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Alexander Dumas Padre Historia de Un Muerto Contada Por El Mismo PDF
Alexander Dumas Padre Historia de Un Muerto Contada Por El Mismo PDF
DE IJ)/
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APE:US me habia despertado una mañana, cuando
entró lIn criado en la alcoba i me presentó una carta,
en cuyo sobre escrito se leía la palabra wjente. Des-
corro las cortinas: el dia, que probablemente se ha-
bia equiyocado, era hermoso, i el sol entró en mi
cuarto espléndido como lm conquistador. 1'!Ie res-
tregué los ojos para ver de donde venia esta carta,
asombrüntlome de no recibir mas que una. La letra
era desconocida. Degpues de haberla dado muchas
vueltas para ver si adivinaba de quien era el sello,
la abrí, i me hallé con que decia lo siguiente:
«Caballero: he leiuo los tres JIlosqueteros, por-
que soi rico i tengo mucho tiempo de sobra .... »
-i Este es un hombre feliz! dije para mí i continué:
-Os confesaré que me han divertido bastante;
pero tuye la curiosidad de saber, como tengo mu-
2 HISTORIA DE UN Ml:ERTO
ello tiempo de sobra, si realmen te los habíais toma-
do de las J1Iemol'Ías e/el Conde de la Fére. Como
estaba .en Carcasona, escribí a uno de mis amigos
en París que fuera a la biblioteca a pedir esas me-
morias, í qu e me escribiera si real men te habíais to-
mado de allí esos detalles. l\1i amigo, que es una
persona muí formal, me contestó que las habíais co-
piado palabra por palabra, i que todos los autores
no hacian otra cosa. Os advierto que lo he publi-
cado en Careasona, i que si continuais así, dejaré-
nlOS la suscricion de El Siglo.
Tiene el honor de saludaros .
Tiré de la campanilla. •••
-S i traen hoi otras cartas, le dije al criado, las
guanl:\s i me las entregas él dia que me yeas mui
alegre.
-¿ 1 los manusc ritos?
-¿P or qué preguntas eso ?
-po rqu e acaban de traer uno en este instante.
- j Bueno! i solo eso fa ItalJa ! PODle donde no se
pierda; pero no le traigas a este cuarto.
Le puso sobre la chimenea, lo que probaba de-
~ididameDte que mi criado estaba dotado de inteli-
]encla.
Eran las diez i med ia; me puse a la ventana; el
dia como he dicho, era hermosísimo, el sol parecia
eterno vencedor de las nubes; todos los que pasa-
ban eran felices, o a 10 ménos parecian que estaban
contentos.
Yo sentí como todo el mundo el deseo de tomar
el airo en otra parte que en mi ventana; me yestÍ i
salí.
La casualidad hizo, porque cuando tomo el aire
)lOCO me importa que sea en una calle o en otra, la
('a~u!\hdad hizo que pasa ra por delante de la Biblio-
teca.
CO~TA1lA POR ÉL MIS~IO. 3
Subí: encontré como :;iempre a Páris que vino a
saludarme con la acostumbrada ~onrisa.
-Dadme, le dije, las Memorias del conde de la
Fél'e.
Me mirÓ un instante, como si dudara si me habia
vuelto loco, i despues me dijo con la mayor sangre
fria:
-Ya sabeis que 110 existen, puesto que habeis sido
el que ha inventado su existencia.
Este (]¡scurso, aunque conciso, me pareció lleno
de sávia, i para recompensarle le regalé el autógrafo
de CaI·casona.
Cuando le acabó de leer.
-Consolaos, me dijo, no sois el primero que ha
venido a pedir esas Memorias: he visto por lo mé-
nos treinta personas que no han venido aquí con
otro objeto, i que deben aborreceros porque las ha-
beis engañado.
Tenia necesidad de una novela; i ya que me ha-
llaba en la biblioteca, i ya que algunos dicen que
allí se encuentran las novelas hechas, pedí el catálogo.
Pero no habia nada que sil'viera.
Cuando volví por la noche a casa me hallé en
medio de la mesa i encima de todos los papeles el
manuscrito de por la mañana. Puesto que era un dia
perdido me decidí a leerlo.
Le acompañaba una carta. Decididamente era el
dia de las cartas anónimas; peru esta era todavía
mucho mas estraña que las otras .
• Caballero: cuando hayais leillo estas bajas, el
que las ha escrito hahrá dejado de existir. Nada dejo
mas que estas pájinas que os regalo; haced de ellas
el uso que queráis.»
Tenian (:\ tílulo de inverosimilitud.
No sé si porque era de noche me llamó la ateu-
cion lo primero que leí, i lo que leí fué lo siguiente:
4 HISTORIA DE UN ~¡lffiRTO