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Metodología en El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte

Florencio Posadas Segura


https://kmarx.wordpress.com/2012/12/20/metodologia-en-el-
dieciocho-brumario-de-luis-bonaparte/
29/03/2020

Introducción
En el presente ensayo, no se pretende realizar un estudio exhaustivo sobre la metodología
de Marx en El Dieciocho Brumario, se toma como pretexto esta obra para intentar un
acercamiento no a la metodología, sino a algunos aspectos de la misma ahí presentes.
En el punto uno, se pretende proporcionar una especie de marco teórico-metodológico
que está presente en la obra de Marx. En el segundo, se aborda brevemente la reflexión
metodológica de Marx y Engels en relación al 18 Brumario. En el tercero, se sitúa la
obra citada en el contexto del pensamiento gramsciano sobre el análisis de situaciones.
En el cuarto, se discuten tres acepciones sobre el concepto de coyuntura derivados de la
interpretación de los clásicos de la teoría socialista. En el quinto, se examina con cierto
detalle tres aspectos de la metodología, que hacen a la teoría de las clases, la psicología
del individuo y la problemática del tiempo, presentes en algunos escritores
contemporáneos.

Finalmente, se establecen breves conclusiones.

1. Principios metodológicos o vectores en la obra de Marx


Un buen ejemplo de los problemas actuales de las ciencias sociales son los que atañen al
marxismo. Tras el nombre de marxismo se presentan posiciones teórico-metodológicas
diferentes.

Por una parte, se revela una teorización de la historia en su conjunto, autodefinida como
científica, cuyas tesis centrales son las siguientes: 1) el motor y la clave del
funcionamiento, así como de la transformación de las sociedades, es el desarrollo de las
fuerzas productivas materiales, en donde existe una fuerza productiva en última instancia
determinante: los medios de trabajo o instrumentos de producción; 2) las fuerzas
productivas de la vida material son definidas, por una parte, como poseedoras de la virtud
intrínseca de tenderse a desarrollar continuamente, progresivamente y, por el otro, como
entes que no tienen determinación social, esto es, que son susceptibles de ser
caracterizadas como tales fuerzas productivas, con independencia de las relaciones
sociales; entre fuerzas productivas y relaciones de producción que conforman la
estructura económica de una sociedad, sólo existen relaciones de correspondencia o de
antagonismo, en donde destaca el carácter primordial de las primeras; sobre la base de la
2

estructura económica de la sociedad, se levanta el edificio jurídico y político al cual


corresponden formas determinadas de la conciencia social.

Una concepción de la sociedad, como la anteriormente expuesta, habría de hipotecar el


futuro teórico-metodológico del marxismo, tendiendo a situarlo dentro de un enfoque
rígido y dogmatizado de la estructura “invariable” de las sociedades humanas y en una
concepción evolucionista seudocientífica de su dinámica histórica, supuestamente regida
por leyes naturales que se cumplirían necesariamente.

Por otra parte, se despliega un elemento que despunta en la obra juvenil de Marx y
reaparece constantemente en su obra madura. Se trata de aquella dimensión del
pensamiento marxiano que se manifiesta ante todo como voluntad de acabar con la
filosofía especulativa, proclamando que no se trata de interpretar al mundo sino de
transformarlo y que es preciso superar la filosofía realizándola. Ese sesgo de la reflexión
de Marx es el que se niega otorgarse de antemano la solución al problema global de la
historia que hace a su sentido y se opone a proveerse de una “dialéctica” acabada e
infalible, afirmando en cambio que el comunismo no es un estado ideal hacia el cual se
encaminaría fatalmente la sociedad, sino el movimiento real que suprime el estado de
cosas existentes.

Este ingrediente se manifiesta cuando Marx insiste sobre el hecho de que son los
hombres quienes hacen su propia historia, sobre la base de condiciones dadas y declara,
por tanto, que la emancipación de los trabajadores será obra de los trabajadores mismos.
Estas otras posiciones y planteamientos de Marx no se resuelven en meras
especulaciones. Por el contrario, pueden servir deguía teórico-metodológica para abordar
el aspecto más importante en la obra de Marx, a saber, su análisis descriptivo y
explicativo de la sociedad capitalista, tal como se expone en sus trabajos más acabados
como El capital y el 18 Brumario de Luis Bonaparte.

En la llamada acumulación originaria y a todo lo largo del 18 Brumario, por ejemplo,


Marx describe un complejo proceso económico, social, político, jurídico e ideológico,
donde la imaginación, los deseos, los objetivos y, por tanto, la práctica de los
sujetos sociales desempeñan un papel creador decisivo tanto para la emergencia y
consolidación del capitalismo, en el largo plazo, como para la creación de la forma
bonapartista de Estado, en el corto plazo.

2. La reflexión metodológica de Marx en el 18 Brumario


En rigor, elanálisis sobre su propia metodología utilizada en el 18 Brumario, es casi
inexistente y contradictoria. Quizás, es el único lugar de la obra en donde Marx expone
su concepción metodológica, estaría dado por el siguiente pasaje: “Sobre las diversas
formas de propiedad, sobre las condiciones sociales de existencia, se levanta toda una
3

superestructura de sentimientos, ilusiones, modos de pensar y concepciones de vida


diversos y plasmados de un modo peculiar. La clase entera los crea y los plasma
derivándolos de sus bases materiales y de las relaciones sociales correspondientes”,
concepción posteriormente canonizada por el ya célebre fragmento del Prólogo de la
contribución a la crítica de la economía política: “El resultado general al que llegué y
que, una vez obtenido, sirvió de hilo conductor a mis estudios, puede resumirse así: en
la producción social de su vida, los hombres contraen determinadas relaciones
necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de producción, que corresponden
a una determinada fase de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El conjunto
de estas relaciones de producción forma la estructura económica de la sociedad, la base
real sobre la que se levanta la superestructura jurídica y política y a la que corresponden
determinadas formas de conciencia social” (2).

La metáfora del edificio, la base y la superestructura integrado por los niveles económico,
jurídico-político e ideológico, donde la superestructura se da como una derivación de la
base y las propias clases sociales están determinadas por la estructura económica,
parecería no corresponder con la realidad examinada y descrita, pues a despecho del
propio autor, como diría Althusser, “la determinación económica en última instancia,
nunca aparece”.

Lo escasamente descrito por Marx en relación a su mitología, ciertamente se revela


contradictorio con todo lo que hace en el conjunto de El Dieciocho Brumario, Federico
Engels, tomó al pie de la letra lo escrito por Marx y le dio un sentido aún más
economicista y evolucionista, seudocientífico, cuando en el prólogo a la tercera edición,
sentencia: “Fue precisamente Marx el primero que descubrió la gran ley que rige la
marcha de la historia, la ley según la cual todas las luchas históricas ya se desarrollan
en el terreno político, en el religioso, en el filosófico o en otro terreno ideológico
cualquiera, no son, en realidad, más que la expresión más o menos clara de luchas entre
clases sociales, y que la existencia, y por tanto también los choques de estas clases, están
condicionados, a su vez, por el grado de desarrollo de su situación económica, por el
modo de su producción y de su cambio, condicionado por ésta”. (3)

Por lo demás, Engels se refiere a un aspecto importante de la reflexión metodológica


de Marx en el 18 Brumario y que tiene que ver con su capacidad para comprender “la
historia viva del momento” y su penetración profunda “en los acontecimientos al mismo
tiempo que se producen”. La problemática del tiempo momentáneo dará lugar a lo que
posteriormente será llamado análisis de coyuntura. Sin embargo, la problemática del
tiempo breve en Marx, estaba estrechamente vinculada a la cuestión del tiempo
permanente, como el propio Engels pone de manifiesto: “He aquí por qué Marx no solo
estudiaba von especial predilección la historia pasada de Francia sino qua seguía
4

también en todos sus detalles la historia contemporánea, reuniendo los materiales para
emplearlos ulteriormente, razón por la cual nunca le sorprendían los acontecimientos”.

3. El análisis de situaciones en Gramsci


Lenin definiría la coyuntura como “análisis concreto de la situación concreta” y en
términos de la relación estructura-coyuntura. En cambio, para Gramsci es el problema
de las relaciones entre estructura y superestructura al que es necesario plantear y resolver
con precisión para llegar a un análisis justo de las fuerzas que actúan en la historia de un
periodo determinado.

Como el propio Marx, Gramsci toma como punto de partida dos principios
metodológicos postulados por el primero en el ya mencionado Prólogo: 1) ninguna
sociedad se propone tareas para cuya solución no existan ya las condiciones necesarias o
suficientes o no estén al menos, en vías de aparición y de desarrollo: 2) ninguna sociedad
desaparece y puede ser sustituida si antes no desarrolla todas las formas de vida que están
implícitas en sus relaciones.

Para Antonio Gramsci, a partir de la reflexión sobre esos dos cánones


metodológicos se puede llegar al desarrollo de toda una serie de otros principios de
metodología histórica. Sin embargo, señala en sus Notas sobre Maquiavelo, sobre
política y sobre el estado moderno, “en el estudio de una estructura es necesario
distinguir los movimientos orgánicos (relativamente permanentes) de los movimientos
que se pueden llamar de coyuntura (y se presentan como ocasionales, inmediatos, casi
accidentales). Los fenómenos de coyuntura dependen también de movimientos
orgánicos, pero su significado no es de gran importancia histórica; dan lugar a una crítica
política mezquina, cotidiana, que se dirige alos pequeños grupos dirigentes y a las
personalidades que tienen la responsabilidad inmediata del poder. Los fenómenos
orgánicos dan lugar a la crítica histórica-social que se dirige a los grandes agrupamientos,
más allá de las personas inmediatamente responsables y del personal dirigente”(5)

Las notas anteriores, son reveladoras de algo que habrá que tomar muy en cuenta. Desde
la perspectiva gramsciana, en el estudio de la estructura claramente identificada con la
economía, existen dos tipos de fenómenos o movimientos: orgánicos y coyunturales; los
primeros identificados con la cuestión del tiempo permanente, los segundos con el
problema del tiempo ocasional; los segundos dependen de los primeros y no son de gran
importancia histórica, siempre en relación con los primeros. En tanto que se hace
referencia al movimiento orgánico y coyuntural de la estructura, debe quedar claramente
establecido que en este nivel del análisis se habla de organicidad y coyuntura
económica respectivamente.
5

Para Gramsci, es en el estudio de un periodo histórico donde se aprecia la gran


importancia de esta distinción entre fenómeno orgánico y coyuntural y en el cual se
presentan crisis orgánicas estructurales que a veces se prolongan por decenas de años.
Esta larga duración significará que en la estructura económica se han revelado
contradicciones incurables que las fuerzas políticas que operan positivamente en la
conservación y defensa de la estructura, se esfuerzan por sanearla y por superarla. Esos
esfuerzos generan el fenómeno coyuntural que a diferencia de la crisis orgánica casi
permanente, forman el tempo de lo casi accidental, lo ocasional, lo inmediato. Sobre él se
organizan las fuerzas antagónicas que tienden a demostrar que existen ya las condiciones
necesarias y suficientes para que determinadas tareas puedan y deban ser resueltas
históricamente.

Esos criterios metodológicos pueden adquirir todo su significado si se aplican al análisis


de los hechos históricos concretos, Gramsci lo hace en el caso de los acontecimientos de
Francia en el periodo histórico de 1789 a 1870, en donde puede advertirse de inmediato
que Gramsci analiza los acontecimientos de 1848 examinados por Marx en El
Dieciocho Brumario, pero sólo como un episodio más situado en el contexto de un
período histórico largo: “En efecto, sólo en 1870-71 con la tentativa de la comuna se
agotan históricamente todos los gérmenes nacidos en 1789, lo cual significa que la nueva
clase que lucha por el poder no sólo derrota a los representantes de la vieja sociedad que
se niegan a considerarla perdida, sino también a los grupos más nuevos que consideran
como superada también a la nueva estructura surgida de los cambios promovidos en
1789. Dicha clase demuestra así su vitalidad frente a lo viejo y frente a lo más nuevo.
Además, en 1870-71 pierde eficacia el conjunto de principios de estrategia y de táctica
política nacidos prácticamente en 1789 y desarrollados en forma ideológica alrededor
de 1848 y que se resumen en la fórmula de “revolución permanente” (6).

Para el examen de ese largo periodo histórico francés, Gramsci no se limita al estudio de
la estructura económica de la sociedad, sino que analiza también las contradicciones
internas de la estructura social a partir de 1789, que sólo encuentran un equilibrio relativo
a partir de 1871 con la tercera república: equilibrio político que se prolonga por sesenta
años después de ochenta de conmociones políticas producidas en oleadas cada vez más
espaciadas y en donde la problemática del tiempo permanente y ocasional se vincula en
un mismo periodo histórico que tiene como crestas de la oleada: 1789, 1794, 1804, 1815,
1830, 1848 y 1870 y en el cual se privilegia no sólo el estudio de la estructura, sino también
el de su relación con la superestructura: “El estudio de estas ‘oleadas’ de amplitudes
diferentes es precisamente lo que permite reconstruir las relaciones entre estructura y
superestructura por un lado, y por el otro, entre el desarrollo del movimiento orgánico
y del movimiento coyuntural de la estructura” (7).
6

Es decir, que en los principios metodológicos que sirven a Gramsci como punto de
partida “ninguna sociedad desaparece y puede ser sustituida”…”ninguna sociedad se
propone tareas…para ser” pasa por la mediación dialéctica de la fórmula política-
histórica de la revolución permanente”, lo que significa resolver adecuadamente el
problema de la relación estructura-superestructura, para un análisis justo de las fuerzas
que actúan en un período histórico determinado.

En ese sentido, cabe decir que para Gramsci lo verdaderamente relevante desde el punto
de vista mitológico es el análisis de las situaciones o de fuerzas sociales, políticas y
militares. El análisis de la correlación de fuerzas supone el problema relaciona estructura-
superestructura y por tanto la relación entre los fenómenos económicos, jurídicos,
políticos, filosóficos, religiosos e ideológicos.

En el análisis de situación o relación de fuerzas gramsciano es necesario distinguir


diversos momentos o grados que en lo fundamental son los siguientes:

I. Relación de fuerzas sociales ligadas a la estructura, objetiva, independiente de la


voluntad de los hombres, que puede ser medida con los sistemas de las ciencias exactas e
físicas.

II. Un momento sucesivo es la relación de las fuerzas políticas caracterizado por cierto
grado de homogeneidad, autoconciencia y organización de los grupos sociales. Se
distinguen, a su vez, por los diferentes momentos de la conciencia política colectiva: a) el
momento económico-corporativo; b) momento de la conciencia de solidaridad de
intereses entre todos los miembros de un grupo social en el campo económico; c) el
momento de la conciencia de intereses extracorporativos o fase política. En este momento
se opera el pasaje de la conciencia sobre la estructura a la conciencia de la
superestructura. Se generan las ideologías y surgen los partidos políticos. Se forma la
unidad de fines económicos y políticos e intelectuales y morales. Se produce la hegemonía
política y cultural. Surge el Estado.

III. Relación de fuerzas militares inmediatamente decisivo según las


circunstancias. Se distinguen a su vez dos momentos: a) técnico-militar y b) político-
militar.

No obstante, el análisis concreto de las relaciones de fuerza, no constituye un fin en sí


mismo; “ellos muestran cuales son los puntos de menos resistencia donde la fuerza de
voluntad puede ser aplicada de manera más fructífera, sugieren las operaciones
tácticas inmediatas, indican cómo se puede lanzar mejor una campaña de agitación
política, qué lenguaje será el mejor comprendido por las multitudes, etc. El elemento
7

decisivo de toda situación es la fuerza permanente organizada desde largo tiempo, que
puede hacer avanzar cuando se juzga que una situación es favorable… Los grandes
Estados han llegado a serlo precisamente porque en todos los momentos estaban
preparados para insertarse eficazmente en las coyunturas internacionales favorables y
estas eran tales porque ofrecían la posibilidad concreta de insertarse con eficacia en
ellas” (8).

En Gramsci, finalmente se da una revaloración de la coyuntura, de su


importancia. Análisis situacional, análisis integrado de fuerzas sociales, políticas y
militares a todos los niveles estructural y superestructural, para insertarse eficazmente en
las coyunturas económicas favorables originadas por la crisis orgánica de la economía.
Para Gramsci, el análisis de coyuntura lo es de la economía y el de situaciones integra
los diversos niveles de análisis de la totalidad social. Son cosas diferentes, pero
relacionadas. Para poder incidir eficazmente en la primera se requiere de la segunda, de
una situación favorable.

4. Diversas nociones sobre la coyuntura


En virtud de que hablar de la coyuntura se ha convertido en un lugar común, bien vale la
pena hacer las aclaraciones que vienen al caso. Para unos, análisis de coyuntura, es el
nivel de la economía; para otros, es coyuntura política; para otros más, significa analizar
la totalidad social. Pareciera que el único criterio común entre los teóricos de la coyuntura
es su referencia al tiempo breve, pero ni siquiera eso es cierto. Los hay quienes
hablan de “coyunturas largas”.

Para ilustrar la noción de coyuntura en el sentido que le otorga Gramsci, pero que se
queda en él sin vincularlo al análisis de situaciones, se hará referencia al ejemplo
de Vilar.

Pierre Vilar en su noción de Coyuntura, asume una definición amplia del concepto de
coyuntura: “En el sentido más general, la ‘coyuntura’ es el conjunto de las condiciones
articuladas entre sí que caracterizan un momento en el movimiento global de la materia
histórica. En este sentido, se trata de todas las condiciones, tanto de las psicológicas,
políticas y sociales como de las económicas o meteorológicas” (9)

Sin embargo, Vilar le otorga a su noción de coyuntura un sentido más particular, En rigor
se refiere a la coyuntura económica como parte de la ciencia económica. En ese sentido,
que es el original tanto en Marx como en Gramsci, a la estructura de una sociedad,
que Vilar identifica claramente con los modos de producción, cuyas relaciones
fundamentales y principios de funcionamiento serían relativamente estables, se dan en
contrapartida movimientos incesantes, coyunturales, que son el resultado de este mismo
funcionamiento y que modifican en todo momento el carácter de estas relaciones, la
8

intensidad de los conflictos, las relaciones de fuerza. “Así, a condición de pensarlo dentro
de un tipo de estructura (modo de producción feudal, capitalista, de transición,
etcétera), el movimiento coyuntural forma parte de los análisis de historiador“, (10)
En Vilar, solo hay una referencia formal a la articulación de todas las condiciones, y a la
modificación de las relaciones de fuerza. En realidad se queda en la coyuntura económica
y podría pecar de reduccionismo económico. Los movimientos contemporáneos de la
coyuntura económica son los indicadores económicos, sobre todo los movimientos de los
precios de las mercancías: ‘”Digamos que hay mas ‘probabilidades’ de que estalle un
motín en tiempo de hambre que en un año de buena cosecha“. Esto no significa, sin
embargo, que el motín vaya estallar necesariamente, y menos aún que vaya a
transformarse en revolución. Pero si hay confluencia (coyuntural) entre agudizaciones
máximas de las contradicciones sociales a niveles diversos, se refinen las condiciones
revolucionarias. Tal es el sentido del análisis coyuntural”. (11)

Desde su oficio de historiador, sugiere ideas novedosas para el corte geográfico o amplitud
de las coyunturas: “zonas coyunturales” más que “coyunturas mundiales”; “coyuntura
mediterránea” más que “coyuntura moderna” y “coyuntura antigua”; “emparentamiento
de coyunturas mundiales de fenómenos geofísicos”. Sin embargo al referirse a la duración
de los periodos, Vilar se permite hablar de movimiento largo y movimiento corto de los
indicadores de la coyuntura y por tanto de “coyuntura larga” y “coyuntura corta”,
eliminando la diferencia entre el movimiento orgánico y el movimiento coyuntural, la
problemática del tiempo largo y el tiempo corto, por más que el propia Vilar se imagine
“las fases largas” de la coyuntura como otros tantos “signos de modificación de las
estructuras” (…) pues “coyunturas y estructuras no son dos nociones extrañas entre sí;
son dos aspectos de fenómenos comunes” (12).

Otra definición de coyuntura, como coyuntura política, que quiere distinguirse de la


noción de coyuntura económica, sería la de Roger Bartra, en Breve diccionario de
sociología marxista, cuando escribe: “Se denomina coyuntura política el
eslabonamiento que se produce en un momento dado de las fuerzas políticas que luchan
por controlar el poder socioeconómico. La coyuntura política es, por decirlo de otra
forma, el reflejo en la superestructura política del nivel, carácter y agudeza de las
contradicciones y lucha de clases” (13).

Evidentemente, la teoría del reflejo no resuelve adecuadamente el problema de la relación


entre estructura y superestructura, al menos en el sentido gramsciano, pues omite la
mediación dialéctica entre ambas.
9

Es pertinente anotar que Juan Carlos Portantiero ha llamado a Gramsci el principal


“teórico de la coyuntura”. En Portantiero hay una decida revalorización
de Gramsci en el pensamiento socialista clásico, porque su reflexión lleva al intento de
colocar las bases para el estudio y la resolución de las coyunturas a través del diseño de
un “canon metodológico” que permite relacionar las estructuras con la actualidad, pues,
“El análisis de una coyuntura no es otra cosa, -en Gramsci-, que el examen de un haz
de relaciones contradictorias (relaciones de fuerza), en cuya combinación particular un
nivel de ellas –las económicas”- opera como límite de variación, o sea, permite controlar
el grado de realismo y de posibilidades de realización de las diversas ideologías que
nacieron (…) en el terreno de las contradicciones que generó durante su desarrollo” (14).
En Gramsci, el movimiento orgánico estructural se pone de manifiesto en forma de crisis
que pueden perdurar muchos años y que forman el espacio de los fenómenos
coyunturales. En un sentido amplio, las crisis de las estructuras, fundamentalmente la
crisis política, da lugar al concepto de hegemonía, crisis de hegemonía, crisis orgánica,
que para Alessandro Pizzorno constituiría el elemento más interesante de la teoría
política de Gramsci. Pero, contrariamente a quienes piensan que toda crisis orgánica,
crisis de representación, abre el espacio para una coyuntura revolucionaria, “una ruptura
revolucionaria”. Pizzorno sostendrá justamente, en Sobre el método de Gramsci que:
“La crisis orgánica puede conducir a la revolución, pero también puede abrir el camino
a la reacción: o simplemente resolverse dejando el poder en manos de quienes ya lo
detentaban“. (15)

5. La lectura metodológica contemporánea del 18 Brumario


Un texto como El Dieciocho Brumario puede ser visto sólo como el análisis de una
coyuntura de casi cuatro años en la historia de Francia (1848-1851). Puede ser leído
también como un aporte a la teoría marxista de la lucha de clases en proceso de
elaboración.

Sin embargo, si la coyuntura se vincula al análisis de situaciones en el sentido gramsciano,


entonces, el examen de esa coyuntura realizada por el propio Marx, revela la utilidad de
una mitología y de una teoría: atrapa y descubre un fenómeno casi accidental que luego
será un concepto político y dará lugar a la caracterización de una forma de Estado; el
bonapartismo. Como acertadamente apunta Francisco Delich, en Para el análisis de
los fenómenos sociopolíticos coyunturales: “Metodológicamente, el hilo conductor del
razonamiento es el comportamiento de las clases, pero y sobre todo el de las fracciones
de clases, que a veces se definen por atributos propiamente socioeconómicos (burguesía
financiera), otros políticos (burguesía republicana) y que se enfrentan política y militar
o socialmente según los avatares de una coyuntura excepcional. Finalmente, Bonaparte
asciende al poder en hombros campesinos, lo que sugiere a Marx un triunfo del campo
sobre la ciudad, posible por el bajo grado de conciencia de aquellos; sin embargo, Marx
se cuida bien de distinguir el enfrentamiento a nivel del Estado, de los conflictos de la
10

sociedad civil, aunque los reúne y combina reiteradamente, pero claramente


distinguibles” (16). Marx, al referirse a su propia obra desvela el hilo
conductor: “…demuestra cómo la lucha de clases creó en Francia las circunstancias y las
condiciones que permitieron a un personaje mediocre y grotesco representar el papel de
héroe”. (17)

Por lo que se refiere a las clases, y, sobre todo a las fracciones de clase analizadas
por Marx, su utilidad se revela al examinar las fracciones de clase dominantes, en su
relación con una forma particular del Estado. Las fracciones de clase aparecen formando
bloques históricos de clase en el poder o alternativo al poder, en el sentido gramsciano del
término, aunque en Marx no sea utilizado explícitamente el término.

Cuando Marx nos habla del “dominio exclusivo” o del “monopolio en el poder” de dos
fracciones de la burguesía, la industrial y la financiera, su unidad política estaba dada por
la monarquía constitucional como forma de Estado. En cambio, la fracción de los grandes
terratenientes, de la burguesía financiera y de la burguesía industrial, encuentran su
unidad política en la república parlamentaria como forma de Estado; “habían encontrado
en la república burguesa la forma de Estado en que podían reinar en común” dirá Marx.
Pero la unidad política de las fracciones de clase dominantes, no significa para Marx,
reparto igual del poder. Es aquí donde la idea de hegemonía también está presente
en Marx, para indicar que una clase o fracción de clase en el poder, constituye el
elemento dominante o hegemónico, en el caso de la República, la fracción de la burguesía
financiera. En ese sentido, las conclusiones a las que arriba Nicos Poulantzas, en Poder
político y clases sociales en el Estado capitalista, son adecuadas: “…el bloque en el poder
constituye una unidad contradictoria de clases y fracciones políticamente dominantes
bajo la égida de la fracción hegemónica” (18).

En el propio Poulantzas, tenemos un buen ejemplo de interpretación lúcida del análisis


de las clases o fracciones de clase en El Dieciocho Brumario. Desde esta perspectiva no
sólo existe una diferencia sustancial entre la unidad política de las clases dominantes que
llegan a conformar un bloque en el poder y la idea de elemento dominante o hegemonía,
ejercida por una sola fracción; sino que también está presente la idea de alianza entre el
bloque de poder y clases o fracciones de clase fuera del bloque, así como la idea de clases
o fracciones de clase-apoyo, que sirven de sustento al bloque en el poder: “Los conceptos
de bloque en el poder y de alianzas son completados en Marx, en lo que concierne,
siempre a las variaciones en los límites de una forma de Estado o de un bloque en el
poder, de un estadio determinado, por otro concepto, que comprende una categoría
particular de relaciones entre las clases del bloque en el poder y otras clases: se trata de
las clases sobre las cuales se ‘apoya’ una forma del Estado capitalista. Casos típicos de
esas clases-apoyos: los campesinos parcelarios en el marco del bonapartismo; la
11

pequeña burguesía a fines del primer periodo de la república parlamentaria;


el lumpenproletariado del bonapartismo” (19).

Por otra parte, y siempre siguiendo y tratando de interpretar la metodología utilizada


por Marx en El 18 Brumario, los protagonistas principales, la acción de ciertos
individuos, juegan un papel decisivo en la coyuntura o las coyunturas que culminan con
el golpe de estado de Bonaparte. La acción individual tiene sentido en función de las
clases y fracciones de clase que representan o dicen representar, pero también son
importantes las consideraciones psicológicas que a propósito de ellos Marx desarrolla.
Por ejemplo, sobre el actor principal: “Parecía como si sus apetitos usurpadores sólo se
exteriorizasen para que no se acallasen las risas malignas de sus adversarios. Se
comportaba como un genio ignorado, considerado por el mundo entero como un bobo”
(20). “Viejo roué ladino, concibe la vida histórica de los pueblos y los grandes actos del
Estado y gobierno como una comedia, en el sentido más vulgar de la palabra, como una
mascarada, en que los grandes disfraces y las frases y gestos no son más que la careta
para ocultar lo más mezquino y miserable” (21). “Como fatalista que es, abriga la
convicción de que hay ciertos poderes superiores, a los que el hombre y sobre todo el
soldado no se puede resistir. Entre estos poderes incluye en primer término, los cigarros
y el champagne, las aves frías y el salchichón adobado con ajo” (22). “Una larga y
aventurera vida de vagabundo le había dotado de los tentáculos más perfectos para
tantear los momentos de debilidad en que podía sacar dinero a sus burgueses” (23). “En
las orgías que Bonaparte celebraba todas las noches con la swell mob de ambos sexos,
en cuanto se acercaba la medianoche y las abundantes libaciones desataban las lenguas
y calentaban la fantasía, se acordaba el golpe de Estado para la mañana siguiente” (24).
Hay un personaje, el protagonista principal de la mascarada, “grotesco y mediocre” en
los calificativos de Marx, que difícilmente puede ser vinculado a clase social alguna, no
obstante apoyarse, identificarse o representar al lumpenproletariado o al campesino
conservador: “Este Bonaparte, que se erige en jefe del lumpenproletariado, que sólo en
éste encuentra reproducidos en masa los intereses que él personalmente persigue, que
reconoce en esta hez, deshecho y escoria de todas las clases, la única clase en la que
puede apoyarse sin reservas, es el auténtico Bonaparte, el Bonaparte sans phrase” (25).
Y también “Bonaparte representa a una clase, que es además, la clase más numerosa de
la sociedad francesa: Los campesinos parcelarios” (26). Pero, en rigor Marx describe
a Luis Bonaparte como un personaje agobiado por las deudas y sus acreedores,
obsesivamente guiado por una sola idea fija y mezquina: asaltar el fisco y expoliar a toda
la nación francesa. A pesar de todo tiene éxito. En opinión de Sinesio López, en El
análisis de coyuntura en el pensamiento socialista clásico, Marx explica este éxito,
porque Bonaparte “explota” las contradicciones de clase, porque se ubica en los
núcleos principales de las correlaciones de fuerzas, se deja arrastrar por ellas, dentro
de una coyuntura cuya forma de movimiento es definida por Marx como línea
descendente de la revolución, hasta desembocar en el poder” (27).
12

En relación con el papel que desempeñan los individuos, los protagonistas principales
de El 18 Brumario y la introspección psicológica que Marx hace de ellos, Delich,
considera que: “Leídas como historia de largo plazo se trata sólo de anécdotas
personales; en aquel presente fueron probablemente muy relevantes, del mismo modo
que el largo plazo sólo considera las clases como homogéneas en detrimento de las
fracciones” (28).

Una cuestión más, de orden metodológico, que está presente en El 18 Brumario, es el


problema del tiempo. En la lucha de clase o fracciones de clase, que se enfrentan
estableciendo diversas combinaciones en el poder o fuera de él, sólo el tiempo otorga
unidad al conjunto de acontecimientos. Para Marx existe una especie de tiempo
permanente y ocasional. El segundo depende del primero. Cuando Marx recorta el
tiempo entre febrero de 1848 y diciembre de 1851, en primer lugar, habría que señalar
que no lo desvincula de un periodo histórico más amplio que Marx viene estudiando
desde 1789 y que habrá de concluir ochenta años más tarde, en 1871.

En segundo lugar, al diseccionar el tiempo y la geografía, Marx se propone examinar un


fenómeno coyuntural extraordinario, pero sobre todo analizar las fuerzas sociales,
políticas y militares capaces de incidir eficazmente en el movimiento coyuntural,
poniendo en juego un complejísimo análisis de la estructura social.

El problema se ha planteado en referencia exclusiva al tiempo ocasional ligado a la


coyuntura, en virtud de que Marx establece diferentes periodizaciones sin mayores
explicaciones del porqué lo hace.

Si nos atenemos a la periodización establecida por Marx al principio del texto, tenemos
que en las fases recorridas por la revolución francesa desde el 24 de febrero de 1848 hasta
el mes de diciembre de 1851: “Hay tres periodos capitales que son inconfundibles: el
periodo de febrero; del 4 de mayo de 1848 al 28 de mayo de 1849, periodo de
constitución de la república o de la Asamblea Nacional Constituyente; del 28 de mayo
de 1849 al 2 de diciembre de 1851, periodo de la república constitucional o de la
Asamblea Nacional Legislativa” (29).
13

Sin embargo, esta misma periodización es modificada al final del texto: He aquí en breves
rasgos, el esquema de su historia:

I. Primer periodo. Del 24 de febrero al 4 de mayo de 1848. Periodo de febrero. Prólogo.


Espejismo de confraternización general.

II. Segundo periodo. Periodo de constitución de la república y de la Asamblea Nacional


Constituyente.
1. Del 4 de mayo al 25 de junio de 1848. Luchas de todas las clases contra el
proletariado. Derrota del proletariado en las jornadas de junio.

2. Del 25 de junio al 10 de diciembre de 1848. Dictadura de los republicanos


burgueses puros. Se redacta el proyecto de Constitución. Declaración del estado de sitio
en París. El 10 de diciembre se elimina la dictadura burguesa con la elección de Bonaparte
para presidente.

3. Del 20 de diciembre de 1848 al 28 de mayo de 1849.

Lucha de la Constituyente contra Bonaparte y el partido del orden coligado con él. Caída
de la Constituyente. Derrota de la burguesía republicana.

III. Tercer periodo. Periodo de la república constitucional y de la Asamblea Nacional


Legislativa.
1. Del 28 de mayo al 13 de junio de 1849. Lucha de los pequeños burgueses contra
la burguesía y contra Bonaparte. Derrota de la democracia pequeño burguesa.

2. Del 13 de junio de 1849 al 31 de mayo de 1850. Dictadura parlamentaria del


partido del orden. Corona su dominación con la abolición del sufragio universal, pero
pierde el ministerio parlamentario.

3. Del 31 de mayo de 1850 al 2 de diciembre de 1851. Lucha entre la burguesía


parlamentaria y Bonaparte.

a) Del 31 de mayo de 1850 al 12 de enero de 1851. El parlamento pierde el alto


mando sobre el ejército.

b) Del 12 de enero al 11 de abril de 1851. Sucumbe en sus tentativas por volver a


adueñarse del poder administrativo. El partido del orden pierde su mayoría
parlamentaria propia. Coalición del partido del orden con los republicanos y la montaña.
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c) Del 11 de abril al 9 de octubre de 1851. Intentos de revisión, de fusión, de


prórroga de poderes. El partido del orden se descompone en los elementos que lo
integran. Definitiva ruptura del parlamento burgués y de la prensa burguesa con la masa
de la burguesía.

d) Del 9 de octubre al 2 de diciembre de 1851. Ruptura franca entre el parlamento


y el poder ejecutivo. El parlamento consuma su defunción y sucumbe, abandonado por su
propia clase, por el ejército y por las demás clases. Ocaso del régimen parlamentario y de
la dominación burguesa. Triunfo de Bonaparte. “Parodia de restauración imperial”
(30).

Se pueden apreciar tres cortes sucesivos realizados por Marx. En primer lugar un corte
del periodo histórico recorrido por la revolución francesa, que va del 24 de febrero de
1848 al 2 de diciembre de 1851; 2) la fase anterior, es subdivida en tres periodos capitales
e inconfundibles; 3) los periodos precedentes son descompuestos a su vez en diez
subperiodos.

Establecer un corte entre el tiempo largo y el tiempo corto tiene un alto grado de
dificultad. Marx lo hace. Su tiempo largo arranca de 1779, su tiempo corto va de 1848 a
1851. Pero la dificultad es mayor si se efectúan censuras al interior del tiempo breve
como Marx también lo hace. De hecho cada uno de los diez subperiodos podría dar lugar
al estudio de diez coyunturas distintas.

Una primera explicación del problema planteado, estaría dada por el hecho de que los
fenómenos coyunturales vinculados al corto plazo depende de los fenómenos orgánicos
relacionados con el largo plazo. Son la forma en que se manifiesta por medio de crisis el
movimiento de la estructura de la sociedad. La problemática del tiempo inmediato está
ligada a la cuestión del tiempo mediato; pero por otra parte está vinculada, en Marx, a
su hilo metodológico, la teoría de la lucha de clases que es la que le permite hacer cuantos
cortes considera necesarios. En donde aparentemente hay arbitrariedad, existen criterios
teóricos que organizan la periodización asumida por Marx. Dicho con palabras
de Delich: “La particularidad del ascenso de Luis Bonaparte al poder es generalizable,
a partir de la detección de los componentes básicos de la coyuntura, leídos a partir de
una teoría de las clases no formulada explícitamente. Esto implica que la coyuntura se
desintegra como tal para que emerjan los elementos directrices, las constantes
históricas disimuladas por la especificidad” (31).

El propio Delich, sugiere una serie de premisas para el estudio actual de la coyuntura tal
y como él la entiende. La premisa básica sería que no existe diferencia entre los elementos
que se reúnen en un análisis de largo plazo de aquellos que se integran para un estudio de
corto plazo. Una segunda premisa es que el nivel de análisis no puede ser otro que el de
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las formaciones históricas. Una tercera premisa, consiste en que la coyuntura es siempre
un modo particular de articulación. Una cuarta premisa radica en un análisis coyuntural
es sólo posible si el énfasis se desplaza de las causas a las condiciones, aunque obviamente
no se pueda prescindir de aquellas.

La propuesta de Delich, no deja de ser sugerente sobre todo por integrar en una sola
visión elementos teóricos sin los cuales el concepto mismo de coyuntura se presta a
confusión o es interpretado en forma reduccionista, pues como resume: “Las cuatro
premisas anotadas no son desde luego exhaustivas, pero, y a pesar de se generalidad,
permiten al menos mostrar la posibilidad de encontrar un nivel de análisis con cierto
grado de autonomía, despejando las confusiones más frecuentes por una parte y, por
otra, apartándola del pragmatismo usual” (32).

CONCLUSIONES
El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, se inscribe dentro de la mejor tradición del
marxismo de Marx, en donde este último describe una combinatoria económica, política,
jurídica, social e ideológica y en donde la última instancia económica nunca aparece, y en
cambio los deseos, los objetivos y la praxis de los individuos desempeñan un papel
determinante.

La reflexión metodológica que el propio Marx realiza sobre su obra, resulta ser
completamente insuficiente, casi inexistente y contradictoria. Engels toma al pie de la
letra el reduccionismo economicista de Marx, como elemento clave para analizar la
historia del momento.

Gramsci sitúa los acontecimientos de 1848-1851 descritos y analizados por Marx en el


contexto de un periodo histórico más amplio que corresponde al ciclo de la revolución
francesa. Desde su perspectiva, cobra especial relieve el análisis de situaciones o
correlación de fuerzas sociales, políticas y militares que presupone relacionar estructura
y superestructura y por ende fenómenos económicos, jurídicos, políticos, filosóficos,
religiosos e ideológicos. Gramsci revalora la importancia del análisis de coyuntura pero
vinculado al análisis de fuerzas. Análisis de situaciones para insertarse eficazmente en las
coyunturas favorables.

Es necesario distinguir las diversas nociones de coyuntura vinculadas con el análisis de lo


económico, lo político y la totalidad social, en ese sentido, destaca la revalorización del
pensamiento gramsciano por parte de Portantiero y Pizzorno.

En la lectura metodológica más reciente de 18 Brumario y en la revalorización del


concepto de coyuntura destaca la problemática vinculada con la teoría de las clases
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sociales y las fracciones de clase; la biografía individual de los protagonistas del cambio
social y sus vínculos con la sociedad; la periodización histórica a corto y largo plazo.

Las sugerencias de Delich, que hacen a la revalorización del concepto de su coyuntura,


parecen perfectamente pertinentes. Sus premisas retoman lo mejor de la tradición teórica
marxista y además tienen la virtud de tomar elementos y conceptos que provienen de
diversas teorías no marxistas. En ese sentido y contrariamente a lo que pudiera pensarse,
las perspectivas de nuevos programas de investigación sobre coyuntura, son aún más
promisorias.

NOTAS
1. Marx, Carlos: El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, p. 258

2. Marx, Carlos: Prólogo de la contribución a la crítica de la economía política, p. 348

3. Engels, Federico: Prólogo de la tercera edición alemana de El Dieciocho Brumario de

Luis Bonaparte, p. 232

4. Ibid. pp. 231-233

5. Gramsci, Antonio: Notas sobre Maquiavelo, sobre política y sobre el Estado


moderno, p. 67

6. Ibid. p. 69

7. Ibid. p. 70

8. Ibid. p. 76

9. Vilar, Pierre: La noción de coyuntura, p. 81

10. Ibid. p. 105

11. Ibid. p. 84

12. Ibid. p. 95

13. Bartra, Roger: Breve diccionario de sociología marxista, p. 56


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14. Portantiero, Juan Carlos: Gramsci y el análisis de coyuntura, p. 177

15. Pizzorno, Alessandro: Sobre el método de Gramsci, p. 54

16. Delich, Francisco: Para el análisis de los fenómenos sociopolíticos coyunturales, p. 14

17. Marx, Carlos: Prólogo a la segunda edición de El Dieciocho Brumario de Luis

Bonaparte, p. 230

18. Poulantzas, Nicos: Poder político y clases sociales en el Estado capitalista, p. 308

19. Ibid. p. 315

20. Marx, Carlos: El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, p. 271

21. Ibid. p. 280

22. Ibid. pp. 281-282

23. Ibid. p. 278

24. Ibid. p. 308

25. Ibid. p. 280

26. Ibid. p. 317

27. López, Silesio: El análisis de coyuntura en el pensamiento socialista clásico, p. 34

28. Delich, Francisco, op. cit., p. 15

29. Marx, Carlos.: El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, p. 238

30. Ibid. pp. 312-313

31. Delich, Francisco, op. cit., p. 15

32. Ibid. p. 19

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