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RESUMEN: A partir de la localización de cerca de treinta lugares de la Idea

de un príncipe político cristiano (1640) de Diego de Saavedra Fajardo que constituyen préstamos literales
del Príncipe y los Discursos de Maquiavelo, con lo

que se amplía un anterior tratamiento por K. H. Mulagk (1973), se analiza la

«influencia» maquiaveliana en tres niveles: en el simple aprovechamiento de

ejemplos o comentarios históricos aislados de las obras de Maquiavelo; en la

elaboración de un ideal de príncipe como alternativa consciente al de Maquiavelo, especialmente en el


capítulo 18 del Príncipe, aunque reteniendo muchos

elementos de éste; y en la consideración de los problemas de cómo asentar un

gobierno «nuevo» (o sea, tras una sucesión en una monarquía) y de cómo convertir una tiranía en un
gobierno legítimo y justo. Se concluye que pese a la

diferencia entre las pretensiones de uno y otro autor, Saavedra ha asumido de

buen grado la problemática propia del maquiavelismo, aunque busca la solución a través de una síntesis
con el pensamiento ortodoxo.

1. Aunque en la Idea de un príncipe político-cristiano de Diego de Saavedra Fajardo confluyen múltiples


corrientes y motivos, hasta poder considerársela como un acabado reflejo de toda la cultura de su época,
a la hora de clasificar esta obra dentro de la historia del pensamiento político el aspecto tal vez

más relevante, aquél del que se espera una más clara indicación sobre la tendencia profunda del
pensamiento del autor, es la relación con el maquiavelismo. A propósito de este «maquiavelismo» se han
solido destacar dos tipos de

evidencias en la obra. Por un lado, las argumentaciones sobre distintas cuestiones de política exterior e
interior que traslucen una actitud realista y casi

utilitaria, análoga al amoralismo maquiaveliano, aunque ciertamente sin incurrir

en los excesos de éste. Se trata aquí de un caso de «proximidad de espíritu»,

que también puede explicarse por el ambiente de la época o por la finalidad

conscientemente pragmática que Saavedra ha dado a su obra, que debe encuadrarse por ello dentro de
la literatura de la «razón de estado». Por otro lado,

tenemos las secciones en que Saavedra discute temas típicos del maquiavelismo, como el de la
disimulación o el de la naturaleza del león y la zorra. Aquí
se advierte que, al tiempo que denuncia el maquiavelismo en tanto que constituiría una doctrina
radicalmente inmoral, con lo que continúa la corriente del

antimaquiavelismo contrarreformista, Saavedra admite la relevancia de los problemas que aquél plantea
y llega a soluciones que como mínimo suponen una

transacción. Esto ha podido interpretarse como una recaída en la «heterodoxia»

o como un maquiavelismo subrepticio, para el que el antimaquiavelismo serviría de prudente pantalla.


Pero también se lo ha intentado explicar como el

resultado de un pensamiento orgánico, que tiene su razón de ser no en la

afirmación de un determinado sistema filosófico, sino en la búsqueda de una

conciliación entre los polos de la exigencia moral y de la acuciante realidad

política. Más que un pensador político, Saavedra Fajardo sería un moralista,

preocupado por encontrar reglas de acción que salven la distancia entre el

ideal moral y una situación histórica marcada por la corrupción y la lucha por

la supervivencia. El «maquiavelismo» se inscribiría dentro de este planteamiento

como un repertorio de problemas sobre los que ensayar la reflexión políticomoral, a la vez que como un
recordatorio de la exigencia de realismo a que

el pensamiento político tras Maquiavelo debe someterse. En todo ello se vería

secundado por el tacitismo, mientras que el aristotelismo, el tomismo, el estoi-

© Ediciones Universidad de Salamanca Stud, his., H.;

> mod, 19. pp. 169-196

JESUS VILLANUEVA

LA INFLUENCIA DE MAQUIAVELO EN LAS «EMPRESAS POLÍTICAS» DE DIEGO DE SAAVEDRA...

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cismo y la moral bíblica constituirían la base de los intentos de sistematización

ideal1

Esta cuestión puede volver a examinarse a la luz de un hecho sobre el


que no se ha llamado suficientemente la atención: el que Saavedra ha utilizado expresamente para la
elaboración de sus Empresas las dos obras principales del mismo Maquiavelo, el Príncipe y los Discursos
sobre Tito Livio. Tan

sólo el estudioso alemán K. H. Mulagk ha llamado la atención sobre este aspecto, ofreciendo además un
primer inventario de los préstamos maquiavélicos en

la obra saavedriana2

. Como él mismo advierte, tal inventario puede ampliarse

notablemente, hasta alcanzar una treintena de lugares, y es éste el primer objetivo del presente estudio.
Ello nos lleva a considerar la relación de Saavedra

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