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Historias y relatos de
MI VEREDA
Combia Grande, El Calvario, El Molino, El Zancudo, Hoyo Frío,
La María y Murrapal del municipio de Fredonia, Antioquia
2016
Segunda edición
Historias y relatos de mi vereda
ISBN: 978-958-46-7933-8
Foto portada:
Corporación Futuro para la Niñez
Revisión de textos:
Víctor Manuel Pérez
Edita:
Corporación Futuro para la Niñez
NIT 890.905.782-5
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escrita del autor, bajo las sanciones establecidas en las leyes colombianas.
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Historias de mi vereda
Contenido
Introducción ................................................................................................................. 7
Introducción
“Cuando se carece de sentido de pertenencia a ese terruño donde se vive,
cuando no se tiene noción de la historia de ese espacio y de ese entorno,
cuando no hay conciencia del propio destino y no se tienen testimonios,
entonces se habita en la nada, en algo así como un limbo existencial:
no hay futuro y se hace parte del vacío.”
Reinaldo Spitaletta Hoyos
Iniciamos, entonces, un recorrido por cada uno de los sectores a fin de dialogar con
campesinos, líderes, docentes, estudiantes, amas de casa y personas de la tercera
edad, para que contaran, entre otros asuntos, quiénes fueron los primeros habitantes,
cómo se conformó esa comunidad pujante y trabajadora, cómo era la vida en el
pasado, cuáles son las costumbres heredadas de generación en generación, cuáles
son sus actividades sociales y agrícolas, y cuáles son sus ambiciones, metas y
anhelos.
Fueron muchos los días en los que escudriñamos archivos y fuentes bibliográficas,
que consultamos documentos y actas de las juntas de Acción Comunal y que
hablamos con diferentes personas para identificar anécdotas, hechos y realizaciones
significativas. Ello nos permitió rescatar historias y secretos que estaban bien
guardados en la memoria de campesinos.
Estamos seguros de que son numerosas las cosas que se dejaron sin contar, que se
fueron con el recuerdo de quienes ya murieron, que están en las reminiscencias de
aquellos a los que no logramos entrevistar o que no supimos recoger. Pero sabemos
que otras personas vendrán a preguntar por el pasado y a profundizar en los
diferentes temas. Lo más probable es que encontrarán datos nuevos y otras historias;
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Historias de mi vereda
mirarán con otros ojos algo que nosotros no vimos, o que visto, no lo consideramos
importante. Esperamos que esas indagaciones sean obras completas,
documentadas, con rigor conceptual e investigativo.
En los capítulos restantes se hace un recorrido por cada una de las siete veredas,
para conocer aspectos valiosos de la memoria colectiva. Por ejemplo, la forma como
se construyó la primera escuela o la caseta comunal, cuáles fueron las gestiones y
diligencias para la adecuación del acueducto y la carretera veredal, o cómo son sus
costumbres, mitos, creencias o gustos culinarios. En síntesis, se relatan las
particularidades de cada territorio, a partir de la crónica de un hecho importante que
se amplía con las múltiples vivencias de quienes habitan o habitaron estas tierras y
que las recuerdan aún con cariño.
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Historias de mi vereda
Capítulo 1
Breve historia de Fredonia
Según los indicios históricos, hace miles de años esta región del suroeste antiqueño
(así como otras tierras cercanas) estuvo habitaba por una poderosa nación indígena,
los zenufanaes1, pertenecientes a la etnia Zenú.
1
A pesar de que el nombre se escribe indistintamente con c, s o z, se ha escogido zenufanaes.
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Historias de mi vereda
todo esto perdido e destruido, e no hay indio que sepa decir cómo ha sido
ni de qué se ha despoblado.2
Por los hallazgos arqueológicos que se han hecho hasta el momento, se deduce que
estos indígenas habitaron los territorios que hoy ocupan las veredas de La María, El
Zancudo, El Molino, El Calvario y Combia, de Fredonia. Es posible que hayan
ocupado otros territorios de este municipio, pero no se han hecho hallazgos que lo
confirmen.
Bordeando la margen derecha del río Cauca, hacia abajo, los expedicionarios se
encontraron con las tierras que más adelante ocuparían las haciendas La Túnez, La
Blanquita, Boca de Combia y Magallito, territorio que fue abandonaron muy
rápidamente los conquistadores, al no encontrar el preciado oro que buscaban.
De aquí salió el capitán Juan de Frades a explorar las comarcas que van desde Cerro
Bravo al río Cauca. Recorriendo su margen derecha llegó a las inmediaciones de
Titiribí.
2
Jaramillo Barrientos, G. (1985). Monografía de Antioquia. En: Fredonia Histórica I (1). También se
pueden consultar datos y fechas importantes en el desarrollo del municipio en Fredonia Histórica IV
(7), 21-32.
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Alcaldía de Fredonia, Antioquia, Colombia. Reseña histórica. Disponible en: http://www.Fredonia-
antioquia.gov.co/informacion_general.shtml#historia.
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Historias de mi vereda
Fundación: 1828
Teniendo en cuenta lo narrado por don Manuel Uribe Ángel, 1830 fue la fecha de
inicio de un “episodio apasionante y desconcertante”: el de la migración que, en un
lapso menor a 50 años, colonizó el suroeste antioqueño, incluyendo a Fredonia.
Cuenta este autor que “el hacha retumbó por selvas y montes, y los colosos
centenarios cayeron a sus golpes siendo reemplazados por cultivos de maíz, plátano,
yuca, fríjol y, a finales del siglo XIX, por cultivos de café. Los ranchos empezaron a
surgir en picos, laderas y valles, dando origen a caseríos y pueblos actuales“.
4
Uribe Ángel, M. (1985). Geografía del Estado de Antioquia en Colombia. 2ª ed. Medellín: Edinalco,
Ediciones Autores Antioqueños. Vol. 11, 158-161. Puede consultarse también: Uribe Ángel, M.
(2004). Geografía General y Compendio Histórico del Estado de Antioquia en Colombia. Colección
Biblioteca Básica de Medellín. Medellín: Instituto Tecnológico Metropolitano.
5
Parsons, James J. (1979). La Colonización Antioqueña en el occidente de Colombia. Traducción de
Emilio Robledo. 3ª ed. Bogotá: Carlos Valencia Editores.
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Amagá, donde contrajo matrimonio con Tiburcia Toro; y más tarde al poblado que nos
ocupa. Fue abuelo del importante general Rafael Uribe Uribe, y desempeñó los
cargos de mayor jerarquía del municipio: la alcaldía, la consejería municipal y la
mayordomía de fábrica. Su actuación fue desinteresada y patriótica en alto grado, y
sus bienes siempre estuvieron al servicio de la población. Falleció en Medellín en
1860.6
6
Fundación Wikipedia. Historia de Fredonia. Disponible en:
https://es.wikipedia.org/wiki/Fredonia_(Antioquia)
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4. Por avenimiento hecho por esta prefectura con el señor Cristóbal Uribe,
propietario del terreno sobre el que se ha de hacer la población, este cede
ocho cuadras y media de tierra para la iglesia, la plaza, el cementerio, la
cárcel y la casa del señor cura, y lo que reste de las expresadas ocho
cuadras y media se las venderá, a precios equitativos, a los que quieran
poblar, y el producto de la venta de los solares se aplicará para la
construcción de la iglesia y la cárcel.9
7
Tomado el sitio Wen When intime. Disponible en:
http://whenintime.com/EventDetails.aspx?e=d9845cfe-2e54-4aba-902d-
64a5e9a1243b&t=/tl/jedison86/rese_ef_bf_bda_historica/
8
Tomado el documento Monografías de Antioquia, publicado por Cervecería Unión, en 1941.
Disponible en: http://tesis.udea.edu.co/dspace/bitstream/10495/219/1/MonografiasAntioquia.pdf
9
Alcaldía de Fredonia, Antioquia, Colombia. Reseña histórica. Disponible en: http://www.Fredonia-
antioquia.gov.co/informacion_general.shtml#historia.
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Generalidades de Fredonia
Fredonia, en la subregión del suroeste de Antioquia, limita al norte con los municipios
de Venecia, Amagá y Caldas; al oriente con Santa Bárbara; al occidente con Tarso y
Jericó; y al sur con Támesis, Valparaíso y La Pintada. Tiene una topografía desigual,
como sucede en casi toda las regiones del departamento. Ofrece un aspecto general
alegre y vigoroso a causa de su gran movimiento comercial.
De igual forma, tiene gran variedad de fauna y flora, y buena población de bosques,
además de lugares aptos para el ecoturismo como cerros, lagunas, quebradas,
10
Tomado del documento Monografía de Fredonia, publicado por Grupo Fredonia en el sitio Web AA
Unidad Servicio Recuperación. Disponible en:
https://sites.google.com/site/areaunoandes/areaunoandes/nuestra-rea/distritos-1/distrito-4/fredonia
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Historias de mi vereda
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Historias de mi vereda
Capítulo 2
Vereda Combia Grande
Jorge Luis Mesa Sánchez fue uno de esos niños que, por designios de la vida, se
negó a estudiar en la escuela de Combia Grande, la vereda donde había nacido. Al
contrario de los demás, optó por caminar dos horas en la mañana y dos horas en la
tarde para adelantar sus estudios en la escuela Marco Fidel Suárez, perteneciente al
área urbana de Fredonia. Allí lo recibió Mirian Gil, quien sería su primera profesora y
la mujer que lo marcaría para siempre, ya que su disciplina y su carácter recio le
sirvieron para convertirse en una persona con vocación de servicio.
“Mi mamá era una mujer muy brava que levantó 14 hijos con mucho esfuerzo y tesón.
Siempre nos exigió más de la cuenta y quería que nosotros trabajáramos y
estudiáramos bastante para ser alguien en la vida”, contaba Jorge Luis, y prosigue:
los días, lo cual hacía que cada vez más le cogiera pereza al estudio: yo ya
no presentaba tareas, no sabía leer ni escribir y el rendimiento era muy
bajo. Eso hizo que pensara en retirarme de la escuela lo antes posible.
Ubicación y límites
terminal de transporte, pasa por el sector Mi Casita, y se sube por el hospital. Más
adelante hay un cruce de vías, donde se gira a la izquierda para llegar a las primeras
casas. Esta misma vía es utilizada para ir hasta Combia Chiquita y El Porvenir.
Primeros habitantes
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Historias de mi vereda
Los caminos y carreteras de Combia Grande aún son surcados por arrieros que transportan en mula
toda clase de productos agrícolas hasta el área urbana.
La educación
Actualmente, la planta física está construida en adobe y cemento, y está dotada con
material didáctico y sillas universitarias para los estudiantes. Posee una adecuada
placa polideportiva enmallada y demarcada para practicar diversos deportes. Todo
ello, gracias a la vinculación de la administración municipal, en cabeza del alcalde
Jorge Mesa Sánchez, quien realizó una inversión de 25 millones de pesos para
reformar la escuela. A estas obras también se vincularon la Fundación Suramericana
y la Corporación Futuro para la Niñez.
12
Colombia Aprende. Qué es Escuela Nueva. Disponible en:
http://www.colombiaaprende.edu.co/html/home/1592/article-94519.html
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Historias de mi vereda
Giraldo, Lucía Gutiérrez, Lilia Rodríguez, Consuelo Mejía, Amanda Arenas, Lilia
Álvarez, Herminia Berrío, Lilia Cataño, Virgelina Espinosa, Alicia Jiménez, Luz Elena
Vásquez, María Elena García, María Elena Mejía, Neila David, Inés Colorado, Luz
Elena Restrepo, Celina Yepes, Lilian Franco, Estela Guerra, Lía Eugenia Estrada,
Dolly Echeverry, Luz María Muñoz, Silvia Salazar, Mariela Villa, Enid Lagos, Amanda
Granados, Dora Lucía Jiménez, Mariela Duque, Emilsen Deossa, Martín Emilio
Escobar, Luz Marina Hurtado, Luz Miriam López, Fanny Mondragón Serna y Nancy
Agudelo.
Hasta el momento, han pasado por la institución diversas tutoras, todas nacidas en el
municipio de Fredonia y graduadas de la Escuela Normal. Entre ellas, Paula Aguilar,
Cristina Patiño, Marta Rendón y Lina Vélez.
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Escuela de Combia Grande. Allí la comunidad se reúne periódicamente para recibir capacitación y
participar de integraciones comunitarias.
Son muchas las personas que han nacido en esta vereda y que se destacan por sus
obras y realizaciones, entre ellas: Gloria Elena García Ortiz, Martha Cecilia Rendón
Ceferino, Luz Mary Mejía Correales, Dorian Cecilia Diosa y Mauricio García Jiménez,
quienes lideran la Junta de Acción Comunal.
Un lugar aparte merece Jorge Luis Mesa Sánchez, alcalde de Fredonia por elección
popular para el período 2012-2015. Este campesino es hijo de Antonio Mesa, ya
fallecido, y Mariela Sánchez. Cursó la primaria en la escuela Marco Fidel Suárez, en
la zona urbana, y la secundaria en la institución educativa Efe Gómez, de la cual
egresó en 1975. Comenzó su vida laboral en el municipio como trabajador
independiente en 1976. Posteriormente, trabajó en la Secretaría de Tránsito de
Medellín, durante 17 años. donde terminó en el área administrativa. Al final de este
periodo cursó estudios de idiomas por dos años. Cumplido este ciclo retornó a su
tierra a desempeñarse como comerciante. En 2008 inició sus labores como gerente
de la Cooperativa de Trasportadores de Fredonia. El 20 de julio de 2010 regresó al
sector público para desempeñarse como asistente en la Cámara de Representantes
de nuestro país, actividad en la cual pudo consolidar un gran número de relaciones
con parlamentarios y otros dirigentes políticos, a quienes viene acudiendo en procura
de soluciones a los problemas que aquejan la localidad. En el desempeño de sus
funciones se ha caracterizado por ser un hombre emprendedor, responsable,
humilde, honrado, trasparente y culto. Como es de público conocimiento, a lo largo de
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Fortalecimiento comunitario
Las asambleas de la Junta se realizan los segundos sábados de cada mes. En las
reuniones se estudian las problemáticas y se planean las gestiones que conlleven al
logro de objetivos comunes. Es de resaltar la labor que desempeñan en la época de
diciembre, con la celebración de la Navidad Comunitaria: las familias se reúnen en la
escuela a rezar la novena, y el 24 hacen una gran fiesta para compartir un buen
13
Entrevista personal al señor Jorge Mesa Sánchez.
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Historias de mi vereda
sancocho, natilla, buñuelos y helados, y entregar los regalos, que son la mayor
felicidad de los niños y niñas.
Es de anotar también que desde el año 2012 hasta la fecha, se realizada en Combia
Grande, así como en otras veredas El Molino y Murrapal, un proyecto de
fortalecimiento, formación y acompañamiento comunitario con el apoyo de la
Fundación Suramericana, que aporta los recursos, y de la Corporación Futuro para la
Niñez, que realiza el trabajo de formación y acompañamiento social14.
Se trata de una propuesta que busca la integración de las veredas y de los líderes
entre sí, así como la participación de estos en las tareas de transformación social de
sus territorios. De igual manera, desarrollar la capacidad de gestión, el análisis crítico
de la realidad y el liderazgo, para conseguir motivar e involucrar a todos los vecinos,
en especial a los jóvenes, en la solución de sus problemas y necesidades, y fortalecer
las organizaciones comunitarias y brindar apoyo a los programas de emprendimientos
individuales, de las instituciones educativas y de las madres cabeza de familia.
Desde la fundación de Fredonia comenzaron a llegar a esta región, atraídas por las
riquezas de sus tierras, gentes que la colonizaron y cultivaron en una forma
vertiginosa, y dieron comienzo así, a una práctica económica y social que perduraría
en la historia del municipio y que se convertiría en factor fundamental de su
desarrollo.
14
Este mismo proyecto se adelanta desde 2009 en las veredas La María, El Calvario y El Zancudo, por
parte de Corporación Futuro para la Niñez, con apoyo financiero de la Fundación Suramericana.
Para más información consulte: www.futuroparalaninez.org
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Historias de mi vereda
Las buenas ventas, los buenos negocios y hasta las esperanzas de las personas que
aspiran a un mejor bienestar están cifradas en la llegada de la cosecha, época en la
que desde el más pequeño hasta el más anciano de una familia dejan de lado sus
oficios rutinarios, y hasta el estudio, por dedicarse a la recolección del café. Además,
cultivan plátano, yuca, arracacha y hortalizas, como tomate, cilantro, cebolla, repollo,
zanahoria, y algunas frutas, como naranjas, mandarinas y tomates de árbol.
Desarrollo cultural
En este sentido, los habitantes afirman que tienen numerosas riquezas culturales.
Periódicamente, realizan actividades y conmemoraciones cívicas como la Fiesta del
Niño, el Día de la Antioqueñidad, el Día de la Madre, el Día del Padre, el Día del
Amor y la Amistad y la Navidad Comunitaria, entre otras. Durante las fiestas se
presentan grupos de danza, teatro, música, títeres, entre otros, que se han formado
en la escuela del lugar.
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Historias de mi vereda
Recreación y deportes
Costumbres y tradiciones
Marina García, una campesina que vivió en este sector, contaba que entre las
costumbres de los habitantes de Combia Grande están la celebración de la
Nochebuena, la prendida de las velitas el 7 de diciembre y escribir la carta al Niño
Dios.
Mitos y leyendas
15
Entrevista personal a la señora Marina García.
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Historias de mi vereda
Se dice que los mitos forman parte del sistema religioso de una cultura, que los
considera como historias verdaderas.
Además, un estudio de Javier Ocampo López sobre los mitos folclóricos dice que
todo corresponde a un conjunto de creencias, brotadas del fondo emocional, que se
expresan en un juego de imágenes y de símbolos y se manifiestan como una fuerza
operante en la sociedad. Así, el mito se presenta como una realidad viviente de la
que se cree, acaeció en los tiempos originarios, e influye continuamente en el mundo
y el destino de los hombres
En el caso de Combia Grande, son varios los mitos que los habitantes dan a conocer.
Por ejemplo, la docente Martha Cecilia Rendón Ceferino18 cuenta:
16
Definición de Mito. Disponible en: http://definicion.de/mito/
17
Ocampo López, J. (s.f.). El pueblo boyacense y su folclor. Mitos, leyendas y creencias populares en
Boyacá. Biblioteca Virtual Luis Ángel Arango. Disponible en:
http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/folclor/pueboy/pueboy8.htm
18
Entrevista personal a la docente Martha Cecilia Rendón Ceferino.
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La Barbacoa es uno de los mitos que presenciaron algunos habitantes de Combia Grande en sus
múltiples caminos y senderos.
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Historias de mi vereda
Otro curioso mito que se conoce en Combia Grande es el Cacique de Oro, recuerda
también Martha Cecilia Rendón:
Pasa por varias generaciones. Dicen que en esta vereda hay mucho oro
enterrado que los indígenas dejaron al huir de los españoles que lo
robaban, y que, en tiempo de cuaresma, ese oro sale de la tierra a relucir
en forma humana. Algunas personas afirman que lo vieron, pero decían
que es oro solo estaría destinado para aquel que tuviera suerte, y pocos la
tenían. Alguien de mi familia contaba que cuando era niño, que no había
energía eléctrica, una luz se postró en la puerta de su casa encandilando
su visión e iluminando todo el contorno, al tiempo que mi familiar se
ocultaba, atemorizado, entre las cobijas, temblando y temiendo lo peor. A
la mañana siguiente le contó a su padre lo ocurrido, y el padre, casi
llorando de remordimiento, le dijo que había botado la suerte, porque no
era sino tirarle algo propio para que cayeran todas esas monedas de oro y
así saldrían de pobres.
En otra ocasión, contaba mi padre que cuando era soltero pasaba por
Combia Grande, más propiamente por el sector de la escuela, cuando la
linterna que llevaba para iluminar el camino se le apagó y se le cayó el
cabezote de la misma, y quedó desarmada. Sintió un frío intenso en todo el
cuerpo que lo dejo perplejo. Luego de que le pasó el susto, prosiguió su
camino.
De otra parte, el alcalde Jorge Luis Mesa Sánchez contó que él terminó con la
creencia en un espanto. La historia es así:
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Historias de mi vereda
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Entrevista personal al señor Jorge Luis Mesa Sánchez.
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Historias de mi vereda
Capítulo 3
Vereda El Calvario
Un duelo a machete
“¡Dios mío bendito…! ¡Qué esta gente no se vaya a matar por una tontería de esas!”,
fueron las palabras que le dijo Rodolfo Pineda a otros campesinos con quienes
departía en la fonda El Calvario. “Todos estábamos conversando alegremente al
interior de la fonda de don Jesús García, cuando escuchamos una discusión muy
fuerte. Salimos a la calle para ver qué pasaba, y observamos que Jesús Zapata, a
quien apodaban Galleto, había desenfundado su machete, lo rastrillaba contra el
empedrado de la calle y, en tono desafiante, retaba a alguien a un duelo infernal.
Frente a él saltó Arturo Agudelo, también con machete en mano, quien hacía lo
mismo y lo desafiaba para que se enfrentaran”, recuerda.
¡Nadie pudo evitarlo...! ¡El duelo se inició! Los machetes danzaban por los
aires tratando de encontrar a su víctima, pero cada contrincante,
hábilmente, se movía y hacía quites a los golpes mortales que el otro
enviaba. Los minutos pasaban y pasaban, y estos dos campesinos
seguían enfrentados. “¡Vení para acá y mátame, si eres tan hombre, bobo
hijueputa!”, le gritaba Galleto. “¡Y es que crees que te voy a correr! ¡Gran
malparido!”, le contestaba Arturo Agudelo, y la feroz lucha continuaba. Los
machetes cortaban el aire al chocar violentamente. Los pies descalzos de
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Historias de mi vereda
Ubicación y límites
La vereda está ubicada a 15 minutos del casco urbano de Fredonia, en la vía que
conduce hacia el corregimiento Puente Iglesias. Cuenta con un total de 109 familias y
367 habitantes. La base de su economía son la ganadería y la agricultura, en la que
se destaca la producción de café. Está ubicada a 1.350 metros sobre el nivel del mar.
Tiene una temperatura promedio de 25 grados centígrados y limita al norte con
Combia Grande, al oriente con El Zancudo, al occidente con Hoyo Frío, y al sur con la
laguna Santa Isabel, en la finca que lleva su mismo nombre. Sobresale por ser una
de las mayores productoras de café del municipio, y por contar con el mirador del
estadero La Colina, más conocido como Estadero El Calvario, donde el panorama no
puede ser más hermoso, con la vista a las montañas de gran parte del suroeste
antioqueño y a la llanura del río Cauca.
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Entrevista personal al señor Rodolfo Pineda. 15 de octubre. Finca El Calvario, Fredonia.
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Historias de mi vereda
La vereda está conformada por cinco sectores: Palo Blanco, El Hoyo, La Central, La
Raya y La Ochenta. Es un lugar propicio para la compra de terrenos por su fácil
accesibilidad y tranquilidad. Cuenta con 21 fincas ganaderas, cafeteras, lecheras, de
recreo y pecuarias. Las más conocidas son: La Escondida, de recreo; Loma Verde,
ganadera; Pioresnada, de recreo; La Elvira, lechera y cafetera; Pedro León, cafetera;
Santa Isabel, una de las mayores productoras de café; La Ilusión, lechera; El Piñón,
de recreo; La Granjita, pecuaria; Claraboya, cafetera; Ramival, cafetera y de flores
exóticas; Hierbabuena, de recreo; Tamara, ganadera; y La Francia, de recreo.
Las primeras familias fueron las de los señores Saturnino Molina, Víctor Betancur
Ledesma, Francisco Fernández, Valerio Cuartas, Abraham Ramírez, Santos Montoya,
Juan Taborda, Bartolo Gil y Manuel Echeverry, entre otras. Dada la época, la vida
para los primeros pobladores fue muy difícil, ya que se carecían de casi todo; solo se
trabajaba, y no existía la posibilidad de realizar estudios de primaria o bachillerato;
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Historias de mi vereda
pero el auge se vio reflejado, gracias al empuje característico de los abuelos, quienes
tuvieron la posibilidad de hacer prosperar tan linda región.
En ese tiempo se trabajaba desde que salía el sol hasta bien entrado el
ocaso, se tiraba azadón y se trabajaba a mano, porque las herramientas
eran escasas y costosas. A cada persona se le pagaban 20 centavos al
día. ¡Pero trabajo no faltaba en las casas!, pues los campesinos eran
conscientes de los múltiples beneficios que traía la agricultura. Por ello
sembraban yuca, fríjol, maíz, plátano y toda clase de cultivos que les
completaran la alimentación propia.
El Calvario es una vereda rica en la producción de café y plátano. Su vía pavimentada y la cercanía
con el casco urbano les permiten a sus habitantes sacar, sin dificultad, sus productos agrícolas.
Existe una hipótesis que ha sido aceptada por los habitantes. Resulta que, en cierta
ocasión, mataron a un personaje muy reconocido, en un paraje del sector El Hoyo.
Como era costumbre, la familia le colocó un calvario contiguo al lugar del deceso. A
partir de este momento, los habitantes de la región comenzaron a llamar este lugar El
Calvario, lo que hizo que posteriormente llamaran así a toda la vereda.
Construcción de la capilla
La capilla fue construida por el señor Hernando Betancur, en 1987. El terreno fue
donado por el doctor Javier Pérez, y los materiales se adquirieron con recursos
donados por la comunidad, a través de la venta de comestibles, rifas y todo tipo de
actividades que significaran ingresos económicos. En un principio, la celebración de
la eucaristía se realizaba en la caseta comunal, que estaba ubicada a un costado de
la placa polideportiva. Esta obra fue inaugurada por monseñor Germán García, y
como primer párroco fue nombrado el sacerdote Mario Mejía. Otros párrocos muy
recordados son: Ernesto Jaramillo, monseñor Alirio Cano y Elkin Castañeda.
21
Tomado de Diccionario Enciclopédico Hispanoamericano (1887-1910). Disponible en: http://www.e-
torredebabel.com/Enciclopedia-Hispano-Americana/V4/Calvario-historia-D-E-H-A.htm
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Personajes destacados
Costumbres y tradiciones
Gloria Betancur, habitante de la vereda, cuenta que, entre las muchas costumbres de
los lugareños, una de las que más le llamaba la atención era la de llevar los Santos
óleos o la Extremaunción a un enfermo.
Otros campesinos recuerdan que los noviazgos eran muy diferentes a los de estos
tiempos. En aquella época no se podía tocar a la novia o darle un beso, hasta
después del matrimonio. El novio debía pedir la mano de su novia a los padres de
ella, y para hacerlo, se acordaban una fecha especial y un horario, y no se podía
cambiar. La visita era estrictamente vigilada por los padres de la novia y debía ser en
la casa de ella.
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Entrevista personal a la señora Gloria Betancur.
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Historias de mi vereda
La historia de la vereda se recuperó gracias al apoyo y a los recuerdos de las abuelas y líderes
comunitarios que viven en este importante sector de Fredonia.
La educación
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El 5 de junio de 1972 fue fundada la actual Escuela Rural Alterna El Calvario. Inició
con 72 alumnos: 40 hombres y 32 mujeres. La primera educadora fue Ana Francisca
Betancur. Como dato importante se tiene que en 1978, la profesora Margarita Isabel
Agudelo Vélez vio la necesidad de crear el historial de la institución y así lo hizo. Las
primeras profesoras fueron Inés Ramírez, Elvira Gaviria, Libia Bermúdez, Josefa
Merino, Adela Giraldo, Margarita Agudelo y Jesús Arenas. En 2014 cuenta con 55
alumnos y las educadoras son Liliana Molina, Luz Stella Corrales y Luz Nelly Rave.
Los señores Antonio y Gregorio Ramírez y Gustavo Ocampo fueron los principales
promotores para la construcción del acueducto de la vereda, que fue entregado el 11
de junio de 1976. Esta obra, que fue posible gracias a las ventas de empanadas, a
los eventos y a las rifas que organizó la comunidad, está a cargo del señor Samuel
Gallego, quien, además, adelanta gestiones para conseguir el tratamiento de las
aguas, ante entidades municipales.
Práctica deportiva
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Historias de mi vereda
La placa polideportiva de El Calvario es uno de los escenarios predilectos de los jóvenes para la
práctica de deportes y el sano esparcimiento.
Fortalecimiento comunitario
Además, desde 2009 hasta la fecha, la Corporación Futuro para la Niñez, con apoyo
de la Fundación Suramericana y con la colaboración de la JAC, ha venido realizando
en esta vereda un proyecto de formación comunitaria para el desarrollo de las
habilidades y potencialidades individuales y colectivas para el mejoramiento de la
calidad de vida.
Por otro lado, desde 2012 la Fundación Aurelio Llano Posada viene realizando un
trabajo social coordinado con las veredas El Zancudo y La María, actualmente en
23
Este mismo proyecto se adelanta desde 2009 en las veredas La María y El Zancudo, y desde 2012,
en Murrapal, Combia Grande y El Molino. Para más información consulte: www.futuroparalaninez.org
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Historias de mi vereda
convenio con la Fundación Swissaid, para generar un proceso social, para adelantar
acciones que den respuesta a las problemáticas, carencias y necesidades
expresadas por las comunidades, desde el concepto institucional del Desarrollo Rural
Integrado Con Enfoque Territorial –DRIET–24.
Este proceso pedagógico, que hace parte del proyecto Planeación participativa del
territorio, como una vía al desarrollo sostenible, permitió generar una mayor cohesión
social en la comunidad y la construcción colectiva de una propuesta de desarrollo
integral que benefició a las tres veredas.26
Desarrollo cultural
De otro lado, el progreso se ha proyectado a favor del campo, lo cual se ha visto con
la implementación de escenarios deportivos, espacios para la cultura y la
capacitación en diferentes temas. Con ello, el campesino ahora participa más y ha
adquirido conciencia del papel que puede jugar como ciudadano que reclama sus
derechos. En estos momentos, El Calvario cuenta con una comunidad dinámica, que
centra todos sus esfuerzos en trabajar para obtener sus propios beneficios. Además,
con la participación de la mayoría de los jóvenes, busca el desarrollo de procesos de
aprendizaje, de enseñanza, de práctica y de producción, y ha conseguido dinamizar
diferentes actividades culturales, como la organización de grupos de teatro y danza,
conformación de semilleros infantiles en música y poesía, entre otros.
24
Más información en: http://aureliollano.org.co/desarrollo-rural-integrado-con-enfoque-territorial-driet/
25
Entre el año 2012 y el 2014 este proyecto fue desarrollado conjuntamente con la Corporación Futuro
para la Niñez en las tres veredas mencionadas: El Calvario, La María y El Zancudo.
26
Información suministrada por Gladis Echeverri Rendón, educadora comunitaria de la Corporación
Futuro para la Niñez.
41
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Historias de mi vereda
Personajes típicos
Diego: Es un joven que acostumbra a levantarse a las seis de la mañana para iniciar
un recorrido por varias casas de la vereda. Hace lo que le pongan a hacer, y también
suele pedir café en las casas, aunque se enoja si no se lo dan. Es muy querido por la
gente, pues todos los conoce y lo aceptan.
Sitios turísticos
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Historias de mi vereda
Desde este lugar se realiza el famoso concurso o paseo en carros de rodillos, que va
hasta el corregimiento Puente Iglesias. Es costumbre de cada año, y cuenta con la
participación de gente de diferentes partes del país: Medellín, Manizales, y varios
pueblos de Antioquia, incluyendo los fredonitas. Más que una costumbre es un modo
de vida que se viene realizando con el fin de implementar la sana diversión, la
recreación y el deporte.
Laguna Santa Isabel: Está ubicada en la finca del mismo nombre, en la parte alta del
cerro, junto a las torres de comunicación. Allí se han tejido múltiples leyendas, y
precisamente eso motiva más las visitas. Se impone en la majestuosidad de un
monte, en recuperación, pues perdió gran parte de su recurso hídrico. La
reforestación es una de las prioridades de su actual propietario, don Fernando
Echavarría. Unas de las tantas leyendas que se cuentan por allí, tiene que ver con la
aparición, en la mitad del lago, como si fuera una pata con sus patitos de oro, y que
se pierden entre los imponentes árboles que rodean esta riqueza natural. No se sabe
exactamente qué es, pero se dice que han visto a una señora muy hermosa con
varios niños siguiéndola. La ven atravesar el monte, y en los peñascos más
peligrosos pasa como si nada. Siempre se la ve firme y serena. Lo impresionante es
su habilidad para pasar por entre los arbustos.
Emprendimiento
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Historias de mi vereda
Capítulo 4
Vereda El Molino
27
Entrevista personal al señor Rodrigo Penagos.
46
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Historias de mi vereda
Los indígenas zenufanaes, que fueron los primeros pobladores de este sector,
habitaron gran parte de la vereda y tenían su principal centro de adoración en el
llamado Morro alegre, cerca al Cerro Bravo, uno de los sitios más imponentes de
Fredonia, desde donde se divisa gran parte del suroeste antioqueño.
En este sector se han originado infinitas historias que dan cuenta de que los
indígenas atesoraban grandes cantidades de oro, especialmente en el lugar llamado
El Hoyo de los Indios. Esos tesoros, han sido buscados por guaqueros de toda la
región, quienes afirman que la Semana Santa y el mes de las ánimas son las épocas
para descubrir guacas y entierros. Esas noches, los guaqueros se la pasan
caminando en el monte, buscando en aquellos lugares donde se han visto
llamaradas, ánimas, espantos o luces. Solo salen acompañados por un termo con
café. Pero eso sí, deben llevar el bolsillo de la camisa al lado del corazón y allí poner
ramas de altamisa y hojas de eucalipto para que, al encontrar el ánima, no les hiele el
corazón.
Se cuenta que a mediados del siglo XX, los indígenas estaban viviendo en
condiciones muy difíciles, debido a la falta de desarrollo y progreso. Fue en esa
época cuando llegó a la región el señor Abraham Ortiz, quien compró a los indígenas
gran parte de la tierra, entre ella, la que hacía parte de la Llanura Sagrada, ya que
eran los mejores terrenos para el desarrollo agrícola. Don Abraham le cambió el
nombre de Llanura Sagrada por el de Santa Elena e inició allí el cultivo de café. Pero
a los seis años de vivir allí, murió, y sus hijos se repartieron las tierras y luego las
vendieron. Este hecho hizo que llegaran más familias al lugar, y así se conformó la
vereda. Entre otras, las familias de Vicente Escobar, Bárbara Pineda, Ramón Escobar
y Jesús Zapata son consideradas las fundadoras de El Molino.
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Historias de mi vereda
Ubicación y límites
Es un placer indefinible llegar a una de las casas de El Molino, donde las gallinas
pican la yerba, las vacas braman en el corral, la huerta está perfectamente cultivada,
el patio sembrado de flores, el aseo y la compostura por todas partes revelan que allí
reinan el trabajo y la abundancia, la familia y la mujer. Luego, la alegría sube de punto
al ver la acogida franca y hospitalaria que se recibe de parte de las matronas que
habitan amplias casas, llenas de hermosos jardines. Para atender la visita se mata la
gallina más gorda, se arrancan las mejores yucas, se le prepara el más cómodo lecho
y le sirven la comida con toda cordialidad y gentileza.
Actualmente, la vereda cuenta con cerca de 300 habitantes que viven del cultivo de
café, plátano, hortalizas y frutales.
28
Entrevista personal al señor Fernando Rodríguez, docente del Centro de Educación Rural de El
Molino.
29
Entrevista personal al señor “Tocayo” Escobar.
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Historias de mi vereda
La vereda tiene una importante historia, ya que la gran tribu indígena que existió allí
hasta mucho después de 1900, había construido varios molinos de agua que los
surtían en las temporadas de verano. Consistían en unos huecos profundos, de entre
diez y quince metros, con una capacidad de extracción de agua de un litro por
segundo. Después de que murió el cacique Murahyá, los indígenas decidieron
abandonar la región y vender los molinos al señor Vicente Escobar, quien sugirió que
la llamaran El Molino, dada la importancia de estos artefactos, y lo que representaban
para la comunidad. Todos aceptaron la propuesta, y desde entonces, así se la
conoce. “Yo creo que era el nombre más adecuado, ya que estos molinos eran únicos
en la región. Además, desde antes de adoptar ese nombre, ya todos los habitantes la
llamaban así”30, recuerda Angélica Castañeda, una importante líder comunitaria.
Aspecto de uno de los molinos de viento utilizado por los indígenas de la vereda
El Molino para la extracción de agua.
La economía
30
Entrevista personal a la señora Angélica Castañeda.
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Historias de mi vereda
La educación
En 1945, en una pequeña casa prestada por María Ramírez, trabajó como docente
Aurentina Zuleta. Cinco años más tarde, la escuela se trasladó para una casa de
propiedad de Vicente Escobar, quien donó el terreno para que allí funcionara la
escuela. En esta casa inició labores Raquel Restrepo, quien impartió educación hasta
1958. Desde este año hasta 1962 permaneció cerrada la escuela por falta de
docentes. Esta situación hizo que el gobierno departamental nombrara a Luz Elena
Cadavid como docente, quien prestaría sus servicios hasta 1969. Posteriormente,
llegaron Esperanza Mejía, Martha Rosa Molina, Amanda Granados, Martha Lucía
Isaza y María Helia Gómez, quienes prestaron una excelente labor. Es de anotar que,
desde sus inicios hasta 1980, funcionó con los grados primero y segundo. En 1988,
se convirtió en Escuela Nueva.
Servicios públicos
Recreación y deportes
Los campesinos de El Molino son personas que se levantan antes del amanecer para
iniciar sus faenas agrícolas en distintas fincas de la zona. En las tardes llegan a sus
hogares a departir con la familia y a escuchar música o ver televisión. Los fines de
semana juegan microfútbol o basquetbol en la placa polideportiva del lugar o en otros
lugares donde los inviten.
Según información suministrada por Fernando Rodríguez, docente del CER, en 1973
se formó un equipo de fútbol que se llamó Los duros de El Molino. Fue presidido por
Angélica Castañeda, quien se propuso masificar este deporte y realizar intercambios
con otras veredas de la región. Para ello, organizó festivales y ventas de comestibles
que permitieran la consecución de los uniformes. Este equipo jugaba en una manga
que fue donada por María Ramírez, y congregaba a gran cantidad de aficionados,
quienes disfrutaban de este espectáculo, especialmente los sábados o los domingos
en la tarde. “Yo recuerdo que este equipo era muy bueno. En un principio tenían un
uniforme de camiseta azul y pantaloneta blanca. Luego lo cambiaron por uno que era
negro y blanco. Nos representó muy bien en los diferentes encuentros que se
realizaban en Fredonia y en otros municipios, pero ahora no queda nada”, dice con
nostalgia, Jorge Iván Zapata, habitante de esta región.
31
Información que reposa en la monografía del CER El Molino.
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Historias de mi vereda
Fortalecimiento comunitario
Desde 1975 viene funcionando la Junta de Acción Comunal, cuyo primer presidente
fue el señor Juan de la Cruz Escobar. Las reuniones las hacían en la caseta comunal,
construida por la administración municipal en 1971, en un terreno donado por Vicente
Escobar.
Su riqueza arqueológica
El Molino es una de las veredas con mayor riqueza arqueológica de toda la región,
debido a que gran parte de su territorio estuvo habitado por los indígenas
zenufanaes.
32
Es importante recordar, así se haya dicho ya, que este mismo proyecto se adelanta desde 2009 en
las veredas La María, El Calvario y El Zancudo, y desde 2012 en Murrapal, Combia Grande y aquí,
en El Molino, por parte de Corporación Futuro para la Niñez, con apoyo financiero de la Fundación
Suramericana. Para más información consulte: www.futuroparalaninez.org
52
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Historias de mi vereda
Guaqueros, en El Hoyo de los Indios, en busca de los tesoros de los que hablan las leyendas.
Bárbara Pineda: Era la esposa de don Vicente, y como toda matrona de su tiempo,
luchó por el bienestar de su gente. En su casa les enseñó a leer y a escribir a muchas
señoras de su época, quienes no habían tenido la oportunidad de asistir a la escuela.
Rosa Irene Jaramillo: Nació en El Porvenir, pero desde muy niña se radicó en El
Molino, y allí luchó por el progreso y desarrollo de sus gentes.
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Historias de mi vereda
Martha Rosa Escobar: Es reconocida como una de las grandes líderes de la vereda.
Lleva 85 años viviendo en El Molino, donde ha desarrollado un trabajo desinteresado
y armónico.
Además de ellos, son numerosas las personas que merecen un reconocimiento por
las importantes obras y gestiones que han realizado en bien de la vereda. Entre ellos:
Abraham Ortiz, Ignacio Zapata, Juan de la Cruz Escobar, Angélica Castañeda,
Gonzalo Escobar, Rafael Guerra, Florentino Escobar, Aurentina Zuleta, Raquel
Restrepo, Gabriela Álvarez, Berenice Álvarez y Arnulfo Escobar.
Costumbres
“Una de las costumbres que tenemos los habitantes de El Molino es escuchar, todos
los días, música de carrilera o parrandera, especialmente en horas de la tarde,
cuando ya hemos hecho los destinos de la casa y esperamos a nuestros esposos e
hijos, a que lleguen del trabajo”, contaba Gladys Restrepo, habitante de la vereda.33
Es común que las diferentes festividades se celebren con música y licor, sobre todo la
Navidad, que es su fiesta más importante. En una de las tiendas de la vereda, la
gente se arremolina para beber y parrandear, acompañada de un conjunto de
cuerdas que sigue ocupando sitial de honor en el gusto popular. Otras veces lo hacen
escuchando la música de los equipos de sonido o de alguna emisora de Fredonia,
Concordia o Santa Bárbara.
El de las madres es el segundo domingo de mayo pero, a excepción del Día del
Padre, ellas no cocinan. Se celebra para que los hijos demuestren el amor y la
gratitud. Los hijos suelen llevar regalos, no solo a sus madres, sino también a sus
abuelas, tías y madrinas, e incluso, a las amigas cercanas. Antes se acostumbraba, si
alguien tenía la madre viva, ponerse una flor roja en la camisa y si el padre había
fallecido, ponerse un clavel blanco. Los que habían perdido a su madre le llevaban
flores al cementerio.
33
Entrevista personal a la señora Gladys Restrepo.
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Historias de mi vereda
Costumbres alimenticias
Mitos y leyendas
María Angélica Castañeda, una matrona muy querida en la vereda y gran conocedora
de la historia de El Molino, cuenta sobre uno de los mitos más representativos,
relacionado con lo que sucedió en Morro alegre. Según doña María Angélica, a la
vuelta del morro, los viernes Santo, se abría una puerta, y si una persona lograba
pasarla, obtenía de su interior el oro que allí se encontraba.
Esto era algo que nos contaban nuestros abuelos en las conversaciones
cotidianas que teníamos con ellos, antes de rezar el rosario, y que muchas
personas afirmaban que era cierto. En otras ocasiones, nos contaban que
en ese mismo lugar aparecía un perro gigantesco que luego desaparecía,
de un momento a otro, sin dejar rastro alguno. Son numerosas las
personas que lo vieron, y no alcanzan a entender cuál era el misterio.34
Objetos y tiestos hallados en diferentes lugares de El Molino, que dan cuenta de su riqueza
arqueológica, y reposan en la Casa de la Cultura.
En este sentido, algunos habitantes de El Molino aseguran que son muchos los mitos
que han visto en diferentes caminos de la vereda. Uno de ellos es El Mohán. Al
34
Entrevista personal a la señora María Angélica Castañeda.
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Historias de mi vereda
35
Entrevista personal al señor Antonio Zapata, recolector de café.
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Historias de mi vereda
Capítulo 5
Vereda El Zancudo
Todos los viernes, después de las 12 de la noche, era un deleite llegar al matadero
de ganado de El Zancudo, para asistir al sacrificio de la res. El lugar estaba ubicado
contiguo a la fonda, y era administrado por el señor José Jesús Villegas, a quien
cariñosamente llamaban “Suso”. Los matarifes eran Emilio Álvarez y Manuel
“Pechón”. Hasta el matadero llegaban los campesinos de la región para adquirir la
carne y otros productos de la canasta familiar que se requerían para alimentar la
peonada de las fincas. Y recuerda Álvaro Villegas:
Ubicación y límites
De acuerdo con lo manifestado por Nora Inés Álvarez Muñoz37, se tienen testimonios
que dan cuenta de que las primeras familias que llegaron a esta vereda fueron los
Posadas y los Chaverras, quienes construyeron sus casas e iniciaron el cultivo de los
primeros productos, entre ellos café, yuca y hortalizas. Por su parte, el señor Álvaro
Villegas Blandón cuenta que el nombre de El Zancudo se retomó del que tenían las
minas del mismo nombre, en Titiribí.
Es de anotar que los esclavos tomaban como apellido el de sus amos o el nombre de
su etnia. El Chaverra, por ejemplo, surgió cuando liberaron a los esclavos de una
familia del mismo apellido, que fue dueña de la finca Claraboya, más tarde de la
familia Mazuera; o el grupo raizal que habitaba en las veredas La María y La Ardita,
asumió el apellido Sertigas por ser descendientes de esta etnia.
Según Álvaro Villegas Blandón, líder comunitario de Fredonia, fue a partir de 1890
cuando se inició el desarrollo agrícola y social de esta vereda, habitada por indígenas
y esclavos o pajes de distinguidas familias, dueñas de grandes haciendas dedicadas
a la agricultura o a la cría y engorde de ganado. Entre esas fincas están: La Sandalia,
Santa Teresa, La Seca, La María, La Ardita, Potosí, Conejos, La Soledad, La Sapo,
36
Entrevista personal a la señora Rosario Santa María.
37
Entrevista personal a la señora Nora Inés Álvarez Muñoz.
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Historias de mi vereda
La Yesala, La Gurrí, entre otras, que daban sus tierras en préstamo a cambio del
pago de la tercia, que consistía en darle a la finca una tercera parte de los productos
que se estuvieran cultivando.
Primeros pobladores
Los primeros pobladores fueron los Díaz Montoya, quienes llegaron a la vereda en
1900, procedentes de Envigado. Integraron esta querida familia: Francisco María
Díaz y Doña María Antonia Montoya, y sus hijos José Joaquín, José Antonio y Ana
María. Ellos compraron la finca Santa Librada, en El Zancudo arriba, que se convirtió
en punto de referencia para esta región. Allí construyeron una hermosa casa llamada
La Casa de Teja o La Gruta. Posteriormente nacieron allí Francisco Luis, Josefina,
Clementina, Martina, Rosa Inés, Manuel Tiberio, Rafael y Blanca. Esta notable familia
de 11 hijos, que fue modelo de virtudes, se dedicó a la agricultura, a la arriería y a la
alfarería. Fundó un tejar que, en su tiempo, fue una próspera industria. En Fredonia
todavía existen casas construidas con el famoso ladrillo macizo y las tejas fabricadas
allí, al igual que las baldosas de ladrillo. Alfareros famosos de este tejar fueron
Juancho Rúa y los hermanos Isidro, Francisco y José de Jesús Villegas Correa.
Aspecto de uno de los primeros eventos comunitarios realizados en la vereda. Al fondo se observa la
edificación que hoy ocupa la Escuela Rural Mixta Edelmira Álvarez. A la izquierda, atrás, se encuentra
la casa de la Familia Díez, y junto a los bultos de costal se aprecia al señor José de Jesús “Suso”
Villegas, dueño de la Fonda El Zancudo.
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Historias de mi vereda
Esta familia de Francisco María Díaz y María Antonia Montoya siempre se distinguió
por su gran espíritu religioso. Todos sus miembros asistían a misa de cinco o seis de
la mañana. Eran devotos de San José y María Auxiliadora; en su honor construyeron,
en su propiedad, a orilla del camino, una hermosa gruta que fue y es punto de
referencia en toda la región, desde 1950. Diagonal a la gruta quedaba la casa,
construida en tapias de un metro de espesor, y en cuyos patios aledaños se daba de
comer a las vacas y a los caballos, tanto de su propiedad, como de aquellas personas
que salían al mercado desde Aguacatal, Los Alpes, Poblanco, La Sandalia y demás
fincas vecinas. La casa, de grandes y confortables habitaciones, fue al mismo tiempo
escuela. Su primera maestra fue María de Jesús Uribe, más tarde esposa del
inolvidable médico Gerardo Ochoa. Otra de sus maestras fue la señorita Oliva
Laverde, reconocida pedagoga, quien más tarde tuvo un famoso kínder en la zona
urbana.
Todo el que visitaba su casona era atendido de manera gentil y desinteresada, por
las cinco hijas solteras (de seis, solo se casó Ana María). A la muerte de don Pacho y
de doña María Antonia, la casa y el tejar pasaron a manos de las cinco mujeres. Pero
este último empezó a decaer en 1970. Es de destacar que desde la casona se
escuchaban las campanas de la iglesia parroquial, cuando sonaban anunciando el
despertar del día (cinco de la mañana), el Ángelus a las doce del mediodía y el toque
de las ocho de la noche, costumbre religiosa desaparecida en la actualidad. Esta
notable familia tenía parentesco con doña Josefa Díaz, madre de Atanasio Girardot,
prócer de nuestras luchas de independencia.
Y continúa:
Además de esta noble familia, fueron también habitantes de este recordado lugar las
famosas pandequeseras, quienes con sus enormes canastos, rebosantes de
riquísimos olores, cargados sobre sus cabezas, llegaban el día jueves a la plaza del
pueblo, y en hojas de plátano envolvían el delicioso pandequeso. A esta labor se
dedicaban las familias Ramírez, Álvarez y Montoya Chaverra.
Familias destacadas
Otras familias de la parte alta de El Zancudo, que la comunidad recuerda con cariño,
son: Emilio Ramírez y Ana Álvarez, Jesús Restrepo y Carmen Tangarife, Argemiro
Jiménez y Rosa Montoya, Gabriela Mazuera, María García de Castañeda, Baudilio
Castañeda, Carmela Ramírez; Zoila, La Frutera; Luis Toro, Laura Gallego, Rosa
Chaverra, Idairis, Juan Montoya y María del Tránsito Chaverra, la familia Velásquez,
Jesús López y Elvira Piedrahíta, los hermanos Emilio, Obdulio y Alfonso Toro, Julio
Cárdenas, la familia Hurtado, don Estanislao, Ernesto Builes y Juana Cardona,
Clementina Villa, la familia Vélez, José Toro, Jerónimo Patiño y Julio Álvarez.
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Historias de mi vereda
En tiempos pasados se vivía sin lujos de ninguna índole, las camas eran
de guadua y, en muchos casos, eran esteras fabricadas con guasca o
calcetas de plátano sobre cajones, donde venía empacado el tradicional
jabón Bandera o de barra, fabricado a base de sebo de res. El mismo de
las velas con las cuales se alumbraba en las oscuras noches fredonitas, y
que se empleadas también para sanar las heridas o peladuras en la piel.
Cuando los recursos de la familia eran escasos se acostumbraba alumbrar
con semillas de higuerilla ensartadas en alambres. Los más pudientes
utilizaban las famosas lámparas de caperuza, alimentadas por gasolina, o
los mecheros de petróleo, que consistían en romperle con un clavo la tapa
a un frasco de boca ancha y meterle una mecha o pabilo que servía para
dar la llama.
Aspecto de una de las primeras casas de la vereda El Zancudo, en la cual vivió la familia de “Suso”
Villegas. Contigua a ella funcionaban la fonda y el matadero para el sacrificio de ganado.
En aquellos tiempos sí se disfrutaba del tiempo libre. La vieja tradición de los sainetes
y representaciones teatrales de gran picaresca campesina que con sencillez
mostraban las facetas del diario vivir, eran llevadas a escena por un grupo de
personas dirigidas por el señor Benildo Díez, quien a pesar de ser analfabeta, dictaba
los textos a alguien de su familia, para que escribiera lo que le correspondía decir a
cada uno de los personajes. Otra de sus aficiones era la trova: con gran destreza y
picardía competía, reñidamente, con cualquier contrincante. Sin lugar a dudas, fue
todo un personaje típico, como también lo fueron Carmelo y Tío Tigre, dos personajes
recordados por infinidad de anécdotas de su diario vivir. El segundo era moreno y
rechoncho, y trabajaba por la comida y la dormida. En la mayoría de las fincas se
encargaba de recolectar leña, pilar el maíz para la mazamorra y ayudar en labores de
la cocina. En las festividades de la Iglesia, como la Semana Santa, se hacía presente
para ayudar en las sancocherías del parque.
Típico como sus personajes, era la matada o sacrificio del novillo en la fonda de los
Villegas, los viernes por la noche. La faena comenzaba a las doce de la noche o una
38
Entrevista personal al señor Álvaro Villegas Blandón.
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Historias de mi vereda
de la mañana, pero muchos llegaban a la fonda desde temprano, para dormir un rato
en los corredores. Antes del sacrificio de la res, los asistentes departían alegremente:
contaban chistes, revivían historias de espantos, jugaban cartas y se consumía uno
que otro aguardiente. A la hora indicada, Emilio Álvarez y Manuel “Pechón”, matarifes
de profesión, daban inicio a lo que para los habitantes de la vereda era todo un
espectáculo: la res era maniatada y degollada, y luego recogían la sangre, que
empleaban para los desayunos, cocida y revuelta con aliños y huevo. Mientras se
destazaba el animal, los asistentes contaban cuentos de espantos y apariciones
fantasiosas; los niños que acompañaban a sus padres se metían entre los pies de
estos que se hallaban acurrucados o de cuclillas, por el miedo infundido en los
relatos. Otros veteranos en el oficio de matarifes, fueron el conocido Betulia y Emilio
Ramírez, esposo de Ana Álvarez, pandequesera de fama, quien cargaba tres
canastas grandes al mismo tiempo: una en la cabeza, y las otras dos colgadas en sus
manos.
Aún recuerdo -dice Álvaro Villegas- las listas hechas con anterioridad para
la entrega de las vísceras y huesos de la res: para don Fulano, el cadero,
el caimán, el huerfanito, los calambombos, la cola y el alfidel. Para don
Perano, el cuajo, el callo grueso, la cagalera, los riñones, las juanas, la
pajarilla y asadura revuelta. Así se despachaba, poco a poco, la palizada.
Para las fincas y personas pudientes, se disponía de las carnes como: tres
telas, espaldilla, falda, pierna, solomo, capón y lagartos (utilizados estos
para la carne molida o en polvo). Se* aprovechaba la asistencia al
sacrificio para llevar de la fonda: panela, papas, manteca, arroz, fideos, y
todo lo que hacía falta en la casa y la cocina.
Participantes en la comparsa La familia Castañeda, con la cual obtuvieron el primer puesto en las
Fiestas del Café, realizadas en diciembre de 2008, y cuyo premio fue de 500 mil pesos. De izquierda a
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Historias de mi vereda
derecha: Carlos Adrián Galeano, Georgina Vélez, Nora Helena Chaverra, Patricia Martínez, Jairo
García, Sandra Henao, Katherine Jaramillo, Mary Marín, Alejandro Galeano, Rosalba Álvarez, Dairo
Martínez, Diego Gómez, María Eugenia Osorio Ramiro, Eunice Villada y Nora Inés Álvarez, candidata
al reinado de las comparsas.
La economía
Llega la violencia
Servicios públicos
El Zancudo posee, desde hace muchos años, un acueducto de agua potable. Sin
embargo, a mediados de la década del 80, la comunidad quiso modernizarlo para
tener un mejor aprovisionamiento. Para ello, se contó con el apoyo y las gestiones del
señor Javier Gómez, entonces gerente del Banco Industrial Colombiano –BIC–, y
propietario de Las Kikas, una de las fincas de vereda. El acueducto se amplió y se
organizó, y se cambiaron las redes. Además, El Zancudo cuenta con una buena
planta de tratamiento, la cual fue inaugurada el 4 de marzo de 2000, por el señor
Porfirio Jaramillo.
Construcción de la capilla
El lugar que ocupa hoy la capilla, fue antes una casa de paja que estuvo habitada por
Rita Lina Santamaría, quien luego le vendió el lote a don Benjamín Londoño y a doña
Martha Villegas. Ellos construyeron su finca La Seca, y al lado de ella, la fonda y una
bodega (o garaje), que era utilizada por la gente de la región para guardar sus
mercancías (madera, estacones, maíz, fríjol) o sus remesas traídas desde el pueblo,
de paso para las fincas o al contrario, de las fincas para el pueblo. Debido a que la
carretera solo llegaba hasta ese punto. De una parte, los días lunes, dos camiones
escalera recogían y transportaban parte de la mercancía que había en la bodega, y la
llevaban hasta el pueblo u otros lugares adonde llegara la carretera. De otra parte,
llegaban los caballos, las mulas o los hombres de las fincas vecinas a recoger lo que
había venido del pueblo u otros lugares con carretera. La bodega se utilizaba para no
tener que realizar largas jornadas, con carga, de una sola vez, sino con un descanso
en la bodega, precisamente.
sus caballos en la fonda, para desplazarse hasta sus diferentes fincas, por el camino
denominado Caramanta.
Al abrir nuevas carreteras para las propiedades o fincas vecinas, la bodega fue
descuidada y abandonada por los finqueros, casi hasta el punto de caer en ruinas.
Por tal razón, en una reunión de la Junta de Acción Comunal, estando como
presidente Álvaro Villegas Blandón, surgió la idea de solicitarle a los dueños de esta
bodega o garaje que lo cedieran en donación o en venta para la construcción de una
capilla. La Junta tomó la decisión de ofrecer por el lote la suma de 120 mil pesos, a lo
cual los dueños dijeron que si en este lugar se pretendía construir una capilla,
entonces lo donarían.
Recuerdo –cuenta Álvaro Villegas Blandón– que por esa época (1985), el
señor Javier Gómez, quien se desempeñaba como gerente del Banco
Industrial Colombiano en la ciudad de Medellín, tenía una finca en la
vereda El Zancudo, y le entregó la buena noticia a la comunidad,
ofreciéndose para que esta entidad crediticia financiara la capilla. En pocos
meses se levantó la obra, construida en honor a Jesús crucificado. El
señor Gómez, importante líder y benefactor, trajo desde Ecuador un santo
Cristo, hecho en un bloque de madera que es el que adorna el fondo de
dicha capilla.
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Historias de mi vereda
Una de las grandes obras que anhelaban la juventud y la niñez de esta vereda era
una placa polideportiva en la que pudieran practicar deportes como el baloncesto, la
gimnasia y el microfútbol. Por ello, en 1992, se hicieron las gestiones respectivas ante
la administración municipal, para que se construyera. La idea fue muy bien acogida
por parte del señor alcalde Héctor Patiño, quien aprobó la obra y destinó los recursos
necesarios. Los trabajos se iniciaron en esa administración y fueron concluidos al año
siguiente, en 1993, con el nuevo alcalde. A partir de esa fecha, este escenario se ha
convertido en el epicentro de la práctica de diferentes deportes, la recreación y el
sano esparcimiento.
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Historias de mi vereda
Fortalecimiento comunitario
Entre los primeros líderes que jalonaron esta importante organización están: Isidro
Villegas, Fidel Mesa, Jesús Posada, Isidro Bustamante, Alberto Cardona, Alejandrino
Palacio, Ángel Gabriel Chaverra, Gerónimo Patiño, Luis Eduardo Meza, Laura
Chaverra, Gabriela Chaverra (personaje típico por su tradición, cargando sus grandes
viajes sobre la cabeza, tales como: ropa, plátano, leña etc.), Lucila Chaverra y María
Elisa Restrepo (partera). Posteriormente, llegaron otros importantes líderes como
John Jairo Gómez, Enrique Cardona, Jorge León, Luis Posada (cuando se
desempeñó como presidente, se hizo la primera caseta comunal en la vereda), John
Jairo Campuzano, Paulo León, Javier Chaverra Suescún, Gildardo León, y Nora Inés
Álvarez Muñoz.
Del proyecto liderado por la Corporación Futuro para la Niñez, hace parte el
Laboratorio Rural de Emprendimiento Social de El Zancudo, que comenzó en
septiembre de 2014 con un grupo de estudiantes de los grados noveno a undécimo,
sus familias y maestros (90 personas aproximadamente), en la Institución educativa
Edelmira Álvarez, de la vereda40.
Dicho laboratorio es una estrategia educativa dirigida a niños, niñas y jóvenes, para el
fortalecimiento de su creatividad y su capacidad de generar ideas transformadoras.
Su enfoque educativo se fundamenta en el desarrollo de las capacidades
comunitarias, para lograr la superación de sus principales necesidades de manera
participativa, consensuada y autónoma, valiéndose para ello de la promoción y
fundamentación del emprendimiento social.
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Ese proyecto de la Corporación también se adelanta en La María y El Calvario.
40
Este laboratorio permitió la participación y formación de jóvenes pertenecientes a las comunidades
de las veredas El Zancudo, El Calvario, La María, Aguacatal, Naranjal y Poblanco. Posteriormente,
se comenzó otro laboratorio de este tipo en 2015 con jóvenes, familias y docentes vinculados a la
Institución Educativa Murrapal, en la vereda del mismo nombre.
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Historias de mi vereda
Gladis Echeverri Rendón, educadora comunitaria, en compañía del doctor Jorge Saldarriaga Villegas,
presidente de la Junta Directiva de la Corporación Futuro para la Niñez, en una de las visitas a El
Zancudo, para conocer el avance de los proyectos que esta Corporación acompaña.
Los habitantes de El Zancudo son conscientes de que aún quedan muchas obras por
hacer en su vereda. Así fue como el 15 de octubre de 2014 se reunieron en la
escuela, y dieron a conocer sus sueños y aspiraciones, entre ellos, la construcción de
una cancha de fútbol, implementación de educación técnica y tecnológica,
adecuación de un parque infantil y una guardería, y la construcción del alcantarillado.
41
Entre 2012 y 2013, este proyecto contó también con la colaboración de la Corporación Futuro para la
Niñez, entidad que apoyó el trabajo de educación social. Puede consultarse más información sobre
lo que realiza la Fundación Aurelio Llano en: http://aureliollano.org.co/desarrollo-rural-integrado-con-
enfoque-territorial-driet/
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Historias de mi vereda
Habitantes de El Zancudo que dieron a conocer sus sueños y aspiraciones por el progreso y desarrollo
de la vereda.
La educación
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Historias de mi vereda
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Historias de mi vereda
Jornada de capacitación coordinada por la señora Nora Inés Álvarez Muñoz, quien es multiplicadora
del Proyecto de educación ambiental en ahorro y uso eficiente del agua, con perspectiva de género.
Hallazgos arqueológicos
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Historias de mi vereda
La carretera, que de Fredonia conduce hacia el paraje Puente Iglesias, es la principal vía de
comunicación de los habitantes de El Zancudo. Al fondo, la escuela y la caseta comunal.
Recursos humanos
Son muchísimos los habitantes de la vereda que han nacido y se han criado allí. Si se
escudriña entre los apellidos, la gran mayoría tiene algo de parentesco. Todos se
conocen con todos. Los forasteros, al ver la amabilidad de la gente, por lo general, se
amañan y se quedan, ya que es una tierra muy sana, sin violencia y con un excelente
clima, que permite realizar casi cualquier actividad. Los niños y mujeres colaboran en
la recolección de café, ya que son fuertes, como si fuera una herencia que les dejaron
sus padres y abuelos. A estos, en épocas antiguas, les tocaba lavar la ropa en las
quebradas y nacimientos, pues no existían acueducto ni agua potable.
padres, trabajador y con ganas de casarse. Eso sí, para visitar a su pretendida, los
chicos tenían que ir a la casa de los padres de ella, para pedirles permiso. La visita
del novio era bajo la supervisión de la mamá de la novia, y con una vela encendida en
medio. El novio no podía intentar tocarle una mano o darle un beso a su novia. En
muchas ocasiones, las mismas novias le pegaban un pisotón al novio para que no se
extralimitaran, o las mamás les reprochaban la actitud y no le permitían volver a
hacerle la visita a su amada.
Los jóvenes se divertían en las fiestas y parrandas, alumbradas por velas de parafina
y animadas con tiples y guitarras. En ese tiempo, la mayoría de los muchachos sabía
tocar alguno de esos dos instrumentos, ya que no había ni televisión ni otras
diversiones como el internet. Además, no les gustaba perder tiempo: los que
trabajaban en el día, que era la mayoría, en las noches salían a conversar con sus
vecinos o a tocar tiple o guitarra y a cantar, o simplemente a mirar, en las noches de
verano, el firmamento lleno de estrellas.
Gran parte de la historia de El Zancudo fue recuperada por Álvaro Villegas Blandón, uno de los líderes
de esta vereda por sus importantes realizaciones y trabajos con la comunidad.
Personajes típicos
Prácticamente, todos los lugares tienen sus personajes típicos o pintorescos, como
los vendedores callejeros, el comerciante ambulante con su estampa característica,
que puede estar determinada por su actividad, su vestimenta o su picardía. La gama
es inmensa: el frutero, que cambia su pregón según los productos estacionales; el
vendedor que aparece en los meses de verano, con su venta de jugo dulce y helado
con fresas de durazno cocido; el heladero, con su toque de cuerno haciendo sonar
una campanilla; el barquillero, con su tambor metálico a la espalda y cargado de
tubos de hojarasca; el personaje que sufre de trastornos mentales pero que con, su
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Historias de mi vereda
Carmen Castrillón: También conocida como Carmen Camello. Era una mujer con
ciertos aires de locura, que salía a la calle y perseguía a las personas con un palo
para pegarles, porque le gritaban: “Camello me borra”, y eso la enojaba.
Tío Tigre y Carmelo: Eran dos personajes muy acomedidos y serviciales, que
siempre se prestaban para hacer cualquier diligencia. Sobre todo, le colaboraban a la
gente a la hora de hacer sancochos.
Gabriela Chaverra: Personaje típico por su tradición. Se le veía deambular por las
calles con grandes viajes encima de su cabeza.
Costumbres
Entre las costumbres que tienen los habitantes de esta vereda se destaca la que se
realiza en casi todos los hogares, cada día: tomar media mañana, algo y merienda.
De igual manera, consumen fríjoles todos los días, acompañados de una buena taza
de mazamorra con un pedazo de panela o un bocadillo.
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Historias de mi vereda
Mitos y leyendas
Son muchas las historias y mitos que se han contado, de generación en generación,
desde tiempos inmemoriales. Álvaro Villegas echa memoria y nos cuenta algunos:
Aún recuerdo muchas historias que, en esta vereda, han pasado de generación
en generación, pero que hoy en día están casi desaparecidas y olvidadas,
porque los actuales habitantes le prestan más atención a otras cosas, y el
pasado lo han dejado en el olvido. Para nosotros era muy satisfactorio
sentarnos en los corredores o en las amplias cocinas, carcomidas por el hollín
del humo de los fogones de leña, a escuchar historias que muchas veces nos
infundían miedo, y otras tantas nos daban deseos de salir, en las oscuras
noches, a ver dónde podíamos encontrar uno de los famosos entierros o
guacas. La leyenda más conocida por todos era la de la gallina con nueve
pollitos de oro, que salía por el camino a Potosí. El lugar donde la gallina se
perdía era considerado el lugar de la guaca que, en este caso, se encontraba
en la raíz de un viejo árbol de algarrobo, ubicado exactamente diagonal a la
casa de agregados de la finca Sorrento, hoy llamada Las Malvinas. En ella
fueron encontrados los famosos hipogeos (construcciones subterráneas hechas
por los primitivos habitantes de estas tierras, más tarde utilizados por los
contrabandistas de tabaco para esconder el producto de la persecución de los
del Resguardo de Rentas. Aun están allí, protegidos por su propietario don
Fernando Echavarría).
vereda El Zancudo, pasaba por la parte alta de la hacienda Potosí, frente a los
potreros de La CK. Daba acceso al Canalón del tigre (donde también hay un
hipogeo con una laguna subterránea) y a la laguna de Santa Teresa, cuyo
fondo estaba forrado en madera, según relataban los aparceros o cosecheros
de los predios colindantes (los Posada, Chaverra, Bustamante, Palacio,
Villegas, Cardona, Díez, Patiño, León…). Lo curioso de esta laguna era que los
desprendimientos o derrumbes de una peña que quedaba sobre ella, llegaban
hasta su orilla, y allí se detenían. Vivía allí, camuflada en los matorrales
ribereños, una gran culebra que en los ardientes veranos, después del medio
día, se refrescaba en las cristalinas aguas, que además eran habitadas por
patos migratorios, más que todo en época de cuaresma y finales de año. Este
mismo camino conducía al monte de La Sapo, donde se embolataba la gente
dando vueltas y vueltas en un mismo sitio, hasta que el duende o las brujas se
antojaban por dejarla salir.
En la parte baja de este monte también existe otra laguna natural donde
proliferan grandes matas de enea, con espectaculares flores o espigas de color
café oscuro y textura aterciopelada, cosechadas para los arreglos florales de las
señoras dueñas de las fincas aledañas. ¡Qué tiempos aquellos! –dice Álvaro
Villegas–. Muchos anhelarían que la juventud de hoy los vivieran, cuando no se
necesitaba de licor ni de drogas para pasar inolvidables veladas en familia, con
el respeto a los mayores y la sumisión a los padres; noches en las que la única
luz que se veía era la que daban las lámparas de caperuza, porque en su
mayoría solo se contaba con la tenue y azulada luz que proporcionaban las
velas de sebo o las semillas en un alambre de higuerilla, y con el transcurrir del
tiempo, las velas de parafina.
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Historias de mi vereda
Capítulo 6
Vereda Hoyo Frío
Aquel lunes llegó muy animado a la plaza principal, montado en uno de sus
caballos y dispuesto a finiquitar algunos negocios con otros finqueros de la
región. Dejó su caballo frente a una de las cantinas de la plaza principal,
para departir con unos amigos, y tomarse unas cuantas cervezas. Después
de terminar la conversación y dispuesto a montarse en su ejemplar, se dio
cuenta de que le habían robado el encauchado con el cual cubría su
caballo y él se protegía de la lluvia. Varios días después no faltó quien le
dijera que el autor del hurto de esa prenda, la cual tenía un costo de 50
centavos, había sido uno de los integrantes de la familia García.
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Historias de mi vereda
Don Salomón era padre de cuatro hijos, y propietario de una de las fincas
más grandes de Hoyo Frío. Tenía 800 cuadras, aproximadamente, y daba
empleo a gran número de jornaleros.
Ante los hechos, don Salomón, quien tenía un temperamento fuerte y muy
malgeniado, les llamó la atención a varios integrantes de la familia García,
de forma grosera y altanera. Estos se sintieron muy mal con la
recriminación y comenzaron a fraguar lo que sería una venganza. Pocos
días después, lo esperaron en la fonda de El Calvario, donde le pegaron
una macheteada horrible, y cuando lo creyeron muerto, lo echaron a rodar
por un precipicio. Algunos habitantes afirman que fueron más de 50 los
machetazos que recibió.
Ante esta situación, don Salomón buscó nuevamente a otra persona para
que matara a El tigre. Luego de contactarla, le encomendó la misión y le
entregó un revólver, pero esa persona incumplió con el propósito y se echó
a perder con el arma que le habían dado. Días después, se supo que
aprovecharon que el ladrón del revólver estaba borracho y lo mataron de
una puñalada. Las cosas no pararon ahí, posteriormente la policía logró
detener a El tigre –que había asesinado días antes al futuro sacerdote-, y
quien murió en la cárcel del municipio, sin terminar de pagar la condena.
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Historias de mi vereda
Años más tarde, don Salomón murió ciego a causa de las heridas que
había recibido en el atentado. Sus cuatro hijos heredaron una inmensa
fortuna, pero por cosas del destino, todos murieron en la ruina.42
Ubicación y límites
Hoyo Frío está ubicada a diez kilómetros de la cabecera municipal, a una altura de
1.400 metros sobre el nivel del mar, con una temperatura promedio de 22 grados
centígrados, en una meseta rica en agua y rodeada de cadenas montañosas, como
Santa Isabel y Combia. Limita al oriente con la vereda El Calvario, al occidente con
Raicero y Marsella, al norte con El Porvenir y al sur con Marsella.
Existe otra versión. Afirman algunos, que el sector del Reversadero, que era un cruce
de caminos de herradura, y un llano situado al pie de la montaña, era un punto donde
la gente paraba para acampar y descansar, junto con los animales, en sus travesías
desde el Valle del Cauca, Risaralda, Caldas, y parte de los municipios del suroeste
antioqueño. Como debían pasar antes por el caluroso corregimiento de Puente
Iglesias, al llegar al Reversadero sentían un frío inmenso, y manifestaban, “¡qué hoyo
tan frío!”. De ahí, dicen, nació el nombre, que de frío no tiene nada.
Primeros pobladores
Los primeros pobladores que habitaron esta parte de Fredonia fueron los indígenas
Pechiblancos o Poblancos. Posteriormente llegaron colonizadores de Copacabana,
quienes se posesionaron de grandes lotes de tierra e iniciaron un proceso de
repartición y venta. Se tiene conocimiento de que la primera familia que llegó al sitio
se ubicó en lo que hoy es La Aguada o San Cayetano.
42
Entrevista personal al señor Fabio Muñoz Calle. 15 de octubre. Hoyo Frío, Fredonia.
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Historias de mi vereda
Ortiz construyó su casa en el sector que rodea la carretera y que hoy es habitado por
la familia Quintero Ortiz, y así, poco a poco, las familias se fueron multiplicando y
construyendo sus viviendas en los lugares que veían más propicios. Luego
aparecieron las familias de Epifanio Marín, los Hurtados y los Canos, los que hoy
forman y conservan una nueva generación con tradiciones, costumbres y
proyecciones en lo cultural, social, moral y económico.
Hoy en día se destacan las familias de Natividad Cano, Gabriela Cano, Juan
Quintero, Libardo Calle, Javier Cañas, Celina Agudelo, Rosita Gómez, Oliva Marín,
Mercedes González, Mariela Marín, Carlos Quintero, José de la Cruz Hurtado, Cruz
Ángel Díez, Fabio Muñoz Calle, Alfredo Gómez, Ovidio Loaiza, Rita Hurtado, Ana de
Jesús Marín, Elvia Gallón Palacio, Mario Vélez, Arnobia Castañeda, Libardo
Monsalve, Ruth Múnera y Luis Guillermo Vélez Urreta. Admiramos la pujanza de
estos padres y madres que han tenido ese valor para levantar tantos hijos, y quizás,
todavía estar luchando por ellos, y que se han convertido, para la juventud, en un
acto de reflexión y ejemplo, dignos de aprecio y valoración por todo lo que han hecho.
Sus huellas son dignas de seguir y recordar en la generación actual y en las
venideras.
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Historias de mi vereda
La vida de antes
De acuerdo con lo que recuerdan personas de avanzada edad, son muchas las
historias y anécdotas vividas por la comunidad. Por ejemplo, las viviendas de los
primeros habitantes eran construidas en madera y techadas con paja de palma o de
iraca. Luego llegaron otras personas que construyeron sus viviendas en tapia y
bahareque y con techo de teja de barro. De estas casas todavía existen tres: la
hacienda de La Meseta, la casa de la familia Pineda y la casa que era de propiedad
de Bibiano Molina. Para hacer una construcción en tapia se cogía tierra con agua y se
pisaba hasta obtener una masa de barro homogénea; se hacía una formaleta con
tablas o madera del espesor que el oficial de construcción lo exigiera. A medida que
se iba echando el barro, se iba pisando para que se compactara, y así sucesivamente
seguía el proceso hasta completar los muros o paredes requeridas. Para el
bahareque se utilizaba guadua o madera, que se clavaba y se organizaba de modo
que se pudiera rellenar con barro, y organizar las paredes. También se hacían casas
o edificaciones con paredes de cancel, para lo cual se utilizaba madera aserrada.
A la mayoría de las casas no les llegaba agua: tenían que cargarla en calabazas,
tarralíes u ollas de barro desde las cañadas o nacimientos, que casi siempre se
encontraban alejados. El lavado de la ropa era en lavaderos de piedra, dentro de las
quebradas; allí mismo se bañaban, lo cual se hacía en pocas ocasiones y la gente
duraba ocho o más días con la misma ropa; esto conllevaba al desaseo y poca
prevención de enfermedades y plagas, como: carangas, niguas, garrapatas, piojos,
pulgas y chinches.
Religión y creencias
profesionales y personas que tuvieran relación con algún trabajo comunitario o social
allí.
Las mujeres usaban mantillas o cachirulas para cubrir la cabeza durante las
ceremonias religiosas, en las que se presentaban con faldas largas en señal de
respeto y pulcritud. Una cosa muy típica en los matrimonios de esa época era que se
decía que había que tener todos los hijos que mandara Dios, motivo por el cual las
familias eran muy numerosas. Hacer algo para evitarlos era un gran pecado o
sacrilegio, y por eso cumplían el mandato sagradamente, movidos por el temor a
Dios, no importara que fueran pobres o ricos. Se decía con frecuencia: “Cada hijo
viene con la arepa debajo del brazo”. También utilizaban el refrán: “Donde come uno,
comen dos o tres”, justificando la tenencia de los hijos.
Anteriormente, había más compromiso de los padres de familia para inculcar los
valores católicos a sus hijos. Las prácticas religiosas, que se daban con tanto fervor,
solemnidad y entusiasmo, se siguen dando, pero en una forma menos concurrida y
comprometida. Son más personales y pasan desapercibidas para gran parte de la
feligresía. El rosario ya se acostumbra muy poco, y son muy pocos los hogares que
conservan esta tradición.
La educación
La vereda cuenta con un Centro Educativo Rural en el que se atienden los cinco
niveles de básica primaria, con dos educadoras y 60 estudiantes. Actualmente
laboran: Doris Cuartas Betancur, como directora, y Adriana Patricia Colorado, como
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Historias de mi vereda
¿Cómo se impartía la educación? Los padres de familia decían que era suficiente
con dar dos años de estudio a los niños, y si se trataba de impartir educación a las
mujeres, decían que era como perder el tiempo, ya que si estas se casaban o se iban
a vivir con un hombre, todo se perdía. Para los padres de familia era más importante
tener un hijo cogiendo café o tirando azadón, que estar todo un día recibiendo clases
en un colegio.
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Entrevista personal al señor Modesto Quintero, guitarrista.
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Historias de mi vereda
Aspectos de la Escuela de Hoyo Frío, ubicada en el sector El Reversadero, la cual fue construida
gracias a las gestiones de la Junta de Acción Comunal y al apoyo del Comité Departamental de
Cafeteros y la comunidad.
Obras de progreso
Son varias las obras que la comunidad emprendió para beneficio de todos los
habitantes. Por ejemplo, en 1945, el sacerdote Marco A. Botero, párroco del
municipio, apoyado por algunos feligreses, propuso, en una celebración eucarística,
la construcción de la carretera Fredonia-Hoyo Frío. Para ello solicitó que los
propietarios donaran las franjas de terreno por donde pasaría dicha carretera.
Para los habitantes de Hoyo Frío, la pavimentación de la carretera es tal vez la obra más importante
con la que cuentan. La comunidad se vinculó con la donación de algunas franjas de terreno para ver
finalizada esta obra.
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Historias de mi vereda
En 1968, el señor Jesús Salvador Cano trajo el primer televisor a la vereda. De esta
manera, los lugareños pudieron ver dos acontecimientos importantes: la visita del
Papa Paulo VI a Colombia, en agosto de 1968; y la llegada del hombre a la luna, el
20 de julio de 1969. El televisor se colocaba en medio del patio de la casa, montado
en una mesa, y a su alrededor se ubicaban varias sillas, taburetes o pequeños
bancos de madera para que la gente pudiera ver los programas. Luego vino la
construcción de la caseta comunal, con el fin de hacer allí las reuniones de la Junta y
llevar a cabo diferentes actividades, como festivales y competencias deportivas. Por
este mismo tiempo se organizó la primera planta de luz eléctrica, con un motor Diesel,
en la casa del señor Luciano Quintero, que también le daba servicio a otras cuatro
viviendas.
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Historias de mi vereda
Aspectos del trapiche comunitario de Hoyo Frío, inaugurado por el entonces gobernador de Antioquia,
Luis Alfredo Ramos Botero, y el alcalde municipal, Carlos Mario Londoño.
Fortalecimiento comunitario
Por su parte, entre los años 2009 y 2011, la Fundación Suramericana, que aportó los
recursos, y la Corporación Futuro para la Niñez, que realizó el trabajo social,
desarrollaron en Hoyo Frío, con apoyo de organizaciones como la Junta de Acción
Comunal, un proyecto de educación comunitaria para incentivar la formación, la
participación y la organización entre los habitantes de esta vereda, para lograr la
transformación social positiva en esta región fredonita.
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Historias de mi vereda
La caseta comunal de Hoyo Frío, convertida en lugar de encuentro y de participación para tomar las
decisiones que conlleven al progreso y desarrollo de la vereda.
Algunas costumbres
Son muchos los hábitos de los habitantes de esta vereda, que han pasado de
generación en generación. Por ejemplo, el campesino sigue consumiendo, todos los
días, fríjoles acompañados de carne o chicharrón y mazamorra pilada, arepa de
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Historias de mi vereda
Finalmente, una costumbre muy particular era que las personas, cuando se
encontraban con los padrinos o las madrinas, les hacían un saludo muy reverente:
inclinando la cabeza y doblando un poco la rodilla. En general, el padrino o madrina,
después de alguna recomendación u observación, le daba algún dinero. Con los
padres del ahijado se trataban de compadre y comadre.
Personajes destacados
Son muchas las personas que merecen un sitial de honor en Hoyo Frío, por sus
importantes aportes y realizaciones en bien de la comunidad. Entre ellos tenemos:
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Historias de mi vereda
José Luis Arcila Cano: Nació el 24 de diciembre de 1949, en Hoyo Frío. Inició sus
estudios en el corregimiento Marsella; realizó la primaria en la Escuela Urbana Marco
Fidel Suárez, de Fredonia; y de allí pasó al Liceo Efe Gómez, donde cursó el sexto
grado (primero de bachillerato). Su espíritu aventurero lo llevó al Seminario de los
Hermanos Maristas, en La Estrella; de allí pasó a Pasto, y luego a Popayán, de
donde regresó al Liceo Efe Gómez, a hacer el noveno grado (cuarto de bachillerato),
el cual terminó en 1970. Tuvo la gran oportunidad de ingresar a la Universidad de
Antioquia a realizar la Licenciatura en Idiomas, pero por factores económicos,
desistió. Trabajó en la empresa Industrias Cristal. Estando allí se le presentó un gran
golpe de suerte, al ser seleccionado, entre 600 bachilleres, como uno de los 200
aptos para prestar el servicio docente. Inició labores en la vereda Las Abras, de
Yarumal, ubicada a dos horas en carro y a cinco a caballo de la cabecera municipal.
Allí trabajó por espacio de dos años y medio; luego fue trasladado para Ciudad
Bolívar, y al año y medio de estar allí le encomendaron las funciones de director de
Núcleo Educativo en el corregimiento La Encarnación, del municipio de Urrao. Este
Núcleo tenía escuelas a tres días de camino. De ahí lo trasladaron para Betania, y de
allí, de nuevo a Ciudad Bolívar, donde laboró por espacio de 22 años, tiempo que le
sirvió para obtener su pensión. Hoy en día vive en su vereda donde presta un gran
servicio a la comunidad, gestionando obras que la benefician.
José Luis Arcila Cano, uno de los grandes líderes que ha tenido Hoyo Frío. Se ha desempeñado como
presidente de la Junta de Acción Comunal, desde donde ha impulsado importantes proyectos para
bien de la comunidad.
Jesús Salvador Cano: Hizo parte de la primera Junta de Acción Comunal que tuvo la
vereda. Maestro de construcción y ebanistería, labores que transmitió y enseñó a
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Historias de mi vereda
varios jóvenes, a quienes vinculaba como sus ayudantes. Realizó una titánica labor,
acompañado de la comunidad de ese entonces, para organizar la JAC que luchó con
esfuerzo y dedicación, y que permitió obtener varios logros: la escuela, el acueducto,
la electrificación y la carretera hacia San Cayetano.
José Isaac González: Donó el lote de terreno de 286 metros cuadrados, para la
construcción de la escuela.
Juan Bautista Quintero: Hizo parte de la primera Junta de Acción Comunal. Durante
toda su vida fue el sastre de la vereda. En su juventud dedicó gran parte de sus
energías a promover el deporte y a confeccionar los uniformes para los futbolistas.
Dirigió el primer equipo de fútbol llamado Olímpicos.
Luis Ovidio Arcila Montoya: Persona ejemplar por sus costumbres y valores
religiosos. Donó el terreno para construir la capilla.
Víctor Ramírez López, Juan Marín Agudelo, Aurelio Hurtado, José Isaías
Quintero, Alicia Puerta y John Jairo Arcila Cano fueron presidentes de juntas de
Acción Comunal durante varios periodos.
Luis Carlos Monsalve Marín: Ha realizado una meritoria labor como tallador de
madera
Hermilda Calle: Era admirada por los hermosos bordados que elaboraba.
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Historias de mi vereda
Héctor Julio Hurtado Perola, Orlando Puerta y Gabriel Hurtado: Destacaron como
oficiales de construcción y ebanistería.
Fernando Ocampo, Clara Inés Rueda, Socorro Quintero, Fabiola Muñoz, María
Auxilio Cuartas, María Elena Marín, Horacio Rivera y José Luis Arcila Cano: Se
han destacado como importantes líderes comunitarios.
Alfredo Gómez, Guillermo Urrego, Braulio Toro, Ernesto Calle, “Toño” Agudelo,
Miro Gómez, Antonio Muñoz, Aníbal Gómez, Jesús Antonio Gómez, Fernando
Ocampo y Jorge Mario Marín: Se han distinguido por desempeñar una de las más
hermosas profesiones: la arriería.
Juan Bautista Quintero, Leonidas Carvajal y Rigo Cañas: Entrenadores del equipo
de fútbol.
Hoyo Frío tiene personas que son ejemplo para las generaciones venideras, por su
sentido de pertenencia, espíritu de progreso y lucha para que la vereda progrese y
cada día sea mejor. Pero también tiene sus personajes típicos o pintorescos. Ellos
son: Chicharra, Vira carreta, Tilia, Alberto, Juan bulla, Joaquín Zapata, Dimas, María
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Historias de mi vereda
Auxiliadora Calle, Alirio Cano, Fredy Marín, Flores Monsalve, Genia, Socorro Zapata,
Viviano, Tatún, Miguel diablo, Perola, Chapa.
Así mismo, la gente es dada a poner apodos o remoquetes a las personas. Algunas
lo aceptan cariñosamente, y otras con disgusto. Lo cierto del caso es que
folclóricamente es aceptada esta escala cultural, como en cualquier parte del mundo.
Entre estos apodos tenemos: El gato, El alcalde, Tabaco, Zapote, El cura, Pinto,
Tolete, Zambo, Sabelotodo, Tarzán, Mi cielo, Teléfono, Patepalo, Rescate, Mordeme,
Muleto, Diablo, El loco, Chico, Botellón, Culoetabla, Bolelequimba, Luna, Cucaracho,
Machete, Minuto, Chorizo, Pasilla, Melao, Veneno, Farola, Animalito, Cocoliso,
Huyama, Macana, Capulina, Jeringa, Perola, Tatún, Chapa, Sapoelibra, Peluca, La
araña, Cocuyo, Mayuya, Basuco, El arruinao, Zambao, Vallenato, Tati, Cocho,
Cuatropatas, La chiqui, La ñeca, El pollo, La guama, Bolo, Tominejo, Morro, Quince
tiros, La ochocientos, Chiche, El gallero, Guelengue, Palada, Viejo, Pola, Los canoas,
El tiro, El paletero, Costeño, Semáforo, Panelo, El hermoso, Candelo, Pistolo, Cotiza,
La mosca, La avispa, La grilla, Motosierra, El bombero y Antanas.
Desarrollo cultural
Cada año, por el mes de agosto, se realiza la tradicional carrera en carros de rodillos,
que va desde El Calvario hasta Puente Iglesias, motivo suficiente para que los
vecinos se contagien de esta alegría y hagan su propia diversión con bailes,
sancochos, chicharronadas y actividades artísticas.
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Historias de mi vereda
Año tras año, las competencias de carros de rodillos se han convertido en un atractivo turístico para los
habitantes de Hoyo Frío, especialmente para aquellos que viven a orillas de la carretera que conduce
hace el paraje Puente Iglesias.
La economía
Después de los anteriores, entran los tradicionales, ya conocidos: unos movidos por
el agua que hacía girar una rueda hidráulica construida de madera, llamada
comúnmente la Pelton, y otros movidos por motor o por luz eléctrica. En los años 50,
la producción de panela sobresalió por la existencia de tres trapiches, en igual
número de fincas, sembradas en caña: la de Salomón Ramírez, la de José González
y la de Luciano Quintero. Cerca de la vereda, en territorio de Marsella, existían otros
tres trapiches paneleros: el de la familia Upegui, el de Elías Echeverri y el de la familia
Montoya.
La finca San Cayetano, de propiedad de Tulio Ospina -ya fallecido-, contaba con más
de diez casas alrededor de la hacienda, en las que vivía parte de los trabajadores que
laboraban en esta finca. Era un finquero a quien le gustaba tener familias bastante
numerosas, y les pagaba todo lo estipulado por la ley. Era bastante humanitario.
Si se comparan los habitantes de la vereda con los de la zona urbana, vemos que
hay mucha comodidad, pero cada día el índice del desempleo es mayor. Y eso a la
comunidad le preocupa. Todo esto, porque las fincas grandes se han convertido en
casa-fincas ocupadas solo por una o dos personas. Otros terrenos son propiedad de
dirigentes políticos o personas de otros lugares. Sin embargo, se dio impulso al
cultivo de la caña, con el fin de crear fuentes de empleo y surtir el nuevo trapiche
comunitario, que empezó a funcionar en 2012. Fuera de este, sigue funcionando el
antiguo trapiche de La Meseta, el cual da empleo a 15 o 20 jornaleros. Aquí, todavía,
la panela se sigue trabajando de manera artesanal, a pesar de que ya no se envuelve
en hoja de plátano ni se empaca en costales; hoy se utiliza la bolsa de papel para
organizarla por arrobas, que se denomina pacas.
98
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Historias de mi vereda
El gobernador de Antioquia, Luis Alfredo Ramos Botero, visitó a Fredonia para inaugurar el trapiche
comunitario en la vereda Hoyo Frío. Obra que demandó una inversión de 113 millones de pesos, 65 de
ellos aportados por el departamento de Antioquia a través de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo
Rural, 40 millones más por el municipio y otros 8 millones por parte de la comunidad.
Desarrollo deportivo
En 2013, Hoyo Frío fue sede de los Juegos Comunales que organiza el Instituto de
Deportes de Fredonia, y en los cuales la administración municipal de Jorge Mesa
Sánchez invirtió 30 millones de pesos para la reforma de los escenarios deportivos y
la construcción de graderías metálicas.
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Historias de mi vereda
Uno de los escenarios que más disfruta la comunidad para la práctica deportiva es la placa ubicada en
la escuela de la vereda. Allí se realizan encuentros de microfútbol y basquetbol, además de eventos de
integración.
Organizaciones sociales
Así, como una fórmula mágica orientada hacia la materialización de un plan que
conllevara hacia la búsqueda del sueño enmarcado en la visión de la vereda,
apareció como un ángel bajado del cielo la líder Gladis Echeverri Rendón, educadora
comunitaria de la Corporación Futuro para la Niñez, quien brindó asesoría y
acompañamiento para el trabajo de proyectos productivos, para que fueran rentables
y sostenibles, y ofrecieran oportunidades de trabajo, como un medio de sustento para
las familias, y en consecuencia, de mejorar su nivel de vida.
100
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Historias de mi vereda
La vereda Hoyo Frío posee en los niños y la juventud un importante potencial para un futuro
promisorio, en el que el trabajo comunitario les ha permitido la
realización de importantes obras de progreso.
Vías de comunicación
Hoyo Frío es una vereda que cuenta con muy buenas vías de comunicación. Según
algunos habitantes, en 1954 fue construida la carretera que une a Fredonia con el
corregimiento de Puente Iglesias, que mejoró el tránsito de pasajeros y de carga, y
disminuyó el tiempo empleado para llegar al municipio. Fue la chiva de Juancito la
primera en hacer este recorrido, con un costo de cinco centavos. En este tiempo no
había carretera hacia la finca San Cayetano, motivo por el cual el señor Tulio Ospina
construyó un garaje o bodega, para guardar la carga e implementos utilizados en su
finca, en el lugar que hoy ocupa la casa del señor Reinaldo Vanegas, al frente de la
escuela. Luego, mediante convites, se construyó la carretera de San Cayetano.
Desde mayo de 1997, los habitantes gozan de una excelente carretera pavimentada
que recorta el tiempo para ir a la cabecera municipal, y facilita la solución a cualquier
tipo de necesidades que se presenten. No solo pasajeros, sino también carga, se
pueden transportar, fácilmente, hacia Medellín u otros municipios vecinos. Fuera de lo
anterior, siguen teniendo en buenas condiciones la carretera hacia San Cayetano, lo
mismo que otros caminos que unen los demás sectores de la vereda.
Desarrollo turístico
La laguna Santa Isabel, en las décadas de 1950 y 1960, era un lugar muy agradable,
majestuoso y frecuentado por visitantes de muchos lugares. Llegaban, incluso,
personas de otros países. Utilizaban este lugar para camping, y había buena cantidad
de peces. Cuenta José William Montoya que, cuando tenía nueve años de edad llegó
a sacar pescados de dos libras de peso. Existía una vegetación espectacular en la
parte más alta del cerro. Era una montaña preciosa, con abundante en agua. Sin
101
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Historias de mi vereda
embargo, hoy en día el panorama es desolador, a causa de la mano del hombre que
acabó con toda la vegetación que había a su alrededor.
A través de los años, la finca cambió de dueño, y el nuevo propietario permitió que la
laguna se vaciara para explorarla y buscar un tesoro del que todos hablaban. Los
habitantes manifiestan que da tristeza ver este lugar en la actualidad. Ya no permiten
ni siquiera que las personas miren lo que quedó de ella, ¿Qué esperanzas tenemos,
si por causa de la mano inescrupulosa del ser humano, estamos acabando con todo
lo que nos da la naturaleza? De ahí en adelante, este lugar es más desolado, nunca
más se volvió a ver la cantidad de agua que se veía antes. Los peces se acabaron y
para recuperar el agua tuvieron que perforar un pozo, en un extremo de la laguna, de
aproximadamente 15 metros de profundidad. Sin embargo, alrededor de la laguna
sembraron pinos, que no son árboles nativos ni sirven para aumentar el agua, y que
esterilizan más la tierra. No miramos la preservación de la naturaleza tradicional que
es la que contribuye a que las fuentes de agua se recuperen o existan, solo
pensamos en lo económico.
Mitos y leyendas
Hoyo Frío se caracteriza por sus múltiples historias, mitos y leyendas que la
comunidad ha transmitido de generación en generación, a través de la tradición oral.
A continuación, algunas historias que fueron recopiladas por José William Montoya
Piedrahíta44:
44
Entrevista personal al señor José William Montoya Piedrahíta.
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Historias de mi vereda
Hay una leyenda que dice que en una cueva de la finca La Meseta vivió
una familia que apodaban Los ñaos, y que allí se veía salir un buey
cargado, que caminaba entre plataneras y luego se perdía. La historia se
dio a conocer por toda la región, y la gente comenzó a hacer excavaciones
en este lugar. Afirman que muchos encontraron anillos, argollas y otros
objetos de oro, y ollas de barro. Hoy en día vemos que todavía existen los
huecos de las excavaciones, y la gente dice que probablemente hay más
lugares con guacas en las que reposan tesoros.
Otra historia digna de contar tiene que ver con lo sucedido en la década de
1940. Los habitantes cuentan que un viernes cayó una granizada tan
grande que a los ocho días aún se veía cantidades de granizo por los
prados y cafetales de la vereda. Al día siguiente, una señora pasó por una
puerta de golpe y se encontró una ternillera (nariguera) de oro, al parecer
fabricada por los indígenas, y otro campesino, que trabajaba en la finca de
José González, se encontró una olla con ternilleras y esterlinas. Ante este
hallazgo, el campesino abandonó de inmediato el trabajo sin que nadie lo
supiera.
104
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Historias de mi vereda
Capítulo 7
Vereda La María
Era un poco antes de la media noche, y como de costumbre, Leonardo Vélez, a quien
todos conocían con el apodo de El paisa, se había tomado unas cuantas cervezas en
una de las fondas de la vereda La María y se dirigía para su casa. Y sigue contando
el mismo Leonardo:
Yo iba un poco trambuleco, o más bien jalao, cuando decidí irme a dormir.
A esas cervezas que me había tomado en compañía de unos amigos les
revolví unos aguardientes y esto me había hecho daño -contó Leonardo-.
Cómo les parece que aquella noche yo bajaba muy tranquilo por el camino
que conduce a la finca Casetas. Iba pensando en lo abundante de la
cosecha cafetera y en las labores que debía realizar al día siguiente, ya
que tenía mucho café para despulpar. De repente, cuando me interné en
un pequeño bosque, cerca a una quebrada que cruza el estrecho camino,
vi que se me presentó un personaje muy raro. Era de piel oscura, con un
par de cachos en la cabeza y una larga cola que no dejaba de mover para
lado y lado. Después de unos minutos, lo reconocí y me di cuenta que era
el diablo en persona. De inmediato, me puse a la defensiva y le dije: ¿¡Qué
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Historias de mi vereda
“Leonardo Vélez era un personaje de piel morena, cabello negro y liso, de mediana
estatura y ojos muy vivaces, que vivía en La María. En las reuniones de amigos o con
familiares, esta era una de las tantas historias que contaba, pero nadie se las creía,
ya que todos sabían que era dicharachero y conversador”, dijeron María Aidé
Castañeda y Daniela Álvarez, estudiantes del Colegio La María.47
Ubicación y límites
Según Maribel Díaz Vélez y Ana María León Vélez, quienes realizaron un trabajo
monográfico de esta vereda, contaron que está situada al suroriente de Fredonia, a
ocho kilómetros de la cabecera municipal. Limita por el norte con El Zancudo, por el
sur con la finca La Blanquita, por el occidente con la El Calvario y por el oriente con la
finca Santa Cruz. Su topografía es muy montañosa, el clima es cálido y su
temperatura oscila entre 22 y 25 grados centígrados. Tiene una población estimada
de 450 habitantes, repartidos en 109 viviendas. Sus casas son sencillas y de estilo
campesino, construidas, en su gran mayoría, en cancel y bahareque, y que luego las
remodelaron en adobe y cemento, gracias a los programas de mejoramiento de
vivienda que adelantaron la gobernación de Antioquia y la administración municipal.
En esta vereda hay grandes haciendas o fincas de recreo; pero también pequeñas
parcelas, de familias que cultivan café, combinados con yuca, fríjol, arracacha,
tomate, cilantro, lechuga y frutales, entre otros productos, lo cual le sirve para su
46
Entrevista personal al señor Leonardo Vélez.
47
Entrevista personal a las estudiantes Maribel Díaz Vélez y Ana María León Vélez. 15 de octubre de
2014. Casa de la Cultura de Fredonia.
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Historias de mi vereda
sustento familiar. El terreno es inclinado, con excelentes fuentes hídricas, muy aptas
para la agricultura.
Primeros habitantes
También en esta vereda hay indicios de que estuvo habitada por indígenas
zenufanaes, hace miles de años. Para constarlo están los hipogeos que se han
descubierto, y que se conservan protegidos por uno de los propietarios de una de las
fincas.
Se sabe también que hacia 1830, los terrenos de La María pertenecían a Cristóbal
Uribe Mondragón, quien trajo familias de Amagá, Medellín, Guarne y otros municipios
para que le trabajaran, lo cual hizo que, poco a poco, se fuera poblando esta
importante vereda fredonita.
Al lugar llamado La Ardita llegó el señor Rafael Arango con su familia. Este personaje
era poseedor de grandes extensiones, que le había comprado al señor Samuel
Londoño, las cuales muy pronto comenzaron a cultivar. Lindaban con la vereda El
Zancudo, y a su vez se dividían en tres partes: la parte alta se llamaba La María; la
parte media, Puerto Rico; y la parte de abajo, La Ardita. Lo fértil de sus tierras y el
agradable clima atrajo muy pronto a nuevas familias, entre ellas: los Álvarez Rojas,
los Villada y los Aguilar.
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Historias de mi vereda
Las mujeres son pispas y atractivas, y las feas, si es que las hay, son alegres,
bondadosas y buenas conversadoras. Al igual que los hombres, son dedicadas al
trabajo en las parcelas cafeteras. Después de que hacen los oficios domésticos, no
les importa coger un azadón o un canasto para ayudar a sus esposos a coger café.
La campesina de esta vereda es firme, amorosa, tierna, romántica, fiel, celosa,
camelladora, brava y rezandera. Por todo eso, ellas tienen la culpa de que las
persigan tanto.
La economía
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Historias de mi vereda
Cada parcelero tenía su corte de caña. Cuando estaba jecha, era transportada al
trapiche panelero. Allí era triturada y se le extraían la miel y el azúcar. Esta miel era
cocinada en pailas de cobre, y pasada de paila en paila con unas cucharas grandes,
y cuando estaba bien espesa, se vaciaba en cajones de madera o bateas, donde se
revolvía para producir la panela. Los pesadores utilizaban moldes redondos para
elaborar las libras de panela, la cual era empacada en pacas de 24 o 25 pares, y
luego despachada a los puntos de venta en el área urbana de Fredonia,
principalmente en la tienda de “Chucho” Pareja.
Uno de los grandes productores de panela de La María fue Rafael Arango, quien dio
empleo a muchas familias de la región. La comunidad lo recuerda porque entregó
parte de sus terrenos, a algunos campesinos, para que las trabajaran a la tercia (una
tercera parte de lo producido era para el dueño de la finca, y dos terceras para el
jornalero). Pero después de que este importante empresario murió, se presentaron
algunos líos judiciales entre los campesinos y los herederos de su fortuna. Fueron
muchos años de luchas entre la señora Rosa Elena Pérez -esposa de don Rafael- y
todas aquellas personas que exigían un derecho por haber trabajado en estas tierras.
Las cosas se solucionaron después de que doña Rosa murió, y sus hijos iniciaron
diálogos formales para solucionar tales conflictos.
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Historias de mi vereda
Los habitantes de La María son personas comprometidas con el desarrollo de la vereda, a quienes les
gustan el progreso y el trabajo comunitario. En la foto, aspecto de
una reunión de la Junta de Acción Comunal.
Servicios públicos
entre ellas las de la familia de Daniel Álvarez, la familia Villada y la familia Aguilar, a
quienes cariñosamente llamaban Los blancos. Otras de las haciendas recordadas
son La Ardita y Puerto Rico. Esta era habitada por unas seis familias, entre ellas las
de Alfredo Vélez, la de Josefina Vélez y la de Francisco Galeano, que cultivaban café,
maíz y fríjol, entre otros productos. En ocasiones, algunas de estas familias, como en
otros lugares de Fredonia, cultivaban en terrenos del patrón, y el producido se
repartía a la tercia, es decir, dos partes para el sembrador y una para el dueño de la
tierra.
Muchos de los campesinos que vivían en La María, poco a poco, vendieron sus
tierras para buscar nuevos horizontes y mejorar su calidad de vida. Unos pocos se
resignaron y se quedaron con su vivienda y un pequeño solar. Pero además, fueron
muchas las familias que llegaron de otros lugares y organizaron casa-fincas, algunas
para la recreación de ellos mismos, y haciendas ganaderas y/o para la crianza de
cerdos. Algunos habitantes manifiestan que con esta situación vinieron también el
progreso y el desarrollo. Ahora, todas las casas tienen energía eléctrica y acueducto
con agua potable. De igual manera existe una escuela, con un amplio salón
comunitario construido con ecoladrillos, utilizado para labores de capacitación.
Vías de comunicación
Religión y creencias
misa los domingos era sagrada para todos los campesinos. Pero hoy en día, parte de
estas tradiciones han ido desapareciendo.
La educación
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Historias de mi vereda
113
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Historias de mi vereda
Fortalecimiento comunitario
Una de las fortalezas que tiene esta vereda es el trabajo mancomunado que realizan
desde la Junta de Acción Comunal, el cual ha permitido la gestión de importantes
obras para el bien de todos, como la escuela, la placa polideportiva, la caseta
ambiental en ecoladrillos y el mantenimiento de la carretera, entre otras obras.
Por otro lado, está el proceso que desarrolla desde 2012 la Fundación Aurelio Llano
Posada49, en convenio con la Fundación Swissaid, y que impulsa un trabajo social
coordinado con las veredas El Calvario y El Zancudo, bajo su modelo de intervención
que ellos denominan Desarrollo Rural Integrado con Enfoque Territorial.
Por eso mismo, esta vereda participa en la organización interveredal legalmente
constituida, con la participación activa de más de 90 familias asociadas, una junta
directiva y seis comités de trabajo que realizaron el diagnóstico, y algunos de sus
habitantes hacen parte de la Asociación Campesina Manos Unidas Tierras
Productivas.
48
Para más información, consulte el sitio Web de la Corporación: www.futuroparalaninez.org
49
Para más información, consulte el sitio Web de la Fundación: http://aureliollano.org.co/
114
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Historias de mi vereda
A lo largo de los años, son muchas las personas que se han destacado por su
liderazgo y sentido de pertenencia. Entre otros, Alba Yaneth Gallego, Ramiro
Velásquez, Jazmín Álvarez, Andrés Felipe Caro, Juan David Arenas.
50
Información obtenida del sitio Web: http://www.grupobancolombia.com/
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Historias de mi vereda
Personajes típicos
Así como La María reconoce a sus personajes ilustres o que se han destacado por
sus obras y realizaciones, también exalta a aquellas personas pintorescas y
folclóricas, quienes, por sus cualidades, conocimientos u otras actitudes sobresalen
en la vereda. Son ellos:
Ligia: Es reconocida por ser una mujer a quien no le gusta ayudar a su madre. Se la
pasa llorando en todo momento, sin aparente motivo alguno.
Nelson: Es un personaje que tiene problemas mentales. Tiene por costumbre salir a
los potreros a arrancar hierba y dañar todas las flores que se encuentra, que luego
deposita en la orilla de una quebrada.
John: Lo apodan La paloma, porque le gusta acercarse a las casas para mostrarles
sus partes íntimas a las mujeres.
Esperanza: Sobresale por ser muy celosa con uno de sus hijos, a quien no permite
que se le arrime persona alguna.
pasteles y morcilla, los que acompañan con carne de res, cerdo o pollo. A pesar de
tanto adelanto técnico y científico, el campesino de esta vereda no se alimenta lo
suficientemente bien como para soportar su fuerte trabajo diario. No se le ha
enseñado a alimentarse; porque los campesinos, en sus pequeños predios, podrían
tener su vaca de leche, sus gallinas y sus productos de la huerta casera, pero el día
domingo los vemos comprando estos productos en la plaza principal. Es lamentable
verles comprar huevos, pudiendo tener sus gallinas, o verle comprar concentrados
para hacer sus refrescos, sabiendo que pueden cultivar sus frutales para hacer los
jugos.
Mitos y leyendas
Algunos habitantes cuentan que en la hacienda La María, propiedad del señor Rafael
Arango, en cierta ocasión, uno de sus trabajadores oyó unos pasos que subían por
unas escalas de madera. Ante este hecho, la piel se le erizó, un sudor frío le recorrió
51
Entrevista personal a la señora Luz Mery Gallego.
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Historias de mi vereda
todo su cuerpo y las piernas le temblaban. Miró fijamente la luz que se detuvo al final
de las escaleras y luego desapareció. Al día siguiente, el trabajador se había ido.
Dicen las personas que porque se había sacado el entierro en un potrero cercano…
Pero, desilusión total… Nada de entierro.
Sergio Alexander Patiño Villada, reconocido líder comunitario, nos contó sobre los
mitos que se tejen en La María:
Tenía yo unos cinco años de edad. Era una de esas noches estrelladas en
la que todo parecía tranquilo y a la vez lleno de misterio. Me encontraba
jugando en el patio de mi casa, como de costumbre. Mi madre estaba en la
cocina preparando la cena con unas primas suyas, lejos de imaginarse lo
que estaba a punto de suceder. Yo jugaba y jugaba con mi balón, cuando
levanté mi mirada y vi a mi amigo, o lo que parecía serlo. Sin dudarlo, lo
invité a jugar, pero él nunca me respondía, solo se limitaba a llamarme con
su mano y a mirarme fijamente. En ese preciso instante, salió mi madre
para ver con quién me hallaba platicando. Ella, confundida, me llamó y de
inmediato la miré, al volver la mirada hacia mi amigo vi realmente lo que
era: su apariencia había cambiado por completo, sus ojos se tornaron de
color negro y su cuerpo totalmente blanco. De repente, el extraño ser salió
corriendo. Yo salí tras él y vi como cruzaba una puerta de alambre, como si
fuera invisible. Mi madre, al ver que yo aún lo seguía, me tomó del brazo, y
casi petrificada veía como el extraño ser desaparecía en un viejo árbol de
zapote.53
52
Entrevista personal a la señora María Villada.
53
Entrevista personal al señor Alexander Patiño.
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Historias de mi vereda
Capítulo 8
Vereda Murrapal
Este personaje era de cabello rubio, piel blanca, de mediana estatura y algo robusto.
En cierta ocasión llegó hasta la caseta comunal para participar de un festival,
portando como siempre una peinilla de 20 pulgadas, que nunca le faltaba y con la que
ya había armado varias peleas o bochinches en las distintas fondas de la región.
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Historias de mi vereda
Ese día, la fiesta estuvo muy animada como siempre. Hubo baile hasta altas horas de
la noche y los organizadores habían vendido empanadas, chorizos, natilla, buñuelos y
toda clase de golosinas para los niños. Las ganancias de esa actividad serían
destinadas para organizar un convite comunitario que permitiera el arreglo de la
carretera. Héctor Valencia, quien administraba la caseta, ya había apagado la música
y le había informado a los presentes que el licor se había acabado, y que se iba a
cerrar ese establecimiento. A Lucho no le gustó esta decisión y comenzó a tratar mal
al administrador y a las pocas personas que se quedaron consumiendo lo poco que
quedaba de licor. Nadie le paró bolas y optaron por dejarlo solo en una mesa que
había al lado del mostrador. No habían pasado 30 minutos cuando sintieron un golpe
al interior de la caseta. Lucho se había quedado dormido, y la rasca que tenía era tan
grande que se había caído de la silla, y estaba tendido en el suelo. Trataron, por
todos los medios, de despertarlo, pero fue imposible. Dos de los asistentes lo
arrastraron de los pies y lo sacaron de la caseta para que pudieran cerrarla. Los
minutos pasaban y pasaban, pero nuestro personaje no se despertaba.
Ubicación y límites
Según Beatriz Elena Muñoz, docente del Colegio de Murrapal, quien ha recopilado
gran parte de la historia54, la vereda se llama así porque fue poblada por las familias
que provenían de otras localidades cercanas, quienes se fueron quedando en ese
lugar, dedicados a la producción de diferentes cultivos, en especial el murrapillo.
Denominarla así fue idea de los labriegos que allí vivían.
54
Entrevista personal a la señora Beatriz Elena Muñoz.
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Historias de mi vereda
Aspectos de Murrapal. Al fondo, Cerro Bravo, uno de los lugares más emblemáticos de Fredonia.
Conformación de la vereda
La economía
La educación
En 1962, nuevamente se trasladó la escuela para un lote donado por el señor Rafael
Arango. Este era un terreno mejor ubicado y con mejor infraestructura. En 1969, a
esta institución se le dio el nombre de Escuela Rural Permanente de Varones
Murrapal y Escuela Rural Permanente de Niñas Murrapal. Las educadoras eran Lola
Ríos y Lucila Villa, quienes atendían, en promedio, 50 alumnos, en una jornada de
siete de la mañana a cuatro de la tarde. Un día estudiaban los niños y otro, las niñas.
A mediados de ese año se inició el cuarto grado, a cargo de las profesoras Lucila
Villa y Débora Mesa, quienes cambiaron el horario: medio día las niñas y medio día
los niños. En esta época nombraron como directora a la señora Gerardina Zuleta, y
llegaron las profesoras Aurentina Zuleta y Soledad Arcila, entre otras.
unieron para construir una nueva planta física con cuatro aulas, donde funcionaría la
básica primaria. En 1971, este centro de educación recibió el nombre de Escuela
Rural Mixta Murrapal, y se graduó la primera promoción de quinto de primaria. Su
directora, Consuelo Mejía, entregó el diploma a 20 alumnos: Ángela Bedoya, Marta
Genoveva Bedoya, Luz Ángela Gómez, Luis Eduardo González, Olga Lucía Londoño,
Marta Cecilia López, Héctor Iván Montoya, Leticia Patiño Quintero, Auxilio Penagos,
Luz Mery Quintero, Marleny Quintero, Lucila Quiroz, Marta Cecilia Ramírez, Darío
Alonso Ramos, Jairo Daniel Ramos, Marta Cecilia Valencia, Hernando León Sánchez,
José de Jesús Sánchez, Rubiola Sánchez y Álvaro Rodríguez.
En enero de 1985, la señora Rosa Isabel Bustamante inició labores como directora de
la escuela, que estaba ubicada donde actualmente se encuentra la planta física de la
básica secundaria. Esta importante educadora dijo que, en todo momento, hay que
recordar y agradecer a quienes se desempeñaron como directores de esa humilde,
pero muy querida Escuela Rural, pues fueron ellos gestores de la institución:
Aurentina Zuleta, Amparo Patiño, Aleida Vasco Montoya, Blanca Aristizábal, Céfora
Mesa, Cruz Helena Agudelo, Dolly Callejas, Dora Ríos, Doris Cuartas Betancur,
Gerardina Zuleta, Isabel Suescún Pérez, Lucila Villa, Lucía Sánchez de Ramos, Mario
Giraldo Hincapié, Miriam Vásquez Ramírez, María Eugenia Betancur, Rosa Isabel
Bustamante, Soledad Arcila y Oliva Álvarez Correa, entre otras.
Mediante Decreto 278 de abril de 1986 fue creada, en Murrapal, una sección del
Liceo Efe Gómez, de Fredonia, en el que funcionaba solo el sexto grado. Eran 15
alumnos, atendidos por las profesoras María Inés Colorado y Cristina Espinosa Luján.
Para este liceo fue nombrado como rector el señor Álvaro Ospina, y como
coordinadora María Inés Colorado. Los docentes eran Cristina Espinosa Luján e
Isbelia Ramírez Rincón.
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Historias de mi vereda
Para secundaria se dispone de dos bloques, cada uno con dos pisos. En el bloque
uno hay una pequeña sala para recibir las visitas, y un baño; la oficina de rectoría,
donde están los archivos y los documentos manejados por la institución; un pequeño
baño, cocina para el servicio del restaurante escolar, tienda escolar y unidades
sanitarias. En el segundo piso se encuentran la sala de deportes, el laboratorio para
realizar experimentos en física, química y ciencias naturales; y la biblioteca, la cual
está en muy buen estado, pero requiere que se le adecue el techo pues es muy bajito
y en temporadas de calor es imposible trabajar en este lugar. En el segundo bloque
se encuentran dos aulas, la sala de informática -la cual es un poco estrecha- y la sala
de profesores, Se cuenta con varias zonas verdes que permiten estar en contacto con
la naturaleza, al igual que un patio grande para los descansos y los recreos de los
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Historias de mi vereda
jóvenes. También hay un lavapiés para que los alumnos se limpien los zapatos, antes
de entrar a clase en temporadas de invierno.
El escudo: Tiene los siguientes elementos: una rama de café, ya que el colegio está
ubicado en una zona cafetera. El libro y el sol: el libro es conocimiento, vida, trabajo y
trascendencia; y el sol, una nueva luz, el camino que queremos recorrer o estamos
recorriendo. La llama significa el poder del deporte, el triunfo y el comienzo de una
nueva vida; y las manos, el trabajo, porque el colegio está en el campo y es donde la
gente trabaja sus tierras y quiere progresar día a día y sacar a sus familias adelante
honradamente. Ese firmamento con el sol simbolizan claridad en un futuro.
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Historias de mi vereda
Docentes que dejaron huella: Con toda seguridad, muchos de nosotros guardamos
con cariño gratos recuerdos y experiencias vividas en la escuela o el colegio, con un
profesor o profesora que admirábamos, que dejó en nosotros una huella imborrable, y
que no solo nos enseñaba a sumar y a escribir correctamente, sino que además
sabía sacar lo mejor de nosotros, nos trataba con respeto y se hacía respetar, nos
consolaba, valoraba nuestros esfuerzos, nos comprendía... El ejemplo del maestro, al
igual que el de la familia, repercutirá en nuestros hijos. Su manera de hablar, su
forma de vestir, su trato, su atención, su estímulo, su cariño... quedarán grabados a
fuego en nuestros pequeños. Es por ello que en estas páginas exaltamos a esos
docentes que han pasado por la vereda Murrapal:
Palacios, Herly Blanco, Isabel Cristina Serna, Ivette Villamizar, Javier Chica, Javier
Colorado, Jorge Mario Ramírez, Jorge Mario Montoya, Pilar Velásquez Marín, Ramón
Gil Vélez, John Jaime Restrepo, Johary Lloreda Mosquera, Jhovanny Rendón, Lida
Guiomar Velásquez, Liliam Franco Arenas, Luz Gloria Serna, Luz Adriana Jiménez,
Luz Alicia Estrada Quintero, María Inés Colorado López, Manuel José Palacios, María
Idalia Álvarez Bedoya, Miriam Quintero Tamayo, Marta Pérez, Martín Escobar, Over
Rojas, Omar Jaramillo, Sandra González Perea, entre otros. Secretarios: Carlos
Enrique Pérez, María Isabel Jaramillo y Lina Piedrahíta Patiño.
Desde su conformación siempre han existido los caminos de herradura, entre los que
se destaca El Cardal, que bajaba hasta el río Cauca y conducía al municipio de
Jericó, a través de trochas y espectaculares paisajes, que llevaban a los caminantes
a disfrutar del mundo natural.
las partidas y pasa por encima de la quebrada Combia, y al que sus habitantes
llaman El puente amarillo. Después se encuentra La Batea, donde, en ocasiones, se
han presentado accidentes, incluso con la pérdida de vidas humanas. En la ola
invernal de 1988, la corriente arrastró un campero Toyota que cruzaba en ese
momento. Murió el conductor, John Elkin Montoya.
Servicios públicos
Símbolos heráldicos
El conocimiento esparcirlo
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Historias de mi vereda
Desarrollo comunitario
En este aspecto, los habitantes de Murrapal han venido trabajando en equipo desde
1960, cuando comenzaron a dar los primeros pasos en cuestiones de organización.
Ese año se conformó la primera Junta de Acción Comunal, y se nombró como
presidente el señor Rafael Sánchez, quien ejerció por varios años y se destacó por
las importantes gestiones realizadas. El anterior logro (el trabajo en equipo) se dio
gracias al apoyo y asesoría del sacerdote Daniel Restrepo, de la Parroquia Santa
Ana, de Fredonia, quien motivó y reunió a la comunidad para que trabajara por
proyectos de beneficio común.
Esta primera Junta, que contó con el apoyo del Comité de Cafeteros, realizó un
ambicioso proyecto de construcción de viviendas para campesinos de escasos
recursos económicos; y construyó la caseta comunal, con el fin de que se realizaran
allí deferentes actividades encaminadas a recolectar fondos en beneficio de la
comunidad. Las primeras personas que hicieron parte de la Junta directiva de la
Acción Comunal fueron: Rafael Sánchez, presidente; Pastor Colorado,
vicepresidente; Juan Soto, fiscal: Miguel Posada, tesorero; y Mario Giraldo,
130
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Historias de mi vereda
En 1980, se construyó otra caseta comunal, cuando Rafael Sánchez era presidente
de la Junta. Y en 1987, una tercera caseta, cuando era presidente el señor Orlando
Escobar, ya fallecido, a quien todos cariñosamente llamaban Mechas, y quien dejó
huellas notables en esa comunidad. A través de un trabajo desinteresado, gestionó la
construcción de aulas para la escuela y el colegio, construyó la placa polideportiva y
el primer parque infantil, con la colaboración de la administración municipal, en
cabeza del alcalde Abel Jaramillo Cano, y con el apoyo del Comité de Cafeteros y la
comunidad.
En esta vereda también, además, dichas entidades hacen presencia desde 2015 con
el Laboratorio Rural de Emprendimiento Social, donde participan jóvenes estudiantes
de los grados noveno, décimo y undécimo de la Institución Educativa Murrapal, y que
pertenecen a las comunidades de las veredas Murrapal, Combia, El Molino y Porvenir.
Religión y creencias
Por lo general, la religión católica, en esta vereda y en toda Antioquia, ha sido de gran
importancia a lo largo de los años. Ella ha tenido el suficiente poder para manejar a la
población, tanto en el ámbito económico como social; la Iglesia estaba presente en la
mayoría de los pensamientos, formando, educando, prohibiendo cantidad de
aspectos de la vida de los antioqueños.
infinidad de santos, milagros… que nos llenan la existencia y nos muestran el camino
correcto para ser verdaderos antioqueños. Es por ello que desde la década del 60 se
pensó en la construcción de una capilla en la que se pudieran realizar actos litúrgicos
y celebraciones religiosas. Esta idea se le debe al señor Rafael Arango, quien donó
un terreno para que se construyera esta importante obra. Los trabajos se le
encomendaron a Rafael Sánchez, quien puso todo su empeño para construir una
edificación que fuera orgullo de la vereda. Ya finalizada la obra, le colocaron el
nombre de Capilla San Rafael, en honor a la persona que donó el terreno y a la que
la construyó.
Con el fin de ofrecer atención integral a niños y niñas menores de cinco años, en
áreas como pedagogía, nutrición, salud y de comunidad; y estimular su proceso de
desarrollo en los aspectos cognitivo, psicomotor, socio afectivo y de lenguaje, en
1976 se creó el primer Hogar infantil, apoyado por Acaipa, una institución sin ánimo
de lucro que conformaban varias personas de buena posición económica unidas para
mejorar la nutrición de los niños y niñas de la vereda, y que fue coordinado por Gloria
Jaramillo y Dayron Ramos. La idea era promover valores humanos, preparar a los
pequeños para una convivencia pacífica en un ambiente armónico, y contribuir, así, a
una mejor calidad de vida para desarrollar su infancia.
Este Hogar infantil, en el que participan los padres de familia, busca el desarrollo
integral del niño; mejorar sus condiciones de vida mediante el enriquecimiento de la
calidad de las relaciones con su familia y con los demás grupos que conforman su
medio social, en aras de garantizar la formación y permanencia de los vínculos padre,
madre e hijo; el fortalecimiento de la familia y el derecho del niño a su infancia,
entendiendo que tanto la madre como el padre y el niño cumplen un papel activo en
el origen y permanencia del vínculo afectivo, que crea las condiciones básicas para
las nuevas y futuras interacciones.
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Historias de mi vereda
Su recurso humano
Francisco Luis Hernández Betancur: Es considerado uno de los hijos más ilustres
que ha tenido Murrapal. Nació el 11 de diciembre de 1892. Vivió hasta 1950, en
Fredonia, y luego se trasladó a Medellín. Fue un insigne pedagogo llamado El
maestro del ciego y del sordomudo. Sus primeros años de estudio transcurrieron en
forma normal, aunque se le notaba una constante actitud en defensa de los
retardados metales y de los físicamente limitados, cuando eran molestados por los
muchachos del pueblo. Esto le sirvió para que, en 1925, fundara y dirigiera la Escuela
de Ciegos y Sordomudos de la capital antioqueña. Más tarde fue organizador y
director del Instituto Venezolano para Ciegos y Sordomudos, de Caracas; además,
Presidente del Consejo Directivo de la Federación Nacional de Ciegos y Sordomudos,
de Colombia. Murió en Medellín el 30 de diciembre de 1973. A partir del 29 de
octubre de 2008, el Aula de Apoyo de la Escuela Normal Superior Mariano Ospina
Rodríguez lleva su nombre.
María Dolores Estrada: Doña Lola, como cariñosamente la llamaban, fue una de las
matronas más importantes de la vereda. Dedicó gran parte de su vida a compartir,
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Historias de mi vereda
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Historias de mi vereda
Marcos Villa
John Mario Jaramillo: Líder deportivo y conductor de los estudiantes que debían
trasladarse a Fredonia
Héctor Valencia: Líder deportivo, que siempre ha trabajado por el bien de la vereda.
Octavio Quintero: Fue por muchos años el presidente de la Junta del acueducto
municipal.
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Historias de mi vereda
Conrado Soto: Por muchos años se desempeñó como fiscal de la Junta de Acción
Comunal.
José Sánchez: Todos viven agradecidos con él, por su vocación de servicio.
Lola Agudelo, Joaquín Emilio, Luisa Marín, Heriberto Flórez, entre otros, son
recordados por su don de gentes y espíritu de servicio.
Apodos y apodados
Los apodos son esos sobrenombres que generalmente son desagradables y que
distinguen a alguien, quizá durante toda la vida, desde que a algún curioso se le
ocurre decirlo. Todos los que alguna vez han pasado por un centro educativo han
sido víctimas, aunque sea de manera temporal, de alguno.
Los apodos definen a la gente, lo que le gusta hacer, o recuerdan algún comentario
fuera de lugar en determinado momento. Cada uno tiene un particular origen. Algunos
son extraños, pero se derivan de un gran acto: como el día en que Héctor Valencia se
alzó una pesada carga, y desde ese momento comenzaron a llamarlo El burro.
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Historias de mi vereda
En Murrapal existe una larga lista de personas con apodo: Ángela Restrepo: La
peluda; Alejandrina Sánchez: Cucaracha; Alfonso Rodas: Marrano; Aníbal Quintero:
Topolino; Antonio Molina: Toño parranda; Alirio Cano: Lambelo; Alirio López: Pilos;
Berto Ramírez: Macuco; Carlos Londoño: Barbado; Carlos Alberto Piedrahíta: Guaro;
Conrado Soto: Patepalo; Dora Ríos: Dora Pintuco. La reina o Luna llena; Didier
Agudelo: El pájaro; Danuber López: El mosco; Eduardo Castañeda: Caspa; Eduardo
Escobar: El gurre o El iguano; Emilio Agudelo: Chispas; Fernando Ríos: Comadrejo;
Gabriel Vélez: Gabrielito; Gabriel Quintero: Máquina; Germán: Bata negra, Boquerón;
Gabriel Escobar: Moco cándido; Gonzalo Londoño: Colimocho; Héctor Valencia: El
burro; Héctor Salazar: Tornado o Huracán; Héctor Diossa: Tribilín; Héctor Montoya: El
pollo; Humberto Escobar: El runcho; Héctor Valdés: Cosiaca; Iván Ríos: El grillo;
Israel Escobar: El peludo; José Luis Piedrahíta: Guainas; Jairo Molina: Pastrana; José
Álvarez: Sorba; Jesús “Suso loco”; Jairo Sánchez: Maraquero; Juan Castañeda:
Lengüemogo, Centella, Pájaro Macuá; Joaquín Escobar: El morrongo; Juan Escobar:
Comadrejo; Kiko Ríos: Kico loco; Los Escobares: Los caramelos; Libardo Agudelo: El
morro; Leónidas Quiroz: Caín; Luis Aguilar: Tres días; Miguel Rendón: Cuelo; Manuel
López: Grasa; Miguel Gil: Miguel plátano; Martín Gil: Martín diablo;¸Mario Valdés
Giraldo: Colombiano; Manuel Quintero: Tinguaro; Mario Cañaveral: Buche de mayo;
Miguel Pineda: Gallo de oro o Pechoelata; Nilson Escobar: La bruja; Oliverio Puerta y
Gloria: Los pilotos; Octavio Quintero: Ñato; Óscar Evelio Londoño: Miserere; Ovidio
Ramírez: Tórtolo; Pedro Rodas: Pedro muñeca o Mula; Pedro Quintero: Pedro
quesito; Rafael López: El patón; Régulo Quintero: Matasapos; Rodrigo Bedoya:
Pinche; Robinson Londoño Molina: Pingüino; Rocío Molina: Colimocha; William
Agudelo: El pájaro y también William Agudelo: Verano.
Agüeros y supersticiones
María Dolores Estrada, a quien todos cariñosamente llamaban Doña Lola, fue una
matrona muy recordada en la vereda, y como toda mujer campesina que se respete
tenía sus agüeros y supersticiones.
Doña Lola contaba que cuando un gallo cantaba en horas del día era porque estaba
anunciando algo trágico; que si una persona se encontraba una herradura, se podía
entender como un signo de buena suerte; que para librarse de mordeduras de
serpiente, era necesario cargar ajos en los bolsillos; que si una joven se está
preparando para el casamiento, no debe ponerse el vestido de novia antes del día de
la boda, porque si lo hace, el novio se mamará, es decir, se arrepentirá en la puerta
de la iglesia. También ,que si dormido se sueña con un número, se debe apostarlo y
jugarlo, porque ese va a ser el ganador; que si un perro ladra sin motivo alguno, está
anunciando la presencia de espíritus y demonios con fines poco amistosos. Si una
mujer embarazada se antoja de una comida especial, alguien se la debe regalar, o de
lo contrario, el niño nacerá boquiabierto. Cuando cerca de una casa canta una tierna
tortolita, pronto morirá un pariente cercano a la familia. Si una mujer embarazada se
fija tiernamente en otro niño que es bonito, el suyo nacerá igualito, así ella sea un
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Historias de mi vereda
A las jovencitas con mal de ijada (cólicos menstruales) les daban masajes
en el vientre, luego les ponían fomentos calientes vajiaos, con humo de
tabaco, y les recetaban el cocimiento de la yerbabuena y canela cuando
eran de frío, o si no, el agua de adormidera con ruda.
A los adultos, para expulsar los parásitos, esta era la receta: a una botella
de aguardiente se le echan 20 ajos picados en cruz, media cebolla
cabezona rallada y tres hojas de orégano. A los cinco días, cuando ya el
aguardiente haya absorbido los tres vegetales, se empieza el tratamiento
tomando una copita en ayunas, durante nueve días. Contra los nervios y
ataques del corazón no había como toronjil, cidrón, naranjo y cáscaras de
valeriana. Se hervía cualquiera de esas hierbas y se tomaban tres pocillos
diarios. Para los riñones no había como el cocimiento de cabello de maíz
con grama de horqueta y palitaria.
Mitos y leyendas
En Murrapal son numerosos los relatos que se han divulgado y que perviven en la
mente de algunos campesinos. Por ejemplo, don Arturo Zapata, un caficultor que
vivió en esta vereda, contaba:
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Historias de mi vereda
Yo viví en Murrapal por muchos años, y creo que es una de las veredas
que más calvarios tiene en sus caminos, debido a la gran cantidad de
asesinatos que se presentaron en tiempos pasados, especialmente en la
época de La violencia. Esta situación hizo que en algunos lugares y
recodos de caminos se tejieran historias y cuentos sobre espantos, que
asustaron a más de uno. Una de esas historias tiene que ver con una
situación que me tocó vivir un Jueves Santo, a principios de los años 60.
Cómo les parece que yo había ido a Fredonia para participar de los actos
litúrgicos de la Santa Cena y el Lavatorio de los pies. En el pueblo me dejé
coger un poco de la tarde, y regresé a la casa a eso de las nueve de la
noche. Yo iba tranquilo por el camino, fumándome un cigarrillo y pensando
en las labores que realizaría al día siguiente. Cuando iba llegando al sitio
llamado Piedra pintada, vi una luz inmensa que se prendía y se apagaba.
Yo pensé que era un tesoro o una guaca de las que mi abuelo nos
contaba, pero no… En medio de la luz vi un bulto grande que se elevaba
del suelo. Sin pensarlo dos veces, me devolví por el mismo camino por el
que iba. Me senté un poco más arriba, en un barranco que había a orillas
del camino. Los pelos los tenía de punta y no sabía qué hacer. El corazón
me latía más fuerte. Descansé un poco cuando vi que dos vecinos bajaban
por el camino y se dirigían cerca al lugar donde yo reposaba. Les conté lo
sucedido, y aunque no me creyeron, no se atrevían a seguir el camino.
Después de unos minutos nos resolvimos a continuar, y al pasar por el
sitio, no vimos nada. Muchos días después, otras personas comentaron
que, efectivamente, allí espantaban, y que, al parecer, era porque allí
había un tesoro escondido.56
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Entrevista personal al señor Arturo Zapata, caficultor.
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Historias de mi vereda
Epílogo
Eduardo Caballero Calderón afirmaba:
Es por ello que por la historia oral, las entrevistas a líderes comunitarios, las charlas
informales con amas de casa, los foros con integrantes de las juntas de acción
comunal y los talleres con docentes y estudiantes de las escuelas rurales, fue posible
el acercamiento a la vida de siete veredas de Fredonia y a la forma particular como
los campesinos enfrentan el presente y trabajan por el futuro. Gracias a la decidida
participación de todos ellos se logró publicar esta obra que quiere devolverle a los
fredonitas el conocimiento de su área rural, lo que ha de convertirse en un aporte
necesario y significativo para el conocimiento y rescate de la historia de cada una de
las veredas, a la búsqueda de identidad y al aumento del sentido de pertenencia de
cada uno de sus habitantes.
No podemos afirmar que ya, con este trabajo, recuperamos la historia y la memoria
cultural de estas veredas de Fredonia. Sin embargo, sentimos una inmensa
satisfacción al poder entregar este trabajo a todos los fredonitas, ya que es una obra
que se escribió con el corazón, que se concibe como un homenaje al campesino,
como un reconocimiento al valor de su trabajo y al significado de sus tradiciones, que
para analizarlo fue necesario trazar un recorrido por innumerables rutas, senderos y
caminos.
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Sobre el autor
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Historias de mi vereda
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Historias de mi vereda
Este trabajo se inició en 2012 con un recorrido por cada uno de esas veredas, a fin de
dialogar con los campesinos, líderes comunitarios, docentes, estudiantes y personas
de avanzada edad, para que contaran quiénes fueron los primeros habitantes, cómo
se conformó la comunidad, cuáles son las costumbres y creencias transmitidas de
generación en generación, cuáles son las actividades características, y cuáles son
sus ambiciones, metas y anhelos.
Es una obra que se compone de ocho capítulos donde se abordan los procesos de
conquista, colonización y fundación del territorio fredonita; el desarrollo económico y
social de cada una de las veredas y los hechos que han transformado la vida
cotidiana de los campesinos, contando una historia, tal vez no muy bien narrada pero
real, que estaba en el recuerdo de aquellas personas que fueron o han sido testigos
de muchos hechos y acontecimientos; una historia que es patrimonio de Fredonia y
de quienes la han construido y la habitan.
Apoyan
Grupo de Investigación
Sujeto, Mente y Comunidad
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