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Católicos y Reforma constitucional. ¿Tenemos algo que decir?

Cuba vive un momento de especial importancia histórica mientras realiza una reforma de su
Constitución. Ante esto surgen dos preguntas. Primero: ¿los cristianos tenemos algo que decir al respecto?, y
segundo: ¿podemos hacerlo? Comenzamos citando un texto hermoso del Concilio Vaticano II: “El gozo y la
esperanza, la tristeza y la angustia de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y afligidos, son
también gozo y esperanza, tristeza y angustia de los discípulos de Cristo y no hay nada verdaderamente
humano que no tenga resonancia en su corazón. Pues la comunidad que ellos forman está compuesta por
hombres que, (…) han recibido el mensaje de la salvación para proponérselo a todos. Por ello, se siente
verdadera e íntimamente solidaria del género humano y de su historia”1
Este texto ya nos ilumina sobre la segunda cuestión: ¿podemos decir algo sobe la Reforma
Constitucional en Cuba? De antemano sabemos que puede surgir la vieja cuestión de que “la Iglesia no debe
meterse en política”. Eso es necesario aclararlo desde el principio. Alguien podría argüir el texto de Mateo 22,
21: “Den al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios”. Pero nótese de que Jesús no prohíbe “dar al
César”, la intención del texto es la de no mezclar las cosas de Dios con las de este mundo, hasta el punto que se
confundan. La Iglesia sabe de esto porque en otras épocas ha estado muy inmiscuida en cuestiones políticas.
Pero este no es el espacio para hablar de eso. Es cierto que la misión de la Iglesia no es de orden político,
económico o social. Pero eso no quiere decir que no tenga una palabra que decir sobre esos temas. La Iglesia
está conformada por personas que son ciudadanos con todos los derechos y deberes de cualquier otro ciudadano
legítimo de una nación. Y cuando cada uno de ellos reclama sus derechos o cumple sus deberes, lo hace
también en su condición de hijo de la Iglesia.
Es necesario también decir que la Iglesia no es una comunidad homogénea. En ella sus miembros tienen
diversas funciones. La jerarquía, dígase obispos, sacerdotes y diáconos, tiene una función estrictamente
pastoral. De hecho las leyes de la Iglesia, llamadas en su conjunto Código de Derecho Canónico, les prohíben
expresamente participar en funciones políticas: “Les está prohibido a los clérigos aceptar aquellos cargos
públicos que lleven consigo una participación en el ejercicio de la potestad civil”2. También dice el citado
texto: “No han de participar activamente (los clérigos) en los partidos políticos ni en la dirección de
asociaciones sindicales (…)”3. Aun así los pastores de la Iglesia también son ciudadanos de la nación, con la
capacidad de tener una opinión en cuestiones políticas y con el derecho de expresarla libremente. Ejemplo claro
de eso lo son las cartas pastorales de los obispos en los distintos momentos de nuestra historia más reciente.
Muchos recordarán “El amor todo los espera” de 1993 y otras más recientes
Pero la Iglesia no es solamente los pastores, de hecho ellos son minoría. La gran mayoría en la Iglesia la
constituyen los laicos, que son los fieles que no han sido ordenados como ministros o que no han profesado
votos en una congregación religiosa. Ellos están inmiscuidos en las cosas de la sociedad, participan de la vida
pública, incluso de la vida política. Y no solo tienen el derecho de hacerlo, sino que están llamados por Dios
con vocación propia para ello, y así colaborar en la consecución del bien común.
Por tanto, la cuestión de si la Iglesia puede o no decir algo en política, no es tan simple como una
negativa. De hecho es todo lo contrario, mientras lo haga desde su condición de institución religiosa.
Desde la comunidad de la Catedral de Santa Clara queremos iluminar un poco a nuestros hermanos,
ejerciendo el derecho como ciudadanos cubanos de expresar lo que pensamos en estos temas. También la
Iglesia quiere participar en la construcción de una sociedad mejor aportando de su experiencia. Los cristianos
cubanos amamos la patria y queremos trabajar por ella. Mientras dure el debate público para discutir el proyecto
de nueva Constitución, seguiremos publicando algunos artículos que den respuesta a la primera cuestión
planteada: ¿qué podemos decir?
Hemos querido hacer estas reflexiones en conjunto entre un sacerdote, una religiosa y un matrimonio;
todos cubanos. Expresando así la unidad en la diversidad de la Iglesia. Nuestras palabras están dirigidas en

1
Constitución Gaudium et spes, 1.
2
Código de Derecho Canónico, 285.3
3
Idem. 287.2
primer término a los fieles católicos, pero también a todos los hombres y mujeres de buena voluntad que
piensan en el bien de Cuba; fuera de ese ámbito, quienes nos lean no tienen por qué pensar igual a nosotros.

P. Wilfredo Leiter Juvier, sacerdote diocesano.


Hna. Ana Elena Lima Fundora, Sierva de San José.
Sr. Reydel Robles Delgado.
Sra. Misleny Darias Brito.

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