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La Experiencia Borderline: El Retorno a lo Escindido

¨Un análisis interdisciplinario de los desórdenes fronterizos como respuesta ante


una era del vacío como respuesta al Anti-Amor¨

INTRODUCCIÓN AL ¨AMOR¨ Y AL ¨ANTI-AMOR¨


Estamos inmersos en una realidad social donde el amor se vuelve inútil al carecer de sentido,
considerándosele incluso, como un estorbo. Esta cualidad de inutilidad genera odio como
respuesta defensiva innata ante el desamor, manifestándose en conductas como el rechazo y
la invalidación tanto de los otros como de sí mismo. En los casos fronterizos, estas
posibilidades del odio están y/o estuvieron presentes en las relaciones con sus pares, por lo
general, de los padres, lo que se reflejará en las inestables relaciones interpersonales que
establecen estos individuos con los demás. Esto, a nivel social, es lo que denomino como el
¨Anti-amor¨, expresión utilizada por el psicoanalista Jaques Alain-Miller (Recalcati 2003).
Este constructo, (Recalcati, 2003) refiere en el toxicómano a una aversión a
relacionarse con el Otro (alguien que no soy yo) por el repudio que se le tiene, pues es visto
como un agente exterior que genera estímulos y altera; es una manifestación del yo narcisista
de oponerse ante el mundo exterior (como perturbador del estado de totalización del bebé con
el vientre de la madre), con el fin de proteger su integridad, siendo el odio más antiguo que el
amor en la relación con el Otro. Así, Recalcati menciona:
¨ El odio originario es el rechazo subjetivo del malestar causado por el Otro, es decir,
de la rotura del narcisismo ¨(2003, pág. 155).

Es importante aclarar, que el amor desde esta perspectiva psicoanalítica, refiere a un


deseo por el Otro en función de encontrar en él el ¨objeto perdido¨, es decir, la madre con la
que nos sentíamos como una totalidad, dos siendo uno, gozando de placer infinito en la
conexión con ella a través del cordón umbilical por dentro, y por fuera como aquél objeto que
brinda bienestar al satisfacer mis necesidades. Este deseo digamos, se desplazará
inconscientemente hacia otros objetos (personas, cosas y gustos específicos), lo que
satisfacerá temporalmente dicho deseo, pues aparecerá después.
Un ejemplo claro, está en las relaciones sociales; una persona ¨sana¨, que busca
satisfacer su deseo (de origen aparentemente desconocido por la conciencia), lo hará
relacionándose con sus pares y sus gustos (beber una cerveza sin llegar a la embriaguez
mórbida, pláticas en un café, ir al cine, etc.). Una persona ¨insana¨, buscará satisfacer su
deseo en la dependencia ya sea de una persona o cosa (juego, sustancia, sexo, etc.), junto con
una forma de pensamiento sádica o masoquista. En la madre, este deseo se manifiesta a través
de los actos de cariño y satisfacción de las necesidades del bebé sin caer en la
sobreprotección, pues es necesario un mínimo de frustraciones (por ejemplo, no darle de
comer inmediatamente porque la madre está manejando, preparando el biberón, etc. Para
lograr el reconocimiento de un otro que no satisfacerá siempre lo que pido) es decir, a través
del amor.
Para Humberto Maturana (2003), es la ¨Matriz Biológica de la Existencia Humana¨.
Melanie Klein (1957) en su obra ¨Envidia y Gratitud¨, que el infante con el fin de percibir
como externo aquellas cualidades desagradables para su integridad a través del Otro, en este
caso, al pecho de la madre o biberón. Este pecho es visto como bueno cuando le brinda
alimento, lo nutre y lo hace sentir satisfecho, ¨bien¨, mientras que es malo cuando el pecho le
priva de alimento ya una vez hecha la demanda de satisfacer la necesidad. Este mecanismo
defensivo de la integridad de un yo primitivo, precario, es llamado ¨Escisión¨. Este
mecanismo desencadena otros: Identificación Proyectiva, Omnipotencia, Defensa Maníaca
cuando se les visto al pecho como malo, y la idealización cuando es bueno, con el fin de que
las cualidades malas no contaminen a las buenas, y perder el control, causando angustia.
La escisión está dentro de una elección del sujeto de actuar o bien ¨posición¨
denominada ¨Esquizo-Paranoide¨, de la cual sigue la posición ¨Depresiva¨. En la primera, al
ver al pecho como privador de aquello que satisface al sujeto (la leche), genera el afecto de
envidia, pues implica la destrucción del otro como aquél que contiene aquello que le nutre,
que la hace ¨sentir bien¨; en la segunda, se da la ¨gratitud¨ en respuesta a la satisfacción y al
darse cuenta que este pecho no le privó para siempre el alimento, lo que le genera en él una
necesidad de reparación del daño imaginario que éste le hizo al pecho. Este proceso le
permitirá al bebé internalizar, proyectar y re-internalizar cada vez que se le de o prive de
alimento, hasta internalizar totalmente la parte buena:
¨ El pecho bueno es admitido y llega a ser parte del yo, de modo que el niño, que
antes estaba dentro de la madre, tiene ahora a la madre dentro de sí¨ (Melanie Klein, 1957,
pág. 4).

Aportando a esto, Maturana escribe:


La relación materno infantil en el disfrute de la cercanía corporal en la total confianza
del juego, como un suceder amoroso espontáneo constituye con su ocurrir relacional
inconsciente el fundamento que configura el modo de convivir inconsciente que hace que
surja espontáneamente la vida adulta como un vivir autónomo, socialmente responsable y
ético, desde el respeto por sí mismo y por los otros en la capacidad de decir sí o no desde sí.
(2003, pág. 11).
El amor en la relación madre-hija(o), también implica una realidad epigenética. La
epigenética, se define al:
¨estudio de los cambios en la función de los genes que son heredables por mitosis y/o
meiosis, que no entrañan una modificación en la secuencia del DNA y que pueden ser
reversibles¨ (Bedregal et. al., 2010).
En otras palabras, esta disciplina se centra en el estudio de la modificación de genes a partir
de la interacción del organismo con el ambiente. Se han realizado varios experimentos con
ratas donde han encontrado una relación con los cuidados de la madre a sus crías y un
impacto en la regulación del estrés (Bedregal et. al., 2010).

EL ANTI-AMOR Y LA CLÍNICA DEL VACÍO (PSICOANÁLISIS)

Si antes el psicoanálisis se centraba en la falta (del objeto perdido, de la cosa unificadora, es


decir, la madre) como origen del síntoma neurótico, los síntomas tienen ahora como
referencia central la angustia (Recalcati, 2003), pues no es un vacío que crea la falta como
origen del deseo; no aparece en relación al Otro a través del movimiento de apertura de dicho
deseo (Recalcati, 2003) (figura 1), sino que se hipostatiza (se vuelve sustancia) y se ¨aleja¨
del deseo, haciendo dar cuenta de una inconsistencia narcisista del sujeto, donde prevalecerá
el goce a cargo de la satisfacción directa de las pulsiones de vida y muerte, para evitar la
angustia de no-ser, de identificarse con la nada (figura 2).
En las personalidades fronterizas, puede apreciarse que predomina la falla en el
control de impulsos que conllevan a conductas de riesgo como el coito sin protección,
consumo de sustancias, compras desmedidas, manejar el auto con una velocidad fuera del
límite, etc. Estas acciones son una medida de la reducción inmediata de la angustia generada
por el sentimiento crónico de vacío que experimentan, desembocando otros problemas como
infecciones de transmisión sexual, drogodependencia (que a su vez provocan otros problemas
como intensificación de los síntomas limítrofes o una psicosis co-ocurrente), deudas o falta
de dinero para las necesidades básicas y servicios públicos.

Figura 1. Expresión gráfica del vacío como


expresión de la falta.
1. Sujeto.
2. Vacío apertura
del deseo.
3. Deseo.
4. Síntoma como
satisfacción inconsciente
del deseo.

Figura 2. Expresión
gráfica del vacío como
inconsistencia narcisista del sujeto.

1. Sujeto.
2. Vacío causado
por una herida narcisista.
3. Síntoma
directamente ligado
al sujeto ¨herido¨
narcisisticamente, no hay
deseo, sino el goce por
pulsiones al descubierto.

Massimo Recalcati (2003) cataloga estos síntomas como aquellos pertenecientes a la


Clínica del Vacío, donde el análisis bajo la dicotomía neurosis-psicosis y la declinación del
síntoma no puede reducirse al esquema clásico del retorno metafórico de lo reprimido; estos
síntomas son la dependencias sobre todo las toxicomanías, los desórdenes alimenticios y la
Psicosis, excluyendo al cuadro Borderline por la inclinación lacaniana del autor, sin embargo
es considerada por la imposibilidad de brindar la cura a través del psicoanálisis clásico como
una clínica del Borderline:
Es éste el punto teórico en el que encontramos las teorías kernberguianas sobre las
personalidades borderline como sujetos de síntoma débil, en los que el sufrimiento, no ligado por la
metáfora sintomática, se concretiza en la "dispersión de la identidad" y en la experiencia de un "vacío
crónico" (2003, pág. 14).

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