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CONFLICTOS MUNDIALES. CONFLICTOS EN MEDIO ORIENTE. ORIGENES Y CONSECUENCIAS.

CONFLICTO PALESTINO – ISRAELÍ


Hoy en día, es ampliamente aceptada tanto entre israelíes, palestinos y la mayoría de los miembros de la ONU, la
solución de "Dos estados para dos pueblos". Aun así, quedan muchas cosas sobre las que cuesta ponerse de acuerdo.
Principalmente tres asuntos clave:

1. Asentamientos.
2. Jerusalén.
3. Refugiados.
Los palestinos e israelíes llevan más de 50 años en constantes guerras por la posesión y control del territorio palestino.

Todo comienza luego de la Primera Guerra Mundial

La región palestina era originalmente gobernada por el Imperio Turco Otomano desde 1517, que tuvo la desafortunada
idea de aliarse con Alemania en la Primera Guerra Mundial. Como consecuencia de su derrota durante dicha guerra, el
Imperio tuvo que cederle el territorio a los vencedores, de modo que Francia e Inglaterra se repartieron el antiguo
territorio otomano y la tierra de ambos lados del río Jordán pasó a manos británicas.

En 1882 comenzaron a establecerse las primeras poblaciones judías procedentes de Europa y, los judíos pedían a los
Palestinos que se rebelaran contra los otomanos a cambio de promesas de independencia.

Luego de la Segunda Guerra Mundial (entre 1939 y 1945) uno de los grandes asuntos que había que resolver, era el
mandato de Inglaterra sobre el territorio Palestino.

Los nacionalistas árabes creyeron lógico que Palestina fuera declarada independiente, cosa que los británicos habían
prometido, pero el Secretario de Estado de Relaciones Exteriores británico también había acordado, en 1917, darle una
tierra en la región palestina a los judíos, con quien los árabes mantienen antiguas rivalidades religiosas.

La organización sionista mundial que reunía a los judíos que luchaban por el restablecimiento de una patria para el
pueblo judío, a través de la formación de un estado moderno en lo que ellos consideraban  Tierra Judía, -hasta ese
entonces Palestina- exigió a Inglaterra que cumpliera con su promesa. El movimiento llamado sionismo comenzó a
formarse a finales del año 1800 e influenció a muchos judíos de todo el mundo a regresar a Palestina y reclamar su
antiguo derecho sobre esas tierras.

El nacimiento del movimiento sionista fue fundado por Teodoro Herzl y defiende el reagrupamiento de la población
judía dispersa por todo el mundo, eligiendo a Palestina porque ahí se fundó el judaísmo.

¿Por qué los judíos consideraban a Palestina como su tierra?: Los hebreos llegaron a Palestina el segundo milenio antes
de Cristo. En 930 a.C el Estado judío se separó en dos reinos: Judá e Israel. El primero fue conquistado por los asirios y el
segundo por los babilonios. En años posteriores, el territorio fue ocupado por persas, griegos y romanos, hasta que, en
el año 70 de la era cristiana, estos últimos expulsaron a los judíos de Palestina, iniciándose su dispersión por el mundo. A
esto se le llama diáspora.

El sueño de volver a estas tierras está presente desde esos tiempos en la historia israelita. El principal argumento que
tendrían los israelitas, entonces, para querer volver a esas tierras, es religioso e histórico.   La creencia en una Tierra
prometida por Dios forma una parte nada despreciable de la fe esencial de Israel desde hace casi 4.000 años, aunque no
haya sido vivida siempre de la misma manera. El patriarca Abraham, ya en el siglo XVIII antes de Cristo, contempló esa
tierra como parte de la promesa que Dios le había hecho y que se cumpliría a través de su hijo Isaac.

Pacto Sykes-Picot: En 1916, Gran Bretaña y Francia, con el apoyo de Rusia acordaron a través de este pacto el reparto
de las tierras del antiguo imperio otomano si ganaban la primera guerra mundial, cosa que sucedió. En este pacto se
estipulaba que palestina, Siria, Irak y Líbano estarían bajo la administración de ingleses y franceses, pese a las promesas
de independencia que habían hecho a los árabes de la independencia por luchar contra los turcos.

Luego, en 1917, se firmó la declaración de Balfour, en la que los británicos se comprometían a la creación del estado
judío en palestina. Aquí empieza el éxodo de judíos hacia palestina, que se dedicaron a comprarle tierras a los árabes.

Después de la primera guerra mundial este acuerdo se ejecutó, y por mandato de la Sociedad de las Naciones, Palestina
pasó a estar bajo control de los ingleses. Londres no le cumplió la promesa de independencia a los árabes y los judíos
empezaron a crear un proto estado.

Inmigración en masa: Volviendo a principios de siglo XX, además de los conflictos armados, comenzó una inmigración
judía en masa a las tierras de Palestina donde, en todo caso, nunca había dejado de haber presencia de este pueblo.
Algunos llegaron huyendo del antisemitismo europeo de la época y otros como parte del proyecto sionista.

En 1925, por ejemplo, ya había unos 100 mil judíos viviendo entre 765 mil palestinos. La inmigración continuó y para
1940, ya había 400 mil judíos viviendo entre un millón de palestinos.

La Segunda Guerra Mundial (que incluye el Holocausto y la decadencia de Gran Bretaña como potencia imperial)
terminó precipitando el desplazamiento judío, momento en el cual los enfrentamientos y masacres comenzaron a
afectar a los dos pueblos que competían por el mismo territorio.

Para muchos expertos, gran parte de la culpa de lo que sucede hoy en la región recae sobre las potencias occidentales
que se dividieron el territorio luego de la Primera Guerra.

La división de Palestina y la guerra de 1948: La situación ya era insostenible y el 29 de noviembre de 1947 la Asamblea
General de la ONU apoyó el plan de partición de Palestina, que se llevaría a cabo en conjunto con el retiro de Gran
Bretaña, que ya no lograba contener la situación.

Se separó así el territorio Palestino en un Estado judío y otro árabe. Algo que en la práctica no se cumplió, ya que  sólo
nació Israel, porque los palestinos rechazaron el plan de la organización. Es aquí cuando se comienza a hablar del
conflicto árabe-israelí.

Jerusalén quedaría bajo soberanía internacional. Los líderes judíos aceptan la resolución, los árabes no. La población
judía local y la población árabe local (estos últimos son los que más tarde serían conocidos como palestinos) entran en
guerra.
Algunos expertos aseguran que la decisión estuvo influenciada por los sentimientos de compasión mundial debido a la
persecución y aniquilamiento que habían practicado los nazis contra los judíos durante la Segunda Guerra Mundial.
El 14 de mayo de 1948 se llevó a cabo la retirada británica y se proclamó la creación del Estado de Israel. Sin
embargo, éste fue inmediatamente invadido por los ejércitos de cinco países vecinos (Transjordania, Egipto, Siria, Líbano
e Irak), con el fin de destruirlo, ocurriendo la guerra árabe-israelí de 1948, que Israel ganó.
En 1949 se firma un armisticio que establece un cese al fuego y las fronteras del estado de Israel
Jerusalén queda dividida. La parte occidental queda en manos de Israel, la parte oriental que incluye la ciudad vieja con
el Monte del Templo y el Muro de los Lamentos queda en manos de los jordanos.

La franja de Gaza queda en manos de los egipcios. La región de Judea y Samaria (también conocida como Cisjordania o
West Bank) queda en manos de los jordanos. El resto del territorio del Mandato Británico queda en manos de Israel.

Más de 700.000 palestinos que vivían en el territorio que pasó a ser Israel quedan desplazados y se convierten
en refugiados. Aún se discute cuántos de ellos fueron expulsados por los israelíes y cuántos de ellos se fueron a
instancias de los líderes árabes para dejar paso libre a sus ejércitos, bajo la seguridad de que podrían volver una vez que
los israelíes fueran derrotados. Los que se trasladaron a los continentes europeo y americano fueron recibiendo
ciudadanía en los respectivos países. En los países árabes, a excepción de Jordania, se les deniega la ciudadanía hasta el
día de hoy, con sus hijos y nietos cuentan más de 3 millones que residen en condición de refugiados.
De hecho, al término del conflicto, el ejército israelí había conquistado el 78% de la tierra (más de lo que la ONU les
había entregado) y el 22% restante se dividía entre Cisjordania y la Franja de Gaza. El ejército expulsó de la tierra que se
convertiría en Israel a más de 700 mil palestinos, impidiéndoles el retorno al término del conflicto. A finales de ese año,
los judíos eran mayoría en el territorio.

Tras la guerra, la inmigración judía continuó e Israel no demoró en convertirse en un Estado con altos niveles de
educación y desarrollo institucional. Los palestinos por su parte, crearon en 1964 la Organización para la Liberación de
Palestina (OLP) con el objetivo de retroceder las fronteras a las del tiempo del mandato británico.

Entre los '50 y '60, los Palestinos realizaron varios ataques en las fronteras con la ayuda de Egipto, Jordania y Siria. Estos
ataques provocaron la respuesta del ejército israelí y toda la zona de las fronteras (especialmente alrededor de Gaza y la
Ribera Occidental) se convirtió en un escenario crudo y lleno de violencia.

La Guerra de los Seis Días

En 1967 Israel se enfrentó nuevamente con una coalición árabe formada por la República Árabe Unida (Jordania, Irak y
Siria, apoyados por Egipto), pero la superioridad militar de Israel era evidente y los árabes cayeron derrotados. Al
finalizar el conflicto, Israel había conquistado la Península del Sinaí, la Franja de Gaza, Cisjordania Jerusalén Este y los
Altos del Golán. Significó la huida de cientos de miles de árabes, quienes se refugiaron en el Líbano (400.000) y en
Jordania (250.000). Hay que decir que la ONU condenó la ocupación israelí en esos territorios, una posición que se
mantiene hasta el día de hoy.

Egipto cerro el Canal de Suez y el Estrecho de Tirán al paso de barcos israelíes, llamó a los países árabes a unírseles en
una acción bélica contra Israel, expulsó a las fuerzas de paz de la ONU de la Península del Sinaí, y posicionó tropas en la
frontera con Israel. Siria también había movido sus tropas hacia la frontera. Antes de que los árabes llegaran a atacar, el
5 de junio Israel lanzó un ataque aéreo relámpago a las bases de las fuerzas aéreas egipcia, siria, jordana e iraquí,
dejando inutilizables a casi todos los aviones de sus flotas de combate antes de que llegaran a despegar ni un solo.
Contando con una superioridad aérea absoluta en sólo seis días Israel conquisto de Egipto la Península del Sinaí (que
devolvió tras el tratado de paz del 79) y la franja de Gaza, de Jordania conquistó Cisjordania y el este de Jerusalén, y de
Siria las alturas del Golán.

Tras la guerra:
- Jerusalén queda reunificada, este y oeste bajo soberanía israelí.
- Israel comienza a construir asentamientos judíos en la franja de Gaza y en Cisjordania.

Fue en esas zonas donde se formaron entonces grupos guerrilleros para recuperar los territorios perdidos. También se
organizaron en torno a la OLP, que comenzó una campaña terrorista contra Israel, utilizando a Jordania como base de
operaciones y, como su brazo armado, al grupo Al-Fatah.  

Esta guerra significó también la intervención de las superpotencias de la época, que se hallaban en plena Guerra
Fría. Israel recibió mucha ayuda de Estados Unidos y los países árabes fueron apoyados por la Unión Soviética.

Mapa: Partes en verde oscuro, devueltas a Egipto y Siria en 1974.


Península del Sinaí, devuelta a Egipto en 1979-1982.
Franja de Gaza, retirada unilateral en el 2005.
Golpe en Yom Kipur: Tras la Guerra de los Seis Días, los países árabes aumentaron su aversión hacia el Estado Judío y
seis años después lo atacaron en pleno Yom Kipur (el 6 de octubre de 1973), una de las fechas más importantes en la
religión judía y en la que la mayoría de ellos estaba concentrado. Egipto y Siria lanzaron una ofensiva militar por
sorpresa. Inicialmente los árabes obtuvieron victorias en las alturas del Golán y en la península del Sinaí, pero los
israelitas realizaron contraataques exitosos. La consecuencia más importante de este conflicto en 1973 demostró que  la
violencia entre ambos pueblos no podía seguir así. También que Egipto e Israel firmaran un acuerdo de paz que
sorprendió al mundo entero, y también generó iras entre los árabes más radicales.

Eliminada la amenaza egipcia, Israel siguió dedicándose a consolidarse como Estado judío. Tuvo que ceder el Sinaí, con
una evacuación de colonos que para ellos fue dramática y dolorosa. Sin embargo, había ganado la neutralización árabe.

La ocupación israelí en Gaza y Cisjordania, los llamados "territorios palestinos" pasó por varias etapas, pero terminó en
hostilidad y discriminaciones. El Estado continuó colonizando la tierra palestina.

Desde el inicio del levantamiento palestino en el año 2000, el Ejército Israelí realizó numerosas incursiones en la Franja,
instaló puestos de control y restringió desplazamiento de los palestinos. En la zona se construyeron 21 asentamientos
judíos, donde vivían más de 8.000 personas. El año 2005, sin embargo, fueron evacuadas a raíz del Plan de Desconexión.
Tras esta evacuación, la Autoridad Palestina (ANP) tomó el control de Gaza y su gobierno ha sido disputado por parte de
dos polos políticos árabes.

Grupo Palestino Hamas: Desde el 2008 hasta el presente ha habido una serie de guerras en la Franja de Gaza, entre
Israel y el grupo palestino Hamás. Desde 1994, la Franja de Gaza y Cisjordania (los territorios palestinos) que ya estaban
separados geográficamente, también se separaron políticamente, debido al conflicto de sus dos organizaciones político-
militares: Fatah y Hamás, a raíz del triunfo que tuvo Hamás en las elecciones municipales de 2005.

Cisjordania, así, siguió gobernada por la Autoridad Nacional Palestina (que desde el 2013 comenzó a llamarse a sí misma
como Estado de Palestina) y es liderada por Mahmud Abbas, miembro de la más moderada Fatah. La Franja de Gaza, sin
embargo, está controlada desde 2007 por los radicales islamistas de Hamás.
Este grupo es considerado una organización terrorista por Estados Unidos, la Unión Europea e incluso algunos países del
Medio Oriente. Y a pesar de que Hamás llegó al poder de manera democrática, Fatah no apoya la actual escalada de
violencia que ha desatado el grupo.

Hamás lucha contra el Estado Israelí usando métodos terroristas, como atentados suicidas e Israel considera a este
grupo como responsable de todos los ataques desde el territorio desde la Franja de Gaza. Este grupo también  se niega a
reconocer los acuerdos logrados anteriormente entre palestinos e israelíes, quedando suspendidas las negociaciones de
paz entre ambos pueblos.

Lo que desató nuevamente el conflicto: Los enfrentamientos no han cesado desde que estalló el conflicto, hace más de
cincuenta años, pero en 2014 se desataron nuevos y brutales enfrentamientos.

Israel culpó a Hamás por el secuestro y asesinato de tres adolescentes israelíes. La intensa búsqueda de estos jóvenes
terminó con el arresto de cientos de miembros de este grupo en la Ribera Occidental.
Para vengarse, Hamás comenzó a disparar cohetes a Israel, que por supuesto, provocó que dicho país respondiera no
sólo cohetes, sino que comenzara una ofensiva terrestre.
La actual escalada de tensión es la cuarta más grande desde 2005. Las anteriores de los años 2006, 2008, 2009 y 2012
han dejado cientos de víctimas mortales.
El bloqueo - La crisis humanitaria permanente de la Franja de Gaza: Con el pretexto de privar a los radicales locales de
materiales para la producción de armas, Tel Aviv (segunda mayor ciudad de Israel y centro económico del país) ha
impuesto durante la última década un bloqueo que controla estrictamente las fronteras y el espacio aéreo de la Franja
de Gaza.

Esta situación empeoró mucho las condiciones de vida en aquel territorio, ya que los habitantes se ven privados de
empleo, educación, asistencia médica y otros bienes de primera necesidad.

Incluso, desde el año 2002, comenzó la construcción de un enorme muro en Cisjordania. Su longitud supera los 700
kilómetros y marca no sólo los territorios, sino que también el destino de sus habitantes. Muchos árabes ligados a la
actividad comercial de Jerusalén, por ejemplo, se han visto obligados a ingeniárselas para cruzar este obstáculo. En
2004, la corte de la Haya declaró ilegal este muro que aún sigue construyéndose.

Densidad en la Franja: Otro gran problema existente en la Franja de Gaza es la densidad de población. En su principal
ciudad, residen 5.000 personas por kilómetro cuadrado, uno de los porcentajes más altos del mundo. De esa forma se
explica la gran cantidad de víctimas entre civiles palestinos, en medio del actual intercambio de ataques entre la Franja e
Israel, debido a lo complicado que resulta, supuestamente, impactar objetivos militares palestinos sin causar bajas
civiles.

Sin embargo, algunos expertos critican a Israel atacar a civiles. Hoy mismo, por ejemplo, un bombardeo golpeó a una
escuela de la ONU en el norte de Gaza y dejó al menos 15 muertes y más de 200 heridas, muchos de ellos niños. Un
portavoz de la ONU aseguró que el Ejército israelí conocía el lugar exacto del edificio.

Es difícil llegar a conclusiones en un tema tan complejo como este, pero de lo que se tiene certeza es que, si bien  ambos
pueblos han tenido responsabilidad en el asunto, así como también occidente. De modo que también deberán todos
poner de su parte, si se quiere llegar a un acuerdo de paz.  

Puntos clave del conflicto:

1. Asentamientos. Durante el "Plan de desconexión" del Primer Ministro Ariel Sharon en setiembre del 2005, fueron
desmantelados todos los asentamientos judíos de la franja de Gaza que en total contaban con 8.000 habitantes. Hoy en
día quedan más de 250.000 judíos en los asentamientos de Cisjordania. Están ubicados en el terreno que los palestinos
moderados reclaman para levantar el Estado Palestino (los palestinos extremistas siguen reclamando la destrucción de
Israel y que todo el territorio de Israel también sea incluido en el Estado Palestino). Varios de ellos están incrustados en
medio de Cisjordania, de modo que de levantarse un Estado Palestino y estos quedaran como enclaves israelíes,
fracturarían la continuidad territorial de dicho estado.

Para Israel sería una dificultad insalvable desmantelar todos los asentamientos. El desmantelamiento de los
asentamientos en Gaza ya causó enormes tensiones internas, intentar desplazar una población 30 veces mayor podría
derivar en una guerra civil. Se maneja la posibilidad que los grandes bloques de asentamientos más grandes que están
pegados a Israel y no incrustados en medio de Cisjordania, en los que viven más del 70% de los colonos queden en
manos de Israel y a cambio los palestinos reciban un pedazo deshabitado de la región del Neguev. Aun así, es muy
complicado desmantelar el resto. Cada nuevo pequeño "puesto de avanzada" que construyen los colonos y que el
gobierno manda desmantelar se convierte en un enfrentamiento violento entre la policía y el movimiento de los colonos
con amplia cobertura mediática. Hasta hace un tiempo la mayor parte de la opinión pública israelí apoyaba este tipo de
desmantelamientos. Pero a medida que trascurre el tiempo desde el plan de desconexión, queda claro que allí donde
Israel cedió y retiró (tanto a los colonos como a la presencia militar), los palestinos en lugar de bajar las armas,
orgullosos de haber vencido a Israel, aumentan sus esfuerzos bélicos. Los israelíes, obviamente, no quieren que Israel
retire a los colonos si eso lleva a que los palestinos aumenten sus ataques contra la población civil.

2. Jerusalén. Ciudad Sagrada tanto para los judíos como para los musulmanes. Capital oficial y de facto del Estado de
Israel (no reconocida como tal por el resto del mundo). Los palestinos reclaman el este de la ciudad, que Israel conquistó
a los jordanos en el 67, como su capital. Muchos israelíes no tendrían inconveniente en que los palestinos se quedaran
con los barrios árabes. El problema es la ciudad vieja, allí está el monte del templo, con La Mezquita de Al-Aqsa y el
Domo de la Roca (dónde según los musulmanes Mahoma subió al cielo), justo encima de donde estaban los templos de
Salomón y Herodes. Mientras tanto, el gobierno de Israel se niega a congelar la construcción los barrios judíos
construidos al este de la ciudad después del 67.

3. Refugiados. Este es el punto más problemático. Los palestinos reclaman que los refugiados del 48 junto con sus
descendientes sean recibidos dentro de los límites del Estado de Israel. Israel por su parte considera que ya hizo lo
propio al recibir cientos de miles de refugiados judíos escapados de los países árabes luego del 48, Israel recibe a los
refugiados judíos y el futuro Estado Palestino es quien debe recibir a los refugiados palestinos. Si Israel recibiera a los
millones de refugiados palestinos, en lugar de "Dos estados para dos pueblos" quedarían "Dos estados palestinos y en
uno de ellos también viven unos cuantos judíos". Para que Israel pueda seguir siendo un estado judío y al mismo tiempo
un país democrático, es imprescindible que mantenga su actual mayoría de población judía, por lo que no está en
condiciones de absorber millones de palestinos. Israel podría recibir algunos pocos miles con familiares directos dentro
de Israel, pagar una indemnización monetaria al resto, ayudarlos a que se acomoden en el Estado Palestino o hacer
algún tipo de gesto simbólico que manifieste su pesar y reconozca su culpa por aquellos que fueron expulsados. Pero no
más que eso, exigirle a Israel que reciba a todos los refugiados es exigirle que baje la bandera y se desarme a sí mismo.

El conflicto en la zona no se ha resuelto por:

1- Hace 66 años, desde la expulsión de entre 700 y 950 mil palestinos y palestinas y la confiscación de sus viviendas,
tierras y propiedades, ningún refugiado o refugiada ha podido retornar a sus casas ni ha recibido reparación.

2- Israel no ha cesado de colonizar la tierra palestina y de expoliar al pueblo palestino de sus recursos, negando su
autodeterminación y violando sus derechos fundamentales, con total impunidad.

3- Todas las resoluciones de Naciones Unidas que obligan a Israel a cesar la ocupación de territorio palestino no se
detiene y cuenta con el respaldo de Estados Unidos.

4- 10 años después de la Sentencia del Tribunal Internacional de Justicia de la Haya, que exigió el desmantelamiento del
Muro, Israel mantiene impunemente esta infraestructura de Apartheid.

5- Los palestinos fueron arrancados de sus tierras para convertirlos en los mendigos del mundo. Sin hogar, sin tierra y
con una fuerte carga de dolor e injusticia, transcurrieron con el peso de su vida estos fatídicos 64 años. En el que un
Estado ajeno y un pueblo extranjero se estableció sobre una precaria legalidad internacional en su milenaria tierra.
6- Desde el inicio de las supuestas conversaciones de paz, iniciadas en agosto 2013 y suspendidas a finales de abril por
Israel, este país ocupante ha autorizado la construcción de 14.000 nuevas viviendas israelíes en asentamientos ilegales,
3.226 de ellas en Jerusalén Este; ha asesinado a miles de personas palestinas y herido a 1751; ha demolido 508
viviendas, escuelas, fábricas y demás construcciones palestinas; ha desplazado a 899 y arrestado a 3300 palestinos y
palestinas.

7- La Partición del territorio por parte de ONU impulsó un “Estado árabe”. Llamado de este modo, de manera abusiva y
frente a las miradas atónitas palestinas, la ONU desnaturalizó y alejó la identidad nacional palestina de su tierra y de sus
raíces, cambiando ilegalmente su milenario nombre por el de “árabe”. Tampoco se tomó en cuenta la rica historia
cananea-palestina y su presencia efectiva pre y pos árabe en Filistin, nombre arameo de Palestina, tal como figuró en los
mapas de La Biblia antigua.

8- La Declaración Universal de los Derechos Humanos, proclamada por la ONU (10/12/1948), dejó al descubierto en sus
30 Artículos, la precariedad jurídica de la Partición y la gravedad de la expulsión del pueblo palestino tras arrancarles sus
casas y su país. “Nadie será privado arbitrariamente de su propiedad” (Art.17.2) y “A nadie se le privará arbitrariamente
de su nacionalidad” (Art. 15.2). La potencia ocupante emite a los habitantes palestinos de Jerusalén, un ilegal carnet,
que, en nacionalidad, figura: ‘jordanos’.

9- La ocupación israelí de territorio palestino mantiene a un pueblo en aislamiento, en campos de refugiados y ciudades
bloqueadas con servicios deficientes, donde gran parte de los caminos y vías de acceso son israelíes y en los cuales
palestinos no tienen permiso para transitar, donde salir de un poblado hacia un hospital amerita atravesar puntos de
control y alcabalas con detectores de metales, cercas, muros y revisiones constantes; el suministro de agua es sometido
a racionamiento. La ayuda internacional de alimentos, medicamentos, materiales de construcción son bloqueadas por
Israel.

10- Es una vergüenza internacional que el pueblo palestino siga siendo masacrado por uno de los Ejércitos más
poderosos del mundo y la Comunidad Internacional guarde silencio. El pueblo palestino no cuenta con un ejército
regular.

EL CONFLICTO SIRIO
Para entender el conflicto en Siria es esencial conocer las diferentes corrientes islámicas: el chiismo y el sunismo. Para
los chiítas, solamente los descendientes directos de Mahoma están autorizados para ser líderes de la fe; mientras  que
en el caso de los sunitas, no es necesario que los líderes procedan directamente de Mahoma. Para cualquiera que no se
identifique con el islam esta diferencia puede significar poco, pero es un principio fundamental para los musulmanes y
causa de muchos conflictos bélicos.

Los sunitas están extendidos especialmente en el Magreb (norte de África), la Península Arábiga y parte de Asia Central,
mientras que la mayoría de los chiítas vive el antiguo territorio de Persia (Irán y el Irak de hoy). En el Medio Oriente, en
particular en Líbano y Siria, se encuentran las diferencias de tensión geoestratégica de la creencia, y sus fronteras
nacionales también se caracterizan por la diversidad étnica y religiosa.
Bashar al-Assad, quien pertenece a la minoría alauí chií, es el presidente de Siria, un país de mayoría sunita. En el caso de
una caída, los alauitas probablemente estarían expuestos a la venganza de la insurgencia suní y perderían el poder para
siempre. Esta es la razón por la que Assad no puede abandonar el poder. Tras el estallido de la violencia denominada
como Primavera Árabe (2011) no había –en su punto de vista– otra opción que seguir la escalada hasta el amargo final.
Sin embargo, Assad decidió enfrentar las protestas de una manera desproporcionadamente violenta. Una reacción
indulgente por parte de Assad podría haber evitado que la situación empeorara. La respuesta de Assad puede explicarse
en parte por el pasado de su padre, quien, en los ochentas como presidente de Siria, enfrentó a los levantamientos con
violencia, estrategia con la que tuvo éxito y por lo tanto, posiblemente influyó a su hijo a tomar una respuesta
incorrecta.

El gobierno chií de Assad es apoyado por Irán, un país chií, que ha luchado por la influencia en la región desde hace miles
de años. Una toma de control sunita alteraría el delicado equilibrio de fuerzas, y el corredor chiíta de Irán, Siria y la
organización terrorista libanesa Hezbollah perdería su poder. Con las mismas razones, Arabia Saudita y Qatar han
brindado apoyo financiero y logístico a los rebeldes sunitas pues de esta manera siria se convertiría en un estado sunita,
lo que cambiaría el equilibrio geopolítico del poder en el Medio Oriente a su favor.

Sin embargo, los jugadores principales en este conflicto son Rusia y los EE.UU. Rusia desde el comienzo del conflicto ha
apoyado a Assad, ya que tiene su único puerto en el Mar Mediterráneo en la ciudad siria de Tartus –el único puerto
marítimo de Rusia, que no se encuentra en un antiguo territorio de la Unión Soviética– y por lo tanto de importancia
estratégica vital. Por otra parte, la política exterior de Rusia, después de la caída de la Cortina de Hierro, se ha
caracterizado por ser no intervencionista en los asuntos internos de otros países. Antecedentes de esta directiva es la
heterogeneidad étnica de Rusia y el temor a que la intervención internacional puede ser utilizada como un argumento
en las frágiles estructuras estatales rusas para futuros levantamientos. Una toma de control suní podría tener, por
ejemplo, un impacto en los musulmanes del sur de Rusia y así desestabilizar la región. Además, la política exterior de
Rusia también se rige bajo el llamado “juego de suma cero”, en donde decisiones como ésta se toman para demostrar su
propia fuerza, pues el hecho de que EE. UU no gane representa un éxito para Rusia.

Al mismo tiempo, los EE.UU. apoyan a los insurgentes sunitas para derribar al gobierno chiita de Asaad y así debilitar a la
alianza Irán-Siria-Hezbollah, principal enemigo de Israel (aliado número uno de EE. UU en Medio Oriente). Además, la
influencia rusa en la región podría verse debilitada. Sin embargo, los EE.UU. temen que la caída de Assad y las armas
químicas que se encuentran en el país caigan en manos de los islamistas (sunitas) insurgentes y Siria no se estabilice
después de la caída de Assad, sino se convierte en otro estado fallido, como Somalia.

Una intervención internacional para solucionar el conflicto parece poco probable. Las posiciones de veto de Rusia y
China no han cambiado desde 2011 y el Consejo de Seguridad de la ONU no aprobaría una resolución para una posible
intervención. Sin embargo, los EE. UU podrían justificar una intervención si demuestran una emergencia humanitaria,
como sucedió en Bosnia con la OTAN. Si las probabilidades de que el Consejo de Seguridad de la ONU para aprobar una
intervención son escasas, la confirmación del uso de armas químicas por parte del gobierno sirio es una pieza
importante del rompecabezas para los americanos, ya que viola el derecho internacional de la Convención de Ginebra.

Contexto histórico:

Siria formó parte del Imperio Otomano desde 1516 hasta la Primera Guerra Mundial (1914-1918). Tras su derrota en la
guerra, Turquía se vio obligada a firmar el Tratado de Paz de Sèvres de 1920, mediante el cual, cedía gran parte de sus
territorios a los vencedores. La denominada “Siria Otomana” (la actual Siria), pasará a manos de Francia. El protectorado
francés fue breve, pero tuvo importantes consecuencias, ya que cambió las fronteras de Siria, separando la región del
Líbano del resto para convertirla en un nuevo estado. En septiembre de 1936, Francia, cansada de combatir a los
rebeldes independentistas sirios, decidió firmar con estos un tratado de paz mediante el que se otorgaba la
independencia a Siria. Sin embargo, la independencia del país no será efectiva hasta 1946, una vez acabada la Segunda
Guerra Mundial (1939-45).

El nuevo estado sirio vivirá sus primeros años entre convulsiones políticas y constantes golpes de estado, sin olvidarnos
de su adhesión incondicional a las guerras árabes contra Israel. Guerras que Siria pudo sostener gracias al abundante
armamento suministrado por su principal aliado en la época: La Unión Soviética. Entre 1958 y 1961, Siria se unirá a
Egipto para formar la República Árabe Unida. Sin embargo, las diferencias entre ambos países harán que esta unión
fracase al poco tiempo. Desde 1963 hasta nuestros días será el partido árabe socialista Ba’ath (o Baaz) quien dirija los
destinos del país. Aunque esto no evitará que se produzca un nuevo golpe de estado en 1970, esta vez dentro del mismo
partido, que reemplazará a sus líderes históricos: el presidente Nureddin al-Atassi y el “hombre fuerte en la sombra”
Salah Jadid, por un carismático comandante de la Fuerzas Aéreas y Ministro de Defensa: Hafez al-Assad.

El autoritario, y en ocasiones populista, gobierno de Hafez al-Assad será el que generará gran parte del caldo de cultivo
que hará estallar a la sociedad siria en 2011. Durante sus primeros años, Hafez al-Assad mantendrá una política belicista,
participando en 1973 en la Guerra del Yom Kippur contra Israel y ocupando militarmente el Líbano en 1976. Pese al
fracaso final de la guerra contra Israel, Siria recuperó gran parte de su prestigio y al-Assad alcanzó una gran popularidad.

Esta popularidad se verá contrarrestada por la corrupción generalizada del régimen y sobre todo por los conflictos
político-religiosos que el gobierno mantendrá con los Hermanos Musulmanes a partir de 1979 y que acabarán con la
trágica “Masacre de Hama” de 1982. Hafez al-Assad, al igual que muchos miembros del partido Ba’ath, era seguidor de
la rama alauita del islam, y aprovechaba su poder e influencia para colocar a alauitas (o alawitas) en los altos cargos
políticos y militares del país, pese a que en Siria son una minoría que no sobrepasa el 15% de la población. Esto generó
un profundo descontento entre la mayoría sunní del país y un verdadero choque frontal con los objetivos de la
Organización de los Hermanos Musulmanes, cuya ideología propugna la supremacía sunnita en toda la región (usando
en muchas ocasiones el terrorismo como medio para lograr sus fines).

En Siria, los Hermanos Musulmanes se convirtieron en los principales opositores al régimen, realizando una campaña de
sangrientos atentados terroristas que causaron centenares de muertos. Decidido a acabar con esta amenaza, a
principios de febrero de 1982, Hafez al-Assad ordenó a sus fuerzas especiales entrar en el principal bastión de los
rebeldes: la ciudad de Hama, para desarmarlos y detenerlos. Enterados de los planes del gobierno, los rebeldes se
alzaron en armas y tomaron la ciudad, asesinando a 70 miembros del partido Ba’ath y cerca de un centenar de soldados.
La pérdida de la ciudad, obligó al régimen a trasladar a la zona a varios miles de soldados de elite, apoyados por tanques
y artillería. Tras varios días de asedio y durísimos combates casa por casa, el 5 de febrero el ejército logró finalmente
controlar gran parte de la urbe. A partir de entonces, en los días siguientes se inició una durísima represión, en la que los
rebeldes fueron masacrados. El régimen llegó al extremo de demoler viviendas para acabar con los rebeldes que se
refugiaban dentro o a usar armas químicas (gases tóxicos). Aunque las cifras de víctimas son contradictorias, se calcula
que entre 5.000 y 10.000 civiles (contando entre ellos a los rebeldes), y alrededor de 1.000 soldados del régimen,
perdieron la vida durante la operación. La masacre generó tal terror, que puso fin a la campaña de oposición de los
Hermanos Musulmanes, reduciéndose su número de simpatizantes drásticamente. Esta huella sangrienta en la historia
reciente de Siria nunca será olvidada, y en las protestas de 2011, los Hermanos Musulmanes verán la oportunidad de
volver a la lucha.

El gobierno de al-Assad continuará sin oposición hasta su muerte, que le llegó tras sufrir un infarto en el año 2000,
siendo sucedido por su hijo, el actual presidente Bashar al-Assad, que continuará las líneas políticas de su padre,
generando con ello un profundo malestar en la población.

Como vemos en este pequeño resumen, durante gran parte de su historia reciente Siria ha sido un país sometido por el
partido Ba’ath, de corte autoritario, socialista y militarista (un modelo que también se implantó en Iraq y que estuvo
vigente hasta la caída de Saddam Hussein). Un país en el que la oposición política estaba íntimamente ligada a la
oposición religiosa. Aunque esto cambiará con la llegada de las “Primaveras Árabes”.

Comienzo de la guerra:

Las Primaveras Árabes son el origen inmediato de la desestabilización en Siria. A comienzos de 2011, comenzaron las
protestas contra el corrupto gobierno sirio, presidido por Bashar al-Asad. Al principio, las protestas no tuvieron mucho
éxito y parecía que Siria se libraría de los movimientos violentos que sacudían Egipto, Túnez o Libia. Sin embargo, a
partir del 15 de marzo de 2011 la situación comenzó a empeorar, las protestas juveniles, coordinadas a través de las
redes sociales de internet, se hicieron mucho más fuertes, afectando a las principales ciudades del país, en especial a
Deraa, la cuna de la rebelión. Los choques entre manifestantes y policías se volvieron cada vez más violentos.

El 20 de marzo, miles de personas salieron de nuevo en Deraa a protestar contra el gobierno con las consignas “Dios,
Siria, libertad”, “derrocar al régimen” o “acabar con la corrupción” … La pacifica protesta acabó convirtiéndose en una
revuelta que acabo con el incendio del Palacio de Justicia, la sede del partido oficialista Baath en la ciudad y el edificio de
la empresa telefónica Syriatel, propiedad de un primo del presidente al-Asad. El gobierno sirio decidió reaccionar con
mano dura y ordenó a la policía usar fuego real, lo que ocasionó un muerto y varios heridos entre los manifestantes. La
dura represión del gobierno se incrementó en los días siguientes, aumentando exponencialmente el número de muertos
y detenidos, lo que exacerbó aún más los ánimos entre los opositores al régimen. A finales de abril, el gobierno tuvo que
desplegar al ejército para tratar de sofocar la insurrección popular. Varios militares, descontentos con la sangrienta
represión del régimen, se pasaron al lado de los rebeldes y éstos, a su vez comenzaron a armarse, asaltando comisarías y
cuarteles de policía.

Finalmente, el 31 de julio de 2011, un grupo de militares desertores crea el Ejército Sirio Libre, también conocido como
Movimiento de Oficiales Libres, comandado por el coronel Riyad Mousa al-Asaad y, con el supuesto objetivo de proteger
a la población civil de la represión del régimen mediante el uso de las armas. Ese mismo día, había acontecido la
Matanza del Ramadán, en la que fallecieron 142 personas.

A la formación del Ejército Sirio Libre, siguió la formación del Consejo Nacional Sirio, el 23 de agosto de 2011, un órgano
encargado de representar políticamente a la oposición siria, y que permite que las diferentes facciones rebeldes puedan
hablar con una sola voz ante la comunidad internacional.

En septiembre, el Ejército Sirio Libre comenzó a avanzar hacia las provincias del norte, con objeto de asegurarse el
dominio de la frontera con Turquía, un movimiento estratégico que les permitiría poder aprovisionarse de armas,
municiones y suministros médicos. Convirtiéndose así en un duro hueso de roer para las fuerzas de Bashar al-Asad. La
Guerra Civil era ya un hecho.

Intervención de la comunidad internacional: Estados Unidos y sus aliados europeos vieron las Primaveras Árabes como
una gran oportunidad. Presuponían que la llegada de la democracia a estos países les permitiría abrir nuevos mercados
económicos y además, obtener nuevos aliados con los que fortalecer su posición en una zona conflictiva, pero de suma
importancia estratégica.

Por ello, apoyaron abiertamente a los rebeldes en la mayoría de países. Este apoyo fue principalmente político, pero en
algunos casos llego a ser también militar: proporcionando armas, suministros y asesores militares a los rebeldes, con lo
cual, se aseguraban una rápida victoria de éstos. En Libia la jugada salió bastante mal, convirtiéndose a raíz de las
Primaveras Árabes en un Estado Fallido donde las diversas tribus luchan por el poder. En Egipto, las potencias
occidentales, asustadas por el cariz que tomaba el gobierno democrático de los Hermanos Musulmanes, basado en el
radicalismo islámico, hubieron de dar marcha atrás, apoyando, aunque no abiertamente, el golpe de estado de julio de
2013 con el que los militares retomaban el poder sobre el país (aunque bajo la apariencia de reinstaurar la democracia).

En el caso de Siria, el apoyo de EEUU y Europa a los rebeldes, fue, y aun es, unánime. Esto se debe a varios motivos, a
parte de la consabida aversión que las democracias sienten hacia los regímenes dictatoriales. Estratégicamente, un
cambio de gobierno en Siria, fortalecería enormemente la posición estratégica de EEUU, y sus aliados, en Oriente Medio
y al mismo tiempo debilitaría la de su mayor rival: Rusia. El régimen de al-Assad es el principal aliado de Rusia en Oriente
Medio, y además alberga, en la localidad de Tartús, la única base naval rusa en el Mediterráneo. Por ello el
establecimiento de un régimen democrático y proccidental en Siria sería el fin para la presencia rusa en la zona. Por otro
lado, una Siria sunní podría formar un bloque, junto a Irak y Arabia Saudí, que detuviera la expansión de los chiítas, que
tienen su principal bastión en el vecino Irán, por la región. Además de servir para frenar a Irán, una Siria proccidental
dejaría de ser una amenaza para el principal aliado de EEUU en la región: Israel. Pudiendo ponerse así fin al contencioso
entre Siria e Israel por los Altos del Golán y a la alianza antisraelí entre Siria, Irán y Hezbollah. Por último, un nuevo
gobierno en Siria podría significar el fin de las intromisiones sirias en la política interna del Líbano.

Con todas estas razones, no es de extrañar que desde un principio EEUU, aprovisione a los rebeldes con armas
modernas, municiones y suministros médicos, además de proporcionarles dinero, y enviar expertos militares para que
les asesoren y entrenen a sus tropas. Además de este importante apoyo, el gobierno de Barak Obama estuvo tentado de
intervenir militarmente en Siria, con la ya manida excusa de que el régimen poseía armas de destrucción masiva (en este
caso, además era verdad). Sin embargo, el apoyo de Rusia a Bashar al-Assad, la decisión final de éste de librarse de su
arsenal de armas químicas, y el miedo a convertir Siria en un nuevo Irak, es decir en la tumba de varios miles de soldados
norteamericanos, echaron por traste este proyecto de invasión.

Otra forma de apoyar a los rebeldes sirios, aunque bastante más turbia, son las Operaciones Especiales Encubiertas (las
míticas Black Ops) que grupos de fuerzas especiales de Estados Unidos y Gran Bretaña “supuestamente” realizan contra
el régimen sirio. El diario londinense, “Sunday Express”, desveló que miembros del SAS (Special Air Service), las fuerzas
especiales británicas, destacadas en Siria para combatir al Estado Islámico (ISIS), se suelen disfrazar de yihadistas para
realizar ataques encubiertos contra el ISIS. Unos ataques que, según otros medios, como “syrian free press” se realizan
también contra las fuerzas de al-Assad. Dada la naturaleza secreta de estas operaciones, es obvio que hasta varios años
después de finalizado el conflicto no se sabrá con certeza algo con certeza sobre ellas.

En contrapartida a este apoyo a los rebeldes, Rusia se ha encargado de suministrar armas, municiones y sus propios
especialistas militares al régimen de al-Assad. En estas últimas semanas se ha conocido un incremento de la intervención
rusa, que está enviando a la zona soldados y aviones de combate para ayudar al gobierno sirio.

Así pues, ambas superpotencias, EEUU y Rusia, dirimen sus diferencias entre sí al más puro estilo de la Guerra Fría:
usando peones, y alimentando guerras de terceros países. ¿Habría acabado ya la Guerra Civil Siria sin el apoyo prestado
por estas potencias a uno u otro bando? Probablemente sí.

El riesgo de que la Guerra de Siria se extienda a más países de la región, como el Líbano o Iraq, parece hoy contenido,
pero sigue estando latente. En especial, dada la intervención de fuerzas foráneas en Siria como Hezbollah o el Estado
Islámico.

Hezbollah (Ḥizbu’llāh) o “el Partido de Allah”, es una organización paramilitar libanesa, que en un principio surgió para
combatir la intervención israelí en el Líbano, en 1982. Este grupo se nutre principalmente de militantes chiitas del sur del
país, y su creación es en parte también obra de Irán, que desde un principio los entrenó, financió y proveyó de armas.
Otro de sus principales aliados en la lucha contra Israel en el Líbano fue precisamente Siria, cuyos soldados llevaban
intervenido en la guerra civil de este país desde 1976.

Para hacer honor a esta alianza, y acusando a los rebeldes sirios de ser marionetas de EEUU e Israel, en octubre de 2012,
Hezbollah decidió intervenir militarmente en la guerra para apoyar el régimen de al-Assad, enviando al país entre 3.000
y 7.000 combatientes, según las diversas fuentes. Los milicianos de Hezbollah han estado combatiendo desde entonces
contra el Ejercito Libre Sirio en la zona fronteriza con el Líbano, en los alrededores de la ciudad de Al-Qusayr.
Precisamente, la ayuda de Hezbollah permitió al ejército sirio retomar esta localidad, de vital importancia estratégica, en
junio de 2013, tras una durísima batalla contra los rebeldes. La posesión de esta ciudad permite al ejército sirio reabrir
las vías de comunicación entre Homs y Damasco, accediendo así al Mediterráneo y a los suministros de la base rusa en el
puerto de Tartous. Sin duda alguna, la intervención de los fervientes milicianos de Hezbollah ha sido, y es, de gran ayuda
para el régimen sirio.

El Estado islámico: A todos los males de la guerra civil, Siria ha de sumar uno casi aún mayor; la invasión de los radicales
islámicos del autodenominado Estado Islámico (ISIS). Este movimiento radical, aliado de la organización terrorista Al
Qaeda, surge en Irak, en 2006. En un principio se nutre de combatientes extranjeros que acuden al país para combatir la
invasión estadounidense y de antiguos militantes de la organización terrorista Ansar al islam, conformada
principalmente por salafistas (ultraconservadores sunníes) provenientes del Kurdistán iraquí. Tras una violenta e
infructuosa lucha contra EEUU y las autoridades iraquíes, el grupo perderá importancia progresivamente. Sin embargo,
la llegada, en 2010, de un nuevo y carismático líder: Abu Bakr al-Baghdadi, cambiará todo. A partir de entonces, el grupo
reiniciará su campaña terrorista en Irak y además se extenderá por el norte de Siria, aprovechando la debilidad de las
fuerzas de al-Assad.

En abril de 2013 el grupo proclamará la creación del “Estado Islámico de Irak y el Levante”. Un año después, en junio de
2014, coincidiendo con la captura del norte de Irak, su líder se proclamará como Califa de este nuevo estado terrorista.

En Siria, el Estado Islámico ocupa una gran parte del norte del país y sus tropas combaten contra el resto de fuerzas
locales, atacando por igual al régimen de al-Assad y a los rebeldes moderados del Ejercito Libre Sirio. Su objetivo es
expandir las fronteras de su estado hasta lograr el dominio total del Irak y Siria, para luego extenderse a más países de la
región. En las zonas que controla, el Estado Islámico impone su versión extremista de la Sharía, la ley islámica,
castigando durísimamente a cualquiera que la vulnere. Además, persigue a las minorías religiosas y disfruta publicando
en internet sangrientos videos de ejecuciones masivas de soldados prisioneros. A todas luces, el Estado Islámico es un
retorno a la versión más sangrienta y oscura del medievo.

Por otro lado, y pese a lo contradictorio que parece, varias fuentes, entre ellas el congresista Patrick Daniel Welch,
apuntan a que el Estado Islámico fue creado por EEUU para combatir al régimen de Bashar al-Assad y que su financiación
y armamento provienen de EEUU, Reino Unido e Israel. Personalmente dudo de la veracidad de estas afirmaciones,
aunque pudiera ser que EEUU participara en la creación del Estado Islámico, con objeto de debilitar al régimen sirio y
luego perdiera el control sobre ellos. Algo similar a lo ocurrido con Al Qaeda, creada por la CIA para combatir a los
soviéticos en Afganistán, para convertirse luego uno de los mayores enemigos de EEUU.

Sea como sea, el Estado Islámico es una de las mayores amenazas para la seguridad, no solo de Siria, sino del Mundo. Su
propaganda en Internet atrae a su causa a miles de jóvenes de todo el Mundo, incluida Europa, los cuales, un buen día
pueden retornar a sus países de origen reconvertidos en fanáticos terroristas. Es difícil de entender que las grandes
potencias no hagan mayores esfuerzos militares para erradicarlos.

Balance del conflicto: Decía Carl von Clausewitz que “la Guerra es la continuación de la política por otros medios”, y
probablemente tenía razón. En las guerras no hay buenos ni malos, solo hombres ansiosos de poder con opiniones
enfrentadas, incapaces de dialogar para alcanzar un mínimo consenso, e incapaces de ver el sufrimiento que causan con
sus actos.
Hasta la fecha, y según cifras de Amnistía Internacional, la Guerra de Siria ha ocasionado cerca de 250.000 muertos y
11,6 millones de desplazados, de los que cerca de 4 millones son refugiados que buscan asilo en otros países.

Además, muchas zonas de Siria sufren hambrunas y graves epidemias, ante la falta de recursos médicos o de una
mínima infraestructura. La ausencia de seguridad ha generado además una verdadera oleada de robos, secuestros y
agresiones sexuales (miles de mujeres y muchachos jóvenes han sufrido violaciones), que afecta a todo el país.

Aparte de estos delitos, ambos bandos han cometido graves crímenes de guerra contra prisioneros y población civil. El
régimen de al-Assad es acusado de torturar y matar a cerca de 11.000 rebeldes presos, de asesinar a cerca de 600
personas encargadas de la asistencia médica y sanitaria en zonas rebeldes, y de bombardear a sabiendas zonas
ocupadas por civiles con objeto de causar terror entre los simpatizantes de los rebeldes, causando cerca de 9.000
muertos.

Los rebeldes por su parte también han torturado y ejecutado a centenares de soldados, policías y simpatizantes del
régimen. Siendo mundialmente famoso el caso del comandante rebelde Abu Sakkar, que se grabó en video mientras
arrancaba y devoraba el corazón de un soldado enemigo. Además, se acusa al bando rebelde de reclutar niños como
soldados.

Por último, recordar la gran cantidad de patrimonio arqueológico milenario perdido, saqueado y vendido a
coleccionistas internacionales, o destruido, a manos de la barbarie y la superchería religiosa.

Causas probables y reales del conflicto: Para entender el conflicto en Siria es necesario que pensemos en esta región
como la panacea, que todos los países y grupos de poder quieren poseer y controlar. Se trata de un territorio rico en
recursos. Siria se encuentra en una localidad en la cual se ubica un tercio de las reservas de petróleo y gas natural del
mundo, que funciona como puente entre Oriente y Occidente.

La decisión de Estados Unidos de organizar una campaña para derrocar al presidente de Siria, Bashar al Assad, en gran
parte se basó en la negativa de este mandatario a permitir el paso por su país de un gasoducto desde Catar hacia
Europa.

Esa infraestructura hubiera garantizado que los reinos suníes del golfo Pérsico tuvieran una ventaja decisiva en los
mercados mundiales de gas y hubiese fortalecido a Catar, que es el aliado más cercano que Estados Unidos posee en la
región, según destaca el autor, quien hace hincapié en que allí se encuentran dos de las principales bases militares
norteamericanas y la sede del Mando Central de Estados Unidos en Oriente Medio.

Para defender los intereses de Rusia, el presidente sirio se negó a firmar ese acuerdo y optó por otro gasoducto, que se
hubiera extendido desde Irán a Líbano y hubiese convertido a los iraníes en los mayores proveedores de gas a Europa, lo
cual iba en contra de los intereses de los árabes de mayoría sunita.

Inmediatamente después de la negativa al proyecto inicial, las agencias de inteligencia de EE.UU., Catar, Arabia Saudita e
Israel comenzaron a financiar a la oposición de Siria y a preparar una revuelta para derrocar al régimen de Assad.

Las decisiones de Washington obviaron el hecho de que el Gobierno de Siria era mucho más moderado que las
monarquías suníes, gracias a que el país era secular y poseía una élite pluralista. Además, Assad abogaba por la
liberalización y, entre otras cosas, aportó a la CIA toda la información después de los atentados del 11 de septiembre en
Nueva York.

la inteligencia norteamericana ha utilizado a los yihadistas para proteger los intereses relacionados con los
hidrocarburos de Estados Unidos y derrocar a regímenes en Oriente Medio desde mediados del siglo XX, debido a que
consideraba que las fuerzas religiosas radicales eran un contrapeso fiable a la influencia de la Unión Soviética en la zona.

Ya en 1957, EE.UU. trató en vano de provocar una revolución en Siria y derrocar al gobierno secular democráticamente
elegido. Sin embargo, no se detuvo ahí, sino que la aparición de "el grupo criminal petrolero" Estado Islámico es el
resultado de una larga historia de intervención de Estados Unidos en la región.
Siete claves para entender el conflicto:

1. ¿Cuál era la situación en Siria antes de que estallara la guerra?

Años antes de que el conflicto comenzara, muchos sirios se quejaban de un alto desempleo en el país, de extensa
corrupción, falta de libertad política y de la represión del gobierno del presidente Bashar al Asad, quien había
sucedido a su padre, Hafez, en 2000.
En marzo de 2011, un grupo de adolescentes que habían pintado consignas revolucionarias en un muro escolar en la
ciudad sureña de Deraa fueron arrestados y torturados por las fuerzas de seguridad.
El hecho provocó protestas prodemocráticas, inspiradas por la Primavera Árabe, las manifestaciones populares que en
ese momento se extendían en los países de la región y que clamaban más democracia y derechos para sus poblaciones.
Cómo antes de la guerra Alepo era "la ciudad más bella y elegante del mundo"
Las fuerzas de seguridad abrieron fuego contra los manifestantes, matando a varios, y esto provocó que muchas más
personas salieran a las calles.
El levantamiento se extendió por todo el país, exigiendo la renuncia del presidente al Asad. Y la respuesta de fuerza del
gobierno para sofocar la disensión sólo reforzó la determinación de los manifestantes.
Para julio de 2011, cientos de miles estaban protestando en todo el país exigiendo la salida de al Asad.
Omran, el niño rescatado de un bombardeo en Alepo que se convirtió en un símbolo del horror en Siria
2. ¿Cómo estalló la guerra civil?

A medida que el levantamiento de oposición se extendía, la represión del gobierno se intensificaba.


Los simpatizantes de la oposición comenzaron a armarse, primero para defenderse y después para expulsar a las fuerzas
de seguridad de sus regiones.
Al Asad prometió "aplastar" lo que llamó "terrorismo apoyado por el exterior" y restaurar el control del Estado.
La violencia se incrementó rápidamente en el país. Se formaron cientos de brigadas rebeldes para combatir a las fuerzas
del gobierno y lograr el control de ciudades y poblados.
En 2012 los enfrentamientos llegaron hasta la capital Damasco y la segunda ciudad del país, Alepo. Para entonces el
conflicto ya se había convertido en más que una batalla entre aquéllos que apoyaban a al Asad y los que se oponían a él.
Después de la toma de Alepo por parte del gobierno de Siria, ¿dónde sigue la guerra?
Y adquirió pronto características sectarias enfrentando a la mayoría sunita del país, contra los chiitas alauitas, la rama
musulmana a la que pertenece el presidente.
Esto arrastró a las potencias regionales e internacionales, lo cual añadió otra dimensión al conflicto.
En junio de 2013, Naciones Unidas informó que 90.000 personas habían muerto.
3. ¿Quién está ahora peleando contra quién?

La rebelión armada de oposición ha evolucionado significativamente desde sus comienzos de la guerra.


Actualmente la oposición, es decir quienes desean la destitución del presidente al Asad, está formada por numerosos
grupos rebeldes integrados por diversos tipos de personas.
Estos grupos incluyen tanto combatientes rebeldes moderados y seglares, como el Ejército Libre Sirio (ELS), hasta grupos
islamistas y yihadistas, como el autodenominado Estado Islámico (EI), cuyas tácticas brutales han provocado indignación
global, y el Frente al Nusra, un grupo que en sus comienzos estaba afiliado a al Qaeda.
A principios de 2017, el Frente al Nusra se fusionó con otros cuatro grupos islamistas para convertirse en Tahrir al Sham
que, se dice, es -después de EI- el mayor grupo rebelde que combate a al Asad.
También están los grupos kurdos basados en el norte de Siria, apoyados por Estados Unidos, que están buscando el
establecimiento de áreas bajo su control en esa parte del país.
De esta forma, con las diversas facciones que se oponen a al Asad, se ha creado "una guerra dentro de una guerra" en
Siria, en la que la oposición moderada está combatiendo tanto a los grupos islamistas como a las fuerzas del gobierno.
Pero en esta guerra civil también están involucradas fuerzas de otros países.
Desde 2014, Estados Unidos, junto con Reino Unido, Francia, y otros seis países, había dirigido incursiones aéreas contra
EI en Siria, pero había evitado atacar a las fuerzas del gobierno sirio.
Rusia, por su parte, lanzó una campaña aérea sostenida en 2015 para "estabilizar" al gobierno sirio tras una serie de
derrotas infligidas por la oposición.
La intervención de Rusia ha conducido a victorias significativas para las fuerzas sirias.
La mayor de ellas fue la recuperación de la ciudad de Alepo, uno de los principales bastiones de los grupos opositores,
que fue recuperada por fuerzas leales al gobierno de Bashar al Asad en diciembre de 2016.
Los grupos rebeldes, mientras tanto, continúan luchando entre sí para ganar control del territorio.
El FSA y otros rebeldes moderados han pedido repetidamente a Washington armas antiaéreas para responder a los
devastadores bombardeos de Rusia y el gobierno sirio, pero Estados Unidos y sus aliados se han negado, por temor a
que las armas avanzadas terminen en manos de los grupos yihadistas.
4. ¿Cómo se involucraron las potencias internacionales?

Irán, que es chiita, es el aliado más cercano de Al Asad. Siria es el principal punto de tránsito de armamentos que
Teherán envía al movimiento chiita Hezbollah en Líbano, el cual también ha enviado a miles de combatientes para
apoyar a las fuerzas sirias.
Se cree que Teherán ha gastado miles de millones de dólares al año para fortalecer a las fuerzas del gobierno sirio,
ofreciendo asesores militares, armas, crédito y petróleo.
Rusia intervino desde un inicio apoyando la supervivencia de Al Asad en el gobierno, lo cual es crucial para mantener los
intereses de Moscú en ese país y en la región.
Arabia Saudita es otro participante en esta "guerra subsidiaria".
Para contrarrestar la influencia de Irán, su principal rival en la región, ha enviado ayuda militar y financiera importante a
los rebeldes, incluidos los grupos con ideologías islamistas.
En agosto de 2016, Turquía, alarmada por el avance, cerca de su frontera, de las fuerzas kurdas -a quienes acusa de
simpatizar con su enemigo, el proscrito Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK)- decidió apoyar al FSA, y, según
algunos informes, el grupo ha logrado recuperar su prominencia.
Los rebeldes de la oposición siria también han atraído varios grados de apoyo de otras potencias regionales, como Qatar
y Jordania.
Estados Unidos, por su parte, más allá de su participación militar en la lucha contra EI, se había mostrado renuente a
involucrarse más profundamente en el conflicto y durante la pasada administración de Barack Obama, Washington se
limitó a insistir en la renuncia de al Asad.
En abril de 2017 las cosas tomaron otro giro en la guerra siria con el nuevo gobierno de Donald Trump.
Durante las primeras semanas de su administración, Trump dio a entender que la guerra en Siria no era una de las
prioridades de su gobierno.
Pero el 6 de abril la Casa Blanca sorprendió a muchos cuando, por primera vez en el conflicto, ordenó un ataque militar
contra las fuerzas de Al Asad.
La acción militar estadounidense fue en respuesta a un devastador ataque con armas químicas que, según se denunció,
había sido llevado a cabo días antes por el gobierno sirio.
5. ¿Por qué está durando tanto esta guerra?
Un factor clave ha sido la intervención de las potencias regionales y mundiales.
Su apoyo militar, financiero y político para el gobierno y la oposición ha contribuido directamente a la intensificación y
continuación de los enfrentamientos y convertido a Siria en un campo de batalla de una guerra subsidiaria.
También se ha acusado a las potencias regionales de fomentar el sectarismo en lo que era un Estado ampliamente
secular.
Las divisiones entre la mayoría sunita y los chiitas alauitas han provocado que ambas partes cometan atrocidades que no
sólo han causado una enorme pérdida de vida sino ha destruido comunidades, fortalecido posiciones y reducido las
esperanzas de lograr una solución política.
La escalada de los grupos yihadistas, como EI (que aprovechándose de la situación en el país tomó el control de enormes
franjas de territorio en el norte y este de Siria) añadió otra dimensión al conflicto.
6. ¿Cuál ha sido el impacto de esta guerra?

El enviado especial de la ONU para el conflicto de Siria dijo en abril de 2016 que se estimaba que la cifra de muertos
estaba en torno a los 400.000.
El Observatorio Sirio de Derechos Humanos, un grupo de monitoreo basado en Londres, indica que, hasta marzo de
2017, la cifra de muertos es de 465.000.
Pero el Centro de Sirio para Investigación Política, un organismo de estudios independiente, calcula que el conflicto ha
causado 470.000 muertes.
Según cifras de la ONU, hasta marzo de 2017 unos 4,8 millones de personas han huido de Siria, la mayoría mujeres y
niños.
Los países vecinos -Líbano, Jordania y Turquía- están enfrentando una crisis tratando de albergar al que se considera es
uno de los mayores éxodos de refugiados de la historia reciente.
Otro 10% de refugiados ha buscado asilo en Europa, lo que ha provocado divisiones en estos países sobre cómo
compartir la responsabilidad.
Según la ONU se necesitan US$3.200 millones de ayuda para los 13,5 millones de personas, incluidos seis millones de
niños, que requieren asistencia humanitaria dentro del país.
Cerca de 70% de la población no tiene acceso a agua potable, una de cada tres personas no puede satisfacer sus
necesidades alimentarias básicas, más de dos millones de niños no van al colegio y una de cada cinco personas vive en la
pobreza.
Las partes en conflicto han complicado aún más la situación al rehusar el acceso de las agencias humanitarias a los
necesitados.
Hoy, seis años después, gran parte del país está en ruinas y su población está profundamente traumatizada por la
guerra.
Tal como señalan los expertos, una cosa es cierta: la reconstrucción de Siria, una vez que se logre poner fin al conflicto,
será un proceso extremadamente largo y difícil.
7. ¿Qué ha hecho la comunidad internacional para poner fin al conflicto?

Debido a que ninguna de las partes es capaz de infligir una derrota decisiva contra la otra, la comunidad internacional
concluyó hace mucho que la única forma de poner fin a la guerra es con una solución política.
El Consejo de Seguridad de la ONU pidió la implementación del Comunicado de Ginebra de 2012 en el que se contempla
un organismo de gobierno de transición con amplios poderes ejecutivos "formado sobre la base de consentimiento
mutuo".
Pero las conversaciones de paz de 2014, conocidas como Ginebra II, se interrumpieron y la ONU responsabilizó al
gobierno sirio por rehusarse a discutir las demandas de la oposición.
En enero de 2016, Estados Unidos y Rusia persuadieron a los representantes de las partes en guerra para que asistieran
a "conversaciones de acercamiento" en Ginebra para discutir una ruta de paz del Consejo de Seguridad, que incluía un
cese del fuego y un período de transición que llevara a elecciones.
Las conversaciones se suspendieron en la "fase preparatoria" cuando las fuerzas del gobierno sirio lanzaron una gran
ofensiva en la ciudad norteña de Alepo.
Estados Unidos y Rusia negociaron en 2016 varios acuerdos de "cese de hostilidades “que eventualmente fueron
suspendidos.
En enero de 2017, Rusia, Irán y Turquía anunciaron un acuerdo para un cese el fuego parcial, que tampoco llegó a tener
éxito.
Ahora, la acción militar de Estados Unidos, podría ser la intercesión que dé un giro al conflicto y ponga a prueba al
régimen de Al Asad.
Pero tal como señalan los expertos, lograr una solución para la guerra no será fácil y todo dependerá de  cómo responda
tanto el gobierno sirio como sus patrocinadores, principalmente Rusia.

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