El arte y la memoria han estado estrechamente entrelazados a través de la
historia, nos ha dado una posibilidad de respuesta y lucha ante el olvido. El arte contemporáneo se relaciona de manera directa con la sociedad en la que se encuentra inmerso, ya que establece diálogos que reflejan problemáticas, muchas veces de carácter social, abordando temas en los que nos vemos inmersos todos y que a partir de cierto tiempo empiezan a ser parte del olvido, dejando de lado la lucha y el sentir de muchas personas. A partir de distintos procesos de investigación, se generan discursos sociales y se realizan denuncias de manera analítica, que nos permiten indagar en la memoria como individuos, pero también en cómo es necesario que coexista una memoria colectiva, para poder vivir en sociedad. La memoria y el olvido se encuentran separadas por una delgada línea, que con el paso del tiempo se vuelve más y más difusa, por eso se puede hablar de la fragilidad de la memoria, en la que éstos dos conceptos se van moviendo entre sí, creando consciente o inconscientemente un tipo de archivo en nuestro cerebro donde se guardan solamente ciertos sucesos. Pero…¿Qué sucedes con las cosas o personas que olvidamos? Las personas o sucesos que fueron a causa de guerra y sufrimiento, no pueden simplemente desaparecer, deben ser recordados para dignificar su muerte y para rendir culto a semejante dolor, desde una perspectiva bella y respetuosa; pero por otra parte recordar la muerte nos hace pensar en nuestra vida en general y en cómo estamos inevitablemente condenados a los caprichos del tiempo y a la desintegración en todos sus sentidos. Erika Diettes y Oscar Muñoz, son artistas contemporáneos, nacidos en la ciudad de Cali, que realizan reflexiones en torno a diversas temáticas, pero sobre todo en torno a la relación entre el arte y la memoria. Ambos le hacen frente a asuntos de índole social buscando generar ruido ante aquellos temas que muchas veces se silencian o, que pueden llegar al olvido, temas que nos involucran a todos, pero que generalmente se mantienen barren bajo el tapete, como lo son el dolor y la muerte a causa del conflicto armado. Erika Diettes, artista visual, comunicadora social y antropóloga ha logrado a través de su obra establecer una conexión íntima entre la obra y su espectador, mediante la cual explora la memoria, el dolor y la muerte enfrentándose directamente con personas víctimas de conflictos sociales. La fotografía y las instalaciones han sido los medios que Erika ha utilizado para poetizar el duelo y el dolor que trae consigo la guerra. Oscar muñoz, es uno de los grandes artistas colombianos que con su obra han dado una respuesta fuerte y contundente a ese olvido al que las personas desaparecidas durante el conflicto están condenadas. La fotografía y todo el proceso que se requiere antes de llegar a un resultado final, es la manera en la que el artista ha tratado de congelar un momento en el tiempo para congelarlo y plasmarlo de diferentes maneras, para que perduren por corto o largo plazo en nuestra memoria. A pesar de que cada artista aborda el conflicto y la memoria desde diferentes perspectivas, tienen ciertos recursos y materiales que utilizan en común y que en mi opinión son una metáfora para hablar de un tema central (la memoria y el olvido). Indagar en cómo estos artistas trabajan mediante la mezcla de técnicas, como lo son la instalación y los recursos digitales, es la clave para entender cómo el arte contemporáneo puede convertirse en un discurso social que reactiva la atención hacia las muchas problemáticas ignoradas u olvidadas que existen en el mundo.
EL RETRATO COMO RECONOCIMIENTO.
La fotografía ha sido una herramienta clave para la obra de Erika y
Oscar, pues a través de ella pueden plasmar emociones y momentos de una manera veraz y fácilmente reconocible. El retrato es indudablemente parte de estas dos obras; retratos de personas con dolor. Es el reconocimiento de un otro que ha sufrido: un otro en el que reconozco su dolor, pero a su vez mi propio dolor. A partir de estas imágenes que se encuentran expuesta de maneras poco convencionales, llaman la atención de sus espectadores y lo invitan a pensar en el paso del tiempo, el dolor y el olvido.
Aliento, 1995. Oscar Muñoz.
Aliento es una obra interactiva en la que el espectador se acerca a
dicho discos en los que puede ver su reflejo (su retrato), al exhalar su aliento tiene contacto con la superficie metàlica y hace que aparezca una imagen, el retrato de otra persona. Dos imágenes que se funden en una: el reflejo del espectador y la imagen que aparece y desaparece; es un diálogo entre la vida un uno, que observa y la imagen de otro que ya ha muerto. Las fotos usadas para ésta obra, son fotos que han sido extraídas de los obituarios, imágenes que la gente publica para hacer visible un duelo. Acción que está íntimamente ligada con la necesidad que tenemos de recordar o conmemorar ciertas cosas o personas.
Silencios, 2005. Erika Diettes
Silencios es una obra conformada por treinta series fotográficas, en las que se encuentra el registro de los encuentros que la artista realizó con sobrevivientes judíos a la Shoah, residentes en Colombia. Las fotografías son retratos, que están acompañados de una nota escrita a mano por el sobreviviente. Hay un retrato en primer primerísimo plano, un elemento que rememora su pasado y la carta. El espectador puede evidenciar en las fotografías el dolor que éstas personas sufrieron, pero es un dolor que no debe ser olvidado y que por el contrario debe ser dignificado y conmemorado.
El agua.
El agua es un elemento presente en la obra de estos dos artistas, aunque
de manera muy diferente, en ambos casos puede ser un utilizada como metáfora de la memoria y el olvido, el flujo entre estos dos conceptos que corren y corren hasta desaparecer. Muestra lo efímero de nuestros recuerdos y de nosotros mismos. En el caso de Muñoz, podemos encontrar la obra Narciso, en la que muestra un lavamanos, el cual contiene en su interior agua y sobre ella el dibujo de un retrato con polvo de carbón. El grifo se encuentra ligeramente abierto, mientras se escucha correr el agua, la imagen se va deformando, se deteriora y se transporta, hasta desaparecer completamente. Todo el proceso se va yendo por el desagüe, quedando el material en bruto sin forma alguna, simplemente manchas negras. Es una muestra más de cómo las imágenes están destinada a desfigurarse y desaparecer, es un ciclo constante que fluye y es dinámico, como la memoria y la vida misma.
narciso, 2001. Oscar Muñoz.
Por su parte Erika, presenta su obra Rio Abajo, una serie de fotografías en las que se pueden observar prendas u objetos personales, sumergidos en agua cristalina, dándoles un aspecto pulcro y limpio. Son objetos pertenecientes a personas víctimas del conflicto armado, que accedieron a contar sus más tristes y dolorosos recuerdos y posteriormente compartieron un objeto que les recordaba lo dicho. La mayoría eran prendas de vestir que pertenecieron a familiares asesinados o desaparecidos. Está obra representa una terrible problemática: “Los ríos de Colombia son los cementerios más grandes que existen”.