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OBLIGACIONES Y CONTRATOS - SEMIPRESENCIAL - PROF. NICOLA - CLASE 09/03/2019.

INTERPRETACIÓN: Desentrañar el sentido de una expresión. El intérprete tenía que tomar el


texto jurídico, un artículo cualquiera del Código Civil, y tenía que extraer de ese texto su contenido;
lo cual presuponía que cada texto jurídico tenía un cierto contenido y que aquel intérprete debía
descubrirlo adecuadamente y, primero poder comprenderlo, y luego poder darlo a conocer. Esta
posición interpretativa fue discutida posteriormente con el avance del estudio, y se llegó a decir
que no era del todo correcta, por varias razones: aquellos que postulaban la interpretación a
través de una visión cognoscitivista del derecho, partían de la base de que el intérprete debía, a
partir del texto, extraer el contenido, como si los textos jurídicos tuvieran un solo significado, y
aquel sujeto que tenía la calidad de ser un iluminado o una persona inteligente, se podía dar
cuenta de ese significado, porque tenía que descubrir y luego poder comprenderlo y darlos a
conocer. También partía de otra premisa de que la interpretación de debía a los casos difíciles;
esto significa que, los casos claros o fáciles directamente no requerían interpretación. Y por tanto,
por ejemplo, si una norma decía que la mayoría de edad se obtenía a través de cumplir 18 años
de edad, lo que se podía probar con una Partida de Nacimiento, esa norma o texto jurídico era
claro y no requería interpretación.
Una siguiente visión de la interpretación fue mucho más crítica, y partía de la base de que en
realidad los textos jurídicos pueden contener más de un significado, y por tanto, no es el intérprete
aquel iluminado que logra comprender el significado del texto jurídico y tener el significado
correcto de una norma, sino que lisa y llanamente realizaba su propia interpretación y atribuía, en
vez de extraer el significado del texto, le atribuía al texto un significado determinado. También
partía de la crítica de que las normas claras no deben interpretarse, porque esta posición crítica de
los cognoscitivista entendía que todo texto jurídico tiende a ser interpretado. Ya el hecho de la
lectura y la compresión implica un acto de interpretación.
Y luego, en una posición que podríamos decir ecléctica, encontramos a aquellos que dicen que los
textos que en definitiva tienen un contenido claro, si bien interpretados no plantean mayores
problemas y por tanto el significado surge del propio texto, existen casos en donde la ambigüedad
o vaguedad o imprecisión del texto, lleva a que la atribución de significado sea más variada.
¿A qué voy con esto y por qué esto es importante? Porque estas premisas básicas de
interpretación los van a ayudar a ustedes a comprender en el estudio de cualquier texto jurídicos y
si leen dogmática mucho más, de por qué existen tantas posiciones diferentes basadas en los
mismos textos. Así, el art. 1324 C.C., en materia de responsabilidad extracontractual, fue
interpretado por lo menos de cinco formas diferentes, y por autores sumamente destacados, las
últimas tal vez fueron las de Peirano y Gamarra, que son las más conocidas. Pero existieron
varias interpretaciones del texto. Entonces nos preguntamos cómo es posible que del art. 1324
tengamos tantas interpretaciones, si en realidad de lo que se trataba era de desentrañar, sacar de
adentro del artículo el sentido de la expresión. Es un argumento muy fuerte para aquella postura
crítica de esta visión, en tanto se entiende que en realidad el intérprete quiere en base a
determinadas circunstancias e incluso en base a aspectos personales, aspectos de su convicción
y de su vida, llevan a interpretar un texto de una forma u otra; siendo evidente que existen
determinados textos jurídicos que tienen un margen de interpretación mucho menos razonable. O
sea, si un texto, como decíamos recién, dice que una persona al cumplir los 18 años adquiere la
mayoría de edad, decir que es mayor de edad a otra edad podría ser una interpretación no
razonable. Y aquí se relaciona el concepto de racionalidad dentro de la interpretación, así mismo
como el de legitimación; porque generalmente, las interpretaciones que adquieren mayor
legitimación o consenso, tienden a ser aquellas más aceptadas. Hoy día podríamos decir que la
interpretación que hacen determinados autores sobre el art. 1324 es la más correcta, o la que más
compartimos o la que más nos convence; por ser la más racional o incluso por ser la más
aceptada. Pero teóricamente las otras interpretaciones podrían ser efectivamente válidas. Y es
esta posición la que sostiene que puede haber tantas interpretaciones como personas en carácter
de intérpretes.

Eso es fundamental para comprender, de ahora en más, un montón de problemas que van a ver
en materia de Obligaciones. Y en otras materias también. Y ejemplos claros de ello básicamente
tiende a ser el objeto de las obligaciones. Cuando se discuten diferentes teorías. Lo vamos a ver
claramente en materia de nulidades, y tendremos un adelanto en materia de vicios del
consentimiento, donde hay por lo menos tres posturas en materia de nulidades y de vicios del
consentimiento, y en las consecuencias que puede acarrear la inexistencia de un consentimiento.
Pero comprender esto es fundamental.
¿Qué es lo que dice también la teoría interpretativa en materia jurídica? En materia jurídica hace
una distinción muy importante entre lo que significa el texto jurídico propiamente dicho y la norma
jurídica. Nosotros estamos en la Universidad, y estamos precisando conceptos; tenemos que
tratar de ser precisos en este aspecto. Y si bien en cualquier otro lugar pueden hablar de norma
libremente, nosotros cuando hablemos de norma tenemos que comprender qué significa el
término norma. Por eso es importante esta distinción. Los estudiosos en el tema dicen que el texto
jurídico es aquel material que por cumplir determinado procedimiento o proceso, lo habilita a tener
el carácter de jurídico; y tener el carácter de jurídico, tanto sea en un acto o un hecho jurídico,
implica tener una relevancia jurídica. Pero el texto jurídico, que se asocia el término como
sinónimo de disposición, es distinto de al de Norma Jurídica. Porque la norma jurídica es el
resultado de la interpretación del texto jurídico; es el resultado de esa tarea del intérprete de
comprender y atribuir significado a ese texto. Tampoco debemos confundir el concepto de texto
jurídico, como un artículo de un Código, o una Ley o un Reglamento, en la norma jurídica. Porque
la norma jurídica puede extraerse de la conjugación de determinados textos jurídicos; no
necesariamente un artículo del C.C. va a contener una norma; puede contener una parte de una
norma que interpretadas junto con otras del C.C., permiten comprender cuál es verdaderamente la
norma jurídica. Entonces, la norma jurídica no es el texto jurídico ni es la disposición, sino que es
el resultado de la interpretación de ese texto o esa disposición normativa, que por cumplir un
proceso determinado, adquiere el carácter de jurídico.

Otro concepto fundamental en esta materia es además el de ORDENAMIENTO JURÍDICO. El


ordenamiento jurídico puede comprenderse como aquel conjunto de elementos conectados entre
sí, de forma tal de que no hay elementos aislados y que todos se corresponden de una manera u
otra, y que conforman lo que viene a ser un sistema de normas jurídicas interrelacionadas. El
elemento de conjunto o el concepto de sistema, trae a colación esto mismo: el conjunto de
elementos interconectados de tal forma que no permite que existan elementos aislados. Y por
tanto el ordenamiento jurídico comprende precisamente eso; es el conjunto de disposiciones
normativas que se encuentran interrelacionadas y que tienen una finalidad concreta, que es
regular la conducta humana y las relaciones humanas en sociedad desde la perspectiva jurídica.
Estamos hablando de un sistema jurídico y no de un sistema de otro tipo; no de un sistema moral,
por ejemplo. A veces el sistema jurídico coincide con el sistema moral, y a veces puede merecer
críticas.

El sistema jurídico regula las conductas humanas, y dentro del sistema jurídico comprendemos las
normas jurídicas que emanan de textos jurídicos. Pero también, los principios que regulan el
ordenamiento jurídico, que pueden entenderse como principios del derecho, en conjunción y en
interrelación con los subsistemas normativos que lo componen: dentro del sistema jurídico
general, dentro del ordenamiento jurídico en sentido amplio, encontramos los subsistemas que
regulan segmentos particulares de las relaciones humanas. Así, por ejemplo, dentro del sistema
jurídico general, encontramos el subsistema jurídico civil, y dentro del subsistema civil,
encontramos el subsistema que regula las relaciones de familia, personal y patrimonial; y así
podemos ir en cada uno de los segmentos. El subsistema penal, el subsistema tributario, el
laboral, etc.etc. Y que tienen determinadas características especiales, dentro de lo que es el
sistema general, por la materia o particularidad que regula. Por ejemplo, en materia penal, una de
las características básicas del sistema penal es la inexistencia de un delito sin norma legal que lo
contemple; la garantía de todos los ciudadanos es que si no existe una norma legal que
establezca o tipifique un delito, nadie puede ser acusado por su acción, penalmente. Pero esto es
radicalmente diferente a lo que sucede en materia civil, donde existen deberes genéricos, como
por ejemplo el deber genérico de no dañar al otro, establecido en el art. 1319 del C.C., y por tanto
no es necesario que el sistema jurídico civil regule cada una de las conductas humanas, bastando
el término general de que el sujeto deba abstenerse frente a los demás de causar o no un daño a
otro. Y si lo causa, va a tener que repararlo si se cumplen los elementos y requisitos de la
responsabilidad civil, que ustedes van a ver en el segundo semestre de este año. Entonces, ¿eso
implica que la materia civil y la materia penal no tengan ningún tipo de contacto? No, no es así.
Puede suceder que un texto aprobado dentro de lo que es el sistema civil impacte en el
subsistema penal o viceversa; así por ejemplo, y lo van a ver detalladamente en el curso de
Responsabilidad, con el concepto de causas de justificación. La causa de justificación es una
acción permitida por el ordenamiento jurídico que impide que esa persona incurra en
responsabilidad. La causa de justificación enerva el elemento ilicitud en sentido amplio, o
antijuricidad, y por tanto, al ser una conducta lícita, permitida, tolerada por el ordenamiento
jurídico, no va a ser pasible de sanción. Pero una causa de justificación establecida en el
subsistema penal, exonera de responsabilidad a lo que viene ser la sanción civil, porque las
sanciones permitidas en un subsistema civil o en un subsistema penal no pueden ser, en principio,
sancionadas por otro. El hecho permitido por el ordenamiento jurídico no puede tener como
consecuencia la sanción del daño que se produjo. Nadie duda por ejemplo, que quien realiza un
embargo frente a un sujeto le está causando un daño; seguramente le traba una cuenta, etc.; pero
es un daño permitido, tolerado por el ordenamiento jurídico, a través de un proceso que cumple
con determinadas garantías. Y, como veníamos viendo en el caso de justificación, por ejemplo la
de legítima defensa o estado de necesidad, están establecidos en el Código Penal, pero si se
incurre en esa acción en materia penal no va a ser pasible de delito, pero tampoco va a ser
pasible de delito civil. Esto es, tampoco va a ser pasible de responsabilidad civil. Y esto se debe al
concepto de nulidad del sistema jurídico. Más allá que cada subsistema tenga sus
particularidades, lo vamos a ver en obligaciones, luego, por supuesto, cada subsistema puede
terminar impactando en otro subsistema, y por tanto la mente de todos nosotros tiene que ser
abierta a la interpretación. Todo se relaciona. Cuando interpretamos la norma comprendemos la
magnitud de la entidad de esa norma, y por tanto podemos comprender, en principio, los límites de
su aplicación. Así, por ejemplo, en materia jurídica, en el Código Civil, el abuso de derecho es
considerado un principio general del derecho, que no es propio del C.C.; no es propio de la
materia civil; se aplica a otras materias (en materia laboral es aplicable, y por supuesto en materia
procesal y el resto del sistema).
La tercera distinción que me interesaría hacer para luego ir a otros conceptos más específicos es,
luego de la interpretación y luego del concepto de sistema jurídico, es el DERECHO JURÍDICO,
ACTO JURÍDICO y NEGOCIO JURÍDICO. Y podemos atender, por así decirlo gráficamente, a
que, del universo de hechos en sentido amplio, existen determinados hechos a los que el
ordenamiento jurídico le atribuye una relevancia jurídica, porque tiene un interés de regularlos.
Entonces, dentro del universo de hechos que pueden ocurrir, hay un segmento de ellos que, por
tener relevancia jurídica, por ser relevantes jurídicamente, por atribuirse alguna consecuencia a su
regulación, tienen la nota de ser jurídicos. Son tutelados o contemplados por el ordenamiento
jurídico. No todo hecho le es relevante al Derecho. El hecho de ir caminando por el barrio de mi
casa y cruzarme con un vecino con el cual no me llevo bien y no le saludo, puede tener en lo que
es el sistema moral una sanción de reprobación, por ejemplo incluso tildarse de ser un
maleducado; pero jurídicamente eso es irrelevante, y por tanto no es contemplado por el
ordenamiento jurídico, y no le interesa. Ahora bien: si yo paso por la puerta de la casa de mi
vecino y le tiro una piedra y le rompo un vidrio, ese hecho, que puede implicar, y tal vez el hecho
de no saludarlo para él es una ofensa mayor, ese hecho de causarle un daño tiene una relevancia
jurídica. Entonces, tenemos que distinguir el hecho simplemente, del ​hecho jurídico​; aquel que se
le atribuye relevancia jurídica, aquel acontecimiento de la vida, intervenga o no la voluntad del
hombre, que merece tutela por el ordenamiento jurídico. Y dentro del concepto de hecho jurídico,
siendo más precisos, pueden ocurrir una serie de sucesos en donde intervenga la voluntad
humana, esto es, exista una voluntad humana de participar en ese hecho. Y aquí pasamos al ​acto
jurídico​. El hecho en un sentido amplio puede comprender los hechos jurídicos estrictamente
hablando, esto es, aquellos acontecimientos en donde la conducta del hombre resulta irrelevante,
y a aquellos donde la conducta del hombre adquiere relevancia por determinados motivos; hay
una voluntad de participar en determinado hecho o de omitir una actuación en determinado hecho,
que hace que se transforme estrictamente ese hecho, tenga la calidad de ser un acto jurídico.
El ​negocio jurídico comprende algo más que la voluntad del hombre; hay voluntad del hombre.
Pero hay una manifestación intencional de voluntad tendiente a la generación de efectos jurídicos.
Y que, como veremos muy por arriba porque en esta clase no podemos profundizar un poco más,
sin perjuicio de que después vamos a volver sobre el tema, dentro del negocio jurídico -luego lo
vamos a ver antes de abordar contratos-, ingresan los negocios jurídicos contractuales, los cuales
tienen una manifestación intencional de voluntad tendiente a la formación de un negocio jurídico
llamado contrato, y del cual obviamente va a emanar obligaciones.

El nombre de nuestra materia es OBLIGACIONES, por tanto lo primero que tenemos que saber es
qué significa el término “obligaciones”, y eso es muy importante.
La palabra OBLIGACIÓN implica una palabra ambigua o polisémica; esto significa, que el sistema
jurídico, y lo dice el art. 20 C.C. y las normas interpretativas en materia general, recoge, como es
un ordenamiento escrito de textos jurídicos, recoge muchas deficiencias del lenguaje natural. Las
deficiencias del lenguaje natural que, en materia jurídica es un poco más preciso, no se pierde en
materia jurídica en determinados aspectos. La palabra “obligación” es una palabra polisémica o
ambigua, que quiere decir que puede tener más de un significado. Y por tanto, cuando nosotros
veamos el término obligación como lo emplea otro profesional, nos vamos a dar cuenta si lo hace
de una forma u otra. La palabra obligación puede entenderse o asociarse como sinónimo o como
concepto de ​relación jurídica obligacional​. Y como tal, comprensiva de diferentes situaciones
jurídicas. Pero también el término obligación puede entenderse en un sentido más concreto;
obligación en un sentido estricto, obligación como ​situación jurídica pasiva​. ¿Y qué son las
situaciones jurídicas? Se ha definido la situación jurídica como la posición que tiene determinado
sujeto frente a una norma jurídica. En materia de obligaciones, se ha hecho la distinción entre
situaciones jurídicas activas y ​situaciones jurídicas pasivas,​ con la problemática particular de la
carga,​ que vamos a ver ahora.

En un esquema básico de obligaciones, podemos entender que hay un sujeto A y un sujeto B que
se relacionan. Esta relación entre los sujetos desde el punto de vista jurídico implica lo que es la
relación jurídica obligacional. Ahora bien, cada sujeto va a ser pasible de una situación jurídica;
así por ejemplo, si tenemos un contrato de donación simple, supongamos que el sujeto A va a
tener una obligación, estrictamente dicha, de entregar la cosa o básicamente de cumplir con la
donación, transmitir esa cosa al patrimonio del sujeto B, que a su vez va a tener un crédito. Y por
tanto, como se trata de un contrato, si el sujeto A se arrepiente luego de hecho el contrato, el
sujeto B puede exigir el cumplimiento de dicho contrato. Si tenemos por ejemplo un contrato de
compraventa, que es llamado los contratos bilaterales, esta situación de relación jurídica
obligacional va a tener una obligación de un lado, un crédito del otro, por ejemplo, en la
compraventa de un vehículo va a tener la obligación de transmitir la posesión del vehículo y si es
propietario va a transferir la propiedad o dominio al sujeto B; pero el sujeto B va a tener una
obligación, que se considera equivalente, de pagar un precio. Y por tanto, este sujeto también va a
tener un crédito, y es a lo que nos referíamos, lo mismo con la distinción de hechos y actos
jurídicos: si nosotros enfocamos la relación en el sujeto A, va a tener ambas situaciones jurídicas,
pasiva y activa; una situación jurídica pasiva de obligado, va a tener una obligación a su cargo, va
a tener que cumplir con un deber concreto, entregar el vehículo; y el otro sujeto va a tener también
una situación pasiva, que también se traduce en algo concreto, que es pagar el precio. Por tanto,
lo que nosotros tenemos que comprender es que las situaciones jurídicas en sí pueden traer otro
tipo de complejidad, más allá de las que en principio creemos posible. Y me interesa diferenciar en
este caso lo que puede ser un deber concreto, entendido como sinónimo de obligación, de lo que
es un deber genérico. Nosotros hacíamos alusión al art. 1319 C.C.:
“Todo hecho ilícito del hombre que causa a otro un daño, impone a aquel por cuyo dolo, culpa o
negligencia ha sucedido, la obligación de repararlo.
Cuando le hecho ilícito se ha cumplido con dolo, esto es, con intención de dañar, constituye un
delito; cuando falta esa intención de dañar, el hecho ilícito constituye un cuasidelito.”
Es la norma madre en materia de responsabilidad contractual. Y es importante porque este
artículo sienta el principio fundamental de no dañar al otro (​alterum non laedere​), que viene del
Digesto de Justiniano.
El art. 1319 C.C., en el inciso segundo, establece una definición de dolo, que es la intención de
dañar, dolo civil, en este caso, es intención de dañar, algo diferente de los vicios del
consentimiento, que vamos a ver en donde el dolo vicio del consentimiento es la intención de
engañar. Por supuesto que con el engaño se puede hacer un daño, pero el dolo civil, en materia
de responsabilidad, es intención de dañar, que es lo que dice el art. 1319. Pero lo más importante
es la primera parte del art. 1319, cuando dice ​todo hecho ilícito del hombre que causa a otro un
daño -​ tiene que existir el daño- ​por cuyo dolo, culpa o negligencia ha sucedido, la obligación de
repararlo​. Por tanto puede entenderse como un claro ejemplo de un deber genérico. Todos
nosotros tenemos el deber genérico de no causar un daño a otro; tenemos que abstenernos de
invadir la esfera jurídica ajena, y causarle con eso un daño que obviamente no es querido por el
ordenamiento jurídico. Por supuesto, que puede pasar que ese daño se produzca y luego se
concreten los sujetos, que es lo que vamos a ver ahora. Pero en principio, ese deber genérico de
no dañar se distingue claramente de la obligación, esto es, obligación en sentido estricto como
situación jurídica pasiva, en tanto la obligación siempre se va a referir a sujetos concretos. Y es
uno de los principales elementos de las obligaciones; es uno de los elementos que no se discute
en materia de obligaciones: los sujetos. Tiene que haber en materia de obligaciones y en la
situación jurídica obligacional, sujetos determinados, sujetos concretos, se tiene que saber frente a
quién se tiene esa obligación o deber. Es importante saber que el deber genérico no se tiene
contra un sujeto concreto, sino que se tiene contra todos los sujetos. ¿Qué va a pasar? Si luego
se produce el daño, esa situación genérica de sujetos genéricos se va a concretar; si yo tengo el
deber de no dañar a otro, luego de que le causo el daño, esa situación se concreta, y por tanto el
sujeto que produjo el daño puede ser pasible de ser demandado judicialmente, a los efectos de
obtener una indemnización o reparación. Ahí hablamos de un deber genérico incumplido, que se
concretiza en una situación particular y que hace que los sujetos estén determinados. Pero antes
de producirse el daño, todos tenemos el deber genérico de no dañar al otro. Y si no, tenemos que
hacernos responsables.
En cambio la obligación como situación jurídica pasiva siempre tiene del otro lado un sujeto
determinado que, como correlación a la obligación, tiene un derecho de crédito frente a ese sujeto.
Esto digamos, en la fase común o primaria de lo que es la relación jurídica. Porque puede suceder
que una de las partes no cumpla; en el ejemplo de la compraventa, puede pasar que el sujeto B
pagó el precio, pero la otra persona no entregó el vehículo, y se queda con la plata. Eso amerita el
incumplimiento de la obligación, y por tanto, se puede pasar a una fase coercitiva, esto es, pasar a
una demanda civil para obtener esa situación. Pero en el caso de la demanda civil, en el caso
donde el sujeto obtiene un juicio de responsabilidad, la situaciones jurídicas también pueden
variar; porque en principio, este sujeto está obligado a cumplir una prestación, entregar el
vehículo, en un plazo estipulado por las partes, o en ausencia de determinación de las partes,
determinado por el C.C.; una cuestión muy importante en el caso de incumplimiento, que vamos a
ver y que ​si no es pregunta de examen final, anda cerca; tiempo y lugar de cumplimiento​. ¿Qué
sucede? Si este sujeto luego recurre al aparato estatal para constreñir al sujeto a que cumpla, la
situación jurídica de estos sujetos puede variar, de pasar de una obligación que está condicionada
a determinados requisitos establecidos en el contrato, por ejemplo, a directamente un estado de
sujeción, que se va a corresponder frente al otro sujeto con un estado de derecho potestativo.
¿Qué es el ​derecho potestativo? ​ Es aquella situación jurídica que permite al sujeto modificar la
esfera jurídica ajena, en este caso de A, independientemente de la voluntad de ese sujeto. Por
eso el sujeto A ya no se va a encontrar en una situación de obligación, sino en un estado de
sujeción, porque su conducta es irrelevante. Así por ejemplo, en materia de excepción de contrato
incumplido, el sujeto puede negarse a entregar el vehículo si el otro no le pagó el precio; yo no
cumplo si tú no cumples. Y ahí interesa la voluntad del deudor, que también en este caso es
acreedor. Pero, en el caso de la sujeción, la voluntad del sujeto es absolutamente irrelevante,
porque está sometido o condicionado a ese derecho potestativo que tiene el otro sujeto. O sea,
que el derecho potestativo es la situación jurídica activa por la que se puede modificar la esfera
jurídica ajena con irrelevancia o independencia de la voluntad del otro sujeto.
Y hay otra situación jurídica muy importante, que es la de ​Carga​. Y la ponemos en el medio, por
más que algunos teóricos la colocarían del lado pasivo. La carga es algo muy importante en
materia civil, y es algo muy importante en materia procesal, que lo van a ver y lo van a estudiar,
porque es algo muy importante. La carga es un imperativo del propio interés. Algunos autores,
como entendían que la carga podía tener una consecuencia desfavorable para el sujeto, y era el
sujeto el que tenía que hacerlo, asimilaban la carga a una situación jurídica pasiva; al igual que
sucede con la obligación, si la obligación no la cumplo voy a tener una consecuencia desfavorable
prevista en un sistema jurídico. Sin embargo, la carga, como bien dijeron, es un imperativo del
propio interés, y el no cumplimiento de una carga, en sentido jurídico, implica nada más y nada
menos que el único perjudicado sea aquel sujeto a cuya carga le grava. Por ejemplo, si ustedes
son demandados en un juicio, ustedes tienen la carga de probar que lo que dice la otra persona
en el juicio no es cierto. Se entiende y se asimila con el concepto de carga de la prueba. ¿Pero
qué sucede si la carga probatoria de ustedes en un juicio es absolutamente nula o deficiente, y
luego de finalizado el juicio cuando ustedes tienen que valorar esa situación entienden de que
directamente no hay prueba para controvertir los hechos? Esa carga es incumplida, y por tanto
pierden el juicio. Es un imperativo del propio interés. Y por tanto es la ubicación de la carga como
una situación jurídica neutra, ni pasiva ni activa. Y es neutra porque, si bien es cierto que trae una
consecuencia su incumplimiento desfavorable, al igual que la obligación, el perjudicado no va a
ser otro sujeto distinto al de la obligación.
La carga se entiende como un imperativo del propio interés. El sujeto que tiene que cumplir con la
carga puede llegar a ser el beneficiado o el único perjudicado, porque la carga le grava sólo a él.
Sobre esa base, la doctrina más moderna dice que la carga, si bien es cierto como se decía, que
puede implicar su incumplimiento una consecuencia desfavorable como la obligación (si no
cumplo la obligación voy a tener una consecuencia desfavorable, por ejemplo en el juicio de
responsabilidad contractual, como vimos acá), a diferencia de la obligación el único sujeto
perjudicado va a ser el sujeto al cual le gravaba la carga; porque el incumplimiento de una
obligación también genera dentro del otro sujeto afectado una situación jurídica activa como
contrapartida o consecuencia que le habilita a tener al otro sujeto, por ejemplo, en un estado de
sujeción. Pero en la carga no sucede eso, porque si usted cuenta con una carga que le grava, el
único perjudicado va a ser usted; y no genera en otro sujeto una situación jurídica distinta que
amerite accionar en contra de su carga. Así por ejemplo, en el caso de carga de la prueba, si
usted al contestar una demanda en un juicio no cumple con la carga probatoria, en ese caso, la
única perjudicada en ese juicio va a ser usted, porque usted no controvirtió los hechos o no lo hizo
adecuadamente. Y en ese caso, no se genera ninguna situación jurídica a cargo de otro sujeto
como contrapartida, por eso se dice que es neutra. Es una situación jurídica que solamente le
grava a esa persona.
Distinto es el caso del vehículo, porque hay un lazo obligacional. Ya no depende de mi voluntad,
yo tengo que entregar el auto, tengo la obligación de hacerlo; lo pacté, lo acordé. Y si no lo voy a
incumplir una obligación y voy a ser pasible de un juicio de responsabilidad contractual, en cual un
sujeto, en base a un derecho potestativo, basado en el incumplimiento, me va a constreñir, por
medio del Estado, por ejemplo de la ejecución forzada específica, van a ir a mi casa con el
Alguacil, van a entrar a mi casa con la policía si no lo autorizo, van a abrir el galpón, van a sacar el
auto y se lo van a entregar, que es una de las formas de ejecución forzada, la ejecución forzada
específica. O sea, son diferentes las situaciones porque la carga va a depender de la voluntad del
sujeto. La obligación no depende de la voluntad del sujeto; el sujeto tiene que hacerlo, tiene la
obligación de hacerlo, está inmerso en un lazo obligacional.
En el deber genérico, si bien nosotros no tenemos una relación jurídica, al incumplirse el deber
genérico, el sujeto también va a tener a su cargo una obligación por incumplir ese deber genérico.
¿Cuál es la obligación? Resarcir el daño, lo dice el art. 1319: tengo la obligación de resarcir el
daño si causé un daño con fundamento en el art. 1319.
Es una de las cuestiones importantes de las situaciones jurídicas activas y pasivas. Y que tiene
mucha relevancia porque nosotros tenemos que comprenderlas a esas situaciones jurídicas para
luego seguir avanzando en el tema. Pero dentro de la obligación, como nosotros ya mencionamos
a los sujetos, podemos decir que dentro del concepto de obligación, ingresan los ​sujetos​.

La doctrina habla de los ​elementos de la obligación.​ O sea, la obligación es una situación jurídica
pasiva por la que un sujeto asume un determinado deber concreto frente a otro sujeto. La
obligación se inserta en un relación jurídica obligacional. Y esa relación jurídica obligacional
contiene determinados elementos. Cuando nosotros hablamos de los elementos de la obligación,
no hablamos de los elementos de la obligación en sentido concreto, sino de los elementos de la
obligación, de la relación jurídica obligacional. Por tanto, si se pregunta este tema, los elementos
son de la relación jurídica obligacional.

Y el primer elemento totalmente indiscutido, son los ​sujetos​. En materia de sujetos en la relación
jurídica obligacional, tenemos primero que decir que la relación jurídica se compone de sujetos
que pueden ser personas físicas o, las mal llamadas, personas jurídicas. Digo mal llamadas
personas jurídicas porque, como bien señalaba el Prof. Francisco Del Campo, personas jurídicas
somos todos, tanto las físicas como aquellas de existencia ideal. Sin embargo, si ustedes
contestan en un exámen personas físicas y personas jurídicas no está mal; está bien porque se
manejan en esos términos. Pero sepan ustedes que los términos correctos son personas físicas o
de existencia real, y personas de existencia ideal. Así, la llamada persona jurídica, es en realidad
un sujeto de derecho que en términos humanos no existe, o sea, es una creación humana.
Cuando nosotros decimos que determinada asociación civil tiene personería jurídica, no estamos
diciendo que es un ser humano, sino que es una construcción realizada por el Derecho, por la
ficción, por la cual a determinada entidad se le confiere la capacidad de ser persona jurídica, ser
destinatario de derechos y de obligaciones, y por tanto actuar, por ejemplo, en relaciones jurídicas
obligacionales.
Entonces, las personas de existencia ideal o las personas físicas, pueden componer las relaciones
jurídicas obligacionales. Y, en materia de relación jurídica obligacional, asumen, al igual que en
materia procesal, la noción de parte; esto es, en materia de relación jurídica obligacional, A es una
parte y B es otra parte. Pero este es un esquema muy sencillo, porque en las relaciones jurídicas
obligacionales puede existir pluralidad de partes, y por tanto, una situación jurídica obligacional
puede estar compuesta por otros sujetos, por ejemplo, el sujeto C, el sujeto D, que compongan
una sola parte. Una parte, que puede ser la obligada, y por tanto va a estar en una situación
jurídica pasiva, puede estar compuesta por varios sujetos; lo mismo que la parte activa. Y esto es
importante, lo vamos a ver en la clase siguiente, en materia de clasificación de las obligaciones;
cuando se habla de las obligaciones simples, en cuanto al número de sujetos, o las obligaciones
mancomunadas o que tiene pluralidad de sujetos. Dentro de esa clasificación de pluralidad de
sujetos, ingresa la subclasificación de sujetos, que refiere a las clasificaciones de obligaciones
solidarias, de solidaridad pasiva y activa; sumamente importante en materia de Escribanía.
Entonces sepamos que en las relaciones jurídicas puede haber pluralidad de sujetos, puede
tratarse de obligaciones simples, pero puede tratarse de obligaciones que contengan pluralidad de
sujetos. Que es distinto el caso, que aquella donde existe una sucesión de parte del sujeto. En
este caso, no se refiere a la pluralidad de sujetos que actúan concomitantemente en un lazo
obligacional, sino que se refiere a que la situación jurídica pasiva pueda ser transmitida hacia otro
sujeto, que no va a actuar en conjunto sino que va a sustituir a ese sujeto que ocupaba. Así
sucede, por ejemplo, con los supuestos de cesión de deuda; o sucede, por ejemplo, en los
supuestos de cesión de crédito. Cuando viene un sujeto -cedente-, cede a otro sujeto -cesionario-
un crédito o una deuda, con las particularidades que van a ver en materia de contratos, que por
ejemplo en la materia cesión de deuda tiene que tener un consentimiento del acreedor; siempre
tiene que notificarse, pero a veces funciona como garantía y a veces funciona como una
oposición. Hay un procedimiento específico, lo van a ver en Contratos. Pero lo que tienen que
saber es que esa situación de parte puede cederse. Y por tanto, puede haber una sustitución a
través de cualquiera de estas cesiones. En principio, como la relación jurídica se traba dentro de
sujetos determinados, y sujetos concretos, las relaciones jurídicas se limitan a esos sujetos. Pero,
¿qué sucede? Puede suceder que en una relación jurídica un sujeto puede ceder esa posición de
parte, o también puede pasar de que es esa relación jurídica ese sujeto perezca o fallezca. Ahí no
hablamos de una sucesión contractual, sino de una sucesión por causa de muerte. Ahora bien, la
relación jurídica obligacional presenta muchas particularidades en este aspecto, pero sepamos en
principio de que puede haber una sucesión de parte. Hay determinadas relaciones jurídicas
obligacionales, el contrato por ejemplo es una de ellas, y contrato a través del principio básico de
la autonomía de la voluntad, en donde por ejemplo, el fallecimiento de una de las partes va a
acarrear lisa y llanamente la extinción de esa relación jurídica obligacional. Por ejemplo: tenemos
una relación jurídica obligacional contractual, un negocio jurídico obligacional contractual, en
donde se contrata un sujeto para que pinte un cuadro, y yo quiero que lo pinte ese sujeto porque
es un pintor especial, es un contrato ​intuito personae​; si en el plazo para hacerlo, y puede
suceder, esa persona fallece, la relación jurídica obligacional no puede ser exigida a sus
herederos, y tampoco se va a extender. Tiene particularidades, hay cuestiones que las van a ver
en la parte de cesión de crédito y cesión de deuda. En principio sepamos esto.

Otro de los elementos de la obligación, es el ​objeto​. El objeto de las obligaciones directamente es


el otro elemento dentro de las obligaciones que no es discutido.
El art. 1282 C.C.: “​El objeto de los contratos es el objeto de las obligaciones que por ello se
contrajeren.
Pueden ser objeto de los contratos, las cosas o los hechos que no estén fuera del comercio de los
hombres.”​
La primera parte, cuando dice “el objeto de los contratos”, parece que nos va a definir lo que es el
objeto de los contratos. Y luego dice “es el objeto de las obligaciones que por ello se contrajeren”;
lo cual nos encierra en un dilema bastante difícil de resolver. La doctrina ha discutido mucho sobre
esto, porque no se dice en el inciso siguiente cuál es el objeto de las obligaciones. Si el objeto de
los contratos es el objeto de las obligaciones que por ello se contrajeren, tenemos que saber cuál
es el objeto de las obligaciones.
Lo único que no se discute es que las obligaciones tienen que tener un objeto. Luego, cuál es el
objeto de las obligaciones es un tema discutido.
En una primera posición, en materia de objeto de las obligaciones, la ​posición materialista,​ es
aquella posición que dice que el objeto de las obligaciones consiste en la cosa que constituye el
referente material de la prestación. Esta posición dice que en una relación jurídica obligacional
aquel elemento que es el referente material de la prestación constituye el objeto de la misma. Y
por tanto, entiende de que el objeto es la cosa. Ahora bien, esta posición que en principio
parecería no compartirse por los estudiosos, encuentra fundamento en varios artículos del C.C.,
que vamos a detallar en la plataforma EVA para que ustedes puedan leerlos, donde se habla de
objeto como sinónimo de cosa. Cuando se asocia el objeto a la cosa, se lo coloca como sinónimo
según esta posición, no es más que reafirmar esta disposición; esta corriente que dice que el
objeto es la cosa. Pero ha merecido tantas críticas que hoy en día es la posición menos aceptada.
Porque la primer crítica que se le puede hacer a esta posición, es que no necesariamente tiene
que ser la cosa, porque esta consideración de objeto como referente material deja de lado las
obligaciones de hacer y de no hacer, y se aplicaría estrictamente a las obligaciones de dar, que es
una de las clasificaciones básicas que tiene el C.C. La segunda crítica, no menos importante y
muy contundente, es que el propio C.C., si bien es cierto que en varios aspectos refiere a la cosa
como objeto, no es menos cierto que en otros artículos prevé la licitud o ilicitud del objeto. Y la
crítica viene porque las cosas en sí mismas no son lícitas ni ilícitas; el referente material de la
prestación, la cosa en sí misma, no es lícita o ilícita, es una cosa. Por ejemplo, si yo me
comprometo contigo a venderte este borrador, este borrador no es lícito o ilícito. Lo que es lícito o
ilícito son las conductas humanas. Yo no puedo decir que el auto que voy a entregar es ilícito, es
un auto; lo que sí es ilícito es que a ese auto lo haya obtenido de manera ilícita.
Se dice que no puede ser parte del objeto las cosas que quedan fuera del comercio de los
hombres. Entonces, algo que tenga como objeto entregar algo que está fuera del comercio de los
hombres, en sí mismo hace y afecta la licitud del objeto; pero esa cosa en sí misma no es lícita o
ilícita. Lo que es ilícito es la conducta humana que pretende realizar esa prestación. Entonces es
importante esa cuestión. Esa crítica es contundente, no solamente la que dice que deja fuera las
obligaciones de hacer o no hacer, sino directamente la que atiende a una de las cualidades
básicas y elementales del objeto, que comparte con la causa; en la formación del contrato, como
vamos a ver después, la causa y el objeto deben ser lícitos; el objeto además tiene que ser posible
y determinado. Entonces, se dice que en realidad no es la cosa con referente material de la
prestación sino que es la prestación que puede recibir algún otro nombre. Lo que dice el art. 1245
C.C. básicamente, y también tenemos que reconocer que dentro del C.C. existen numerosas
normas que hacen referencia al objeto de las obligaciones y de los contratos como sinónimo de
prestación, encuentra asidero en varios artículos.
El art. 1245 dice: ​toda obligación consiste en dar, hacer o no hacer alguna cosa.​ Entonces, la
obligación consiste en sí mismo en la prestación, y en el universo de posibilidades que podemos
plantear, siempre el sujeto va a hacer o no hacer algo. Desde el punto de vista lógico, este es el
universo de posibilidades a la cual me puedo obligar, se divide en dos: hacer y no hacer; y dentro
de las posibilidades de hacer, tenemos el dar. Que, por tener particularidades muy específicas,
incluso las obligaciones de dar suma de dinero tienen en el C.C. un lugar muy reservado y
regulado, tienen una distinción que amerita que Tristán Narvaja se preocupara en distinguir el
DAR, el HACER y el NO HACER.
La prestación sería la conducta a la cual se obliga el sujeto. La prestación consiste en esto: yo me
obligo a DAR, HACER o NO HACER en un plano genérico, en toda la materia obligacional,
cualquiera sea el tipo de obligación, todas las conductas están previstas en este art. 1245 C.C..
No hay margen de fuga, no hay conductas no previstas. Todo lo que yo haga a través de una
relación obligacional va a ser DAR, HACER o NO HACER.
¿Cuál es la crítica que se le hace a esta posición? La prestación se fija, mediante la autonomía de
la voluntad - elemento básico en la relación obligacional y elemental y fundamental en la relación
contractual -, en esta etapa, acá se pone la prestación, y esta fase, que nosotros la diferenciamos,
en cuanto a las situaciones jurídicas activas y pasivas, comprende una fase normal, entendiendo
de que todo sujeto se obliga para cumplir, y que todo sujeto adquiere un derecho para que sea
cumplido. Y nosotros esperamos, cuando nos involucramos en una relación jurídica obligacional,
sea por voluntad nuestra o sea que lo establezca la ley, en que las partes cumplan con lo que les
corresponde. Y en la fase normal, se espera el cumplimiento de la prestación; en ese dar, ese
hacer y ese no hacer. El ejemplo más claro de cumplimiento es la paga, prevista en el art. 1447 y
ss. del C.C.. La paga es el cumplimiento que puede ser en la realización de ese hacer, dar por
ejemplo, o en esa abstención, en ese no hacer. Pero lo que se critica a esta teoría de la
prestación, que dice que el objeto de las obligaciones es la prestación, es que no contenga la
siguiente fase. Esto es, se dice está muy bien para explicar la fase normal en el lazo obligacional
en la relación jurídica obligacional; pero no es menos cierto, que puede suceder que una de las
partes no cumpla con la obligación, y se pase a otra fase, que ya no sea una fase normal, que
culmina con la paga, por ejemplo, a una fase patológica; donde se tiende a constreñir la voluntad
del otro sujeto. ¿A qué nos referimos? A el juicio de responsabilidad. Y el juicio de responsabilidad
puede terminar en una resolución del contrato con daños y perjuicios, o puede terminar en una
ejecución forzada, que admite dos variantes: específica y por equivalente. La ejecución forzada
específica atiene a la satisfacción misma del interés por intermedio de la actuación estatal (vamos
a la casa del sujeto, sacamos el auto y se lo damos al otro sujeto; se satisface con la misma cosa;
esa satisfacción de hacer, específicamente de dar, se satisface a través del aparato estatal); o a
través de la ejecución forzada por equivalente (no se va a dar la misma cosa porque no es posible,
pero se resarce a través de un equivalente, un estimativo, a el daño o la obligación que tiene que
cumplirse).
Por ejemplo: una obligación de hacer. Se obligaron ustedes a presentar una demanda con un
cliente. No presentaron la demanda en plazo, y por tanto se les fue el plazo. Cuando presentan la
demanda, como la prescripción no puede ser declarada de oficio, el juez da traslado de la
demanda, y la otra parte, que tiene un abogado sumamente estudioso, se presenta y dice que la
demanda que han presentado prescribió, así que quiere que el Sr. Juez en la audiencia preliminar
diga que se consolide una de las excepciones previas, esto es previa a continuar con el proceso, y
por tanto declare prescripto el derecho de este sujeto y haga lugar a esa excepción y no siga con
el proceso. Se llega a la audiencia y efectivamente comprueba que prescribió; la prescripción fue
alegada por la contraparte, no de oficio porque no puede ser, es una diferencia con la caducidad;
y por tanto pierden el juicio. Entonces el cliente les reclama que se les pidió hace un año que se
presentara la demanda y ustedes la presentaron fuera de plazo; y les hacen un juicio de
responsabilidad, porque el otro juicio ya no se puede hacer, la satisfacción en concreto ya no se
puede obtener. Por tanto va a demandar por un equivalente al perjuicio sufrido.
También puede ser el caso donde tengo la obligación de dar, dar un vehículo. Sin embargo
cuando me piden el vehículo yo les digo que directamente no se lo quería entregar y lo destruí.
Por tanto se va a pedir el equivalente al valor de ese vehículo, y por tanto va a ser un
resarcimiento por equivalente, que va a incluir daños y perjuicios.
¿Pero qué pasa? Si nosotros entendemos que la obligación tiene como objeto la prestación,
primero no contempla la fase patológica. Contra esto se ha dicho de que podría entenderse que si
bien no contempla la fase patológica, esto es, como contracrítica a esta posición, es cierto que en
la fase patológica se tiende a satisfacer el interés del acreedor, que se menciona como otro
elemento más de la obligación, a través de la ejecución forzada; y por tanto, sigue siendo la
prestación un elemento central. Siempre hay una crítica y una contracrítica; la crítica que se le
hace a esta posición es que si bien podría llegar a admitirse que la prestación también puede
cumplirse por equivalente, eso no resuelve determinadas problemáticas como la del contrato
intuito personae,​ en donde, en principio, el contrato se hace específicamente para que
determinada persona realice la prestación, no puede cumplirse a través de un tercero.
En función de esto, la tercera posición que surge es la teoría de el bien o la utilidad. Se dice, en
última instancia, más allá de la prestación que se haya pactado, más allá de la prestación intuito
personae o de la prestación fungible o no fungible, de dar, hacer o no hacer, en definitiva, a lo que
va a tener derecho es a el bien o la utilidad que podría aparejar el cumplimiento, o que hubiera
aparejado el cumplimiento de esa prestación. Y con eso satisfacen el interés del acreedor. Esta
posición, que en cierta forma está pensada para prever lo peor que podría pasar, en base a qué
es lo peor que pueda pasar, que es que el deudor no cumpla, que tenga que hacerle un juicio de
responsabilidad; que todavía el juicio de responsabilidad, si lo gano no pueda ejecutarlo
forzosamente, de la forma específica, y que tenga que ir a un equivalente. Entonces, en definitiva,
lo que voy a obtener, y lo relevante en la obligación, en la relación jurídica obligacional, es la
utilidad que me aparejaría el cumplimiento de la prestación, por equivalente aunque sea.
Entonces en definitiva, ¿cuál es el objeto de la relación jurídica obligacional? El bien o la utilidad.
Y a esta posición, que también tiene fundamentos, que también tiene apoyo normativo, se le
critica lo contrario a la teoría de la prestación: que piensa demasiado en la fase patológica,
dejando afuera la fase normal. Entonces, terminamos definiendo el objeto de la prestación, no por
lo que tendría que ser y debiera ser, sino por lo anómalo, por lo conflictivo y por lo que, en teoría,
no debiera ser. En principio, diría que cualquiera de las tres posiciones tiene sustento,
principalmente estas últimas dos, y por tanto, en una de esas dos habría una respuesta.

Estos dos elementos de la obligación que son indiscutibles, contiene otro elemento más, que la
doctrina suele señalar, que es la ​relación jurídica obligacional​. La relación jurídica obligacional se
dice que es uno de los elementos de la obligación, y se hace una fundamentación a través de
diferentes enfoques de la relación jurídica obligacional, que tiene elementos sólidos. Tal vez la
crítica que podría merecer este elemento de la obligación es que la relación obligacional es en sí
mismo lo que se está observando como objeto de análisis. Entonces no puede ser la relación
jurídica obligacional un elemento, cuando es la propia relación que se está estudiando.

Y el otro elemento, es el ​interés del acreedor​, que se coloca dentro de la relación jurídica
obligacional, básicamente fundado en que toda relación obligacional tutela un interés o la
satisfacción de un interés de un sujeto que ocupa un posición jurídica activa. Es un elemento
discutido, porque si es un elemento de la obligación, entendida en sentido amplio, no podría haber
una relación jurídica obligacional que carezca del interés del acreedor, lo cual algunos autores
discuten. Si entra como la categoría de presupuesto, que es una de las categorías que vamos a
ver, podría ser para el nacimiento de la obligación. La primera crítica que podría hacerse a esto
es, si nosotros consideramos el interés del acreedor, como elemento de la relación jurídica
obligacional como presupuesto, tendríamos que considerar también el interés del deudor, porque
el deudor, no hay lugar a dudas, que también tiene un interés en obligarse. Y ese aspecto no se
contempla. Si bien puede entenderse como presupuesto, en el transcurso de la relación
obligacional, puede suceder que el acreedor pierda el interés en el mantenimiento de esa relación
y por ejemplo, no quiera o directamente niegue recibir la paga, que es el cumplimiento de esa
prestación. En ese caso, veremos más adelante, opera un mecanismo de oblación y consignación,
que es un mecanismo de constricción por el cual se puede constreñir al acreedor a recibir la paga,
o si no la recibe directamente se puede liberar a través de una consignación.

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