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Introducción
En el presente ensayo, no se pretende realizar un estudio exhaustivo sobre la metodología
de Marx en El Dieciocho Brumario, se toma como pretexto esta obra para intentar un
acercamiento no a la metodología, sino a algunos aspectos de la misma ahí presentes.
En el punto uno, se pretende proporcionar una especie de marco teórico-metodológico
que está presente en la obra de Marx. En el segundo, se aborda brevemente la reflexión
metodológica de Marx y Engels en relación al 18 Brumario. En el tercero, se sitúa la
obra citada en el contexto del pensamiento gramsciano sobre el análisis de situaciones.
En el cuarto, se discuten tres acepciones sobre el concepto de coyuntura derivados de la
interpretación de los clásicos de la teoría socialista. En el quinto, se examina con cierto
detalle tres aspectos de la metodología, que hacen a la teoría de las clases, la psicología
del individuo y la problemática del tiempo, presentes en algunos escritores
contemporáneos.
Por una parte, se revela una teorización de la historia en su conjunto, autodefinida como
científica, cuyas tesis centrales son las siguientes: 1) el motor y la clave del
funcionamiento, así como de la transformación de las sociedades, es el desarrollo de las
fuerzas productivas materiales, en donde existe una fuerza productiva en última instancia
determinante: los medios de trabajo o instrumentos de producción; 2) las fuerzas
productivas de la vida material son definidas, por una parte, como poseedoras de la virtud
intrínseca de tenderse a desarrollar continuamente, progresivamente y, por el otro, como
entes que no tienen determinación social, esto es, que son susceptibles de ser
caracterizadas como tales fuerzas productivas, con independencia de las relaciones
sociales; entre fuerzas productivas y relaciones de producción que conforman la
estructura económica de una sociedad, sólo existen relaciones de correspondencia o de
antagonismo, en donde destaca el carácter primordial de las primeras; sobre la base de la
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Por otra parte, se despliega un elemento que despunta en la obra juvenil de Marx y
reaparece constantemente en su obra madura. Se trata de aquella dimensión del
pensamiento marxiano que se manifiesta ante todo como voluntad de acabar con la
filosofía especulativa, proclamando que no se trata de interpretar al mundo sino de
transformarlo y que es preciso superar la filosofía realizándola. Ese sesgo de la reflexión
de Marx es el que se niega otorgarse de antemano la solución al problema global de la
historia que hace a su sentido y se opone a proveerse de una “dialéctica” acabada e
infalible, afirmando en cambio que el comunismo no es un estado ideal hacia el cual se
encaminaría fatalmente la sociedad, sino el movimiento real que suprime el estado de
cosas existentes.
Este ingrediente se manifiesta cuando Marx insiste sobre el hecho de que son los
hombres quienes hacen su propia historia, sobre la base de condiciones dadas y declara,
por tanto, que la emancipación de los trabajadores será obra de los trabajadores mismos.
Estas otras posiciones y planteamientos de Marx no se resuelven en meras
especulaciones. Por el contrario, pueden servir deguía teórico-metodológica para abordar
el aspecto más importante en la obra de Marx, a saber, su análisis descriptivo y
explicativo de la sociedad capitalista, tal como se expone en sus trabajos más acabados
como El capital y el 18 Brumario de Luis Bonaparte.
La metáfora del edificio, la base y la superestructura integrado por los niveles económico,
jurídico-político e ideológico, donde la superestructura se da como una derivación de la
base y las propias clases sociales están determinadas por la estructura económica,
parecería no corresponder con la realidad examinada y descrita, pues a despecho del
propio autor, como diría Althusser, “la determinación económica en última instancia,
nunca aparece”.
también en todos sus detalles la historia contemporánea, reuniendo los materiales para
emplearlos ulteriormente, razón por la cual nunca le sorprendían los acontecimientos”.
Como el propio Marx, Gramsci toma como punto de partida dos principios
metodológicos postulados por el primero en el ya mencionado Prólogo: 1) ninguna
sociedad se propone tareas para cuya solución no existan ya las condiciones necesarias o
suficientes o no estén al menos, en vías de aparición y de desarrollo: 2) ninguna sociedad
desaparece y puede ser sustituida si antes no desarrolla todas las formas de vida que están
implícitas en sus relaciones.
Las notas anteriores, son reveladoras de algo que habrá que tomar muy en cuenta. Desde
la perspectiva gramsciana, en el estudio de la estructura claramente identificada con la
economía, existen dos tipos de fenómenos o movimientos: orgánicos y coyunturales; los
primeros identificados con la cuestión del tiempo permanente, los segundos con el
problema del tiempo ocasional; los segundos dependen de los primeros y no son de gran
importancia histórica, siempre en relación con los primeros. En tanto que se hace
referencia al movimiento orgánico y coyuntural de la estructura, debe quedar claramente
establecido que en este nivel del análisis se habla de organicidad y coyuntura
económica respectivamente.
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Para el examen de ese largo periodo histórico francés, Gramsci no se limita al estudio de
la estructura económica de la sociedad, sino que analiza también las contradicciones
internas de la estructura social a partir de 1789, que sólo encuentran un equilibrio relativo
a partir de 1871 con la tercera república: equilibrio político que se prolonga por sesenta
años después de ochenta de conmociones políticas producidas en oleadas cada vez más
espaciadas y en donde la problemática del tiempo permanente y ocasional se vincula en
un mismo periodo histórico que tiene como crestas de la oleada: 1789, 1794, 1804, 1815,
1830, 1848 y 1870 y en el cual se privilegia no sólo el estudio de la estructura, sino también
el de su relación con la superestructura: “El estudio de estas ‘oleadas’ de amplitudes
diferentes es precisamente lo que permite reconstruir las relaciones entre estructura y
superestructura por un lado, y por el otro, entre el desarrollo del movimiento orgánico
y del movimiento coyuntural de la estructura” (7).
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Es decir, que en los principios metodológicos que sirven a Gramsci como punto de
partida “ninguna sociedad desaparece y puede ser sustituida”…”ninguna sociedad se
propone tareas…para ser” pasa por la mediación dialéctica de la fórmula política-
histórica de la revolución permanente”, lo que significa resolver adecuadamente el
problema de la relación estructura-superestructura, para un análisis justo de las fuerzas
que actúan en un período histórico determinado.
En ese sentido, cabe decir que para Gramsci lo verdaderamente relevante desde el punto
de vista mitológico es el análisis de las situaciones o de fuerzas sociales, políticas y
militares. El análisis de la correlación de fuerzas supone el problema relaciona estructura-
superestructura y por tanto la relación entre los fenómenos económicos, jurídicos,
políticos, filosóficos, religiosos e ideológicos.
II. Un momento sucesivo es la relación de las fuerzas políticas caracterizado por cierto
grado de homogeneidad, autoconciencia y organización de los grupos sociales. Se
distinguen, a su vez, por los diferentes momentos de la conciencia política colectiva: a) el
momento económico-corporativo; b) momento de la conciencia de solidaridad de
intereses entre todos los miembros de un grupo social en el campo económico; c) el
momento de la conciencia de intereses extracorporativos o fase política. En este momento
se opera el pasaje de la conciencia sobre la estructura a la conciencia de la
superestructura. Se generan las ideologías y surgen los partidos políticos. Se forma la
unidad de fines económicos y políticos e intelectuales y morales. Se produce la hegemonía
política y cultural. Surge el Estado.
decisivo de toda situación es la fuerza permanente organizada desde largo tiempo, que
puede hacer avanzar cuando se juzga que una situación es favorable… Los grandes
Estados han llegado a serlo precisamente porque en todos los momentos estaban
preparados para insertarse eficazmente en las coyunturas internacionales favorables y
estas eran tales porque ofrecían la posibilidad concreta de insertarse con eficacia en
ellas” (8).
Para ilustrar la noción de coyuntura en el sentido que le otorga Gramsci, pero que se
queda en él sin vincularlo al análisis de situaciones, se hará referencia al ejemplo
de Vilar.
Pierre Vilar en su noción de Coyuntura, asume una definición amplia del concepto de
coyuntura: “En el sentido más general, la ‘coyuntura’ es el conjunto de las condiciones
articuladas entre sí que caracterizan un momento en el movimiento global de la materia
histórica. En este sentido, se trata de todas las condiciones, tanto de las psicológicas,
políticas y sociales como de las económicas o meteorológicas” (9)
Sin embargo, Vilar le otorga a su noción de coyuntura un sentido más particular, En rigor
se refiere a la coyuntura económica como parte de la ciencia económica. En ese sentido,
que es el original tanto en Marx como en Gramsci, a la estructura de una sociedad,
que Vilar identifica claramente con los modos de producción, cuyas relaciones
fundamentales y principios de funcionamiento serían relativamente estables, se dan en
contrapartida movimientos incesantes, coyunturales, que son el resultado de este mismo
funcionamiento y que modifican en todo momento el carácter de estas relaciones, la
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intensidad de los conflictos, las relaciones de fuerza. “Así, a condición de pensarlo dentro
de un tipo de estructura (modo de producción feudal, capitalista, de transición,
etcétera), el movimiento coyuntural forma parte de los análisis de historiador“, (10)
En Vilar, solo hay una referencia formal a la articulación de todas las condiciones, y a la
modificación de las relaciones de fuerza. En realidad se queda en la coyuntura económica
y podría pecar de reduccionismo económico. Los movimientos contemporáneos de la
coyuntura económica son los indicadores económicos, sobre todo los movimientos de los
precios de las mercancías: ‘”Digamos que hay mas ‘probabilidades’ de que estalle un
motín en tiempo de hambre que en un año de buena cosecha“. Esto no significa, sin
embargo, que el motín vaya estallar necesariamente, y menos aún que vaya a
transformarse en revolución. Pero si hay confluencia (coyuntural) entre agudizaciones
máximas de las contradicciones sociales a niveles diversos, se refinen las condiciones
revolucionarias. Tal es el sentido del análisis coyuntural”. (11)
Desde su oficio de historiador, sugiere ideas novedosas para el corte geográfico o amplitud
de las coyunturas: “zonas coyunturales” más que “coyunturas mundiales”; “coyuntura
mediterránea” más que “coyuntura moderna” y “coyuntura antigua”; “emparentamiento
de coyunturas mundiales de fenómenos geofísicos”. Sin embargo al referirse a la duración
de los periodos, Vilar se permite hablar de movimiento largo y movimiento corto de los
indicadores de la coyuntura y por tanto de “coyuntura larga” y “coyuntura corta”,
eliminando la diferencia entre el movimiento orgánico y el movimiento coyuntural, la
problemática del tiempo largo y el tiempo corto, por más que el propia Vilar se imagine
“las fases largas” de la coyuntura como otros tantos “signos de modificación de las
estructuras” (…) pues “coyunturas y estructuras no son dos nociones extrañas entre sí;
son dos aspectos de fenómenos comunes” (12).
Por lo que se refiere a las clases, y, sobre todo a las fracciones de clase analizadas
por Marx, su utilidad se revela al examinar las fracciones de clase dominantes, en su
relación con una forma particular del Estado. Las fracciones de clase aparecen formando
bloques históricos de clase en el poder o alternativo al poder, en el sentido gramsciano del
término, aunque en Marx no sea utilizado explícitamente el término.
Cuando Marx nos habla del “dominio exclusivo” o del “monopolio en el poder” de dos
fracciones de la burguesía, la industrial y la financiera, su unidad política estaba dada por
la monarquía constitucional como forma de Estado. En cambio, la fracción de los grandes
terratenientes, de la burguesía financiera y de la burguesía industrial, encuentran su
unidad política en la república parlamentaria como forma de Estado; “habían encontrado
en la república burguesa la forma de Estado en que podían reinar en común” dirá Marx.
Pero la unidad política de las fracciones de clase dominantes, no significa para Marx,
reparto igual del poder. Es aquí donde la idea de hegemonía también está presente
en Marx, para indicar que una clase o fracción de clase en el poder, constituye el
elemento dominante o hegemónico, en el caso de la República, la fracción de la burguesía
financiera. En ese sentido, las conclusiones a las que arriba Nicos Poulantzas, en Poder
político y clases sociales en el Estado capitalista, son adecuadas: “…el bloque en el poder
constituye una unidad contradictoria de clases y fracciones políticamente dominantes
bajo la égida de la fracción hegemónica” (18).
En relación con el papel que desempeñan los individuos, los protagonistas principales
de El 18 Brumario y la introspección psicológica que Marx hace de ellos, Delich,
considera que: “Leídas como historia de largo plazo se trata sólo de anécdotas
personales; en aquel presente fueron probablemente muy relevantes, del mismo modo
que el largo plazo sólo considera las clases como homogéneas en detrimento de las
fracciones” (28).
Si nos atenemos a la periodización establecida por Marx al principio del texto, tenemos
que en las fases recorridas por la revolución francesa desde el 24 de febrero de 1848 hasta
el mes de diciembre de 1851: “Hay tres periodos capitales que son inconfundibles: el
periodo de febrero; del 4 de mayo de 1848 al 28 de mayo de 1849, periodo de
constitución de la república o de la Asamblea Nacional Constituyente; del 28 de mayo
de 1849 al 2 de diciembre de 1851, periodo de la república constitucional o de la
Asamblea Nacional Legislativa” (29).
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Sin embargo, esta misma periodización es modificada al final del texto: He aquí en breves
rasgos, el esquema de su historia:
Lucha de la Constituyente contra Bonaparte y el partido del orden coligado con él. Caída
de la Constituyente. Derrota de la burguesía republicana.
Se pueden apreciar tres cortes sucesivos realizados por Marx. En primer lugar un corte
del periodo histórico recorrido por la revolución francesa, que va del 24 de febrero de
1848 al 2 de diciembre de 1851; 2) la fase anterior, es subdivida en tres periodos capitales
e inconfundibles; 3) los periodos precedentes son descompuestos a su vez en diez
subperiodos.
Establecer un corte entre el tiempo largo y el tiempo corto tiene un alto grado de
dificultad. Marx lo hace. Su tiempo largo arranca de 1779, su tiempo corto va de 1848 a
1851. Pero la dificultad es mayor si se efectúan censuras al interior del tiempo breve
como Marx también lo hace. De hecho cada uno de los diez subperiodos podría dar lugar
al estudio de diez coyunturas distintas.
Una primera explicación del problema planteado, estaría dada por el hecho de que los
fenómenos coyunturales vinculados al corto plazo depende de los fenómenos orgánicos
relacionados con el largo plazo. Son la forma en que se manifiesta por medio de crisis el
movimiento de la estructura de la sociedad. La problemática del tiempo inmediato está
ligada a la cuestión del tiempo mediato; pero por otra parte está vinculada, en Marx, a
su hilo metodológico, la teoría de la lucha de clases que es la que le permite hacer cuantos
cortes considera necesarios. En donde aparentemente hay arbitrariedad, existen criterios
teóricos que organizan la periodización asumida por Marx. Dicho con palabras
de Delich: “La particularidad del ascenso de Luis Bonaparte al poder es generalizable,
a partir de la detección de los componentes básicos de la coyuntura, leídos a partir de
una teoría de las clases no formulada explícitamente. Esto implica que la coyuntura se
desintegra como tal para que emerjan los elementos directrices, las constantes
históricas disimuladas por la especificidad” (31).
El propio Delich, sugiere una serie de premisas para el estudio actual de la coyuntura tal
y como él la entiende. La premisa básica sería que no existe diferencia entre los elementos
que se reúnen en un análisis de largo plazo de aquellos que se integran para un estudio de
corto plazo. Una segunda premisa es que el nivel de análisis no puede ser otro que el de
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las formaciones históricas. Una tercera premisa, consiste en que la coyuntura es siempre
un modo particular de articulación. Una cuarta premisa radica en un análisis coyuntural
es sólo posible si el énfasis se desplaza de las causas a las condiciones, aunque obviamente
no se pueda prescindir de aquellas.
La propuesta de Delich, no deja de ser sugerente sobre todo por integrar en una sola
visión elementos teóricos sin los cuales el concepto mismo de coyuntura se presta a
confusión o es interpretado en forma reduccionista, pues como resume: “Las cuatro
premisas anotadas no son desde luego exhaustivas, pero, y a pesar de se generalidad,
permiten al menos mostrar la posibilidad de encontrar un nivel de análisis con cierto
grado de autonomía, despejando las confusiones más frecuentes por una parte y, por
otra, apartándola del pragmatismo usual” (32).
CONCLUSIONES
El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, se inscribe dentro de la mejor tradición del
marxismo de Marx, en donde este último describe una combinatoria económica, política,
jurídica, social e ideológica y en donde la última instancia económica nunca aparece, y en
cambio los deseos, los objetivos y la praxis de los individuos desempeñan un papel
determinante.
La reflexión metodológica que el propio Marx realiza sobre su obra, resulta ser
completamente insuficiente, casi inexistente y contradictoria. Engels toma al pie de la
letra el reduccionismo economicista de Marx, como elemento clave para analizar la
historia del momento.
sociales y las fracciones de clase; la biografía individual de los protagonistas del cambio
social y sus vínculos con la sociedad; la periodización histórica a corto y largo plazo.
NOTAS
1. Marx, Carlos: El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, p. 258
6. Ibid. p. 69
7. Ibid. p. 70
8. Ibid. p. 76
11. Ibid. p. 84
12. Ibid. p. 95
Bonaparte, p. 230
18. Poulantzas, Nicos: Poder político y clases sociales en el Estado capitalista, p. 308
32. Ibid. p. 19