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ANÁLISIS HISTÓRICO-LINGÜÍSTICO
DE DOCUMENTACIÓN ORIGINAL
ABSTRACT
1. Parece que el documento original constaba de cuarenta y nueve hojas, según se des-
prende de lo que se afirma textualmente al comienzo del fol. 26 r: «Esta Relaçion de
cuentas de los mrs. que las personas en ella contenidas han de aver que les son deujdos
del sueldo que ganaron en el viaje de las yndias se fizo por ver merced del mandamien-
to del rey e de la reyna nuestros señores que va su traslado al principio e va escripta en
quarenta e nueve fojas de pliego de papel todas raydas e señaladas [...]». Este docu-
mento se encuentra en el Archivo General de Simancas (A.G.S.).
2. La fecha de enrolamiento es variable: va desde dos meses a escasamente dos días antes
de la partida de las naves. Así, por ejemplo, el boticario Bartolomé de Avellano se
enroló el día 23 de septiembre de1493 (cf. fol. 17 r).
3. Sin embargo, el propio Fonseca reconoce que «demas de las presonas en esta relaçion
contenidas quedan otras muchas presonas que han de aver a çiertas contias de mrs. del
sueldo del serviçio de las yndjas de los quales no se save su relaçion [...]» (fol 26 r).
4. En el fol. 2 r se menciona a Ojer de Verástegui, «contador que fue de la carabela Pinta»,
como deudor del escudero Juan de Salaya.
5. Sin embargo, el obispo Fonseca hace constar a continuación del traslado de la Real
Cédula: «de los quales dichos mrs. que el dicho Juan Ramirez de toledo ha de aver por
sy e por sus hijos no se le pagaron aca mrs. algunos porque al presente no hay djneros
de que se pague» (fol. 26 v).
en este caso del Rey y la Reina— para apoyar la petición del contador Verástegui.
En él los Reyes dicen que este contador «fue a nos servir desde barçelona con el
almirante don xristoval colon a las yslas de las yndias» y que «del trabajo que alla
ovo cobro una enfermedad de que ha llegado a punto de muerte e a cabsa de ello esta
en mucha neçesidad suplicandonos e pidiendonos por merçed le mandasemos pagar
el sueldo que le es deujdo [...]» (fol. 28 r). Esta Cédula, dirigida también al obispo
Fonseca, está fechada en la villa de Medina del Campo el 12 de septiembre de 1497.
Por último, en el fol. 28 v se recoge el traslado de una Real Cédula fechada en
la villa de Alcalá de Henares el 15 de diciembre de 1497 y dirigida al Tesorero de
los Reyes, Alonso de Morales, para que éste abone la cantidad de dos cuentos —es
decir, dos millones— quinientos noventa y siete mil setecientos setenta y nueve
maravedíes. La firma es del escribano real Fernando de Zafra, cuya firma aparece
también en el mandamiento que los Reyes hacen al obispo Fonseca para que éste
emprenda la relación de personas que han servido en Indias y a quienes se les
adeuda una parte de la paga y que bien podría ser el escribano del documento que
estamos estudiando6.
Desde el punto de vista formal, este documento traslado de un original certi-
ficado, está escrito en letra cortesana de la época, ejecutada con cierta premura, lo
que se nota tanto en la poca concreción del trazo como en el hecho de que las
tachaduras son relativamente frecuentes.
6. Cfr. fol. 1 r.
bre del campo»7 y un grumete (fol. 15 v). De las otras dos se hace constar res-
pectivamente que las deudas son «por çiertas presonas en cuenta de sus sueldos
por cosas que les vendio [cada una de estas mujeres] en las yndias» (fol. 19 r)8.
A Diego de Luna, vecino de Córdoba, se le reconoció una deuda —contraída
con él por dos «espaderos»— por valor de 8.378 maravedíes, de los cuales se le
descontaron 3.185 «Resçibidos en cuenta de dos esclavos que conpro yndios»
(fol. 14 v).
Otro grupo —también de 16 personas— es el de los fallecidos en Indias, a
quienes se les asientan sus haberes desde el día en que se enrolaron en la armada
real hasta la fecha de su fallecimiento9. Tres personas permanecían en La Españo-
la al tiempo de hacer esta relación: un hijo del labrador Benito López y los dos
hijos del contador Juan Ramírez de Toledo. El primero figura como labrador, al
igual que su padre, y los otros dos como ballesteros.
7. Conviene aquí recordar el famoso pasaje del padre Las Casas (Historia, I, cap. LXXXII)
citado por Ángel Rosenblat, Los conquistadores y su lengua, Caracas, Ediciones de la
Biblioteca de la Universidad Central de Venezuela, 1977: «Llegáronse 1.500 hombres,
todos o los más a sueldo de Sus Altezas...; creo que no pasaron de veinte de a caballo,
todos peones, aunque los más hidalgos y personas que si tuvieran de qué comprarlos,
no les fueran desproporcionados los caballos. Fue mucha parte de gente trabajadora
del campo, para trabajar, arar y cavar y para sacar oro de las minas..., y de todos
oficios algunos oficiales; toda la mayor parte iba con sus armas para pelear, ofrecién-
dose caso» (p. 14, subrayado nuestro). Sin embargo, añade Rosenblat: «Es probable
que Las Casas exagerara la cantidad de hidalgos («los más») y la gente trabajadora del
campo, que en realidad fue escasísima» (ibídem, subrayado nuestro). Para más deta-
lles sobre la denominación «hombres del campo» véase infra la nota 16.
8. A Catalina Rodríguez le adeudaban por un importe de 6.521 maravedíes un ballestero,
un grumete, un carpintero y un «espadero». Catalina Vázquez tenía nada menos que
dieciséis deudores por un total de 21.261 maravedíes: entre ellos figuraban dos pilotos
—Francisco Martínez y Alonso Pérez Roldán—, un maestre de obras, un marinero, un
grumete, un herrero, un aserrador, dos escuderos, dos «espaderos», tres ballesteros, un
espingardero y un «hombre del campo».
9. Son los siguientes: El ballestero Diego de la Morera, hijo del escudero Fernando de la
Morera († 5/IV/95), Ferrand, maestro de albañil († 18/III/95), Gaspar Ferrández, car-
pintero de la carabela de Juan Gallardo († finales de agosto de 1495), Juan Gallego,
«espadero» († 12/XII/95), Juan de Villalba, «espadero» († 27/VIII/94), Juan de Vanegas,
escudero contino del Almirante († 22/XI/94), Alonso de Alcántara, trompeta, († 13/III/
95), Pedro Gallego, escudero contino del Almirante († 22/XI/94), Diego de Talaván,
«espadero» († 27/XII/96), Bernardino de Valdés, del que no consta oficio († 25/IX/
94), Bernardino de Huesca, platero y latonero († 15/XII/95), Francisco de Cámara,
bombardero († 21/VI/95), García Martín Sendino, herrero († 26/X/94), Cristóbal
Sánchez de Carmona, tejedor († 2/III/95), Ferrando de Luna, escribano de la carabela
de Juan Ferrández de Alcoba († 8/X/94), y Ferrando de Toledo, tejero (10/XII/95).
10. Con toda probabilidad este lombardero volvería en el segundo tornaviaje de Antonio
de Torres, que zarpó de La Española el 24 de febrero de ese mismo año con un carga-
mento de más de 500 indios. En dicha expedición volvió también un compatriota de
Colón, Miguel de Cúneo, quien en su famosa Relación (cf. Cartas de particulares a
Colón y Relaciones coetáneas, edición de Juan Gil y Consuelo Varela, Madrid, Alianza
Editorial, 1984, pp. 257-258) informa de las dificultades del viaje en los siguientes
términos: «[...] navegando con tiempos pésimos y contrarios nos fue menester tornar
tres veces atrás, de suerte que estuvimos un mes entre aquellas islas». Y añade: «Por
esta razón, viendo nosotros las pocas vituallas que teníamos, tomamos la vuelta de
tramontana, sobre la que anduvimos cerca de DC millas; y plugo a Dios que los vien-
tos soplaran tan favorables sobre las velas, que pasamos de la isla de Baluchen [es
decir, Boriquén o Puerto Rico] a la isla de la Madera en XXIII días. Pero al llegar
nosotros al mar de España, murieron cerca de CC personas de los dichos indios, creo
que por el aire insólito, más frío que el suyo, a los cuales arrojamos en el mar. La
primera tierra que vimos fue el cabo de Espartel, y bastante pronto entramos en Cádiz,
lugar en el que descargamos todos los esclavos, que estaban medio enfermos: [...] no
son hombres de carga y temen mucho el frío y tampoco tienen larga vida».
11. Como es sabido, en enero de 1495 un huracán destruyó la casi totalidad de la flota de
Juan de Aguado, surta en el puerto de La Isabela. La vuelta a España se efectuó en dos
carabelas, que son las que llegaron a Cádiz el 11 de junio de 1496 (cf. al respecto la
información suministrada por Juan Gil en Cartas de particulares a Colón, citada en la
nota anterior, véanse allí especialmente sus notas 123 y 125 a las Décades de Pedro
Mártir).
12. A este total habría que sumar un nombre más: el de Juan Cerón, contino del Almirante,
del que consta la fecha de enrolamiento (2/IX/93) pero no la de retorno, sin duda por
lapsus del amanuense.
13. Según nuestros recuentos, en la primera fecha volvieron 23 del total de expediciona-
rios y en la segunda 20. Estos dos viajes plantean un problema respecto a lo que cono-
cemos por las fuentes (principalmente por Pedro Mártir y Las Casas), que no refieren
ningún viaje de vuelta a la Península inmediatamente después de la expedición de
Peralonso Niño, quien zarpó de Cádiz al poco de llegar las dos carabelas de Colón y
su sueldo como a las otras»». Y añade el general Castrillo: «Se ve claro que los Reyes
no quieren prescindir de sus continos, soldados reales con carácter de permanentes,
escasos en número» (ibídem). Los nombres de los diez escuderos continos de la expe-
dición de 1493, tal como se incluyen en nuestra relación, son los siguientes: García
Troche, Juan de Benegas (o Vanegas) († 22/11/94), Pedro Gallego († 22/11/94),
Bartolomé de Morales, Luis de Mayorga, Fernando de Córdoba, Cristóbal de Torres,
Pedro de Terreros, Pedro de Arroyal y Alonso Maestro.
16. Sobre la denominación «hombre del campo» véase supra lo expuesto en la nota 7. En el
Diccionario de Autoridades, esta expresión (s. v. campo) presenta dos acepciones: la
primera es la de «campesino»; la segunda es la siguiente: «También se dice el que está
criado, y hecho a él [es decir, al campo], y por esso suele ser mas desembarazado,
ligero, y fuerte, y tener conocimiento de las veredas, y passos. MEND[OZA] Guerra de
Granada, lib. 2. núm. 5. Envió à Don Alonso de Cárdenas con pocos Arcabuceros que
pudo recoger, hombre suelto y de campo». Los nombres de los «hombres del campo»
contenidos en la relación son los siguientes: Miguel Ballestero, Antonio de Cárdenas,
Pedro de Foronda, Tomás Valenciano, Juan de Céspedes, Diego de Ávila (o Dávila) y
Alonso de Vallejo. Ciertamente, los apellidos de algunos de estos «hombres de campo»
—Cárdenas, Foronda, Céspedes, Dávila ...—no dejan de sugerir una posible condición
de hidalgos en las personas que los llevaban. En el caso de Alonso de Vallejo se dice en
nuestro documento: «Reçibio el dicho en la corte iiUd mrs. por mandado de sus altezas
en esta manera del thesorero morales iiU en xxviii de agosto de xcvii años del comen-
dador Juan de la parra d mrs. en dies de noviembre del dicho año» (fol. 21 v).
17. Se trata de Alonso Medel (piloto de la carabela Niña), Alonso Fernández (piloto de la
nao Gallega), Alonso Pérez Roldán (también piloto de la nao Gallega) y dos «pilotos
sobresalientes»: Francisco Martínez y Bartolomé Pérez Niño.
18. Uno de ellos es Alonso de Medina, capitán de la Niña. El otro, Gaspar Ferrández († a
fines de agosto del 95), aparece registrado como «carpintero» de la carabela de Juan
Gallardo, pero se trata sin duda de un lapsus calami por «capitán», ya que no es el único
caso en la relación que aquí estudiamos: al final del fol. 14 r, el carpintero de navíos
Juan Rodríguez Cardero es mencionado como «capitán de navíos». De Gaspar Ferrández
se dice: «[...] asentaronsele quatro mjll mrs. de sueldo cada mes por carpintero que fue
de la caravela de Juan Gallardo e montole aver desde dies e nueve dias de agosto de
noventa e tres años hasta fin de enero de noventa e quatro años que çeso el cargo de la
dicha capitanja xxiUdccxxxiii mrs. [...]» (fols. 12 v y 13 r, subrayado nuestro).
19. Éstos son sus nombres: los contadores Juan Ramírez de Toledo (de la carabela de Juan
Ferrández), Diego de Baeza (de la Freyla), Ojer de Verástegui (de la Pinta), Lope de
Alcocer (de la Mariagalante) y los escribanos Rafael Cansino, Antonio del Castillo,
Alonso de Molina (de la carabela Cardera), Diego de Morón (de la carabela de Antón
Boniel), Diego de Salamanca (de la misma carabela), Carlos de Hontiveros (de la cara-
bela de Juan de Triana), Juan de Ayala (de la misma carabela), Fernando de Luna († 8/
10/97), Rafael Catano (de la carabela Freyla) y Francisco de Morales (de la Niña).
20. Sus nombres son Juan de Toledo y Bernardino de Huesca († 15/12/59). Del primero se
dice: «Juan de toledo platero asentosele mjll e ochenta e tres mrs. e dos cornados de
sueldo cada mes por platero e conosçedor de mineros e labrador de oro e montole aver
desde xxviii de agosto de xciii años hasta xi de junjo de xcvi años que bolujo de las
yndias a calis xxxiiUdliiii mrs [...]» (fol. 10 v), y del segundo: «bernaldjno de huesca
platero defunto asentaronsele mjll mrs. de sueldo cada mes por platero e latonero e
montole aver desde xxvii de agosto de xciii años hasta quinze de diziembre de xcv
años que fallesçio xxviiUdclxvi mrs. [...]» (fol. 22 v).
21. Textualmente se dice: «francisco de camara bonbardero defunto asentaronsele mjll e
trezientos e dose mrs. e medio de sueldo cada mes por bonbardero e montole aver
desde xxi de agosto de xcii años hasta xxi de junjo de xcv años que fallesçio xxixUcccxii
mrs. Resçibio el dicho çinco mjll e doszientos e çinquenta mrs. e despues Rodrigo frey
jorge su albaçea tres mjll e çinco mrs. e medio que son viiiUcclv e medio queda que ha
de aver el dicho frey jorge como su albaçea e sus herederos del dicho françisco de
camara xxiUlvi mrs. e medio» (fol. 22 r).
En su edición de la Relación de Miguel de Cúneo, Juan Gil (Cartas de particulares a
Colón y Relaciones coetáneas, obra citada supra en la nota 10, p. 259) recoge la opi-
nión expresada por el historiador J. Manzano de que este Frey Jorge fuese el mismo
abad de Lucerna que describía Cúneo como «hombre muy sabio y riquísimo, que sólo
había venido a aquellas regiones por el placer de ver cosas nuevas; el cual es buen
astrónomo y cosmógrafo» con el que Colón «sostenía una gran discusión». Según
Cúneo, «arguyendo [el Almirante] sobre la costa mencionada arriba [es decir la de
Cuba], por la que hemos navegado DL leguas, que por este tamaño era tierra firme, le
dijo que no (es decir, el abad), sino que era muy grande isla, parecer al cual la mayor
parte de nosotros nos acostábamos, considerada la forma de nuestra navegación». «Por
esta razón —continúa el italiano— el señor Almirante no le ha querido dejar venir a
España con nosotros, para que, al pedirle su opinión la Majestad del Rey, no cause con
su respuesta que el dicho Rey abandone su empresa». Según J. Gil (ibídem, nota 44),
«J. Manzano (Colón y su secreto, p. 512, n. 293) identifica este abad de Lucerna con el
frey Jorge que los Reyes ordenaron, por cédula expedida en Arévalo en 1 de junio de
1495, que dejara Colón partir de la Española».
22. En esta nao iba como marinero un Juan de la Cosa: «Juan de la cosa marinero
asentaronsele mjll mrs. de sueldo cada mes por marinero de la nao coljna e montole
aver desde xx dias de agosto de xciii años hasta xi de junio de xcvi años que bolujo de
las yndias a cadis xxxiiiUdcclxvi mrs. tienen (sic) Resçibidos xvU mrs quedan (sic)
que a de aver xviiiUdcclxvi mrs.» (fol. 11 v). Probablemente se trate del mismo Juan
de la Cosa «vesino del Puerto de Santa María, maestro de haser cartas, marinero de la
dicha caravela Niña» que aparece en el documento editado por Consuelo Varela con el
título «Informe y juramento de cómo Cuba era Tierra Firme», Cartas de particulares a
Colón..., citado supra en la nota 10, p. 219. El hecho de que éste último sea marinero
en otra nave no es concluyente de que se trate de otra persona porque el 2 de febrero de
1494 partieron del puerto de La Isabela doce de las diecisiete naves de la armada,
aunque sin toda su tripulación, ya que parte de ella pudo quedarse en la Isla Española.
Sobre la personalidad de Juan de la Cosa sigue siendo de imprescindible consulta la
monografía de Antonio Ballesteros Beretta El cántabro Juan de la Cosa y el descubri-
miento de América, 2ª edición, Santander, Diputación Regional de Cantabria, 1987 (1ª
edición, La marima cántabra y Juan de la Cosa, Santander, 1954).
Bartolomé Colín, vecino de Palos, volvió a las Indias, comandando su propia nave, en
la flota de Juan de Aguado, que zarpó de Sevilla el 5 de agosto de 1495 (cf. J. Gil, nota
123 a su edición de las Décades de Pedro Mártir, en Cartas..., p. 84). Asimismo, retor-
nó a España en marzo de 1496 como maestre de la carabela Santa Cruz (ibídem, p. 85,
nota 125).
23. Se trata de la misma carabela que fue en el primer viaje. Su propietario, Cristóbal
Quintero, aparece citado en el Diario de Colón, en la anotación correspondiente al
lunes 6 de agosto (sólo cuatro días después de zarpar): «Saltó o desencasóse el
governario a la caravela Pinta, donde iva Martín Alonso Pinçón, a lo que se creyó o
sospechó por industria de un Gómez Rascón y Cristóval Quintero, cuya era la caravela,
porque le pesava ir aquel viaje, y dize el Almirante que antes que partiesen avían halla-
do en çiertos reveses y grisquetas, como dizen, a los dichos» (edición de Consuelo
Varela, Cristóbal Colón. Textos y documentos completos, Madrid, Alianza Editorial,
1984, 2ª edición, p. 17).
24. Ballesteros Beretta recoge (op. cit. en la nota 22, pp. 72-73) un pasaje de la Relación de
Guillermo Coma, traducida por Nicolás de Esquilache (Nicolo Scillaccio): «Nauigia
leuissima multa; bárchias appellant cantábricas. Quibus ne ferri moles pernicitátem
praepedíret: limno et súdibus magna ex parte juncta látera. Caravéllae ítem plurimae;
minores enim ac naves... Cum his junctae quae ad perlustrandas indorum insulas parata
erant», pasaje traducido por J. Gil, Cartas..., p. 182 de la siguiente forma: «[...] había
muchas naves muy livianas (las llaman «barcas cantábricas»), cuyas cuadernas, para
que el peso del hierro no embarace su rapidez, están en su mayor parte ensambladas
con clavazón de madera; asimismo muchas carabelas, pues estas naves, de menor cala-
do, son capaces sin embargo de resistir una larga y dura navegación; y junto con ellas
las que estaban preparadas para reconocer las islas de los indios». «La flotilla —afir-
maba en 1949 Ballesteros Beretta— se componía de diecisiete buques, de los que de-
cía Michele Cuneo: optime in ordine de ogni cosa. Del nombre de los navíos sólo
conocemos el San Juan, la Cardera, la Gallega y la Niña, distinta de la del primer viaje
y llamada así porque debía de ser, también, de la familia Niño. Cambió luego su nom-
bre por el de Santa Clara (ibídem, p. 73).
expedición. Bajo penas severísimas, Colón hacía jurar a los marineros, grumetes,
pilotos, contramaestres y maestres de dichas carabelas —así como a sus criados y
personas a su servicio— que las costas que acababan de recorrer no pertenecían a
una isla sino a la tierra firme del continente asiático25.
En este documento se mencionan varios de los nombres registrados en nues-
tra relación. Son los siguientes: Alonso Medel, Juan de la Cosa26, Juan del Barco,
Diego de Morón, Juan de España, Alonso Pérez de Huelva, Bartolomé Pérez,
Alonso Pérez Roldán, Alonso Rodríguez, Juan Rodrigues, Juan Albarracin, Cris-
tóbal Bivas, Rodrigo de Santander, Pedro Portugués27, Diego Tristán, Alonso
Gorjón, Tristán, Juan Vizcayno, Diego Leal, Fernando López y Juan de Jerez.
25. Dicho documento aparece recopilado en edición de Consuelo Varela en Cartas..., pp. 216-
223. Es interesante la interpretación que de él hizo Ballesteros Beretta en su obra El cántabro
Juan de la Cosa y el descubrimiento de América, citada en la nota 22, pp. 74-87.
26. Como ya se ha explicado en la nota 22 de este mismo trabajo, este afamado marino
aparece en esta relación como «Juan de la Cosa marinero asentaronsele mill maravedis
de sueldo cada mes por marinero de la nao Colina» (11v), en tanto que en el documen-
to de 1494 se habla de «Johan de la Cosa, vesino del Puerto de Santa Maria, maestro de
haser cartas, marinero de la dicha caravela Niña».
27. En el documento de 1494, «Pedro Portogues grumete» (fol.18r) aparece nombrado
como «Pedro de Salas, portogués, vesino de Lisboa, grumete [de la carabela Sant Juan]».
28. Desde la filología, uno de los más fecundos intentos de fijar la procedencia geográfica de
emigrantes a Indias utilizando listas de pasajeros corresponde a Peter Boyd-Bowman, del
que se ha consultado por el arco cronológico que abarca el Índice geobiográfico de más de
56 mil pobladores de la América Hispánica, t.I (1493-1519), México, F.C.E., 1982.
manera de nombrar ofrece una presencia abrumadora entre los viajeros de esta
relación. La estadística de antropónimos con apellidos tomados de topónimos arro-
ja un total de 124 expedicionarios, de los cuales el mayor porcentaje procede de los
antiguos reinos de León y Castilla (21 poblaciones identificadas y 31 expediciona-
rios) y Andalucía (14 poblaciones y 20 expedicionarios), seguidos del País Vasco (8
poblaciones y 16 expedicionarios), Castilla-La Mancha (5 poblaciones y 11 expe-
dicionarios), Santander (7 poblaciones y 9 expedicionarios), Extremadura (8 po-
blaciones y 8 expedicionarios) y Aragón (3 poblaciones y 7 expedicionarios), re-
partiéndose el resto entre Galicia (3 poblaciones y 6 expedicionarios), Madrid (3
poblaciones y 4 expedicionarios), Valencia (1 población y 3 expedicionarios), Ba-
leares (1 población y 2 expedicionarios), Cataluña (2 poblaciones y 2 expediciona-
rios), Logroño (2 poblaciones y 2 expedicionarios) y Navarra (1 expedicionario).
Si se considerara solamente este rasgo geobiográfico y de forma intenciona-
da se propusiera como plenamente indentificable el apellido con el lugar de pro-
cedencia, tendríamos que entre los expedicionarios del segundo viaje de Colón
contenidos en esta relación, los castellano-viejos superan a los andaluces, signo
que podría resultar relevante frente a otros análisis llevados a cabo en la llamada
«etapa antillana»29.
La fórmula «vecino de», bien tras el nombre y apellido solo o bien detrás del
oficio, si no el lugar de que era natural, al menos indica con toda claridad la
ciudad o población donde radicaba en el momento de embarcar: «benjto lopez
labrador vezino de alcaras» (3r), «iohuan lopez herrero vezino de Malaga» (6v),
«diego de luna vezino de cordoua» (14v), «diego de trejo espadero vezino de
marbella» (14v), «cataljna Rodriguez vezina de Santlucar» (19r), «anton sanches
vezino de çafra» (19r), «lope de ayala vezino de Sevilla» (20r).
La identificación de procedencia a través de los apellidos se hace más eficaz
cuando estos denotan una ascendencia extranjera. Es el caso de «diego arnalte»
(18r), «francisco de molen» (18r), «navidad bretron» (11r, 11v, 19v, 24v), «gomez
de Roljn» (12v)—de origen francés—, «Rafael catano» (13r, 15v)—de origen
italiano—, «pedro portogues» (7r)—del vecino Portugal—, «lucas de brujas»
(6r)—de Flandes.
Como muestra de la complejidad de la antroponimia para poder identificar a
los personajes, dos nombres de la relación: «rodrigo de santander gjnoues»(25v)
y «Jacome de Monleon»(17r).
Los nombres caracterizadores de la tradición antroponímica medieval hispá-
nica son los más abundantes, con distintas variantes grafo-fonéticas: Juan (1v) ~
iohan (2r) ~ iohuan (4v); ferrando ~ fernando ~ ferrand (19r); pedro gregorio
(19v) ~ pero gregorio (22r);ortun lopez (2v) ~ ortuño vizcayno (11r) 30 .
Interferencias entre el nivel grafémico y el fonético explican también la aparición
de formas diversas de nombres de origen ultrapireanico: gujllem gascon (2v) ~
guillen gascon (6r); bernaldo gascon (18r) ~ bernal gascon (2v), así como una
metafonía regresiva de vibrantes en «navidad bretron»(11v, 19r, 24v) y alternan-
cias de formas en apellidos como alonso de gujlon (13v) ~ gonzalo de aguilon
(13v); francisco de portollano (6r) ~ francisco de puertollano (15v); iohan de
onbria (17v) ~ Juan de vnbria (17v).
Dos apellidos ofrecen variantes gráficas motivadas por razones meramente
escriturísticas, esto es, debido a diferentes modos de abreviar a lo largo del texto:
fernando de moreria (1v) ~ ferrando de la morra (1v) ~ diego de la morera defunto
hijo del dicho Fernando de la Morera onbre de pie (2r); sancho de porcheta
vallestero (27v) ~ sancho de porcha vallestero (1v).
30. De este último nombre personal debe comentarse que la forma sin <f-> se remonta a
los primeros documentos del reino de León (Ordon); en los documentos de origen
castellano, aragonés y navarro aparece con <f-> (Fortuni, Fortun). Cfr. Menéndez Pidal,
Orígenes del español, Madrid, Espasa-Calpe, 1972, §39.1.
6. ANÁLISIS FONOLÓGICO
7. RASGOS MORFOFONOLÓGICOS
34. Peter Boyd-Bowman: Léxico hispanoamericano del siglo XVI, Londres, Tamesis Books,
1971, ofrece todas estas variantes en la entrada léxica: mincion, mencion, minsion, mision.
35. Peter Boyd-Bowman: «A Sample of Sixteenth Century ‘Caribbean’ Spanish Phonology»,
en W.G. Milan et al. (eds.), 1974 Colloquium in Spanish and Portuguese Linguistics,
Washington D.C., Georgetown University Press, 1975, pp.2 y 8; «Brotes de fonetismo
andaluz en México hacia finales del siglo XVI», Nueva Revista de Filología Hispánica,
XXXV, 1988, pp.78 y 79.
36. En documentos colombinos —del propio Almirante o de escribanos de la época— de entre
1493 y 1504 analizados lingüísticamente por Juan A. Frago (Andaluz y Español de Améri-
ca: Historia de un parentesco lingüístico, Junta de Andalucía, Consejería de Cultura y
Medio Ambiente, 1994, p.19) aparecen casos de trueque de <x> por <s>: bexa (por besa),
pero aún son más frecuentes los ejemplos de <s> por <x>: debaso, desasen, trusiere .
37. El único poblador con el apellido Moyano que recoge Peter Boyd-Bowman en su Índice
geobiográfico lo coloca como procedente de la localidad Benalcázar (Córdoba) (nº 1366).
8. ANÁLISIS MORFOSINTÁCTICO
38. En un pleito datado en 1509 en Santiago de los Caballeros (Santo Domingo), analizado
en ocasión precedente desde el punto de vista morfofonológico, aparecen las dos va-
riantes de la alternancia verbal: truxeron y traxo. Cfr. M. Carrera de la Red: «Morfofo-
nología del español de Santo Domingo. Una perspectiva de cinco siglos», en Actas del
XVI Congreso Internacional de la A.L.F.A.L. (Las Palmas de Gran Canaria, 1996) (en
prensa).
39. Cf. María Beatriz Fontanella de Weinberg: El español de América, Madrid, MAPFRE,
1992, p. 75, y Francisco J. Zamora: «Formas en -re en documentos coloniales en
Santo Domingo», Revista de Filología de la Universidad de La Laguna, 13/1994,
pp. 363-375.
«e montole aver desde xxxi de agosto del año de xciii años en adelante lo
que montare hasta el tiempo que paresçiere su servicio por quanto quedo
en las yndjas»(3v)
«montole aver desde xxx de agosto de xciii años hasta postrimero de enero
de dicho año de xciiii años que çeso el cargo de la escribania quatro mjll e
seteçientos e doze mrs. desde primero de hebrero de noventa e quatro años
hasta xi de junjo de xcvi años que bolviere de las yndjas a cadjs» (7r)
«tiene Resçibidos doze mjll e veinte e dos mrs. que cuenta de lo que montare
lo que ha de aver son xiiUxxii mrs.» (24r)
«a los que no paresçieren en persona pagadlos a quien su poder ovieren lo
que han de aver los defuntos pagadlo a quien mostrare recabdos los testa-
mentos por donde le pertenesca» (28v)
«segund que el dicho Alonso de Medina vos diere por su contia» (28v)
«e todo lo quefallardes [vos] que le es deujdo gelo fagades pagar luego» (28r)
«los mrs. que asy dierdes e pagardes [vos] de los dichos dos quentos» (28v)
En el caso de otro verbo que se repite casi con el mismo índice de frecuencia
—montole— la enclisis obedece a la regla de la aparición del verbo en posición
inicial absoluta de frase.
En los demás ejemplos, se mantiene la tendencia de siglos anteriores a la
anteposición de los pronombres átonos: «los quales se pusieron a las cuentas de
las dichas presonas por quien las ha de aver»(2v), «la razon dello muy complida
nos la enbiad luego»(1r), «los otros contadores que fueron a nos servir» (28r).
Los pronombres átonos se lo (gelo) amalgamados y con palatalización de la
sibilante tan frencuentes en la lengua de los siglos medievales están presentes en
una única ocasión:
«e todo lo que fallardes que le es deujdo gelo fagades pagar luego» (28r)
Los posesivos ofrecen casos singulares. Por ejemplo, está presente el uso del
artículo ante adjetivo posesivo: «la mi merçed» (27). La utilización de formas
redundantes para marcar la posesión o pertenencia, muy importante en un texto
40. Manuel Álvarez Nazario: Orígenes y desarrollo del español en Puerto Rico (Siglos XVI
y XVII), Río Piedras, Editorial Universitaria, 1982, pp. 228 y 243.
41. La variante gráfica assiento, muy empleada en documentación indiana, guarda rela-
ción con el verbo assentare de origen italiano, de donde lo tomó como préstamo formal
y semántico el castellano. Cfr. J. Corominas y J.A. Pascual, Diccionario crítico
etimológico castellano e hispánico, vol. I, 19913, s.v. sentar.
to del dicho valdenebro»(3r), «de los quales mrs. han mjnsion de la librança que
se dixo de las yndjas»(19v).
La moneda en que se les pagaba era el maravedi, pero se menciona al menos
otra moneda: el cornado 42, en la que se le asigna el sueldo a un tal Juan de Toledo
por su oficio de platero: «Juan de toledo platero asentosele mjll e ochenta e tres
mrs. e dos cornados de sueldo» (10v).
Otro ámbito en que que se realizaban operaciones mercantiles era el de la
contratación de las naves que se iban a utilizar para la expedición. En este sentido
se debe entender el término flete 43, tal como lo encontramos en el siguiente pasa-
je: «los quales se le descontaron al dicho Juan ferrandez prieto del flete que ovo
de aver de su caravela» (6v).
42. Juan Corominas y J.A. Pascual: Diccionario crítico etimológico castellano e hispáni-
co, Madrid, Gredos, vol. I, 19913, s.v. corona: «coronado [Cid, en la ac. ‘clérigo’,
‘tonsurado’], con variante sincopada cornado ‘nombre de una monedaa de cobre, de
poco valor, que tenía grabada una corona’ [s. XIV, Crón. de Alfonso XI; según la Acad.
corrió desde el tiempo de Sancho IV, fin del s. XIII] y su diminutivo cornadillo (...)».
43. «El precio que se paga al dueño ù Patrón del navio ù embarcacion, por llevar alguna
persóna de un Puerto ‘a otro, ò por el transporte de las marcancias ù otras cosas»,
Diccionario Autoridades, II, s.v. flete.