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VIOLENCIA DIGITAL – LEGISLACION

El desarrollo de las nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), sumadas a los


dispositivos electrónicos para la producción de material audiovisual inmediato, ha favorecido el
uso de nuevas prácticas y conductas en los espacios de la intimidad sexual, de las que resultan
imágenes o videos que son el resultado de un acuerdo entre las partes involucradas pero
reducidas al espacio de confianza/privacidad en que fueron obtenidas. Muchas de esta conductas
devienen en situaciones impensadas para quienes la produjeron o consintieron. Tal es el caso de
algunas personas que motivas por represalia, resentimiento, extorsión, venganza o sentimientos
de animosidad respecto de ex sus parejas o relaciones ocasionales de intimidad, suben el
ciberespacio imágenes y/o videos que atentan directamente con la libertad, la privacidad y
dignidad de las personas. A esta práctica de la conoce con el nombre de “pornografía de
venganza”

El término revenge porn fue usado por primera vez en los Estados Unidos. Consiste en la
publicación no autorizada de imágenes o videos privados, generalmente de contenido íntimo, por
parte de una persona (generalmente, la expareja por sí o a través terceros) que lo hace por
venganza luego de terminar la relación. De allí el término revenge porn. El término no es el más
preciso para definir la cuestión pero es el más difundido. La palabra inglesa porn, que se traduce
como porno o pornografía, está asociada a lo obsceno, pero las imágenes íntimas o privadas no
necesariamente deben ser calificadas como obscenas. La palabra revenge se traduce como
venganza. Siguiendo estas ideas, en España se lo ha denominado “porno por despecho”.
También se ha propuesto usar el nombre de involuntary porn o non consensual pornography. Al
eliminar el término revenge del concepto, se logra ampliar la figura. De este modo no se incluyen
solo aquellas situaciones en las que el agresor actúa por venganza o en las que las partes tenían
una relación previa, sino que se lo expande a terceros no relacionados con el hecho en sí de la
captación original de la imagen.

Pero además de la “porno venganza” la ciberviolencia o violencia digital puede darse de otros
modos:

Hackeo: el agresor logra ingresar en las cuentas de la víctima, logrando controlar sus actividades
en la computadora y/o celular; suplantando su identidad para chatear en redes sociales, enviar
mensajes, mails a sus contactos; modificar su información, etc

Acechamiento: el agresor rastrea los movimientos en línea de la víctima y también puede


monitorear sus movimientos a traves de gps

Acoso: el agresor llama o envia mensajes constantemente a la víctima

Estas son algunas de las nuevas violencias que la tecnología nos trae, es decir la violencia de
género digital. En el derecho se viene hablando de la “violencia de género digital”, como forma
novedosa de la violencia de género tradicional, que tiene características que la hacen autónoma,
específica, pero que no deja de reflejar una jerarquía de poder entre el agresor y su víctima,
adaptándose en su forma a la nueva realidad de las comunicaciones digitales, que abarcan las
redes sociales, la mensajería instantánea, entre otras y que afectan a la mujer en su integridad
moral y emocional, dejándola expuesta ante conocidos y desconocidos.
El problema que en la actualidad se presenta para enfrentar este tipo de prácticas desde una
perspectiva jurídica reside, fundamentalmente, en que, en Argentina, no existe una legislación
específica sobre la materia.

El Código penal tiene respuestas muy acotadas, pues sólo dedica algunos artículos que podrían
tener relación con la publicación y divulgación de material en el que se exhibe o representa a
menores de edad dedicado a actividades sexuales explícitas o de sus partes genitales con fines
predominantemente sexuales (art. 128, Ley 26.388), la publicación indebida de una comunicación
electrónica, no destinada a la publicidad (art. 155, Ley 26.388), o bien por si en diversas
situaciones colaterales pudiera presentarse algún caso de chantaje que diera lugar a un tipo de
extorsión (art. 169 CP) o a una modalidad de coacción (art. 149 bis CP), etc., pero se carece de
una figura en el digesto punitivo que regule, autónomamente, hechos de esta naturaleza.

Asimismo en el capitulo que se refiere a la violación de secretos y de la privacidad, encontramos


en el art. 153 CP nos habla de la violación del correo electrónico y el art. 153 bis del acceso
no autorizado a sistemas informáticos.

En virtud de la Ley 25326 de Protección de Datos Personales, se puede solicitar que bajen el
video o fotos de cada uno de los sitios donde se publicó. El artículo 16 de dicha ley establece que
deben darlo de baja dentro de los 5 días hábiles a partir de la solicitud.

Se debe tener en cuenta que una vez que se viralizan imágenes en internet, aunque los sitios den
de baja las publicaciones ofensivas, es imposible borrarlas de toda la red.

El Código Civil y Comercial en su capítulo 3 Derechos y Actos personalísimos, hace referencia


al derecho a la privacidad cuya vulneración traer aparejada la posibilidad de reclamar un
resarcimiento económico. En su art. 52.- Afectaciones a la dignidad. La persona humana
lesionada en su intimidad personal o familiar, honra o reputación, imagen o identidad, o que de
cualquier modo resulte menoscabada en su dignidad personal, puede reclamar la prevención y
reparación de los daños sufridos. Y el art. 53.- Derecho a la imagen. Para captar o reproducir la
imagen o la voz de una persona, de cualquier modo que se haga, es necesario su
consentimiento..

En CABA existe la figura contravencional de hostigamiento (art. 52 del Código


Contravencional). En diciembre de 2018 se sancionó una modificación a dicho código que
entro en vigencia en Enero 2019, donde se incorporó un capítulo entero titulado
“Identidad digital de las Personas” y aquí expresamente se contempla la difusión no
autorizada de imágenes o grabaciones intimas y el hostigamiento digital:

Así, en su art 71 bis estabece: ”Difusión no autorizada de imágenes o grabaciones íntimas. Quien
difunda, publique, distribuya, facilite, ceda y/o entregue a terceros imágenes, grabaciones y/o
filmaciones de carácter íntimo sin el consentimiento de la persona y a través de cualquier tipo de
comunicación electrónica, de trasmisión de datos, páginas web y/o a través de cualquier otro
medio de comunicación”
El consentimiento de la víctima para la difusión, siendo menor de 18 años, no será considerado
válido.
Tampoco podrá alegarse el consentimiento de la víctima en la generación del contenido como
defensa a la realización de la presente conducta.

En su Art. 71 ter se refiere al Hostigamiento digital.


Y contempla también la suplantación digital de la Identidad:
“Articulo 71 quinquies. Suplantación digital de la Identidad Quien utiliza la imagen y/o datos
filiatorios de una persona o crea una identidad falsa con la imagen y/o datos filiatorios de una
persona mediante la utilización de cualquier tipo de comunicación electrónica, transmisión de
datos, página web y/o cualquier otro medio y se haya realizado sin mediar consentimiento de la
víctima...”

En todos los casos será agravante cuando la contravención sea cometida por el/la cónyuge, ex
cónyuge, o a la persona con quien mantiene o ha mantenido una relación de pareja, mediare o no
convivencia.

La Corte Suprema de Justicia de la Nación determinó que es delito federal revisar las
conversaciones ajenas a través de las redes sociales, celular o correos electrónicos sin
autorización. Inicialmente la controversia tuvo que ver con una cuestión de fueros. ¿Debía
intervenir en este tipo de casos el Fuero Penal Federal o el Fuero Contravencional Local.?
Los magistrados de la Corte consideraron que tanto el acceso a las redes sociales, como a
celulares y y a cuentas de correo electrónico se da a través de los servicios de
telecomunicaciones que son “de interés de la Nación”. De esta manera consideraron un delito
federal el de revisar conversaciones privadas por los medios mencionados.
Una mujer había denunciado a su ex marido acusándolo de espiar sus conversaciones privadas
entabladas a través de Facebook sin su consentimiento. La presentación de la denuncia abrió el
debate en torno a qué fuero debería intervenir entre los titulares del Juzgado en lo Penal,
Contravencional y de Faltas número 8 de la Ciudad de Buenos Aires y el Juzgado Nacional en lo
Criminal y Correccional Federal Número 3.
Según el fallo de la corte “constituyen una comunicación electrónica o dato informático de acceso
restringido en los términos de los artículos 153 y 153 bis del Código Penal, según la ley 26.388,
cuyo acceso sólo es posible a través de un medio que por sus características propias se
encuentra dentro de los servicios de telecomunicaciones que son de interés de la Nación (artículo
2° y 3° de la ley 19.798) opino que debe ser el juez federal quien continúe conociendo las
actuaciones”.

En el proyecto de reforma del Código Penal argentino contempla la figura de la “porno


venganza” sancionando a quien divulgue o reproduzca mediante cualquier medio de comunicación
y sin expreso consentimiento fotos, videos y/o información de contenido sexual aun hayan sido
obtenidas con anuencia de la otra persona, invadiendo y dañando la privacidad de la misma con el
fin de generar un daño en la persona o en su imagen. Siendo agravante que el causante haya sido
conyugue o conviviente de la victima.

También existe un proyecto para incluir la violencia digital como un tipo más de violencia de los
contemplados en la Ley 26485 de Protección Integral para prevenir, sancionar y erradicar la
violencia hacia las mujeres.

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