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La libertad
La igualdad
La igualdad se traduce en derechos, pero no se puede pensar en esta sin admitir
la inexistencia que tienen ante la ley los privilegios, favores o preferencias entre
las personas. En otras palabras, la igualdad puede partir de la percepción negativa
del no dar, para asegurar su reconocimiento. Sin embargo, esto no implica que se
desconocen las diferencias por asuntos externos o intrínsecos al individuo.
Así la igualdad asevera el reconocimiento de los derechos civiles y políticos de
cada individuo y resguarda el respecto en la práctica de estos derechos al
hacerlos inmunes a las distinciones que la edad, sexo, fe religiosa, ocupación o
rango socioeconómico, puedan corresponder a distintos individuos. Es decir,
eliminando los motivos que puedan atribuir privilegios a grupos con características
concretas se garantiza un trato igualitario ante el accionar de la ley.
Por esto la igualdad de las personas ante el ordenamiento jurídico y en la
aplicación de este se establece como derecho fundamental y como principio del
constitucionalismo moderno.
La solidaridad
Cuando hablamos de solidaridad, apelamos a una característica de la naturaleza
humana que involucra a la capacidad empática que los individuos haciéndolos
comprometerse dentro de su grupo de pertenencia social en la construcción de
proyectos comunes. Pero la solidaridad no solo se aborda desde el aspecto
individual e innato, también adquiere mayores dimensiones cuando, dentro de la
democracia instaura la responsabilidad implícita del Estado y de la sociedad que
representa, de actuar en búsqueda del interés común y de tomar una actitud
solidaria durante escenarios de contingencias o circunstancias que sobrellevan
determinados sectores de la sociedad. Por este motivo, la solidaridad se hace
presente mediante la génesis imperceptible e inusitada de un vínculo ético que
comparten quienes componen determinada sociedad política.
Fielmente apegada a una posición normativa, la solidaridad aparece encaminada
a enarbolar aquellos puros sentimientos que inspiran a los hombres a procurarse
ayuda mutua y que reafirman la convicción de la necesaria e ineludible
pertenencia social donde la vida comunitaria se establezca y organice en
dependencia de un fin compartido y cuyos beneficios alcancen a todos los que la
forman.
La dignidad humana
La observancia de este valor involucra la indispensable fundación derechos,
civiles, políticos, económicos, sociales y culturales, ya que es impensable un
estado holístico de valoración a la existencia humana que no involucre la
protección en forma conjunta y coordinada de sus derechos en todos los ámbitos
en el devenir de su desarrollo individual, social e incluso espiritual.
Por esto para hablar de respeto y protección a la dignidad humana es necesaria la
máxima eficacia en el aseguramiento de las distintas ramas de derechos. Ya que
este valor procura a la persona como un fin en sí mismo y no como un medio, los
Estados democráticos que se sustentan en este principio se ven movidos a
estructurar su orden político, social y jurídico, para poder garantizar las
condiciones básicas para que la persona pueda cumplir con su proyecto de vida.
En sujeción con este principio, el Estado no solo procederá con respeto de la
libertad del individuo y de los derechos fundamentales como fines para su acción,
sino que convendrá proporcionar las reglas mínimas para que el propio individuo
pueda lograr el desarrollo de su personalidad y la libre elección de sus planes de
vida. Esto es, el cuidado por preservar ante todo la dignidad humana.
La justicia
Además de ser un valor ético universal mediante el cual se le da a cada
persona lo que le pertenece, es un concepto referencial, es decir, opera en función
a un supuesto que puede girar en torno a criterios que ya se han tratado como la
dignidad humana, o bien, criterios mas generales como la ley y el bien común.
por lo mismo en una sociedad democrática la justicia se manifiesta entre otras
circunstancias; mediante la actividad política y los principios de apego a esta que
establecen un marco adecuado para las personas e instituciones que conformen
una sociedad con el fin de beneficiar a la civilización humana. Esto autorizando,
prohibiendo y permitiendo acciones específicas en la interacción de los individuos
y entidades formadas por individuos.
Principio democrático
Principio de constitucionalidad,
El principio de constitucionalidad es la afirmación de la soberanía constitucional, la
primacía e inviolabilidad de la Constitución, donde gobernantes y gobernados se
someten a la autoridad de la Constitución. Se reconoce de forma consciente y
absoluta, la existencia y respeto a una estructura u orden constitucional, al cual se
encuentran articuladas y sometidas, todas las leyes y demás normas jurídicas. La
constitucionalidad, significa la defensa efectiva de la Constitución y al orden que
proyecta, en procura de garantizar, a través de instrumentos procesales, la
protección de los derechos fundamentales de las personas.
La ley, por primera vez en la época moderna, viene sometida a una relación de
adecuación, y por tanto de subordinación, a un estrato más alto de derecho
establecido por la Constitución.
La democracia directa
Es decir, son solo unos cuantos elegidos los que encarnan la voz y voluntad del
pueblo en las tareas de gobierno, en las tareas legislativas o en los respectivos
órganos públicos.
En marco con lo anterior, es más factible atreverse a crear una aseveración que
intente la determinación del concepto que es la democracia participativa