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Rad. 38056.

INADMISIÓN
RICARDO LEÓN ACEVEDO ORTÍZ

República de Colombia

Corte Suprema de Justicia

CORTE SUPREMA DE JUSTICIA


SALA DE CASACIÓN PENAL

Magistrado Ponente
JOSÉ LUIS BARCELÓ CAMACHO
Aprobado acta Nº 198

Bogotá, D.C., veintitrés (23) de mayo de dos mil doce (2012)

VISTOS

La Sala resuelve sobre los presupuestos de lógica y debida argumentación


de la demanda de casación presentada por el defensor del procesado
RICARDO LEÓN ACEVEDO ORTÍZ, en contra de la sentencia de fecha 30
de septiembre de 2011 emitida por el Tribunal Superior del Distrito Judicial
de Medellín, por medio de la cual confirmó el fallo condenatorio de primer
grado proferido por el Juez Veintiocho Penal del Circuito con Función de
Conocimiento de la misma ciudad, en el proceso seguido por el delito de
acceso carnal violento.
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HECHOS

Así los resumió el sentenciador de segundo grado:

“Los hechos objeto de juicio ocurrieron pasada la medianoche del 26 de junio


de 2006, en el interior del apartamento situado en la calle 101A Nro. 82F-05
del barrio Doce de octubre del Municipio de Medellín, donde residía la
progenitora del señor RICARDO LEÓN ACEVEDO ORTÍZ, hasta donde hizo
ingresar a la señora Janet Silvia López Martínez, vecina suya, so pretexto que
le enseñara como hacer un caldo, a lo cual accedió aquella. Cuando estaba
terminando de preparar el mismo, le fue impedida su salida, pues aquel cerró la
puerta, apagó las luces y comenzó a manosearla a la vez que le hacía saber
sus apetencias de contenido sexual para con la dama, quien a pesar de los
distintos reclamos que le hizo para que desistiera de sus propósitos, la tomó del
cabello y la ingresó por la fuerza a una habitación aledaña a la cocina, donde la
sometió a distintos vejámenes de tipo sexual, la obligó a practicarle el sexo oral
y finalmente la penetró vía vaginal, pues de no acceder a sus requerimientos
sexuales la mataría. Una vez concluido lo anterior, se vistió y salió de prisa,
ingresando a la casa de su vecina más inmediata, la señora Elizabeth, a quien
enteró de lo acontecido y ésta procedió a llamar a la Policía”.

ANTECEDENTES

1. Los anteriores hechos fueron denunciados el 7 de julio de 2006 por la


señora Janet Silvia López Martínez, quien fue sometida a
evaluación del médico legista el 11 de julio siguiente.

2. La Fiscalía Veintisiete Seccional de Medellín formuló imputación a


RICARDO LEÓN ACEVEDO ORTÍZ el 20 de marzo de 2009 por el delito e
acceso carnal violento, cargo que no aceptó.
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3. Formulada la acusación por el citado delito y realizadas las


correspondientes audiencias, el Juzgado Veintiocho Penal del Circuito con
Función de Conocimiento de Medellín, el 20 de junio de 2011, dictó
sentencia, a través de la cual condenó a RICARDO LEÓN ACEVEDO
ORTÍZ a la pena principal de 128 meses de prisión y a la accesoria de
inhabilitación para el ejercicio de derechos y funciones públicas por término
igual al de la pena privativa de la libertad, como autor del delito de acceso
carnal violento. Así mismo, denegó el subrogado de la suspensión
condicional de la ejecución de la pena y el sustituto de la prisión
domiciliaria.

4. La anterior decisión fue apelada por el defensor del procesado y


confirmada íntegramente por el Tribunal Superior de Medellín, a través de
fallo de segundo grado del 30 de septiembre de 20111.

Inconforme con lo resuelto, el defensor de RICARDO LEÓN ACEVEDO


ORTÍZ formuló y sustentó oportunamente el recurso extraordinario de
casación.

LA DEMANDA DE CASACIÓN

El apoderado del procesado postula un cargo único a través de la causal


tercera de que trata el artículo 181 de la Ley 906 de 2004, toda vez que,
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en su criterio, el Tribunal incurrió en violación indirecta de la ley sustancial


por desconocimiento de las reglas de producción y apreciación de la
prueba, yerro originado en un falso juicio de identidad recaído en el
testimonio de la denunciante Janet Silvia López Martínez y de Wilson
Enrique Navia Mosquera.

En relación con el testimonio de Janet Silvia López Martínez, sostiene que


desde su primera aparición incurrió en sucesivas y manifiestas
contradicciones al indicar a los policiales que concurrieron a atender el
presunto delito, que RICARDO LEÓN ACEVEDO ORTÍZ había intentado
violarla, versión que varió en audiencia de juicio oral al afirmar que el
procesado la accedió carnalmente ejerciendo sobre ella violencia física.

Destaca que, de acuerdo con el relato de la presunta víctima, las únicas


personas que conocieron lo ocurrido fueron ella y el supuesto agresor,
siendo que por circunstancias directamente atribuibles a la denunciante, y
que no encuentran explicación lógica, se malograron importantes
elementos materiales probatorios, evidencia física e información
legalmente obtenida, que habrían ayudado a esclarecer lo ocurrido,
haciendo referencia concreta al hecho de que la señora Janet Silvia López
Martínez desapareció la sudadera que llevaba puesta al momento de los
hechos.

Plantea el demandante que se cercenó y direccionó el testimonio de la


presunta víctima, al omitir la valoración de circunstancias modales y
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espacio temporales que miradas a la luz de los criterios informadores de la


sana critica, habrán de constituir motivos de duda así: i) “riñe con las
reglas de la experiencia que la presunta víctima Janet Silvia López
Martínez, ingresara al lugar de habitación de RICARDO LEÓN ACEVEDO
ORTÍZ, pasadas las doce de la noche con la sana y desprevenida
intención de hacerle un caldo”; ii) “resulta difícil entender el hecho que la
señora JANET SILVIA LÓPEZ MARTÍNEZ, a sabiendas que la madre del
señor RICARDO LEÓN ACEVEDO, estaba en la casa o sitio donde
presuntamente ocurrieron los hechos, no hubiera intentado gritar o solicitar
ayuda”; iii) “cómo interpretar el hecho que la señora JANET SILVIA
LÓPEZ MARTÍNEZ, teniendo a su alcance un arma cortopunzante, no
hubiera siquiera intentado intimidar a su agresor” y iv) “no se valoró que la
presunta víctima, estando en plenitud de condiciones físicas ni siquiera
intentara correr”.

Concluye por señalar que de haberse tenido en cuenta las contradicciones


evidenciadas por la única testigo de los hechos, el sentenciador lo habría
representado en duda probatoria al momento de emitir la decisión de fondo.

Referente al testimonio del señor Wilson Enrique Navia Mosquera,


introducido como prueba de referencia, sostiene que se omitió apreciar su
contenido en sus apartes más trascendentales, de donde surgen evidentes
las contradicciones entre las declaraciones de la supuesta víctima y éste.

Con apoyo en dichas reflexiones, el actor solicita a la Corte case el fallo


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impugnado y, en su lugar, absuelva al procesado RICARDO LEÓN


ACEVEDO ORTÍZ.

CONSIDERACIONES DE LA CORTE

En la medida en que el recurso extraordinario de casación es de


naturaleza rogada, compete al casacionista construir el reproche con base
en una estricta lógica y debida fundamentación, en tanto que de no
cumplirse con este presupuesto, necesariamente el escrito tendrá que
inadmitirse por falta de la debida claridad y precisión, puesto que la Corte,
en virtud del principio de limitación, no puede entrar a complementar o a
corregir al demandante.

Por tal motivo, el libelo es el medio idóneo para denunciar en esta sede
los errores de derecho y de actividad cometidos en la sentencia y, en
algunos eventos, al interior del proceso, con sujeción a las precisas
causales que describe la ley procesal penal y con la observancia de una
estricta lógica en su desarrollo argumentativo, exigencia esta última que,
lejos de obedecer al capricho del legislador o a la inflexibilidad de la
jurisprudencia, encuentra razón de ser en que la sentencia llega a esta
sede amparada en la doble presunción de acierto y legalidad, por manera
que solamente a través de un discurso apegado a la lógica y a la debida
fundamentación sea posible derruir esa presunción.

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Es por lo anterior que el escrito de demanda debe ser un estudio lógico y


sistemático, pues al censor solamente le está permitido denunciar los
errores cometidos en el fallo, al tenor de los motivos expresa y
taxativamente señalados en la ley, los cuales debe demostrar
dialécticamente, con el cumplimiento de las exigencias que la naturaleza y
la lógica intrínseca de cada uno exige -y que han sido ampliamente
decantadas por la jurisprudencia de la Corporación-, al tiempo que le
corresponde evidenciar su trascendencia en la parte dispositiva de la
decisión impugnada.

Por ello, el éxito de la censura no depende de lo sugestivo del


discurso plasmado en la demanda, sino de la argumentación metodológica
que conlleve, de manera lógica, precisa y coherente, a la demostración de
la ilegalidad de la sentencia, por haber incurrido el juzgador en vicios de
procedimiento o de juicio (in procedendo o in iudicando), según el caso,
principios y requisitos que en el caso presente desconoció el censor.

La postulación del cargo, así como los argumentos que les sirven de
sustento, no cumplen los presupuestos que permiten su admisión en esta
sede, por lo que desde ya la Corporación anticipa su conclusión en el
sentido de que inadmitirá el cargo formulado, toda vez que su desarrollo
argumentativo se aparta de manera ostensible de los lineamientos que ha
fijado la jurisprudencia respecto de la causal seleccionada por el
demandante, en tanto que el libelo desconoce claramente los principios de
lógica y debida argumentación, máxime cuando las explicaciones allí
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plasmadas ofrecen una personal apreciación de la prueba, opuesta a la


valoración del sentenciador.

En efecto, como el demandante orienta el único cargo a través del falso


juicio de identidad, es preciso recordar que, como lo tiene dicho la
jurisprudencia de esta Colegiatura, tal yerro se presenta cuando el juzgador
al apreciar la prueba distorsiona su contenido por una cualquiera de las
siguientes razones: “(1) porque le hace agregados que no corresponden a
su texto (distorsión por adición), (2) porque omite tener en cuenta aspectos
importantes de la misma (distorsión por cercenamiento), y (3) porque altera
su texto (distorsión por transmutación).”2 Este es un yerro de carácter
objetivo contemplativo, el cual recae sobre el contenido o expresión fáctica
de la prueba.

Cuando se escoge esta particular modalidad de reproche, ha dicho la Sala,


el casacionista debe acreditar, mediante la comparación de lo que dice el
medio probatorio y la concreción que de su texto hiciera la sentencia, en
qué consistió el desacierto de los juzgadores de instancia y cómo éste
repercutió en el sentido del fallo, es decir, deberá acreditar que sin la
existencia del yerro denunciado, la situación jurídica del procesado hubiese
sido sustancialmente opuesta.

Así mismo, el censor debe evitar que su discurso se convierta en una


discrepancia con aquello que el sentenciador infiere del medio de
convicción, pues si así lo hiciera incurriría en el dislate de confundir la
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Auto de 27 de mayo de 2003, radicado 19.812.
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prueba con lo probado y, de esta manera, se apartaría de los cauces de la


vía de censura escogida, para caer en una mal fundamentada crítica del
falso raciocinio.

En la demanda objeto de estudio, el recurrente, apartándose de esta


noción, emprende un análisis personal del testimonio de la víctima Janet
Silvia López Martínez, a partir de lo que describe como una confiada
actitud y falta de reacción ante el comportamiento del agresor, argumentos
con los cuales soporta su conclusión, en el sentido de que ello, sumado a
las evidentes contradicciones en que incurrió la ofendida y única testigo de
los hechos, necesariamente debió constituir motivos de duda para el
sentenciador.

Este señalamiento en manera alguna demuestra la comisión del error


denunciado, sino una forma diversa de estudiar y valorar un determinado
medio probatorio, método de sustentación que resulta inidóneo para
fundamentar un cargo en casación, en tanto la diferencia de criterio no está
consolidada como causal para acceder a este extraordinario recurso.

En tal sentido, el censor confunde la prueba con lo probado, es decir, la


materialidad del medio de convicción con la apreciación que de él elabora
el juzgador, lo que torna su argumento en intrascendente.

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En efecto, el sentenciador corporativo, al considerar el testimonio de Silvia


Janet López Martínez, no perdió de vista que, como suele suceder en la
generalidad de los procesos que se adelantan por atentados contra la
libertad, integridad y formación sexuales, se carece del concurso de
testigos directos, razón por la cual el testimonio de la víctima adquiere gran
importancia, pero en todo caso, su valoración se impone de cara a los
postulados de la sana crítica y su confrontación con las demás pruebas
practicadas en el juicio oral, teniendo como derroteros los criterios que para
su apreciación contempla el artículo 404 de la Ley 906 de 2004.

Al respecto, consideró el ad quem que no puede desestimarse el testimonio


de la ofendida por el hecho de haber indicado inicialmente a los policiales
que acudieron al llamado que la habían intentado violar, habida cuenta que
la misma testigo ofreció en el juicio oral una explicación razonable para
dicho comportamiento, que lo fue la reacción nerviosa que le produjo la
agresión y el sentimiento de vergüenza que se hizo manifiesto por el abuso
recientemente padecido.

En estas condiciones, surge nítido que no existe la tergiversación que


pregona el censor, y lo que se evidencia es que la crítica versa sobre un
asunto distinto, cual es la apreciación que sobre el dicho de la víctima
realizó el juzgador, lo que no corresponde a la modalidad del error de
hecho seleccionada, sino eventualmente a un -por demás mal orientado-
falso raciocinio.

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Tampoco resultan atendibles los lacónicos comentarios que hace el


demandante al formular la censura en relación con la valoración que le
mereció al sentenciador el testimonio de referencia ofrecido por Wilson
Enrique Navia Mosquera, en virtud de lo cual sostiene que se “ omitió
apreciar su contenido en sus apartes más trascendentales”, pues con esta
afirmación de contenido genérico e impreciso resulta incomprensible
entender el significado o la naturaleza de la pretensión planteada por el
recurrente en aspectos trascendentales, de lo que surge evidente que el
libelista desconoce el principio de debida y suficiente fundamentación.

Conclusión

Todas estas deficiencias e imprecisiones permiten concluir a la Sala que


la demanda de casación incumple los presupuestos formales de claridad,
precisión, trascendencia y debida fundamentación, motivo por el cual -tal
como ya se anticipó- será inadmitida.

Por último, se advierte que del análisis del proceso no se vislumbra


violación de derechos fundamentales o garantías de los sujetos procesales
que amerite el ejercicio de la facultad oficiosa de índole legal que al
respecto le asiste a la Sala para asegurar su protección.

Cuestión adicional

Toda vez que contra la decisión de inadmitir la demanda de casación


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procede el mecanismo de insistencia según lo establece el artículo 186 de


la Ley 906 de 2004, es necesario precisar que como dicha legislación no
regula el trámite que ha de regir ese instituto procesal, la jurisprudencia de
la Sala ha fijado los siguientes lineamientos3:

a) La insistencia es un mecanismo especial que sólo puede ser promovido


por el demandante, dentro de los cinco días siguientes a la notificación del
auto pro medio del cual la inadmite la demanda de casación, con el fin de
provocar que ésta reconsidere lo decidido. También podrá ser promovido
oficiosamente dentro del mismo término por alguno de los Delegados del
Ministerio Público para la Casación Penal –siempre que el recurso no
hubiera sido interpuesto por el Procurador Judicial–, el Magistrado
disidente o el Magistrado que no haya participado en los debates y
suscrito la providencia inadmisoria.

b) La solicitud de insistencia puede elevarse ante el Ministerio Público, a


través de sus Delegados para la Casación Penal, o ante uno de los
Magistrados que hayan salvado voto en cuanto a la decisión mayoritaria de
inadmitir la demanda, o bien ante uno de los Magistrados que no haya
intervenido en la discusión.

c) Es potestativo del Magistrado disidente, del que no intervino en los


debates o del Delegado del Ministerio Público ante quien se formula la
insistencia, someter el asunto a consideración de la Sala o no hacerlo,
evento este último que se informará al peticionario en un plazo de quince

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Providencia del 12 de diciembre de 2005. Rad. 24322.
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días.

d) El auto a través del cual no se selecciona la demanda de casación trae


como consecuencia la firmeza de la sentencia de segunda instancia contra
la cual se formuló el recurso de casación, salvo que la insistencia prospere
y conlleve a la admisión de la demanda.
En mérito de lo expuesto, la CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, SALA DE
CASACIÓN PENAL,

R E S U E L V E:

INADMITIR la demanda de casación presentada por el defensor del


procesado RICARDO LEÓN ACEVEDO ORTÍZ.

De conformidad con lo dispuesto en el artículo 184 de la Ley 906 de 2004,


contra la determinación adoptada en el numeral anterior es viable la
interposición del mecanismo de insistencia.

Cópiese, notifíquese y cúmplase.

JOSÉ LEONIDAS BUSTOS MARTÍNEZ

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JOSÉ LUIS BARCELÓ CAMACHO FERNANDO ALBERTO CASTRO CABALLERO

SIGIFREDO ESPINOSA PÉREZ MARÍA DEL ROSARIO GONZÁLEZ MUÑOZ

AUGUSTO J. IBÁÑEZ GUZMÁN LUIS GUILLERMO SALAZAR OTERO

JULIO ENRIQUE SOCHA SALAMANCA JAVIER ZAPATA ORTIZ

NUBIA YOLANDA NOVA GARCÍA


Secretaria

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