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MVNDO
DEL
Añ t gvo
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hi stori a, obra de un equi equi po de cuar
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sorees de va-
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dades espaespañolas,
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con
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A n t ïg v o monogr afí a. C ada text
tema,
texto
tema, lo que asegur a la cali
o ha si do r edactado
cali dad cie
dactado por po r el
el espe
especi
ci entí fi ca del proy ecto.
ciali
alista
sta del
del
ORIENTE 25. J. Fernández Nieto, La guerra 44. C. González Rom án, La Re
del Peloponeso.
Peloponeso. pú
p ú b lica
li ca T ar dí a: cesar
ces arian
ian os y
1. A. Cab allos-J. M. Serran o, 26. J. Fernández Nieto, Grecia en pom
po m pe ya no s.
Sumer y Akka d. la primera mitad del s. IV. 45. J . M. Roldán, Institudone
Institudoness p o
2. J. Urruela, Egipto: Epoca Ti- 27.
27 . D. Plácido, La civilización líticas de la República romana.
nita e Imperio Antiguo. grie
gr iega
ga en la ép oc a clásica.
clásica . 46. S. Mon tero, La religi religión
ón rom a
3. C. G. Wagner, Babilonia. 28.
28. J. Fernández
Fernández Nieto, V. Alon na antigua.
4. J. Urruelaj Egipto durante el so, Las condidones de las polis 47. J . Mangas, Augusto
Aug usto..
Imperio Medio. en el s. IV y su reflejo en los 48. J. Mangas, F. J. Lomas, Lo s
5. P. Sáez, Los hititas. pe ns ad or es griegos
grie gos.. Ju li o -C la u di o s y la crisis d el 68.
6. F. Presedo, Egipto durante el 29. J. Fernández Nieto, El mun 49. F. J . Lomas, Los Flavios. Flavios.
Imperio Nuevo. do griego y Filipo de Mace 50. G. Chic, La dinastía de los
7. J . Alvar, Los Pueblos del Mar donia. An tonino
ton inos.s.
y otros movimientos de pueblos 30. M. A. Raba nal, A le ja nd ro 51. U. Espinosa, Los Severos.
a fines d el II milenio
milenio.. Ma gno
gn o y sus sucesores. 52. J . Fernández Ubiña, El Impe
8. C. G. Wagne r, As iríairí a y su 31. A. Lozano, Las monarquías rio Romano bajo la anarquía
imperio. helenísticas. I: El Egipto de los militar.
9. C. G. Wagner, Los fenicios. Lágidas. 53.
53. J . Muñiz Coello, Las finanzas
10.
10. J . M. Blázquez,
Blázquez , Los hebreos. 32. A. Lozan o, Las monarquías pú blica
bl ica s d el estad
est ad o ro m an o du
11.
11. F. Presedo, Egipto: Tercer Pe helenísticas. II: Los Seleúcidas. rante el Alto Imperio.
ríodo Intermedio y Epoca Sai- 33. A. Lozano , As ia M enor en or h e 54. J . M. Blázquez, Agric Ag ricul
ultu
tura
ra y
ta. lenística. minería romanas durante el
12. F. Presedo,
Presedo, J . M. Serran o, L a 34. M. A. Rab ana anal,l, Las monar Al to Im pe rio.
ri o.
religión egipcia. quías helen
helenístística
icas.s. I II : Grecia y 55. J . M. Blázquez, Art A rtes
esan
an ad o y
13.
13. J. Alvar, Los persas. Mac
M acededon
on ia.
ia . comercio durante el Alto Im
35. A. Piñero,
Piñe ro, La civilizadón he peri
pe rio.o.
GRECIA lenística. 56.
56. J. Mang as-R. Cid, El paganis
mo durante el Alto Impeño.
14.
14. J. C. Bermejo, El mundo del ROMA 57. J. M. Santero, F. Gaseó, El
Egeo en el II milenio. cristianismo
cristianismo prim itivo.
15.
15. A. Loza no, La Edad Oscura. 36. J. Martínez-Pinna, El pueblo 58.
58. G. Bravo, Dioclecian o y las las re
16.
16. J . C. Berme jo, El mito griego etrusco. fo r m a s a dm inist
in ist rati
ra tiva
vass d el I m
y sus interpretaciones. 37. J. Martínez-Pinna, La Roma pe rio.
ri o.
prim
pr im itiv
it iva.
a. 59. F. Bajo , Constantino y sus sus su
17. A. Lozano
Loz ano , La colonización
38.
38. S. Montero, J. Martíne z-Pin cesor
cesores.es. La conversión
conversión del Im
grieg
gri ega.a.
na, El dualismo patricio-ple
18.
18. J. J. Sayas, Las ciudades
ciudades de Jo - peri
pe rio.o.
beyo.
nia y el Peloponeso
Peloponeso en el perío 60. R . Sanz, El paganismo tardío
39.
39. S. Montero, J. Martínez-Pin-
do arcaico. na, La conquista de Italia y la y Juliano el Apóstata
Apóstata..
19.
19. R. López Melero, El estado es igualdad de los órdenes. 61. R. Teja, La época de los Va
pa rtan
rt an o ha sta
st a la ép oc a clásica.
clásica . 40. G. Fatá s, El períod o de las pri lentinianos
lentiniano s y de Teodosio.
20. R. López Melero, L a f o r m a meras guerras púnicas.
púnicas. 62. D. Pérez Sánche z, Evoludón
ción de la democracia atenien 41. F. Marco, La expansión de del Imperio Rom ano de Orien
se, I. El estado aristocrático.
aristocrático. Rom a por el Mediterráne
Mediterráneo. o. D e te hasta Justiniano.
21. R. López Melero, L a f o r m a fi n es d e la segu
se gund
ndaa gu erra
er ra Pú 63. G. Bravo, El colonato bajoim-
ción de la democracia atenien nica a los Gracos. pe rial
ri al..
HISTORIA
“ lMVNDO
ANTiGVO
ORIENTE
Director de la obra;
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Pedro Arjona
©
Ediciones Âkal, S. A., 1988
Los Berrocales del Jarama
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BABILONIA
Carlos G. Wagner
Indice
Págs.
Introducción................................................................................................................ 7
El medio geográfico, étnico y lingüístico ........................................................... 7
específicos de su reinado. Buena prue- tados cuyo poder había sido conteni-
ba de ello es la fa m a alc anzada por do por el fallecido rey de Assur y que
este soberano que tardaría más de un habían coexistido con aquél en una
milenio en disiparse. especie de equilibrio del miedo. Ale-
Hammurabi (17921750 a.C.) fue, po era por aquellos tiem pos el más
no lo olvidemos, el primer reunifica poderoso de los reinos de Siria, y M a-
dor importante de Mesopotamia des- ri que se extendía sobre el Eufrates y
pués de los desaparecid os reyes de la su afluente el Habur, y que había sido
Tercera Dinastía de Ur, lo cual no incluso sede de un gobernador pro-
quiere decir que cumpliera este obje- vincial asirio, se había beneficiado al
tivo sin esfuerzos y violencias. Por el igual que Babilonia de la reapertura
contrario el nuevo imperio no crista- de la ruta comercial del Eufrates que
lizaría definitivamente hasta cumpli- unía el Mediterráneo con el Golfo
dos treinta años de su reinado, pero Pérsico. Eshnunna, sobre el valle del
disponía de tiempo y sabía aprove- Diyala, aspiraba a una vieja política
char las oportunidades. Subió al tro- de expansión interrumpida por Asi-
no en 1792 a.C. relativamente joven, ría, que amenazaba igualmente los
cuando sus coetáneos y potenciales intereses de Mari y Babilonia.
rivales, ShamshiAdad de Assur, Rim Mas resta hab lar aú n de otro prota-
sin de Larsa y Dadusha de Eshnunna gonista representado por los clanes
habían alcanzado ya con creces la de nómadas procedentes de los de-
edad madura. Al margen de su propia siertos occidentales que, asimilados a
y vigorosa personalidad buena parte la civilización sedentaria unas veces,
de su educación política y diplomáti- m ostraba n en otras ocasiones una pe-
ca la había aprendido de su padre, ligrosa agitación que desequilibraba,
Sinmuballit, que no sin esfuerzos ha- desgastaba y minaba las fuerzas en
bía conseguido m antener la indepen- precario equilib rio de los re sta nte s
dencia de su reino frente a los pode- particip ante s del juego político. Y en
rosos estados del norte y el sur: la Mesopotamia meridional, Larsa y
«Hammurabi aprendió a tocar ma- Babilonia mantenían mu tuamente una
gistralmente en el teclado de los mu- vigilancia cautelosa, sin paralizar por
tuos contrastes y ambiciones» (Sch ello sus actividades en otras direccio-
mokel, 1965, 81). nes, a la espera ambos de un signo de
Mas detengámonos unos instantes debilidad por parte del contrario para
antes en los restantes protagonistas avalanzarse y asestar el golpe defini-
del drama: en Assur un amorita que tivo. Ello no habría de impedir que
había usurpado el trono con el nom- durante algún tiempo ambos dieran
bre de Sham shiA dad I había consti- pruebas de una coexistencia im pre-
tuido un imperio centralizado que se sionante. La restauración de un po-
extendía por toda la Mesopotamia der político unificado en la región no
septentrional. Pero la obra de este habría de llevarse a cabo por tanto
hombre enérgico fue tan efímera co- sin múltiples violencias y dificultades.
mo el tiempo de su reinado, ya que a En un principio Hammurabi cen-
su muerte, sucedida poco después del tró su atención en la frontera meri-
cambio de rey en Babilonia, el pode- dional con Larsa, quizá el oponente
río asiri hab ía h did más inquietante en ese momento, y
20 Ak al His tor ia de l M un do An tig uo
na del segundo grupo era castigado tantes eran al mismo tiempo los
menos severamente que cuando se miembros más importantes de la cla-
perpetr aba contr a un m ie m bro de la se social dominante (awilu ). En las
clase superior. Es este carácter clasis- capas sociales más elevadas se en-
ta el que sirve para fundamentar el contraban también los altos jefes del
despotismo de los reyes babilónicos y ejército y los altos dignatarios del es-
de la clase dominante. Sólo en una tamento clerical. El antiguo sistema
ocasión se presenta Hammurabi po- de ensis, característico de los primeros
seído de un espíritu reformador que imperios, había llegado casi a desa-
choca en cierta medida con algunos p arecer en los turbulentos tiem pos
de los intereses del sistema estableci- que siguieron a la disolución del po-
do. Se trata de la secularización del der de los reyes de Ur como una con-
poder político y jurídico de la podero- secuencia de la fragmentación políti-
sa clase sacerdotal. La un ida d del tem- ca de Mesopotamia. En algunos casos
plo y del E sta do se h ab ía perdid o el término volvió a designar al prínci-
definitivamente durante el agitado pe de una ciudad independiente , pero
período an terior, que conoció u na en la época de Ha m m urab i se utiliza-
importante secularización de los bie- ba para designar a una especie de
nes de los templos, y ahora el templo feudatario del estado, lo que es claro
no era sino una más de las institucio- síntoma de su desvalorización.
nes de la ciudad y del Estado y la re- Era el propio rey, como cabía espe-
lación del ciudadano con él adquiere rar, el que se situaba en la cúspide de
por vez prim era rasgos in div iduales. todo el complejo aparato administra-
A partir de ahora el palacio dispone tivo. El soberano detentaba los títulos
de la propiedad del templo transmi- de «rey de la totalidad» o «rey de las
tiéndose su parcela de la administra- cuatro regiones del mundo» con lo
ción pública y de la jurisprudencia a que hacía gala, como mucho antes
sectores laicos de la sociedad. Desde Sargón, del carácter universal de su
este momento, al menos eso se pre- dominio. El era además, y en esto
tende, el tribunal civil tendrá absolu- H am m urab i no se distinguía de otros
ta primacía sobre el estamento cleri- monarcas mesopotámicos, sumo le-
cal que hasta entonces contaba con el gislador, juez y general en jefe de los
monopolio de la administración de ejércitos y se enc on traba auxiliado en
ju sticia , y la actu ació n de los sacerdo- sus tareas de gobierno por una serie
tes en este contexto se verá limitada al de dignatarios que, al igual que antes,
caso de recibir el juramento prestado no obedecían en las funciones que
ante las divinidades. No obstante el desempeñaban a una estricta regla-
templo no perdió, como veremos, sus mentación ministerial. No había es-
importantes prerrogativas económicas. pecia lizació n de cargos: com o servi-
dores ante todo del monarca poseían
poderes consid erable s y diversos qu e
4. La administración en ocasiones podían dar lugar a un
del Estado cierto conflicto de atribuciones.
La documentación de que dispone-
La administración no difiere esen- mos para trazar siquiera un esquema
cialmente de la que se observa en del funcionamiento de la vida admi-
26 A ka l H isto ria de l M un do An tig uo
p a r G a z a , s o l iv ia n ta r las
la s si e m p re i n - disturbios en Nippur, Ur, Uruk, Lar-
quietas c iuda des fenicias de Tiro y Si Si sa, Borsippa y la propia Babilonia.
dón y provocar una nueva subleva- Para h ace r frentefrente a la la ingerencia cada
ción de Judá. Pero la revuelta tampo- vez mayor del influyente estamento
co consiguió triunfar en esta ocasión. clerical el rey situó bajo su vigilancia
En 587 a.C. Jerusalén fue tomada de el funcionamiento económico de los
nuevo tras sufrir una asedio de casi señoríos sacerdotales. Los intenden-
dos años; nuevas deportaciones y la tes y apoderados de los templos de-
anexión del reino de Judá zanjaron bí
b í a n a h o r a de r e n d i r c u e n ta s a n t e
po
p o r p a r te de B a b ilo il o n ia el p r o b le m a . funcionarios adscritos al poder cen-
Tiro tuvo más suerte; abastecida por tral y esta ingerencia, desconocida
mar por los egipcios soportó un sitio desde los tiempos de los reyes casitas,
de trece años para terminar capitu- debió de exasperar aún más a la je-
lando en 573 a.C., como ya habían rarquía religiosa.
hecho antes Sidón y otras localida- Mientras tanto, las tribus medas y
des.
des. La ciudad recibió la la presencia de pe
p e rs as h a b í a n sid si d o u n ifi
if i c a d a s b a j o el
un gobernador babilonio. m anda to de Ciro y se presentaba n co-
Pero la aparente grandeza oculta- mo el vecino más inquietante. Es más,
ba
b a u n a r e a lid
li d a d u n ta n to d isti
is tin
n ta . E n tras la victoria del caudillo persa so-
595 a.C. había estallado una revuelta bre
b re el rey re y d e L idiaid ia,, C reso
re so,, el Im p e rio ri o
en Babilonia que tuvo que reprimir de Nabónido se encuentra cercado
con las armas. Los ataques contra desde el Mediterráneo al Golfo Pérsi-
Egipto no tuvieron más consecuencia co por las poderosas fuerzas iranias.
que la de asegurar el equilibrio entre La única retaguardia posible era era Ara-
las dos potencias y los últimos años bia
b ia , s u s c e p tib
ti b le s ie m p re d e p r o p o r -
del reinado de Nabucodonosor se re- cion ar levalevass im portantes entre su po-
pa
p a r te n e n tre
tr e el te m o r h a c ia sus su s a n t i - bla
b lacc ión
ió n n ó m a d a o se m in ó m a d a , y éste
guos aliados, los medos, y hacia las pu
p u d o serse r u n o de los lo s m otiv
ot ivos os,, j u n t o a
conjeturas y desórdenes internos. su devoción
devoción al dios lun ar Sin, que im-
A su muerte, su hijo, AwelMarduk pu
p u lsó
ls ó a N a b ó n id o a p e r m a n e c e r d u -
(561560) fue pronto eliminado por rante diez años en este territorio, de-
un general, Neriglisar, que se hizo ja
j a n d o el g o b i e r n o d e B a b i lo n ia en
con el poder. Reinó durante cuatro manos del príncipe heredero en su
años y a su muerte, su hijo, Labashi calidad de coregente. Desde un pun-
Marduk, le sucedió en el trono pero to de vista económico poseer Arabia
fue asesinado a los dos meses y reem- po
p o d í a e n t r a ñ a r t a m b i é n re s u lta lt a d o s
pl
p l a z a d o p o r el c a n d i d a t o q u e a p o - po siti
si tivo
vos.s. Los
Lo s p u e rto rt o s del
de l G o lfo lf o P ér -
yaba la poderosa facción que consti- sico estaban en poder de los persas a
tuía el sacerdocio de Marduk: Nabó los que pertenecían ya todos los terri-
nido (555539 a.C.), de posible origen torios situados en la margen oriental
arameo. del Tigris. Una de las rutas caravane-
El reinado de Nabónido marca la ras más importantes era la que se di-
descomposición del Imperio babiló- rigía hacia el oeste y Egipto pasando
nico. El clero de Maduk le retiró pron- po
p o r el o as is de T eim ei m a, cu yo c o n tro tr o l
to su apoyo ante la predilección del pe
p e r m it i r í a r e g u l a r i z a r los
lo s i n te r c a m -
soberano por el culto de Sin, del cual bio
b ioss en fav fa v o r de B a b ilo il o n ia y ejer ej erce
ce r
50 A ka l His to ria d e l M un do An tig uo
«Séptimo año: en el mes de Kislimu (Nov./ Babilonia. Desde el mes de Kislimu (Nov./
Diciem.), el rey de Akkad congregó su Diciem.) al mes de Addaru (Feb./Marzo),
ejército, marchó contra la tierra de Hattu los dioses de Akkad que Nabónido había
(Siria), acampó contra la ciudad de Judá y hecho bajar a Babilonia... regresaron a sus
se apoderó de la ciudad en el segundo día ciudades sagradas.»
del mes de Addaru (Feb./Marzo). Capturó
(Crónica del reinado de Nabónido que
al rey. Designó allí un rey de su elección.
relata la conquista de Babilonia por los
Tomó mucho botín de ella y lo envió a
persas de Ciro II, AN ET,
ET , 306)
Babilonia.»
(Crónica del reinado de Nabucodonosor II «Soy Ciro, rey del mundo, gran soberano,
que relata la conquista de Jerusalem, monarca legítimo, rey de Babilonia, rey de
AN ET,, 305)
ANET Sumer y Akkad, rey de los cuatro bordes
de la tierra,
tierra, hijo de Cambises, gran sobe ra
no, rey de Anshan, nieto de Ciro, rey de
«En el mes de Tashritu (Sept.-Oct.), cuan
Ans
A nsha
han,
n, de scen
sc en dien
di en te de Teispe
Te ispes,
s, gran
do Ciro atacó el ejército de Akkad en Opis,
soberano, rey de Anshan, de una familia
junto
jun to al Tigris,
Tigris , los habitante
hab itante s de Ak
Akka
kad
d se
que siempre poseyó realez realeza;
a; cuyo d ominio
rebelaron, pero Nabónido pasó a cuchillo
Bel y Nabu aman, a quien ellos quieren
a los aturdidos habitantes. El día 14 Sippar
por rey porque complace su corazón.
fue tomada sin combate. Nabónido huyó.
Cuando entré en Babilonia como amigo y
El día 16, Gobrias, gobernador de Gutium,
establecí la sede de gobierno en el palacio
y el ejército de Ciro entraron en Babilonia
del gobernante, en medio del júbilo y rego
sin combate. Después Nabónido fue apre
cijo, Marduk, el gran señor, indujo a los
sado en Babilonia, a la que volvió. Hasta el
magnánimos habitantes de Babilonia a
fin de mes, los guteos portadores de escu
amarme, y procuré a diario reverenciarle.
dos estuvieron en el interior del Esagila,
Mis numerosas tropas anduvieron por Ba
pero nadie llevó armas en su recinto y las
bilonia en paz. No permití que nadie ate
ceremonias no se descuidaron. En el mes
rrorizara lugar alguno del país de Sumer
de Arahshamnu (Oct./Nov.), el día tercero,
y Akkad. Me esforcé por la paz en Babilo
Ciro entró en Babilonia, ramas verdes se
nia y en todas las ciudades sagradas.»
extendieron delante de él: la paz se impu
so en la ciudad. Ciro despachó proclamas (Inscripción sobre un cilindro de arcilla
de saludo a toda Babilonia. Gobrias, su que relata la conquista de Babilonia por el
gobernador, dispuso vicegobernadores en soberano persa Ciro II, AN ET,
ET , 315)
nia acerca de su larga estancia en ra sospechar que éstos veían con bue-
Arabia, permanecen en la sombra. nos ojos el avance de Ciro al frente de
Entre tanto la amenaza persa se las tribus iranias, máxime si conside-
hacía cada vez más evidente y en el ramos que aquél llegaba precedido de
interior del país la oposición liderada una fama de tolerancia y respeto hacia
po
p o r el cler
cl ero
o n a c io n a lis
li s ta de M a r d u k las tradiciones nacionales. Quizá ello
latía peligrosamente, contraria a la explique la rapidez de su triunfo.
ideología universalista de Nabónido. Lo cierto es que, habiendo regresa-
Este, en efecto, parece haber recogido do ya
ya N abó nido desde Arabia,
Arabia, el
el ata-
la antigua tradición de la dinastía asi- que se produjo en el otoño del 539 y
na en torno a un imperio universal ba- las tropas de Ciro, al que se había su-
jo los aus
a uspi
pici
cios
os de u n dios
dio s tam
ta m b ién
ié n u n i- mado el gobernador rebelde de Gu-
versal, lo que chocaba con el naciona- tium, un tal Gobrias, no hallaron ape-
Babilonia 51
días atrás mediante una acción sor- todo de las propiedades eclesiásticas,
pre
p re sa e f e c tu a d a p o r u n o de los d e s ta - aparceros — erreshu e rreshu — y j o r n a l e r o s
camentos al mando de Gobrias. No — sabe
sabe — que q ue tratr a b a ja b a n p a ra los otros
otr os
se conoce con exactitud el destino fi- colonos y propietarios. Los obreros a
nal del último rey de Babilonia. Se- sueldo recibían la denominación de
gún unos pereció al poco (Jenofonte, agrutu y ofrecían sus servicios allí
Cir. VII, 5, 30), más otros sostienen donde había trabajo.
que sufrió exilio en Carmania (Jose Por último se encontraban los es-
fo, Contra Apión, I, 4). Pero si el histo- clavos. Las fuentes de la esclavitud
riador reconoce aquí el final de una seguían siendo las mismas que en
época, ya que con él desaparece la épocas anteriores: deudores insolven-
Babilonia indep endiente, los los contem - tes, niños que eran vendidos por sus
po
p o r á n e o s d e b i e r o n p e n s a r d e o tr o pa
p a d r e s , e x t r a n j e r o s c o m p r a d o s p o r
modo. De hecho sólo se había produ- mercaderes y los prisioneros de gue-
cido un cambio de soberano, pues en rra. Su precio sigue siendo elevado y
la práctica Ciro se dedicó, como se en ocasiones un esclavo llega a costar
había hecho siempre, a restaurar los una mina, sobre todo, si se trata de
templos y a garantizar la celebración mujeres jóvenes y herm osas o poseen poseen
del culto en los mismos. El respeto a algún conocimiento especializado.
las tradiciones locales fue amplia- Su situación, que en general depen-
mente asegurado y Babilonia floreció día del carácter de su amo, era muy
u na vez más bajo la égida de los los persas similar a la de los esclavos asirios,
de cuyo imperio constituía tan sólo trabajando en los palacios, templos y
una provincia. La ciudad fue definiti- pro
p ro p i e d a d e s de los n o tab ta b les
le s . A u n q u e
vamente abandonada tras la muerte en po
p o d í a n p o s e e r b ien ie n e s m u e b lesle s e i n -
ella de Alejandro Magno, conquista- muebles, promover acciones jurídi-
dor de los persas, en 223 a.C. cas, contraer deudas y efectuar prés-
tamos, así como tener su propia fami-
lia, incluso desposándose con una
2. La vida social,
social, econ
ec onóm
ómic
icaa pe
p e rs o n a de c o n d ic i ó n libr li bre,
e, p o d ía n ,
y administrativa sin embargo, ser comprados, vendi-
dos, intercambiados, prestados, arren-
Como antes la sociedad babilónica dados, dados en fianza o heredados
establecía la distinción entre personas po
p o r sus
su s am os.
os . La m a n u m is ió n n o era
libres y aquellas que se caracterizaban muy frecuente y los esclavos conser-
p o r p o s e e r u n e s t a t u t o d e g r a d a d o . vaban todavía esa condición ambi-
Dentro de la población libre se distin- gua que los caracterizaba, heredada
guía una clase social superior integra- como siempre del hecho de que, pese
da por las llamadas «gentes de bien» a su situación degradada, provenían
— m a r b a n i —
— f u n c io n a ri o s , p o r lo ge-
ge - de antiguos ciudadanos libres atena-
neral, de la administración civil y re- zados por las malas circunstancias
ligiosa. En las ciudades comerciantes económicas. Luego estaban los pri-
y artesanos componían un grupo in- sioneros de guerra, que constituían
fluyente, cuyo consejo — p u k h r u — caso aparte y no gozaban de estatuto
po
p o se ía cier
ci er ta a u to r id a d a esces c ala
al a m u - ju
j u r í d ic o alg
al g u n o . Su s i tu a c ió n era er a m u -
52 A ka l His tor ia de l M un do An tig uo
ha denom inado «arriendos» o «gran- ces agrupados por barrios según los
ja s» generales seg ún lo cu al un arren - oficios. Aunque se discute si llegaron
datario o granjero general se encarga- a formar organizaciones similares a
ba de la explo ta ció n de un vasto te rri- las guildas o gremios medievales, lo
torio mediante subarrendatarios que cierto es que estaban agrupados en
no tenían nexo alguno con el templo. asociaciones situadas bajo la protec-
Mediante contrato debía satisfacer ción de una divinidad tutelar. Estas
un canon anual establecido según una asociaciones que parecen haber con-
estimación a tanto alzado de las cose- tado con su «domicilio social» juga-
chas, realizada siempre por los fun- ban un papel esencial en la presta -
cionarios del templo. Finalmente el ción de socorro mutuo, ya que dispo-
canon fue fijado por edicto de la au- nían de un fondo común que era ges-
toridad real lo que aumentaba aún tionado directamente por ellas. Este
más la intervención de la Corona en tipo de organización parece haber si-
la gestión de los templos, provocan- do un privilegio de los artesanos más
do, en general, el malestar en éstos. especializados cuyas profesiones re-
La pequeña propiedad individual cibían frecuentemente prebendas del
subsistía en las campiñas suburbanas templo y a menudo ellos mismos fi-
y también mediante concesiones de guraban entre los notables (mar bani)
tierras reales, por ejemplo, a oficiales de la comunidad. Actuaban también
del ejército. Su extensión rara vez su- como una especie de sindicato, ya
peraba las cuatr o hectáreas. La pro- que poseían personalidad civil para
pie dad com unal, que nunca llegó a tratar directamente con el contratante
desaparecer del todo, se vio revitali de sus servicios y en su caso reclamar
zada con la instalación de las tribus la exclusividad de éstos.
arameas. En general la agricultura Por norma general las profesiones
sufría una serie de efectos negativos y oficios se trasmitían por vía fami-
que, aparte de la ya señalada salini liar como sugiere el hecho de que los
zación del suelo que exigía la modifi- contratos de aprendizaje conciernan,
cación de los cultivos y la desapari- sobre todo, a los esclavos. Probable-
ción de alguno de ellos, se resumía en m ente estos últimos se ocupab an pre-
la necesidad de una capitalización ferentemente de las labores artesana-
prev ia, una m ejo ra del utillaje y una les menos especializadas y que por
mejor ocupación del suelo. La exten- tanto no requerían unos conocim ien-
sión de los palmerales suponía una tos técnicos muy elevados: panade-
inversión inicial ya que durante los ros, tejedores, zapateros, etc.
prim ero s cuatro años no producía n El auge del artesanado se encuen-
nada. Por otra parte, la llegada de los tra también en estrecha relación con
nómadas, cuyos saqueos habían ace- la actividad comercial. Al igual que
lerado la desorganización de la agri- en épocas pasadas el comercio se ins-
cultura, supuso finalmente la existen- cribía dentro del sistema de econo-
cia de una población escasamente mía redistributiva controlada por los
asentada con una mediocre ocupa- circuitos del palacio y los templos. En
ción de la tierra. líneas generales el comercio exterior
El artesanado floreció durante este se encontraba en manos de los mer-
período favorecido en buena m edid a caderes fenicios, algunos de los cua-
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produ ctos de origen mediterráneo, en- ditos y digna tarios com o expresión de
tre ellos: cobre, estaño e hierro. Si bien obediencia y lealtad. Como en Asiría
los templos promovían una parte im- el problema de la sucesión intentó re-
portante de la activid ad com erc ia l, solverse asociando al príncipe here-
esto no quiere decir que no existieran dero a las tareas de gobierno en cali-
empresas comerciales autónomas. Co- dad de corregente. Al igual que en
mo antaño los tamkaru se organiza- Asiria el servicio al rey constituía el
ban en so ciedades com andita ria s, ge- princip io fundam enta l so bre el que
neralmente de carácter familiar, que descansaba todo el funcionamiento
invertían su fortuna en la financia- del Estado, y tam bién com o en Asiria
ción del comercio y actua ban a la vez los asesinatos, complots y revueltas
como banca, función que también estuvieron a la orden del día.
desempeñaban los templos, adelan- Los reyes neobabilónicos goberna-
tando capitales o concediendo crédi- ban asistidos por un gabin ete privado
tos y préstamos contra interés. Por lo del que destaca su escriba personal, un
que sabemos, el coste de la vida en la administrador — shatamu — y un secre-
Babilonia de este período parece ha- tario de estado — zazakku— . Al frente
ber bajado resp ecto a perío dos ante - de la administración central se encon-
riores y los precios en general experi- traban los altos dignatarios de pala-
mentan una disminución, a excepción cio: el canciller — rab m uhati m nu —,
del de los esclavos que no dejó de au- el jefe del arsenal — rcib kasiri —, el
mentar. Las tasas de interés apenas mayordomo —sha pan ek alli — y el vi-
variaron respecto a la época de Ham- gilante de palacio — rab biti —, segui-
murabi y la situación de expansión dos de otros cargos subalternos como
económica dependía más del aflujo era el jefe de la policía — rab redi
de metales precioso gracias a la nor- kibsi — y el jefe de los correo s — rab
m alización del comercio en un Impe - kallabi —. La adm in istr ación provin -
rio que cubría el Próximo Oriente, cial era bastante compleja y sus inte-
que de la adecuada explotación de grantes recibían el título de «G rande s
los recursos propios. Con todo, las de Akkad». La mayor parte de las
hambres ocasionales no habían des- pro vin cia s correspondían a los te rri-
parecid o por com pleto, com o aqué- torios de las tribus arameocaldeas y
llas que caracterizaron el reinado de el resto a los inmensos dominios de
N abónid o. Pero es pre ciso te ner en los grandes santuarios como los de
cuenta que cuando hablamos de ex- Babilonia, B orsippa o Uruk. Al frente
pansión o recuperació n económ ic a lo de las provincias se hallaban gober-
hacemos por comparación, sobre to- nadores cuya titulatura sería —shaknu
do, a los tiempos precedentes en los o bel piha ti —, y por debajo se encon-
que Babilonia sufrió el desgaste de traban los prefectos de las ciudades
las frecuentes guerras que ocasiona- — qipu alani —, si bie n éstos depen-
ron el descuido del mantenimiento dían directam ente del rey. A las órd e-
de los canales, el abandono y destro- nes de los gobernadores estaban los
zo de las plantaciones y la ruina de jefes de las ciud ad es o «alcaldes»
las ciudades. Frente aquel dramático —sh akin te m i — asistidos por la asam -
p a n o ra m a , B ab ilo n ia exp erim enta blea de notables. Allí donde se lo cali-
ahora una situación económica favo- zaban los extensos dominios de los
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