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Lectura

SEMANA 8

ADULTEZ: ¿QUIÉN SOY Y QUIÉN


QUIERO SER?
Dejemos a un lado la edad y disfrutemos el ser persona
Anónimo

Gracias a Iván González… Por la inspiración en este escrito.

En ocasiones, cuando se es niño, se anhela trabajar y ser piloto de un helicóptero o


agente de policía o bombero… del mismo modo se nota el gran contraste puesto que
las niñas de edades similares buscan ser reinas de belleza, cocineras y chef expertas.
Curiosa dualidad, ya que más adelante ellas mismas desearán no haber llegado a
crecer, a ser adultas, o por lo menos desearían querer ser más jóvenes de nuevo.
Este interesante contraste resulta motivado por los pensamientos realistas a los que el
ser humano se enfrenta durante su desarrollo. Durante la adolescencia el joven
pretende salir de su modelo social – adulto para poder tener un lineamiento basado en
sus propios criterios, reglas y normas, donde no existan barreras de comportamiento
que le generen tensiones ni frustraciones, puesto que uno de sus conceptos de
idealidad es la independencia, pero lo realmente interesante de la situación es que
luego de llegar a la edad adulta, se aspira a devolver el tiempo, se idealiza volver a ser
ese niño soñador y sin responsabilidades, las cuales empiezan a llegar con el paso de
los años.
Es justamente la adultez el centro de atención del presente escrito, que se convierte en
una recopilación de datos y posiciones psicológicas relacionadas con los cambios
ocurridos en el pensamiento del ser humano justo en el momento en que está
atravesando por esta gran etapa, la edad adulta. Cabe preguntar ¿cuáles pueden ser
consideradas las características propias de la edad adulta en el ser humano? De esta
manera se cumpliría el propósito de brindar una guía a futuros lectores y personas
interesadas en el tema del desarrollo psicológico en la adultez.
Y es que a diferencia del marcado desarrollo en la etapa de la adolescencia, el de la
etapa adulta es mucho menos predecible, ya que depende de más factores, así como
de las circunstancias a las cuales se encuentra enfrentada la persona. Esto se une
directamente al contexto y por supuesto, sin ser un factor significativo, debe tenerse en
cuenta lo que muchos llamarían el factor suerte.
El período de la adultez puede situarse entre los 35 y los 65 años aproximadamente,
siendo un momento de transición, de replanteamiento de la vida y la existencia misma.
El pensamiento puede ser estructurado bajo el constante duelo por varias pérdidas,
ausencias personales o materiales, o sencillamente por carencias presentes que
desaparecen significativamente en el individuo.
La edad adulta se constituye como una etapa estresante para la mayoría de las
personas, cargada de ansiedad y presiones de diferente tipo, pero llenándose
igualmente de situaciones y oportunidades para seguir creciendo y desarrollándose en
todo su ser, logrando un gran fortalecimiento del Yo estructurado en las etapas
anteriores. Para esta etapa, una persona podría haber alcanzado la cumbre vital, por lo
que se cuenta con el mayor nivel de poder y madurez para enfrentar las situaciones que
le rodean.
Es frecuente que uno de los cambios básicos de la etapa de la adultez sea la formación
compleja de un tipo de relación que le genere y ofrezca la garantía de contar con un
soporte ideológico en su actuar constante, “… casi todos los adultos forman una
relación afectiva con otro adulto en algún momento de su vida. Esto puede ocurrir
después de graduarse de la Universidad, durante la etapa media o en la edad avanzada
adulta.”1 Lo anterior nos lleva a reflexionar sobre el hecho de que uno de los contrastes
básicos con otras etapas es la vinculación emocional que se crea con otra persona que
a diferencia de sus familias o grupos de referencia o amigos, crea para poder realizar
un programa y/o proyecto de vida y una compañía constante.
La adultez también es un tiempo de búsqueda al interior del alma, de cuestionamiento y
evaluación de los logros alcanzados a lo largo de la vida, proceso en el cual el crítico
más fuerte y objetivo debe ser la propia persona, dentro de la realidad con la que
cuenta y que ha forjado durante años pasados. Una vez que se ha logrado hacer un
balance acerca del tiempo vivido, acciones realizadas, metas logradas, sueños
frustrados y motivaciones constantes, llega la oportunidad de reaccionar y tomar
medidas de acción para tomar los puntos a favor o en contra frente a su vida; en
ocasiones éstas están definidas por eventos más o menos traumáticos y de gran
impacto para la persona como una separación, una enfermedad de gran trascendencia,
un cambio de trabajo o fuente de ingreso o cualquier tipo de modificación del plano que
ya había estructurado su contexto.

Erikson plantea “…la persona no está lista para formar este lazo íntimo hasta que ha
desarrollado un firme sentido de la identidad...”2 Erikson define la intimidad como “la
capacidad de una persona para comprometerse con una pareja…”3. Lo anterior sucede
porque es vital reconocer que lo que hace diferente a una persona en su etapa adulta
es poder responder a la pregunta ¿quién soy?, planteamiento que se hace realmente

1
MORRIS, Charles. Psicología. Méjico. Pearson p. 391.
2
ERIKSON, Erik Citado en: MORRIS, et al. Op. Cit.
3
ERIKSON, Erik Citado en: MORRIS, et al. Op. Cit.

2 [ POLITÉCNICO GRANCOLOMBIANO]
fuerte solamente cuando se logra determinar qué es lo que lo motiva, le atrae, le gusta
y lo que le disgusta.
Es justamente en la adultez cuando se desarrolla un sentimiento psicológico de los
niveles de urgencia donde el tiempo es una variable para definir cada acción futura y las
oportunidades de mejora con las que se cuenta. Los adultos reconocen que el tiempo
es algo que se puede acabar, y del mismo modo se toma conciencia de la propia
mortalidad. Así, cómo y en qué se invierte el tiempo se convierte en un asunto de gran
importancia para los proyectos futuros.
Son relativamente pocos los estudios que determinan de manera sistemática los
efectos de acontecimientos específicos de la vida sobre el desarrollo de la personalidad
del adulto, pero los datos que existen sugieren que, con la edad, tanto hombres como
mujeres se tornan menos centrados en sí mismos y desarrollan mejores habilidades de
confrontación. Estudios longitudinales han descubierto que las personas son más
benévolas, dedicadas, productivas y confiables cerca de los 45 años de edad, más de
lo que fueron a los 20 años. Así mismo, existen otros estudios que demuestran que en
los años medios, las personas sienten un creciente compromiso, responsabilidad y
desarrollan nuevas formas de adaptación y son más sosegadas en las relaciones
interpersonales, lo anterior, según el estudio realizado por Daniel J. Lavinson4.
Uno de los dilemas más grandes por los que pasan los seres humanos durante la etapa
de la adultez corresponde a la llegada de la mitad de la vida; en este momento el
hombre ha progresado en estatus y posición y se vuelve físicamente más atractivo
(para algunos) para las mujeres jóvenes; mientras que las mujeres de la misma edad,
cuya autoestima depende más de su apariencia física, se sienten menos atractivas para
los hombres (para algunos), por lo cual entran en una competencia los dos géneros en
torno a su apariencia física y contexto de interacción con el sexo opuesto. Lo anterior,
limitado y ligado por los cambios físicos que ocurren en su etapa de adultez.
La irremediabilidad de la muerte se hace presente en la edad madura. Se descubre y se
es más consciente del hecho de que la muerte es inevitable y no puede eludirse por
ninguna razón. Lo decisivo será la manera en que cada uno pueda enfrentarse a su
destino y logre aportar soluciones para su desarrollo. Mientras algunos son conscientes
de su finitud, otros prefieren evadirla, recurriendo a una negación de sus realidades y lo
que les rodea. Es así que quienes sean capaces de elaborar la muerte aprovecharán
esta etapa para construir estructuras de personalidad perdurables en el tiempo y
alrededor de cada una de sus acciones. Existen varias formas de trascender la
experiencia, a través de los logros de los hijos y sus generaciones, los proyectos, la
participación en actividades de diferente índole ya sea política, recreativa o religiosas, la
empresa de la cual hace parte y su profesión misma, entre otros.

Llegada la edad media con su consabida crisis de finitud, el pensamiento se hace más
relativo. La consciencia de finitud lleva al balance de lo vivido. Así mismo, las personas
suelen plantearse cuestiones acerca de la manera en que se ha empleado el tiempo

4
LAVINSON, Daniel. The Seasons of a Man´s Life. 1978. Recuperado el 1 de Mayo de 2012.

3
vivido: cuanto menos satisfactorio haya sido o se haya percibido, más profundo será el
repudio hacia sí mismo.
La pérdida del cuerpo joven con el que se contaba años atrás, las nuevas
responsabilidades de cuidar a los ancianos y de guiar la generación futura, inducen a la
gran mayoría a revisar su realidad y lo que le hace parte de ella. Se analiza cómo ha
transcurrido la propia vida y cómo se quiere continuar. Esto sucede en varios aspectos,
por ejemplo en la vida matrimonial o en la actividad laboral. Es frecuente la sensación
de que las expectativas que las personas se habían propuesto no han sido alcanzadas,
lo que conduce muchas veces a replantear el estilo de vida seguido hasta el momento.
Pero así como son analizados los tiempos pasados, también se construyen planes para
el futuro con una mejor directriz, lineamiento y capacidad de acción, se hace un balance
de lo vivido hasta el momento y se cuestiona cómo continuará la propia existencia.
Aparece también la necesidad de recuperar el tiempo perdido y vivir los años que
quedan de una manera distinta. Es para muchos un proceso de continuo crecimiento
intelectual, emocional y psicológico; se hace un resumen de lo que se ha vivido hasta el
momento y se logra felicitarse por la vida que ha conseguido, siendo él mismo el
moderador de su vida. El adulto se juzga, pero también se motiva constantemente, aun
reconociendo ciertos fracasos y errores. Es un período en el que se goza de los logros
personales y se contemplan los frutos del trabajo personal, acciones útiles para las
generaciones venideras.
Es así como, a la llegada de la vejez, hay aceptación del ciclo vital único y exclusivo de
uno mismo y de las personas que han llegado a ser importantes en este proceso
personal. Es la oportunidad de definir los verdaderos criterios que hacen ser al individuo
lo que es y como es realmente. A partir de entonces se supone aceptación de que uno
es responsable de la propia vida y el único que puede cambiarla para bien o para mal
cuando desee.
En la etapa adulta se genera la resolución del conflicto entre explorar las opciones
disponibles y establecer una estructura de vida estable; se dejan las opciones abiertas y
se reconoce que cada problema tiene una viabilidad diferente de acción; se adquiere
compromisos tentativos, se re-analiza las metas de la vida y lo que se ha propuesto
para ella. De esta forma surgen interrogantes como ¿habré tomado las decisiones
correctas durante mi vida? En esta etapa se da la catarsis de aquello que se ha
realizado en beneficio de los otros y de uno mismo.
Se logra estabilidad, seguridad y bienestar en la edad adulta (preparando y actuando de
manera activa un lugar en la sociedad), se desea tener un lugar en el mundo, se
esclarece las razones que hacen estar realmente activo y con una gran seguridad ante
cada factor que rodea al hombre o a la mujer. Se desarrolla la evaluación de logros y
despliegue de otra estructura de vida, estableciendo qué es lo que realmente se desea
para la vida frente a las pasiones o pulsiones que existen para luchar por los mismos.
Se llega al proceso de aceptar el destino y de reconocer que lo que se logre está bien
para sí mismo, siempre y cuando sea en beneficio del bienestar y la comodidad de las
demás personas. El encuentro de seguridad y de auto – aceptación; poder identificar
las aptitudes y conductas adoptadas, reconocidas como buenas y aceptadas por uno
mismo con el propósito de mejorarlas e identificarlas, otorga una perspectiva

4 [ POLITÉCNICO GRANCOLOMBIANO]
satisfactoria de la vida y reconocimiento de que la vida está bien y puede seguir bien y
mejorar si uno así lo desea.
La etapa adulta conlleva cambios notorios del pensamiento del individuo, el estado
máximo de rendimiento y productividad con la experiencia, lo que permite una mayor
integración del conocimiento, se determina la eficiencia relacionada con la experiencia
que ha tenido el individuo en beneficio de la propia vida y su desarrollo.
Se presentan cambios en diferentes ámbitos de la personalidad, los cuales se enfrentan
a una crisis al final de la adultez media, produciendo una reorganización o
reestructuración de la identidad, redefiniendo la imagen corporal y los pensamientos
que giran en torno al esquema corporal, tales como arrugas, canas y líneas de
expresión. Se redefinen las relaciones con los padres, los hijos y la pareja o persona
que lo acompaña durante su vida, evaluando los planes que se proyectaron desde la
adolescencia o inicios de la edad adulta, tales como gustos, placeres y eventualidades
que han quedado rezagados durante la etapa juvenil y adolescencia.
El adulto reconoce que queda poco por vivir, como se mencionó en párrafos anteriores.
Pero lo que no se planteó es que se cuestiona acerca de lo que ha hecho y lo que
queda por hacer, determinando la fase anterior a la crisis como un período muy estable,
existiendo un alto control de sí mismo; los impulsos no presionan por salir. Se debe
lidiar con la sociedad, el mundo y lo que en éstos se plantea.
El logro de estabilidad es uno de los aspectos que consiguen como un avance dado por
los cambios físicos propios de esta etapa; ello genera una fase de introversión que se
relaciona con el proceso de individuación. Al dominar las presiones externas se puede
dedicar la energía al conocimiento de sí mismo y de lo que le rodea, dando la estructura
y las bases requeridas para ser parte de sus avances, esperando a que el adulto medio
se conozca más a sí mismo, que él mismo se vuelva más auténtico porque tiene una
visión más realista de la vida. Además, también es necesario que se vivan las
relaciones con el mundo externo para que se hagan más selectivas, existiendo una
mayor tolerancia a la frustración propia, llegando al mismo tiempo al más alto nivel de
paciencia, por cada cambio que ocurre alrededor de la persona.

Las funciones yoicas se vuelven más eficientes puesto que se pueden vivir estados
emocionales sin desbordarse ni perjudicar a otros, teniendo un pleno control sobre lo
que pueda suceder en la vida. Es un proceso en el que cada ser humano tiene una
estructura firme y controlada de lo que llega a sí mismo, pero uno de los cambios
básicos consiste en lograr tener resiliencia y adaptación de lo que existe alrededor del
individuo, siendo capaz de ejercer un dominio activo sobre el mundo. Al mismo tiempo,
tiene las herramientas suficientes para enfrentar al mundo como lo percibe; así como
sucede con las capacidades de sí mismo, discriminando aspectos sutiles de la
personalidad propia y de la de los demás.
El adulto presume la continuidad del propio proyecto, posibilitando la sublimación de
aspectos agresivos frente a los más jóvenes y desarrollando el rol de tutor, que supone
la capacidad de identificarse con los logros de las personas más jóvenes y lograr ser
parte vital para la guía de cualquier individuo que haga parte de su entorno social y con
el que desee hacer parte de su recorrido bio-psico-social.

5
Cuando un adulto asume un rol de tutor favorece el desarrollo del más joven,
fortaleciendo sus habilidades, apoyando, guiando, aconsejando, facilitando el desarrollo
general de los otros, surgiendo un cambio en su pensamiento de ayuda y compromiso
con el otro. Puede cumplir un poco el rol de padrino, aprovechando sus influencias para
beneficio de quienes lo rodean.
Es necesario reconocer que así como cada etapa pretende una serie de cambios,
surgen posibilidades para encontrar un objetivo más social en las diferentes formas de
acción, enfocado a tener no sólo la garantía de venir al mundo con objetivos y
propósitos claros, sino también con un nivel de trascendencia que desarrolla criterios de
compromiso e inversión de roles que implica desarrollar una identificación con el
contexto que lo rodea y donde participa. Es un gran logro cuando el adulto se identifica
como motor de su realidad.
Cuando se llega a esta etapa, muchas pretenden olvidar sistemáticamente; añoran
regresar a esa época de ninguna responsabilidad en la cual el único compromiso era
seguir soñando cuál planeta conquistar. Se debe tener claro que cada etapa brinda al
ser humano la oportunidad de crecer y enfocarse en lineamientos para el beneficio de sí
mismo y del de los demás, con el objetivo de llegar a la ideal auto – realización.

BIBLIOGRAFÍA
ERIKSON, E. La Adultez. México: Fondo de Cultura Económica ITESO, 1981.
MORRIS, CH. Psicología. 9ª Ed. México: Prentice Hall, 1997.

[ HERRAMIENTAS PARA LA
PRODUCTIVIDAD ]

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