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PRESENTADO POR:
PRESENTADO A:
SEMESTRE VIII
2019
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TABLA DE CONTENIDOS
INTRODUCCIÓN……………………………………………………………………PÁG.3
CONCLUSION……………………………………………………………………..PÁG.10
BIBLIOGRAFÍA…………………………………………………………………….PÁG.11
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INTRODUCCIÓN
En el presente texto trataremos de exponer las diversas variantes que adopta esa
cualificación en negativo para contraponerlas con una alternativa crítica que trata
de suprimir dicha cualificación. Ello nos lleva a considerar tres discursos sobre la
discapacidad: el del modelo médico-rehabilitador y el del modelo social-emancipa
torio, por un lado (ambos asumiendo la denominación en negativo), y del de la
“diversidad funcional” (que abandona dicha nominación).
Es decir, trataremos de mostrar que hay una limitación de fondo común a todos
ellos y que es necesario hacer explícita para lograr articular un discurso sobre la
discapacidad que pueda contribuir de hecho a la mejora de las condiciones de
existencia de las personas con discapacidad, suprimiendo las barreras, tanto
materiales como culturales, que hacen que su existencia a fecha actual venga
mayoritariamente regulada por prácticas excluyentes.
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ENSAYO REFLEXIBO:
Un ejercicio de Dis-Normalización
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rehabilitadoras, y reivindican el derecho a decidir sobre sus propias vidas por ellos
mismos, en lugar de estar sistemáticamente sujetos a las directrices de los
expertos. Desde este movimiento se va a concebir que la discapacidad no resida
en un substrato fisiológico deficiente, sino en unas estructuras sociales que no
tienen en cuenta las auténticas necesidades de las personas con discapacidad y
las marginan y excluyen de la participación en la vida colectiva. Así, la
discapacidad se traslada desde el plano individual al colectivo, haciendo evidente
que, en gran medida, es el contexto social el que contribuye a la construcción de
un determinado sentido, y unas ciertas prácticas asociadas, de la discapacidad; un
contexto en el que los espacios físicos son inadecuados y los estereotipos
discriminatorios. En gran medida, es el contexto social el que contribuye a la
construcción de un determinado sentido, y unas ciertas prácticas asociadas, de la
discapacidad; un contexto en el que los espacios físicos son inadecuados y los
estereotipos discriminatorios. Este discurso crítico se trasladará al ámbito
académico con la denominación de “modelo social” de la discapacidad2 y
promoverá la idea de que la discapacidad es una cuestión de “opresión” (Abberley
1997; 1998; 2008)3 por parte de unas estructuras sociales que no la toma en
consideración.
De este modo se toma la discapacidad ya no como algo clínico si no político, lo
implica en que se involucre a las personas con alguna necesidad al contexto,
donde ellos también tengan unos derechos, donde se han vistos como personas
con habilidades y destrezas, para realizar ciertas habilidades. De esta forma es
que se da paso para hablar del concepto “diversidad funcional” surge en 2005
promovido a partir de la comunidad virtual que el movimiento por una Vida
Independiente español creó en Internet en 2001, el Foro de Vida Independiente
(FVI)5. El concepto pretende suprimir las nomenclaturas negativas que se han
aplicado tradicionalmente a las personas con discapacidad (siendo “Dis-
capacidad” un ejemplo de las mismas).
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Cuando hablamos de la discapacidad hacemos referencia a la deficiencia del ser
humano, la cual nos lleva a diversidad funcional se conoce comúnmente como
salud. La “salud” hace referencia a lo saludable o a lo que no es saludable, a lo
que es normal y a lo que no, universalmente como la sociedad lo estima como lo
bueno y lo deseable.
La tecnología bio - política nos enseña que todos los cuerpos es diferente cual
sea su discapacidad o dificultad, la cual la medicación depende del cuerpo, esta
vigilancia racional de los cuerpos singulares y colectivos por parte, en particular,
de la ciencia médica aplicada a la regulación política de las personas y las
poblaciones. Las normas fueron creadas para poder unificar la diversidad, para
absorber las diferencias de la sociedad generando un orden y la igualdad de las
personas en su entorno siendo diferentes las capacidades de los seres humanos,
dejando a un lado la figura o a imagen de la persona con diversidad funcional, no
estará representando aquello que detestamos, que tememos, que queremos
corregir, que no queremos ver, en una sociedad obsesionada por un ideal de salud
perfecta tan inexistente como imposible de conseguir.
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policía y de corrección, psicológicas, psiquiátricas, criminológicas, médicas, y
pedagógicas dando paso así a la edad de la ortopedia social, con un tipo de poder
disciplinario que se opone al de sociedades anteriores penal (Foucault 2000). La
sociedad cambio desde el momento que se crearon las normas estatales donde
pusieron orden hacia las personas que veían de otra manera a las personas con
discapacidad, ya que el poder estatal nos muestra otra forma muy diferente de ver
a aquellas personas.
La cuestión entraña una doble dificultad. En primer lugar, la de hacer explícito que
el sentido asumido de “capacidad” es arbitrario: no alude a la universalidad
presupuesta de las disposiciones del cuerpo humano, sino a las estructuras socio-
culturales y económicas, resultantes de la evolución histórica y que modelan las
funciones propias del cuerpo humano en el tipo de sociedades de las que somos
miembros.
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capacidades, sociales, de los seres humanos, desmedicalizada e inscrita en las
demandas socialmente impuestas.
Para apreciar qué es lo normal y lo anormal sería, entonces, necesario mirar más
allá de un cuerpo. El astigmatismo o la miopía pueden ser normales en una
sociedad agrícola o pastoral, pero anormal en la marina o en la aviación.
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funcional, de desenvolvimiento, apunta a la riqueza de un universo social de lo
humano crecientemente caracterizado por la diversidad.
El cuerpo como expresión de esa imperfección congénita que nos constituye como
seres humanos y de esa finitud a la que nunca podremos escapar. Repensar la
discapacidad con pretensiones emancipadoras (dado que ese era, según se
apuntaba al inicio, el posicionamiento del que partíamos), y hacerlo a partir de un
discurso, el de la diversidad funcional, que pretende liberarse de las imposiciones
de las que tradicionalmente han sido objeto las personas con discapacidad,
implica repensar el sentido de ser humano que tenemos como “norma”: hablamos
de un ser humano, con cuerpo, DESDE LA DIS-CAPACIDAD HACIA LA
DIVERSIDAD FUNCIONAL • 307 RIS, VOL. 68. Nº 2, mayo-agosto, 289-309,
2010. ISSN: 0034-9712. Dio: 10.3989/ris.2008.05.22 que piensa, ciertamente, pero
que también se emociona, sufre y es incapaz de ir más allá de su singularidad
constitutiva.
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CONCLUSIÓN
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BIBLIOGRAFÍA
file:///C:/Users/FAMILY/Downloads/lectura%202%20(1).pdf
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