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El Señor es nuestro escudo y fortaleza.

Por estos días de pandemia corren en las redes todo tipo de imágenes. Muchas para
dar ánimo y consuelo, otras para trasmitir esperanza. Hay imágenes de médicos
entregados y otros héroes anónimos de la caridad. También las hay tristes y duras,
como la caravana de ataúdes en Italia llevados a cremar en carros militares. Y no faltan
los memes, porque el buen humor hace falta en todo momento y es buena medicina
para la enfermedad y el miedo.
Pero hay una imagen que ha desbordado muchos medios. Es la de muchos sacerdotes
con el Santísimo Sacramento en las manos bendiciendo las personas, los pueblos, las
ciudades, los sanos y los enfermos. Las ha habido emotivas, como la del sacerdote que
en solitario y con toda solemnidad lleva la custodia en un pueblo desolado de Italia.
Las ha habido creativas, como los que han llevado la Eucaristía en aviones y
helicópteros sobrevolando regiones y pueblos. Las ha habido simpáticas, como la del
cura que expone el Santísimo en una azotea para que lo vean de lejos sus fieles. Ha
habido y hay de todo. Y esto dice que en medio de esta dura situación los fieles
católicos estamos seguros del poder de Jesús en la eucaristía. Nos puede venir a la
mente la imagen de Jesús calmando la tormenta, en Mateo 8, 22-27. La palabra de
Jesús pone orden en la creación.
Vemos en Jesús Sacramentado como ese escudo que protege a sus fieles de toda
desgracia y dificultad. Es por eso que en estos días nos refugiamos a su sombra, como
dice un texto del Antiguo Testamento, el Salmo 91:
“Tú que habitas al amparo del Altísimo y resides a la sombra del Omnipotente, dile al
Señor: “Mi amparo, mi refugio, mi Dios, en quien yo pongo mi confianza”. Él te librará
del lazo del cazador y del azote de la desgracia; te cubrirá con sus plumas y hallarás
bajo sus alas un refugio. No temerás los miedos de la noche ni la flecha disparada de
día, ni la peste que se desliza en las tinieblas, ni la epidemia que azota a mediodía.
Aunque caigan mil hombres a tu lado y diez mil, a tu derecha, tú estarás fuera de
peligro: su lealtad será tu escudo y armadura.”
La figura del escudo es muy usada en la escritura para hablar de la protección de Dios
sobre nosotros. Aquí van algunos ejemplos, todos de los Salmos:

 Sal 3, 4
 Sal 5, 13
 Sal 7, 11
 Sal 18, 3. 31. 36
 Sal 28, 7
 Sal 33, 20
 Sal 35, 2
 Sal 84, 12
 Sal 89, 19
 Sal 115, 9. 10. 11
 Sal 119, 114
 144, 2

Las dejo como ejercicio bíblico para estos días de estar en casa.
El hecho es que Jesús Sacramentado es ese escudo que nos cubre y nos protege. Por
eso lo llevamos en procesión y lo alzamos bendiciendo pueblos y ciudades. Como
diciéndole: Señor, así como calmaste aquella tormenta que quería hundir la barca de
tus discípulos, detén el avance de esta epidemia que amenaza a la humanidad. Sé Tú,
Jesús Sacramentado, el escudo que nos proteja y nos guarde. Defiéndenos en el
peligro, guárdanos a tu sombre.

Quiero recordar aquella anécdota protagonizada por nuestra Patrona Santa Clara de
Asís. En 1230, desde la cima de la fortaleza de Nocera, a corta distancia de Asís, los
sarracenos cayeron sobre el valle de Espoleto y fueron a embestir el convento de San
Damián. La entrada de los musulmanes en el monasterio significaba para las monjas no
solo la muerte, sino probablemente la violación y el escarnio. Todas, asustadas, se
acogieron en torno a la Madre Clara, quien se encontraba postrada en la cama debido
a una gravísima enfermedad. Ella se hizo trasladar a la puerta del convento, mandó
que le trajeran el copón de plata en el que se reservaba el Santísimo Sacramento y
cayó de rodillas delante de Él, pidiendo el amparo del cielo para sí y sus hijas. Cuenta la
leyenda que del copón salió una voz como de un niño que le dijo: “Yo os guardaré
siempre”, tras lo cual se alzó de la oración. En ese mismo instante los sarracenos
levantaron el sitio del monasterio y se fueron a otra parte. Cuatro años más tarde, en
junio de 1234, un milagro parecido, las tropas de Federico II, capitaneadas por Vital de
Aversa, atacaban a la ciudad de Asís y querían destruirla. Santa Clara y sus monjas
oraron con fe ante el Santísimo Sacramento y los atacantes se retiraron sin saber por
qué. Este acontecimiento es celebrado siempre por los asisienses como fiesta nacional.

Es por eso que su imagen la representa con la custodia en la mano, llevando el


Santísimo Sacramento. Nuestra Diócesis es la única en el mundo que tiene a Santa
Clara por patrona, y nuestra ciudad lleva su nombre y cuenta con su protección.
Pidamos a ella que desde el cielo ruegue a Jesús para que el virus retroceda como
aquellos sarracenos que salieron huyendo de Asís.

Gloriosa Santa Clara de Asís. Ruega por nosotros.

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