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BENEMÉRITA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE PUEBLA

De la democracia directa a la democracia representativa;


una semblanza del recorrido histórico,

Autor (es):

Benemérita Universidad Autónoma de Puebla

Abstrac: Se presentan las bases teóricas generales que históricamente


confluyeron en la democracia. Tras la definición del termino general se exponen
los componentes esenciales de la democracia. Se definen diferentes clases de la
democracia señalando las características de la democracia directa y
representativa para poder acercarse a esbozar un concepto de la actual
democracia participativa donde la participación ciudadana constituye el punto más
fluido o directo entre lo que comúnmente se conoce como una relación entre el
ciudadano y el Estado.

Palabras Clave: Democracia, Democracia Participativa, Democracia


Representativa,
Introducción
Los orígenes de la democracia

Abordando la democracia en sus grandes rasgos, no pasa desapercibido que es la


forma de gobierno por la que han optado la mayoría de los países en la actualidad.
Encontró sus orígenes en Grecia, y con el estallar de las revoluciones
democrático-liberales en los Estados Unidos y Francia rápidamente se fue
ampliando su presencia ideológica por el Continente Americano y Europa, no sin
sus esperados opositores y obstáculos, tomando en cada caso formas maleables
según las circunstancias del país que la invocaba. Como se ha mencionado arriba,
la democracia, es tan antigua como termino y palabra, que su origen, comprensión
y los primeros albores de su existencia remontan al pasado de los pueblos de
Grecia.
Esta palabra está compuesta por dos vocablos griegos; “demos”, que representa
la concepción de "el pueblo"; y Kratos o Katrein, cuyos significados, en ese orden,
son “autoridad” y "gobernar". Así, obtenemos que en su significado más puro
quiere decir “Gobernado por el pueblo” o bien “La autoridad en el pueblo”.

Entre todas, la notoriedad y reconocimiento como cuna de la Democracia


pertenece a Atenas. Sus ilustres habitantes, los atenienses, dieron la pauta para la
génesis de los ideales democráticos, actuaron, vivieron acorde y ejercieron en
base a esos principios. Fue en este lugar, en tan remoto tiempo, donde se vería
nacer a la Democracia mediante la teorización de los fundamentos e instituciones
necesarios para erigir el arquetipo al que más tarde, cualquiera citaría como fuente
y modelo.
Dichos albores democráticos surgirían bajo la forma de asambleas aristócratas, un
tipo de parlamentos que congregaba a los miembros de clases dominantes,
quienes elegían a un Rey. A pesar de esto, existieron varios reyes que
gobernaban sin estar sometidos a estas asambleas ya que la monarquía en
Grecia fue hereditaria y electiva, donde el pueblo era un espectador y no
participaba directamente en el proceso de decisiones.
Durante los 700, en Grecia se vio revolucionada con una nueva mentalidad, los
hombres empezaron a pensar que podían gobernarse por sí mismos, al tiempo
que se ponían en duda el derecho divino que envestían los reyes y la aristocracia
de la época. Así, Grecia inicia su historia conviviendo con la democracia,
monarquía e incluso, tiranías que difícilmente tenían que ver con la primera.
Es Atenas, la ciudad estado que demuestra cómo mantener una democracia
organizada y estable. Para esto influyeron personajes determinantes como
Demóstenes, Efialtes y Pericles, quienes consolidan el pensamiento democrático
en ese entonces, de esta manera en el vaivén de su desarrollo temporal, la ciudad
asume un nuevo orden político y jurídico que finalmente construye la democracia
como forma natural de vida.
Surge así la primera Constitución en Atenas, nacen ilustradas y fragantes, las
primeras leyes escritas, las magistraturas y los consejos. Aun en esta joven
democracia, donde el pueblo no fue ciudadano activo, los atenienses celebraban
la sabiduría, bonanza y tolerancia que emanaba de su intrincado sistema de
gobierno hasta la cotidianeidad de la vida diaria, donde se gozaba de libertad y
dignidad humana.
Con estos antecedentes, la humanidad comienza su larga trayectoria
desarrollando y construyendo, a medida que su pensamiento madura y
evolucionan formas más alejadas o cercanas a la democracia moderna. Aunque
en el pasado la democracia parecía mas bien, poco atractiva pues “existía una
jerarquía social y un orden legal y la democracia era incompatible con ambos”
(John Dunn, La agonía del pensamiento político occidental, 5) sin duda, Grecia
durante dos siglos y medio hizo por la democracia lo que ningún pueblo jamás
había hecho antes ni después, hasta el siglo XVII cuando se despertó de un
extenso periodo de obscuridad.
Antes de esto, la democracia era severamente castigada mediante razonamientos
tan profundos como de burla por la imposibilidad de su práctica. En 1700, es
comprensible que a los pensadores les pareciera absurdo consultar la opinión de
un pueblo vejado e ignorante y aun de tener disposición a ello, los métodos
estaban muy por fuera de su capacidad social. Nuestra querida Grecia, donde la
democracia alcanzara su brillante aparición, quedaba a milenios de distancia.
En Francia, seria donde se recobrara tenuemente al principió y con fiereza en el
desarrollo, la aparición del termino “demócrata” de manera, peyorativa. Sin
embargo, esto basta para alimentar la flama ideológica europea y resucitar
lentamente las implicaciones del concepto griego.
Durante los dos siguientes siglos (XVII y XIX) la democracia florecía y se
encaramaba fuertemente a la vida pública, luchando arduamente contra sus
detractores.
Definición de democracia

En general al conjunto de ideas, principios e instituciones que encuentra cimientos


en la libertad, la igualdad, en el pluralismo político y en la solidaridad, lo
conocemos como democracia. Es evidente su consolidación como sistema
político, pero también hay que apreciar que constituye un modelo de Estado, un
tipo de gobierno y una forma de vida. Si somos más prácticos, es imposible pasar
de largo sobre la forma en que se desarrolla la democracia en la actividad
económica y social, formas de democracia que bien se pueden abordar por
separado pero que se complementan y dependen de la existencia de la
democracia en el sistema político.
El sistema democrático basa su forma de gobierno en el ejercicio de los valores de
tolerancia, respeto a la oposición que confluyen en una sociedad justa y libre. En
tanto, Pierre-Joseph Proudhon tiene una opinión muy particular sobre la definición
de democracia.

Y ¿qué es la democracia? La soberanía del pueblo, o mejor dicho, de la


mayoría nacional. Siempre la soberanía del hombre en lugar de la
soberanía de la ley, la soberanía de la voluntad en vez de la soberanía de
la razón; en una palabra, las pasiones en sustitución del derecho. Cuando
un pueblo pasa de la monarquía a la democracia, es indudable que hay
progreso, porque al multiplicarse el soberano, existen más probabilidades
de que la razón prevalezca sobre la voluntad: pero el caso es que no se
realiza revolución en el gobierno y que subsiste el mismo principio. (Pierre-
Joseph Proudhon (¿Qué es la propiedad? 1840)

Este tipo de discusiones hacen innegable que al menos a nivel empírico se


encuentran diversas expresiones o tipos de democracia, por ejemplo: de tipo
presidencial o parlamentario, de tipo francés o inglés; proporcionales o
mayoritarias, y así sucesivamente.
Aunque lo más convincente es quizá que sólo existen teorías democráticas en
plural, cuyos elementos grupales son diferenciables e irreductibles unos con otras.
Nuestro primer gran grupo concibe la teoría de la democracia como un tronco del
que después nacen múltiples ramas. La segunda óptica las percibe como
constituyendo en sí un árbol cada una. Este resultado nos hace perceptible que el
confluir en una definición tajante de democracia es un reto y sin duda alguna, uno
difícil, pero tomando en cuenta el marco anterior se puede definir a la democracia
como un sistema político que comprende determinados valores y principios como;
la libertad individual, la igualdad jurídica y en la dignidad de la persona humana,
sistema donde se reconoce que el poder reside en el pueblo y se revalora a la
persona como humano con derechos reconocidos dentro de un marco de respeto
a determinadas reglas preestablecidas, en pro de una convivencia pacífica,
armónica y saludable.

La democracia es principalmente un régimen político que engloba la particular


forma de encarar el Estado, mediante la característica especial de organización y
convivencia social, que involucra el ejercicio del poder por el pueblo.
Para finalizar, abordarla desde el punto de vista jurídico, sociológico, y filosófico
podemos acaparar los fundamentos principales y hacer un esfuerzo por
cohesionarlos diciendo que la democracia es el modelo donde el poder reside en
el pueblo y este se maneja en función al cumplimiento de normas, principios y
reglas que tienen por objetivo conservar el respeto a los derechos fundamentales
del hombre, fundado todo sobre el deseo de lograr una sociedad armónica donde
convivan en un marco de respeto y tolerancia, hombres y mujeres libres.

Los valores, principios y reglas que incluye la democracia

Como se puede apreciar, la democracia es un ente conceptual abstracto cuya


solidificación se concreta mediante el desdoblamiento práctico sobre la realidad
social humana. A pesar de la dificultad para congregar todos los tipos e
implicaciones de la democracia en un solo concepto, es relativamente sencillo
apuntar los aspectos comunes de su anatomía o, en otras palabras, distinguir
aquellos aspectos que le otorgan identidad como concepto o fenómeno.
Como se ha expuesto durante el proceso de definición, la democracia es un
sistema político que se diferencia esencialmente de los demás debido a la
especificad de sus atributos como la libertad, la igualdad, la solidaridad, la justicia
y la dignidad humana.
Básicamente cada estado que desee adoptar el modelo democrático encuentra su
justificación en la conservación de dichos atributos ya que, la inobservancia de
cualquiera de esos principios basta para convertir su modelo en cualquier sistema
político menos, en una democracia. Estos valores y principios en la democracia
moderna están claramente plasmados en las constituciones políticas con amplitud
tal que se moldean libremente en los contenidos que se desarrollan dentro de una
Constitución.
La importancia de los valores y principios democráticos es tal, que conviene
esbozar su significado a continuación, a fin de tenerlos firmemente presentes.

La libertad

En su forma más general la libertad es un derecho inherente a los ciudadanos, es


el respeto innegable a la existencia del derecho de todo ser humano a vivir y
desarrollarse plenamente, sin afectar el derecho de los demás.
Dentro de la democracia, la libertad adopta también las vestiduras que confieren a
cada ciudadano la capacidad y el derecho a participar activamente en la vida
política de su sociedad, de diseñar la preparación y adopción de las decisiones
colectivas que le incumben directa o indirectamente. Es de la implicación que tiene
el reconocimiento de la autodeterminación de los seres humanos es lo que
sostiene el principio democrático fundamental de la soberanía popular.

La igualdad
La igualdad se traduce en derechos, pero no se puede pensar en esta sin admitir
la inexistencia que tienen ante la ley los privilegios, favores o preferencias entre
las personas. En otras palabras, la igualdad puede partir de la percepción negativa
del no dar, para asegurar su reconocimiento. Sin embargo, esto no implica que se
desconocen las diferencias por asuntos externos o intrínsecos al individuo.
Así la igualdad asevera el reconocimiento de los derechos civiles y políticos de
cada individuo y resguarda el respecto en la práctica de estos derechos al
hacerlos inmunes a las distinciones que la edad, sexo, fe religiosa, ocupación o
rango socioeconómico, puedan corresponder a distintos individuos. Es decir,
eliminando los motivos que puedan atribuir privilegios a grupos con características
concretas se garantiza un trato igualitario ante el accionar de la ley.
Por esto la igualdad de las personas ante el ordenamiento jurídico y en la
aplicación de este se establece como derecho fundamental y como principio del
constitucionalismo moderno.

La solidaridad
Cuando hablamos de solidaridad, apelamos a una característica de la naturaleza
humana que involucra a la capacidad empática que los individuos haciéndolos
comprometerse dentro de su grupo de pertenencia social en la construcción de
proyectos comunes. Pero la solidaridad no solo se aborda desde el aspecto
individual e innato, también adquiere mayores dimensiones cuando, dentro de la
democracia instaura la responsabilidad implícita del Estado y de la sociedad que
representa, de actuar en búsqueda del interés común y de tomar una actitud
solidaria durante escenarios de contingencias o circunstancias que sobrellevan
determinados sectores de la sociedad. Por este motivo, la solidaridad se hace
presente mediante la génesis imperceptible e inusitada de un vínculo ético que
comparten quienes componen determinada sociedad política.
Fielmente apegada a una posición normativa, la solidaridad aparece encaminada
a enarbolar aquellos puros sentimientos que inspiran a los hombres a procurarse
ayuda mutua y que reafirman la convicción de la necesaria e ineludible
pertenencia social donde la vida comunitaria se establezca y organice en
dependencia de un fin compartido y cuyos beneficios alcancen a todos los que la
forman.

La dignidad humana
La observancia de este valor involucra la indispensable fundación derechos,
civiles, políticos, económicos, sociales y culturales, ya que es impensable un
estado holístico de valoración a la existencia humana que no involucre la
protección en forma conjunta y coordinada de sus derechos en todos los ámbitos
en el devenir de su desarrollo individual, social e incluso espiritual.
Por esto para hablar de respeto y protección a la dignidad humana es necesaria la
máxima eficacia en el aseguramiento de las distintas ramas de derechos. Ya que
este valor procura a la persona como un fin en sí mismo y no como un medio, los
Estados democráticos que se sustentan en este principio se ven movidos a
estructurar su orden político, social y jurídico, para poder garantizar las
condiciones básicas para que la persona pueda cumplir con su proyecto de vida.
En sujeción con este principio, el Estado no solo procederá con respeto de la
libertad del individuo y de los derechos fundamentales como fines para su acción,
sino que convendrá proporcionar las reglas mínimas para que el propio individuo
pueda lograr el desarrollo de su personalidad y la libre elección de sus planes de
vida. Esto es, el cuidado por preservar ante todo la dignidad humana.

La justicia
Además de ser un valor ético universal mediante el cual se le da a cada
persona lo que le pertenece, es un concepto referencial, es decir, opera en función
a un supuesto que puede girar en torno a criterios que ya se han tratado como la
dignidad humana, o bien, criterios mas generales como la ley y el bien común.
por lo mismo en una sociedad democrática la justicia se manifiesta entre otras
circunstancias; mediante la actividad política y los principios de apego a esta que
establecen un marco adecuado para las personas e instituciones que conformen
una sociedad con el fin de beneficiar a la civilización humana. Esto autorizando,
prohibiendo y permitiendo acciones específicas en la interacción de los individuos
y entidades formadas por individuos.

Los principios democráticos

En torno a los valores fundamentales, se ciñen principios igualmente necesarios y


específicos como: el principio de pluralismo, la tolerancia, la reciprocidad, la
participación, la responsabilidad, el diálogo, el debate, el principio de mayoría, el
consenso, la oposición etc. Pero aquí nos ocuparemos de aquellos tres más
imprescindibles para comprender a la democracia.

Principio de la división y equilibrio de poderes


Para evitar extendernos, es un principio que se coloca sobre la organización
política del Estado de Derecho, mediante el cual, se pretende que las diversas
labores de la autoridad sean ejecutadas por órganos separados que convivan en
una relación de control mutuo.
De esta manera se garantiza hasta cierto grado evitar la arbitrariedad del poder
público y, por ende, obtener garantías para la libertad individual.

Principio democrático

Este principio reconoce, la libertad de opinión, la tolerancia, el rol activo de los


ciudadanos en los asuntos públicos, la organización del poder en torno al criterio
de la división, equilibrio y control; el respeto de los derechos humanos; así como la
elección y renovación periódica de los gobernantes.
El principio democrático, también es un principio legitimador ya que le permite la
validez y legitimidad de la Constitución. Y alude no solo al reconocimiento de que
toda competencia, atribución o facultad de los poderes constituidos emana del
pueblo y de su voluntad plasmada sino también a la necesidad de que dicho
reconocimiento originario se proyecte como una realidad constante en la vida
social del Estado.

Principio de constitucionalidad,
El principio de constitucionalidad es la afirmación de la soberanía constitucional, la
primacía e inviolabilidad de la Constitución, donde gobernantes y gobernados se
someten a la autoridad de la Constitución. Se reconoce de forma consciente y
absoluta, la existencia y respeto a una estructura u orden constitucional, al cual se
encuentran articuladas y sometidas, todas las leyes y demás normas jurídicas. La
constitucionalidad, significa la defensa efectiva de la Constitución y al orden que
proyecta, en procura de garantizar, a través de instrumentos procesales, la
protección de los derechos fundamentales de las personas.
La ley, por primera vez en la época moderna, viene sometida a una relación de
adecuación, y por tanto de subordinación, a un estrato más alto de derecho
establecido por la Constitución.
La democracia directa

En la democracia los ciudadanos pueden involucrarse directamente en los asuntos


públicos, este es precisamente el estilo político usado por los griegos, donde los
miembros de la comunidad acudían de forma personal para discutir o debatir las
decisiones que debían tomarse para la conducción de la sociedad. Pero en la
antigua Grecia, la participación era un derecho que gozaban solo aquellos
reconocidos como ciudadanos, es decir, se excluía a esclavos, los menores de
edad y a las mujeres.
Es decir, se seguía sin contemplar a la mayoría de los pobladores para opinar y
expresarse acerca de los asuntos públicos.
Bajo este mecanismo en el que cada uno de los integrantes asociados a
determinada organización o grupo social, pueden exhibir en un ambiente de
igualdad sus opiniones, iniciativas, propuestas y orientaciones para que estas
ideas congregadas actúen directamente sobre el funcionamiento y la dirección de
esta.
El núcleo de la democracia directa yace en la importancia de la decisión y en la
observancia de acuerdos mutuos respetados solemnemente para la participación
común dentro los procesos de toma de decisiones políticas, donde cada asociado
tiene el poder de expresión y representación de sus propios intereses en un marco
de igualdad reciproca de derechos y obligaciones.
Hoy en día, las sociedades han evolucionado en complejidad y en dimensiones
sociales, demográficas e ideológicas, por lo tanto, la democracia directa es un
método de difícil aplicación y poca practicidad, al menos, en su forma más pura.
Podemos apreciar mejor la forma de la democracia directa, en un sencillo ejercicio
comparativo con la democracia representativa, donde la clara diferencia se aprecia
en el rechazo a cualquiera que funja como representante para hablar en nombre
de otro o para actuar en su lugar.
La democracia representativa

Esta la democracia representativa inexorablemente ligada a nuestra forma de


democracia moderna donde la participación y el poder del pueblo radica en la
facultad de elegir a un individuo o a un grupo de individuos para que estos en su
nombre decidan y participen activamente en los asuntos del concernir público. Es
el tipo de democracia en el que el poder político proviene del pueblo, pero no es
practicado por este, sino que se ejerce mediante los representantes elegidos por
el voto.
De esta manera, la democracia moderna garantiza que sea el pueblo quien tome
las decisiones transcendentales en el avance social. Por esto en toda democracia
representativa se crean sistemas donde los individuos que poseen el poder del
pueblo adopten las decisiones o realicen nombramientos de autoridades y
gobiernen la comunidad en nombre de su beneficio. Los elegidos conforme con
las normas democráticas, representan al pueblo en las tareas de gobierno. Estos
hombres y mujeres designados representaran también al pueblo en las distintas
funciones que se les encomienda desempeñar.

Es decir, son solo unos cuantos elegidos los que encarnan la voz y voluntad del
pueblo en las tareas de gobierno, en las tareas legislativas o en los respectivos
órganos públicos.

Es importante aclarar que la representación del pueblo en la democracia moderna


no garantiza el total cumplimiento de la voluntad de la mayoría. Hay ciertas
capacidades donde se permite la expresión libre de la voluntad del pueblo, pero en
la mayoría de los modelos actuales, se establecen los límites y se consagran
derechos y principios de protección a la persona como humano.
Por esto se dice que “Las democracias contemporáneas contemplan diversos
factores como es el respeto de los derechos y libertades fundamentales mediante
el reconocimiento de éstos en la Constitución y garantizándolos por
procedimientos expresamente establecidos en ésta misma”.
Democracia Participativa

Se da por hecho que la definición de democracia participativa incluye las premisas


que declaran características generales, dicho de otra manera, la definición más
simple involucra aspectos descriptivos y epidérmicos. así nos encontramos que la
democracia directa es aquella donde las disposiciones son tomadas por
representantes electos democráticamente, y estas decisiones al mismo tiempo son
influenciadas por los votantes o ciudadanos organizados mediante diferentes
instrumentos, métodos o formas de organización; sin embargo, la democracia
participativa posee un significado tan amplio que puede trastocarse dependiendo
de la óptica bajo la cual se observe.

El concepto de democracia participativa se manifiesta claramente en la segunda


mitad del siglo XX, es en la década de los sesenta y setenta cuando comienzan a
producirse cambios económicos y sociales, producto de la popularización de
prácticas adoptadas en diversos países.

Un caso preciso es el de los presupuestos participativos que dan pauta a la


generalización de un concepto más tarde abordado como referente practico y
teórico. “Los presupuestos participativos se originan en Porto Alegre a partir de la
comprensión de lo político y muestra que una lucha exitosa debe combinar los
recursos jurídicos y políticos y se debe recurrir a la legalidad estatal además de a
la legalidad no estatal” (Sousa Santos, 281)

El parteaguas que los presupuestos participativos marcaron en la historia para la


democracia participativa radica en que “son un proceso para adoptar decisiones
que se basan en reglas generales y criterios de justicia distributiva discutidos y
aprobados por órganos de participación regulares e institucionales en los cuales
las clases populares tiene una representación mayoritaria” (Sousa Santos 289)

De esta manera, se hace visible a partir de la década de los noventas, la


dispersión mundial de diferentes prácticas que mucho tienen que en común con
los perceptos de la democracia participativa, alentadas esta por movimientos
organizados desde la sociedad civil, instituciones políticas, la presión social y la
colaboración institucional.

Es innegable que la democracia participativa nace directamente de las profundas


virtudes de la democracia representativa donde el pueblo ejerce de forma
inmediata y directa las funciones públicas que se le atribuyen, sin embargo, a raíz
de las nuevas necesidades ideológicas y prácticas, se comienza a elaborar una
nueva visión de la democracia.

A pesar de esto, nuestra democracia participativa parece unida fraternalmente a la


ejecución de mecanismos representativos, y no solo eso, en su mutua necesidad
los complementa haciendo imposible disolver los conceptos entre esta y la
democracia representativa donde el pueblo no delibera ni gobierna por sí, sino a
través de sus legítimos representantes y es aquí donde la complementariedad de
la democracia participativa se hace evidente al prometer en la actualidad además
del derecho fundamental de la participación ciudadana (que se ejerce
bilateralmente en la participación indirecta relacionada con el sufragio para la
elección de representantes o delegados en diferentes ámbitos del ejercicio del
poder y con la participación a través de los representantes legislativos, para elegir
a los integrantes de la dirección de los otros Poderes del Estado) también
exteriorizarse a través de diversos mecanismos, en instancias del Estado
reguladas y contempladas por normas jurídicas. Por lo tanto, la democracia
representativa da paso a la democracia participativa sin contradicciones obvias
como las existentes entre la primera y su antepasado griego, donde se oponían
drásticamente los métodos de empoderamiento ciudadano.

Se le atribuye además a la denominación de democracia participativa, varios


asuntos que van desde el rescate de la imagen de democracia directa hasta a la
búsqueda de la participación ciudadana en la formulación de políticas en forma de
autogestión social en donde el objetivo principal, es involucrar al conjunto de la
ciudadanía en el proceso de toma de decisiones sobre cuestiones públicas
La democracia participativa, se afirma en la actualidad como un modo de
moderación sobre los representantes, y se materializa a través de
comunidades organizadas, quienes intentan influir de diversas formas para
que una determinada política pública sea adoptada u otra sea desechada;
presupone un proceso de crecimiento de la responsabilidad política de la
población, en la medida en que ésta participa e influye en las decisiones
que afectan el modus vivendi (Peraza 2005)

6que piensan a la comunidad poseedora de información sobre los aspectos de las


políticas públicas, de otra manera no se puede justificar que la participación se
pondere a la ejecución de propuestas que tengan un efecto real de la sociedad
civil sobre la sociedad política. La democracia participativa enmarca así la relación
entre el Estado y la sociedad, haciendo notable su existencia Dual, según Peraza,
como medio de socialización de la política y como forma de ampliar el campo de lo
público hacia las esferas de la sociedad civil. Es comprensible entonces que para
Cunill “la democracia participativa sea un proceso de consulta, de decisión o
control de los ciudadanos ante las políticas públicas”.

Para cumplir literalmente con Cunill no podemos dejar de mencionar los


instrumentos, métodos y procedimientos mediante los cuales la democracia
participativa asegura la importancia que alberga su concepto mismo, de la
participación del pueblo o de los ciudadanos en los asuntos públicos y que por
ende usa de forma individual o colectiva, para ayudarlos a participar según sus
necesidades del ejercicio del poder. Estos instrumentos son reconocidos como
mecanismos de participación y control ciudadano, permiten ampliar las
oportunidades del pueblo para participar en la actividad política. Dichos
mecanismos de participación ciudadana son el referéndum, la consulta popular, la
revocatoria, la remoción, la iniciativa de reforma constitucional, la iniciativa
legislativa, la rendición de cuentas, etc.
La organización ciudadana a través de estos instrumentos, gobierna bajo el
nombre de su modelo participativo. Para mayor claridad García Vílchez los
clasifica en los siguientes cuatro grandes grupos de mecanismos e instancias.

Acción y participación ciudadana.

Participación y derechos políticos

Participación comunitaria en la gestión publica

Participación comunitaria en la acción social y la gestión empresarial

En marco con lo anterior, es más factible atreverse a crear una aseveración que
intente la determinación del concepto que es la democracia participativa

El uso contemporáneo del término en las discusiones doctrinales sobre la política


y los regímenes políticos es muy variado, pero con lo anterior se puede afirmar
que este tipo de democracia no es otra cosa más que la tentativa de adaptar el
modelo democrático a las necesidades que surgen de las complejas sociedades
modernas y que consiste en una serie de instrumentos mecanismos e instancias
que pretenden complementar y evolucionar la democracia representativa
basándose en la participación directa en el gobierno, la deliberación en la
formación de la opinión política y la participación consultiva eventual del
ciudadano; haciéndola más interactiva al aumentar las medidas y la frecuencia de
prácticas de intervención popular. Todo esto, en grandes rasgos con la pretensión
de aproximar el gobierno a los ciudadanos, someterlo a la limpidez de sus
acciones y al riguroso control de los ciudadanos y ahondar en el ejercer del
derecho a la participación en cualquier momento del proceso político

Es importante aclarar que cualquier definición de democracia no se convierte en


un concepto cerrado o acabado, ya que al ser producto de las sociedades en su
desarrollo ideológico es obligatoria su formación evolutiva, composición que no ha
parado desde los anales de nuestra historia, que se pasea durante la ilustración
hasta nuestros días, incorporando elementos, grecorromanos en la antigüedad y
del imaginario cristiano del medioevo. Por ello, conocer e ir dibujando su
significado en las letras de la sociedad en turno, es una actividad tan necesaria
como los altos valores que la democracia en general representa.
Conclusiones

La democracia participativa ha surgido después de una evolución histórica donde


ha ido adaptando e incorporando elementos teóricos y prácticos que finalmente se
irían consolidando en la democracia directa, representativa y, participativa.
Aunque en esta línea temporal se representa de manera simplista el desarrollo y la
implementación de la democracia, es una verdad irrefutable que es este avance
lineal lo que daría forma a la democracia participativa como el poder que logra el
pueblo a través de la participación organizada de sus miembros.

Se ha señalado con anterioridad que, la democracia representativa y la


democracia participativa no se excluyen, a pesar de surgir una con el propósito de
recuperar el prestigio de la otra, son complementarias debido a las necesidades
actuales. Sin embargo, estas democracias que parecen tan cercanas se rigen por
principios diferentes.

La democracia participativa se exterioriza de múltiples formas; usa el referéndum y


el plebiscito incluso llega a mediarse con el trabajo solidario de los miembros de la
comunidad en diversas tareas y momentos del proceso de decisión e
implementación de determinaciones.

Y es que solo la participación explica el funcionamiento de la democracia, esta no


puede existir sin d la sociedad civil apática o incapaz. La democracia, o lo que
intentamos hacer pasar hoy por una democracia ésta no puede hallarse en los
pueblos del mundo sin que sus pobladores tengan la voluntad y la capacidad de
actuar en defensa de sus valores e instituciones.

Como John Dunn afirma, actualmente los estados se atribuyen al termino


democracia por el simple hecho de ser virtuoso en el imaginario colectivo, se
llevan a cabo practicas en algunos casos y en otros, pantomimas de lo que ese
concepto verdaderamente debería implicar. Por eso a la desgastada democracia
representativa se añade la necesidad de una participación activa en todo momento
que sea perfectamente capaz de influir en las decisiones de quienes representan a
los pueblos, para asegurando así que toda decisión este subyugada a las
peticiones, necesidades, expectativas y voluntades de los diferentes grupos que
integran una nación.

De estos principios y de estas voluntades se crea la democracia participativa,


donde la la actitud individual del ciudadano y su interés en la organización de la
colectividad obligatoriamente lleva a lograr objetivos concretas: mayor seguridad,
mejores servicios públicos, mayor producción y mejor nivel de vida.
Dunn, John. La Agonia del Pensamiento Politico Occidental. Madrid España.
Cambridge University Press 1996

De Sousa Santos, Boaventura y Cesar A. Rodríguez Garavito. El derecho y la


globalización desde abajo. México: Anthropos Editorial, 2007.

Peraza, Arturo. “Democracia participativa y Derechos Humanos”. Revista Aportes


Andinos. No. 13. Gobernabilidad, democracia y derechos humanos. Marzo 2005
Disponible en http://repositorio.uasb.edu.ec/bitstream/10644/791/1/RAA-13-
Peraza-Democracia%20participativa%20y%20derechos%20humanos.pdf

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