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ACCION
Carlos Pereira *
*
Jefe de Trabajos Prácticos. Recibido en la UNLZ en 2000
Von WRIGHT nos demuestra que la lógica de las normas nos conduce a elaborar
1
una lógica de la acción, porque las normas se dirigen a acciones, así “permitido” o “prohibido” u
“obligatorio” se aplicarán a las conductas y una acción será permitida, prohibida u obligatoria en la
medida en que sea subsumible en categorías genéricas de acción que posean tales atributos.
Lo cierto es que esta manda constitucional nos marca un camino claro hacia un
Derecho Penal de Acto por oposición al Derecho Penal de Autor.
Sebastián SOLER desde su Tratado de Derecho Penal nos dice claramente que….
3
“una de las primeras conquistas logradas por el Proceso evolutivo de la cultura Humana , consiste
en la exigencia de que la pena solamente pueda ser impuesta a alguien , en virtud de algo hecho
por él, y no por algo pensado, deseado o propuesto”.- Reafirmándonos de esta manera la máxima
de ULPIANO… “Cogitationis poenam nemo patitur” (Ulpiano, Fr. 18,D., 48, 19); nadie tenga pena
por sus pensamientos.
Esto aún pareciendo muy simple de entenderse, es necesario tenerlo presente, cada
vez que el derecho penal de autor desvalora a la persona por lo que es, mientras que el de acto por
lo que hace o deja de hacer.
En el caso del derecho penal de autor, al desvalorar, lo hace sobre la persona, donde
se ha de tomar en cuenta su peligrosidad intentando neutralizarlo mediante la ley para que no
1
von WRIGTH Georg Henrik, Norm and Action, London, 1963, traducción castellana Norma y Acción de
García Ferrero, Madrid, 1970
2
FERRAJOLI Luigi, Diritto e Ragione, en castellano, Derecho y Razón, Trotta, Madrid, 1997, p. 93
3
SOLER Sebastián, Derecho Penal argentino, 4ª edición, Buenos Aires, 1970, t. I, p. 245
cometa delitos, aplicando una pena para protección de aquellos que conforman la sociedad. Solo los
Estados de Policía, abiertamente emparentados con sistemas despóticos como el Nazismo, pueden
sostener este tipo de Derecho Penal. Es así muy claro ver como se confunden aspectos morales con
aspectos jurídicos, intentando siempre avalarlos desde las mayorías respecto de las minorías.
El Derecho Penal de Acto en contraposición pretende regular conductas mediante
leyes que sancionan actos humanos y no serán objeto de desaprobación, pensamientos, ideas o
formas de ser, pues todos tienen derecho de vivir, de ser, de pensar y expresarse en condiciones de
libertad e igualdad, dentro del marco de la diferencia y la tolerancia.
Sin embargo es dable destacar que dentro del derecho penal de autor también se ha
de tomar la acción pero será tan solo para intentar disfrazar su verdadera intención de castigar
maneras de ser, de pensar. Lo que en realidad hace al tomar la acción es para demostrar el grado de
peligrosidad en los hechos a reprocharse y que no estará dada (la peligrosidad) por el daño causado
por la acción sino por el grado de perversidad que se repute del ser del autor
A contrario el Derecho Penal de acto ha de recurrir a la personalidad del autor, pero
tan solo a los efectos de individualizar la pena o desvalorar mas grave o mas levemente el hecho.
Este último acápite demuestra perfectamente que la asepsia total es imposible, toda vez que el
derecho penal de acto, debe, aún en forma no coherente, recurrir a una renuncia de su lógica.
Lo cierto es que desde el Derecho Penal de Acto lo único que se ha de desvalorar es
la conducta, la acción, con lo que se exige una técnica legislativa especifica para individualizar un
hecho objeto de sanción. Hecho que no es otra cosa que una acción, por lo que será necesario para
su individualización la creación de un tipo penal que contenga la descripción de una conducta
prohibida. (principio de tipicidad).
La exigencia de acción no solo está enmarcada en el principio constitucional de
nuestra Carta Magna en su articulado, sino que en otras tantas constituciones también se puede
observar. En la española (art. 25); en la de Ecuador (arts. 24.1 y 23.4); de Uruguay (art. 10),
también en las de Perú, Panamá, Paraguay, Nicaragua, Colombia, Costa Rica, Jamaica, Chile.
Asimismo se encuentra en los Pactos con jerarquía constitucional: la Declaración Universal de
Derechos Humanos, DUDH Art. 11.2; el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos Art.
15.1; la Convención Americana de Derechos Humanos Art. 9.
Es claro que junto al principio constitucional de legalidad reposa el sub principio
constitucional de acción, pues no tan solo es necesario un “hecho anterior al proceso” sino que
también y como la contra cara de una misma moneda del mismo principio de legalidad se debe
completar cuando nos habla en forma precisa al decirnos “Ningún habitante de la nación será
obligado a hacer lo que no manda la ley…” (art. 19). Es evidente que al tomar la palabra “hacer”
se está refiriendo a una acción, “hacer” es actuar, esto no es otra cosa que llevar adelante una
acción. De este modo se establece una conexión entre la norma y la acción imposible de pasar por
alto.
respecto del principio de culpabilidad, por ser absolutamente claro cuando observa la necesidad de
acción que el principio mismo nos exige pues considera que este principio se deriva de “a) la
consagración del Estado de Derecho.- b) la dignidad de la persona humana y del libre desarrollo
de su personalidad .- c) el principio de Legalidad considerado como garantía al momento de la
decisión del hecho.- d) la protección a la libertad y seguridad, porque “nadie es libre y goza de
seguridad si el Estado puede aplicarle penas por hechos u omisiones inevitables, es decir que no
sean consecuencia de su acción voluntaria evitable”.
En definitiva vemos que los principios constitucionales rigen la Teoría del Delito
porque también rigen el Derecho penal y al derecho todo. Es el Derecho Constitucional como el sol
en esta galaxia y alineados a él los demás planetas que serían las distintas ramas del Derecho.
Lo cierto es que de lo antes explicado respecto de los principios constitucionales se
hace evidente la necesidad de una acción para poder aplicar un castigo. Que esa acción debe ser
llevada a cabo por el hombre y además ser lesiva para terceros. Debe ser una acción realizada con
discernimiento y con voluntad verificada en el mundo externo, con la posibilidad de ser evitada por
el sujeto. No constituyen acciones, entonces, las ideas, los pensamientos, los estados físicos, etc.,
pues no pueden ser motivados por las normas.
Ante lo que veníamos analizando desde los preceptos constitucionales resulta más
que evidente que el concepto de acción, la definición que demos a la acción, no debe ni puede ser
otra que se ajuste a las necesidades del Derecho Penal. Sin duda que la definición a la que
4
BACIGALUPO Enrique, Principios Constitucionales del Derecho Penal, Hammurabí, Buenos Aires, p. 145
arribemos debe poseer características que sean en primer término aquellas que los principios
constitucionales, el Derecho internacional y los Derechos Humanos nos marcan como tales y en
segundo lugar que sirvan al Derecho Penal, sin apartarse de estos preceptos. Ninguna duda cabe de
que ello constituye un limite claro para el legislador, todo tipo penal que se aleje de lo que es
conducta o que se asiente en algo diferente a la conducta es inconstitucional y, por tanto,
inadmisible.
Por ello se hace impostergable la búsqueda de una definición de acción por ser ella
con la que ha de trabajar el penalista. Se trata pues del estudio de la acción humana y sus
consecuencias al obrar; así iremos viendo desde el análisis, si estamos o no estamos frente a una
acción que deba ser captada por el derecho penal. Muchas veces estaremos frente a conductas que
en principio nos parecerán factibles de reproche pero al comenzar a desmenuzarla, puede ocurrir
que no estemos frente a una conducta; y en consecuencia deberemos abstenernos de continuar con
el análisis, ya que esa verificación impide que podamos encontrarnos frente a un delito.
Para comenzar diremos que la acción humana ha sido objeto de estudio desde muy
distintas disciplinas tales como la Filosofía, la Sociología, la Epistemología y que el Derecho Penal
solo ha de adoptar una definición que no le es propia, sino que más bien ha tomado de éstas sus
palabras para definir que es acción y que queda por fuera de ella.
Las acciones se nos presentan así como fenómenos o sucesos perfectamente
distinguibles por generar ellas, cambios en el mundo exterior; a su vez, estos sucesos o fenómenos
se distinguen de otros fenómenos tales como tics nerviosos o movimientos meramente reflejos que
en principio diremos que descartan la posibilidad de que los llamemos acción.
Así y por consenso desde el Derecho Penal sostenemos que la Acción es un “hecho
humano voluntario”, aunque a esta definición muchos le han agregado que este hecho humano y
voluntario debe ser también necesariamente final. En nuestro entender todo hecho humano y
voluntario siempre es final (es decir: tiene un objetivo o fin). Por ejemplo, al realizar este libro para
que el estudiante comprenda la materia, la acción es la escritura del mismo, con lo cual
encontraremos un acto realizado por el hombre en forma voluntaria, pero esta acción, como toda
acción siempre esta cargada de una voluntad final que en el ejemplo ofrecido es que lo escrito se
plasme en una escritura comprensible. Asimismo en cualquier otro acto la conducta siempre tiene
una finalidad, así caminar tiene la finalidad de llegar a un determinado sitio por parte de quien
realiza la traslación física del cuerpo humano produciendo un cambio en el mundo externo. Por ello
en principio podemos decir que la acción es “el hecho humano y voluntario”.
Ante esta definición de lo que entendemos por acción desde el derecho penal, lo
primero que podemos observar es que todo lo que no sea acción humana, no será tomado como tal,
es decir , lo realizado por las Personas Jurídicas quedan afuera de esta definición, así como la
conducta de un animal, hechos de la naturaleza, como así los tics nerviosos y movimientos reflejos,
los primeros por ser actos que no los realiza un ser humano, los segundos por no ser realizados en
forma voluntaria.
El intento de punir las personas Jurídicas es en definitiva un claro intento de
pulverizar el “nullum crimen sine conducta” y los principios constitucionales. Es evidente que al
decir que la acción es un hecho humano y voluntario, queda excluido el accionar de los animales.
Castigar a una Sociedad Comercial es imposible desde el Derecho Penal, pues una persona Jurídica
no puede tener capacidad psíquica de conducta. Lo que no quita que se puede juzgar la conducta de
cada uno de sus directivos y tampoco se niega la posibilidad de una pena de tipo administrativo o
pecuniario con una multa.
Esta última afirmación vuelve a traer a debate lo que se expresara en la primera
Lección de este libro. En ella SALVADORES afirmaba que no era recomendable “manipular”
conceptos a gusto del jurista bajo el pretexto de que se estaba haciendo “dogmática”. Si por
dogmática se entiende el análisis que parte del respeto irrestricto a los dogmas, y a través de ellos
se construye una definición que determina que “delito es una acción, típica, antijurídica y
culpable”; pues no hay más remedio que admitir que nada de lo que no sea una acción puede ser
considerada delito. Ahora bien, si aceptamos que las personas jurídicas pueden ser castigadas
penalmente (como en Francia, por ejemplo), a través de multas o inhabilitaciones, se nos abre un
dilema: a) este castigo llega sin delito o b) hay un delito al que no se puede castigar con prisión, por
ejemplo, pero sí con otro tipo de pena. Ambas hipótesis pone en entredicho la definición de delito.
En la hipótesis “a)” cuestionamos la definición más que de delito, de Derecho penal mismo. Ya que
no puede penarse penalmente nada que no sea delito. Y si optamos por “b)”, nos encontraríamos
frente a un delito que no es acción (ya que la atribución de voluntariedad a la acción no puede
predicarse de una persona jurídica que sólo metafóricamente podríamos decir que “quiere” o
“desea” algo). Se intenta escapar al dilema diciendo que el castigo a las personas jurídicas no es de
naturaleza penal, sino únicamente administrativo. Con este artilugio vuelve a evidenciarse que el
uso de las palabras va modificando las características (que se suponían sustanciales cuando se
volcaban en una definición.
Para que el tema no quede inconcluso termino diciendo que comparto la opinión de
aquellos que sostienen que la persecución penal a las personas jurídicas no tiene razonabilidad
penalmente preventiva. Si un director cometiera un delito ocultándose detrás de la “corporación”
que administra, estaría encantado de que se persiguiera a la Sociedad Anónima (que podría hasta
quebrar), sin que él corriera riesgo alguno de ser castigado con pena de prisión 5
5
Cfr.: SALVADORES Oscar F. Responsabilidad penal de las personas jurídicas, Abeledo-Perrot, Buenos Aires,
1978
A) Estructura de la acción
producido por el dominio sobre el cuerpo”. El comportamiento corporal sería la fase externa y el
dominio sobre el cuerpo, es la fase interna, por tanto la voluntad es “de hacer” (acción positiva) o
de “no hacer” una acción (omisión).
Franz VON LISZT sostuvo que la acción “es la conducta voluntaria que causa un
7
2) El finalismo
Desde el finalismo, Hans WELZEL nos refiere que “la acción humana es el
9
ejercicio de la voluntad final”. Si bien ha sido dejado de lado por los autores postfinalistas, no caben
dudas que se ha manteniendo la estructura sistemática, nacida alrededor de este concepto, que hoy
en día es dominante en la doctrina continental europea y en nuestro país . 10
Largo ha sido el debate que generó esta visión de la acción y el propio WELZEL
admite que quizás la denominación de finalista ha creado confusiones y sería mas correcto hablar
6
BELING Ernst von, Grundzüge der Strafrechs (1930), traducción de Sebastián Soler, Esquema de Derecho
Penal, la doctrina del delito-tipo, Buenos Aires, 1944
7
LISZT Franz von, Tratado de Derecho Penal (traducción de Luis Jiménez de Asúa), ed.: Reus Madrid
8
Vid. SOLER Sebastián, Derecho Penal argentino, ed. La Ley, Buenos Aires, 1945; JIMÉNEZ de ASÚA, Luis,
Tratado de Derecho Penal, Losada, Buenos Aires, 1964; FONTÁN BALESTRA Carlos. Tratado de Derecho Penal,
Abeledo-Perrot, Bs. As., 1964; NÚÑEZ Ricardo C., Derecho Penal Argentino, Bibliográfica Omeba, Bs, As., 1959;
CREUS Carlos, Derecho Penal. Parte General, Astrea, Bs. As., 1996; etc.
9
WELZEL Hans, Derecho Penal Alemán, (traducción de Juan Bustos Ramírez), Ed. Jurídica de Chile, Santiago,
1976
10
Para citar sólo los más importantes: BACIGALUPO Enrique, Lineamientos de la teoría del delito, Astrea, Bs.
As., 1978; ZAFFARONI Eugenio Raúl, Teoría del Delito, Ediar, Bs. As., 1973 (ambos autores tienen importantes obras
posteriores); DONNA, Edgardo Alberto, Teoría del delito y de la pena, Astrea, Bs. As., 1995; SANCINETTI Marcelo,
Teoría del Delito y disvalor de acción, Hammurabi, Bs. As., 1991; RIGHI Esteban, Derecho Penal. Parte General,
LexisNexis, Bs. As., 2007
de una “acción cibernéticamente anticipada”, al decir que toda acción humana se manifiesta, se
dirige y planifica en base a un objetivo y a partir de su representación, se ejecuta.
WELZEL explicó su teoría a partir de una crítica al concepto de acción que
sustentaran LISZT y BELING. Afirmó que éstos al “crear” un concepto de acción (para uso del
derecho penal) que no se adecuaba a la realidad, vulneraban el concepto “óntico-ontológico” de la
acción. El legislador, al determinar el tipo penal (v. Lección siguiente), debía describir una conducta
tal-como-ésta-se-daba-en-el-mundo y no “inventar” un concepto sólo útil al derecho penal. Esto es
lo que a su juicio, hacían quienes consideraban que el estudio del contenido de la acción podía
postergarse hasta la culpabilidad. Llamó a sus antecesores causalistas ya que les adjudicó que para
ellos el proceso externo del delito era simplemente eso: una “causación ciega”, en lugar, propuso su
criterio finalista, advirtiendo en célebre frase que “la causación es ciega y la finalidad, vidente” .
11
acción versus una concepción “realista” que reconociera a la acción tal cual es ésta en el mundo.
La acción tal como se da en el mundo, es un concepto inaprensible si no se explica el contexto en
que se lo utiliza. Desde un punto de vista médico-biológico puede ser considerado conducta un
acto reflejo o el comportamiento de un sonámbulo o la reflexión de alguien que está pensando. En
lugar, todos estos ejemplos no serán considerados conducta desde el punto de vista jurídico-penal.
¿Hay en esta última postura una trasgresión a algún principio del realismo filosófico? Por supuesto
11
WELZEL, ob. cit., p. 54
12
En Manual de Derecho Penal. Parte General, Ediar, Buenos Aires, 1977, p. 287
que no. Es como si se me criticara que en un análisis de sangre verifique los niveles de glucemia y
no los del colesterol. ¿Altero el “concepto” de sangre por ello? Claro que no, lo único que hago es
abstraer uno de los elementos, estudiarlo, medirlo, compararlo, sin alterar por ello su “concepto”.
De lo que trataba simplemente la discusión no era sobre “el concepto óntico de la
acción” sino y simplemente de la ubicación del “dolo”. ¿Debía estudiarse éste en la “culpabilidad” o
podía considerarse que ya estaba implícito en el tipo penal? Nosotros aceptamos esta última
concepción, sin compartir para nada que ello implique “respetar el carácter óntico-ontológico de la
acción”. Se verá en las sucesivas Lecciones cómo queda en evidencia que sí existe una concepción
jurídico-penal de acción. Sobre todo en la Lección nº 13 cuando se tengan que contar las acciones
(¿cuántas acciones hay en este suceso?), se verá que este modo de concebir a la acción es propio de
nuestra materia y que otros modos son perfectamente concebibles (siempre dependerá del punto de
vista del observador)
Lo cierto es que, a pesar que aceptemos el sistema de la Teoría creado en su
derredor, el finalismo no consigue solucionar todos los problemas que se le plantean, no logra
abarcar la acción y la omisión en un concepto único y al no lograr esto aparecen críticas y a la vez
teorías que intentan abarcar a una y a otra desde sus conceptos. Comienzan a salir a escena
pensamientos y doctrinas que dan o creen dar respuesta a los problemas planteados desde el
finalismo en adelante.
logrando abarcar las acciones, por ser una expresión de la personalidad como así las omisiones,
pues ellas también son una manifestación de la personalidad. Como manifestación de la
personalidad entiende ROXIN todas aquellas acciones que emanan del hombre concebido éste
como”centro anímico-espiritual”. No serían, pues, acciones las que sólo emanaran del hombre como
ser material o puramente corpóreo y así lo explica:”Si un sujeto es empujado con fuerza irresistible
contra una ventana, o si durante el sueño, o en un delirio o en un ataque compulsivo el mismo
golpea en torno suyo, o si reacciona de modo puramente reflejo, todas estas son manifestaciones
que no son dominadas o dominables por la voluntad y la conciencia y por tanto no pueden ser
calificadas como manifestaciones de la personalidad, ni imputadas a la capa anímico-espiritual de
la “persona. Por otra parte es evidente que los pensamientos y los impulsos de la voluntad
pertenecen a la esfera espiritual-anímica de la persona, pero en tanto permanezcan encerradas en lo
interno y no se ponen en relación con los sucesos del mundo exterior no son manifestaciones de la
personalidad y por tanto no son acciones” ROXIN encuentra fructífera esta concepción ya que a
14
través de la misma quedan abarcados, como ya se dijo, las acciones y las omisiones, sino además,
las acciones dolosas y culposas, ya que ambas “son manifestaciones de la personalidad”
5) Nuestra opinión
Lo que se ha reseñado hasta aquí apenas son algunas de las conceptualizaciones
que sobre la acción se han hecho. Hay varias más, pero no creo que valga la pena mencionarlas y
menos explicarlas ya que todas ellas adolecen de un error metódico evidente. Tal como lo dijo
SALVADORES en la 1ª Lección de este libro, las intenciones de quien se han ocupado de la
elaboración de la teoría del delito, se vincula con la pretensión de encontrar caracteres comunes a
toda clase se delitos. Pero al ser éstos muy diferentes entre sí, muchas veces ese cometido está
destinado a concluir en un fracaso inexorable. Por ejemplo, el intento de abarcar en un concepto
13
ROXIN Claus, Derecho Penal. Parte General, (trad. de Manuel Luzón Peña y ots.), Civitas, Madrid, 1997, §
8 III
14
Íd., p.252 (el subrayado me pertenece; negrita en el original)
único la acción y la omisión es imposible. O, si no lo es, se brinda tan poca información concreta
que su conceptualización es absolutamente ineficaz. Por ejemplo cuando ROXIN afirma que tanto
la acción y la omisión son “manifestaciones de la personalidad” no se está afirmando gran cosa. Es
obvio que para nuestro cometido como penalistas es necesaria una referencia certera sobre lo que
debe ser la acción (y no sobre lo que esta es, ya que esto supondría que hay un concepto común de
acción humana para la ciencia, la filosofía y cualquier otra rama del conocimiento, cosa que,
evidentemente, no es cierto ) 15
Siendo inútil buscar un concepto único de acción; lo que debe hacerse desde el
ámbito penal y de acuerdo a pautas valorativas ya abrazadas, es descartar lo que no es acción o lo
que no tendría que ser acción (o lo que no debería ser considerado acción). Puede parecer una
modesta resignación ante el reconocimiento de que no se puede ir más allá. Tal vez lo sea, pero
desde el punto de vista de la aplicación del derecho es mucho más fructífero que discutir si existe o
no la acción desde el punto de vista ontológico…
Por ello el método para llegar a un concepto más o menos aceptable de acción debe
comenzar por desbrozar el camino. En primer lugar, aunque en el lenguaje natural podamos
adjudicar la voz conducta a los animales (“cuida” la casa: “ladra” cuando alguien se acerca; “se
echa” cuando alguien lo va a acariciar; etc.) debemos descartar esta posibilidad. Decimos que hay
acción solamente cuando ésta es humana. Se verá más adelante que también descartaremos aquellas
acciones no voluntarias, por tanto debemos desplazar también el “comportamiento” de quienes no
son capaces de voluntad en el sentido biológico del término. Cuando hablamos que una persona
jurídica quiso hacer tal cosa o que voluntariamente omitió realizar tal otra, lo que estamos haciendo
es emplear metafóricamente el término voluntad. La persona jurídica no “quiere” ni “tiene
voluntad”, sólo los hombres que se comportan como órganos de esa sociedad o corporación
cometen acciones penalmente computables (para el derecho penal de la República Argentina)
También por mandato constitucional (y no porque antológicamente no lo sean)
debemos descartar las acciones que permanecen en el ámbito interno de la persona y que no tienen
ningún tipo de exteriorización.
Ya se habló de esto y se lo volverá a hacer. Para resumirlo de algún modo se podría
decir que es acción lo que el legislador ha tipificado como tal. Sin embargo…, si esto fuera así ¿el
legislador puede tipificar conductas que en realidad no son acciones? No debería, pero lo hace.
Todo el afán por encontrar un concepto pretípico de acción no consiste en hallar una naturaleza de
la misma, sino en encontrar los valores que impidan castigar situaciones en las que no se verifican
“las condiciones que nosotros hemos fijado para caracterizar las acciones que pueden o deben
prohibirse”. Es decir, queremos castigar sólo acciones. Queremos que para que éstas seas
15
Cfr.: NINO Carlos Santiago, La filosofía de la Acción, Eudeba, Bs. As., 1987
caracterizadas como tales sean voluntarias. Este “querer” deriva de la Constitución Nacional, por
tanto el legislados debe someterse a él. ¿lo hace siempre? No. Veamos algún ejemplo para aclarar la
cuestión aunque ello sea materia de próximas Lecciones o, tal vez del estudio de la Parte Especial
del derecho penal. El Código penal establece como accione punible “la tenencia” (en varias normas,
v.gr. art. 189 bis inc. 2º : “La simple tenencia de armas de fuego…” o art. 14 de la ley 23.723
denominada “Tenencia y tráfico de estupefacientes” que dice “Será reprimido… el que tuviere en su
poder estupefacientes”). Obviamente existe el verbo “tener”, por tanto puede decirse que es una
“acción”, aunque no siempre lo es, en oraciones como las siguientes más que un hacer parece
establecer un “estado”, por ejemplo “tengo miedo”, “tengo un resfrío terrible”; en otras, parece
indicar situaciones puramente internas: “tengo una cruel incertidumbre”, “tengo una preocupación
que no me permite dormir”. En otras aunque supone “tenencia” o “posesión”, es muy distinto el
concepto cuando digo “tengo un automóvil marca X” que cuando afirmo “tengo cuatro hijos”. En
fin, quiero significar con esto que es muy difícil tipificar conductas a través del verbo “tener”. Los
“estados”, los hechos puramente mentales, no podrían ser tipificados. Sin embargo en otras
oportunidades se emplea el “tener” como verbo típico. Ahora bien, el verbo “tener” puede bien
emplearse en frases como la siguiente: “¿No tenés lapicera para firmar?, esperá , te doy la mía que
tengo en el bolsillo” “Tengo una cuenta corriente en el Banco Z”. Ambas situaciones son distintas,
en una quiero decir que “tengo conmigo” y el la otra “que tengo, porque está a mi disposición,
aunque no la llevo conmigo”. Esta última es la interpretación que la Jurisprudencia ha hecho tanto
de la tenencia de estupefacientes como de la de armas. Si se produce un allanamiento y el la morada
del allanado es encontrada droga u armas sin autorización, se lo imputará por esa “tenencia” aunque
el morador no se encuentre presente. Pero ahora supongamos que Juan, para perjudicar a Pedro, se
introduce en su casa y deja allí, escondidas, dos armas o que abre subrepticiamente el auto de Pedro
y deja allí varios sobres de cocaína. Si la policía halla los objetos prohibidos se imputara a Pedro.
Éste podrá defenderse diciendo, obviamente, que él no sabía de la existencia de esos elementos
Como esto es verdad, supongamos que puede demostrarlo con cierta facilidad. Entonces será
sobreseído porque no hubo dolo en su acción. Es decir, como se verá en la 5ª Lección, ante la falta
de dolo la conducta devendrá atípica. Pero lo que aquí quiero significar es que para la
Jurisprudencia sí habrá una acción. Es decir habrá acción a pesar de la total falta de voluntad de
aquel a quien se le atribuye la misma. Otro ejemplo de delito sin acción puede encontrarse en el art.
113 del CP. Es el caso del que publicare calumnias o injurias producidas por otro. La palabra
“publicar” parece ser una acción; sin embargo a veces no será clara su determinación. Si el “editor
responsable” de una revista está de vacaciones y la revista publica las injurias que otro ha
producido, ese editor será procesado aunque su “conducta” (al momento de la publicación haya
consistido en sacudirse la arena de los pies) nada haya tenido que ver con la referida publicación. Se
podría argüir que él, dejó instrucciones a su suplente que se publicaran diversos tipos de notas.
¿Pero en eso consiste la conducta de publicar? Si así fuera, la conducta incriminada sería muy
anterior al supuesto de hecho. Y si buscáramos al “suplente” del editor que fue el que ordenó la
publicación, éste podría defenderse que él tenía órdenes de publicar todo lo que trajera determinado
periodista. Y si se le preguntara a éste último podría defenderse diciendo que él llevo la noticia,
pero que otros fueron los que la publicaron. Como se ve. El editor incriminado y condenado (hubo
muchísimos casos como este) en realidad no realizó acción alguna, tal como ésta debe ser
caracterizada de acuerdo con principios constitucionales. Hay más ejemplos, que por la índole de
este trabajo no abordaremos. Pero creo que sería más útil que tratar la “naturaleza óntica de la
acción”, descubrir cómo, en el catálogo de prohibiciones, se deslizan cuestiones que afectan la
Constitución Nacional.
colaboradores llaman a estos casos fuerza física irresistible externa y a los actos reflejos como los
de fuerza física irresistible interna.
C- III) Involuntabilidad
Son los supuestos en los cuales la falta de conciencia es absoluta, es decir no hay
voluntad, no hay conducta. Es incapacidad psíquica de conducta por hallarse el sujeto en un estado
en el que psíquicamente no es capaz de conducta.
Es el caso de ciertos hechos en los cuales no participa la voluntad del sujeto activo
por carecer de capacidad psíquica. Ahora bien no deben confundirse estos casos con aquellos en que
la incapacidad psíquica es manifiesta y permanente, pero no es total; así un demente que mata a una
persona, realiza una acción pues no se encuentra bloqueada su capacidad psíquica y ello dará lugar
a una causal de inimputabilidad (v. Lección nº 7), en cambio en los casos a los que nos referimos,
donde existe la involuntabilidad el sujeto activo se encuentra momentáneamente en una incapacidad
psíquica absoluta. En este último supuesto, la inconciencia es total, en el caso de los dementes la
conciencia, si bien absolutamente perturbada, existe y está presente al momento de la realización de
la acción.
Distintos ejemplos nos pondrán en claro esta diferencia: Una persona que ha
sufrido un fuerte golpe en el cráneo y queda sin sentido, todos los movimientos que realice en este
estado serán movimientos que carecen de capacidad psíquica de actuar, no realizará movimientos
voluntarios, también en el caso del desmayado, del epiléptico o el que se encuentra en estado de
coma.
Más adelante al llegar a la culpabilidad veremos que en el art. 34, en el inciso 1ro.,
último párrafo, nos dice: “…el que no haya podido…dirigir sus acciones”, entendemos que se
refiere a aquellos casos en los que por insuficiencia de las facultades o alteración morbosa de las
mismas, da lugar a una falta de capacidad psíquica para dirigir sus movimientos y por tanto es un
16
ZAFFARONI – ALAGIA – SLOKAR, Manual de Derecho Penal, Ediar, Buenos Aires, 2005, p. 322
claro caso de involuntabilidad, es decir ausencia de conducta, como lo es el caso de la parálisis
histérica. Un ejemplo de ello es el caso de que en un accidente, una de las víctimas resulta ilesa y al
ver desangrarse a otra de las víctimas, no puede pedir auxilio y queda paralizada (no habría en este
caso omisión, que pudiera llamarse tal) o como el caso de quién observa que un ciego se encamina
hacia un precipicio y pierde el uso de la palabra como producto de la fuerte impresión que ha
sufrido.
Bibliografía