Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Las tres
generaciones del nacionalismo
A finales del siglo pasado, tras la caída del muro de Berlín en 1989, que sería algo
así como el acontecimiento desencadenante o precipitador de la desintegración de
la Unión Soviética, las antiguas Repúblicas Socialistas Soviéticas fueron
declarando su independencia desde que lo hiciese Ucrania (en agosto de 1991) y
a la que seguirán, entre otras, Bielorusia, Moldavia, Azerbaiyán, Kriguisia y
Uzbekistán.
La mayor parte de las naciones europeas albergan este tipo de conflictos —la Liga
Internacional por los Derechos y la Liberación de los Pueblos, organismo de la
ONU, los cuantifica en la actualidad alrededor del medio centenar de casos
en todo el mundo—: Reino Unido (Irlanda del Norte, Escocia y Gales), Francia
(Occitania, Alsacia, Córcega y Bretaña), Alemania (Baviera), Italia (Cerdeña,
Véneto, Sicilia), Bélgica (Flandes), Rusia (Osetia, Chechenia y Karelia), etc.
En España, las principales reivindicaciones históricas son las del País Vasco y
Cataluña, entre otras menores. Otras luchas nacionalistas significativas son las del
movimiento independentista de Québec (Canadá), la del Tíbet y el nacionalismo
uigur (República Democrática de China), el pueblo palestino frente al estado de
Israel y el saharaui (Sahara Occidental) respecto a Marruecos.
tiempo.
Para el nacionalismo, en tanto que ideología política, los derechos de todas y cada
una de las naciones son idénticos independientemente de su tamaño, situación
geográfica o viabilidad práctica. El asunto principal es de «conciencia» (o voluntad
general, utilizando el término de Rousseau), o, en otras palabras, el hecho de si
los miembros de esa nación se muestran convencidos de poseer una identidad
colectiva, tal y como la conciben los nacionalistas, que legitime su soberanía
nacional.
Esos otros grupos pueden resistirse a formar parte de esa nación insurgente y es
en estos casos cuando surge una nueva dimensión del terrorismo: la masacre
comunitaria, los genocidios y la limpieza étnica. Incluso, aunque estos grupos no
opongan resistencia, el resultado puede ser idéntico, y es que los nacionalistas
son muy intolerantes ante la diversidad o la pluralidad.
Así, una vez enraizadas las causas y las reivindicaciones nacionalistas tienen
una resistencia (histórica) asombrosa. De hecho, y a pesar de que, como
resultado del proceso imparable de la globalización, el mundo parece avanzar
hacia una era postnacional, muchos de estos movimientos parecen, si no
indestructibles, al menos sí lejanos a su desaparición/solución.
Aunque las tácticas han variado con el tiempo, el Ejército Republicano Irlandés
(IRA), en sus distintas nomenclaturas a lo largo de su historia, siguió la misma
lógica operativa establecida, allá por 1850, por la Hermandad Revolucionaria
Irlandesa. En términos de organización y funcionamiento, es posible que esta se
alargue incluso hasta una fecha anterior, concretamente a la época del terrorismo
agrario de los defensores católicos del siglo XVIII.
Figura 3. O’Donovan Rossa.
Fuente: Wikipedia.
Rossa, por su parte, fue uno de los pioneros del republicanismo violento y uno de los
primeros defensores de la guerra asimétrica contra el Reino Unido. El Clan, con el
nuevo liderazgo de dos «hombres de acción» como Alexander Sullivan y Michael
Bolland, apostó plenamente por la violencia
y la dinamita como herramientas de lucha política.
En los años siguientes se sucedió lo que ha dado a conocerse como la «Guerra de la
dinamita», una serie de explosiones provocadas en Londres que, aun siendo
más potentes que las de 1867, no resultaron tan efectivas como cabría esperar. Una
táctica violenta a la que se opuso abiertamente la Hermandad Revolucionaria
Irlandesa, que cortó sus lazos con los patriotas irlandeses-norteamericanos que
representaban el bando radical.
Uno de los primeros resultados de esta fallida campaña terrorista fue la erosión de
las libertades que los ingleses habían ido entregando a Irlanda, entre ellas, y
muy significativamente, la creación de la primera policía política de Gran Bretaña, la
Rama Especial Irlandesa (Irish Special Branch). Un hecho que resulta revelador de
la radicalización progresiva que estaba alcanzando el conflicto.
Paralelamente al fracaso de la campaña de explosiones del Clan, en la última
década del siglo XIX se funda una nueva facción dentro del nacionalismo
irlandés que, pese a su poca pujanza en sus orígenes, tendrá una gran influencia en
el pensamiento republicano posterior. Se trata del Partido Republicano Socialista
Irlandés, una mezcla de los ideales republicanos con los principios del socialismo
obrero.
En el contexto de la gran huelga general en Dublín de 1913, y bajo sus órdenes,
se funda el Ejército Ciudadano Irlandés, una milicia concebida originalmente
como protección contra la violencia policial a los huelguistas. Sin embargo, más
tarde se transformaría en un instrumento (de vanguardia, no ya
defensivo) dentro de la lucha revolucionaria y resultaría determinante en
el Levantamiento de Pascua de abril de 1916 que proclamó la independencia de
la República Irlandesa.
La respuesta británica al Levantamiento, al que consideró un acto de rebelión y de
traición, no se hizo esperar, declarando la Ley Marcial y reprimiendo violentamente la
revuelta. Las autoridades inglesas culparon del levantamiento al Sinn Féin, un
pequeño partido político que, ante la pérdida de adeptos de otras facciones
republicanas, triunfó en las elecciones generales de 1918, en las que obtuvo 73
escaños. Los parlamentarios del Sinn Féin se negaron a sentarse en Westminster y
crearon su propio parlamento, el First Dáil, en 1919, como antesala a
la proclamación de la República de Irlanda (enero 1919).
En septiembre de ese año los ingleses prohibieron el parlamento irlandés,
declarándolo una asamblea ilegal, y confirmaron que Irlanda seguía formando parte
del Reino Unido. Frente a posiciones pacíficas que propugnaban por la resistencia
pasiva, esta situación dio pie a un conflicto armado (1919-1921) entre las fuerzas
paramilitares británicas —los Black and Tans y la División Auxiliar— y los miembros
del Ejército Republicano Irlandés (IRA), una guerra de guerrillas que ha dado en
denominarse la Guerra de la Independencia Irlandesa.
Aunque, originalmente, la primera alusión a un ejército republicano irlandés proviene
de los tiempos de la insurgencia feniana de la década de 1860, este se fundó de
manera oficial en 1917, formado por los voluntarios irlandeses que se negaron a
alistarse en el ejército británico durante la Primera Guerra Mundial, así como de
antiguos miembros del Ejército Ciudadano y otros patriotas.
Durante la guerra, el IRA fue el ejército que defendió a la República de
Irlanda declarada por la Asamblea de Irlanda (Dáil Éireann). Desde el punto de vista
del IRA, la independencia del país no podría conseguirse sin el uso de la
violencia como herramienta de lucha política. De forma que sus medios, estrategias y
acciones abundaron en prácticas de violencia y asesinato político.
Durante la Guerra Civil Irlandesa (1922-1923), que siguió a la anterior y que
significó la pugna entre republicanos y nacionalistas irlandeses, enfrentados a
causa del Tratado Anglo-Irlandés de 1921, el IRA se escindió, y así, muchos de
los combatientes de ambos bandos fueron antiguos miembros del mismo, ahora
enfrentados entre sí. Tras la misma, el IRA, opuesto al tratado y en el bando
perdedor, siguió activo (bajo varias denominaciones distintas) durante las siguientes
cuatro décadas hasta una nueva escisión en 1969. Tras la división y la guerra civil, el
IRA decidió apartarse de la esfera política y lanzó dos ofensivas inequívocamente
terroristas: la campaña «británica» de bombas de 1938-39 y
la fronteriza de 1956-62.
La década de los 60 asistió a un espectacular renacer de la acción terrorista de la
organización. Sin embargo, a finales de la misma, esta se separó, dando paso
al IRA Oficial, mayoritariamente de ideología marxista y que
abandonó definitivamente la lucha armada en 1972, y el IRA Provisional, que
lanzó una guerra de guerrillas en contra de objetivos en Irlanda del Norte, con la
intención de incorporar dicho territorio a la República de Irlanda, que pasaría a
abarcar los 32 condados que componen la isla.
El IRA Provisional nacía como una fuerza de defensa comunal, que podría ser
definida no tanto como una organización terrorista, sino como un frente de
liberación nacional (algo así como un «ejército del pueblo», según su propia
visión) con una actividad subsidiaria de corte terrorista.
De este modo, combinaba «acciones espectaculares» con series de asesinatos
callejeros claramente sectarios, resultado de la continua venganza entre los grupos
paramilitares republicanos y unionistas —período de violencia conocido como The
Troubles («Los problemas») y que se alargó entre 1968 y la firma del acuerdo del
Viernes Santo en abril de 1998—, y no tanto como intento de influir sobre la opinión
pública.
El resurgir de los resultados electorales del brazo político del IRA, el Sinn Féin, a
partir de los años 80, tras las huelgas de hambre de los presos en Irlanda del Norte
de 1981, que supusieron un pulso de la causa contra el gobierno de Margaret
Thatcher, significó la elección del miembro del IRA Bobby Sands al parlamento
británico.
Tras su muerte, la posterior elección de Owen Carron terminó por convencer
al partido de las ventajas de abandonar las armas e incorporarse a la lucha
política legítima. De modo que en 1994, el IRA Provisional abandonó
definitivamente la lucha armada. Desde entonces, el Sinn Féin se ha convertido en
la fuerza nacionalista más poderosa tanto en Irlanda del Norte como en
la República de Irlanda.
El Acuerdo del Viernes Santo (también conocido como Acuerdo de Belfast), en abril
de 1998 selló el pacto entre los gobiernos británico e irlandés, el pueblo de Irlanda del
Norte y la República de Irlanda, merced a un referéndum y la mayoría de las fuerzas
políticas norirlandesas para poner fin a la violencia, encauzando el conflicto dentro
de los estrictos límites de la política.
Renan, E. (1987). ¿Qué es una nación?: Cartas a Strauss (p. 82). Madrid: Alianza Editorial.