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Derecho y Religión
Derecho y Religión
DERECHO Y RELIGIÓN
Existía una idea personalista del derecho: éste se consideraba propio de cada pueblo
y de los individuos integrantes del mismo. Era como un privilegio del ciudadano o
miembro de la tribu, sin que el forastero tuviese protección jurídica. Por tanto, el
derecho no nació de la idea de justicia sino de la religión y no se entendía
independiente de ésta. Para que existiese una relación legal entre dos personas,
primero tenía que haber una relación religiosa (pertenecer a la misma comunidad
religiosa: tener el mismo culto y practicar los mismos sacrificios).
La relevancia que adquirió el cristianismo dentro del Imperio hizo que el Emperador
Constantino adoptase medidas políticas teniendo en cuenta esta nueva mayoría de
ciudadanos romanos y, a la vez, cristianos. Ello le indujo a aprovechar los principios
éticos del cristianismo para inspirar las constituciones imperiales y rehacer el
Imperio. El cristianismo se asentó definitivamente pero, por contra, perdió gran
parte de su autonomía, ya que el Emperador se arrogó potestades también en materia
religiosa.
Todo ello provocó que, en aquella época, apareciesen dos problemas en las
relaciones Estado-Confesiones que siempre han estado presentes:
- la utilización de la religión para consolidar una forma política determinada; y,
- por parte de la Iglesia o confesión religiosa, la búsqueda del apoyo del poder
político para expandirse.
En Occidente, el Imperio fue conquistado por los pueblos germánicos el año 476 y
Odoacro (Rey de los bárbaros) depuso a Rómulo Augústulo. El vacío de poder que
dejó la caída del Imperio Romano fue salvado por la autoridad religiosa, iniciándose
la hierocracia.
- El Cisma de Occidente.
- La crisis doctrinal, ya que la “Teoría conciliar” (surgida del Concilio de
Constanza) no fue aceptada por los Papas siguientes, de forma que
predominaba su poder sobre el concilio.
- La relajación de las costumbres: la vida lujosa y banal de los altos cargos
eclesiásticos.
- Causas políticas: como el nacimiento de los nacionalismos religiosos,
consecuencia directa del Cisma. Los monarcas, con el pretexto de solucionar la
situación, pasaron a regular cuestiones religiosas en sus países.
- Causas económicas: como la presión fiscal ejercida por Roma.
Por parte de la doctrina católica, se consideraba que Estado e Iglesia eran dos
sociedades perfectas e independientes, pero que el fin espiritual de la Iglesia era
superior al fin temporal y material del Estado. La Iglesia no debía intervenir en el
orden temporal, pero sí podía hacerlo si era necesario para el fin espiritual, es decir,
“ratione pecati” (potestad indirecta). (Ej.: cuando había un conflicto entre un bien
espiritual y un bien temporal, decidía la Iglesia. Eso se debía a la incidencia que
todo acto humano tiene en la conciencia).
Algunos de estos “derechos reales sobre las cosas sagradas” (que casi constituyeron
una herejía administrativa, pero no dogmática, según palabras del Prof. Alberto de
la Hera) fueron:
Este sistema de relaciones Iglesia-Estado recibió diversos nombres según los países:
● Regalismo en España y Portugal
● Galicanismo en Francia
● Jurisdiccionalismo en Italia
● Febronianismo en Alemania
● Josefinismo en Austria
2.4. EL FACTOR RELIGIOSO EN LA EDAD CONTEMPORÁNEA
Estos principios, sin embargo, no fueron reconocidos de igual forma en todos los
países. Así, mientras fueron aceptados en la Revolución Norteamericana (1776), no
pasó lo mismo con la Revolución Francesa (1789-1799).
A) La Revolución Norteamericana
El principio que rigió la Revolución Norteamericana era que la religión no tenía que
imponerse por la fuerza y la violencia, sino que tenía que imponerse por la razón y
la conciencia.
B) La Revolución Francesa
Las dos cuestiones principales sobre las que giraba dicho Derecho eran: la garantía
del derecho de libertad de conciencia y la intervención del Estado en la vida interna
de los grupos religiosos.
El primer y máximo exponente de esta línea fue Napoleón Bonaparte, que signó un
Concordato con el Papa Pío VII el año 1801. Este Concordato trató tres cuestiones
básicas:
A finales del siglo XX, tomó fuerza la idea de compatibilizar la laicidad con un
determinado tipo de cooperación. Lo que nuestro Tribunal Constitucional denomina
“laicidad positiva”. (STC 46/2001, de 15 de febrero, FJ 4 parágrafo 3, y FJ 7
parágrafo 1).
3. PRECEDENTES HISTÓRICOS DE LAS RELACIONES
DEL ESTADO ESPAÑOL CON LAS CONFESIONES
RELIGIOSAS
Durante la Década moderada (1844-54) las relaciones con la Iglesia fueron muy
intensas. Con la Constitución de 1845 se retornó a la confesionalidad formal y el
Estado se obligó a mantener el culto. No se prohibieron constitucionalmente los
otros cultos, ya que no se les menciona.
Esta política moderada propició la firma del Concordato de 1851, signado por Bravo
Murillo y el Papa Pío IX. El Concordato instauró un sistema de neta confesionalidad
católica y de intolerancia hacia los demás cultos.
Así lo decía el art. 1: “La religión católica será, con exclusión de
cualquier otro culto, la única de la Nación española”.
Su principio fundamental fue el de la laicidad del art. 3: “El Estado español no tiene
religión oficial”, pero las disposiciones posteriores derivaron hacia al laicismo.
- 1936 ● Se inicia la derogación de la ley del divorcio y del matrimonio civil obligatorio
en los territorios nacionales.
● Se repone la enseñanza religiosa y se hace una depuración ideológica de los
profesores.
- 1938 ● Fin de la secularización de cementerios.
● Se permite el retorno de los Jesuitas y se les devuelven los bienes confiscados.
- 1939 ● Se deroga la ley republicana de confesiones y congregaciones religiosas, y se
permite su regreso.
- 1941 ● Se permite que la Iglesia pueda inscribir en el Registro de la Propiedad los
bienes inmuebles y derechos reales que, para eludir normas republicanas,
estaban en manos de “terceros interpuestos”.
● Se restablece el art. 1º del Concordato de 1851 hasta que no se signe otro.
- Respecto al Concordato, éste a lo que tiende es a resolver por la vía del pacto
cuestiones conflictivas. Y en la España Franquista de post-guerra, no existía ningún
problema conflictivo, porque la prepotencia de la Iglesia católica en el Régimen
español era total.