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de que el hombre crea a los dioses)445 nos ocupan, sino las apariciones de los dioses
rapsodias.
sirenas, “letales canciones seductoras” [I, 610] son tentaciones y simbolizan aquello que
en la tradición han ido adquiriendo como propio (lo sexual en este caso). El “odre de los
vientos”, por ejemplo, el regalo de Eolo que Ulises y sus compañeros no debían abrir
pero que por curiosidad abrieron provocando una tempestad, es aludido en la nueva
Odisea, pero representa ahora el corazón del héroe: un peligroso y vasto recipiente de
. . . .
Las transformaciones que sufren las divinidades son del mismo tipo que las
Los dioses han perdido su estatus y poder, son “humo” del patrón y “sombras” del
esclavo [Kaz., Od. II, 1340-2]. Odiseo y sus marineros se burlan de ellos en numerosas
ocasiones. Centauro, por ejemplo, blasfema de la siguiente manera sobre los sacrificios
a los dioses:
rieron sin pudor y alejan el recuerdo, bebiendo el licor inmortal del olvido [Kaz., Od. II, 52-3]
niña,” donde los dioses juegan un papel importante, es Odiseo quien se sirve de ellos
para seducir a la niña, es decir, se hace pasar por un dios que desea mantener relaciones
sexuales con una mortal, algo a lo que en la mitología muy pocas mujeres se resisten,
El viejo Ulises era piadoso, aunque se enfade con Atenea (Hom., Od. XIII, 318-
II. 4. 5. 1. Atenea
En Homero son muchas las situaciones en las que auxilia al héroe: las esclavas
tratan de defenderse con espadas y ella las hace fallar; disfrazada de Méntor convence a
prudencia que serena al héroe. Sin embargo, no tiene la entidad material que cobraba en
Homero, sino que es una abstracción y una imagen en la mente del arquero. En
Kazantzakis, ya desde la tragedia Odiseo, Atenea parece más bien asistir a los procesos
sobre los cuencos negros llenos con los cuellos de los asesinados;
II. 4. 5. 2. Zeus
tiempo de los olímpicos se acaba y de que es precisamente Odiseo quien más los
amenaza:
Pero el numen señero, con ruda cólera, hundido entre las nubes,
Este dios tiránico, que muestra su furia contra el hombre en la canción del
estatuilla de Zeus hospitalario, éste le apostrofa al oído porque sabe que se va a llevar a
Helena, pero Odiseo le amenaza con revelar su secreto: todos los dioses son creaciones
II. 4. 5. 3. Posidón
[…]
II. 4. 5. 4. Afrodita
Decía Raízis a propósito del drama Odiseo que “Kazantzakis utilizaba a los
dioses como símbolos con tal persistencia que se convertían casi en figuras
ya solo la belleza y el amor, sino todos los deseos e instintos sexuales del hombre, como
obstante antes se hace pasar por un adorador fenicio de la diosa orgiástica Astarté y
alegórica de Raízis, el Odiseo de la tragedia se situaría más allá del estadio erótico (lo
habría pasado durante sus aventuras con Circe y Calipso) y bajo el consejo de Atenea, la
razón humana.
te ruego ayudes a mi objetivo y me acompañes en esta noche” [Kaz., Od. III, 863-9]
Afrodita aparece como auténtica fuerza que gobierna el mundo, como altiva
señora, y la plegaria nos recuerda al famoso poema en el que Safo implora a Afrodita
que sea su aliada en la conquista del amor. Pero al tiempo los pechos de Afrodita se
comparan groseramente a los de una cerda y Odiseo se muestra a su nivel: no cae a sus
pies y goza de ella como de una mujer. Una vez más Kazantzakis convierte a una diosa
en mujer.
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Descenso al hades . . . .
Ulises es el uno de los pocos mortales en la mitología que conoce los infiernos y
regresa. Bajar al Hades es en la mitología griega una suerte de prueba por la que
muchos héroes pasan. Si bien en el caso de Ulises no hay propiamente un descenso, sino
un viaje al lñimite del mundo conocido donde, mediante una serie de ritos, los muertos
acuden.
semejanzas con el más allá homérico.280 Formado por varias tablillas procedentes de
Gilgamesh narra la historia del héroe homónimo, una de cuyas hazañas es la visita en el
más allá a su fallecido amigo Enkidu, en la última tablilla. En común tienen los poemas
del Gilgamesh y de Ulises-Odiseo el motivo del viaje con su doble función de prueba
la concepción de los infiernos. Tales son la presencia de sendos bosques “muertos” ; el agua; el abrazar
a las sombras y los ritos de
interpretar la Odisea como la versión griega del Libro de los muertos egipcio, porque en
ambas cosmologías “las islas de poniente se asocian con los infiernos y con el reino
Posteriormente, en presencia de los cuarenta y dos jueces que han tomado asiento en un
por los encargados de tal servicio, y al frente de la misma se encuentra un barquero, al que los
egipcios llaman en su lengua carón. Por esta razón dicen que antiguamente Orfeo, tras haber
visitado Egipto y observado tal costumbre, inventó las historias míticas del Hades, en parte
Los restantes relatos mitológicos de los griegos relacionados con el Hades coinciden con los que
todavía hoy existen en Egipto; la nave que transporta los cuerpos recibe el nombre de “baris”, y
el precio del trayecto es entregado al barquero “Caronte” en lengua nativa. Y dicen que cerca de
estos lugares se encuentra también el templo de la diosa Hécate y las “puertas” del Cocito y del
Leteo cerradas con cerrojos de bronce. Existen también las otras puertas de la Verdad, y cerca de
éstas se alza la efigie acéfala de la Justicia. [Ibídem I, 96, 8. Trad. de M. Serrano Espinosa]
compañeros hacia el más allá, quizá porque el agua es el origen de la vida y porque sus
forma de precipitaciones) representan muy bien los ciclos del alma del hombre:
Allí atracarás el bajel a la orilla
que reúnen al pie de una peña sus aguas ruidosas. (Hom., Od. X, 511-15)
el canto XXIV (1-202) ofrece Homero una visión del más allá.
se reunieron surgiendo las almas privadas de vida.” (Hom., Od. XI, 24-37)
[descenso], perdura en el mundo de la poesía popular neogriega, a pesar del paso de tres
milenios, así como también en el mundo de la nueva peregrinación del viejo personaje,
a través del poema de Nikos Kazantzakis.” En efecto, la poesía popular neogriega revela
homérico, subterráneo y oscuro, habitado por Caronte,286 negro jinete, la muerte, donde
hay una fuente de olvido semejante al Leteo de la Antigüedad. También hay un “planta
lo real, no hay paraíso ultraterreno, porque la belleza está en el mundo de los vivos.
mujeres en una estricta jerarquía desde la más cercana hasta la más lejana al
difunto.
Y me dejó de pronto, a mí, que me había unido a ella como esposo para siempre.
katabasis del héroe al submundo hay una anabasis de los muertos al pano kosmos de los
arriba de los vivos, tal y como sucede en las canciones populares neogriegas. Los
elementos mediante los que se invoca a los muertos son la sangre y un hoyo en la tierra
Mi padre se quitó el pañuelo de la cabeza y cayó boca abajo a tierra; la escarbó con sus uñas,
hizo un pequeño hoyo, como un embudo, metió bien dentro la boca y gritó tres veces:
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Iba subiendo la voz, gruñía, sacó del bolsillo una botella de vino, la vertió gota a gota en el hoyo
Y de esta manera, según el padre, pudo oírse cómo rechinaron los huesos del
abuelo. En la misma obra, más adelante, reflexiona sobre la sangre de los antepasados:
Sin duda el corazón del hombre es un profundo y cerrado hoyo de sangre, y si se abre y corre la
sangre, se apresuran a beber y a revivir todas las sedientas e inconsolables sombras que amamos
y que al punto se congregan alrededor nuestro y cubren de oscuridad el cielo. Corren a beber la
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Un charco de sangre es tu cabeza, acuden en rebaños y rebaños las sombras de los muertos y
Los muertos, que beben la sangre de uno para resucitar, bien podrían ser una
metáfora de los recuerdos. Al traerlos a la memoria uno los revive y los siente en su
corazón como si bebieran su sangre, es decir, como si cada vez que el recuerdo fuera
Odiseo cuando se percata de que de la tierra ascienden dulces voces de sus ancestros
que tratan de seducirlo: “¡Ven, nieto, ven; ven, el bisnieto, con la cratera rebosante!” (I,
674-75). Llena un ánfora con la sangre de los pretendientes para que beban los muertos
Odiseas de vínculo entre muertos y vivos; en la nekyia homérica dice Tiresias: “Mas
aparta del hoyo, retira el agudo cuchillo, que pueda yo la sangre beber y decir mis
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hay otros elementos en común con Homero: está el miedo, porque Ulises, cuando se
acercan “con clamor horroroso” las almas, se confiesa “presa de lívido miedo” (Hom.,
Od. XI, 43) y Odiseo, según Kazantzakis, “se estremeció” [Kaz., Od. I, 675] y “las
Los muertos del cementerio son comparados con aves, la misma idea se
encuentra en el texto de la Carta al Greco que citábamos antes, los muertos que
ancestro del abuelo (Arcisio), porque, parece ser, en las migraciones dirige la bandada
de grullas la más vieja de ellas, la experimentada, que es responsable, como OdiseoUlises, de sus
compañeros en el regreso al hogar. El esqueleto del abuelo-grulla han
anidado las golondrinas es decir, después de guiar a la bandada, el cuerpo del ancestro
las que compara con tordos y golondrinas,296 pero tenemos otra muestra en la nekyia:
En su torno chillaban los muertos a modo de aves (Hom, Od. XI, 605)
los pretendientes que chillan como murciélagos (Hom., Od. XXIV, 6).
extremo. Pero los pájaros son habituales también en las canciones de muerte neogriegas,
-un intertexto general-, de manera que estamos ante un motivo popular, que lo era
Empieza episodio del baile con los muertos.298 La descripción del baile que hace
Kazantzakis en esta rapsoida primera corresponde a los actuales bailes griegos, como
reconocerá quien esté familiarizado con ellos: destapa los sepulcros y “de este modo /
forma un coro festivo en el cercado de la muerte” [749] “y una danza suave y arrastrada
separado, con los pies livianos” [781-82]. Es pues un intertexto general doble: por un
lado describe una danza popular, por otro la idea de bailar con los ancestros la concibe a
las reses (355) y que va a ver a su padre (360). Acompañado por Telémaco, el
porquerizo y el boyero, sale del pueblo (366-373). Ahí es donde Homero ha intercalado
la segunda imagen del Hades (XXIV, 1-203) –la primera es la nekyia del canto XI
donde asistimos al de las sombras de los muertos que conversan entre sí.
También hay un segundo encuentro del nuevo Odiseo con los antepasados, un
se produce mucho después, en África. Cuando camina solo como asceta peregrino
aparecen los antepasados míticos del nuevo Odiseo: Prometeo, Tántalo y Heracles.30
.. . .
Los Aedos . .
la mayor parte del relato, Homero; 2. el aedo Demódoco de la corte de los feacios; 3. el
propio Ulises, que narra allí sus aventuras. También en varias ocasiones Ulises, para
Vamos a ver en ambas Odiseas los cantos de los aedos profesionales y los de los
protagonistas.
primero (VIII, 71-96) canta la riña entre Ulises y Aquiles durante la guerra de Troya. El
recuerdo del episodio emociona a Ulises, que se cubre el rostro lloroso para que Alcínoo
obstante el anfitrión nota que su huésped está turbado. En el segundo (VIII, 266-366)
canta los amores de Afrodita y Ares. En el tercero (VIII, 492 y ss.) Ulises formula a
Los comensales solicitan una canción a los músicos que pueden o no aceptarla.305 En
este caso Ulises pide a Demódoco que cante la hazaña del Caballo de Troya. Vuelve,
relato os haré de mi vuelta de las tierras de Troya” (IX, 36-37) y narra ante Alcínoo y su
esposa los episodios de Calipso, Circe, Cícones, Lotófagos y Cíclopes (IX); Eolo,
Lestrigones y Circe (X); Hades y Circe (XI); las Sirenas, Escila y Caribdis, Trinacia y
Calipso (XII).
proceso, que solo culminará con el reconocimiento por parte de su familia en Ítaca,
empieza, precisamente, con el canto de Demódoco. Al oír cantar sus propias hazañas,
Ulises se emociona, recuerda quién es y no puede ya ocultarlo, sino que se ve impulsado
a completar él mismo la historia de su vida. Sus relatos atestiguan, para Alcínoo, tanto
opuesto. Odiseo ha sofocado la revuelta de las viudas de los pretendientes y para calmar
al pueblo da un banquete. El primer cantor del pueblo canta las primeras hazañas del
rey: cómo los tres semidioses Tántalo, Prometeo y Heracles, que, en el lugar de las
Moiras (las tres Parcas), acompañaron al nacimiento del héroe, le otorgaron sus
niño por fuego, pero éste no se asustaba [I, 1188]. Pasar a un niño pequeño por fuego
recuerde quién es y añore el regreso al hogar, pero ante el recuerdo de sus hazañas
infantiles (hazañas, por otro lado, inventadas por Kazantzakis para su héroe), Odiseo
El canto-relato que hace Ulises como un aedo a los feacios es verídico desde la
también su familia, su reino y su isla son, como los peligros que superó para llegar hasta
imagen que uno hace de sí mismo para los demás mediante la narración. Cuando uno ha
contarse a sí mismo y a los demás su historia para recordar. Pero no solo eso, también
necesita confirmar en el relato de los otros, en el sentir del pueblo que representa la
canción del aedo, que es reconocido y que se reconoce. Al volver a contarse a sí mismo
psicología infantil), el aedo, los demás, determinamos la forma en que esa identidad se
construye.