Bayoán, que es amigo

de Hostos. Entonces, Bayoán es también un personaje intradiegético, al mismo nivel que el

Hostos, editor. El diario de Bayoán es un enunciado en el nivel metadiegético creado por

Bayoán.

¿Cómo, entonces, es que el editor del diario de Bayoán mantiene privilegios sobre éste si

ambos parten del mismo nivel diegético? Hostos, el editor, lo que hace es apropiarse del diario,

52
En la edición del 1863, que no contiene el segundo prólogo, no hay duda de que el Hostos editor se posicionaría
como narrador a nivel extradiegético. Pero la voz del Hostos autor irrumpe a través del segundo prólogo y de alguna
manera rompe con la metalepsis que antes ocurría.
51

del enunciado metadiegético53. Su privilegio estriba en que comenta un relato a un nivel

diegético superior. Curiosamente, las intervenciones que hace el editor se encuentran también en

el nivel metadiegético del diario, pues son enunciados del personaje intradiegético. Dichas

intervenciones se dirigen hacia un narratario intradiegético, al igual que el primer prólogo, como

se mencionó anteriormente.

Ambos narradores intradiegéticos, al estar insertos en lo que narran a nivel metadiegético,

son homodiegéticos. La distinción viene a ser en que Bayoán es el protagonista de aquello que

narra (y, por definición, es autodiegético) mientras el editor sirve de espectador de Bayoán al

intervenir en el diario.

Para no tener que releer estas últimas páginas para alguna futura referencia, y en honor a

Genette, terminaremos aquí con unas tablas:

Narradores Extradiegético Intradiegético Metadiegético


Heterodiegéticos N/A
Homodiegéticos Hostos, editor
Hostos, autor (espectador) N/A54
//
Bayoán
(autodiegético)

Niveles narrativos
Extradiegético La voz del Hostos autor
Intradiegético El segundo prólogo // las voces de Bayoán y
del editor
Metadiegético El diario de Bayoán y las intervenciones del
editor

53
A pesar de que en el “Discurso del relato” Genette habla de los niveles diegéticos sólo a partir de nuevos relatos
contados, es decir, hablados, en Narrative Discourse Revisited señala que los niveles diegéticos pueden crearse tanto
a través de la voz como de la escritura. En este sentido, el editor se apropia de un discurso metadiegético escrito por
otro personaje intradiegético.
54
Dentro del diario de Bayoán, existen personajes que contarán también relatos e historias. Un ejemplo sería el
anciano del barco, quien,, dentro del nivel metadiegético del diario, enunciará el relato de su vida. Sin embargo, para
efectos de este trabajo, nos ceñiremos a estas tres voces.
52

B. Las voces autoriales.

Quizá Genette, quien no deja de repetir que hace estudios “analíticos” y no

“interpretativos”55, dejaría aquí su investigación: no le interesaría ver el choque que se produce

entre estas voces. Sin embargo, para nosotros, y para entender la novela, es crucial. Ahora nos

toca examinar algunos aspectos del discurso o de la ideología de cada voz autorial para luego

finalizar con la pugna entredicha.

B. 1. Bayoán

“Cuánta ciudad, /
cuánto sol, /
y tú un hombre solo.”
- Almendra (Luis Alberto Spinetta)

“El mar es inconstante como el hombre”


- Bayoán
Bayoán es la voz más importante de La peregrinación de Bayoán; después de todo, es el

protagonista de la novela y es su diario lo que leemos. La visión de mundo de Bayoán será por

esta razón la visión de mundo dominante en la novela. En la narración de Bayoán, se focaliza

desde Bayoán y la focalización es interna hacia él y externa hacia los otros personajes. Siguiendo

los términos de Genette, la narración de Bayoán es una narración intercalada56 debido a la forma

55
Dice en Narrative Discourse Revisited que para examinar los efectos de la estructura al interpretar los textos
“están los formalistas”.
56
“El último tipo [de narración] es a priori el más complejo, ya que se trata de una narración en varias instancias y
la historia y la narración pueden enmarañarse en ella de tal modo, que la segunda reaccione sobre la primera: es lo
que sucede en la novela epistolar con varios corresponsales, en que, como se sabe, la carta es a la vez medio del
relato y elemento de la intriga. […] Por último, la estrechísima proximidad entre historia y narración produce aquí,
la mayoría de las veces, un efecto muy sutil de roce, por así decir, entre el ligero desfase temporal del relato de
acontecimiento («Hoy me ha ocurrido lo siguiente») y la simultaneidad absoluta en la exposición de los
pensamientos y los sentimientos («Esta noche pienso lo siguiente»). El diario y la confidencia epistolar combinan
constantemente lo que en lenguaje radiofónico se llama el directo y el diferido, el casi-monólogo interior y el relato
a posteriori. Aquí, el narrador es a un tiempo el protagonista y cualquier otro personaje: los acontecimientos de la
53

del diario. Existe un pequeño desfase entre la historia y la narración: los acontecimientos que se

narran ocurrieron a poca distancia temporal del momento de escribir. Las entradas del diario

suelen representar, entonces, las reflexiones a veces momentáneas o poco premeditadas de un

evento por parte de Bayoán. Aunque la novela no encaje totalmente con la estética romántica en

torno a la pasión, como veremos más adelante, sí nos encontramos con que las entradas suelen

ser poéticas y apasionadas por ser reacciones a eventos. A pesar de que Genette señala que el

narrador casi siempre sabe más que el protagonista aún cuando el protagonista es el narrador

debido a que se focaliza desde el pasado57, por ser una narración intercalada y porque sólo existe

un pequeño desfase en el tiempo, la diferencia en conocimiento entre el narrador y el focalizador

suele ser mínima en las entradas del diario.

La narración intercalada posibilita entrar a la “crisis” de Bayoán (en lo político, en lo

amoroso, etcétera), pues el narrador autodiegético no enuncia desde un tiempo específico y

alejado de la historia, con una opinión formada y meditada, sino que cada entrada del diario

puede representar un Bayoán cambiado, una reflexión distinta58. Bayoán se nutre a través de su

peregrinación59. Al analizar el discurso o la visión de mundo de Bayoán, no será raro verlo

contradecirse o desdecirse, cosa natural para una narración como ésta y un protagonista en

jornada ya son parte del pasado y el «punto de vista» puede haberse modificado a partir de entonces; los
sentimientos de la noche o del día siguiente son plenamente del presente y aquí la focalización en el narrador es al
mismo tiempo focalización en el protagonista (Genette 274-5)”.
57
“El narrador sabe casi siempre más que el protagonista, aun cuando el protagonista sea él, y, por lo tanto, la
focalización en el protagonista es para el narrador una restricción del campo tan artificial en primera como en tercera
persona (248)”.
58
Este elemento, clave para las bildungsroman, también llamadas novelas de educación o de formación, no es único
de la forma del diario. Funciona también en un relato con narrador heterodiegético y focalización interna como, por
dar un ejemplo, en Madame Bovary de Gustav Flaubert, o en un relato con narrador autodiegético con focalización
interna como El Lazarillo de Tormes. En ambos casos, el lector, por vías del narrador, está constantemente entrando
a los pensamientos del personaje y ve una evolución en ellos. La forma del diario le añade un elemento literario y
formal pero no implica que tiene mayor trascendencia a nivel técnico.
59
El primero en notar esto es el personaje del editor: “Su viaje por las Antillas hizo reflexionar a Bayoán; recordó el
pasado de América, vio lo que es hoy, quiso ver lo que será, y maldijo las iniquidades de la historia, deploró la
ceguedad de los gobiernos, se quejó de la desgracia de su patria, y esperó en su porvenir (302)”.
54

crisis60. Córdova Iturregui, en “La peregrinación de Bayoán: construcción de un punto de vista”,

había tratado este tema desde el punto de vista del desarrollo de la mirada: “posiblemente el

aspecto central de La peregrinación de Bayoán tiene que ver con este complejo problema de

punto de vista, con la construcción, o mejor dicho, re-construcción de unos ojos”.61

El discurso de Bayoán se divide en distintas vertientes. Lo primero que analizaremos será

el discurso político: es, después de todo, por un motivo político que se comienza la peregrinación

y que abre la novela. Luego veremos las distintas particularidades del discurso romántico

empleado en la novela.

A bordo. Octubre 12.


¡Otra vez, otra vez!... Oh patria mía, ¡cuántos dolores me cuestas! Apenas sosegado mi
corazón, apenas calmadas las agitaciones que la meditación de ese otro mundo me ha
causado, y otra vez obligado abandonarte. (100)
Desde las primeras páginas se hace clara la intención “fundadora” de Bayoán. Comienza

Bayoán escribiendo desde a bordo de la embarcación. Como señala la crítica, está desarraigado,

símbolo de que la propia condición colonial no le permite pertenecer a la tierra en la que nació

(“de la patria que hoy no tengo” (154))62. La fecha de la primera entrada del diario es también

significativa: es la conmemoración del “descubrimiento” del Nuevo Mundo por parte de

Cristóbal Colón, figura importante para la novela. Se entiende que Bayoán también busca

descubrir la patria que todavía no existe para fundarla.

60
En ocasiones el espacio del debate se traslada al propio diario. Por ejemplo, en “Diciembre 15”, vemos a Bayoán
en un debate entre lo que concibe como su obligación moral y su felicidad personal. Al final de la entrada parece
que la decisión la toma Bayoán durante el propio proceso de escritura (147-150).
61
El crítico estudia cómo, en la medida en que peregrina el protagonista, sus ojos cobran “grandeza de su amplitud,
de de sus límites” (91). A través de este punto de vista adquirido y ganado Bayoán puede reflexionar sobre varios de
los temas que vamos a tratar: la ciudad, la civilización, la historia, los hombres.
62
Más adelante, reflexiona Bayoán lo siguiente: “porque no es patria el lugar donde nacemos, si nos quitan el
derecho de servirla; si entregan su felicidad a los que la desdeñan, si nos niegan la posesión de lo que es nuestro
(217)”.
55

Las primeras palabras, “otra vez”, aluden a un primer viaje hecho por Bayoán hacia

España. Aprenderemos luego, en la entrada nocturna de Octubre 22, que se da por exigencias de

los que él llama “los hombres que disponen del destino de los hombres”: se le ha casi forzado a

estudiar bajo el “árbol de la ciencia” (Europa) para entonces poder regresar a América. Por su

desencanto, confiesa que no terminó aquello por lo que se fue (no abunda más en esto) y que

estos hombres le “decían que era vergonzoso haber vuelto”. Sin embargo, su regreso se da

porque descubrió que “el árbol de la ciencia allí no vegetaba… no daba sombra a hombres

mejores” (110-111). ¿Y por qué volver ahora a España?

por anhelo de un nombre en las ciencias y en las letras; por ambición de gloria […]
Quiero gloria, y por ella abandono hoy mi patria, mañana mi felicidad, un día la vida.
Quiero que digan: “En esa isla nació un hombre, que amó la verdad, que anhelaba la
justicia, que buscaba la ventura de los hombres”. (111-112)
Luego, cuando llega el momento de separarse de Marién por primera vez para continuar su

peregrinación, reflexiona lo siguiente:

¿Qué es cumplir con tu deber? ¿Partir para Europa, y entregarte allí a tu presuntuoso
anhelo de verdad y de justicia, porque te crees llamado a proclamarlas, y hacer con
ellas feliz a la humanidad, glorioso tu nombre, el de tu patria? ¿Es tu deber
abandonarlo todo por buscar una luz que a ti te quemará y a nadie enseñará un camino
nuevo? (158, énfasis nuestro)
Bayoán no busca gloria por vanidoso: busca gloria porque si cumple su propósito, la justicia para

las Antillas, la gloria será algo que le llegará. Es decir, a pesar de que así lo plantea en este

momento, la gloria será sólo un efecto secundario del cumplimiento de su deber, pero un efecto

que lo seduce.

Señala Juan Manuel Rivera que el hecho de que la peregrinación física de Bayoán sea el

espejo de la de Colón – Bayoán se dirige desde América hacia Europa – implica la puesta en

“patas arriba” de la ideología detrás del descubrimiento y de la conquista. Antes de


56

desembarcarse de ese primer viaje, Bayoán hace una crítica del exterminio de los indígenas en

Quisqueya, mientras observa “las costas orientales de la indiana Haití”, cuna verdadera de la

revolución de independencia en Suramérica:

Aquellas líneas son las ondulaciones de los montes, aquel punto saliente de la nube, un
promontorio, y la transparencia del cielo y la diafanidad del mar, anuncian a la infeliz
Higüey, último albergue de los sencillos habitantes de la isla, en la feroz persecución de
los que, tan indulgentemente, llama la historia valientes invasores. (103, énfasis
nuestro)
Esta insistencia en lo indígena también recuerda el comentario de Rivera: se enfatiza lo perdido

por el vació ontológico producto de la relación colonial (44). Pero simboliza, como mencionó

Richard Rosa, el parricidio; los nombres Bayoán, Guarionex y Agüeybana son una referencia a

ese primer desafío de la superioridad española (31). Utilizarlos será como un grito de guerra por

parte del autor del diario. Dirá Bayoán: “[Santo Domingo], dame la cólera que dabas a tus hijos,

su noble indignación, su valor santo: lo que ellos con sus armas, haré yo con mi voz” (115).

El conocimiento que tiene Bayoán de los caciques antillanos, específicamente de esos que

retaron el poder español, muestra cómo la búsqueda de los orígenes es también la búsqueda de la

primera resistencia colonial63. El único cacique mencionado que no figura como rebelde es

Guacanagarí, quien se destaca por ser “desgraciado” y “mal hijo de su patria” por luchar junto a

los españoles en contra de los indígenas (116).

La denuncia de las barbaridades de la colonización será constante: en otra ocasión,

refiriéndose a las embarcaciones de los conquistadores, hablará de los “monstruos alados que

vomitaron otros monstruos más terribles” (115). Más adelante, criticará a los conquistadores

(“Ojeda, Cortés, vosotros los Pizarros, Almagro, todos vosotros”) porque, con grandes

63
“Montaña codiciada! Me entristeces: recuerdo a tu señor Caonabo, y pensando a un tiempo en su patriotismo
heroico y en su muerte de mártir, me niego en silencio que tengan premio en la tierra la abnegación del mártir, el
heroísmo del patriota (104)”.
57

posibilidades, con carácteres llenos de grandeza, podían hacer brillar su virtud: “E hicisteis lo

que sé, y sucedió lo que yo veo [la exterminación de los indígenas]” (121). Recordar las

crueldades cometidas durante la conquista es actuar justamente, pues olvidarlas es perdonarlas64.

Y será éste uno de los problemas que tendrá Bayoán en el futuro: el amor de Marién y el estado

de éxtasis o embriaguez emocional lo hacen olvidar:

La dicha ha sofocado el deber, y entregado al amor en nada pensaría, si no me


avergonzara el olvido punible de mi porvenir: pero esa vergüenza es fugaz y me
desespera verla pasar rápidamente, sin empañar mi dicha: entonces me convierto contra
ésta; recorro la historia de mi amor; veo que sólo de mi amor me acuerdo: que sólo me
acuerdo por la mañana, por la noche, y en mis sueños, de la que tan felices los ha hecho;
que el recuerdo de mi patria se ha borrado; que la idea de ser digno de ella se ha apagado; que
falto a mis deberes; que soy indigno de mí, porque sólo pienso en no pensar, y me cansa una
dicha de que no soy merecedor, puesto que no me resisto a sus encantos, y me entrego sin
defensa a ella. (148)
La historia para Bayoán sirve como búsqueda de los orígenes, búsqueda de las rebeldías

iniciales, pero también para desmitificar la historia escrita por Europa. Es esto parte de la mirada

distinta que construye Bayoán: dice Córdova Iturregui que para Bayoán “[l]a reconstrucción del

pasado tiene como función la construcción del futuro” (“construcción” 95). En la entrada

“Noviembre 23”, escribe Bayoán:

Y a una reunión de hombres llaman pomposamente civilización los que, más fuertes,
consiguen destruir a los más débiles! // Y escriben la historia a su placer, y dicen: //
Nosotros los ingleses, civilizamos a la India: nosotros, españoles, llevamos el progreso
al Nuevo Mundo; nosotros, romanos, impulsamos a la humanidad a su
perfeccionamiento! // Y hay en esta impostura de la historia una verdad aterradora,
porque mientras que Inglaterra y España y Roma antigua encadenan y martirizan y
aniquilan al mundo de Roma, al Nuevo y al más viejo, la humanidad progresa, el
comercio se explaya, la industria rompe sus esposas, las artes se lanzan a su espacio, las

64
Refiriéndose a Guacanagarí, luego dirá: “Te quiero perdonar: no pienso en ti” (116).
58

ciencias utilizan hasta el rayo, la inteligencia engrandece a la materia. // Y hay luz, y sin
embargo hay sombras. (131, énfasis nuestro)
Bayoán problematizará constantemente la dicotomía de civilización y barbarie, tan

presente en otros pensadores latinoamericanos de importancia. El cuestionamiento del progreso

lo había hecho antes, en una reflexión sobre la ciudad colonial: la dominación colonial es sólo

“apariencia de progreso” (124); más adelante, observando a la Habana, dirá burlonamente: “- Tú

eres la civilización: me causas asco” (126). Uno de los ejemplos más explícitos es el siguiente,

que ocurre al hablar de la ciudad colonial:

no quiero ver lo que he visto en todas partes: nada de lo que había, ni virtudes sencillas,
ni bondad, ni vicios sin embozo: todo lo que no había; virtudes aparentes, embozada
maldad, civilización de vicios: egoísmo, es decir, sociedad; codicia, es decir, comercio,
agricultura, industria, felonía, es decir, leyes sociales… (185, énfasis nuestro)
Colón, aquel “venerable genio, infeliz por ser genio y venerable”, tan mencionado y

alabado por Bayoán, será incorporado en su discurso político para criticar el imperialismo

español en las Antillas65, detalle que también menciona Álvarez en su ensayo (Hostos 118;

Álvarez “Hostos y Colón). En la entrada fechada Octubre 17, que puede leerse también como un

pequeño ensayo – como pasará a menudo en la narración de Bayoán66–, el protagonista utiliza

como punto de partida el descubrimiento y la conquista para tocar uno de los temas que más lo

llaman: la posibilidad de un cambio político para España que resuene en las Antillas. En unos

pasajes escritos como si se dirigieran al propio Almirante, Bayoán habla de una España que

dejaría a Colón incrédulo.

65
Pero hasta las figuras veneradas entrarán en crisis en el diario de Bayoán: “Soy injusto contigo, capital de la
Española: no fuiste tú quien aherrojó a Colón, fue su propia crueldad. ¿No la cometió, y horrenda, cuando levantó el
velo que tan felizmente os ocultaba a ti, a Guanahaní, a Borinquen, a los ojos de Europa? ¿No la cometió, y funesta,
señalándoos con su índice tenaz al ya ciego viejo mundo?[…] Has sido cruel entregando la inocencia a la codicia.
(105)”. Colón es, también, criticado, pues “desveló” a la América y abrió paso a las crueldades de la conquista y el
colonialismo pero en ese mismo acto está su genialidad.
66
Esto, como ha señalado Luis Felipe Díaz, se debe al problema principalmente ontológico de Bayoán, que dilata la
mímesis y que crea pasajes más cercanos a lo poético y lo filosófico.
59

Está, como los niños, vacilando: día llegará en que pise con firmeza: día llegará en que
comprenda sus yerros pasados, y quiera remediarlos: abrirá los ojos y verá; la luz la hará
feliz; hará lo que aún no ha hecho: será justa; bajará la cabeza ante el eterno anatema de
la historia, buscará con los ojos a América: - allí está – se dirá – mi porvenir:- se
enmendará; los que llamó sus hijos, volverán como hermanos a la que fue su madre, y
reunidos, y respetándose, lograrán su bienestar pasado, y España su perdón. (106)
Con este párrafo cierra la entrada. Es este uno de los momentos donde se revela lo que parece ser

una ideología autonomista en Bayoán. Pero ésta sólo se articula claramente en “Febrero 13”, a

mediados de la novela. Cuando Bayoán se dirige a la metrópoli, le dice:

- Aquí hay hombres, iguales a tus hombres, superiores a ellos, por su interés en la
prosperidad de su país, que pueden ser, que deben ser, lo que son los que tú envías, que
quieren influir en los destinos de su patria? […] ¿Por qué no comparten los hijos de mi
patria con los hijos de España, las tareas que sólo los de España desempeñan? ¿por qué
el juez, el magistrado, el militar, el empleado, ha de ser peninsular, y nada, sino es rico,
y si lo es, un hombre inútil, el hijo de Cuba, el hijo de mi patria? (214-5)
Hay que entender que lo que buscaba Bayoán en España era un cambio total en lo establecido.

Sobre los reclamos que quería para las Antillas, dice:

En vez de bajar la cabeza y de sufrir, pedid al pueblo, cuyo hermano sois, que os dé lo
que tienen sus hijos; sus derechos civiles y políticos; la administración de justicia; la
intervención en los negocios públicos: freno aquí de los que por pensar en su patria, se
olvidan de la vuestra, seréis en la metrópoli, en sus cortes, caudillos denodados del bien
de nuestro pueblo. // Y llegará un día que tengamos patria…! // Que España nos dirija,
no lo siento: pero que por nuestra debilidad nos prive del derecho de ser hijos, y en vez
de, con nosotros, gobiernen nuestro país esos indiferentes que vienen y se van
encogiéndose de hombros…! (215)
Quizá parezca contradictoria esta reacción, después de todo lo que se dijo (y se dirá) sobre

España y su relación con las Antillas. Pero esta misma ideología se pone en duda a lo largo de la

novela, cuestionando la viabilidad de la misma. Anteriormente, vemos lo ineficaz que ha sido el

buscar derechos para las Antillas en España: “se pide para la patria, y no lo dan” (111). Luego de
60

haber conocido a Marién, en uno de sus conflictos internos entre la pasión y el deber, reitera:

“¿Para qué necesito convencer a Europa de que América merece ser feliz, si Europa no me oirá,

o me tendrá por loco? (149)”. Más sorprendente aún: cuando menciona a “la isla de Santo

Domingo” que había sido “reincorporada” a España y luchaba de nuevo por su libertad, habla de

la “sagrada independencia de la patria” (114). Hacia el final de la novela, Bayoán reconoce su

derrota política en España y la necesidad de ir a América para continuar su lucha:

No: yo no me quedo: […]Irritado contra las circunstancias que me vedan el acatamiento


del leyes invencibles; colérico conmigo mismo por no poder vencerlas, y por haber
descendido a combatir con ellas, he perdido la seguridad, no hay unión en mis fuerzas
interiores, no puedo condensar un pensamiento. Mi cuerpo está tan cansado como mi
alma: no es posible prolongar más esta lucha… (334)
Sorprende, entonces, la insistencia de algunos críticos en señalar un reformismo en Hostos a

través de esta novela, perdiendo de vista el desenlace del destino de Bayoán67.

A pesar de que La peregrinación de Bayoán se inscribe en la tradición novelística del

romanticismo, ésta mantiene una relación problemática con algunas de sus características

principales. No entraremos exhaustivamente a este tema, capaz de ser lo suficientemente amplio

para una tesis, pero es importante que los elementos románticos de la novela queden matizados

para nuestro trabajo.

En primer lugar, Bayoán se resiste a dejarse llevar por las pasiones humanas, siendo éstas

posiblemente el elemento más importante del movimiento romántico. Mientras a lo largo de la

tradición serán los sentimientos lo que se destacará, y los protagonistas se dejarán llevar por sus

67
El final de la novela pudiera hasta leerse como la despedida de esa juventud idealista y autonomista por parte del
autor histórico. Sorprendente son, entonces, las palabras de Hostos, en el segundo prólogo y lo mucho que se
distancia de lo que ocurre en la novela y de lo que pudo significar ella en su vida. Esto recalca nuestra necesidad de
no confundir al autor histórico con quien escribió el prólogo, no por negar que fue escrito por el autor histórico
(como toda la novela), sino por el análisis textual que haremos.
61

emociones, Bayoán está a lo largo de la novela luchando por contenerlos y hacer de la razón y el

deber la base de sus actos.

La metáfora de los dos caminos es una referencia que utiliza Bayoán reiteradamente y que

mejor desarrolla a mediados de la novela, en una reflexión que toma la forma de un ensayo y que

se extiende por varias páginas (272-278). Bayoán entiende que seguir las pasiones equivale a

tomar el camino fácil, mientras el camino del deber es el más honroso y glorioso. Seguir las

pasiones es, para Bayoán, ser débil: “Mi imaginación se desespera, quiere arrastrarme al otro

camino, y me amenaza: gime mi corazón; lo débil de mi ser interior se queja y grita: me siento

desgraciado” (204). Luego dirá el editor Eugenio María Hostos en estilo indirecto libre sobre

Bayoán:

Virtud es fuerza: para ser virtuoso es preciso ser fuerte. La fuerza del espíritu no nace
del predominio de una de sus potencias: nace de la unión de los esfuerzos, dirigidos por
la potencia dominante. […] Sintiendo en su espíritu más fuerza, latidos más violentos en
su corazón, más poder en su inteligencia, reunió todas sus fuerzas, uniformó sus
facultades, encadenó su imaginación, acalló su corazón, meditó largamente, dirigió su
pensamiento a un fin difícil, rindió tributo a la razón, hizo dominante a la conciencia, y
todo lo sometió a ella, y obedecía su voz. […] Vio que la virtud es el esfuerzo supremo
del espíritu, y amó la virtud; hizo el esfuerzo. Vio que la virtud no da la felicidad, y
pensó en la desgracia, y la aceptó. (300)
Ésta lucha se transforma durante la novela, cobrando muchas caras: la razón, el deber, el

martirio, la angustia y el dolor se opondrán a la pasión, el olvido, el amor y la felicidad

momentánea. La verdadera felicidad se puede dar, según su lógica, sólo después de elegir el

deber y la angustia correspondiente: “Yo creo que el hombre que ha sido feliz toda su vida, no

puede hacer feliz a nadie; no sabe qué es la felicidad; […] sólo el dolor hace feliz” (207).

Apenas en una ocasión duda de dicho binomio, pocos días antes de llegar a la ciudad de Madrid:

“… me convenzo de que necesito de mi felicidad, hasta para volver a combatir…” (285). Pero
62

sólo hay que esperar dos entradas para que este pensamiento cese: “Yo no me engaño: el dolor

produce la felicidad” (287).

Curiosamente, hay algo de romántico en este afán de mártir que acompañaría la gloria que

busca Bayoán y del que se ve algo en esta última cita. Desde que habla de las resistencias

indígenas, habla del “patriotismo heroico” y de su “muerte de mártir”. Colón será también un

símbolo mártir para Bayoán, pero distinto, muriendo desdichado por el descubrimiento que hizo

y que Europa no pudo entender a cabalidad: “Había en él lo que en el genio hay: propensión al

martirio, magnánima sonrisa para la ingratitud” (106). Más adelante dirá:

Y para eso viene al mundo un hombre que, víctima primero de su fuego interior, lo es
después de los hombres, de la burla grosera de los pueblos, de la sonrisa del sabio que
no sabe, del desprecio del magnate, de la indiferencia ofensiva de los reyes!
En los ojos de Bayoán, la lucha que atraviesa lo acerca al martirio: “Quiero ser loco, quiero

poseer esa razón suprema que conduce al escarnio, al sacrificio” (149). Por eso se refleja él tanto

en el anciano, que compara con “Cristo, víctima de la ingratitud de su patria”, “muerto como él”

(256). La unión entre actividad política y martirio se evidencia en esta próxima cita:

Son dos cosas a un tiempo: un hombre colosal, envuelto en luz, que invoca, arrodillado,
a un ser invisible en quien espera; y un pueblo, que lucha contra todos, e invoca la
libertad, la igualdad y la fraternidad, que lo defiende: el hombre colosal acepta un
cáliz, bebe en él, y bendice: el pueblo acepta su lucha gigantesca, y vence: el hombre
colosal se sacrifica, y muere: el pueblo generoso vive, y veo que se dilata y se dilata y
va invadiendo lo que antes lo invadía, y convirtiéndose de pueblo en mundo, mientas
que el cadáver del hombre colosal se ha dirigido al cielo, dejando en la tierra una luz
que antes no había… […] ¿Significa que el hombre, como las religiones y los pueblos,
tiene sus cataclismos, que en apariencia lo destruyen todo, porque destruyen las llagas
que hacían soportable la costumbre, pero que era ya criminal no destruir? (151-2)
Por esto, Bayoán se presenta solitario e incomprendido por “las gentes”, “los hombres”. Serán

“éstos” los que terminarán derrotándolo: en palabras del editor, “ya no era la lucha de su amor
63

con sus deberes; ya no era la lucha de su corazón con su espíritu que lo detenía; eran los

hombres; eran los mezquinos intereses de los hombres; eran sus pequeñeces, sus miserias” (292).

La frase más representativa de este afán de mártir es la que se repite estando ya en Madrid:

“Sufro, luego valgo” (292). Esto irá cónsono con su metáfora de los caminos, siendo él uno de

los pocos que escoge el camino solitario Sin embargo, hay que aclarar que existe una excepción

en la cual se siente como fruto de la colectividad:

Ocuparme de los demás, cuando con sólo mirarme interiormente tengo yo ocupación
para mi vida..! Dar un lugar a los hombres en mi diario, cuando apenas tiene el papel
espacio para mí…! Meditemos un poco. ¿Puedo yo hacer abstracción de los demás,
cuando ellos han contribuido a hacerme lo que soy; buque sin rumbo, pájaro sin nido,
cuerpo sin centro donde reposar? ¿puedo yo no pensar en la cadena, el eslabón como
soy a ella sujeto? ¿puedo yo? Nada puedo: lo que hay en mi orgullo lo confieso, es de
ellos, las ideas, los pensamientos, la verdad, son una atmósfera, producida por la vida
intelectual, como lo es por la vida animal el aire que respiro: envuelto en ella, tengo a
mi pesar que respirarla y dar a mi pesar, a mi razón, a mi fantasía, a mi ser interior, las
sombras y la luz […]. (189)
Tampoco se puede olvidar que, al llegar a Madrid, el trabajo político de Bayoán fue

principalmente el de buscar ampliar su lucha. Por eso trata de fundar un periódico, “en la

creencia firme de que la prensa es uno de los medios que más rápidamente llevan al fin que un

alma generosa propone”, y luego publicar su diario, en esperas de concientizar y contribuir a la

justicia de las Antillas (292).

Los personajes y los escritores románticos suelen rechazar a la ciudad y a lo urbano,

símbolos del desarrollo y de la modernidad que empezaba a brotar a lo largo de Europa, y

buscaban refugiarse, aunque fuera sólo a través de la literatura, en el campo, en los bosques, en

las ruinas. Bayoán también siente un desprecio por la ciudad pero, como han señalado Córdova

Iturregui (en “La peregrinación de Bayoán: construcción de un punto de vista”) y Colón Zayas
64

(en “Escritura ante la formación de la conciencia nacional: La peregrinación de Bayoán de

Eugenio María de Hostos”), las razones de este repudio son particulares de la relación colonial

que se desarrollaba en las Antillas y de las relaciones sociales de las mismas (Córdova 96-97).

Los problemas que sentían los románticos europeos en torno a la ciudad son casi ajenos al

mundo antillano. Si Bayoán se indigna ante ella es porque las ciudades de las Antillas dominadas

son el eje central del poder colonial y metropolitano: representan la opresión, la censura, la falta

de poder: “para mí las ciudades son los hombres; que los hombres, en ellas, se entregan a sus

vicios; que los vicios esclavizan, que yo por odio a la esclavitud, la aborrezco (125)”. La ciudad,

sin embargo, será también el espacio que posibilita la inteligencia:

Al acercarme a ti [Madrid], tenía el corazón abierto… lo guardé; mi alma, en los ojos la


escondí. La inteligencia, que dormía, despertó… […]Para el corazón amante, eres
detestable… tú has desterrado al amor: para el alma; funesto… eres asesino de las
almas. Para la razón y el pensamiento, tú eres algo; eres la mano que estrujas sin
piedad para producir destilación. (286-7, énfasis nuestro)
Según la lectura que hace Colón Zayas, son las haciendas los centros que más provecho

económico le producían al país: “no era hablar del pasado, era hablar del presente” (161-2). Es

por esto que Bayoán siente que el verdadero Puerto Rico es el que encuentra en el campo, un

campo a la vez idealizado:

Isla querida, si los hombres que te pueblan fueran tan sencillos y tan buenos, como éstos
que te habitan en tus campos; que hacen su albergue de tus palmas, su fácil alimento de
tus frutos; sus placeres, del tiple, de sus trovas, y de su amor por ti, serías entonces tan
feliz como poblada: pero tú como todas las tierras, das nacimiento a reptiles, y en ti, los
reptiles son el hombre. // Filósofos de la naturaleza, jíbaros indolentes, vosotros sois los
hombres los reptiles están en las ciudades… (196)
Más adelante, dirá: “Cuando estoy en el campo, creo estar en mi patria: voy a las ciudades, y me
falta” (213).
65

Otros elementos tradicionales de la novela romántica lo son: la importancia de la mirada

para los amados, en este caso Bayoán y Marién; el doble, ejemplificado a través de Bayoán y el

anciano y Marién y la enferma, personaje que sólo conocemos a través de los comentarios del

doctor, quien atiende a ambas; y la manera en que la naturaleza se nos presenta.


66

B. 2. Eugenio María Hostos, editor

Son significativas las primeras palabras de Eugenio María Hostos. Bayoán, en “Abril 30”,

termina su reflexión sobre la búsqueda de la felicidad y el dolor de la siguiente manera: “Gloria,

justicia, verdad, yo llegaré a vosotras”. A eso, el editor responde: “El generoso joven no llegó”

(288). Ya de entrada se puede percibir, a nivel discursivo, una aportación del personaje para la

novela: si Bayoán es un joven soñador e idealista, cuya visión de mundo está en crisis, el editor

funcionará como freno, será el choque de la realidad que ha llegado al diario de Bayoán.

En la Edición Crítica de La peregrinación de Bayoán, comentan los editores que la entrada

del editor funciona rompiendo con las reflexiones de Bayoán y restablece la historia (288). De

alguna manera, se puede entender que, al entrar el personaje a la novela, la crisis llega a su punto

final y cesa la necesidad reflexión: Bayoán ya ha llegado a Madrid y pronto terminarán su

relación con Marién y su trabajo político en España.

Por todo lo dicho anteriormente, tendremos que diferir con lo comentado por Caballero en

su ensayo: el personaje del editor en La peregrinación de Bayoán no es, como en Las cuitas del

joven Werther, un mero informante, sino que se convierte en pieza clave de la novela. Nos dice

Eugenio María Hostos:

El editor de este diario, presumiendo que sus pocos lectores anhelarán la explicación de
las frecuentes lagunas que desde aquí encontrarán, va a decir lo que su amistad con
Bayoán, el conocimiento de su carácter y las observaciones sobre él, le permiten decir.
(289)
Entiéndase por esto que el editor informa, sí, pero también analiza. Nos confiesa que son varias

las lecturas que ha hecho del diario y mucho tiempo el que le ha dedicado: “Volví a leer… volví

a pensar”; “Al volver a leer el diario” (300, 340). El editor también evoluciona su mirada,
67

confesándonos que en un principio pensó a Bayoán “incompleto”. Al conocerlo, sin embargo, lo

reconoció como “ser completo”, como “espíritu del hombre”68 (300-2)..

A pesar de que esto es una narración homodiegética, en la cual el narrador sirve como

espectador y no como protagonista (autodiegético), estas repetidas lecturas del diario y su

apropiación del mismo permiten que la focalización oscile entre cero focalización y focalización

externa69. La cero focalización se puede ver en ejemplos como el siguiente:

Bajo el dominio de estos pensamientos, tomaba resoluciones desesperadas. Se


disponía a partir, se detenía ante el recuerdo de sus deberes, y esta vacilación,
resultado natural de la imposibilidad de tomar un partido decisivo, lo obligaba a
nuevas luchas, que por detenerlo en su camino y no producirle más que desaliento, lo
desesperaban. (289)
En otros momentos, la focalización se da desde el personaje: “Reflexionando sobre las extrañas

opiniones que su modestia hacía prevalecer, me decía con su magnánima sonrisa” (énfasis

nuestro, 290). En ocasiones, el intercambio de ambas se da en un mismo párrafo:

Entonces empezó a angustiarse: ya no era la lucha de su amor con sus deberes; ya no era
la lucha de su corazón con su espíritu, lo que le detenía, eran los hombres, eran los
mezquinos intereses de los hombres; eran sus pequeñeces, sus miserias. ¿Podía salir
vencedor de tantas luchas…? Yo lo vi en aquellos días, y me espanté del estado de su
alma.
El principio del párrafo demuestra cero focalización: no hay nadie quien percibe a Bayoán ni

entra a sus pensamientos. Sólo al final del párrafo entra el personaje del editor y observa a

Bayoán, pero éste podía no haberlo visto y no eliminaría la angustia que sentía Bayoán y que se

expresó a través de la cero focalización.

68
“Esta insensibilidad aparente, desmentida por sus vivas emociones, por su misma exaltación, lo presentaba a mis
ojos, no como incapaz de amar a la mujer, de sentir los placeres que este amor produce, sino como un ser
incompleto, en quien faltaba la extremada delicadeza de una fibra, vibrante tal vez a un sacudimiento, no una ligera
presión. // Tuvo mi espíritu un placer, viendo su engaño: Bayoán era un ser completo” (296).
69
Nos dice Antonio Garrido Domínguez en El texto narrativo, partiendo de Genette, que un narrador que se apropia
de un texto puede enunciar a partir de focalización cero (143).
68

Si fueran estos casos aislados, diríamos sencillamente que surge una alteración en la

focalización, una paralepsis que amplía el foco. Sin embargo, la cero focalización ocurre

continuamente. Entendemos que la apropiación del diario por parte del editor, ya descrita en la

primera parte de este capítulo, le permite utilizar cero focalización; hay un nivel diegético de

diferencia entre el editor y el diario (estando el segundo a un nivel superior) y dicha relación le

da privilegios al editor sobre el diario, quien puede comentarla, analizarla, opinar y hasta escribir

en ella.

Existe, sin embargo, una alteración al final de la novela. Ya desde algunos días antes de la

muerte de Marién, Bayoán ha parado de escribir en el diario, lo que significa que Eugenio María

Hostos no tiene manera de estudiar a Bayoán como antes. El acontecimiento de la muerte de la

amada luego marca significativamente al estado de Bayoán. Coherente con lo planteado

anteriormente, cuando el editor ya no tiene de qué agarrarse en el diario, la focalización se

vuelve externa a Bayoán. Ni por el hecho de que el editor estuvo con Bayoán estos meses se nos

arroja luz sobre lo que éste piensa y siente. En las últimas 6 páginas, aproximadamente, ocurre

una paralipsis, y nos encontramos distanciados de la interioridad de Bayoán por primera vez en

toda la novela. Estamos limitados a descripciones físicas y a suposiciones que se expresan a

través de interrogaciones. He aquí varios ejemplos:

Bayoán no lloraba: inclinaba la cabeza sobre el pecho, miraba fijamente… ¿Qué


miraba…? Tal vez, la eternidad de su dolor. Tal vez, a Dios… (352)

Acaban de embarcarse Guarionex y su mujer. La separación ha sido desgarradora:


Bayoán ha llorado… ¿Qué hay en ese espíritu insondable, débil en lo pequeño,
inquebrantable en lo grande...? (353-4)

Anoche sentí ruido en el aposento de Bayoán Subí sobresaltado... ¿Por qué he de temer
que se suicide, si la vida es suicidio…? (354)
69

Confirma esto que el privilegio con el que contaba Eugenio María Hostos se debía a que éste

estaba a un nivel diegético debajo del diario; sólo con Bayoán en su propio nivel diegético – es

decir, interaccionando con Bayoán y no con su diario –, el editor pierde aquello que poseía y que

posibilitaba la focalización cero. Incluso, a pesar de que las últimas entradas del diario las

escribe Eugenio María Hostos, notamos un silencio de dos meses entre sus intervenciones, lo que

demuestra su incomprensión de Bayoán.

Bayoán, en Madrid, a pesar de sus esfuerzos, no ha logrado encontrar apoyo para la justicia

antillana. Alejado de Marién, las cartas que recibía de ésta “en las que en vano luchaba el amor

por vencer la tristeza”, lo ahogaban de remordimiento por “haber hecho infeliz a esa criatura”

(289). A pesar de que la crítica literaria (incluyendo a Hostos prologuista) acusa a esta novela de

idealista y juvenil, el primero en criticar el idealismo de Bayoán es el personaje del editor: “El

empeño de practicar todas las virtudes [a Bayoán] le prohibía destruir los errores que engendraba

su carácter singular” (290). Es decir, el “idealismo ético” (por llamarlo de alguna manera) de

Bayoán fue también un obstáculo para su propósito, aunque dicha rigidez70 se presenta también

como una de sus virtudes.

No obstante las críticas, el editor encomia a Bayoán, a quien considera un “ser completo”,

“con alma inmensa”, y quien cuenta con “una perpetua previsión del porvenir” (296-8). El editor

servirá como una extensión de otros componentes del discurso de Bayoán, siendo el más

importante el afán de mártir. Ni en lo que se nos presenta como el peor momento de Bayoán – su

entrega ante los deseos carnales71 que toman por sorpresa a una durmiente Marién y que la llevan

a un ataque de pánico y a convulsiones– cesa Eugenio María Hostos de admirarlo: “comprendí a

70
“[A]quella severidad de ideas y de aquella constancia de rígida razón, no otras, que su sensibilidad delicadísima”
(298).
71
“Esta asquerosa rebeldía de la carne”, decía el editor en la edición del 1863 (340 n.343)
70

Bayoán, creí en la posibilidad de sus errores, y admiré su valor, y me expliqué el anhelo

constante de su vida” (340).


71

B. 3. Eugenio María de Hostos, autor

“Aquello fue un gran punto de partida


pero al final que fácil se te olvida.
Diez años después quién puede volver atrás.
[…] Diez años después mejor decir que callar.”
- Andrés Calamaro

El segundo prólogo de La peregrinación de Bayoán, escrito por su autor en el 1873

estando en Chile, diez años después de la primera edición publicada en suelo español, tiene como

intención “relatar la historia de este libro” (65). Al hacer esto presenta a su vez el primer trabajo

crítico sobre la novela. Su prólogo parte de la experiencia personal como autor y es por eso que

la novela se presenta como escarmiento: al publicar la novela ahora, desea que se aprenda tanto

de la lectura de ella como de su gestación y su desenlace: “quiero que la juventud tenga en la

historia de este libro un buen ejemplo, y en la personalidad que de ella se destaca, un buen

amigo” (67-8).

Dado la naturaleza del prólogo, se focalizará desde el Hostos del 1863, escritor de la

novela, mayormente en estilo indirecto aunque las intervenciones del Hostos que escribe serán

frecuentes. No hay mayor innovación en este sentido pues el prólogo no busca crear una ficción

– que de todas maneras crea.

Hostos comienza a escribir la novela con apoyo y gran entusiasmo de su amigo Juan de

Dios Rada y Delgado, a quien le lee todas las noches lo que escribe por el día. Las primeras

entradas del diario de Bayoán dice haberlas escritas en apenas media hora72. Deseaba depositar

72
Según la edición crítica de La peregrinación de Bayoán, un manuscrito encontrado del segundo prólogo decía que
las primeras cuatro entradas fueron las que leyó esa noche, pero la versión final incluida en la novela dice que son
las primeras seis. Ya por esta razón debemos estar atentos y tomar con pinzas lo que nos dice Hostos.
72

en el libro que iba creando pensamiento, sentimiento y voluntad, almacenados “durante años en

mi espíritu” (75).

Para Hostos, no había separación entre lo que se piensa y lo que se hace: “La vida no había

significado en mi conciencia otra cosa que realización de lo pensado… O las cumplía

impasiblemente, y el libro era algo más que una obra de arte, o no las cumplía, y el libro era

inútil y no debía escribirlo (75)”. La escritura estaba entonces en función de toda su experiencia

vital; no era otra cosa que la puesta en escena de lo que abatía su pensamiento diariamente.

Hostos seguía como fin lo que hoy llamaríamos escritura comprometida (aunque no se satisfaría

en reducir el compromiso a la letra)73. Dice más adelante:

“Hay en el mundo demasiados artistas de palabras, demasiados adoradores de la


forma, demasiados espíritus vacíos que sólo a la ley de las proporciones saben
obedecer, y yo no quería ser uno de tantos habladores que, en tanto que llenan de
palabras sonoras el ámbito en que se mueven, son radicalmente incapaces de realizar
lo que más falta hace en el mundo: hombres lógicos74 (75)”.
Según narra, en momentos de su juventud en que le temía a la responsabilidad y al deber,

la escritura surgió ingenuamente como la herramienta que podía usar para acaparar la atención de

la metrópoli y de su Patria. “Yo veía que la conquista de un nombre literario es la conquista de

un poder. El poder me hacía falta para servir inmediatamente a mi país, olvidado, vejado,

escarnecido (77)”. No se puede confundir el poder con la fama: declara que no busca fama

literaria, y que si la novela se lo daba, sería la última:

Yo no iba tras la gloria literaria. Si aquel libro me la daba, sería el último; y si me la


negaban por lo que él representaba, sería también el último. Las letras son el oficio de
los ociosos o de los que han terminado ya el trabajo de su vida, y yo tenía mucho que

73
Esto no estaba lejos de la corriente en el resto de Latinoamérica. Dice Sommer, sobre los escritores de la América
Latina para la época de las novelas fundacionales: “For the writer/statesman there could be no clear epistemological
distinction between science and art, narrative and fact, and consequently between ideal projections and real
projections (7)”.
74
Más adelante en la obra hostosiana lo llamará el hombre completo.
73

trabajar. El libro era necesario como preliminar de ese trabajo, y seguir escribiendo
libros era seguir perdiendo tiempo. Para no perderlo más, era necesario escribirlo de una
vez. (78)
Entendía que tenía que escribir un libro que, a la vez que pudiera ser leído en España y las

Antillas, funcionara como “propaganda antiespañola” y fuera aplaudido por la crítica literaria75.

La novela sería: “juez de España colonial en las Antillas. […]De la maldición a la explosión, un

solo paso! (82)”.

Hostos sabía que el libro sería perseguido por el gobierno español, por la firmeza de su

mensaje. Ya durante el proceso de escritura había sido advertido por un amigo de Rada, quien

Hostos llama un “español ilustrado y letrado” pero no pudo con aquella verdad que “debería

estar escrito en indio” (79). El mensaje que llevaría Bayoán sería claro: “las Antillas estarán con

España, si hay derechos para ellas; contra España, si continúa la época de dominación: Uno de

esos aspectos nacía a la posibilidad de un cambio de política interior y colonial en España. Yo lo

acogía de antemano con fervor y predicaba la fraternidad de América con España, y hasta

enunciaba la idea de la federación con las Antillas (80)”. A pesar de los intentos, la agresividad

de La peregrinación de Bayoán no pudo evitar la censura: señala que fueron varios los cambios

que le tuvo que hacer por exigencias del censor y a esto se le añade el silencio al cual fue

sometida y la confiscación de la misma en las Antillas (86, 95)

El autor presenta a la novela como una de las varias derrotas que le han acontecido en la

vida política. A pesar de esto, la aprecia: “Este libro me ha sido funesto. Por eso lo amo tanto,

que es el único de mis trabajos literarios que contemplo con orgullo y puedo leer sin la tristeza

piadosa que puedo tener para las obras de imaginación” (68, 70). Se declara “dos veces niños” al

75
“¿Cómo decir a la altiva metrópoli, que toda su historia en América era inicua? ¿Cómo hacer entender a las
Antillas que, si era bueno todavía esperar, era ya inútil esperar? ¿Cómo conseguir que un libro de propaganda
antiespañola se leyera en España y se dejara leer por España en las Antillas? ¿Cómo hacer aplaudir de los escritores
y de los críticos españoles un libro nuevo y un escritor novel que se atrevía a pensar en alta voz lo que nadie osaba
decirse en el oído? (78)”.
74

escribir la novela: una por edad, otra por idealismo. Se presenta como un joven alejado de la

realidad, que sólo la percibía en los momentos en que ésta se expresaba a favor de sus ideales76.

Es por eso que, al iniciar el prólogo dice que éste puede funcionar como “ejemplo persuasivo

para los que se divorcian de la realidad, ejemplo convincente para los que abusan de la realidad”

(68-9; 64). Es en ese idealismo que se acerca a la literatura y a esos escritores “vagabundos de la

fantasía” que casi lo hacen una víctima de la “idealidad enferma y de la idealidad podrida que se

llama siglo XIX”, entre los cuales se encuentran Goethe, Byron, Hugo, Lamartine, Fóscolo y

Musset (69). El problema, según Hostos, consiste en el predominio de las pasiones y facultades

“corruptoras” en menoscabo de la razón y la inteligencia, “purificadoras de conciencia” (70). A

lo largo del prólogo, los artistas y la verdad parecerán antagónicos, siendo éstos pintados como

absorbidos por la “forma”.

Otra característica de este idealismo juvenil es la creencia de la Federación Antillana bajo

España, la búsqueda de mayores derechos autónomos para las colonias antillanas. En una nota al

pie de página que hace en el diario, revela lo siguiente:

Hoy, 1873, me arrepiento de haber soñado en 1863. Era niño, y soñaba. España era
radicalmente incapaz de realizar aquel sueño, que sólo ha servido para que un sofista
intente esclavizar a las Antillas, afirmando que son lazos necesarios de unión entre la
América que fue española y España. (106-7 n.74).
Al escribir esas palabras, Hostos se ha posicionado ya como independentista y peregrinaba por

Suramérica trabajando como agente propagandista de la revolución cubana por la independencia.

76
“Y como mi vida no tenía conexiones estrechas con la realidad, sólo perceptible para mí en los movimientos de la
historia o de la sociedad que justificaban mi ideal o armonizaban con él, cada encuentro con las realidades brutales
era un desencanto, una desilusión, un desengaño” (69).
75

C. El choque de voces. Conclusiones.

Hostos nos dice que logró dejar atrás su juventud idealista gracias a “una crisis de carácter

que llegó después” (69). Los acontecimientos políticos que ocurrieron en el 1868 y la dejadez de

los españoles ante sus colonias antillanas lo hicieron romper de manera definitiva con la

metrópoli; comenzó la segunda etapa de su lucha política, una más ligada a las Américas y que

coincidirá con sus trabajos de mayor importancia y madurez. Ahora, contrario a lo que nos dice

en el prólogo, La peregrinación de Bayoán es ejemplo de la crisis y de un cambio que latía ya.

En palabras de Córdova, la novela le antecede (91).

En el segundo prólogo, Hostos autor pretende simplificar la ideología imperante en la

novela. El ejemplo más extremo de esto es la clave que añade en la segunda edición, “para que el

lector comprenda sin esfuerzo… antes de leer el libro” (99), donde pretende dar una lectura

alegórica de la novela, en la cual los personajes representan la Federación Antillana: Bayoán

pasa a representar Puerto Rico, Marién a Cuba y Guarionex a Santo Doming. Es por esto que

Rosa ha hablado del paternalismo de Hostos hacia su propia obra, que condicionó la manera en

que la novela sería leída por la crítica: Hostos, de alguna manera, “deshace” su creación (34-5).

Principalmente, Hostos la tilda de una obra idealista y juvenil, alejada de la realidad, cegada por

la influencia de aquellos escritores vagabundos de la fantasía; la novela según él pecaba de

ingenuidad tanto en el propósito político que pretendía cumplir al publicarse como en su visión

de cambio político: la autonomía para las Antillas colonias de España a través de la Federación

Antillana que supuestamente expresaba la alegoría expuesta en la clave. Si bien es cierto que la

novela no cumplió el propósito político esperado por su autor, erra el autor en el resto de su

comentario literario.

A nivel contextual y estético, es precisamente el rompimiento con el discurso romántico

una de las cosas más interesantes e importantes de la novela. Hay problematizaciones de la


76

dicotomía civilización/barbarie y de la ciudad como espacio de poder que por mucho tiempo

pasaron desapercibidas por querer imponerles la etiqueta de “románticos” a estos temas. Hubo un

reduccionismo, examinando más el contexto histórico y artístico que el propio contenido de la

novela como obra individual.

La necesidad de limitar las pasiones por parte de un protagonista que, por otro lado,

cumple casi todos los requisitos de un personaje romántico, y la alegoría romántica que por el

problema político nunca logró consumarse son elementos únicos de esta novela peculiar. A

diferencia de otras novelas románticas latinoamericanas, en las cuales una alegoría romántica y

una historia más apegada al romanticismo podían coexistir con la ideología positivista, aquí

dicha pugna ideológica la hacen caer en contradicción con la naturaleza de dicha tradición

literaria.

Sobre la alegoría romántica expuesta en la clave, Beauchamp señala en “La peregrinación

de Bayoán: crisis de la novela y novela de la crisis de la búsqueda de valores” que sólo hablamos

de ella porque el propio Hostos la menciona. Rivera la llama “una intención idealizada” en “La

peregrinación de Bayoán: fragmentos de una lectura disidente”. Como señalan, esta alegoría

romántica no está anclada en la novela sino que es una lectura forzada e impuesta.

A lo largo de la novela, existen atisbos de una ideología autonómica en boca de Bayoán,

mas sólo se define claramente en una entrada: la de Febrero 13. A pesar de que esta entrada es

bastante contundente y memorable, ocurre a mediados de la novela y todavía hay mucho por

donde transitar en la historia. La misma está rodeada de críticas feroces hacia España y elogios

para aquellos sublevados y rebelados, incluyendo, como ya hemos destacado, a aquellos de la

isla de Santo Domingo que buscaba, por segunda vez, su sagrada independencia. La coexistencia

del autonomismo con estos ataques al colonialismo se puede leer como una contradicción de la

novela (y del pensamiento político del autor) pero es más que nada reflejo de la crisis del
77

personaje, parte del idealismo y de las esperanzas por el buen juicio de los políticos radicales

españoles.

El personaje del editor es también imprescindible para aprehender la totalidad discursiva

de la novela. No se puede olvidar que éste tiene ventajas al estar un nivel diegético sobre

Bayoán. Es por esto que se le debe prestar atención y cuidado a sus señalamientos. Es él quien

mejor puede entrar al pensamiento de Bayoán, leerlo y entenderlo. Aunque el personaje del

editor no presenta una ruptura total ante la visión de mundo de Bayoán, sí critica cierto idealismo

del personaje, cierto carácter poco práctico para su labor política. Pero más importante que esto

es la definitiva derrota de Bayoán, su incapacidad para propagar su política de justicia hacia las

Antillas y el carácter sombrío con el que no los narra el editor – y esto sin entrar a las lecturas

alegóricas de lo que pueda representar la muerte de Marién en términos de la deseada Federación

Antillana. Bayoán reconoce su fracaso y termina embarcándose hacia América, igual de

desarraigado que al comienzo. Confesamos que se nos hace difícil entender la acusación de

autonomismo indudable para la novela cuando la misma termina en una búsqueda sin frutos de

justicia en tierra española y de una nueva peregrinación hacia el nuevo mundo. Bayoán, quien

comienza viajando desde el Nuevo Mundo hacia el Viejo Mundo naufragando respuestas

descubre, por segunda vez – pero esta vez de manera definitiva – que no hay nada que encontrar

en España, que se han perdido esfuerzos en él y que es mejor continuar el deseo fundador desde

donde comenzó. La visión de mundo de la novela debe incorporar al personaje del editor y el

fracaso de Bayoán. Si no, se juzga a la novela parcialmente y no desde su totalidad.

Entendemos que la primera etapa de la crítica literaria, que señalamos en el estado de la

cuestión, y todavía un número importante de la crítica actual, se ha dejado llevar por los

comentarios del prologuista, dejando a un lado la visión de mundo y las complejidades que

presenta la novela. La prioridad que se le ha dado a esta voz se debe, claro está, a que habla a
78

través de la figura del autor, y este posicionamiento extradiegético le permite ocupar una especie

de panóptico de la novela que parece entenderlo todo, una posición privilegiada de creador.

Como hemos visto, sin embargo, este panóptico está plagado de parchos y lagunas.

Por estas razones La peregrinación de Bayoán ha sido relegada como una obra menor (de

Hostos, de la novela decimonónica, etcétera) y sus lecturas empobrecidas. La mayoría de los

señalamientos de la crítica, al igual que los señalamientos del prologuista, pueden ser refutados o

refinados con una lectura cuidadosa de la novela. Así por ejemplo se pueden debatir las

acusaciones del reformismo presente en la novela, cosa que no es ni una crítica estética de la

novela y que dice muy poco de ella como obra de arte. El comentario de Manuel Rivera que

indica el supuesto apoyo (o, en el mejor de los casos, indiferencia) a la esclavitud por parte de la

novela y de su autor no debe de ser tomado seriamente; una lectura ligera es suficiente para

desmentirlo77.

Es curioso que, aunque sostenemos que parte del problema ha sido que las lecturas de la

novela se han aferrado a las palabras del prologuista, importancia que se le da por su

posicionamiento en el nivel extradiegético, el personaje del editor, que se encuentra a un nivel

debajo de Bayoán, ha sido ignorado por la crítica. Eugenio María Hostos está presente en una

parte sustanciosa de la novela y es notable su participación. Como único podemos explicar la

omisión del editor, bajo nuestro marco teórico, es partiendo del hecho de que el prologuista no

hace mención alguna del personaje. Dado que es el prólogo a lo que mayor atención se le ha

dado, se hace obsoleto el personaje para aquellos que se amparan en Hostos, autor78. Y no es de

77
Incluso, todo lo que toma es una nota al calce: Hostos, autor, señala sobre aquella escena que pinta a Guarionex
como un buen amo de esclavos: “Esta parábola, en la cual, bajo la forma de un dueño de esclavos, se presenta y se
condena a España colonial, fue tan mal interpretada por algunos puertorriqueños, que suponían que era un ataque
personal a un hacendado cruel, como bien comprendida por los españoles para quienes era una detestable defensa de
la abolición de la esclavitud y una amenaza de independencia” (198 n.195).
78
Creemos también que este desvío de la crítica se debe a que se reduce la apariencia del personaje en la novela a
causa de la influencia que tiene Las cuitas del joven Werther en La peregrinación de Bayoán. El personaje que
79

extrañar que esto tenga mucha verdad. La otra posibilidad es que se han hecho pobres lecturas de

la novela, que ignoran parte sustanciosa de ésta, posibilidad que no descartamos.

Sintetizando, analizar los discursos de las voces narrativas y entender cómo se posicionan

ante la novela y cómo se relacionan entre sí, con qué privilegios cuentan, nos han ayudado a

entender la compleja visión de mundo que subyace La peregrinación de Bayoán. A su vez,

demuestra cómo las lecturas de la novela se han ceñido a una voz particular, voz que, a pesar de

sus privilegios, al estudiarla de manera aislada simplifica la novela y limita sus lecturas. La

peregrinación de Bayoán, a pesar de lo que muchos han dicho, es una novela que merece ser

leída con detenimiento y todavía tiene mucho más que decirnos.

interviene en la novela de Goethe, también amigo del protagonista, en este caso Werther, tiene una participación
menor y sólo se limita a llenar lagunas y recopilar cartas.
80

Bibliografía

Textos de Eugenio María de Hostos

de Hostos, Eugenio María. La peregrinación de Bayoán. Diario recogido y publicado por

Eugenio María Hostos. Ed. Instituto de Cultura Puertorriqueña, Julio César López, Vivian

Quiles Calderín, Pedro Álvarez Ramos. San Juan: Editorial de la Universidad de Puerto

Rico, 1988. Impreso

Estudios sobre la obra de Eugenio María de Hostos

Álvarez, Ernesto. Hostos novelista. Estética y psicología en La peregrinación de Bayóan. Río

Piedras: Editorial EDIL, 2000. Impreso.

---. “Hostos y Colón: vidas paralelas”. Revista de Estudios generales (Puerto Rico) 4.4 (1989-

1990): 15-41. Impreso.

---. Introducción. La tela de araña de Eugenio María de Hostos. Ed. Instituto de Estudios

Hostosianos. San Juan: Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 1997. 17-100. Impreso.

Beauchamp, José Juan. “La construcción de la cotidianidad, la historia y el ensayo en La

peregrinación de Bayoán”. Hostos: sentido y proyección de su obra en América. Ed. Julio

César López, Instituto de Estudios Hostosianos. San Juan: Editorial de la Universidad de

Puerto Rico, 1995. 521-540. Impreso.

---. “La peregrinación de Bayoán: crisis de la novela y novela de la crisis de la búsqueda de

valores”. Talleres 5.1-2 (1989): 113-174. Impreso.

Caballero, María. “Intertextualidad y modelos: La peregrinación de Bayoán, de Eugenio María

de Hostos”. Revista de Estudios Hispánicos (Puerto Rico) 33.1 (2006): 3-16. Impreso.

Colón Zayas, Eliseo R. “Escritura ante la formación de la conciencia nacional: La peregrinación

de Bayoán de Eugenio María de Hostos”. Cruz anzata (Puerto Rico) 9 (1986): 157-166.

Impreso.
81

Córdova Iturregui, Félix. “Bayoán frente a Madrid: reflexiones sobre la peregrinación”.

Simposio: Pertinencia del Pensamiento de Eugenio María de Hostos en el siglo XXI. Río

Piedras: Publicaciones Gaviota, 2011. 133-142. Impreso.

---. “El radicalismo democrático de Eugenio María de Hostos: su período español”. Hostos:

sentido y proyección de su obra en América. Ed. Julio César López, Instituto de Estudios

Hostosianos. San Juan: Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 1995. 635-655.

Impreso.

---.“Hostos: literatura y poder”. Bayoán, Nueva Época 2.2 (1994): 3-5. Impreso

---. “La peregrinación de Bayoán: construcción de un punto de vista”. Hostos para hoy (Puerto

Rico) 1.1 (1988): 89-105. Impreso.

---. “La supresión de las pasiones absorbentes: la estructura de la conciencia en La peregrinación

de Bayoán y su correlación con la historia”. Exégesis 17.48/50 (2004): 177-183. Impreso.

Díaz, Luis Felipe. “El discurso liberal de Tapia y Rivera, Hostos y Zeno Gandía”. La na(rra)ción

en la literatura puertorriqueña. San Juan (Puerto Rico): 2008, 53-81. Impreso

Franqui Rosario, Leticia. “Un acecho cervantino a La peregrinación de Bayoán”. Exégesis 20.58

(2007): 39-46. Impreso.

González, José Emilio. Prólogo. “La peregrinación de Bayoán: novela de afirmación

puertorriqueña y antillana”. La peregrinación de Bayoán. Diario recogido y publicado por

Eugenio María de Hostos de Eugenio María de Hostos. San Juan: Editorial de la

Universidad de Puerto Rico, 1988. Impreso.

Hernández, Carmen Dolores. “La peregrinación de Bayoán”. El nuevo día 10 julio1988: 29.

Impreso.
82

---. “Colonization as Seduction”. Puerto Rican Nation-Building Literature: Impossible Romance.

Gainesville/Tallahassee/Tampa/Boca Raton: University Press of Florida, 2005. 11-31.

Impreso.

Manrique Cabrera, Francisco. “Eugenio María de Bostos”. Hostos. Ensayos. Ed. Lúis de

Arrigoitia y Josefina F. de Cabrera. Fundación Francisco Manrique Cabrera, 1991. 1-11.

Impreso.

---. “Hostos: vivir peregrinante en confesión”. Hostos. Ensayos. Ed. Lúis de Arrigoitia y Josefina

F. de Cabrera. Fundación Francisco Manrique Cabrera, 1991. 73-99. Impreso.

---. “Hostosianismo: confesional y peregrino”. Hostos. Ensayos. Ed. Lúis de Arrigoitia y Josefina

F. de Cabrera. Fundación Francisco Manrique Cabrera, 1991. 13-22. Impreso.

---. “Nota preliminar a La peregrinación de Bayoán”. Hostos. Ensayos. Ed. Lúis de Arrigoitia y

Josefina F. de Cabrera. Fundación Francisco Manrique Cabrera, 1991. 23-30. Impreso.

---. “Presentación del panel sobre La peregrinación de Bayoán”. Hostos. Ensayos. Ed. Lúis de

Arrigoitia y Josefina F. de Cabrera. Fundación Francisco Manrique Cabrera, 1991. 173-

176. Impreso.

---. “Sobre Hostos”. Hostos. Ensayos. Ed. Lúis de Arrigoitia y Josefina F. de Cabrera. Fundación

Francisco Manrique Cabrera, 1991. 31-43. Impreso.

Pedreira, Antonio S. Hostos. Ciudadano de América. Río Piedras: Editorial EDIL, 1976.

Impreso.

---. “Alarde y expresión”. Insularismo. Ensayos de interpretación puertorriqueña. Ed. Mercedes

López-Baralt. San Juan (Puerto Rico): Editorial Plaza Mayor, 2009. 66-81. Impreso.

Rivera, Juan Manuel. “La peregrinación de Bayoán: fragmentos de una lectura disidente”.

Revista de Estudios generales (Puerto Rico) 4.4 (1989-1990): 43-65. Impreso.


83

Rosa, Richard. Los fantasmas de la razón. Una lectura material de Hostos. San Juan (Puerto

Rico): Editorial Isla Negra, 2003. Impreso.

Estudios teóricos

Aristóteles. Poética. Apocatástasis. Web. 22 Feb. 2012. Red cibernética.

<http://www.apocatastasis.com/poetica-arte-aristoteles-tragedia-comedia.php>.

Alonso, Amado. “Prólogo a la edición española”. Curso de lingüística general de Ferdindad de

Saussure. Buenos Aires: Editorial Losada, 2005. 7-31. Impreso.

Booth, Wayne C. The Rhetoric of Fiction. Chicago: University of Chicago Press, 1983. Impreso.

Garrido Domínguez, Antonio. “Focalización cero”. El texto narrativo. Madrid: Editorial Síntesis,

1996. 143. Impreso.

Genette, Gérard. “Crítica y poética”. Figuras III. Trad. Carlos Manzano. Barcelona: Editorial

Lumen, 1972. 9-12. Impreso.

---. “Discurso del relato. Ensayo del método”. Figuras III. Trad. Carlos Manzano. Barcelona:

Editorial Lumen, 1972. 75-331. Impreso.

---. Narrative Discourse. An Essay in Method. Trad. Jane E. Lewin. Ithaca, New York: Cornell

University Press, 1988. Impreso.

Janer, Zilkia. “Introduction. The Nation-Building Literary Field and Subaltern Intellectuals.”

Puerto Rican Nation-Building Literature: Impossible Romance. Gainesville/Tallahassee/

Tampa/Boca Raton: University Press of Florida, 2005. 1-10. Impreso.

Lubbock, Percy. The Craft of Fiction. London: Jonathan Cape, 1972. Impreso.

Rolón Collazo, Lissette y Beatriz Llenín Figueroa. “Estructuralismos y narratología”. ¿Quién le

teme a la teoría? Cabo Rojo: Editora Educación Emergente, 2010. 60-80. Impreso.

de Saussure, Ferdinand. Curso de lingüística general. Trad. Amado Alonso. Buenos Aires:

Editorial Losada, 2005. Impreso.


84

Selden, Raman; Peter Widdowson y Peter Brooker. “Capítulo 4. Teorías estructuralistas”. La

teoría literaria contemporánea. 3ra edición actualizada por Peter Widdowson y Peter

Brooker. 3ra traducción actualizada por Blanca Ribera de Madariaga. España: Ariel, 2010.

87-111. Impreso.

Sommer, Doris. “Part 1: Irresistible Romance.” Foundational Fictions. The National Romances

of Latin America. California: University of California Press, 1993. 1-29. Impreso.

Wahl, François. «Introduction générale ». Qu’est-ce que le structuralisme? 2. Poétique, de

Tzvetan Todorov. Paris : Éditions du Seuil : 1973. 7-13. Impreso.

También podría gustarte