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Quórum Académico

ISSN: 1690-7582
quorum_academico@yahoo.com
Universidad del Zulia
Venezuela

De Rugeriis, Romina
Reseña "La inmortalidad ¡Vaya timo!" de Gabriel Andrade Campo Redondo
Quórum Académico, vol. 10, núm. 1, enero-junio, 2013, pp. 173-175
Universidad del Zulia
Maracaibo, Venezuela

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=199026737011

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Reseñas bibliográficas
Quórum Académico, Vol. 10, Nº 1, enero-junio 2013, Pp. 167 - 175 173

Gabriel Andrade Campo Redondo (2011).


La inmortalidad ¡Vaya timo! Editorial
Laetoli, Pamplona, España.

Lo primero que impacta al leer las prime-


ras líneas con las que Gabriel Andrade expone
sus argumentos al enfrentar el tema de la inmor-
talidad, es la facilidad con la que es capaz de pre-
sentar, en orden riguroso y divertido, la hilera de hipótesis y creencias que
desde siempre acongojan al hombre cuando se enfrenta a esta temática.
El cine mismo es cuestionado por vehicular la posibilidad de que el
alma pueda ser inmortal, entre las numerosas películas realizadas que re-
tratan esas ideas, mas Andrade al respecto dice que no hay que buscar
esas raíces en films comerciales como Ghost, sino en tiempos remotos de
la humanidad, que es en donde nace ese mito, que encuentra variados es-
pacios de manifestación aún hoy en día.
A pesar de las angustias normales que provoca la muerte, bien sea
porque hemos vivido el duelo de perder seres queridos, o por atormentar-
nos pensando en la nuestra, que son además comprensibles como alega
el autor, pero por más lágrimas que corran al ver el dulce beso entre el
fantasma interpretado por la pareja Patrick Swayze y Demi Moore, en la
película arriba mencionada, para Andrade éstas jamás deben ser motivo
para dejarse seducir por los charlatanes. En su afán por discernir la ver-
dad nos presenta sus contra argumentaciones para que así no comamos
“cuento”, como decimos coloquialmente en Venezuela, para referirnos a
la normal y saludable desconfianza que a veces debe imperar al revisar la
realidad, y no lo que se nos es dicho sobre ella.
De manera que a lo largo de sus 144 páginas el lector podrá ver no
sólo la revisión de los alegatos en los que esta creencia se busca sustentar,
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sino sobre todo el debate argumentado con aproximaciones a las pruebas


científicas, con las que este autor tiene el ejercicio y la praxis de ir hasta
el fondo, cuando quiere revisar un tema, como queda evidenciado en su
blog: http://opinionesdegabriel.blogspot.com/
Pero, ¿somos inmortales? Tres modelos que ejemplifican el respal-
do de tal tesis, en el ranking propuesto por Andrade, estarían compuestos
por búsquedas sobretodo de orden filosófico, y por la revisión de dife-
rentes ideologías religiosas y otras pseudociencias, como el psicoanáli-
sis. Entre ellas figurarían: la noción de alma y la inmortalidad en el alma
inmaterial inmortal, la inmortalidad del cuerpo astral y la resurrección,
que cuenta con el tradicional dogma de fe, en la que la ausencia de prue-
bas es obviada a propósito, para el servicio de los preceptos de religión
cristiana, con la obvia necesidad de la creencia del castigo en el más allá.
Como fantasía de desear ser alguien más, declara sean las supues-
tas regresiones al revisar casos clamorosos de pacientes de terapeutas,
los cuales al estar bajo la sugestión de éstos, representaban vívidamente
roles de otros personajes (incluso cambiando acento) y relatando con
gran detalle las vidas pasadas.
Por el hábil tamiz inquisidor de Andrade tampoco son ignorados
los casos rescatados de la carrera académica del psiquiatra Ian Steven-
son, sino por el contrario, su metodología de trabajo y recolección de da-
tos es la que pone en el tapete de la revisión, declarando poco confiables
sus procedimientos. Para ello se amparará en las herencias de Karl
Popper sobre los postulados en lo que reposan las ciencias, como la falsa-
bilidad y la predicción, entre otros, como elementos fundamentales que
sirven para demarcar criterios. Asimismo, el famoso libro “Vida después
de la vida”, del médico norteamericano, Raymond Moody queda frágil-
mente expuesto al desmontar a través de desconcertantes preguntas los
casos que expone.
El alma va a ser un elemento cardinal para disuadirnos de las teorías
de reencarnación, y los números serían la principal razón, faltarían almas
del pasado que puedan ser contabilizadas en este presente. “La población
mundial en el año 8000 a. C. era de unos cinco millones de personas; hoy
es de 6.000 millones”. (Andrade, 2011, p.37), sólo por proponer un argu-
mento. Igualmente el concepto de Karma, con sus respuestas demasiado
fáciles se convierte para el autor en una monstruosidad moral.
No pueden faltar al festín del escepticismo de Andrade la revisión
de los roles de los médiums físicos y mentales, así como la de los espiri-
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tistas con sus anécdotas, la labor de Houdini, al desenmascarar diferen-


tes trucos como ilusionista profesional, junto al trabajo perseverante de
la prestigiosa revista Scientific American, en la revisión del trabajo de
los médiums de la época victoriana.
Como probablemente millones de integrantes del género masculi-
no, Andrade seguramente prefiere que le salga el fantasma de la cantante
colombiana Shakira, si hubiere tal posibilidad de aparición, y es con ese
mismo humor, que relatará sobre las supuestas apariciones fantasmales,
fenómenos poltergeist y casas embrujadas.
La elipsis provocada por la imposibilidad de resumir los numero-
sos fraudes revelados en el libro, que acompaña esta breve reseña, no
deja el espacio necesario para describir las numerosas posibilidades de
confrontación e incoherencias entre las más diversas doctrinas filosófi-
cas como el dualismo y el pragmatismo, por nombrar sólo algunas, que
se han encargado a lo largo del tiempo de cuestionar el alma, el cuerpo y
en fin la mente humana y su relación con el cerebro.
Aunque este autor cite la teoría de la resurrección, en la que sin la
idea de un juicio final no habría motivo para no robar, violar o matar,
pues es igualmente factible llevar una vida inmoral y de todos modos no
ser castigado, no necesariamente será indulgente con las teorías religio-
sas, y por el contrario le sirve de base para argumentar la promoción de
ideas cómodas, más no necesariamente reales que acompañan el sonido
de la trompeta de la noción del juicio final.
Merece espacio la eterna pregunta sobre el sentido de la vida, y
aunque nos parezca normal dar por sentado que sea el hacer el bien a los
demás, Andrade sabrá sorprender por la sólida sencillez con la que
afronta incluso este controversial tópico.
Seguramente la prudencia siempre atenta y alerta, es el legado que ob-
tendrá el lector al dejarse seducir por la manera refrescante con las que este
autor, perennemente crítico, nos propone relajemos la almohada de la mente
al pensar sobre las posibilidades de la inmortalidad, dejando la ingenuidad
de lado y renovando con una mirada divertida a los charlatanes de turno.

Romina De Rugeriis
Universidad del Zulia

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